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Papeles de combate: Estudios sobre cultura impresa y publicaciones de izquierda
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Libro electrónico358 páginas4 horas

Papeles de combate: Estudios sobre cultura impresa y publicaciones de izquierda

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Esta obra colectiva, centrada en los siglos xix y xx, atiende las iniciativas que hicieron de las publicaciones periódicas un recurso clave para orientar, tanto el pensamiento crítico, como las luchas sociales. Y aunque los proyectos de transformación sean objeto de variados y profundos debates ideológico-tácticos, los impresos adscritos a esta sen
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento11 sept 2023
ISBN9786075397771
Papeles de combate: Estudios sobre cultura impresa y publicaciones de izquierda

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    Papeles de combate - Jacinto Barrera Bassols

    Introducción

    ———•———

    Miguel Orduña Carson

    Alejandro de la Torre Hernández

    1. Este libro se sitúa en la intersección de dos grandes coordenadas: los impresos y la lucha política. En la confluencia de ambas nos encontramos con una diversidad de registros retóricos que se sirven de variados soportes materiales: libelos, panfletos, hojas volantes, libros, caricaturas, cancioneros y periódicos, cada uno de los cuales merecería ser estudiado en su especificidad. En esta obra colectiva nos concentraremos en las voluntades políticas que hicieron de las publicaciones periódicas un recurso clave para encauzar tanto el pensamiento crítico como las luchas sociales.

    Desde la época de las llamadas revoluciones burguesas, la escena de las confrontaciones políticas atestigua el ascenso del periódico, no sólo como un instrumento de información, sino también como un recurso para la generación de identidades y posicionamientos ideológicos, lo que permitió la creación de comunidades de lectores que comparten experiencias, lenguajes, referencias culturales, en suma, un complejo sistema simbólico que permite expresar y transmitir aspiraciones, malestares y proyectos. Al paso de los años, como resultado de diversas confrontaciones coyunturales, se fueron perfilando tradiciones políticas que impelieron a los periódicos, desde su aparición, a evidenciar su orientación y su función en la confrontación social.

    Con aquellas revoluciones se consolidó, además, el espacio público como un sitio de enunciación y escenificación de las problemáticas políticas y sociales nutrido por la cultura escrita. Desde entonces, el espacio público se erige como el lugar donde se organiza el debate y la búsqueda de la verdad. También ahí se confrontan cosmovisiones y tradiciones. Así, en el espacio público toma cuerpo la imagen de la arena política.

    La prensa es ejemplo de un entrecruzamiento de la cultura escrita y la movilización social. A lo largo de los siglos xix y xx, ampliando el espacio público, los papeles impresos multiplicaron los recursos de la confrontación y los campos de batalla. En ellos se atestigua la incorporación de nuevos sujetos sociales que tendrán una intervención protagónica en las conflagraciones políticas de la época: las clases populares de una creciente urbanización, los artesanos y operarios, los intelectuales desclasados y disidentes, las figuras híbridas de un proletariado con su rostro en la milpa y la mano en la máquina, los trabajadores de servicios, los infantes, las mujeres...

    El vasto conjunto de producciones impresas –entre las que se destacan los periódicos– que forma parte de la tradición de izquierda suele compartir, como seña de identidad, la intención de visibilizar a estos nuevos grupos, asume como su deber la denuncia de las injusticias, se adjudica el papel de portavoz de los reclamos sociales de estos sectores emergentes y busca encauzarlos, con miras a la transformación social. Aunque el carácter de esta transformación sea objeto de variados y profundos debates ideológico-tácticos, los impresos adscritos a esta sensibilidad política tienen como denominador común la voluntad de subvertir un orden injusto.¹

    2. Este libro no trata de libros. Los capítulos que lo conforman dan noticia de publicaciones más o menos periódicas y que suelen responder a necesidades inmediatas. Tratan menos sobre autores y editores –figuras protagónicas de la historia del libro y la edición– que sobre comunidades de lectores; centran su atención en la apropiación de materiales impresos a través de los que esas comunidades adquieren voz, se hacen presentes en el espacio público, exigen interlocución y construyen su identidad política.

    En este sentido, cuando hablamos de cultura impresa nos referimos a la red de sujetos que se entrecruzan en una serie de escritos con los que intercambian información, elaboran conjuntamente perspectivas, interpretan su entorno, discuten contenidos y encauzan sus acciones. En suma, en lo que toca a estos Papeles de combate, se trata de la formación de culturas políticas de izquierda, marcadas por la voluntad de transformar las condiciones de vida, por medio de la lucha contra la explotación económica, la injusticia social y la opresión política.

    Periódicos y revistas, aunque atentos a las producciones intelectuales emanadas de una reflexión sosegada que aspira a la perdurabilidad, no gozan del privilegio de la calma; por el contrario, responden a la urgencia de las circunstancias. Inscritas en este universo, las publicaciones periódicas constituyen una vía de acceso al entramado de sujetos que se sirven de estos papeles para intercambiar, a través de la materialidad del impreso, un conjunto de bienes culturales.²

    Como todo bien cultural, estos impresos, luego de ser producidos en condiciones más o menos descifrables, circulan, se consiguen, se consumen y son objeto de apropiación en el marco de relaciones sociales específicas. No obstante esta perogrullada, en el caso de los papeles de combate, debido a su carácter contestatario, a su condición efímera y a la frecuente persecución que sufrían, no sabemos mucho acerca de dónde se imprimían, cómo circulaban ni mucho menos de cómo eran leídos. Tenemos, en todo caso, algunos indicios e intuiciones que nos hablan de estos procesos y, más importante que cualquier especulación, contamos con los periódicos para atisbar los modos en que las culturas políticas de izquierda han confluido con las dinámicas propias de la cultura impresa.

    Así, la prensa periódica representa una suerte de microcosmos de lo social, una demostración volátil de las tensiones políticas, del disenso y los lugares comunes sobre los que se funda una comunidad. Da testimonio de las herramientas discursivas y argumentales de las que se sirven los actores políticos para construir imaginarios sociales, al tiempo que da muestra de los referentes emotivos e intelectuales que cohesionan la colectividad a la que pertenecen.

    En la lectura de los periódicos nos encontramos lo mismo con trazos dubitativos que con violentos rayones, con ideas apenas delineadas que con llamados urgentes a la acción, con esfuerzos interpretativos de la realidad circundante y con bosquejos de un mundo posible. Por eso aquí no importan tanto los autores como las comunidades que se expresan y se reconocen en estos imaginarios. Son esas comunidades de sentido –que incluyen a escritores y lectores– dispuestas a subvertir la realidad las que han hecho de estos papeles un elemento peligroso para el orden establecido. Y así como los periódicos fungieron como prueba judicial en la persecución de opositores al poder hegemónico, son también inevitable testimonio de la vida interior de una comunidad dispuesta a subvertir la realidad. Así, estos papeles alimentan la hoguera del pensamiento contestatario.

    3. Papeles de combate. La imagen remite, necesariamente, a una lucha que se libra en el campo de batalla de la cultura escrita. Hay además algo fuera del papel que lo vuelve un arma. En él tienen lugar conflagraciones trascendentes, donde se dirime el sentido y las posibilidades de acción. Lugar donde las ideas se enfrentan, espacio desde el que se articulan los preceptos de la organización y se construyen los referentes compartidos que hacen de la identidad un lugar para la enunciación.

    Desde la irrupción de la imprenta en la cultura occidental, la distribución de textos se masificó, haciendo de la hoja impresa una compañera inseparable de la cultura y, en consecuencia, de la política. A partir de entonces, los grupos sociales, gracias a su expresión a través de la imprenta, se harán visibles a su entorno y a la historia. En última instancia, alcanzan sus posibilidades de existencia en un contexto de conflictos organizado por el Estado moderno. Si bien la cultura impresa es un elemento constitutivo del Estado –que permite difundir los mandatos de la autoridad central haciéndolos obligatorios para el conjunto de la comunidad política–, también ha sido un instrumento de primer orden en las luchas contra esa misma autoridad. ³

    La cultura impresa impone condiciones, reglas y procedimientos, obligando a los sujetos que participan en ella a buscar su reconocimiento en los marcos de esta misma cultura. Sin embargo, la lucha social ha encontrado en los impresos un importante apoyo, un recurso fundamental para hacer frente a la injusticia. Las publicaciones periódicas han permitido que las luchas contra gobiernos locales amplíen sus perspectivas y logren integrar a otros tantos sujetos, alineándolos en un mismo sentido, unificando referencias conceptuales y facilitando los planteamientos táctico-estratégicos, así como los posicionamientos frente a otros contendientes políticos, consiguiendo en último término configurar alianzas e identidades más o menos estables.

    Hacia finales del siglo xviii, como resultado de este fenómeno, la cultura impresa dio pie a la irrupción de distintos grupos sociales que exigieron su participación en el espacio público. A partir de entonces, las publicaciones se multiplicarán, convirtiéndose en instrumentos para que los grupos sociales tiendan puentes comunicativos, interpretativos y tácticos con otros grupos. La prensa, además de configurar y cohesionar grupos sociales, contribuyó a la gestación de identidades más o menos amplias, que se encuentran en constante reconfiguración y que abarcan, dependiendo de las coyunturas, varios niveles de identificación y filiación. Dicho de otro modo: las publicaciones se han constituido como entidades creadoras de comunidad.

    En este proceso de generación de identidades políticas se requiere siempre de confrontaciones antagónicas: al distinguir el ellos, se define un nosotros. De este modo, todo aquello que queda al margen de lo que constituye el nosotros abre la puerta a la construcción del enemigo.

    Avanzado el siglo xix, y como resultado del desarrollo tecnológico de la imprenta, se diversifican las formas de los impresos, haciendo posible, ya no sólo la persistente solemnidad del libro, la efímera irresponsabilidad de la hoja volante y el panfleto o la supurante bilis del libelo, sino también la constancia del periódico y, ante el vértigo de la vida diaria, el breve remanso de la revista. Además, con la multiplicidad de impresos se delimitan nuevos campos de batalla en los que se dirimen las identidades políticas.

    Así, en el espacio simbólico donde se dirimen estos combates, las publicaciones buscarán estructurar un discurso que identifique el origen de las injusticias, explique sus causas y, muy importante, haga evidente la perniciosa presencia de la amenaza, del enemigo. En la construcción de las identidades políticas, el otro refleja en negativo lo que somos, pero eso –aunque es un avance notable– no es suficiente para dar sentido y perdurabilidad a nuestra práctica. A lo largo de los siglos xix y xx, la prensa ayudó a moldear una cultura de izquierda, donde las clases subalternas pudieron encontrarse y reconocerse como sujetos de su propia historia y como potenciales agentes de la transformación social. Bajo el peso de una realidad marcada por la explotación y la opresión, las publicaciones dirigidas a los sectores populares se abocaron a identificar los modos y los mecanismos empleados por los grupos hegemónicos para ejercer y perpetuar la dominación política y el sometimiento económico.

    En la cultura impresa, por lo menos a partir de la Revolución francesa, se pueden identificar dos grandes ámbitos de opinión confrontados, que se definen en relación con las condiciones sociales. Por una parte, aquel que se contenta con mantener el orden existente y apuesta a perpetuarlo y, por otra, el que se propone subvertirlo. A partir de esta definición elemental, al primero se le identifica con la derecha y al segundo con la izquierda. Atendiendo a su voluntad transformadora, la izquierda se hizo portavoz de las causas populares y trabó contacto con la cultura obrera y las tradiciones que han hecho de ésta un agente social protagónico.

    Si bien encontramos en las posiciones de izquierda importantes diferencias que atañen al papel que las clases subalternas juegan en la transformación social en particular los trabajadores y su cultura, también es posible percibir una voluntad compartida. En el torrente de estas tradiciones políticas, las publicaciones de izquierda se han caracterizado por llamar a la acción, por incitar a que los lectores valoren y validen las movilizaciones sociales que tiendan a modificar más o menos radicalmente las condiciones existentes. Convocan, pues, a los lectores a convertirse en sujetos activos. Al pugnar por hacerse de un futuro, llaman a desplazar a los actores políticos establecidos y a que estos nuevos sujetos se reconozcan como actores autónomos en el espacio público. Otras tantas publicaciones irán más allá al conminar a los lectores a enfrentar directamente a sus enemigos, incitándolos a asumir el papel de guerreros justicieros, de luchadores en favor de la emancipación de la humanidad, haciendo de sí mismos sujetos de la transformación y presentándose como ejemplo para las futuras generaciones.

    4. Los estudios que componen este libro se abocan al análisis de diversas experiencias editoriales de publicaciones periódicas que se agrupan bajo el sello de la tradición de izquierda. Sin necesariamente compartir una metodología de análisis, los textos aquí presentados nos permiten advertir la necesidad de volver a plantear inquietudes indispensables para la investigación sobre este tipo de periódicos, en tanto objetos de estudio y como fuentes para la historia social y cultural. Como objeto de estudio, es necesario reflexionar sobre la materialidad y las condiciones de producción de la prensa. Las tecnologías que intervinieron en la elaboración de impresos permitieron una circulación más amplia de la cultura escrita, lo que nos pone sobre la pista de la incorporación de nuevos sujetos a esta cultura. En tanto instancia de comunicación, la prensa periódica se mueve en el escenario político a los ritmos vertiginosos de la actualidad; traduce las urgencias del presente, las largas y reposadas reflexiones provenientes de otras esferas de la cultura letrada, al tiempo que difunde nuevos soportes materiales y propone otras formas de relación entre los escritos y sus lectores. Moviéndose en el espacio público, se ve precisada a responder, presurosa, a las condiciones que imponen la circunstancia y la coyuntura.

    Los periódicos son también una fuente invaluable para acercarnos a un conjunto de rasgos que constituyen la cultura política en la que se mueven los actores sociales. Desde sus páginas se plantean interpretaciones de los acontecimientos, se ensayan respuestas posibles a las problemáticas inmediatas, se trazan rutas de escape y proyectos colectivos. Si bien los periódicos son instrumentos para la creación de sentido, sólo cumplen su función con la existencia del lector y su labor interpretativa, es decir, cuando éste se posiciona ante lo escrito e instaura una complicidad que da pie a la elaboración compartida de una comunidad simbólica.

    La prensa periódica de izquierda, objeto de este volumen, se caracteriza por su vocación de denuncia y por reforzar, aunque a veces de manera indirecta, el antagonismo frente al capital, el Estado y sus estructuras de dominación. En la lógica de su propia tradición, se ha enfrentado a las posiciones que pretendían conservar los privilegios de la Iglesia y el ejército, a las élites económicas que insisten en despreciar a los sectores populares, al poder político que mantiene y perpetúa la explotación. Al ser un lugar excepcional para la formulación de reflexiones críticas, ha sido testigo de inagotables debates sobre la correcta orientación estratégica, así como de frecuentes confrontaciones doctrinarias. En ella encontramos una diversidad de vías para la emancipación que van desde el apoyo mutuo a la insurrección revolucionaria, pasando por la ilustración popular, la movilización huelguística, la lucha guerrillera, entre otras tantas propuestas de acción. Así, no sólo es difícil, sino inoperante, disociar la prensa periódica de izquierda de la imagen del combate ni desprenderla de las metáforas asociadas al campo de batalla.

    Debido a su naturaleza beligerante, no resulta sorprendente que en los momentos de agitación política encontremos una mayor profusión de impresos que intentan orientar el impulso rebelde. En contraparte, durante las épocas de aparente estabilidad, los periódicos de izquierda se encargan de mantener el pulso de la crítica, la certidumbre en el cumplimiento de la justicia y de avivar el nervio de la rebelión, en la espera de condiciones propicias para la transformación social.

    5. Papeles de combate está constituido por un conjunto de nueve estudios históricos sobre la prensa militante de izquierda de México e Iberoamérica. Este libro debe su impulso al VI Encuentro/Taller Cultura Obrera, celebrado en la Dirección de Estudios Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (inah), en octubre de 2017, y es la tercera publicación emanada de este proyecto colectivo de discusión y creación de conocimiento.⁶ En aquel encuentro, el taller versó en torno a proyectos pedagógicos que, entre los siglos xix y xx, tuvieron como propósito central educar a los trabajadores. El encuentro estuvo constituido, sin haberlo planeado así, por dos grandes bloques: por un lado, los estudios en torno a los proyectos educativos en sí mismos y los resultados de sus experiencias concretas y, por otro, los instrumentos pedagógicos que se emplearon para promover la educación de los trabajadores, entre los que ocupan un lugar destacado las publicaciones periódicas. A partir de este segundo segmento, comenzó a articularse el presente volumen, al que se sumaron trabajos que comparten un mismo espíritu y se engarzan orgánicamente con los estudios sobre la cultura impresa producida en torno a los trabajadores y los sectores populares.

    Los editores emprendimos la tarea de compilar, para este volumen, trabajos que se abocan al análisis de contextos múltiples y que, en su diversidad, pueden iluminar un panorama general de la prensa de izquierda, fundamentalmente periódicos, pero también atendiendo a formas de la cultura impresa de mayor calado, como las revistas y las bibliotecas, que los propios periódicos promovían. Con la figura (real o imaginada) del pueblo trabajador en el centro de su discurso, esta prensa, animada por el anhelo de alcanzar un horizonte de emancipación social, contribuyó al tejido de una pedagogía política que, en última instancia y a pesar de notables diferencias doctrinarias, dio forma al andamiaje de una cultura obrera global que, entre los siglos xix y xx alcanzó su florecimiento.

    Este libro, más que un corpus terminado de reflexiones teóricas y metodológicas en torno a la historia social de los objetos culturales, es un compendio de historias que avizoran rutas para estudiar las complejas intersecciones entre la cultura impresa y las luchas políticas a lo largo de los siglos xix y xx.

    6. El recorrido histórico que propone este tomo arranca en la medianía del siglo xix, con la publicación de los primeros periódicos destinados a los sectores populares que pretendían organizar a los trabajadores de la Ciudad de México con el ánimo de hacerlos partícipes del régimen liberal de la República restaurada. Así, el capítulo a cargo de Miguel Orduña Carson ofrece algunos indicios sobre la existencia de una cultura liberal, asumida y difundida por el artesanado urbano, que devino afluente de la cultura societaria de los trabajadores en los años sucesivos. En la estela de esta tradición, el trabajo de Manuel Rejón insiste en resaltar la voluntad de los activistas y simpatizantes del Partido Liberal Mexicano (plm) de editar una multiplicidad de órganos impresos que sirviera, a escala local, para promover la defensa del naciente y atípico proletariado mexicano de principios del siglo xx. Con el rescate de unos cuantos ejemplares, hallados en los archivos, Rejón advierte la presencia, en estos periódicos, de tradiciones que confluyen con el liberalismo, entre las que se intuyen rasgos de una posición más radical, cercana a los planteamientos del anarquismo.

    Los periódicos dirigidos a los sectores populares se acompañan de otros tantos impresos, a veces de mayor calado, como los libros y las revistas con los que se persigue integrar a los lectores a una cultura impresa hegemónica, al tiempo que, propiamente, se construye una cultura impresa alternativa, marcada por su talante contestatario. En este sentido, el texto de Jacinto Barrera Bassols muestra cómo el plm, promovió la distribución de libros que se asumían como una biblioteca ideal del militante. Gracias a los vínculos internacionales de la organización, esta iniciativa pudo sumarse a una amplia red de circulación de impresos que ayudó a moldear una sensibilidad política y una concepción estética del mundo, que, en última instancia, permitió compartir a nivel global un universo de referencias culturales orientado a la acción revolucionaria.

    El proyecto que apuntaba a una trasformación social inminente se alimentó también del debate escrito que analizaba las causas de la explotación y la opresión propias del capitalismo, explorando las posibilidades emancipatorias de la sociedad futura. En la configuración de estos debates, las llamadas revistas sociológicas, como Sylvia Sosa y Alejandro de la Torre nos muestran, tuvieron un destacado papel, cuyo impacto incidió en la conformación de una muy singular cultura científica y educativa en clave libertaria. Estas publicaciones, surgidas del cruce entre ciencia y movilización social, muestran la necesidad de un acercamiento interdisciplinario que haga dialogar las aproximaciones históricas con las reflexiones sociológicas en torno al esfuerzo militante por dilucidar y transformar las circunstancias en las que se vive.

    La prensa de izquierda contiene siempre un componente pedagógico y los proyectos educativos destinados a las clases populares se sirvieron con frecuencia de los periódicos para promover sus iniciativas y exponer sus logros. Alfredo Bojórquez muestra esta tensión en el proyecto pedagógico de José de la Luz Mena, desarrollado en Yucatán a principios del siglo xx. Por su parte, Javier Gámez se ocupa de otra expresión regional de la organización obrera, la cual estaba orientada por la prédica de una publicación editada en Aguascalientes. Aquí se reafirma la importancia que tuvo la prensa de raigambre ácrata en la orientación ideológica y organizativa de las luchas obreras durante el primer tercio del siglo xx.

    A medida que avanzaba la centuria e iba madurando el régimen posrevolucionario mexicano, se hicieron presentes otras tradiciones que, como la marxista, dejaron honda huella en la cultura obrera. Si bien el proyecto comunista de transformación social desempeñó un papel protagónico en los debates políticos del periodo posrevolucionario, fue a partir de 1968 cuando una generación, con ánimos renovados y novedosas perspectivas, se enfrentó con las herramientas teóricas del marxismo a un régimen que daba muestras de un creciente anquilosamiento y un autoritarismo cada vez más descarnado. En este contexto, se puede atestiguar una pluralidad de iniciativas contestatarias, todas las cuales se hicieron acompañar de periódicos en los que, de acuerdo con la vetusta tradición de izquierda, se exponían debates, directrices ideológicas e iniciativas de organización. Siguiendo la veta de estas expresiones, el texto de Saúl Escobar nos aproxima, a partir del relato de una experiencia directa y en clave testimonial, a la importancia que, en la formación de una identidad obrera y en la organización de la lucha sindical, tuvo una pequeña publicación fabril. Un tipo de prensa periódica, tan discreta en sus alcances y pequeña en su manufactura, que, pese a su importancia en la conformación de una cultura política fabril, suele quedar al margen de la historia de las publicaciones militantes.

    No puede obviarse que una de las vertientes de la tradición marxista latinoamericana, influida irremediablemente por la Revolución cubana, puso sobre el escenario político la opción guerrillera como una ruta hacia la transformación social. Una de las experiencias de esta lucha la encontramos en la Liga Comunista 23 de Septiembre, la cual expuso su ideario y posicionamiento político a través de Madera, su periódico clandestino, cuyo discurso es minuciosamente analizado por Itzel López. Este capítulo se distingue del resto del volumen al centrarse en la dimensión discursiva, recordándonos la riqueza que estas aproximaciones entrañan para la historia de la prensa militante. De este marco discursivo, precisamente, se sirvió la Liga para exponer los motivos y los alcances de las luchas obreras y confrontarse con otras propuestas para la transformación social. Sobre una de estas confrontaciones trata el texto de Oswaldo García, quien nos permite atisbar parte del debate sostenido entre Madera y Punto Crítico (revista de intelectuales de inspiración marxista), así como su divergencia en torno a posiciones estratégicas y doctrinarias a propósito de una específica movilización obrera de la década de 1970. Como se podrá ver en los casos analizados en este volumen, la prensa de izquierda se ha forjado en una tradición de debate que ha dado sustento a un conjunto de culturas contestatarias.

    Los textos aquí presentados no son producto de un seminario monocorde ni están orquestados desde una voluntad jerárquica, sino que son resultado de un encuentro abierto y horizontal en el que han confluido preocupaciones y enfoques diversos en torno a las publicaciones periódicas de izquierda. Con su dispersa multiplicidad, como en toda buena charla, Papeles de combate tiende puentes interpretativos e identifica problemáticas compartidas, entretejiendo diálogos y silencios entre los distintos capítulos, cuyas conexiones, a menudo subterráneas, no escaparán al agudo lector.

    Extendiéndose desde mediados del siglo xix al último tercio de la centuria siguiente, este libro es una muestra del tipo de trabajos que se pueden hacer en torno a la prensa periódica de izquierda. Aunque no pretende abarcar todas sus modalidades, tiene el propósito de ofrecer ejemplos que den forma a una suerte de tipología en la que se perciban rasgos y líneas de pensamiento, característicos de las diferentes épocas y contextos en los que se produjeron. Al mismo tiempo, busca que se puedan advertir signos compartidos que lleven a pensar que estas publicaciones, independientemente de sus orientaciones y circunstancias específicas, conforman un terreno susceptible de ser estudiado como una totalidad.

    BIBLIOGRAFÍA

    Anderson, Benedict, 1993, Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y la difusión del nacionalismo, México, fce.

    ______, 2008, Bajo tres banderas. Anarquismo

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