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El Gigante Chiquito
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Libro electrónico77 páginas3 horas

El Gigante Chiquito

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Un acontecimiento extraordinario que vivencio una familia de clase media, ahora se convierte en historia, gracias a la valentía de su madre, quien decidió compartir su aventura y hacer un libro de hechos que muchas veces no somos capaces de entender ni explicar. Aquí podemos ver como la vida va en sincronía y todo fluye cuando se tiene fe en salir adelante. El héroe de la historia es Kevin, su hijo, que en ese entonces tenía 12 años, al mismo que se le presento un problema de salud, que se da en uno de cada cien mil personas aproximadamente. Fue operado de la columna vertebral en tres ocasiones. Fueron muchas las vicisitudes que tuvieron que atravesar sus padres por las consecuencias de dichas intervenciones quirúrgicas. Lección que no llegara a todos los que estemos dispuestos a entender este mensaje de fe y fortaleza.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento7 ago 2019
ISBN9781643341118
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    El Gigante Chiquito - Toñy Sanchez

    PRIMERA PARTE

    A veces suceden eventos en nuestras vidas,

    que nos hacen cuestionar en ese momento,

    pero con el paso del tiempo nos damos cuenta

    de que todo tiene una sincronía y una razón de ser.

    Toñy Sánchez

    "La ley de la flotación no fue descubierta

    observando cómo las cosas se hundían,

    sino contemplándolas flotar de manera natural,

    y luego asando la inteligencia para cuestionarse

    la razón por la cual esto sucedía"

    Thomas Troward

    Capítulo 1

    Todo empezó un feriado de noviembre del 2009, cuando la familia conformada por José e Irina, y sus tres hijos, decidieron salir a pasear. Fueron a una hostería que tenía piscina, sauna, turco e hidromasaje, muy cerca de la ciudad. No era lujosa, ni mucho menos, pero agradable para pasar el día. Estuvieron ahí divirtiéndose y nadando un buen rato, después de comer algo decidieron regresar a casa. Dos días después fue el inicio de esta historia.

    Llegó Kevin del colegio con dolor de piernas, decía que era muy fuerte, en ese entonces estaba cursando el octavo año. Pasaron varios minutos y el dolor no disminuía, fue entonces que sus padres decidieron llevarlo al pediatra. Kevin tenía doce años.

    Aquella tarde, el niño aún con su uniforme de deportes llegó al pediatra, el mismo que, después de revisarlo y hacerle algunas preguntas, dijo:

    —Si hizo ejercicios físicos, cama elástica, no creo que sea nada alarmante; sin embargo, le enviaré a realizar algunos exámenes.

    Estas palabras las pronunció el doctor viendo la cara de preocupación que tenía su madre.

    ¿Qué paso? Nunca había sucedido algo así, ninguno de sus hijos antes se quejó de dolores tan fuertes.

    Dariel de trece años, Kevin y Emy de tres años. Una familia que, en cuanto a problemas de salud, lo más grande que había sucedido fue una operación de hernia a Dariel cuando tenía un mes de nacido. ¿Qué pasó ahora?

    Ese mismo día procedieron a tomar una muestra de sangre, para los respectivos exámenes, además le realizaron una radiografía. Al siguiente día el médico pediatra les comunicó que todo había salido normal, no había porque preocuparse, de todas maneras, decidió remitir al niño a otro doctor, un colega suyo; un fisiatra.

    Después de dos días lo llevaron donde el galeno, ya que continuaban los dolores en las piernas, y más aún en las noches.

    Cuando llegaron donde el fisiatra, este le revisó y se dio cuenta que Kevin no podía llevar a efecto un ejercicio de estiramiento de tocarse con las manos las puntas de los pies. Irina se quedó pensando: ¿El niño siempre fue así, y no se percató? ¿O algo está ocasionando esto?

    El médico sugirió efectuarle terapias con electrodos, tres veces por semana: y así lo hicieron. Llevaban al niño por las tardes y estas terapias calmaban el dolor de piernas durante las sesiones y hasta unas horas después, sin embargo, después de dos semanas no había mejoría, al contrario, cada vez los dolores se intensificaban, los que describía el niño como piquetes y corrientazos.

    Sus padres decidieron dejar de llevar al niño a aquel fisiatra. La vida familiar empezó a cambiar notablemente, aunque José e Irina trataron de tomarlo con calma, pero la angustia de no saber qué provocaba estos síntomas, y de no tener un diagnóstico, los consumía.

    Por esos días una prima de Irina le llamó para invitarle al cumpleaños que le iban a celebrar en casa de su hermana, y que podían quedarse a dormir ahí mismo; iba a ser una gran fiesta, ya que le celebraban sus cincuenta años. Decidieron ir para disiparse un rato y disfrutar junto con la familia de Irina. En la fiesta la pasaron muy bien: bailaron, comieron, rieron, compartieron con la familia amenamente; mientras, sus hijos estaban reunidos con otros niños jugando. Avanzada 1a noche llegó Kevin donde sus padres con carita triste, estaban empezando a dolerle las piernas. Cuando ya se retiraron a una habitación que les ofrecieron muy amablemente para que descansen, el niño tuvo unos dolores terribles. Nuevamente la angustia, sin saber qué hacer en una casa ajena y a esas horas de la madrugada, afortunadamente la habitación contaba con un baño, en donde José le dijo a su hijo, que se metiera a la ducha, para ver si con el agua caliente calmaba aquellos síntomas. Esto alivió un poco, sumado a los masajes que le dieron se fue durmiendo, y así pudieron descansar hasta casi al amanecer. Cuando se levantaron, después de desayunar agradecieron la invitación y se marcharon. Su tía, primas y toda la familia, se quedaron con aflicción por los momentos difíciles que estaban atravesando con Kevin.

    Alguien les había comentado que los dolores de piernas también eran provocados por el crecimiento o desarrollo. Les habían sugerido que llevaran al niño a un deportologo y que en el Ministerio del Deporte había el departamento médico, donde le podían ayudar. Trasladaron al niño a aquel sitio, el médico lo revisó, no encontró nada en especial, les comunicó que aquellos dolores podrían ser ocasionados por el desarrollo del adolescente, y que esto se

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