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Leales de Sinaloa: General Juan Torres Sánchez
Leales de Sinaloa: General Juan Torres Sánchez
Leales de Sinaloa: General Juan Torres Sánchez
Libro electrónico480 páginas4 horas

Leales de Sinaloa: General Juan Torres Sánchez

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Información de este libro electrónico

El escrito se inscribe en la línea de investigación sobre “figuras de segunda fila” que hicieron posible la Revolución mexicana. El general Juan Torres Sánchez fue una de esas figuras que determinaron, en buena medida, el curso del movimiento armado.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento27 nov 2023
ISBN9786078931798
Leales de Sinaloa: General Juan Torres Sánchez
Autor

Javier Torres Nafarrate

Javier Torres Nafarrate ha hecho su vida académica en la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, donde se desempeña ahora como profesor emérito. Se ha distinguido en la sociología por ser el encargado de introducir al español la obra del eminente sociólogo alemán Niklas Luhmann.

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    Leales de Sinaloa - Javier Torres Nafarrate

    Imagen de portada

    Leales de Sinaloa

    Leales de Sinaloa

    General Juan Torres Sánchez

    Javier Torres Nafarrate

    UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA

    UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA CIUDAD DE MÉXICO.

    BIBLIOTECA FRANCISCO XAVIER CLAVIGERO

    D.R. © 2023 Universidad Iberoamericana, A.C.

    Prol. Paseo de la Reforma 880

    Col. Lomas de Santa Fe

    Ciudad de México

    01219

    publica@ibero.mx

    Primera edición: noviembre 2023

    ISBN: 978-607-8931-79-8

    Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio sin la autorización escrita del titular de los derechos patrimoniales.

    Hecho en México.

    Digitalización: Proyecto451

    Índice de contenido

    Portada

    Portadilla

    Legales

    Prólogo

    Introducción

    Biografía

    1. Antecedentes

    El Rosario

    Chametla

    La Revolución en el norte

    2. Arrojado a la Revolución

    Acaponeta

    Toma de Acaponeta en mayo

    Tepic

    Orendain

    Camino a la Ciudad de México

    Julio de 1914

    Agosto de 1914

    Octubre de 1914

    De México a Veracruz

    Orden de Lucio Blanco de aprehender a Obregón

    Configuración del soldado: la sujeción

    3. De teniente coronel a general: Puebla/Celaya/Trinidad/San Luis Potosí

    Primera Batalla de Celaya, del 6 al 7 de abril de 1915

    Segunda Batalla de Celaya

    Batalla de Trinidad (campaña del Bajío)

    Derrotado Villa, vendrían los Carrera Torres y los Cedillo

    Hacia una hoja de servicio fiable

    Duelo imaginario con Obregón

    4. Nayarit: golden days —hombre de Estado

    Precedentes

    La obra política del general Juan Torres Sánchez

    La organización de la política

    El proceso electoral

    Elecciones para el Congreso Constituyente de Querétaro 1916-1917

    La obra social del general Juan Torres Sánchez

    La formación de sindicatos

    Primer sindicato

    Segundo sindicato

    Tercer sindicato

    Solución a la escasez alimentaria

    Alza del salario

    Primeros repartos de tierra

    Sanidad

    La prensa de ese tiempo

    Día de Campo

    No todo fue miel sobre hojuelas: oposición y crítica

    El fusilamiento

    Cierre

    El estadista

    5. Sonora: grandeza militar

    Los conflictos

    Hostilidad sonorense contra la comunidad china

    Río Sonora

    El problema del yaqui

    Jefe militar del estado de Sonora

    Cronología de la guerra del yaqui durante el año 1919

    La postulación de Obregón

    Orden de Carranza de aprehender a De la Huerta

    Res gesta registrada por varios

    Del registro histórico a la historiografía

    Triunfo de la conciencia

    6. Tabasco: Sublimidad de la coherencia

    Jefe de las operaciones militares en el sureste: Tabasco, Campeche, Yucatán y Chiapas —1 de julio de 1920

    El sureste: preliminares

    General Pineda

    Cartas de Pineda*

    Llamado urgente desde Tabasco

    Antecedentes

    Orden de Calles y Obregón de aprehender al general Greene

    La versión de Greene

    Hijo del Estado de Tabasco

    Coherencia sublime

    7. Durango: Los últimos días del general Murguía y del general Carrasco

    Al ‘león’ constitucionalista, el león institucionalista

    Plan para enfrentar a Murguía y a Carrasco

    Conclusiones

    8. Tabasco: Esplendor y fin de su carrera militar

    1923, de nuevo Tabasco: Garrido Canabal

    La enajenación mental

    9. Chametla: oscura utopía

    El contexto: una reforma agraria problemática

    Reforma agraria en Sinaloa

    La actuación del general Torres

    A favor del general Torres

    En contra del general Torres

    1934: visita del presidente Lázaro Cárdenas a Mazatlán

    10. Mazatlán —el ocaso

    Ella

    Virginia Díaz Ovalle

    Él

    Inscripción funeraria

    Bibliografía general

    Anexos

    Documentos

    Documento general Torres sobre el problema agrario del sur de Sinaloa.

    Cronología compactada del año 1919 sobre la campaña del yaqui

    Teniente coronel Jesús Torres Raygoza

    Carta

    Entrevista

    Semblanza militar del general Juan Torres Sánchez

    A mi padre

    Nudo

    Unes extremos que han sido separados.

    Y en ese lugar, sellas la soga para siempre:

    eternizas.

    Qué no diera, padre, ahora

    porque tu brazo nudo,

    junto al mío,

    hubiera formado un nudo...

    M. Agripa solía decir que se sentía muy en deuda con el proverbio: la concordia hace que aun pequeños proyectos prosperen; la discordia frustra grandes proyectos inclusive. Séneca, Epístolas: 94.46.(1)

    1. M. Agrippa [...] dicere solebat multum se huic debere sententiae: Nam concordia parvae res crescunt, discordia maximae dilabuntur". Seneca, Epistulae: 94.46.

    Prólogo

    Leonor Correa Etchegaray

    Aunque ciertamente agradezco al autor la oportunidad de escribir estas líneas, me parece un atrevimiento de mi parte intentar una reflexión sobre la obra que tenemos en nuestras manos. Es indudable que se trata de un texto complejo y rico en muchos sentidos, tanto por las razones de su génesis, como por el significado de todo el proceso de investigación para quien lo escribió.

    En principio, me sorprendió la petición del profesor de la Ibero, sociólogo y amigo, Javier Torres Nafarrate, de escribir algún comentario o prólogo al texto que ya estaba terminado y aprobado para su publicación. Conocía la obra, porque hace más de un año la leí, más o menos completa, para dar una opinión general a su autor, sin que como historiadora fuera una especialista en la época revolucionaria de México ni en los temas específicos a que se refería. No obstante, la lectura de entonces me convenció de lo valioso de ese trabajo biográfico.

    El autor quiso hacer la historia de alguien que es parte de su familia, un antepasado directo que, por lo tanto, está ligado por la sangre y ocupa un lugar importante en su historia. Juan Torres Sánchez es el abuelo al que se pinta a lo largo de muchas décadas e innumerables circunstancias. El texto habla lo mismo de las experiencias positivas de la vida, de las situaciones personales y familiares, de los éxitos, así como de los aspectos difíciles y muy complejos en el desarrollo de una trayectoria militar; el transcurrir de la vida hasta los momentos de declinación y envejecimiento. Por otra parte, el contexto es, en muchos sentidos, caótico: la juventud del personaje se inicia en México en los años de la Revolución, es decir, en la segunda década del siglo XX.

    Se trata de seguir a una persona en todas sus circunstancias, narrar lo que fue viviendo a lo largo del tiempo, pero igualmente está presente el deseo de entender su espíritu, acercarse a su personalidad, explicar sus actitudes y decisiones, intentar percibir su visión sobre lo que enfrentó en su trayectoria como revolucionario y, posteriormente, con su participación en la vida política y militar del país.

    Pienso que es admirable, en muchos sentidos, la idea de hacer esta biografía, lo mismo que el proceso cuidadoso y largo de la investigación y la escritura de la obra. La idea inicial fue concebida por el hijo del general, Javier Torres Dávalos, padre del autor de este libro. Aquél quiso rescatar la vida de su antecesor, de su propio padre. A su entender, éste debía ser visto y revalorado como un participante directo y destacado en los sucesos de la Revolución mexicana, al lado de las figuras más reconocidas en la historia de ese complejo, intrincado y difícil proceso nacional.

    Hay una motivación muy importante: el orgullo familiar, en cuyo centro se encuentra un sentimiento de admiración que lleva a hablar del padre ya muerto, Juan Torres Sánchez, de quien se desconocían muchos aspectos de la historia personal. Ese orgullo por parte de la familia se percibe, se manifiesta, sin duda, a lo largo de todas las partes del texto. La pretensión no fue solamente expandir la memoria familiar, sino obtener la información necesaria y fundamentar una visión que fuera de interés, no sólo para el círculo de la familia, sino también para la historia de las regiones del país en donde se desarrollaron los hechos centrales de su vida. Así, en principio, se trata de una historia de familia en la cual están incluidas varias generaciones ligadas entre sí por la sangre y el afecto, pero la interpretación va más allá, para adentrarse en etapas relevantes de la historia del país.

    El inicio de la investigación por parte del hijo del general Torres fue un periodo importante y necesario para encontrar y reunir la documentación y los materiales dispersos que permitirían la construcción de la biografía imaginada. Como resultado de ese inicio, se logró contar con los apuntes escritos por el hijo, los cuales, según el decir de nuestro autor, son una mina preciosa para el historiador. Esos apuntes dejaron ver algunos aspectos de la vida del personaje, pero, más allá de la información que reunió —con notable interés y trabajo—, el hijo pudo captar el espíritu del militar y logró un retrato más profundo. En éste se delineó el carácter, la personalidad del biografiado, al igual que los principios por los cuales se guio y dio sentido a sus acciones, no sólo las propiamente militares, sino las de toda su vida. Con una afirmación ilustrativa, dice el autor Javier Torres Nafarrate: el hijo supo calar hondo ‘en los íntimos repliegues de la conciencia de su padre’.

    La convicción personal, y el deseo vital del hijo del general que lo movieron a construir esa biografía, no fueron suficientes para llevar a su fin el proyecto ideado. Hay entonces ese encargo, que es fundamental en el devenir de esta obra, hecho por Javier Torres Dávalos a su propio hijo: como descendiente directo, es decir, nieto del general, le encomienda terminar la tarea inconclusa. Aquí es donde se lleva a cabo una segunda parte de la historia de este libro, que implicó a su vez muchos años de investigación, trabajo y reflexión, de manera que surgiera un texto biográfico como el que leemos ahora.

    El nieto y autor, Javier Torres Nafarrate, en lo escrito no dice con tanta claridad lo que significó para él esa escritura —encargo tras- cendente y valioso que conllevaba una gran responsabilidad—, ni habla de las circunstancias y los tiempos que dedicó a su factura. Nos gustaría poder leer o conocer esa explicación, sobre todo lo hecho por él en el proceso de investigación, mismo que podemos percibir e imaginar a través del acercamiento a los diferentes capítulos del texto y en las innumerables, ricas y detalladas notas que forman parte de la obra.

    En esta segunda etapa, el autor emprende un extenso y cuidadoso camino de investigación que lo llevó a lograr lo que él mismo define como una biografía, y no una historia de la época en que vivió el general y abuelo. De acuerdo con esto, y según el decir de Javier Torres Nafarrate, la explicación de los contextos —la referencia a los acontecimientos generales de la Revolución— es más bien el fondo, el escenario de una vida.

    Aquí es donde viene al caso preguntarnos qué significa hacer la historia de un abuelo y cómo se realiza un texto así. De hecho, en esta obra tenemos una respuesta importante. ¿Es posible escribir una biografía de alguien tan cercano como un abuelo, aun sin tomar en cuenta si en la vida cotidiana estuvo o no cerca de sus hijos y nietos? Los lazos de sangre están ahí y hay que reconocerlo; en principio, hay ideas y sentimientos involucrados, y las condiciones de subjetividad frente a los hechos seguramente estarán más marcadas. No obstante, la intención de hacer un texto biográfico es sin duda muy valiosa: se quiere seguir a una persona en su proceso vital y enfrentar la dificultad de comprender muchos momentos y decisiones que se traslucen en las huellas de su vida, presentes en distintas fuentes. El que se trate de un personaje muy cercano a quien escribe, sin duda da mayor fuerza a la motivación para entender y explicar. Además, ahora tenemos conciencia en la teoría historiográfica contemporánea de la inexistencia de una historia totalmente objetiva, porque cualquier historia se escribe siempre desde la subjetividad.

    La tarea emprendida fue muy ambiciosa y el autor la logró de manera sorprendente. Así, dibujó una personalidad con todas sus cualidades y matices en las etapas muy distintas de su vida, y la ubicó en el contexto de la Revolución mexicana y en su relación con las figuras de primer plano en esos hechos. Consiguió dar claridad al valor de su actuar, no sólo como un militar y revolucionario, sino mucho más allá, como un ser humano con una conciencia indoblegable.

    Es muy claro que su autor, sociólogo como ya se dijo, es un aca- démico e investigador muy reconocido por sus análisis de la sociedad, su indiscutible conocimiento de la teoría social y una trayectoria de investigación significativa. Esto se evidencia en el curso del texto, en principio, en la búsqueda y consulta de innumerables fuentes, trabajo que puede calificarse de exhaustivo y que le permitió abordar muchos momentos y situaciones de la vida y actuación militar y política del general. Se comenta en algún lugar del texto que se revisaron las principales obras canónicas sobre la Revolución mexicana. Lo anterior era necesario con el objetivo de construir el contexto histórico y, además, para hacer posible la consideración del conocimiento e interpretación de los historiadores especialistas, lo mismo que el manejo de las opiniones y los puntos de vista de los actores contemporáneos del general Torres.

    Surge una pintura muy vívida y minuciosa, muy informada y con fundamentos históricos precisos, que hace posible ver muchos elementos de la trayectoria del militar: el escenario en que se movió, las relaciones que mantuvo con otras figuras centrales en la Revolución mexicana, las campañas en que intervino, los principios políticos que defendió, su participación como autoridad militar y política en los gobiernos regionales, las ideas sociales que sostuvo, etc. Podría decirse que se sigue el proceso de la Revolución mexicana encarnado en una persona y, por tanto, con todos los matices y las especificidades del individuo único que la vive.

    La discusión sobre la conciencia del general Torres es un ejemplo significativo de las argumentaciones que Javier Torres hace en muchas partes del texto y supone una reflexión filosófica sobre la naturaleza del ser humano. Con el interés de comprender el carácter del abuelo y sus motivaciones internas, se compara su actuar con el de otras figuras históricas con las que compartió hechos, decisiones y problemas. Así, al referirse a las acciones de personajes de primera línea, por ejemplo, Venustiano Carranza o Álvaro Obregón, se les contrasta con la manera de pensar y el actuar de Juan Torres en el desempeño de las tareas militares junto a ellos.

    En esta definición de la personalidad y alusión a los principios y valores que destacaron en el general Torres en el curso de su vida, el autor del libro escribe páginas de análisis y reflexión profunda en las cuales son de interés las menciones a otros ejemplos históricos del mundo occidental. Lo mismo cita a personajes de la antigüedad romana o de otros momentos de la historia europea, que los textos de pensadores, historiadores y literatos que destacan por sus visiones de la civilización y el desarrollo humano a lo largo de la historia. El incluir a esta clase de comentarios en varias partes del texto, y con motivo de problemáticas vitales de carácter distinto, da una riqueza particular a la argumentación. Igualmente, permite introducir al general Juan Torres Sánchez en una dimensión más universal, como un ser humano que compartió una naturaleza y una evolución personal en su vida, comparable a la de figuras históricas notables en otros tiempos y otras culturas.

    En los dos capítulos finales del libro, se despliega una mirada muy humana sobre el abuelo en sus últimos años de existencia. Se explica su participación en la defensa de los pequeños propietarios de Sinaloa durante el proceso de reforma agraria, como la última actividad pública del general Torres. Asimismo, se narran los tiempos difíci- les de enfermedad y declinación, junto con los cambios de vida trascendentes que se dieron entonces, y permiten ver la dignidad con que se concluyó una trayectoria vital.

    Para finalizar esta reflexión, quisiera decir que el texto es una extraordinaria biografía de un hombre notable.

    Enero de 2023

    1. Carta de Adolfo de la Huerta.

    2. Carta de Andrés Magallón.

    Introducción (*)

    Matrioshka de reconocimiento:

    Al reconstruirlo, mi padre terminó sublimando a su padre.

    Al ver lo reconstruido, terminé sublimando a mi padre…

    Mi padre se propuso escribir la biografía del general Juan Torres Sánchez —su padre. La única referencia que justificaba esta empresa era una carta que don Adolfo de la Huerta había enviado, desde el exilio, al diputado por Sinaloa Andrés Magallón,(2) preguntando por el general Torres. Se proponía De la Huerta dar a conocer la vida de este general sinaloense:

    Hoy recordando a nuestro amigo y correligionario, el General Juan Torres S., uno de los valiosos elementos que con su integridad, valor y abnegación honraron a la Revolución, he querido averiguar sobre él para conseguir su biografía completa y publicarla…

    Recordará usted que estando de jefe de Operaciones, recibió del señor Carranza órdenes de aprehensión en mi contra el día último del año de 1919, y porque no quiso prestarse para realizar aquella arbitrariedad, fue destituido del mando y consignado a México. Juan Torres S., fue un predestinado para recibir estas órdenes atentatorias y ninguna de ellas obedeció, manifestando ser siempre hombre de honor, soldado consciente y de gran entereza. En 1914 el General Lucio Blanco le dio órdenes para que aprehendiera al entonces jefe del Ejército del No roeste, General Álvaro Obregón y no se prestó para aquella maniobra;

    en 1919, la orden en mi contra a que arriba me refiero y en 1922, el General Obregón le ordenó la aprehensión del Gobernador Constitucional del Estado de Tabasco, Carlos Greene y siguiendo la misma línea de conducta, no quiso prestarse para aquel atentado.

    Es necesario que la República conozca a este hombre, que debe ser orgullo de Sinaloa y para la Revolución en general. Uno de los pocos militares que nunca fue asesino ni nunca fue ladrón. Creo que tenía más cuando entró a la lucha que cuando salió de ella.(3)

    El general Juan Torres Sánchez nunca contestó la carta. A la insistencia del hijo, allá por 1940, de que lo hiciera, el general se negó varias veces aduciendo que eso era cuestión del pasado. La verdad es que todo había sido más complejo y trágico. En el inicio de la gubernatura de Garrido Canabal (Tabasco 1923), estando el general Torres en el zénit de su carrera castrense, sufrió un shock de enajenación mental en un festejo que el gobernador le ofrecía por haber logrado la rendición del general Greene. Lo trajeron de inmediato a la Ciudad de México y pasó un tiempo internado en el sanatorio psiquiátrico del eminente doctor Gregorio Oneto Barenque, en la colonia Roma. Todo indicaba que quedaría incapacitado para ejercer misiones militares de gran responsabilidad.

    Se ha especulado que este quebranto fue debido a envenenamiento. En todo caso, para el objeto de esta biografía, eso pasa a segundo plano: muy probablemente la intoxicación encontró una estructura psíquica frágil a punto de quebrarse. Lo he tratado de describir por medio de una expresión paradójica: fragilidad por consistencia. En esta situación depresiva, ordenó eliminar muchos papeles de su escritorio: cientos de documentos —entre ellos, cartas— fueron destruidos. Puedo imaginar que, de haber mi abuelo contestado la carta, se hubiera puesto en la encrucijada de revivir la traición,(4) o de reconocer su fragilidad psíquica. No merecía la pena: eso pertenecía al pasado.

    Cuando mi padre intentó escribir la biografía, se encontró con que prácticamente no existía un solo escrito (un archivo) a partir del cual empezar a documentar la narración. Había limitaciones en las fuentes y una de las consignas era que no hubiera en la biografía una anécdota, frase o palabra que no llevara la garantía de un documento escrito o de algún tipo de testimonio. Mi padre, con la ayuda de los recuerdos y de una gran admiración por su padre, empezó a buscar indicios que respaldaran lo asegurado en la carta de don Adolfo de la Huerta. Los materiales localizados nunca constituyeron un texto como tal. Se trataba, precisamente, de apuntes previos a partir de los cuales un investigador podría escribir un resultado definitivo. Dejó —aunque él hubiera deseado mucho más— un documento compuesto por elementos discontinuos que exigían convertirlo en texto coherente. Escribía mi padre: Hoy quiero a mis 82 años contestar esa carta, en su memoria, motivado primero por mi admiración a ese hombre tan recto y cabal y por dos fracciones de la carta que nunca contestó.

    Debido a que las dificultades intrínsecas para lograr ese ‘texto coherente’ eran algo que escapaba a sus manos, no pudo llevar a cabo su proyecto. Me hizo entonces ese encargo. Era de la convicción de que, dejar por escrito un hecho histórico, así, podría ser justificado desde muchos ángulos. En el plano familiar, constituye la creación de un relato cuyo fin es que sea repetido. Revivir la memoria de los ancestros hace más denso el presente: la pura cotidianidad se evapora, justo porque le falta la densidad de la historia. Sin embargo, él estaba convencido de que estos apuntes perseguían una pretensión más alta: i) la historia de este personaje saca a la luz trazos de elevación moral, lo cual se agranda todavía más debido a que su gesta de rectitud se lleva a efecto en un medio de turbulencia social (la Revolución) —en el cual se supone que todos los valores quedan suspendidos. La grandeza de este hombre radica, sobre todo, en el no: no se debe hacer todo lo que es posible hacer; ii) si se leen con atención estos materiales, se caerá en la cuenta de que Juan Torres Sánchez fue uno de los generales sinaloenses que hizo aportacio- nes decisivas a la Revolución mexicana. Entonces, no se trata sólo de un documento para expandir la memoria familiar, sino de materiales para un posible texto que puede hacer más densa la historia de una región y, ¿por qué no?, de un país.

    Los apuntes de mi padre constituyen una mina preciosa para el historiador, son la célula inicial y, aun en cierto sentido, la base primera de todo lo que se pueda saber sobre este personaje de la Revolución.

    A partir de esos elementos discontinuos, me he propuesto trazar el retrato de un hombre destacado que se eleva moralmente y que, en cierta medida, pudiera ser un ejemplo. En los apuntes, se percibe que mi padre, sin pretensiones científicas, ha captado, como pocos, el espíritu del militar y ha delineado de manera sutil un tono de intimidad y cercanía psicológica que cautiva y penetra. Con fina percepción psicológica, ha sabido calar hondo en los íntimos repliegues de la conciencia de su padre, pulsar sus vibraciones, descubrir la trayectoria interna del refinamiento de su conciencia. Ha dejado, pues, dispuestas pinceladas de su carácter. Esos trazos dan pie a la interpretación psicológica del personaje, a estudiar su fisonomía, su carácter, su evolución. Al introducirme en estos apuntes, me pareció que mi abuelo (el general Torres) pertenecía a una clase de figuras destacadas, cuya talla desborda medidas. Hay en él una cierta acometividad expansiva y tenacidad en llevar adelante los propósitos en que su afán personal se ha empeñado. Su personalidad manifiesta unidad en el contraste: le afectan los sucesos y se mueve a intervenir en ellos, aunque al mismo tiempo es de gran intimidad introspectiva. Su inteligencia práctica y organizativa es extraordinaria y, a la par, es gran huidor de la grandilocuencia.

    Poseyó un conocimiento destacado de los seres humanos: dotado de intuición nativa para percibir el valor esencial del otro y la par- ticularidad de su carácter. Realista, adaptable a tiempos y circunstancias. Flexible en la aplicación, inflexible en llevar adelante lo decidido. De iniciativa potente que sabe conjugar con perfecta obediencia. Discreto: tantea temperamentos, se adapta a cada uno, cede en los accidentes, atisba el momento oportuno, despierta confianza. Con las mismísimas palabras de mi padre: me convencí de que, en él, no había solo un militar sino un hombre: supe de su intachable honradez, de su pureza incorruptible, de su lealtad a toda prueba, de su rectitud inquebrantable. Hombre, pues, de una sola pieza: hoy lo mismo que en todos los tiempos, no se expresa la grandeza en ninguna parte más netamente que en una personalidad. Existe la grandeza de las acciones de las obras y de los destinos. Pero nunca es tan plenamente visible, tan tangible, tan ejemplar, como en una gran vida, en una de esas vidas animadas por el soplo de una poderosa originalidad sobre la que proyectan sus sombras y sus luces todas las pasiones, todos los atrevimientos y todas las debilidades humanas.(5)

    Biografía

    Este escrito no es una investigación histórica sobre la época, sino una biografía. Se va más por la plasticidad del personaje que por el detalle del procedimiento científico. Aunque se tratan acontecimientos generales de la Revolución, están utilizados como fondo sobre el cual la actuación del general Torres adquiere relevancia. Me sirvo de una interpretación canónica de dicha historia —es decir, de aquella que en el ámbito historiográfico es considerada la más extendida. Ni mi formación general ni mi especialidad me capacitan para ofrecer una visión distinta a lo que los académicos consideran ‘hechos fundados’. Este escrito evidencia a todas luces intertextualidad (Kristeva): la presencia efectiva de un texto en otro. Incluso, ahí donde sobre un hecho exista contenido muy elaborado, dejaré que ese contenido hable en vez de mi escritura. No me opondría a que este escrito fuera clasificado como collage, glosa, cita, comentario. Que fuera resaltado como trabajo mnemotécnico y polifónico, pues convive la voz del primer actor con la del que se la apropia. Que se ponga en tela de juicio la idea de originalidad a la vez que la falta de auctoritas.(6)

    Por último, hubiera deseado que mi padre estuviera todavía presente para poder decirle: en lo dicho, aquí tienes tu texto —enmendado.

    Javier Torres Nafarrate

    Ciudad de México, mayo de 2021

    Año de la pandemia

    *. NB. Quiero agradecer expresamente a la maestra Leonor Correa Etchegaray, quien, con el sello de la casa, amabilidad sin límites, leyó el primer borrador y me hizo observaciones muy valiosas. Y a la doctora Ma. del Carmen Nava Nava: me proporcionó el libro del general Urquizo sobre Murguía y me alentó a que escribiera la semblanza militar del general Torres, de la cual derivó este libro. Desgraciadamente, la pandemia vino a cortar la serie de encuentros.

    2. Andrés Magallón nació en Acaponeta en 1882, cuando esta población pertenecía a Tepic, y esta era el 7º cantón del estado de Jalisco. Fue, en 1916, diputado propietario al Congreso Constituyente de Querétaro. De 1917 a 1918, diputado al Congreso del estado de Sinaloa y después senador para el periodo de 1920 a 1924. Véase Jesús Romero Flores, Historia del Congreso Constituyente 1916-1917, México, INEHRM/IIJ, 2014, pp. 155-157.

    3. Véase el facsímil de la carta en la p. 18 (seguido del facsímil de la carta de Andrés Magallón, en la p. 19).

    4. Aunque hay indicios, no es algo totalmente comprobado.

    5. Emil Ludwig, Genio y artista, Buenos Aires, Claridad, 1937, p. 28.

    6. Javier Aparicio Maydeu, Celebración de la repetición, El País, 22 de enero de 2021.

    1. Antecedentes

    Juan Torres Sánchez fue bautizado, después de tres meses de nacido, el día 6 de abril de 1881 en la iglesia parroquial de El Rosario, por el cura Pedro García. Le pusieron por nombre José Juan Bautista y fue hijo legítimo de Jesús Torres y Vicenta Sánchez. Fueron sus padrinos Prudenciano Castillo y Romualda Castillo.(7) La fecha de nacimiento en el acta de bautismo no coincide con la asegurada por su hijo (Javier Torres Dávalos): 27 de diciembre de 1880 en la alcaldía de Plomosas —en el mineral llamado también de Plomosas, distrito de El Rosario, estado de Sinaloa.

    Su padre, oriundo de Dolores Hidalgo, Guanajuato, era arriero y se dedicaba propiamente a proveer de cal y ganado al mineral de Plomosas. Su madre (Vicenta Sánchez) era originaria de Sayula, Jalisco. Aunque fue familia numerosa, fallecieron varios hijos prematuramente. En 1892, cuando Juan tenía 12 años, murió el padre de pulmonía. Quedaron entonces José (el hijo mayor), Jesús, Juan y Juanita, la hermana menor. Temprano, pues, tuvieron que morder el polvo de la dureza de la vida.

    Doña Vicenta, mujer de temple, se hizo cargo de la familia y decidió que los varones —a pesar de ser aprovechados y tener buena letra— dejaran los estudios y se pusieran a trabajar. José decidió buscárselas ahí en Plomosas, en la mina. Jesús, en un establecimiento comercial muy importante. Y el menor, Juan, vivaracho y de buena memoria, lo hizo en un montepío propiedad de un alemán. Pasado el tiempo, este alemán mostró por Juan una gran estima por su capacidad para manejar y reconocer las prendas, por su buena memoria y el buen trato con la clientela. El alemán pidió a doña Vicenta (así se contaba la conseja en familia) que lo dejara ir con él a Alemania, que lo inscribiría en una academia militar y lo devolvería hecho todo un general. Doña Vicenta, claro está, no accedió.

    Madre admirable: bajo las condiciones desfavorables del principio, logró mantener (hasta el final de sus casi 100 años) cohesionada la familia. José (el mayor) procreó hijas que casaron con militares

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