De la búsqueda estética al compromiso documental
La mirada de Marco Antonio Cruz se reveló en movimiento y al amparo de un discurso crítico. En sus paseos callejeros no sólo busca una representación estética, sino también la representación moral de la sociedad con sus contrastes.
Lo vemos en las fotografías que realizó el 1 de diciembre de 1988, durante la toma de posesión de Carlos Salinas de Gortari como presidente de la República, donde se observa un enfrentamiento entre la policía y un grupo de manifestantes. Galopante en el diarismo, también retrata a un sonriente Salinas que le da una palmadita a la urna electoral, el 6 de julio del mismo año. O a las muchedumbres priistas en un mitin del expresidente en enero.
Con un dominio total del oficio periodístico, Cruz exploraba las calles que le dieron forma a su obra fotográfica, que él mismo ha definido como documental social, buscando retratar y narrar las historias de las personas que habitan en la Ciudad de México, donde encontró las piezas que le otorgaron un lugar propio en la historia de la fotografía mexicana.
Consciente del valor documental y del registro del momento
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