Un método del mundo
Por Marie Gouiric
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Un método del mundo - Marie Gouiric
Un método del mundo
Marie Gouiric
Blatt & RíosÍndice
Cubierta
Portada
Palabras a esta edición
Ley 26.485
Te prometí que te iba a encontrarte
Charla de chicas
Tirame un colchón
Lástima los perros
En el fondo del cielo viene la tormenta
Así quieren algunos lugares sus cosas
Para un hombre común
También aparecés en mis manos, que son como las tuyas
Quiero pedirte permiso para llorar
Ser casado es fiero
Estar lejos no es desaparecer
No sabés el frío
Matemática
Pensaba que no había un paisaje pero
La siesta
Llegará
Por dónde saltar
Las dos juntas
Borracha bailás mejor
Qué difícil ese rubio
Una mujer que se crio en un coso de monjas
En el fondo de mi casa hay un necesero
Fiorito
Hoy en la escuela vi algo muy
Ahujero
Línea recta infinita
Rima
Ojalá siempre seas mi amiga
Piel de conejo
¿Serán los años?
Moyano agarrámela con la mano
Decime qué se siente. Se siente hermoso
Estás?
Las cosas que sirven para nada
Para que esté contenta
Merecer, merecer
Todo termina detrás de las casas
Apoyate en mí todo lo que necesites
Después de muchos años en la misma casa
Dios me dio un balcón y yo lo cuido
Un poema de amor o el origen de la vida
Ya no pesan los loros sobre los cables
Para el Tata (es para él)
Botafogo
Que te apasiones por mí
Voce sabe porque deus fez o mundo em 7 dias?
Boas noites hablan los letreros de los colectivos
Marina tengo saudade de você
Haragana
Mientras vos estás encima viendo el partido
Ela ta aquí chorando
Podría quedarme
Al final se me dio y amanecí negra
Encendieron bengalas para iluminar el terreno
Seremos amigas para siempre
Sobre la autora
Créditos
Palabras a esta edición
Marie Gouiric
Un momento de silencio en los pasillos de la escuela. Maite de 2° A. El nombre de mi novia. Cuando la mujer que me crió lo pronuncia para preguntar por ella. Los morrones que cosechó de su patio. El guiso en el que cociné dos de ellos, uno verde y uno amarillo. Las palabras unidas entre sí, como eslabones de una cadenita de plata, cortadas en verso libre, que escribió Amanda en su teléfono y me las mostró. Los kilómetros que me separan del lugar donde nací y los que atravesé en el auto de un extraño, con mi perra en la falda, para sentarme en la mesa de mi padre, contarle: Traje mi propia yerba. Adela. Nani. René. La poesía no está en todos lados, pero como todo buen maestro, cuando siente el llamado de un alumno, aparece. Es la existencia en su estado de invención más vital y genuino. Es una pregunta y cada escrito será su posible respuesta. Si quien elabora la respuesta es de corazón grande, esta será una que genere nuevas preguntas. Nunca se cerrará ni te dejará sola. En esta tierra hay tantas poesías hacederas que definirlas sería injusto, las subestimarías. Acaso alguien pregunta: ¿Qué es el agua? ¿Qué es el pan? ¿Qué es el vino? No hay mayor acto de supervivencia que el dominio de escribirse.
De un egoísmo salvador, mi plan es hacerlo. Para hablar de mí la única manera es hablar de otros. Escribo cuando no duermo a razón de la tristeza, quien se presenta con su inteligencia para decirme: Abre los ojos. Cuando pierdo ante el torbellino de la necesidad y el tiempo. También en situaciones sencillas: andar en bicicleta, cortar una flor para regalo, contemplar una oferta o cuidar un recreo en la escuela: yo soy primeramente una maestra. La escritura es la única justicia que tengo para amar al mundo, mi amante más fiel y más violento. Escribo bajo la sorpresa de la lengua y de la maldad.
Sirve leer para tener pensamientos al ritmo de la escritura. Imprimirle ritmo al habla con el cuerpo. Imaginar que fabricás música. También ayuda mirar paisajes, fotos y documentales. Escuchar el sonido del motor de un tren para atraer recuerdos. La memoria usada hacia atrás y hacia adelante. Cuidar plantas y reproducirlas. Nadar. Correr, levantar peso y estirarse hasta descubrir una mente aliada para la creación.
Escucho a las infancias para aprender su lengua que todavía no ha sido domada por la corrección y camina sobre alfombras bajo la verdad del error. Les robo y les copio con alegría. Amanezco de madrugada si es que directamente no duermo. Las horas de la tarde se vuelven muertas, quien sepa aprovecharlas enseñe cómo. Será que la literatura gusta de salir por la noche. Estar enamorada también ayuda. Esto me ha mejorado como poeta pero aún más como persona.
Dejo descansar. El texto es un material vivo, al igual que la masa con levadura que hace en soledad su milagro de elevarse. La tarea de un poeta es conducirla sin ceñirla a su propia estatura. Es una arcilla dejada sobre la mesa al terminar el día, para volver a la mañana y comprobar que se secó y se quebró donde precisaba hacerlo. Es bien escuchar su naturaleza. Ejercer el esfuerzo de la escucha es lo más urgente de esta época. Aprender a escribir es más fácil que aprender a leerse.
Trabajo con lo que escribí para decir algo pero ahora dice por sí mismo. En su autonomía nunca pierde. A esta sabiduría le pido ayuda y compañía. Escribí conmigo, le digo. Enhorabuena por los textos dejados a descansar. ¿Quién no descansa con ellos? Las paredes de la casa donde vivíamos con mi familia se partían y mi padre me enseñaba que era el material sobre los cimientos que todavía fraguaba. Nada corrijo, la palabra corrección nos aniquiló la ternura y prefiero no usarla. ¿Quién es merecedor de corregir algo?