Madrid. 1936. 19 de noviembre. Por la radio suena una vieja copla, Ojos verdes, cantada por el republicano, Miguel de Molina. Carmen sonríe, es aficionada a la música y le encanta esta copla, aunque le guste más la versión de Conchita Piquer. Mientras canturrea la copla, corta una zanahoria en dos partes con un cuchillo. Decide cuál echar al caldo… la más pequeña, en estos tiempos es mejor dosificar la ración. La radio interrumpe para emitir un comunicado: «Aviones rebeldes han comenzado a arrojar sobre la población panecillos envueltos en insultantes propagandas fascistas, no comáis ese pan envenenado, lo tira Franco como si fuéramos perros» (transmisión radiofónica real). Carmen apaga la radio con desgana y continúa cantando:
«Ojos verdes Verdes como la albahaca Verdes como el trigo verde».
Se oyen sirenas de aviso de bombardeo. Carmen sale corriendo de la casa, por suerte, vive al lado del metro, y por desgracia no vive en el barrio de Salamanca, en esa zona Franco no bombardea. Por las escaleras del metro bajan ya muchos vecinos, unos lloran, otros cantan La internacional con rabia, y algunos, previsores, llevan mantas por si el bombardeo dura toda la noche. Una vez en los andenes, Carmen busca un sitio para sentarse junto a sus vecinos. Escuchan cómo caen las bombas. Todos suplican que «las tres viudas» pasen rápido, era así como llamaban a los bombarderos alemanes Junkers Ju-52 al ir siempre en grupo de tres. Un vecino empieza a cantar una adaptación de la copla Los cuatro muleros:
«Madrid ¡que bien resistes!, Mamita mía los bombardeos, los bombardeos…».
El eco del túnel del metro hace que la tonadilla envuelva toda la estación. Carmen había escuchado esta canción en gramola en la voz de La Argentinita Todos los vecinos se unen al canto, incluida Carmen.