EL ANILLO DE AGUJAS QUE RODEÓ LA TIERRA
os comienzos de carrera espacial entre EE UU y la URSS a mediados del siglo pasado están repletos de iniciativas ambiciosas, deslumbrantes, pero también alocadas. Determinados proyectos descabellados, como hacer detonaciones nucleares en la Luna, afortunadamente o consistente en crear una ionosfera artificial que recubriera parte de la atmósfera terrestre para mejorar las comunicaciones militares estadounidenses. Hasta ese momento, las comunicaciones internacionales dependían en buena medida de los cables submarinos, por lo que se trataba de un elemento que podía ser objeto de sabotaje por parte de un país enemigo. Sumidos en plena Guerra Fría, EE UU no quería ponérselo tan fácil a la URSS, así que le quedaba la segunda opción a la hora de transmitir mensajes de larga distancia: hacerlos rebotar en la ionosfera.
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