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La creación y la consolidación de la literatura mexicana a través de sus revistas: narrativa y ensayo
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La creación y la consolidación de la literatura mexicana a través de sus revistas: narrativa y ensayo

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El presente libro es producto de una investigación que tiene como objetivo ofrecer una propuesta de lectura de algunas de las principales revistas literarias del siglo XIX. En este sentido es que el autor revisa distintos textos (ensayo y narrativa) publicados entre 1837 7 1903.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento9 jun 2022
ISBN9786078666874
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    La creación y la consolidación de la literatura mexicana a través de sus revistas - Marco Antonio Chavarín González

    ADVERTENCIA

    El presente libro es producto de una investigación hecha con un apoyo del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes y tiene como objetivo ofrecer una propuesta de lectura de algunas de las principales revistas literarias mexicanas del siglo XIX. De ahí que su perspectiva sea diacrónica y, por lo mismo, panorámica —lo que no significa superficial—. Cabe señalar

    que, aunque pocas veces lo advierto, para el aspecto metodológico uso el libro de Rafael Osuna, Las revistas literarias. Un estudio introductorio (2004), el cual, por su estructura y manera sintética de presentación de las propuestas, recomiendo al lector preocupado por este aspecto de la investigación en y de revistas literarias, así como los artículos Una propuesta de análisis para el estudio de revistas culturales, de Alexandra Pita González y de María del Carmen Grillo Grillo,¹ y Las revistas literarias. Una aproximación sistémica, de Ángel Luis Sobrino Vegas,² ambos con unas interesantes reflexiones respecto del tema mencionado.

    Además, el enfoque teórico en el que baso la revisión, desde una visión muy particular de la literatura y del estudio de las revistas, parte de una de las vertientes de la sociología de la literatura, la teoría de los polisistemas que busca, con el fin de evitar cualquier prejuicio que impida la adecuada interpretación del corpus, adentrarse en la lectura de los textos en función de todos los elementos literarios o no que le sean útiles. Particularidad que, desde mi perspectiva, impide el establecimiento de una metodología tajante, sin embargo, también permite al crítico literario darle un pertinente sentido al texto, en la búsqueda de evidenciar la interacción del diálogo que se da en la natural tensión existente en los textos literarios, los autores, la revista, los editores, los lectores y el espacio-tiempo de la enunciación, por mencionar sólo algunos de los distintos elementos que se relacionan al momento de la significación.

    Así lo señala Sobrino Vegas, quien entiende la literatura como parte de la acción social, ese ámbito donde

    se producen y desarrollan actividades, fenómenos y procesos de naturaleza muy variada: desde las acciones de producción, mediación, recepción y transformación […] que realizan en los procesos de comunicación literaria los autores, receptores, editores, libreros, intérpretes, críticos, instituciones educativas, traductores, etc., hasta manifestaciones y fenómenos comunicativos como los procesos de institucionalización y canonización, las interpretaciones normativas, la interferencia literaria y cultural o la intertextualidad cultural.³

    Esta forma de asumir la literatura resulta sumamente práctica porque busca significarla sin ningún tipo de falsa moralidad, sin tratar de abstraerla de la realidad, sin obligarla a eludir alguna visión del mundo —premisa imposible, pero todavía absurdamente buscada por algunos—, a la vez que la considera parte de las relaciones humanas, relaciones que necesariamente lindan con distintos intereses; es decir, se asume sin problemas que detrás de esa acción social que es el producto literario existen varias motivaciones de carácter ideológico y que no debemos espantarnos por ello.

    NOTAS

    1 Revista Latinoamericana de Metodología de las Ciencias Sociales, 2015, núm. 1. En http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/art_revistas/pr.6669/pr.6669.pdf

    2 UNED. Revista Signa, 2014, núm. 23. En http://www.cervantesvirtual.com/nd/ark:/59851/bmck08w1

    3 Ángel Luis Sobrino Vegas, Las revistas literarias. Una aproximación sistémica, UNED. Revista Signa, 2014, núm. 23, p. 828. Consultada en enero de 2020. En http://www.cervantesvirtual.com/nd/ark:/59851/bmck08w1

    I. HACIA EL AÑO NUEVO

    Y LA ACADEMIA DE LETRÁN

    De acuerdo con Fernando Tola de Habich, la publicación periódica que permitió el primer movimiento literario en el territorio de México fue El Diario de México, en un intento, con la Arcadia Mexicana, de generar una literatura mexicana:

    Es la primera vez que la literatura deja de lado los versos de circunstancia y a los escritores terriblemente improvisadores y de arranque súbito. Ya no es una actividad impuesta; ellos se siente poetas y algunos emplean en sus versos flora, fauna y hasta costumbres nacionales. Lamentablemente, fue una literatura menor —incluso en la figura mayor, fray Manuel de Navarrete—, con una poética sumamente hispánica, muy importada, muy prerromántica y de escasa amplitud, incluso en el tiempo. A la muerte del mayoral —Navarrete— en 1809, prácticamente se extingue la Arcadia; Sánchez de Table, que lo sucedió, no dio la altura, y poco más tarde aparece como poeta patriótico cantando odas a la independencia, a sus batallas y a sus principales promotores. De todas formas, la Arcadia fue un intento —frustrado, menor y de poca trascendencia— del surgimiento de la literatura mexicana.¹

    Tola de Habich también señala que decir que El Diario de México fue la primera revista literaria mexicana le parece una exageración que no tiene de donde sostenerse. [Pues en…] todo el siglo XIX, los diarios y revistas traían siempre secciones y espacios para incluir piezas literarias [pero…] sin alcanzar la proporción literaria para convertirlo en una revista literaria.² Por esta razón, además de que su publicación, entre 1805 y 1817, no corresponde propiamente al periodo independiente de México, en este trabajo se parte de la revista El Iris (1826).

    El 13 de enero de 1826 aparece en el diario Águila Mejicana, el prospecto de El Iris. Periódico Crítico y Literario, la publicación que dirigirán entre el 4 de febrero y el 2 de agosto del mismo año Claudio Linati y Prevost, Florencio Galli —ambos italianos— y José María Heredia —como se sabe, cubano—. Será semanario —hasta abril de 1826— y pasará a ser bisemanal hasta su desaparición. Al decir de María del Carmen Ruiz Castañeda³ en el estudio introductorio a la edición facisimilar, El Iris fue la primera revista literaria del México independiente y, curiosamente, fue dirigida por estos tres extranjeros. En el prospecto mencionado, firmado sólo por Linati y Galli, se alude a la reciente consumación de la independencia de México, a la importancia histórica y simbólica del castillo de Ulúa, entonces emblema de la libertad; asimismo, se hacen votos para que bajo la sombra de paz crezcan las artes y vivan los que huyen de los tiranos. No debe extrañar el tono político radical a favor de la independencia y la democracia pues, como lo señala Ruiz Castañeda, Linati y Galli son, junto con Heredia, exiliados políticos de sus respectivos países.

    En el programa de la revista, se lee que tendrá por objeto la utilidad general, esparciendo las luces y la mejora de la moral. Atacando el vicio con las agudezas del chiste, nos esmeraremos también en recoger aquellos rasgos poéticos hijos del genio libre, que, exaltando las virtudes republicanas, elevan al hombre al nivel de su noble destino.⁴ Según se observa, la intención de la revista es instruir y formar, utilizando en ocasiones la sátira; además, se prevé que se incluirá poesía de tendencia liberal que exalte "las virtudes

    republicanas. Cabe llamar la atención sobre el carácter misceláneo de la revista, dedicado a las ciencias, a las letras, a los acontecimientos del día, al examen de toda especie de producción del espíritu, a los descubrimientos útiles, a la economía política y a la rural, sin descuidar la educación de la juventud";⁵ esta tendencia hacia lo diverso incluye la literatura no como el elemento principal, según puede observarse, incluso, desde el mismo título crítico-literario, que no se refiere, propiamente, a crítica literaria —aunque sí la habrá, sobre todo, Lord Byron, Campbell y Revisión de obras. Poesías de Joaquín M. Castillo y Lanzas, de Heredia, y Literatura francesa y Kriloff, de Galli— sino a la tendencia crítica en un sentido amplio y a que se incluirá literatura. De ahí que resulte interesante una afirmación como la siguiente:

    A pesar de las trabas de los gobiernos opresores, en todas las naciones de Europa nada es más en boga en el día que los papeles periódicos, destinados únicamente a la literatura, a un examen de todas las obras que salen a luz, y sobre todo a las producciones dramáticas. Extranjeros a la política, persiguiendo la maldad, los caprichos del siglo, los devaneos de la imaginación, apurando el gusto y la opinión, acabaron por dirigirla, y desarmaron la censura arrancándole una sonrisa.

    Es decir, a pesar de que se habla de la tendencia europea a la publicación de periódicos dedicados completamente a la literatura, se advierte que con ello se ha influido no sólo en el gusto sino también en la opinión y que, además, se ha evitado la censura. A esto se suma una clara tendencia hacia lo político al señalar inevitablemente particularidades de la autobiografía de los dos italianos, como eso de trabas de los gobiernos opresores, que hacen inevitable no pensar en la futura presencia de contenido político en su revista. En este sentido, creo, puede leerse el cierre que advierte que Los suscriptores que quieran remitir comunicados podrán hacerlo, dirigiéndolos a la calle de S. Agustín núm.13, con la condición que sean franqueados, cortos, sin tratar de política directamente, ni versar en personalidades.⁷ Así, se entiende que sólo no se publicará lo que sea extenso, ataque a personas específicas o hable directamente de política; esto último es interesante porque no se prohíbe que se hable de política sino sólo que se hable directamente de ella. Lo que implica que la permitirán si se trata con discreción y, quizá, que consideren que no se puede evitar hablar de ella.

    A las distintas temáticas ya mencionadas, se suman dos más y el elemento gráfico, que, para la época, era muy novedoso: la moda, dirigida a las mujeres —público lector al que se quieren granjear—, la crítica teatral, con una clara tendencia formativa, tanto hacia los espectadores como a la gente directamente involucrada —los empresarios, los directores, los actores, etc.— y la inclusión, cada mes, de un figurín iluminado, valiéndose de la litografía. Respecto de la crítica teatral se dice: Nos ocuparemos con especialidad del teatro, que según Fergusson es el verdadero espejo de la vida, ni dejaremos de recordar que un establecimiento de esta naturaleza e importancia necesita, para conseguir su intento, estar continuamente bajo los ojos de la crítica justa, moderada e inteligente. La elección de los actores, el gesto, el modo de declamar, a las acciones preferibles, su moralidad, nada debe substraerse a las miradas indagadoras de quien tomará el cargo de tratar esta materia.⁸ Según se ve, a los aspectos técnicos, más relacionados con el texto espectacular que con el dramático, se suma el aspecto temático de lo moral.

    Que la revista no pudo dejar de lado los comentarios sobre política lo señala Ruiz Castañeda:

    Tanto Linati como Galli prodigaron comentarios sobre la política exterior y también sobre la interna del país, con mayor insistencia de la que cabría esperar de extranjeros aparentemente dedicados al cultivo de las letras, lo cual originó algunas censuras [; a las que respondieron, justificando…] su actitud beligerante por la mayor experiencia de los extranjeros en materia política, y por el desvío de las damas hacia un periódico que en un principio les estuvo especialmente dedicado, ya que sólo siete nombres de señoras figuraron en las listas de suscriptores [; sin embargo…] La frecuente intromisión de sus colaboradores en asuntos públicos disgustó a Heredia y lo obligó a separarse de la redacción de la revista el 21 de julio de 1826.

    Incluso, tras la salida de Heredia de la revista, según observa Ruiz Castañeda, El Iris toma cada vez más el cariz de revista de política.¹⁰ Además, como señala Luis Mario Schneider, a partir del número 14, mayo 3, con que se abre el segundo tomo, [la revista] comienza a aparecer los miércoles y los sábados;¹¹ asimismo, se refiere en cada número la siguiente descripción ‘Este papel está destinado a las ciencias, a la literatura, a las artes y a la política: he aquí sus principales asuntos’.¹² De alguna manera, el cambio de semanal a bisemanal parece estar relacionado con dos elementos: suplir la carencia de las litografías prometidas en un inicio por falta de impresor, según avisa Heredia el 25 de mayo de 1826 en la respuesta que da en el Águila Mexicana a un comentario aparecido el 22 y firmado por F. A. —posiblemente Manuel Fernández Aguado, quien fue militar y escritor—, así como a la intención de incluir comentarios políticos. Es importante señalar que la seriedad y molestia con que Heredia responde al señalamiento contrasta con el tono irónico y aparente desinterés mostrado por Galli: "Hemos leído un comunicado contra El Iris inserto en el núm. 22 de El Águila, pero creemos que el contestar a un articulista que pasa con tanta indiferencia desde las carnicerías y tabernas al gabinete literario, no es del resorte de nuestro periódico."¹³ Es decir, la respuesta de Galli es política y busca desacreditar cualquier argumento atacando la credibilidad de la persona, en tanto que la de Heredia justifica y explica los fundamentos de las decisiones editoriales que se habían tomado. Al respecto, se puede considerar lo que Schneider señala:

    Es bastante fácil distinguir las preferencias de los temas de cada uno de [los directores…]. Linati, además de las colaboraciones litográficas, gusta de los asuntos de tema político, tanto nacionales como extranjeros, resueltos bajo una concepción liberal acérrima, que originará una de las más interesantes polémicas, en la que tomarán parte los principales periódicos de la capital mexicana. Rarísima vez busca la forma literaria, y cuando ello acontece es sólo como pretexto […] Galli, por la misma razón de ser entre los tres el de mayor colaboración —poeta, articulista, narrador, crítico literario, cronista—, realiza más bien los trabajos misceláneos y de temas diversos. Sin llegar a ser ecléctico, es menos rotundo que Linati […] Quizá su pluma se defienda más por el lado descriptivo, ya para pintar un paisaje, ya para narrar costumbres […] Heredia será el colaborador esencialmente literario, aun cuando trate temas marginales. Sus trabajos de alto lirismo no desmienten al romántico de cultura neoclásica, y afirman su personalidad como una de las guías que tuvo México en la etapa crítica de los años de independencia.¹⁴

    Así, cada uno de los directores da cuenta de sus intereses y se plantea, desde esta primera revista literaria del México independiente, la dicotomía a partir de la que se construirán las revistas literarias decimonónicas mexicanas, literatura y política. Cabe señalar que, como aquí sucede, la política siempre terminará acabando con cualquier tendencia a la concordia buscada en provecho de las letras nacionales. Así, la última colaboración de H, firma de Heredia, será el 14 de junio de 1826, correspondiente al número 26, y a partir del número 29, del 24 de junio del mismo año, los textos comenzarán a aparecer sin firma. Si se revisan los dos ejemplares intermedios entre el 14 y el 24, el número 27 y el 28, aparecen firmados por L y G o sólo por G, iniciales de Linati y Galli, respectivamente. Aunque todavía en el número 31 del 1 de julio aparece una poesía de Heredia acerca de la independencia de Estados Unidos con la firma Heredia, quizá porque los italianos la habían introducido ya cuando el cubano no era parte de la redacción. Según Schneider, una de las razones que Heredia tuvo para abandonar la revista fue un factor de distanciamiento con el grupo de los italianos, puesto que en la polémica [entre Heredia y el actor Andrés Prieto] éstos mantuvieron una actitud bastante ambigua e inclusive culpable para con su compañero de redacción.¹⁵ De acuerdo con el crítico mexicano, cuando Heredia abandona la revista, la mayoría de los textos disminuyen en calidad y aparecen sin firma, asimismo, El Iris se convierte en una revista de riesgo político.¹⁶

    La segunda revista de Heredia, como lo señala María del Carmen Ruiz Castañeda, fue Miscelánea. Periódico Crítico y Literario (1829-1832). Con esta publicación periódica, quizá la más importante del escritor cubano, se intentó

    generalizar ideas útiles, contribuir a la perfección del gusto, y recoger algunas flores de los campos inmensos de la historia, y las regiones estrelladas de la poesía. Espera, además, que los hombres sensibles y moderados, a quienes fatiga el triste espectáculo de las contiendas políticas, hallarán en estos cuadernos una agradable distracción que alivie sus agitados espíritus […] ¡Ojalá otro más digno de la ilustración mexicana eclipse cuanto antes el débil ensayo que se ofrece hoy al público, dejando al autor sólo la palma de haber abierto con su ejemplo un nuevo camino a la gloria!¹⁷

    De acuerdo con Ruiz Castañeda, "la Miscelánea responde a las mismas orientaciones y propósitos que animaron El Iris",¹⁸ y en parte tiene razón; sin embargo, creo que con esta segunda publicación, Heredia va más allá, pues no solamente se propone la utilidad general, hacer crítica de los vicios mediante la burla y exaltar las virtudes republicanas, todas señaladas más arriba, sino también formar lectores y presentarse como una opción distinta a las revistas de corte político. Como se recordará, en El Iris se busca que no se hable directamente de política, pero ahí, se va más allá y, según se observa, el escritor cubano parece pretender dejar fuera la política de las temáticas tratadas e insta a que otro más digno siga su ejemplo. Como la crítica lo ha señalado, en Miscelánea sobresale el énfasis puesto en la literatura francesa contemporánea¹⁹ a Heredia, así como la inclusión de tres escritores mexicanos, dos neoclásicos, Manuel Martínez de Navarrete y Francisco Ortega, y uno romántico, Fernando Calderón.

    Entre los textos que sobresalen, hay

    varios ensayos generales y artículos particulares sobre autores de finales de la etapa neoclásica y de transición al romanticismo: Juan Jabobo Rousseau, Jacobo Delille, Juan Francisco Ducis, Gabriel Legouvé, Antonio Arnault, Juan Nepomuceno Lemercier, Juan Pedro de Béranger [traducciones o imitaciones de…] Goethe [o…] Byron [así como comentarios sobre…] la obra poética de los españoles Juan Nicasio Gallego y el Duque de Rivas, y del colombiano Fernández Madrid. La parte poética incluye piezas de los anteriores y de Juan Meléndez Valdés, Alberto Lista y José Joaquín Mora.²⁰

    Pero despunta, principalmente uno de sus textos más conocidos, Ensayo sobre la novela. En este texto, Heredia establece el nacimiento de la novela epistolar en Inglaterra, debido a que un clima destemplado y sombrío los obligaba [a los ingleses] a recogerse con más frecuencia bajo el techo familiar,²¹ particularidad que los obligó a conocer más ese espacio privado y que concuerda con la idea de novela que Heredia maneja: "La novela consagrada a pintar las costumbres íntimas se desarrolló con rapidez en Inglaterra y sus autores fueron excelentes en un género que habrían creado, aun cuando las naciones del continente

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