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El Yoga Supremo N.º 4: La mente no existe
El Yoga Supremo N.º 4: La mente no existe
El Yoga Supremo N.º 4: La mente no existe
Libro electrónico228 páginas2 horas

El Yoga Supremo N.º 4: La mente no existe

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Cuarta y última parte de El Yoga Supremo, acompañada del apéndice Así habló Vasistha. “Uno obtiene lo que merece y cuando lo merece”. – “Yo no soy, ni hay otro, ni tú ni estos existen; no hay ni mente ni sentidos. Solamente es una, la pura conciencia. Nada en los tres mundos jamás nace o muere. Solo existe la infinita conciencia. No hay ni unidad, ni diversidad, ni confusión, ni ilusión. Nada perece y nada florece. Todo, hasta la energía que se manifiesta como deseo y como ausencia de deseo, es tu propio ser”. Prólogo y traducción de Miguel Córdoba. Coedición digital El Peregrino Ediciones, eLibros Editorial.
IdiomaEspañol
EditorialeLibros
Fecha de lanzamiento15 dic 2023
ISBN9786289568622
El Yoga Supremo N.º 4: La mente no existe

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    El Yoga Supremo N.º 4 - Anónimo

    VI.1 – 1 de octubre – 61, 62

    Tiryānco ‘pi prapasyanti svapne cittasvabhāvatah

    Drstānām ca srutānām ca cetah smaranamaksatam (62/18)

    VASISTHA continuó:

    En el Ser que es la infinita conciencia esta creación no aparece sino momentáneamente. Durante ese mismo momento surge la noción ilusoria de que será por mucho tiempo. Entonces la creación parece ser sólidamente real. Oh, Rama, te voy a contar una leyenda relacionada con esto. Había una vez un mendicante que era devoto de la meditación. Su mente, al haber sido purificada por esta meditación, obtuvo el poder de materializar los pensamientos.

    Un día, cansado de la continua meditación, pero con una mente completamente concentrada, pensó en hacer algo. Se le antojó nacer como analfabeta y en una familia que no fuese de brahmanes. De inmediato pareció convertirse en un aborigen: en él surgió la sensación soy un individuo. Este ser de sueños vagó durante algún tiempo por la ciudad también compuesta de objetos de sueños. Un día se emborrachó y se durmió. Soñó que era un brahmán dotado del conocimiento de las escrituras. Mientras vivía una vida correcta, una noche, este brahmán soñó que era un poderoso rey. Soñó que era un poderoso emperador con gloria sin par. Un día se entregó a los placeres reales y después de eso se durmió y soñó con una ninfa celestial.

    De la misma manera, esta ninfa soñó que era un ciervo. Este ciervo soñó que era una enredadera. Con seguridad, hasta los animales tienen sueños, pues esa es la naturaleza de la mente que puede recordar lo que ha visto y lo que ha oído. El ciervo se convirtió en una enredadera. La inteligencia interior de la enredadera vio a una abeja en su propio corazón. Se convirtió en una abeja y la abeja comenzó a beber el néctar de las flores de la enredadera. Se apegó al néctar de una de esas flores, ¡con seguridad para su propia destrucción!

    Por la noche un elefante se acercó a esta enredadera y la arrancó junto con la abeja, y las trituró en su boca. Sin embargo, la abeja, al haber visto al elefante, lo contempló y se volvió elefante. El elefante fue capturado por un rey. Un día vio una colmena de abejas y por cuenta de la memoria de su nacimiento anterior, se volvió una abeja. Comenzó a pensar en el néctar de las flores en las enredaderas salvajes. Se volvió una enredadera. La enredadera fue destruida por un elefante pero, como antes había visto cisnes en un lago cercano, se volvió cisne.

    Un día el cisne vagaba en compañía de otros cisnes. Mientras que el mendicante estaba meditando en ese cisne, la muerte le llegó. Por lo tanto su conciencia se encarnó en el cisne.

    VI.1 – 2 de octubre – 63

    Yadrcchayā sthito jīvo bhūtatanmātrarañjitah

    Kasminscidabhavat sarge bhiksuraksubhito ‘bhitah (9)

    VASISTHA continuó:

    Ese cisne vio al señor Rudra y en su corazón surgió la convicción yo soy Rudra. Sin embargo, como Rudra estaba dotado de verdadero conocimiento, ¡recordó lo que había sucedido!

    RUDRA lo recordó así:

    Mira cuán misteriosa es esta Maya que engaña a todos los mundos: aunque es irreal parece ser real. Primero que todo, en esa infinita conciencia que era yo surgió la mente con conciencia objetiva, aunque todavía cósmica y omnisciente. Después, incidentalmente, fui el jiva que se sintió atraído y encantado por las partes más finas de los elementos cósmicos. Por lo tanto, durante cierta parte del ciclo de la creación, me volví un mendicante que permaneció completamente inmutable. Él pudo superar todas las distracciones y permanecer inmerso en la práctica de la contemplación.

    Sin embargo toda acción subsiguiente es más poderosa que la acción previa. El mendicante pensó que era un jiva y en eso se convirtió. Después de eso pensó que era un brahmán. Con seguridad la forma de pensamiento más poderosa derrota a la más débil. Después, con el tiempo y por cuenta de la contemplación persistente, se volvió un rey: con seguridad ¡el agua absorbida por la planta se vuelve su fruto! Con los placeres reales están asociadas las ninfas: al contemplarlas el rey se volvió una ninfa. Solo por cuenta de la infatuación esta ninfa se convirtió en un ciervo. El ciervo se convirtió en una enredadera obsesionada porque sería perforada y se le haría un hueco. Al contemplar a la abeja se volvió una abeja, que después perforó un hueco en la enredadera. La abeja se volvió un elefante.

    Yo soy Rudra, soy Rudra, y he sido Rudra durante los últimos cien ciclos de la creación, y vago en esta apariencia del mundo que no es más que una ilusión psicológica. En un ciclo de la creación fui un jiva, en otro fui un brahmán, en otro rey, y también en otro fui cisne. Así he ido dando vueltas en esta rueda conocida como mente y cuerpo.

    Hace eones que me deslicé del Ser supremo o de la infinita conciencia. Muy rápidamente después de esa caída fui el mendicante que todavía estaba dotado con el conocimiento de la verdad. Entonces después de pasar por muchas encarnaciones, y por la gracia de Rudra, a quien por casualidad vi, me he vuelto Rudra. Cuando por coincidencia el jiva entra en contacto con una persona iluminada, entonces sus vasanas, tendencias impuras, se desvanecen. Esto le sucede a la persona que constantemente aspira a ese contacto con una persona iluminada. Esa aspiración constante o abhyasa se materializa y se vuelve un hecho cumplido.

    VI.1 – 3 de octubre – 63

    Yo yo ‘bhitah sa jīvasya samsārah samudeti hi

    Tatrā prabuddhā jīvaghāh pasyanti na parasparam (60)

    RUDRA continuó con sus recuerdos:

    Con seguridad es a causa de la propia convicción interna que dice este cuerpo soy yo que esta percepción irreal se expande. ¡Si uno indagase sobre su propia naturaleza encontraría que nada queda! Basta de esa indagación que no conduce a nada. Este mundo es una ilusión óptica como el azul del cielo. Es ignorancia. ¡Basta de este esfuerzo por purificar esa ignorancia! Si esta apariencia del mundo que es irreal continúa apareciendo, dejémosla: no puede hacer daño. Voy a deshilar la cadena de transformaciones imaginarias y recuperar de esa manera su unidad subyacente.

    VASISTHA continuó:

    Después de haber resuelto eso Rudra fue donde estaba el cuerpo del mendicante. Lo despertó y le dio la inspiración para que recordase todo lo que había sucedido. El mendicante vio a Rudra como a sí mismo, y también recordó todo lo que había sucedido.

    Y entonces, ambos fueron adonde vivía el jiva en la misma infinita conciencia. Revivieron su cuerpo. De hecho, los tres eran uno. Estos tres, que estaban atónitos con ese misterio, fueron entonces a la residencia del brahmán, que estaba dormido, abrazado por su esposa. Le despertaron la conciencia. Después fueron donde dormía el rey en los apartamentos reales y rodeado de ninfas. También le despertaron la inteligencia. Él también quedó sorprendido con la realización de la verdad. Entonces fueron donde vivía el cisne que luego se volvió Rudra.

    Vagaron por el mundo de los cien Rudra del pasado. Se percataron de que todo era una infinita conciencia en la que todos estos diferentes eventos ilusorios habían aparentemente sucedido. Pareciera que una forma se había convertido en muchas. Estos cien Rudras impregnaban el universo y eran omnipresentes.

    Por cuenta del hecho de que el jiva está rodeado por todos lados del mundo que surge de él, los jivas sin despertar no se ven entre sí, ni se comprenden entre sí. Así como todas las olas son de la misma sustancia y por lo tanto son una, los jivas despiertos se percatan de su unidad y por lo tanto se comprenden entre sí. Cada jiva tiene su propia apariencia ilusoria del mundo. Sin embargo, así como uno encuentra espacio vacío dondequiera que cave, cuando se indaga sobre esta apariencia del mundo del jiva, inevitablemente nos conduce hacia la misma infinita conciencia.

    La conciencia diferenciada es atadura, la liberación es su ausencia. Afirma eso y mantente firme. No hay diferencia entre las dos, pues la conciencia es la misma. ¿Quién se lamentará de la pérdida de lo que existe solamente en la ignorancia? ¡Aquello que se gana al quedarse quieto ya existe y por lo tanto ya se ha ganado!

    VI.1 – 4 de octubre – 64

    Iha vidyādharo ‘yam syāmaham syāmiha panditah (23)

    Ityekadhyānasāphalyam drstānto ‘syām kriyāsthitau

    Ekatvam ca bahutvam ca maurkhyam pāndityameva vā (24)

    VASISTHA continuó:

    Todos ellos alcanzaron el despertar de su conciencia espiritual junto con el señor Rudra. Al tomar conciencia de que eran parte de Rudra, estuvieron contentos. Rudra vio el juego de Maya mientras surgía, y le dio la inspiración a los demás para que jugasen sus papeles una vez más, a la vez que les dio instrucciones para que volviesen a él después de esa aparente existencia dependiente, y les aseguró que al final del ciclo del mundo lograrían el estado supremo. Entonces Rudra desapareció y el jiva y los demás retornaron a sus moradas.

    RAMA preguntó:

    ¿No eran el jiva y los demás puros objetos de los sueños (entidades imaginarias) del mendicante? ¿Cómo pudieron volverse entidades reales?

    VASISTHA contestó:

    ¡Abandona la noción de que la imaginación es algo real! Cuando se abandona de esa manera la cualidad ilusoria de la ilusión, lo que existe, existe en la infinita conciencia. Lo que se ve en el sueño y lo que se imagina como real, parecen serlo en todo momento, así como para un viajero las experiencias temporales y espaciales son reales, en relación con los diferentes lugares. En el corazón de esa infinita conciencia todo existe, y uno tiene la experiencia de lo que está viendo.

    La naturaleza del sueño de las formas de los pensamientos se comprende únicamente después de la práctica intensa del yoga, no de otra manera. Es por esta práctica que el señor Shiva y los demás perciben todo en todas partes. Aquello que está frente a ti y al mismo tiempo es aprehendido por tu mente, no se realiza si hay una mala aprehensión en esa percepción o en esa existencia. Solamente cuando esa aprehensión errónea deja de existir se puede conocer y realizar el objeto. Cualquier cosa que uno desee se obtiene solamente cuando el ser interior está sola y completamente dedicado a eso. Quien está completamente dedicado a lo que está en frente de sí lo conoce perfectamente; quien está completamente dedicado a un objeto imaginario, lo conoce perfectamente. Si esa devoción focalizada no está ahí, entonces destruye el objeto (no es consciente del objeto). Fue así, por la dedicación focalizada, que el mendicante se volvió Rudra y todo lo demás. Cada uno de ellos tenía su propio mundo, y fue solo hasta que la conciencia de Rudra se les despertó que no tuvieron conciencia sobre los demás. De hecho, era la voluntad de Rudra que estuviesen velados de esa manera, y que se volviesen de diferentes formas y naturalezas.

    Es por la contemplación focalizada que dice que me vuelva celestial o que me vuelva un hombre instruido y del fruto de esa contemplación, que se nos permite volvernos uno o muchos, un ignorante o un hombre de conocimiento. Con la concentración y la meditación es posible volverse una divinidad o un ser humano y funcionar de manera correspondiente.

    VI.1 – 5 de octubre – 64, 65

    Sarvasakttyah svarūpatvājjīvasyā ‘styekasakttitā

    Anantascā ‘ntaprkttasca svabhāvo ‘sya svabhāvatah (64/26)

    VASISTHA continuó:

    La infinita conciencia, que es el verdadero Ser de todo, está dotada con omnipotencia, pero el jiva, que es esencialmente no diferente del Ser, está dotado con una facultad (apropiada a su noción). Por lo tanto, dependiendo de la naturaleza del jiva, goza de poderes sin fin o de poderes limitados. La infinita conciencia está libre de expansiones y contracciones: el jiva es el que obtiene lo que busca. El yogui que ha adquirido diferentes facultades existe y manifiesta esas facultades aquí y también en cualquier otra parte. Sin embargo, como se gozan aquí, allá y en diferentes lugares, estas experiencias parecen ser muchas y variadas, ¡así como el famoso Kartavirya, quien aunque permaneció en casa, generó miedo en los corazones de muchos![1].

    Igualmente el señor Vishnú, sin dejar su morada, se encarna como un ser humano en la tierra. También Indra, que preside sobre los ritos sagrados, sin dejar su morada celestial está presente en los miles de lugares en donde se practican esos ritos. En respuesta al llamado de los devotos, el señor Vishnú se vuelve miles y se les aparece en frente. Así mismo el jiva y los demás, que no eran sino criaturas de la imaginación o del deseo del mendicante, y quienes estaban animados por la conciencia de Rudra, retornaron a sus diferentes moradas y funcionaron, pareciera, de manera independiente. Jugaron sus diferentes papeles durante algún tiempo y después volvieron a la morada de Rudra.

    Todo esto no fue sino una ilusión momentánea que surgió en la conciencia del mendicante, aunque se percibió como si fuese solo de él. Así mismo pareciera como si el nacimiento y la muerte de una infinidad de seres sucediera en la infinita conciencia. Imaginan la diversidad en esta apariencia del mundo y después buscan la unidad en el Ser. En el momento de su muerte imaginan dentro de sí mismos otro estado de existencia que les parece como afuera. Hasta no realizar la liberación, el ser encarnado es sometido a un sufrimiento inmensurable. Te conté esta historia para darte una ilustración sobre la verdad. Este es el destino no solamente del mendicante, sino de todos los seres. Ese ser que olvida que es inseparable del Ser supremo imagina que sus propias nociones son independientes y completamente reales y sustanciales. De ese sueño pasa a otro sueño, hasta que abandona la falsa noción de yo soy el cuerpo.

    RAMA preguntó:

    ¡Oh, qué historia tan maravillosa! Señor, habéis dicho que todas las cosas que se conciben para ser reales son reales y se experimentan como reales. Os ruego que me digáis: ¿existe este mendicante en alguna parte?

    VASISTHA continuó:

    Voy a meditar sobre esta pregunta y la contestaré más tarde.

    (En este punto la asamblea se levantó para las plegarias del mediodía).

    [1] Un ejemplo moderno es la radio: sin dejar el estudio, el locutor o el cantante entran en una infinidad de salones. S.V.

    VI.1 – 6 de octubre – 64, 65

    Pratyekamevamuditah pratibhāsakhandah

    Khandāntaresvapi ca tasya vicitrakhandah

    Sarve svayam nanu ca te pi mitho na mithyā

    Sarvātmani sphurati kārankārane ‘smin (28)

    VASISTHA continuó:

    ¡Oh, rey, oh, Rama! Con la ayuda de mi ojo de sabiduría he buscado al mendicante. Entré en una profunda meditación, deseando ver al mendicante. Lo busqué en este universo, pero no lo pude encontrar. ¿Cómo aparece la imaginación afuera y también parece ser real?

    Después fui al norte de la tierra de Jina. En el tope de un hormiguero hay un vihara, un altar habitado por personas. Ahí, en su propia cabaña, había un mendicante (bhiksu) llamado Dirghadrsa cuya cabeza

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