Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Un método del mundo
Un método del mundo
Un método del mundo
Libro electrónico168 páginas2 horas

Un método del mundo

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

La poesía ha celebrado el mundo desde sus comienzos y en cada poema de este libro Marie Gouiric renueva ese rito. El agua es hermosa; la llama de la chimenea de una fábrica festeja el cumpleaños de una ciudad; la madre reaparece en las manos de la hija, y el padre, en una arruga de su frente; las células del cuerpo se renuevan cada siete años en un grupo de amigos; una legislación democrática protege integralmente a las mujeres y el poema "Ley 26.485" canta esa ley. En Un método del mundo no sólo se celebran los nacimientos y los aniversarios; se celebran el método y el cálculo infinitesimal por el que la muerte se enreda en la vida todo el tiempo, bajo el ojo atento del poema, que separa "los sentimientos que tienen tus manos/ de la forma que usan para cuidarse/ estas malezas de vos".
IdiomaEspañol
EditorialBlatt & Ríos
Fecha de lanzamiento25 abr 2023
ISBN9789878473772
Un método del mundo

Relacionado con Un método del mundo

Libros electrónicos relacionados

Poesía para usted

Ver más

Artículos relacionados

Comentarios para Un método del mundo

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Un método del mundo - Marie Gouiric

    Cubierta

    Un método del mundo

    Marie Gouiric

    Blatt & Ríos

    Índice

    Cubierta

    Portada

    Palabras a esta edición

    Ley 26.485

    Te prometí que te iba a encontrarte

    Charla de chicas

    Tirame un colchón

    Lástima los perros

    En el fondo del cielo viene la tormenta

    Así quieren algunos lugares sus cosas

    Para un hombre común

    También aparecés en mis manos, que son como las tuyas

    Quiero pedirte permiso para llorar

    Ser casado es fiero

    Estar lejos no es desaparecer

    No sabés el frío

    Matemática

    Pensaba que no había un paisaje pero

    La siesta

    Llegará

    Por dónde saltar

    Las dos juntas

    Borracha bailás mejor

    Qué difícil ese rubio

    Una mujer que se crio en un coso de monjas

    En el fondo de mi casa hay un necesero

    Fiorito

    Hoy en la escuela vi algo muy

    Ahujero

    Línea recta infinita

    Rima

    Ojalá siempre seas mi amiga

    Piel de conejo

    ¿Serán los años?

    Moyano agarrámela con la mano

    Decime qué se siente. Se siente hermoso

    Estás?

    Las cosas que sirven para nada

    Para que esté contenta

    Merecer, merecer

    Todo termina detrás de las casas

    Apoyate en mí todo lo que necesites

    Después de muchos años en la misma casa

    Dios me dio un balcón y yo lo cuido

    Un poema de amor o el origen de la vida

    Ya no pesan los loros sobre los cables

    Para el Tata (es para él)

    Botafogo

    Que te apasiones por mí

    Voce sabe porque deus fez o mundo em 7 dias?

    Boas noites hablan los letreros de los colectivos

    Marina tengo saudade de você

    Haragana

    Mientras vos estás encima viendo el partido

    Ela ta aquí chorando

    Podría quedarme

    Al final se me dio y amanecí negra

    Encendieron bengalas para iluminar el terreno

    Seremos amigas para siempre

    Sobre la autora

    Créditos

    Palabras a esta edición

    Marie Gouiric

    Un momento de silencio en los pasillos de la escuela. Maite de 2° A. El nombre de mi novia. Cuando la mujer que me crió lo pronuncia para preguntar por ella. Los morrones que cosechó de su patio. El guiso en el que cociné dos de ellos, uno verde y uno amarillo. Las palabras unidas entre sí, como eslabones de una cadenita de plata, cortadas en verso libre, que escribió Amanda en su teléfono y me las mostró. Los kilómetros que me separan del lugar donde nací y los que atravesé en el auto de un extraño, con mi perra en la falda, para sentarme en la mesa de mi padre, contarle: Traje mi propia yerba. Adela. Nani. René. La poesía no está en todos lados, pero como todo buen maestro, cuando siente el llamado de un alumno, aparece. Es la existencia en su estado de invención más vital y genuino. Es una pregunta y cada escrito será su posible respuesta. Si quien elabora la respuesta es de corazón grande, esta será una que genere nuevas preguntas. Nunca se cerrará ni te dejará sola. En esta tierra hay tantas poesías hacederas que definirlas sería injusto, las subestimarías. Acaso alguien pregunta: ¿Qué es el agua? ¿Qué es el pan? ¿Qué es el vino? No hay mayor acto de supervivencia que el dominio de escribirse.

    De un egoísmo salvador, mi plan es hacerlo. Para hablar de mí la única manera es hablar de otros. Escribo cuando no duermo a razón de la tristeza, quien se presenta con su inteligencia para decirme: Abre los ojos. Cuando pierdo ante el torbellino de la necesidad y el tiempo. También en situaciones sencillas: andar en bicicleta, cortar una flor para regalo, contemplar una oferta o cuidar un recreo en la escuela: yo soy primeramente una maestra. La escritura es la única justicia que tengo para amar al mundo, mi amante más fiel y más violento. Escribo bajo la sorpresa de la lengua y de la maldad.

    Sirve leer para tener pensamientos al ritmo de la escritura. Imprimirle ritmo al habla con el cuerpo. Imaginar que fabricás música. También ayuda mirar paisajes, fotos y documentales. Escuchar el sonido del motor de un tren para atraer recuerdos. La memoria usada hacia atrás y hacia adelante. Cuidar plantas y reproducirlas. Nadar. Correr, levantar peso y estirarse hasta descubrir una mente aliada para la creación.

    Escucho a las infancias para aprender su lengua que todavía no ha sido domada por la corrección y camina sobre alfombras bajo la verdad del error. Les robo y les copio con alegría. Amanezco de madrugada si es que directamente no duermo. Las horas de la tarde se vuelven muertas, quien sepa aprovecharlas enseñe cómo. Será que la literatura gusta de salir por la noche. Estar enamorada también ayuda. Esto me ha mejorado como poeta pero aún más como persona.

    Dejo descansar. El texto es un material vivo, al igual que la masa con levadura que hace en soledad su milagro de elevarse. La tarea de un poeta es conducirla sin ceñirla a su propia estatura. Es una arcilla dejada sobre la mesa al terminar el día, para volver a la mañana y comprobar que se secó y se quebró donde precisaba hacerlo. Es bien escuchar su naturaleza. Ejercer el esfuerzo de la escucha es lo más urgente de esta época. Aprender a escribir es más fácil que aprender a leerse.

    Trabajo con lo que escribí para decir algo pero ahora dice por sí mismo. En su autonomía nunca pierde. A esta sabiduría le pido ayuda y compañía. Escribí conmigo, le digo. Enhorabuena por los textos dejados a descansar. ¿Quién no descansa con ellos? Las paredes de la casa donde vivíamos con mi familia se partían y mi padre me enseñaba que era el material sobre los cimientos que todavía fraguaba. Nada corrijo, la palabra corrección nos aniquiló la ternura y prefiero no usarla. ¿Quién es merecedor de corregir algo?

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1