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El equilibrio emocional: La paz de la mente
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El equilibrio emocional: La paz de la mente
Libro electrónico261 páginas2 horas

El equilibrio emocional: La paz de la mente

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En esta obra, eminentemente práctica, Ramiro Calle incluye nociones sobre los tres estados aflictivos principales —la angustia, el miedo y la depresión—, aportando conocimientos y métodos eficaces para superarlos; entre ellos, el yoga físico, la meditación y la relajación.

Desgrana valiosas enseñanzas de la sabiduría oriental para la vida cotidiana, así como conocimientos extraídos de la tradición occidental, pues lo mejor de Oriente y Occidente han de fundirse en un nuevo concepto que trascienda a ambos, para el pleno desarrollo del ser humano.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento8 abr 2024
ISBN9788410179172
El equilibrio emocional: La paz de la mente
Autor

Ramiro Calle

Especialista en temas orientalistas y pionero en la introducción del yoga en España. Ramiro Calle posee la facultad de presentar las diferentes corrientes filosóficas y espirituales orientales al lector occidental con un lenguaje sencillo que permite apreciarlas en todos sus matices. Su profundo conocimiento de la India, a la que ha viajado en más de 50 ocasiones, sus entrevistas con los más relevantes especialistas en materia de espiritualidad y su incansable labor de difusión de estas corrientes, tanto en los medios de comunicación como en sus propios libros, han convertido a este autor en el principal referente del orientalismo en España.

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    El equilibrio emocional - Ramiro Calle

    PRÓLOGO

    Ramiro Calle lleva cuatro décadas llamando nuestra atención sobre la necesidad de un cambio en nuestras prioridades para recuperar nuestra esencia primordial en vez de dejarnos arrastrar por la mecanicidad y el automatismo. Sus muchos libros, conferencias y apariciones en los medios de comunicación son una invitación permanente a que busquemos respuestas en nuestro interior en vez de mirar obsesivamente al exterior, que aunque lleno de pretendidos atractivos y colores, difícilmente nos procurará una vida en armonía. Ramiro insiste y nos da las herramientas para que cultivemos un jardín en nuestra mente en lugar de utilizarla como estercolero; en que meditemos u oremos, para encontrarnos con nuestro verdadero yo; en que vivamos una vida en armonía y en paz, sin la zozobra permanente que vemos a nuestro alrededor como consecuencia de la ofuscación, la avidez y el odio que parecen querer anegarlo todo. Zozobra de la que también nosotros somos parte.

    Ramiro Calle es uno de los autores más prolíficos de España, y no hay libro suyo que no sirva de inspiración para querer vivir de otro modo, de una forma más pura y verdadera. Unos son más asequibles que otros, pero todos ellos llaman a la voz de nuestra conciencia, a nuestro yo profundo, con el ruego de que despertemos a nuestra verdadera esencia y al hecho de que somos seres espirituales viviendo una experiencia material en la tierra. Ambos son necesarios, espíritu y materia, pero hay que saber discernir dónde está cada uno.

    Ramiro Calle ha constituido en España un puente imprescindible para acercarnos a las milenarias técnicas orientales del desarrollo y el bienestar personal. Sus estudios y prácticas sobre el yoga físico y mental lo convierten en una de las personalidades más destacadas en esa materia a escala mundial. Y, sin embargo, este conocimiento no le impide ser el más cercano de los guías, aquel que siempre está atento a la evolución de su alumno, siempre en disposición de dar y de darse a los demás, de entregarse sin pedir nada a cambio. Y todo ello desde la modestia del que ha hecho suyo el principio de que la voz que hay que seguir es la de nuestro interior, sin dejarse deslumbrar por gurús o pseudogurús. Los que conocen a Ramiro en su quehacer diario en el centro de yoga Shadak, donde imparte sus clases 6 días a la semana, 48 semanas al año, saben bien de su entrega día a día, con la mejor cordialidad y la mayor eficacia.

    En las obras más profundas de Ramiro, aquellas en las que habla del purusha y del prakriti, el lector intuye que Ramiro es conocedor por vivencia propia del samadhi al que todo ser en un momento de su evolución tiende a aspirar. Siendo esto así, el tema está presentado siempre con gran elegancia y casi de puntillas, para que el que quiera comprender comprenda, y el que quiera captar capte. Ramiro no impone seguimiento ni método, pero traza muy claramente el camino y afirma, porque lo ha vislumbrado y lo ha vivido y vive, que el Camino puede ser esplendoroso. Unos lo llamaremos Camino del regreso al Padre, otros Camino sin más…, pero todos sabemos de lo que estamos hablando.

    A ese esplendor a nuestro alcance nos llama una y otra vez Ramiro Calle sin desfallecer ni un momento, al esplendor que podría rodear nuestras vidas de continuo si pensáramos y actuáramos de otro modo, en las cosas pequeñas y en las grandes. Esplendor que contrasta con la pobre forma de vida que parece que queremos mantener, en la que insistimos en ser zafios en vez de verdaderos príncipes. Aun así, Ramiro habla del esplendor que, estoy convencido, algún día veremos en la tierra porque el Reino de Dios no es algo etéreo e inconcreto más allá de las nubes, sino que debe ser recreado aquí en la tierra, por nosotros, una vez comprendamos y asimilemos nuestra verdadera naturaleza inmortal. Así como es arriba será abajo, dicen los Maestros.

    En este libro Ramiro Calle incluye nociones sobre tres estados aflictivos ―angustia, miedo y depresión― y nos procura enseñanzas y métodos para superarlos, entre ellos el yoga físico y la meditación. También ofrece enseñanzas de la sabiduría oriental para la vida cotidiana, y enseñanzas occidentales, pues lo mejor de Oriente y Occidente ha de fundirse en un nuevo concepto que trascienda a ambos.

    Contar con Ramiro es un privilegio del que creo que sociedad española no es plenamente consciente. Y para mí lo es también escribir estas líneas a modo de prólogo, en las que quiero, en agradecimiento a Ramiro Calle por su impagable labor, citar estas palabras del Maestro:

    «El corcel se estremece bajo el flagelo del látigo

    Purusha tiembla ante la injusticia

    Benditos sean los valientes y los justos

    El único juez es tu espíritu, allí reside Dios».

    Joaquín Tamames

    INTRODUCCIÓN

    La mente es un gran misterio. Es el escenario de los pensamientos y las emociones, las tendencias más subliminales y la voluntad. Tal es su misterio que nadie ha logrado totalmente desentrañarlo, pero de lo que no cabe duda es de que en última instancia todo se percibe, conoce, experimenta y vive con la mente. La mente es como un pozo sin fondo. A veces hacemos diferencia entre las funciones mentales y las emociones, pero unas y otras se corresponden e interpenetran, y así en la sabiduría de la India se nos hace conjunta referencia al denominado órgano psico mental, que tenemos que aprender a conocer, ordenar, ejercitar y armonizar. No es tarea fácil, pero es el único modo de poder sentirnos mejor y, por tanto, mejor relacionarnos y conseguir ir liberándonos de estados aflictivos como la angustia, el abatimiento, el desasosiego, la melancolía, la ansiedad e innumerables temores infundados.

    Los estados aflictivos del órgano psicomental son muy numerosos y mortifican y limitan a la persona, sustrayéndole la paz interior y la fuerza vital, y robándole asimismo y, por tanto, la alegría de vivir. Pero toda persona puede poner los medios para seguir con éxito el camino hacia el bienestar y la armonía. Hay para ellos un formidable y milenario cuerpo de enseñanzas, pautas, actitudes y eficientes ejercitamientos, que nos proponemos ir mostrando detalladamente en esta obra para que cada persona pueda trabajar sobre sí misma y conseguir la evolución consciente y el equilibrio psicosomático, logrando que la mente enemiga se convierta en mente amiga y que los estados mentales y emocionales aflictivos vayan cediendo para dar paso a los sanos y constructivos.

    A lo largo de cuatro décadas he impartido enseñanzas y técnicas para el mejoramiento humano y he tenido ocasión de comprobar hasta qué punto innumerables personas se han podido beneficiar de las mismas, saneando así su mente y su sistema emocional y liberándose de los estados mentales y emocionales aflictivos que las aquejaban. Estas enseñanzas y técnicas nos vienen dadas desde la noche de los tiempos. A mí mismo, que fui víctima de estados aflictivos muy intensos, me fueron de una ayuda extraordinaria y por ello, agradecido a esas enseñanzas y métodos que entroncan con el yoga, la psicología hindú y la psicología budista, me he dedicado a lo largo de las últimas cuatro décadas a trasladarlos lo más fielmente posible a otras personas, con un carácter eminentemente práctico, aportando también actitudes y pautas de orientación de las psicoterapias occidentales, toda vez que yo mismo me sometí a lo largo de diez años a un tratamiento psicoanalítico parte de ese tiempo, y a un ejercitamiento psicoanalítico el resto de dicho periodo. He tenido así la doble fortuna de poder indagar con la máxima hondura posible tanto en el campo de las psicologías de las profundidades de Oriente como de Occidente y de ir impartiendo enseñanzas para favorecer el equilibrio psicosomático, emocional y espiritual.

    La psicología más antigua, pragmática y práctica del mundo es el yoga. Los primeros meditadores fueron los primeros y más grandes psicólogos prácticos y experienciales de la Humanidad. Trabajaron con su mente sin tregua, hasta conocer sus más ignotos mecanismos, a fin de propiciar la evolución consciente, sanear el inconsciente y profundizar en la conquista de una mente de orden superior a la que podría denominarse mente supramundana o supraconsciencia.

    Si la mente es causa de abatimiento o angustia, es necesario transformarla; si es fuente de temores infundados y otros estados dolorosos, urge modificarla. No hay por qué resignarse. De acuerdo a aquello que vamos haciendo con nuestra mente de instante en instante, así cosecharemos en la propia mente. Lamente tiene el poder de amplificar o minimizar.

    Como es nuestra inseparable compañera a lo largo del viaje de la vida, es de suma importancia cultivarla y abonarla apropiadamente, para que nos ofrezca todos sus frutos. Hay muchos recursos internos que podemos actualizar, aunque de momento algunos puedan estar larvados. La mente dispersa y agitada nos ha producido muchas dificultades y una gran masa de inútil sufrimiento, pero podemos irnos liberando de muchos condicionamientos mentales, cambiar enfoques y actitudes y conquistar el equilibrio psicosomático y la paz interior.

    Lo mejor que podemos hacer por nosotros mismos, y contribuir así al bienestar de los otros, es poner las condiciones para sentirnos bien. Durante años probablemente hemos sido muy negligentes en este sentido, y así hemos soportado insatisfacción profunda, descontento, ansiedad o abatimiento. Tenemos que aceptarnos conscientemente, pero no para fatalmente resignarnos, sino para desde esa aceptación lúcida comenzara trabajar sobre nosotros mismos para liberarnos de las ataduras mentales y emocionales y así poder madurar y emprender la verdadera realización de nosotros mismos.

    Para poder transformarnos y mejorarnos se requieren:

    Método.

    Actitud.

    Correcto modo de vida.

    Tendremos ocasión de abordar todo ello a lo largo de esta obra. Después de la extraordinaria acogida que han tenido por parte del lector mis obras Ante la ansiedad, Las santas moradas y La senda del bienestar (esta última en colaboración con mi hermano Miguel Ángel Calle), pretendo con esta aportar enseñanzas y métodos para poder seguir caminando con certidumbre por la vía hacia la emancipación interna, la dicha interior y la consciencia despierta.

    El material didáctico, de naturaleza práctica y con los puntos y pilares más esenciales para la transformación, el conocimiento de uno mismo y la autorrealización, ha sido vertido con profusión, pero con un sentido de síntesis, en esta obra cuyo objetivo directo es poder activar todos nuestros potenciales internos, superar las que podríamos llamar dolencias del alma, madurar emocionalmente y encontrar dentro de nosotros ese tesoro de tesoros que es la anhelada paz interior.

    EN BUSCA DE LA PAZ INTERIOR

    ¿Qué es lo que todos los seres sintientes deseamos? ¿Cuál es nuestro principal anhelo? Sentirnos bien. Cada persona lo puede expresar de uno u otro modo, pero lo que todos estamos buscando es liberarnos de los estados aflictivos mentales y emocionales y sentirnos bien. Unos lo expresan diciendo que buscan la dicha o felicidad; otros, completarse o realizarse; otros, darle un sentido a la vida; otros, poder disfrutar y sentirse a gusto consigo mismo y con los demás; otros, superar sus temores y encontrarse a sí mismos… Hay muchas maneras de expresarlo, pero en el trasfondo de todas ellas lo que toda criatura quiere es sentirse bien y ser feliz.

    La palabra «felicidad» es una de las más ambiguas, e incluso induce a error. ¿Qué es la felicidad? Aquí también encontraríamos innumerables respuestas. Es un término manoseado e indefinido, y por eso me inclino más por la denominación «sentirse bien». Pero asimismo podríamos preguntarnos, ¿qué es sentirse bien? Es gozar de la sensación de estar pleno, sosegado, a gusto, libre de angustia y abatimiento, completo interiormente en uno mismo y más emancipado de la insatisfacción y la angustia. Solo el que se siente bien sabe realmente que se siente bien y disfruta de ese bienestar. ¿Y qué es lo que más se aproxima al bienestar, al sentirse bien, a la dicha y al contento? Sin duda, la paz interior, que es la vivencia más rica y enriquecedora a la que se pueda aspirar y no es, pues, por casualidad que Buda declarase: «no hay otra dicha que la paz interior». A menudo recuerdo una de las frases de Lanzarote del Lago en la novela de Steinbeck Los hechos del Rey Arturo y sus nobles caballeros: «No hay nada que pague un instante de paz», aunque él luego se dejase llevar de su amor hacia Ginebra para convertirlo en fuente no de dicha, sino de incertidumbre y tragedia. Pero qué gran instrucción a recordar: «No hay nada que pague un instante de paz». Ciertamente no hay experiencia tan íntima, transformativa y reconfortante como la misma y, sin embargo, ¡qué raramente gozamos de un instante de paz y cuán bien conocemos los instantes de ansiedad, depresión, zozobra y tantos otros afines, sobre el telón de fondo del miedo infundado que tanto nos turba y nos limita!

    En la superficie, la mente es un hervidero de tensiones, digresiones incontroladas, parloteo y pensamientos parásitos e intrusos. Por debajo de la mente, en su sustrato, hay una gran anarquía y se acarrean conflictos inconscientes, tensiones, complejos, traumas y todo tipo de condicionamientos psíquicos que contaminan las conductas mentales, verbales y corporales de la persona y le producen agitación y aflicción. Pero en lo más profundo de la mente, más allá de esa franja de caos y confusión que es la del denominado en psicología occidental subconsciente, hay un espacio de claridad, quietud y reconfortante vacío con el que se puede conectar y en el que se puede hallar sosiego, plenitud y una fuerza curativa y transformadora.

    El objetivo de toda persona debería ser hallar la paz interior y de ese modo hacer la vida más espiritualmente productiva, sin por eso renunciar en absoluto a los disfrutes sensorial e intelectuales. En la medida precisamente en que va eclosionando la maravillosa energía de la paz interior y la calma mental, va desarrollándose también más capacidad para todo tipo de disfrute, pero uno más sano en cuanto que no es seguido por el afán

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