La difusión de la radio y el cine, entre otros medios de masas, y el aumento en los índices de alfabetización exigieron desde comienzos del siglo pasado esfuerzos mucho mayores—si bien desde las enormes ventajas de transmisión y visualización del mensaje que proporcionaban los nuevos medios—a la hora de crear mecanismos de cohesión social a través de la persuasión colectiva o, dicho de otra manera, de la propaganda. La Primera Guerra Mundial marca un antes y un después en la Historia de la propaganda, en la consolidación de técnicas de persuasión—y manipulación—colectiva cuyo eco llega hasta nuestros días. La Gran Guerra es, de hecho, el primer conflicto armado a gran escala en el que las retaguardias—los civiles son protagonistas desde la primera línea del frente, pero no solo—juegan un papel determinante en la suerte y el desarrollo de la contienda.
NUEVOS MODELOS
La participación activa de las masas en la guerra, a una escala sin precedentes, exigirá el desarrollo de nuevos modelos de propaganda. Años después, durante el transcurso de la Guerra Civil española, los nuevos instrumentos de persuasión—en una guerra en la que la ideología política, además, tiene un peso tan sustancial—serán perfeccionados y desarrollados a niveles nunca vistos hasta entonces. En muchos aspectos, las maniobras persuasivas de los dos bandos en liza en España prefiguran los mecanismos propagandísticos que caracterizarán a la Segunda Guerra Mundial. La contienda española fue, de algún modo, un banco de pruebas a escala nacional de las tendencias que habrían de imponerse a escala planetaria a partir de 1939, gracias sobre todo al papel jugado por el cine sonoro y, especialmente,