Feminismo de alto riesgo en Colombia: Movilización de mujeres en contextos violentos
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Feminismo de alto riesgo en Colombia - Julia Margaret Zulver
Feminismo de alto riesgo en Colombia
Para citar este libro: http://dx.doi.org/10.30778/2022.27
Feminismo de alto riesgo en Colombia
Movilización de mujeres en contextos violentos
Julia Margaret Zulver
Traducido por
Laura Muñoz Bonilla y Tiziana Laudato
Universidad de los Andes
Friedrich Ebert Stiftung en Colombia
Nombre: Zulver, Julia, 1990-, autora. | Muñoz Bonilla, Laura, traductora. | Laudato, Tiziana, traductora.
Título: Feminismo de alto riesgo en Colombia : movilización de mujeres en contextos violentos / Julia Margaret Zulver ; traducido por Laura Muñoz Bonilla y Tiziana Laudato.
Descripción: Bogotá : Universidad de los Andes, Ediciones Uniandes, 2022.
Identificadores: ISBN 9789587983029 (rústica) | 9789587983012 (electrónico)
Materias: Feminismo – Colombia | Movimientos sociales – Colombia | Mujeres – Condiciones sociales – Colombia
Primera edición: agosto del 2022
© Universidad de los Andes,
Facultad de Ciencias Sociales
© Friedrich Ebert Stiftung en Colombia (Fescol)
© Julia Margaret Zulver
© Laura Muñoz Bonilla y Tiziana Laudato, por la traducción
Ediciones Uniandes
Carrera 1.a n.° 18A-12, bloque Tm
Bogotá, D. C., Colombia
Teléfono: 601 339 4949, ext. 2133
http://ediciones.uniandes.edu.co
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Friedrich Ebert Stiftung en Colombia
Calle 71 n.° 11-90
Bogotá, D. C., Colombia
Teléfono: 601 347 3077
https://colombia.fes.de
ISBN: 978-958-798-302-9
ISBN e-book: 978-958-798-301-2
DOI: http://dx.doi.org/10.30778/2022.27
Corrección de estilo: Ruth Romero Vaca
Diagramación interior: Nancy Cortés
Diseño de cubierta: Ossman Darío Aldana
Imagen de cubierta: Fotografía de Nicolás Bojacá
Miranda. Mural pintado por el artista Guache.
Conversión ePub: Lápiz Blanco S.A.S.
Hecho en Colombia
Made in Colombia
Universidad de los Andes | Vigilada Mineducación.
Reconocimiento como universidad: Decreto 1297 del 30 de mayo de 1964.
Reconocimiento de personería jurídica: Resolución 28 del 23 de febrero de 1949, Minjusticia.
Acreditación institucional de alta calidad, 10 años: Resolución 582 del 9 de enero del 2015, Mineducación.
Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida ni en su todo ni en sus partes, ni registrada en o transmitida por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electro-óptico, por fotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo por escrito de la editorial.
Arrancaron nuestros frutos, cortaron
nuestras ramas, quemaron nuestro tronco,
pero no pudieron matar nuestras raíces.
Alianza Tejedoras de Vida del Putumayo,
mural en Villagarzón (Putumayo)
Una reacción anormal a una situación
anormal es una conducta normal.
Viktor Frankl, 1959
Contenido
Lista de recursos gráficos
Lista de abreviaturas
Agradecimientos
Arte de la portada
Introducción: feminismo de alto riesgo en Colombia
El argumento
Perspectivas existentes sobre la acción colectiva de alto riesgo
Perspectivas existentes sobre la movilización de mujeres durante situaciones de conflicto
Feminismo de alto riesgo
Qué hay en un nombre: feminismo y movilización
Diseño de la investigación
Esquema de los capítulos
1Por qué las mujeres se movilizan en contextos de alto riesgo
Introducción
Dar una perspectiva de género a la acción colectiva de alto riesgo
Definición de alto riesgo
Barrio y contexto social
Liderazgo carismático
Construcción del vínculo carismático: emplear la teoría prospectiva para estimular la acción
Beneficios no materiales: pertenencia y significado
Éxito de las ganancias progresivas
Conclusión
2El marco del feminismo de alto riesgo
Introducción
Crear consciencia genera identidad colectiva
Construcción de capital social
Las estrategias de enmarcamiento legal agregan valor a la identidad colectiva
Certificación como acción contenciosa
Conclusión: articular el porqué y el cómo del feminismo de alto riesgo
3La Liga de Mujeres Desplazadas: crear un lugar de resistencia feminista en una zona de conflicto
Introducción
Particularidades del estudio de caso y metodología
Liga de Mujeres Desplazadas: narrar experiencias de terror y resistencia
Violencia continua en Turbaco: continúa el dominio de pérdidas
Discusión
Conclusión
4Afromupaz: feminismo interseccional de alto riesgo en cuerpo y cara de mujer
Introducción
Particularidades del estudio de caso y metodología
Afromupaz: narrar experiencias de terror y resistencia
Beneficios materiales y no materiales de la acción colectiva
Éxito de las ganancias progresivas
Discusión
Movilización exitosa: feminismo de alto riesgo como precursor de cambio
5La Soledad: cuando las mujeres no se movilizan
Introducción
Seleccionar un caso negativo
Un dominio de pérdidas similar: La Soledad en perspectiva comparativa
Desplazamiento y llegada a La Soledad
Explicar la inacción: ¿por qué estas mujeres no participan en movilización feminista de alto riesgo?
Conclusión: relevancia de la movilización feminista de alto riesgo; ¿por qué algunas mujeres se movilizan y otras no?
Conclusión: por qué es importante entender las movilizaciones comunitarias de mujeres
El feminismo de alto riesgo con el paso del tiempo
Qué podemos aprender del feminismo de alto riesgo
Justicia de género desde la base comunitaria hacia arriba
Observaciones finales
Referencias
Lista de recursos gráficos
Fotografías
Fotografía 1. Mural pintado por la Alianza de Mujeres Tejedoras de Vida del Putumayo a la salida de un cementerio en San Miguel (Putumayo)
Fotografía 2. Placa en la Ciudad de las Mujeres
Fotografía 3. Una manzana en la Ciudad de las Mujeres
Fotografía 4. Una miembro de la Liga vende comida en un puesto informal en la Ciudad de las Mujeres
Fotografía 5. Colcha que cuelga en la sala principal de reuniones de la casa de Afromupaz
Fotografía 6. Mujeres en Usme, incluyendo algunas miembros de Afromupaz, preparan un sancocho durante una actividad comunitaria de pintura mural
Fotografía 7. Panfleto entregado a Estefanía por un grupo criminal
Fotografía 8. La casa improvisada en la que vivían Estefanía y sus hijos en La Soledad antes de ser desplazados violentamente a Medellín
Fotografía 9. Mujeres usando pañuelos blancos en el evento Un Millón de Mujeres por la Paz, en Barranquilla, poco antes del plebiscito del 2016
Fotografía 10. Mural de la Alianza en La Dorada (Putumayo) en homenaje a María Quintero Gualpaz, asesinada por paramilitares en 2001
Fotografía 11. Una campaña de arte callejero en Bogotá, en enero del 2020
Mapa
Mapa 1. Mapa de Colombia
Abreviaturas
Agradecimientos
DE MANERA INESPERADA, llevo casi siete años viviendo, trabajando y viajando por Colombia. Este libro es el producto de años de apoyo continuo, amistad y camaradería desarrollados en este hermoso país andino. Solo fue posible gracias a la generosidad intelectual y disposición de las personas de compartir conmigo: su tiempo, sus hogares, sus historias, sus perspectivas y sus recuerdos.
La línea divisoria entre las conexiones profesionales y las personales a veces se desvanece. Lo mismo ha ocurrido con mi investigación en Colombia. La razón por la que pude llegar a algunos de los rincones más recónditos del país fue por la generosidad de personas como A., A., J., Y., D., S., D., J., A., J., y, particularmente, M. En nuestros múltiples viajes en auto, taxi y autobús, me explicaron cómo funciona Colombia en la práctica. Escucharon mis preguntas y me ayudaron pacientemente a formular unas mejores. Aunque me entristece no poder reconocer a estas personas como se lo merecen, no incluyo sus nombres completos porque su compromiso con hacer de este país un lugar más pacífico significa que enfrentan riesgos continuos de violencia a medida que avanzan en su lucha.
Leigh Payne supervisó mis tesis de posgrado de MPhil y DPhil, y ahora es mentora de la investigación que estoy realizando como parte de mi Early Career Research Fellowship. A pesar de nuestra larga relación, aún tengo más que aprender de ella. A lo largo de los años, me ha guiado y ayudado a identificar los acertijos que vale la pena resolver. Me ha prestado sus libros, su cuarto de huéspedes y su sabiduría. Una de las cosas más preciadas que se ha desarrollado con el paso de los años es nuestra amistad, que sin duda perdurará muchos años.
Durante mi tiempo en Oxford, he tenido la fortuna de cultivar amistades estrechas y duraderas. Estos amigos me han escuchado presentar investigaciones, han leído mis borradores, me han motivado personal y académicamente. Agradezco a Jonas von Hoffmann, quien leyó múltiples capítulos teóricos, y a Simón Escoffier, quien se sentó conmigo en el Royal Oak para discutir a fondo los detalles más intricados de la teoría de los movimientos sociales. Le debo un agradecimiento especial a Francesca Lessa, quien, al incentivarme a convertir mi tesis en un libro durante la cuarentena, sin saberlo, se convirtió en mi mentora en todo lo relacionado con publicaciones, por no mencionar todo lo relacionado con la Comisión Europea. A Anna O’Kelly, por decirme cuándo es hora de un Power 10, y a Graeme Thompson, por alimentarnos a Anna y a mí durante todo un semestre académico. A 3CW: Rafa Gude, Diego Scardone, Marcos Todeschini, Alejandro Espinosa, Pauline Ravillard y Nicolás Robinson Andrade. A Maryhen Jiménez, Nancy Tapias, Laura Bernal, Juan Masullo, Carl Drott, Clara Voyvodic, Marcel Dirsus, Dáire McGill, Annette Idler y Felipe Roa. Gracias además a aquellos profesores y colegas que me ofrecieron sus perspectivas sobre borradores tempranos de mi tesis doctoral, los artículos y textos que se desprendieron de ella y este libro: David Kirk, David Doyle, Federico Varese, Diego Sánchez Ancochea, Julieta Lemaitre, Mara Loveman, Caroline Moser, Maxine Molyneux, Erin Baines, Andrew Woolford, Alex Hinton, Brooke Ackerly, Elisabeth Friedman, Nathalie Lebon, Janet Conway, Juan Masullo, Jana Krause, Emily Paddon Rhoads, Jennifer Welsh y una gran cantidad de revisores anónimos y editores.
Luego están aquellos colegas que evaden la localización geográfica: nos mantenemos en contacto mediante llamadas de Zoom, mensajes directos de Twitter y mensajes de audio de WhatsApp. Destinamos tiempo para vernos en conferencias internacionales, eventos universitarios o en nuestro restaurante italiano favorito en Chapinero. Aunque nuestros encuentros suelen ser fugaces —antes de un vuelo o entre paneles— las conexiones con ellos son igual de importantes para mí. Por inspirarme a convertirme en una académica más reflexiva, agradezco a Gwen Burnyeat, Sanne Weber, Tatiana Sánchez, Adriana Rudling, Marie Berry, Adam Baird y Devin Finn. Gracias, Hilary Matfess, por rescatarme de espirales de último minuto. Y a Roxani Krystalli, quien me regaló una pregunta orientadora siempre vigente: ¿Quién quieres que te tome en serio?
Durante mucho tiempo he tratado de determinar cómo convertir las ideas en práctica, y las creencias en acciones. Nunca hubiera imaginado que una reunión durante una conferencia en el 2014 terminaría transformándose en una conexión que ha enriquecido mi carrera de manera tan profunda. Trabajar con Tara Cookson, Lorena Fuentes y Alex Berryhill en Ladysmith me ha desafiado, inspirado y brindado apoyo de manera inconmensurable. Espero, al publicar este libro, estar contribuyendo a nuestro objetivo compartido de crear un mundo más justo y bondadoso.
Lizzie y el resto de la familia Dorrell me adoptaron, me han preparado incontables gin tonics y me han dejado claro que con ellos tengo un hogar; los plácidos descansos de verano que les he impuesto constituyen algunos de mis recuerdos más felices. Joshua y David han sido parte de mi vida desde que tengo memoria, y sus puertas siempre han estado abiertas cuando he necesitado un respiro. En Colombia, mi vida se enriqueció para siempre gracias a amigos como Julia Symmes Cobb, Steven Grattan, Tom Newton, Dylan Baddour, Pu Huang, Anastasia Moloney, Luis Castillo, Antonia Eklund, Marc Robinson, Megan Janetsky, Cady Voge, Paola Sabogal, Shauna Gillooly, Juan Sebastián Perdomo, Mónica Arango y Jorge Delgado. Retomando los límites difusos entre colegas y amigos, agradezco a Kiran Stallone, con quien comparto aventuras, y a Samuel Ritholtz, con quien comparto un flujo de llamadas telefónicas de consciencia. En Canadá, cuento con motivación ilimitada proveniente de mi familia real, Margaret y Peter, Cath y Dave, y con la de quienes bien podrían ser mi familia, Elizabeth, Laura, Bronwyn y sus padres.
La investigación lenta lleva tiempo. Me siento agradecida por haber recibido financiación de la Commonwealth Scholarship Commission y del Social Sciences and Humanities Research Council of Canada a lo largo de mi dphil. Financiación adicional de St Antony’s College y del Banco Santander también ha apoyado mi extensivo trabajo de campo a lo largo de los años. He tenido la fortuna de recibir apoyo para asistir a conferencias por parte de la Latin American Studies Association, la Society for Latin American Studies, el International Feminist Journal of Politics, la Europaeum, el John Fell Fund, el Malcolm Deas Fund y el Latin American Centre de la Universidad de Oxford. Agradezco también a mis colegas de la Universidad del Rosario; el Instituto Pensar, de la Pontificia Universidad Javeriana; el Instituto Chileno de Estudios Municipales, de la Universidad Autónoma de Chile; el Latin American Centre en Oxford; la Universidad McGill; el Geneva Graduate Institute; la Pontifícia Universidade Católica de São Paulo, y la Universidad de Manitoba, por facilitarme oportunidades para presentar mi investigación y beneficiarme de los comentarios y críticas de mis pares.
Gracias a Josefina Marambio Márquez, Julián Cortés Cabrera, Natalia Ceballos, Ossman Aldana y a todo el equipo de Ediciones Uniandes, por facilitar la publicación de la edición en español de este libro. También agradezco a Angelika Rettberg y al Departamento de Ciencia Política de la Universidad de los Andes, por recibirme como investigadora visitante y por facilitar las conexiones que me permitieron hacer realidad la versión en español de este libro. Por financiar la traducción al español, gracias a Kristina Birke, Alejandra Trujillo y a la Fundación Friedrich Ebert Stiftung en Colombia (Fescol). Por traducir cuidadosamente mis palabras e ideas al español, gracias a Laura Muñoz Bonilla y a Tiziana Laudato; por apoyar con los últimos detalles de algunos términos, gracias a Lina Céspedes. Por la versión en inglés, gracias a Rutgers University Press y a los revisores anónimos, que facilitaron el desarrollo de este manuscrito, y especialmente a Kim Guinta, por su apoyo editorial.
De alguna manera, me las arreglé para convencer a mi mamá durante una década de pasar sus vacaciones en mis lugares de estudio: ha soportado tomar minibuses por las sinuosas carreteras de las montañas guatemaltecas, ha comido pupusas cuestionables en pueblos playeros de El Salvador y ha pasado horas sentada en reuniones comunitarias, en español y en salas sin aire acondicionado, en la Costa Caribe colombiana. Sin embargo, en lugar de quejarse, su profundo sentido de curiosidad siempre ha brillado. Me ha mostrado que la empatía y la bondad trascienden cualquier barrera del idioma y son los pilares de cualquier trabajo que valga la pena realizar.
Catherine siempre me mantiene con los pies en la tierra y me recuerda que, cuando se trata de ser doctora, soy el equivalente a Ross en Friends. Dejando las bromas de lado, durante mucho tiempo he admirado su visión equilibrada de que podemos —y debemos— dedicarnos a aquellos proyectos que nos apasionan más, los que nos hacen más humanos.
Aunque mis recuerdos de mi padre ya son limitados, estoy segura de dos cosas: le encantaban las aventuras y podía encontrar cómo relacionarse con cualquier persona. Si estos son los dos rasgos suyos que tuve la suerte de heredar, me considero eternamente afortunada.
Mientras termino de escribir estas palabras, y por recomendación de una querida amiga, estoy leyendo Feminism, interrupted, de Lola Olufemi. Las siguientes palabras me llamaron la atención:
La solidaridad rechaza una cosmovisión estrecha, y nos invita a vincular nuestras visiones del futuro con las de los demás. Sembramos la idea de que el feminismo tiene un punto de origen continental; reconocer al otro en su lucha es decir te veo, entiendo que tienes agencia y, como no puedo estar de pie a tu lado, deseo apoyarte desde donde estoy. La solidaridad, en un contexto internacionalista, requiere de una práctica política emergente. Esto implica la capacidad de permanecer flexibles en nuestras respuestas y soluciones; escuchar a quienes están en el campo y redistribuir los recursos. (Olufemi, 2020, p. 137)
El feminismo de alto riesgo se trata de solidaridad a través de la lucha. Las verdaderas protagonistas de este proyecto son las mujeres que han trabajado durante un largo tiempo para hacer de Colombia una sociedad más justa y equitativa: la Liga, Afromupaz, las mujeres de La Soledad, la FMW y la Alianza. Soy plenamente consciente de que su dedicación, energía y franqueza emocional es lo que le ha dado forma, claridad y color a este trabajo. Espero que este proyecto de alguna manera comience a compensar su generosidad, arrojando una luz sobre su lucha continua y diciéndoles: Te veo [y] deseo apoyarte desde donde estoy
.
Arte de la portada
QUIERO AGRADECER ESPECIALMENTE al artista Guache, quien generosamente me permitió usar esta fotografía de su arte como portada del libro.
Mapa 1. Mapa de Colombia
Fuente: elaborado por Francy Bolaños Trochez.
Introducción
Feminismo de alto riesgo en Colombia
ANYELA Y YO íbamos en un bus, viajando de Turbaco a Barranquilla, cuando decidió compartir su historia conmigo. Nos habíamos conocido unos meses antes, cuando llegué a Colombia, y, aunque habíamos pasado bastante tiempo juntas, nunca se había abierto conmigo sobre su pasado. Originalmente de Magdalena, ella y su esposo fueron desplazados desde el campo hacia un centro urbano después de que los paramilitares asesinaron a sus familiares. En la ciudad mataron a su esposo, y ella debió mudarse a El Pozón —un barrio pobre cerca de Cartagena— con sus hijos. Fue allí donde se unió a la Liga de Mujeres Desplazadas (LMD, en adelante, la Liga) y se mudó a la Ciudad de las Mujeres. Su segundo esposo fue asesinado en la puerta de la casa cuando su hijo menor tenía seis meses. Me contó sobre los primeros días de la Ciudad, cuando las mujeres continuaban siendo amenazadas por los grupos armados. Sus palabras fueron claras: A pesar de tanto dolor, tantas violaciones, tanto daño, la voz de nosotras las mujeres siempre ha sobrevivido
.
Nos habíamos levantado temprano e íbamos camino a una manifestación, en la que mujeres de toda la Costa Caribe se reunirían para expresar su apoyo a los acuerdos de paz negociados entre el Gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP). Era un momento de expectativa, lleno de símbolos de esperanza: las mujeres vestían de blanco, había imágenes de palomas de paz y camisetas con mensajes coloridos que decían Sí
¹. Anyela me dijo que había estado reflexionando sobre lo que significaba para ella ese día: Detrás de cada sonrisa hay una historia
.
Fotografía 1. Mural pintado por la Alianza de Mujeres Tejedoras de Vida del Putumayo a la salida de un cementerio en San Miguel (Putumayo).
Fuente: fotografía de la autora.
Años después, al otro lado del país, Sandra y yo estábamos sentadas en la oficina de un funcionario del Gobierno local en el sur del Putumayo, cerca de la frontera con Ecuador. El vaivén del ventilador del escritorio generaba un ruido de fondo que a veces me dificultaba escucharla, en particular cuando bajaba la voz para hablar sobre recuerdos del pasado. Le pregunté si podía contarme un poco sobre cómo se había unido a la Alianza de Mujeres Tejedoras de Vida del Putumayo (en adelante, la Alianza). Se sumergió en una historia que involucraba secuestro y abuso sexual en su juventud. Fue esta experiencia la que en últimas la llevó a unirse a la Alianza, donde finalmente pudo hablar con otras mujeres sobre su experiencia y encontrar solidaridad al unirse al grupo. Para ella, los traumas del pasado eran parte intrínseca de la razón por la cual se unió a la Alianza.
Ser miembro de esta organización es peligroso para Sandra hoy en día. Me contó que, tan solo unos meses antes, hombres armados habían entrado a su casa y le habían dicho que, si no ponía fin a su trabajo comunitario y se unía a ellos, la matarían a ella y a sus hijas. Si bien nuestra conversación estaba enfocada en la resistencia y resiliencia, estaba claro que era una época tensa. Cuando salimos del edificio, su guardaespaldas, asignado por el Gobierno, nos acompañó mientras caminamos hacia un pequeño restaurante ubicado en la esquina de la plaza central del pueblo. La siguiente ocasión que me encontré con Sandra, en el 2019, ya no estaba en el sur, las amenazas se habían vuelto demasiado fuertes y se había visto obligada a desplazarse a la capital departamental.
Las historias de Anyela y Sandra son trágicas y dolorosas. Sin embargo, en últimas, son historias de resistencia. Lamentablemente, las historias de mujeres que sobreviven a violencia destructora y devastadora son comunes en Colombia. El país no es ajeno al conflicto. Hasta hace poco tiempo, se encontraba oficialmente envuelto en la guerra más larga del hemisferio occidental. Para la fecha en la que escribí esto, la Unidad para la Atención y la Reparación Integral a las Víctimas (en adelante, la Unidad para las Víctimas) había registrado oficialmente casi 4,5 millones de mujeres víctimas del conflicto (Unidad para la Atención y la Reparación Integral a las Víctimas, 2020).
Es bien sabido que las mujeres sufrieron de maneras diferentes durante las décadas del conflicto armado; a menudo eran el blanco específico de la violencia, incluyendo, entre otras, violencia sexual (Centro Nacional de Memoria Histórica [CNMH], 2017; Meertens, 2001, 2012). Como señala el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), las mujeres y las niñas, deshumanizadas, desposeídas de su propio cuerpo, eran convertidas en territorios por colonizar por masculinidades todopoderosas que se declaraban vencedoras por medio de la brutalidad
(2011, p. 26). Esto concuerda con las apreciaciones de Cynthia Cockburn (2004) sobre el continuum de género de la violencia, mediante el cual hombres y mujeres mueren muertes diferentes y son torturados y abusados de maneras diferentes en las guerras, tanto debido a las diferencias físicas entre los sexos como a los diferentes significados atribuidos culturalmente al cuerpo masculino y femenino
(pp. 35 y 36)².
En el 2016, el Gobierno de Colombia firmó un acuerdo de paz con las FARC-EP, que puso fin al conflicto de 52 años con este grupo rebelde de izquierda. Se suponía que esto marcaría el comienzo de una era de paz; el acuerdo de paz en sí se ha anunciado como el más incluyente del mundo en términos de género (Meger y Sachseder, 2020).
Sin embargo, la investigación presentada en los siguientes capítulos no se circunscribe al fin oficial del conflicto interno con las FARC-EP. Si bien el año 2016 representó una coyuntura crucial para la historia colombiana, en realidad no ha puesto fin al conflicto violento, como lo ilustra la historia de Sandra y de tantas otras mujeres. Aunque el momento inmediato tras el acuerdo supuso una suspensión temporal de las hostilidades (Tate, 2017), en muchas partes del país esta tranquilidad ha expirado (Maher y Thomson, 2018; Meger y Sachseder, 2020; Rettberg, 2019). En efecto, la violencia continúa entre otros grupos armados, los narcotraficantes, las fuerzas armadas y los sucesores de los paramilitares. Los líderes sociales están siendo asesinados en cifras alarmantes (Castro et al., 2020; Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz [Indepaz], 2019; Prem et al., 2018), el feminicidio se está incrementando en todo el país (Alianza Tejedoras de Vida del Putumayo, 2019; Defensoría del Pueblo rechazó casos de feminicidios en el Putumayo
, 2019; Parkin Daniels, 2021) y mujeres políticas recibieron amenazas y fueron asesinadas, por su género, durante las elecciones departamentales y municipales de octubre del 2019 (Zulver, 2019a).
En un giro perverso del destino, algunas de las mismas mujeres —a menudo víctimas³— que apoyaron la paz ahora están siendo blanco de grupos armados por haberse empoderado (Arredondo, 2019). Como me dijo otra mujer en Putumayo: Las mujeres estamos siendo atacadas […] porque tenemos fuerza, y esa es la mayor amenaza que planteamos. No quieren líderes; quieren un control social completo
(Zulver, 2019b; véase también Zulver, 2021).
La historia de este libro comienza en el pasado, recordando sucesos de acción colectiva de alto riesgo de mujeres en Turbaco y Usme, después de que algunas mujeres escaparon a la incursión armada de los paramilitares en Montes de María y la Costa Pacífica a finales de la década de 1990 y comienzos de la del 2000. Luego pasa a un momento de calma relativa —el momento en el que inicié mi investigación—, cuando muchas organizaciones de mujeres a nivel comunitario y nacional estaban promoviendo la agenda de paz (véase Paarlberg-Kvam, 2019). Para la conclusión, sin embargo, nos encontramos en otro momento de incertidumbre: la violencia está retornando a los territorios donde ha tenido presencia histórica, y en algunos casos está dirigida directamente hacia las mujeres que se empoderaron y ahora están empoderando a otras mujeres para exigir justicia de género. Algo importante, sin embargo, es que las mujeres continúan movilizándose.
Frente al alto riesgo que implica la violencia ubicua, tanto durante momentos de conflicto como de posconflicto, algunos podrían asumir que las mujeres se adentran en el dominio privado del hogar para buscar protección y seguridad. Así mismo, podríamos predecir que, como función del miedo a la violencia, de las normas socialmente dictadas con