Fulgor de un nombre
Por Jesús Orta Ruiz
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Fulgor de un nombre - Jesús Orta Ruiz
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Cuidado de la edición: Tte. cor. Ana Dayamín Montero Díaz
Edición: Fidel Antonio Orta Pérez
Creación de cubierta: Javier Gutiérrez
Realización: José Ramón Lozano Fundora
Corrección: Aida Julia de Toro González
Foto de cubierta: Perfecto Romero
Emplane y conversión a ebook: Idalmis Valdés Herrera
© Jesús Orta Ruiz, 2022
© Sobre la presente edición:
Casa Editorial Verde Olivo, 2023
ISBN 9789592245631
Todos los derechos reservados. Esta publicación
no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte,
en ningún soporte sin la autorización por escrito
de la editorial.
Casa Editorial Verde Olivo
Avenida de Independencia y San Pedro
Apartado 6916, CP 10600
Plaza de la Revolución, La Habana
volivo@unicom.com.co.cu
Índice de contenido
Prólogo
El Indio Naborí y la vigencia de su poesía política
El pulso del tiempo
Hatuey
Luz de Yara
Doce vegueros
Aponte
Francisco de Agüero
Joaquín de Agüero
Carlos Manuel de Céspedes
Bayamo
Ignacio Agramonte
Máximo Gómez
Maceo es el pueblo
José Martí
Gesta y leyenda del general José María Aguirre
Al mayor general Carlos Roloff
Verdad de Patria
Juan Gualberto Gómez
Hipólito Rojas y Antonio Cedán
Casañas y Montero
Poema del 7 de Noviembre
Robustiano Fernández
Romance del sembrador
Mella, su muerte y el camino
Mella y su regreso
Romance de Rafel Trejo
Elegía optimista a Luis Melián
Retoñan los pulmones
Antonio Guiteras
Roja simiente
Aracelio Iglesias
En la muerte de Rubén Batista
Cuando decimos Fidel no estamos diciendo el nombre particular de un hombre, decimos todo el pueblo que se resume en él
Fulgor de un nombre
Miró el reloj y era la hora…
Era la mañana de la Santa Ana
Artemisa
Abogado de toga verde olivo
Elegía del 30 de Noviembre
A bordo del Granma
Yara, Bayate, Turquino
Juan Manuel Márquez
Roja primavera
Poema del 13 de Marzo
Canto a José Antonio Echeverría
El Corynthia
5 de Septiembre
José María Pérez
Poema del secuestro amable
El Curita
Poema del 9 de Abril
La adversidad pactó con el tirano
Elegía a René Ramos Latour
Marcha triunfal de las columnas invasoras Antonio Maceo
y Ciro Redondo
Clodomira
Tránsito villareño de la columna Ciro Redondo
Marcha triunfal del Ejército Rebelde
Al son de la historia
Algo más que piedra
Guardiana de la luz
Canto a las madres de los mártires
Décimas dobles
Niceto Pérez
Oda campesina en dos tiempos
Un, dos, tres, cuatro…
Camilo Cienfuegos
Fidel y su palabra eterna
Poema del 6 de Agosto
Canción del caballero proletario
El corazón de Nueva York
Comités de Defensa
De la intemperie al nido
Fajardo
Pastoral campesina
Canto al inder
Poema pioneril de los relevos
15 de Abril
16 de Abril
17 de Abril
18 de Abril
19 de Abril
Evocación de Homero
Sin aire no hay bandera
Andrés González Lines
Canto a la ANAP
Firme en la frontera
Canto a la CTC
El poeta ante el desfile militar
Réplica a Rubén Darío
Voto de confianza del pueblo a Fidel
Camilo, el viento y el mar
Carta de una madre cubana a una madre norteamericana
El héroe del trabajo
Fidel en Samarcanda
Poema de la Jornada Internacional de la Infancia
Elegía del pueblo a Lina Ruz
Fidel sobre el Cauto en furia
Es flor mi sacrificio
Elegía levantada a Nguyen van Troi
Canto al Escambray
Cuesta arriba
Parábola de los ríos o canto al Partido Comunista de Cuba
El cíclope despierto
El Che y el aire
Nuevo credo latinoamericano
Breves apuntes para la epopeya
Poema de los siete diamantes
Ángela Davis, nuestra hermana
Bienvenida a Salvador Allende
En su lugar, el presidente
Lázaro de los pobres
Federación Sindical Mundial y el mar…
Mayarí Arriba
Celia, la de Pilón
Pido permiso a la muerte
Siempre habrá constructores y un día no habrá rangers…
A las cenizas de Indira Gandhi
Canción de las cenizas
Breve mensaje a Torricelli
Elegía marinera
Breve crónica del 5 de agosto
Elegía del 8 de agosto
Restos que son raíces
Saltan los héroes de mármol
Hay trincheras de mármol con ideas
El Santo Padre va por Cuba
Clamor venezolano
Cuarenta y cinco años de justicia
Al maestro
Raíz heroica de la mujer cubana
Poema obrero de la resistencia
Canción para el trabajo voluntario
Canción del soldado a la paloma blanca
El soldado revolucionario
El arte de las masas
Dolor interno por la deuda externa
Epístola a Carlos J. Finlay
El carné del partido
La marcha del pueblo combatiente
Tiene que estar la muerte sorprendida
A Bonifacio Byrne
Los héroes
El tiempo no devora redentores
Del pueblo a Raúl
Felicidades, mi Revolución
Río de sangre y llanto
Recuento poético de la ignominia
Epígrafe
La Coubre
Drama de los tres libros
Llanto por Pedrito Morejón
Romance triste de unos ojos lindos
Última hazaña
yanqui
Elegía de los zapaticos blancos
Elegía a Rubén López Sabariego
Eliseo Arias Hernández
Dos nombres para siempre
Niños, ¡Ha muerto el monstruo!
La sangre es fuego
¡Cobardes!
¡Mira, Martí!
El clarín de la sangre asesinada
Elegía de la sangre española en garras yanquis
Elegía de la muñeca española baleada
Mártires de Barbados
La bacteria mayor
Fabio, a 90 millas del infierno
Bienvenida a un niño náufrago dos veces
Tres poemas
I Entre hijos y madres no hay rejas ni distancias
II Anatema
III Última sentencia
Con un solo pensamiento
Otros poemas políticos
Canto a Martí
Martí en pie
Martí en tres tiempos
Alta fecha vengadora
Ya lo veremos aquí
Pelayo cuervo
General del pueblo
Tonada caminera de las tierras baldías
Diana del pueblo
Enero y su alto símbolo
Anda, coge la pala…
Diálogo con Rubén Martínez Villena
¡En el tren hasta el alba!
Abraham Lincoln
General de hombres libres
Mariana Grajales
Canto a la madre
Girón, un volcán de victoria
El Granma hacia el futuro
Placa en la puerta del partido
Elegía a Medgar Evers
Entre dientes de perros y prejuicios
El destino de un hombre
Canción desesperada
Mujer angolana
Fábulas
Canción del constructor
¡Aquí, Radio Rebelde!
De las tierras andinas al mármol cubano
Del campesino a Fidel
Sobrevivientes
Humanizar la belleza
Despedida-saludo al comandante Ernesto Guevara
El che y su recetario
El Che y su graduación
El Che no muere: salva
Nueva toponimia
El Che maestro
Ñancahuazú
Mensaje del campesino cubano al campesino latinoamericano
Don Quijote de la Mancha
Poemas de homenaje
Antonio Maceo
Carlos Marx
Bancario
Trabajador de la medicina
Fotógrafo
Campesino
Médico y radiólogo
Vaquero-cantor
Dependiente de comercio
Maestro y poeta
Portuario
Cervecero
Trabajador de tienda
Constructor y estudiante
Boxeador
Contador
Chofer
Mecánico
Dirigente sindical
Elegía a Rigoberto López Pérez
Cuzcatlán
Nazim Hikmet
Canto a Omar Torrijos
Juan Marinello
Soneto a Blas Roca
Faustino Pérez
Fabio Grobart
Elegía sin lágrimas
Conchita Fernández
Elegía a Jesús Montané
Camilo Torres
Nora y Raquel
A Humberto Torres en sus 77 años
12 de enero de 1980
Con letra viva
Con armas de pensamiento
Bosque Martiano
Oración universal a nuestra Virgen de la Caridad
Epílogo
Para que nadie tenga que decir
Anexo
Cronología
Datos del autor
A Eloína Pérez Collazo
Prólogo
El Indio Naborí y la vigencia de su poesía política
He aquí una compilación de la poesía política del Indio Naborí. Sirvan entonces, para iniciar este prólogo, cuatro líneas de su Soneto I:…El tiempo cae sobre nosotros pero/mientras hay una meta prometida/no se siente el gotear de su caída/ni consulta relojes el viajero…
. Ahora bien, ¿y quiénes son los viajeros de hoy? Yo respondería que los jóvenes; y en ellos, solo en ellos, puede perpetuarse la memoria de un poeta cuya poesía es ya un ingrediente indispensable del imaginario nacional. Decir Jesús Orta Ruiz (Indio Naborí), en cualquier lugar de la Isla, pasa primero por ser sinónimo de identidad y luego termina convirtiéndose en historia, leyenda o fascinación de obligada referencia.
Nada más parecido a este hombre que su propia poesía, motivo por el cual no tuvo necesidad de escribir sus memorias. Quien de verdad desee conocerlo, por dentro y por fuera, solo tiene que acercarse a su obra, lo mismo a la escrita que a la oral, teniendo como premisa de análisis que entre su alter ego de juglar y su alter ego de letras nunca existió ninguna contradicción, porque ambos eran complementarios.
Existe un detalle que no debo pasar por alto: lo cubano, digamos que lo más auténticamente cubano, no está en las palabras que el poeta utiliza ni tampoco en los temas que va desarrollando. ¡No! Aquí lo más auténticamente cubano está en la vivencia, en el sentido inmaterial que exhibe su leal pertenencia a Cuba. El Indio Naborí no cantaba por cantar, no escribía por escribir. Todo lo contrario. Sus versos, desde el primero hasta el último, siempre fueron emoción recordada, emoción compartida, algo que estallaba en su voz a partir de una experiencia vivida y vívida.
A manera de resumen, y esto es un criterio casi unánime, el Indio Naborí renovó la décima cantada y escrita, vigorizó la elegía, le otorgó un inusual rango de perpetuidad a la lírica social, energizó el verso libre, pontificó el soneto, revivió el romance y dejó una huella importantísima en la investigación folclórica, fundiendo y elevando a categoría estética lo culto y lo popular, lo clásico y lo moderno. Pero a esa vocación poética hay que sumarle en todo momento su vocación de Patria, que para él era sinónimo de Revolución.
Son muchos, yo diría que muchísimos, los poemas que el Indio Naborí le dedicó a la Revolución cubana. Pero existe uno que marca la diferencia: Marcha Triunfal del Ejército Rebelde. Primer poema que se le dedica al triunfo de la gran gesta. Fue escrito bajo el influjo de la victoria revolucionaria y es hoy la obra poética más reproducida en Cuba. Los sesenta y tres años que la Revolución cumplió el pasado Primero de Enero, son los mismos sesenta y tres años que cumplió el poema.
Estos versos, dactílicos-amétricos (de base trisílaba), fueron tocando el alma del poeta desde que conoció la huida de Fulgencio Batista. El aire de Cuba se llenó de alegres clamores, como si la realidad que rodeaba al Indio Naborí durante la madrugada de aquel primer día de 1959 le estuviese demandando el canto de los antiguos tiempos heroicos. Dicho de otra manera: la estructura poética escogida no fue anacrónica, fue sincrónica, lo que explica de igual forma el tono de vehemencia que el poeta logró impregnarle a cada línea.
Ya en la tarde de ese mismo primer día de enero, el Indio Naborí tenía lista una primera versión; que es declamada por el actor y locutor Eduardo Egea en el programa De fiesta con los galanes
(CMQ Radio a las 7.00 p.m.). Después, en la medida que avanza la caravana de Fidel Castro hacia La Habana, entre los días 2 y 8, el poeta le va incorporando estrofas, que de la misma manera eran declamadas por altoparlantes instalados en las calles. Llegado el momento, el poema como tal, en vivo y en directo, es incorporado a la caravana rebelde, siendo declamado una y otra vez por el actor y locutor Jorge Guerrero; quien el 8 de enero, momentos antes de que Fidel le hablara por primera vez a la población capitalina, recita la versión definitiva en la terraza norte del otrora Palacio Presidencial. Tiempo después la Marcha Triunfal del Ejército Rebelde cae en manos de la actriz Alicia Fernán y ella se convierte en su más excelsa declamadora. Simple y llanamente el poema pasó a ser una suerte de himno patriótico cuyo objetivo de impacto en las grandes masas siempre fue el de convocar a la unidad nacional.
Si hoy releemos o escuchamos nuevamente ese poema, varias son las frases exclamativas que, con verdadero asombro, pudieran emitirse: ¡qué visión política tenía el Indio Naborí, qué claro estaba, qué puntería tuvo para no equivocarse ni en los nombres que menciona en el poema!
Algo importante: la cadencia épica de esta Marcha Triunfal recuerda la Marcha Triunfal de Rubén Darío. Con la diferencia de que el Indio Naborí sí está viendo pasar una caravana victoriosa: …Con los invasores, pasa el Che Guevara, alma de los Andes que trepó el Turquino, San Martín quemante sobre Santa Clara, Maceo del Plata, Gómez argentino…
. Aquí no hay escudos, no hay arcos y no hay minervas. La Marcha Triunfal del Indio Naborí no es imaginada, es una estampa real, viva, oliente a monte bravo, con ropa sudorosa y pobre. No la sueña, la ve y la palpa en medio del júbilo indescriptible del pueblo. Son jóvenes barbudos, son rebeldes diamantes con trajes de olivo.
¿Dónde está la mayor virtud de este poema? Tal vez en que el Indio Naborí logró eternizar el asombro del pueblo ante un hecho que estaba estremeciendo la historia patria. … ¡Sólo importa Cuba! Sólo importa el sueño de cambiar la suerte...
. Por eso aquí el verso enfático o imperativo le otorga a la poesía social un alto rango de perpetuidad, tocando de esa forma las entrañas del pueblo y poniendo en su voz la épica de un proceso político trascendente.
Claro, tampoco vayamos a creernos que este tipo de poesía política era algo nuevo en el Indio Naborí. No, este tipo de poesía él la venía haciendo desde mucho tiempo antes. Quien estudie su obra podrá encontrar poemas del mismo corte que datan de los años 30, 40 y 50. He aquí los títulos de algunos: Elegía optimista a Luis Melián (1936), su primer poema abiertamente político. Tenía entonces 14 años de edad), Luz de Yara, Doce Vegueros, Ignacio Agramonte, Canto a Martí, Antonio Guiteras, Roja simiente, En la muerte de Rubén Batista, Alta fecha vengadora, Pelayo Cuervo, Elegía a René Ramos Latour y Diana del Pueblo (Oda al soldado de la tiranía). Además de las incontables décimas que a diario escribía, circulaba clandestinamente o cantaba por toda Cuba; y que, llegado el momento, también comenzó a cantar en la radio y la televisión. Basten como ejemplos estas dos décimas:
26 de julio: heridas
por donde vendrá la aurora.
Alta fecha vengadora
de las fechas ofendidas.
Caliente sangre de vidas
rotas por el heroísmo,
porque traición y cinismo
hoy danzan en un calvario.
¡Oh, rocío necesario
a la flor del patriotismo!
(1953)
Martí no murió. Martí
volvió a vivir en Oriente,
le relampagueó la frente
y