¿SANANDO ENFERMEDADES POR LA FE?
“Sana, sana, culito de rana; si no sana hoy, sanará mañana”. Es el breve cántico que algunos, siendo pequeños, hemos escuchado de nuestras abuelas cuando, como consecuencia de alguna caída, nos dábamos algún golpe o nos hacíamos alguna pequeña herida. Probablemente la oración sea uno de los ensalmos terapéuticos más antiguos y que ha continuado utilizándose en la actualidad. Desde los chamanes de Latinoamérica hasta los curanderos de la vieja Europa, la entonación de una letanía es un elemento transcultural que acompaña a su sesión, pretendidamente sanadora.
Esta práctica tiene que ver con la visión que, desde antiguo, se ha tenido de la enfermedad. Tal y como advierte (1872-1970), padre de la filosofía analítica que contempla con escepticismo cualquier afirmación metafísica, en (1935): “El estudio científico del cuerpo humano y sus enfermedades ha tenido que afrontar –y en cierto sentido lo hace aún hoy– una masa de superstición (…). La enfermedad era contemplada como una visita divina en castigo del pecado, pero más a menudo, obra de demonios. Se podía curar por la intervención de los santos, ya en persona o a través de sus reliquias; por oraciones y peregrinajes; o, cuando se debía a los