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Poderosas: Imágenes que confrontaron el orden dictatorial en Chile
Poderosas: Imágenes que confrontaron el orden dictatorial en Chile
Poderosas: Imágenes que confrontaron el orden dictatorial en Chile
Libro electrónico267 páginas2 horas

Poderosas: Imágenes que confrontaron el orden dictatorial en Chile

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Información de este libro electrónico

Este libro se ocupa de un conjunto de imágenes originadas en la sociedad civil, que hicieron visible la angustiosa situación de personas e identidades políticas perseguidas, reprimidas y silenciadas por la dictadura. Postula que dichas imágenes surgieron como respuesta al autoritarismo y suscitaron emociones, removieron conciencias, desplegaron significados, detonaron pensamiento crítico y se convirtieron en un testimonio visual de acontecimientos que los perpetradores habían intentado borrar o velar.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento1 oct 2023
ISBN9789563574425
Poderosas: Imágenes que confrontaron el orden dictatorial en Chile

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    Vista previa del libro

    Poderosas - Ana María Risco

    PODEROSAS

    Imágenes que confrontaron el orden dictatorial en Chile

    Serie Discusiones

    Ana María Risco y Sandra Accatino, editoras

    Paulina González Valenzuela

    María Alejandra Figueroa

    David Bustos Muñoz

    Alexandra Benitt

    Ediciones Universidad Alberto Hurtado

    Alameda 1869 · Santiago de Chile

    mgarciam@uahurtado.cl · 56-228897726

    www.uahurtado.cl

    Los libros de Ediciones UAH poseen tres instancias de evaluación: comité científico de la colección, comité editorial multidisciplinario y sistema de referato ciego. Este libro fue sometido a las tres instancias de evaluación.

    ISBN libro impreso: 978-956-357-441-8

    ISBN libro digital: 978-956-357-442-5

    Coordinadora Colección Arte

    Ana María Risco

    Dirección editorial

    Alejandra Stevenson Valdés

    Editora ejecutiva

    Beatriz García-Huidobro

    Diseño interior y portada

    Alejandra Norambuena

    Corrección de estilo

    Ana Lea-Plaza

    Con las debidas licencias. Todos los derechos reservados. Bajo las sanciones establecidas en las leyes, queda rigurosamente prohibida, sin autorización escrita de los titulares del copyright, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamos públicos.

    Diagramación digital: ebooks Patagonia

    www.ebookspatagonia.com

    info@ebookspatagonia.com

    Agradecimientos

    Las autoras y autores de este libro agradecen al equipo académico del Magíster en Estudios de la Imagen, muy especialmente a las y los directores de las tesis que dieron origen a los trabajos aquí incluidos: Gastón Carreño, Marisol Palma, Ana María Risco, Fernando Pérez y Jorge Polanco.

    Además, a Rodolfo Ibarra, asistente de Documentación (Cedoc) del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos; a Carolina Figueroa, de la Fundación de Documentación y Archivo Vicaría de la Solidaridad; a la Biblioteca y Archivo de la Universidad Alberto Hurtado, y a la Biblioteca Nacional.

    También al fotógrafo y las fotógrafas Jorge Valenzuela Lamb, Cecilia Rivera y Mariela Riquelme y a los escritores Jorge Monte-alegre y Ramón Díaz Eterovic.

    Agradecen igualmente el apoyo de Sandra Sepúlveda, Carmen Hertz y Gonzalo Torres.

    Índice

    Nota introductoria

    Ana María Risco y Sandra Accatino

    I

    Instituir la imagen negada. El rol de la iglesia católica y el imaginario religioso en la representación de la violencia de Estado

    Paulina González Valenzuela

    II

    Sobrevivir para contar: Juan Maino y sus fotografías para el Programa Padres e Hijos, del CIDE

    María Alejandra Figueroa

    III

    Resistencia de materiales: revistas literarias en dictadura

    David Bustos Muñoz

    IV

    Una respuesta visual desde los afectos. Fotografía feminista en el período de la dictadura cívico-militar (1980-1990)

    Alexandra Benitt

    Bibliografía

    Autoras y autor

    Nota introductoria

    Ana María Risco y Sandra Accatino

    Tras los sucesos del 11 de septiembre de 1973, una serie de medidas inmediatas cambió el escenario en que iba a desenvolverse, a contar de ese momento, la vida, el pensamiento y la sociabilidad en Chile. Mientras se perdía el eco de las palabras del presidente Allende en su último mensaje al país, se iban suprimiendo los signos de su mandato, reordenando las relaciones de la vida civil y cambiando la fisonomía del espacio público, recorrido ahora por cuadrillas de soldados con metralletas, montados sobre camiones del ejército. Miles de ciudadanos fueron detenidos en esos días, que dieron comienzo a una larga noche para la cultura y la historia del país.

    En la medida en que la violencia se iba diseminando, y mientras las políticas represivas preparaban su máxima ofensiva, una respuesta sin cálculos ni planificaciones comenzó también a gestarse, primero entre quienes buscaban defender la vida de sus familiares secuestrados y luego, lentamente, entre quienes estaban dispuestos a trabajar en apoyo de esas víctimas o bien en la defensa de un mínimo de libertades civiles, de expresión y pensamiento, en medio de la restrictiva contingencia.

    En este improvisado escenario, la producción y los discursos culturales encontraron en la censura su primera limitación. La arremetida del nuevo orden contra la política y sus representantes partidistas, que se materializó de manera emblemática en el cierre del Congreso, instauró también una clausura general de los discursos orientados a lo político, que afectó de manera paulatina a todas las modalidades del pensamiento social, estético y filosófico, en la forma de un vigilado silenciamiento. Tocada profundamente por estas restricciones pero, además, conmocionada por los terribles sucesos que acallaron a muchos de los suyos, la intelectualidad entró en una etapa de entrecortada mudez, que marcó su producción en los años venideros. Como escribió el filósofo Patricio Marchant, (...) un día, de golpe, tantos de nosotros perdimos la palabra, perdimos totalmente la palabra. (…) esa pérdida total fue nuestra única posibilidad, nuestra única oportunidad¹.

    Así como la palabra y el discurso quedaron sujetos a diversas formas de silenciamiento y sometidos a un régimen de vigilancia, la imagen también se tornó un dominio sensible sobre el cual se hizo sentir la supresión histórica y el programa cultural de la dictadura. Desde la puesta en marcha de la Operación Limpieza, el campo de la imagen y la visualidad fue incluido forzosamente en el proceso de refundación nacional. Esto se inició con el blanqueamiento de muros urbanos y la promulgación de los primeros bandos de la Junta que establecieron la clausura de medios de comunicación vinculados a la izquierda, pasando por la quema de libros, el exilio de artistas y gestores culturales, el cierre o la reorientación política de las editoriales, la intervención de espacios universitarios para la enseñanza del arte o el cine hasta el reajuste de programaciones de museos. La importancia de lo visual en este proceso de refundación no solo se hizo notar a la hora de fiscalizar y restringir expresiones, evidencias y testimonios de los impresentables acontecimientos que estaban sucediendo, sino también porque el gobierno de facto impulsó campañas con contenido visual para instalar y legitimar sus acciones.

    No es el propósito de este libro ofrecer una visión cabal del papel que cumplió la imagen en este contexto histórico complejo, en el que se expandían las políticas represivas, a la vez que se instalaba el modelo neoliberal con la colaboración de los medios de comunicación proclives al régimen. Lo que buscamos a través de este conjunto de ensayos es hacer un énfasis específico en aquellas formas de producción y circulación de imágenes que representaron respuestas de la sociedad civil y de los actores de la cultura disidentes ante el régimen dictatorial, a través de articulaciones precarias y clandestinas, en espacios anómalamente institucionales, o incluso, a veces, domésticos e íntimos, en medio de la apremiante situación.

    Gracias a este ánimo de respuesta, surgido de diversas sensibilidades, necesidades y campos de acción, se gestó desde los primeros años de dictadura un tipo de producción editorial y discursiva que esta reunión de ensayos busca destacar. Esta permitió, en primerísimo lugar, dar rostro y existencia a las víctimas del golpe, es decir, a quienes de manera gradual se irían llamando desaparecidos, como una forma de mantener viva la esperanza de encontrarlos y también como una efectiva estrategia para sortear la Ley de Amnistía de 1978. Además, este ánimo de respuesta permitió cifrar redes de contacto, apoyo y solidaridad entre quienes habían participado del orden democrático destruido, y promover –moviéndose entre el arrojo, la ironía y la astucia– mínimos grados de libertad para pensar y buscar alternativas éticas y solidarias de acción e intervención. En este contexto se gestaron nuevos fenómenos altamente productivos para la activación del pensamiento visual en nuestro país, como el que Ángeles Donoso ha llamado la expansión del campo fotográfico², una proliferación de actores sociales y prácticas ligadas al gesto ético y estético de documentar a través de la cámara fotográfica, o la acción que al interior de este libro se reconocerá como la alfabetización visual en el campo de los derechos humanos.

    Como han señalado Emilio Burucúa y Nicolás Kwiatkowski en su estudio sobre la forma en que han sido representados los genocidios y las masacres en Occidente, los hechos horrorosos que ponen a la humanidad en pugna consigo misma han ocurrido desde períodos muy tempranos de la historia (…) y, en general, siempre que han ocurrido, quienes buscaron explicarlos y contarlos, ya sea mediante textos, imágenes u otros medios, enfrentaron problemas enormes³. El contenido de este libro roza en todo momento esos problemas, pero también subraya la voluntad y el ánimo de justicia que llevó a diversos actores sociales del Chile dictatorial, a sobreponerse a ellos y generar estrategias retóricas y mediales que permitieran instalar enclaves de resistencia, considerando la imagen como herramienta e incluso, a veces, como elemento principal. Más específicamente, el conjunto de ensayos que presentamos a continuación se propone ahondar en las transformaciones que afectaron la visualidad a partir del golpe cívico-militar, y analizar la emergencia de repertorios de imágenes que abrieron inusitados espacios de pensamiento en medio de hechos traumáticos y actos de violencia, cuya desmesura implicó el quiebre de la continuidad histórica del país y de la vida de tantas personas.

    Postulamos que las imágenes abordadas en este libro suscitaron emociones, removieron conciencias, desplegaron significados y se convirtieron en un testimonio visual de acontecimientos que los perpetradores habían intentado borrar o velar. En algunos casos, estas imágenes pusieron en riesgo la vida de quienes las hicieron y publicaron; en otros, fueron ocultadas para evitar su destrucción.

    Fotografías en tonos azules, como la que muestra el rostro de un hombre cubierto por sus manos entrelazadas, tuvieron efectos inusitados porque, al igual que las otras seis imágenes que fueron incluidas en la carta pastoral Chile país de hermanos. La reconciliación en Chile, conmovieron y movilizaron emociones en los miles de feligreses que recibieron la declaración de los obispos de Chile en las misas de abril de 1974. Aunque conformadas apenas por tramas de puntos, ellas y otras imágenes de periódicos y revistas vinculadas a la Iglesia católica, volvieron visible, de manera más inmediata que cualquier palabra, el vínculo entre los vejámenes y el dolor que sufrían quienes se oponían a la dictadura con la persecución a los primeros cristianos.

    Antes de ser detenido en mayo de 1976, el joven fotógrafo desaparecido Juan Maino Canales resguardó y ocultó, en maletas de metal, las diapositivas que años antes había tomado de niños, niñas y de sus familias inmersos en sus tareas cotidianas y en sus propios entornos. Estas fueron protegidas y quizá causaron la desaparición de Juan Maino, pues aunque inmóviles e inertes, frágiles y pequeñas, las imágenes impresas en las delgadas películas de las diapositivas portaban peligros y amenazas para el gobierno, ya que conservaban y proyectaban mundos rurales y suburbanos de origen campesino y obrero invisibilizados y postergados, y fueron usadas para desplegar formas de vida y modelos colaborativos y afectivos al interior del programa educativo Padres e Hijos del CIDE.

    Aunque no existe aún el catálogo completo de las revistas literarias que circularon en los años ochenta, y a pesar de que muchas de ellas tuvieron una existencia efímera, las imágenes que ilustraron sus portadas e interiores combatieron con valentía, ingenio e ironía la censura, y en los múltiples recursos visuales que desplegaron se hizo visible la tensión existente entre la verdad y desmesura de los hechos ocurridos y la dificultad que implicaba su representación.

    Si bien las imágenes de presas políticas iluminadas por el sol que la fotógrafa Mariela Rivera tomó en 1986 no habían sido publicadas, y las fotografías que Cecilia Riquelme tomó a mujeres lesbianas han tenido una circulación muy restringida, en la medida en que dieron una imagen a personas que habían sido silenciadas, tuvieron igualmente efectos liberadores, pues restituyeron su dignidad y dieron una resignificación histórica a sus experiencias personales.

    Las imágenes comprendidas en los cuatro ensayos que conforman este libro fueron poderosas, porque su mera existencia permitió que el dolor, el miedo y el horror fueran, en parte, desanudados, y que la experiencia íntima, brutal y silenciosa de la violencia ejercida por el Estado fuera enunciada y registrada y se volviera, entonces, una experiencia compartida.

    A través de cuatro ensayos que se ocupan de campos diversos y significativos como son los derechos humanos, la educación popular, el mundo de la poesía y la literatura y el del feminismo, el conjunto propuesto nos permite tomar conciencia de cómo esa inteligencia visual, y las modalidades discursivas que ella activó, fueron conformadas en la marcha; es decir, a medida en que se sucedían los acontecimientos brutales y desgarradores, y a través de acciones aparentemente pedestres, como reajustar repertorios visuales ya existentes, enfocar, enmarcar, diagramar, componer, editar, compaginar, clasificar, archivar, hacer circular a través de materialidades precarias unos recursos visuales creados tanto por profesionales al servicio de su factura, como por personas y comunidades que no habían tenido experiencia previa en el dominio de la imagen.

    El primer ensayo, Instituir la imagen negada. El rol de la Iglesia católica y el imaginario religioso en la representación de la violencia de Estado, de Paulina González, se interna en las tempranas formas a través de las cuales la imagen respondió a las políticas dictatoriales que configuraron, inmediatamente tras el golpe, el escenario del horror. El capítulo aborda los contextos y características de las primeras publicaciones que habrían sido cruciales para la constitución de una cultura de la defensa de los derechos humanos en el país, como la declaración de los obispos chilenos, Chile país de hermanos. La reconciliación en Chile ; la revista Solidaridad, el órgano oficial de la Vicaría de la Solidaridad; la revista Policarpo, editada por el sacerdote jesuita José Aldunate, y algunos aspectos del boletín de la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos (AFEP Calama), que permiten observar cómo la visualidad temprana de los derechos humanos se articuló a partir de una sustitución metafórica muy poderosa. Esta estrategia consistió en abordar la incorporación, en esas publicaciones, de ilustraciones, montajes y composiciones gráficas que resignificaron imaginarios religiosos cristianos y los vincularon a la tortura y desaparición forzada de personas. Las figuras de María sosteniendo a su hijo muerto, de Cristo crucificado y la institución de la Eucaristía, aparecieron como fórmulas de representación fácilmente reconocibles por sus lectores, al mismo tiempo que permitieron hacer referencia a las desapariciones, a las ejecuciones y al calvario que se vivía en los campos de prisioneros. En línea con lo sostenido por Burucúa y Kwiatkowski respecto a las fórmulas utilizadas para representar la muerte masiva de personas, estos imaginarios cristianos dieron, a quienes elaboraron estas imágenes y a sus espectadores, la posibilidad de enfrentar los acontecimientos, de evitar o al menos aminorar el riesgo de la parálisis, del silencio y de la renuncia al esclarecimiento de la verdad⁴.

    El segundo capítulo, Sobrevivir para contar: Juan Maino y sus fotografías para el Programa Padres e Hijos, del CIDE, de María Alejandra Figueroa, nos aproxima a un material visual por mucho tiempo perdido de la mirada colectiva: el conjunto de las imágenes para mediar contenidos del Programa Padres e Hijos (PPH), del Centro de Investigación y Desarrollo de la Educación (CIDE), elaboradas entre 1974 y 1975 por Juan Maino Canales, detenido desaparecido por

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