Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

El Sendero de la Verdad, Libro 14: Material de educación cristiana para jóvenes y adultos.
El Sendero de la Verdad, Libro 14: Material de educación cristiana para jóvenes y adultos.
El Sendero de la Verdad, Libro 14: Material de educación cristiana para jóvenes y adultos.
Libro electrónico587 páginas9 horas

El Sendero de la Verdad, Libro 14: Material de educación cristiana para jóvenes y adultos.

Calificación: 5 de 5 estrellas

5/5

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

En la Biblia, encontramos historias de romance, juicio, acción, abandono, destrucción, guerra, amor; pero, por sobre todas las cosas, en ella encontramos la voz de Dios hablando a nuestras vidas. Si la leemos con atención cada día, y meditamos en ella; encontraremos palabras de ánimo, desafío, consuelo, esperanza y exhortación.

En

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento19 sept 2022
ISBN9781563441035
El Sendero de la Verdad, Libro 14: Material de educación cristiana para jóvenes y adultos.

Relacionado con El Sendero de la Verdad, Libro 14

Títulos en esta serie (1)

Ver más

Libros electrónicos relacionados

Cristianismo para usted

Ver más

Artículos relacionados

Comentarios para El Sendero de la Verdad, Libro 14

Calificación: 5 de 5 estrellas
5/5

2 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    El Sendero de la Verdad, Libro 14 - Casa Nazarena de Publicaciones

    Libro 14

    1.png

    Publicado por

    Casa Nazarena de Publicaciones

    17001 Praire Star Parkway

    Lenexa, KS 66220 EUA.

    eBook 978-1-56344-103-5

    Copyright © 2022 Todos los derechos reservados.

    Patricia Picavea, Editora

    Mery Asenjo, Coeditora

    Loysbel Pérez, Corrector de teología

    Diseño de portada: www.slaterdesigner.com / Joel Chavez

    Diagramación: www.slaterdesigner.com / Joel Chavez

    Fotografía: Simon Berger en Unsplash

    A menos que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas han sido tomadas de la Biblia versión Reina-Valera 1960, © Sociedades Bíblicas Unidas. Todos los derechos reservados.

    Excepto breves citas y la Hoja de actividad (que se puede reproducir según se necesite), ninguna parte de este libro puede ser reproducida, almacenada o transmitida en cualquier forma o por cualquier medio sin la previa autorización escrita de la editorial.

    Presentación

    En la Biblia, encontramos historias de romance, juicio, acción, abandono, destrucción, restauración, guerra, amor; pero, por sobre todas las cosas, en ella encontramos la voz de Dios hablando a nuestras vidas. Si la leemos con atención cada día, y meditamos en ella; encontraremos palabras de ánimo, desafío, consuelo, esperanza y exhortación.

    En este año, jóvenes y adultos continuarán estudiando libros y temas desafiantes que les harán conocer más del contexto bíblico; y también les enseñarán cómo hacer que esa Palabra sea clara y práctica hoy.

    Todo lo que se enseña a una persona a lo largo de toda la vida cobra mayor importancia cada día que pasa. Con El Sendero de la Verdad, tratamos de cubrir diferentes libros de la Biblia y enseñanzas bíblicas de diferentes temas, haciéndolos cada vez más atractivos y fáciles de aplicar a la vida diaria. Es por ello que la Hoja de actividad le ayudará para trabajar junto a las personas que reciben la enseñanza, para aplicar la lección en el día a día.

    La Biblia es un libro antiguo y nuevo a la vez. En ella, encontramos que las situaciones antiguas se repiten hoy y hablan a nuestra vida. En este año, veremos en el primer trimestre Un trato especial con su pueblo: Jeremías. Por medio de este profeta, conoceremos a profundidad el corazón de Dios y el trato con su pueblo. Seguiremos con el estudio de El cuidado de nuestras emociones, donde veremos temas que son parte de nuestra vida cotidiana y nos ayudarán a prevenir situaciones que dañen nuestras vidas. Continuaremos con Recomendaciones útiles para los creyentes: Santiago, 1 y 2 Pedro, en las cuales veremos enseñanzas prácticas para la iglesia hoy. Por último, concluiremos el año con un estudio profundo y práctico para nuestras vidas de Los Diez Mandamientos.

    Le animo a disponerse y comenzar con esta digna labor de enseñar y dejar en la vida de las personas principios que dirijan su andar diario.

    Patricia Picavea

    Editora de publicaciones ministeriales

    Recomendaciones

    Cuando compartimos las enseñanzas bíblicas a los diferentes grupos de personas, damos y recibimos apreciaciones que nos enriquecen y nos ayudan a crecer en nuestra vida de fe. Existen diferentes grupos; y debemos aplicar las enseñanzas según las necesidades básicas del grupo en general, y de cada miembro en particular.

    Trabajar con jóvenes o adultos es estar siempre alerta, viendo las diferentes circunstancias y situaciones que viven las personas. Algunas, como resultado de malas decisiones en su juventud, o producto de falta de orientación o por desconocimiento. Las personas, en su día a día, son confrontadas por diferentes circunstancias y toma de decisiones para las cuales deben estar preparadas. Por esta razón, es importante que todo estudio de la Biblia lleve a la reflexión y contextualización de los principios y enseñanzas bíblicas.

    Tome este desafío, encomiéndese al Señor y prepárese de la mejor manera para enseñar y compartir lo que Dios tiene preparado para cada persona. Déjese sorprender por lo que Dios desea hacer en la vida de ellos por medio de su ministerio y la Palabra de Dios.

    Preparación y presentación de la lección:

    Comience orando al Señor para pedir sabiduría y discernimiento para entender los pasajes bíblicos de estudio y poder aplicarlos primeramente a su vida. También, ore por el grupo donde compartirá la lección para que sean receptivos a la enseñanza de la Palabra de Dios.

    Al preparar la lección, busque un lugar sin distracciones para estudiar el tema. Es importante contar con algunos útiles tales como hojas, lapiceros, lápices, borrador, etc.

    En la medida de sus posibilidades, además del libro El Sendero de la Verdad, tenga a mano un diccionario de idioma español, un diccionario bíblico y algunos buenos comentarios bíblicos.

    Lea la lección de El Sendero de la Verdad las veces que sean necesarias al principio de la semana. Esto le ayudará a preparar los materiales que pueda necesitar para la clase, a estar atento a noticias y otros datos que podría incluir en la lección que está preparando.

    Busque en la Biblia y lea cada pasaje indicado.

    Lea el objetivo de la lección para saber dónde enfocarse.

    Escriba en una hoja el título de la lección, y cuáles son los puntos que se desarrollarán. Luego, escriba el subtítulo del primer punto, y vaya desarrollando su propio resumen conforme estudia la lección. Escriba y resalte las citas bíblicas que se leerán durante la clase.

    Anote el significado de palabras que desconozca, de tal manera que pueda entender mejor la lección y explicar a las personas que eventualmente le pregunten.

    Si investiga en la Internet; tenga el cuidado de sacar información de páginas confiables que respalden la información. Recuerde que la Internet es un espacio abierto donde todas las personas pueden subir la información que quieran. Lamentablemente, no toda la información que allí se encuentra es veraz y confiable.

    Prepare la lección lo más dinámica y participativa posible. Este es un tiempo muy especial donde el compartir experiencias ayudarán y enriquecerán el proceso de aprendizaje. Al hacerlo así, las personas se interesarán más en la clase y recordarán más de aquello en lo cual participaron o hicieron juntos; y apreciarán el ser escuchados y participar.

    Complete la Hoja de actividad. Esto le permitirá ayudar al grupo a trabajar en clase. Seleccione en qué tiempo irán contestando las preguntas. Procure que todos llenen la Hoja de actividad, para que todos participen.

    El día de la clase, asista temprano. Es importante que cuando llegue la primera persona, usted ya esté allí.

    Cambie la posición de las sillas (semicírculo, círculo, grupos, etc.). Esto hará que el grupo se sienta más cómodo para participar.

    Antes de iniciar la lección, dé la bienvenida. Esto le permitirá crear un ambiente agradable de estudio. Interésese por las personas, y puede orar por aquellos que tienen necesidades.

    Comience la clase con una oración, pidiéndole al Señor que Él les permita entender su Palabra y les dé la disposición de obedecerla.

    Escriba en la pizarra el título de la lección y el versículo para memorizar.

    Lleve un orden en el desarrollo del tema. Escriba el subtítulo del punto I, y empiece a explicarlo. Utilice la pizarra como recurso didáctico para anotar palabras claves, respuestas a preguntas de la Hoja de actividad, etc. Cuando termine el punto I, escriba el subtítulo del punto II, y así sucesivamente.

    Conforme explique cada punto, puede guiar al grupo a responder la Hoja de actividad. Permita que ellos aporten respuestas y planteen dudas.

    Puede formar grupos de trabajo para responder una sección de la Hoja de actividad. Esto permitirá que todos participen. No obligue a nadie a participar; pero asegúrese de que todos sepan que desea y aprecia el aporte de cada uno. Por otro lado, no permita que una persona domine la sesión. En forma amable, dirija la clase para escuchar la opinión de las demás personas.

    Dedique unos minutos a comentar cómo aplicarán las verdades bíblicas a sus vidas.

    .. Lea la conclusión, y motive a sus alumnos a estudiar en casa durante la semana siguiente los textos bíblicos de la lección. Invítelos a asistir a la próxima reunión. Motívelos a invitar a otras personas. Termine la clase con una oración.

    Otras sugerencias prácticas al momento de dar la lección

    Sepa cuándo tener un sustituto. Un maestro con una actitud ganadora sabe los síntomas del agotamiento. Y la mayoría de los maestros triunfadores se dan cuenta del agotamiento; ya que disminuyen la dedicación, el cuidado extra y el compromiso. Tómese tiempo de descanso cuando se vuelva muy negativo o crítico acerca de sus alumnos.

    Considere sus métodos normales de enseñanza. ¿Generalmente está usted en un papel activo y el grupo que dirige en un papel pasivo? Si es así, utilice un método que enfatice la interacción y el diálogo.

    ¿Presiona usted más para obtener una respuesta correcta que para obtener un pensamiento correcto? No se preocupe por terminar una lección si su clase está sacando su propia conclusión. Siempre es mejor permitir que las personas encuentren el fondo por ellas mismas (aun cuando el proceso sea lento), en lugar de que los maestros avancen muy rápido hacia la respuesta correcta.

    Enfatice una relación apropiada; sea humilde y muéstreles su propio deseo de aprender. Esto los motivará y reafirmará el hecho de que aprendemos mejor cuando aprendemos juntos.

    Note que las preguntas de la Hoja de actividad no tienen respuestas sugeridas; a fin de ayudarle a facilitar la discusión. De esta manera, le permitirá a usted junto con su grupo pensar sus propias respuestas y hará que haya más participación.

    Recuerde que estas sesiones están diseñadas para ser interactivas. Evite la tentación de simplemente leer la mayoría del material impreso en su libro a sus alumnos.

    Primer trimestre

    Un trato especial con su pueblo: Jeremías

    Jeremías y el contexto de su ministerio

    El llamado ministerial

    Volvamos en pos de Jehová

    Pasos que traen bendición

    ¡Hasta que se rompe!

    La condición de la bendición

    La señal del alfarero y los higos

    Amor redentor, transformador y reconciliador

    La maravillosa intervención de Dios

    El principio de la obediencia

    Jeremías, un verdadero profeta

    El inescapable juicio de Dios

    Juicio y restauración

    Lección 1

    Jeremías y el contexto de su ministerio

    Jonathan Melgarejo (EE. UU.)

    Pasajes bíblicos de estudio: 1 Reyes 2:26; Jeremías 1:1,4-10, 8:18-21, 9:1, 11:18-23, 15:10, 18:18-23, 20:7-18, 25:3

    Versículo para memorizar: Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones Jeremías 1:5.

    Propósito de la lección: Conocer el trasfondo de la vida del profeta Jeremías y aplicarlo al contexto actual.

    Introducción

    Jeremías es considerado uno de los grandes profetas del Antiguo Testamento. Según el libro que lleva su nombre, su ciudad natal era Anatot (Jeremías 1:1), un lugar ubicado al noreste de Jerusalén, en el territorio de Benjamín; y era hijo de Hilcías. Se estima que pudo hacer nacido entre el 650 y el 645 a.C., en los últimos días del reinado de Manasés (697-642 a.C.); y recibió su llamado en el año 626 a.C., durante el reinado de Josías con quien era contemporáneo (Gray, Paul. Comentario Bíblico Beacon. Isaías hasta Daniel, tomo 4. EUA: CNP, 1982, p.308).

    El libro de Jeremías, que es una de las colecciones más extensas de los libros proféticos, se divide básicamente en dos partes, aunque no guardan un orden cronológico. Los primeros 25 capítulos, distinguidos por su género poético, se tratan de las profecías contra Judá y corresponden a la predicación de Jeremías durante sus dos primeras décadas de actividad profética (Biblia de Estudio Dios Habla Hoy. EUA: Sociedades Bíblicas Unidas, 1994, p.943). En esta primera parte, se destaca el énfasis del mensaje como denuncia del pecado del pueblo de Dios por su infidelidad e ingratitud. La segunda parte (capítulos 26 al 52), redactada en prosa, está referida a varias narrativas de carácter histórico. En esta sección, se incluyen algunos detalles relacionados a la vida de Jeremías, en especial, a los momentos de dificultad; pero también a los momentos de resiliencia y compromiso en permanecer firme a su vocación.

    I. Historia de vida del profeta (Jeremías 1:4-10, 8:18,21, 9:1, 15:10, 20:7-18, 25:3)

    El contexto donde le tocó ministrar a Jeremías fue muy desafiante, con muchos cambios que afectaron la vida del pueblo de Dios. A simple vista, pareciera que la magnitud del ministerio profético al que fue llamado Jeremías no coincidía con su perfil como persona. Pero Dios nunca se equivoca; y lo llamó como un profeta a las naciones (1:5), porque tenía la seguridad de que él era la persona idónea para esa tarea.

    A. Su llamado (1:4-10, 25:3)

    El camino del ministerio empieza con el llamado divino. En el llamado de Dios a Jeremías, encontramos varios elementos que configuran un proceso de negociación que se puede ver también en otros líderes bíblicos como Moisés, Gedeón o Isaías. Estos elementos secuenciales y progresivos son los siguientes:

    El llamado nace en el corazón de Dios (v.4). Jeremías había sido llamado desde el vientre de su madre; había sido apartado con un propósito santo; y se le había asignado una tarea que incluía a las naciones.

    La negación de la persona que ha sido llamada. En el versículo 6, Jeremías respondió a Dios: ¡Ah! ¡ah, Señor Jehová! He aquí, no sé hablar, porque soy niño. Jeremías tenía aproximadamente entre 24 a 29 años cuando fue llamado; es decir, no era propiamente un niño (25:3). Típicamente, el rechazo al llamado de Dios viene acompañado de una buena excusa humana; y, con ella, pretendía convencer a Dios de su incapacidad y escapar de su vocación.

    La insistencia divina (vv.7-8). Dios no claudica a su propósito en la vida de una persona. No existe una buena excusa que lo haga desistir de su llamado; y el argumento que siempre usa en esa persistencia divina es la promesa de su presencia.

    La aceptación del llamado. ¿Qué argumento de renuncia puede permanecer en pie frente a la garantía del acompañamiento divino? Luego de la excusa y la promesa de la presencia de Dios, lo que continúa es la aceptación del llamado divino y una rendición total.

    B. Su personalidad (8:18-21, 9:1, 15:10, 20:7-18)

    Usualmente, a Jeremías se lo ha reconocido como el profeta llorón; y algunos pasajes de su libro dan evidencia de esa característica distintiva de su personalidad, como en Jeremías 9:1.

    ¿Qué significaba esa característica que daba evidencia de su extrema sensibilidad? ¿Acaso era un profeta caprichoso que se enojaba con Dios en rebeldía por la tarea que le había sido encomendada; o porque sus peticiones no le habían sido concedidas? Paul Gray, en su comentario a este libro profético, ha expresado la confusión existente respecto a la persona del profeta en las siguientes palabras: Ningún profeta del Antiguo Testamento ha sido interpretado tan mal como Jeremías. Durante siglos se lo ha conocido como el hombre de cara larga y ojos lacrimosos. Se lo ha considerado como un individuo neurótico, temperamental, inadaptado a su época, un predicador aguafiestas que debiera haber desarrollado un mejor enfoque psicológico de los problemas de sus días (Gray, Paul. Comentario Bíblico Beacon. Isaías hasta Daniel, tomo 4. EUA: CNP, 1982, p.305).

    Sin embargo, la realidad es que Jeremías sufría y lloraba por la rebeldía del pueblo en aceptar la advertencia del juicio divino; y porque fue testigo de la caída de su pueblo (8:18-21). Su lamento estaba vinculado con su profunda sensibilidad, Aunque Jeremías fue un profeta inspirado del Espíritu, fue también intensamente humano. Las frecuentes notas autobiográficas en su libro, revelan una personalidad muy sensitiva a las actitudes de aquellos que lo rodeaban (Earle, Ralph. Conozca los profetas mayores. EUA: CNP, 1985, p.42).

    Probablemente, su personalidad sensible sufría con la naturaleza de su llamado, en especial, a lo referente a la denuncia del pecado y el rechazo del pueblo. Esa tensión que lo acompañó a lo largo de su ministerio queda revelada en varios pasajes del libro reconocidos como las confesiones de Jeremías (11:18-23, 12:1-6, 15:10-21, 17:14-18, 18:18-23, 20:7-18).

    No conocemos cómo terminó la vida de Jeremías. Después de la caída de Jerusalén, fue obligado por los judíos del remanente a ir a Egipto; y según Gray, fue muerto a pedradas en Egipto por esos mismos judíos por haber predicado en contra de sus prácticas idolátricas (Gray, Paul. Comentario Bíblico Beacon. Isaías hasta Daniel, tomo 4. EUA: CNP, 1982, p.312).

    II. Contexto histórico del desarrollo del ministerio de Jeremías (Jeremías 1:1, 25:3, 27:6-8, 44)

    Jeremías tuvo un largo ministerio que duró 40 años. Los eruditos del Antiguo Testamento coinciden que el profeta recibió su llamado en el año 627 a.C. y terminó su ministerio en el año 586 a.C., después de la caída de Jerusalén (Schökel, Alonso y Sicre, J. L. Isaías y Jeremías, tomo I. España: Ediciones Cristiandad, 1980, p.392). En esas cuatro décadas, ocurrieron muchos eventos que marcaron definitivamente el contexto en el cual ministró Jeremías y que son necesarios de entender para ubicarnos en el contenido de su mensaje a lo largo del libro.

    A. Escenario internacional en el Cercano Oriente

    Durante su vida, tuvo que enfrentar severos cambios políticos en el Cercano Oriente. Al inicio, la floreciente Nínive, como capital de Asiria, fue destruida; lo cual significó la caída del Imperio asirio. Seguidamente, los egipcios trataron de aprovecharse de esta situación haciendo una alianza con los sobrevivientes asirios; pero no consiguieron dominar el Oriente. Finalmente, las naciones del mundo conocido en ese entonces fueron sometidas por los babilonios bajo el mando del temido rey Nabucodonosor en el año 605 a.C., en una famosa batalla llamada Carquemis.

    Naturalmente, esta coyuntura internacional tuvo un impacto en Judá, donde Jeremías cumplía su ministerio profético; y, en este pequeño reino, también se sufrió una división interna entre los que aceptaban someterse al poder babilonio y los que se oponían tenazmente a ese yugo. Esta situación política incidió en el ministerio profético de Jeremías; porque se vio obligado a tomar una posición la cual fue severamente cuestionada por la oposición del pueblo judío (27:6-8).

    B. Escenario nacional en Judá

    Durante la vida y ministerio de Jeremías en Judá, gobernaron varios reyes; algunos más tiempo que otros, y algunos más infames que otros. Cuando nació el profeta, el rey de turno era el impío rey Manasés, quien gobernó por un largo período de 55 años. A este rey se lo recordará por sus nefastas decisiones de introducir cultos paganos e idolátricos en el pueblo de Dios, incluyendo la prostitución sagrada, lo cual se constituyó en un atentado contra la santidad de Dios. En el tiempo que Jeremías recibió su llamado, el rey era Josías, quien quiso restablecer el culto al Señor y estuvo consciente de la necesidad de una reforma en la nación con la intención de volverse a Dios. Aparentemente, el pueblo aceptó las reformas de Josías; pero era sólo una apariencia externa que Jeremías cuestionó (11:1-8). Lamentablemente, Josías fue muerto por el Faraón de Egipto y le sucedieron sus hijos en el trono: Joacaz y luego Joacim (Schökel, Alonso y Sicre, J. L. Isaías y Jeremías, tomo I. España: Ediciones Cristiandad, 1980, pp.389-391).

    En el escenario internacional, apareció el poderío babilónico; y, aparentemente, Joacim fue muerto por los babilonios. Seguidamente, dos de los hijos de Joacim le sucedieron en el liderazgo del pueblo: Joaquín, por solamente tres meses, quien entregó la ciudad de Jerusalén a Nabucodonosor y fue llevado cautivo a Babilonia; y su hermano Sedequías, quien gobernó por 11 años. En el año 587-586 a.C., la ciudad de Jerusalén fue sitiada por los babilonios y destruida. Gedalías fue designado gobernador; pero fue prontamente asesinado, y el remanente judío huyó a Egipto (Gray, Paul. Comentario Bíblico Beacon. Isaías hasta Daniel, tomo 4. EUA: CNP, 1982, pp.310-312).

    III. Lecciones para hoy a la luz de la vida y ministerio de Jeremías

    A. El llamado profético a la iglesia de hoy

    El mensaje de los profetas, como heraldos de Dios, tenía esencialmente dos dimensiones: la denuncia del pecado del pueblo (manifestada principalmente por la idolatría); pero también el anuncio del juicio divino aunado a la esperanza de misericordia y restauración si estaban dispuestos a volverse a Dios. Esa dinámica la vemos reflejada en el libro de Jeremías: denuncia, advertencia de juicio y esperanza.

    ¿Cómo se traduce este ministerio profético de Jeremías para la iglesia de nuestros días? Una lección muy clara que Jeremías deja para la iglesia es la necesidad de recordar que somos voceros de Dios para nuestro propio contexto. El mensaje que predicamos tiene su autoría en el mismo corazón de Dios. Él conoce nuestra realidad y tiene algo para decirnos hoy. Como su iglesia, nuestra tarea es ser esos heraldos que anuncian dicho mensaje con fidelidad y valor en medio de las circunstancias particulares que vivimos.

    B. El costo del anuncio profético de la iglesia

    Una de las tentaciones de la iglesia contemporánea es suavizar el mensaje del evangelio para tratar de satisfacer los intereses y expectativas de las audiencias actuales. Se teme que un mensaje que confronta el pecado y la desobediencia podría sonar demasiado fuerte; y, por lo tanto, no pueda ser bien recibido. Sin embargo, necesitamos recordar que, en los días que nos tocan vivir, Dios tiene un mensaje claro que señala con franqueza lo que le ofende; pero, a la vez, es una invitación a la reconciliación.

    Jeremías deja para nosotros la enseñanza del costo de la fidelidad al mensaje. No es fácil ser fiel y ser popular. La búsqueda de la aceptación de las personas nos seduce a minimizar el mensaje de Dios. La obediencia al llamado de Dios, muchas veces, nos lleva a la impopularidad y al dolor; pero esa es la demanda para la iglesia hoy.

    C. La humanidad del profeta y su liderazgo

    Este profeta es uno de los líderes bíblicos que nos permite conocer sus luchas, dudas y tensiones internas, aun sus frustraciones y cuestionamientos. Su llamado y ministerio, en términos humanos del éxito, sería considerado como un fracaso; porque, cuando él anunciaba el mensaje de Dios, no era escuchado. Sin embargo, aun con sus luchas internas, cumplió fielmente su llamado y permaneció firme en su obediencia.

    Muchas veces, hemos pensado que el liderazgo está exento de situaciones difíciles y conflictos interiores; e incluso que, si estos existieran, deberíamos ocultarlos para no evidenciar nuestras debilidades y pensamientos más íntimos. Para algunos el dolor y el quebranto pueden sonar a fragilidad y falta de carácter; pero Jeremías nos muestra otro camino: el de la vulnerabilidad como evidencia de nuestra humanidad. Él no ocultó sus preguntas, reclamos y frustraciones; pero no claudicó, porque fue honesto con su mismo corazón que lo dirigió a seguir cumpliendo lo que le había sido encomendado.

    Para los líderes cristianos está permitido llorar frente a las frustraciones en el ministerio, y ante la rebeldía y el rechazo de los que deberían responder. Sin embargo, eso nunca debería ser una excusa para abandonar nuestro compromiso y llamado.

    Jeremías fue uno de los profetas mayores con más impacto en la vida del pueblo de Dios, en el Antiguo Testamento. Los días que le tocaron vivir y ministrar fueron turbulentos y marcados por grandes cambios políticos. Mal entendido por su propio pueblo, Jeremías sufrió injustamente las consecuencias del rechazo, la indolencia y hasta el maltrato físico. Sin embargo, a pesar de la oposición y la burla, Jeremías permaneció fiel a su llamado hasta el fin de sus días. El desarrollo del libro refleja esas tensiones y quebrantos de su corazón por la rebeldía del pueblo, junto con las profecías que recibió de parte de Dios para el reino de Judá.

    Conclusión

    La vida de este profeta nos enseña el valor de la resiliencia y la obediencia al llamado aun cuando las cosas no salen como esperamos o nos gustarían. La humanidad de Jeremías deja para nosotros lecciones valiosas de bondad, sensibilidad y transparencia frente a las situaciones dolorosas que enfrentamos en la vida y ministerio.

    Hoja de actividad

    Versículo para memorizar: Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones Jeremías 1:5.

    I. Historia de vida del profeta (Jeremías 1:4-10, 8:18,21, 9:1, 15:10, 20:7-18, 25:3)

    ¿Qué características de la vida del profeta Jeremías le llaman más la atención? ¿Por qué?

    En su propia vida, ¿podría señalar algunos aspectos paralelos con la vida y ministerio del profeta?

    II. Contexto histórico del desarrollo del ministerio de Jeremías (Jeremías 1:1, 25:3, 27:6-8, 44)

    ¿Cómo incidieron el escenario internacional y nacional en el desarrollo del ministerio Jeremías?

    ¿Qué aspectos de nuestros propios contextos marcan desafíos para vivir nuestra fe hoy y cumplir nuestros ministerios?

    III. Lecciones para hoy a la luz de la vida y ministerio de Jeremías

    ¿ A la luz de la Palabra, Dios tendrá algo que decirnos hoy?

    ¿Cómo nos sentimos cuando experimentamos rechazo frente al llamado divino? ¿Estamos dispuestos a ser vulnerables y mostrar la intimidad de nuestras presiones, frustraciones y dudas?

    Conclusión

    La vida de este profeta nos enseña el valor de la resiliencia y la obediencia al llamado aun cuando las cosas no salen como esperamos o nos gustarían. La humanidad de Jeremías deja para nosotros lecciones valiosas de bondad, sensibilidad y transparencia frente a las situaciones dolorosas que enfrentamos en la vida y ministerio.

    Lección 2

    El llamado ministerial

    Eudo Prado (Colombia)

    Pasaje bíblico de estudio: Jeremías 1:4-19

    Versículo para memorizar: Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones Jeremías 1:5.

    Propósito de la lección: Comprender cómo descubrir y responder apropiadamente al llamado de Dios al ministerio.

    Introducción

    Aunque todos los cristianos somos llamados a cumplir la Gran Comisión, y, de hecho, de alguna forma participamos en el ministerio; sabemos que Dios llama a algunos a ocuparse en su obra como una vocación principal. Tal fue el caso de Pedro y otros discípulos, quienes dejando al instante las redes, le siguieron (Mateo 4:20).

    Debido a que existe una gran similitud entre la realidad en la que fue llamado Jeremías y el tiempo y contexto actual; esta lección nos permitirá derivar enseñanzas muy valiosas para responder apropiadamente el llamado al ministerio actualmente.

    I. El llamado proviene de Dios (Jeremías 1:4-5)

    Algunas veces, se piensa que el llamado al ministerio depende exclusivamente de la iglesia y sus organizaciones. Otras, se enfoca como una suerte de legado familiar; por lo que se busca traspasar forzosamente a algún descendiente. Sin embargo, en esta primera parte de la lección, aprenderemos que es Dios quien llama al ministerio; y buscaremos comprender la forma cómo lo realiza.

    A. La particularidad del llamado (v.4)

    Jeremías tuvo un trasfondo religioso familiar muy fuerte que, indudablemente, influyó poderosamente en su vocación. Fue criado en el pequeño pueblo de Anatot, ubicado a unas 3 millas (5 km) al noroeste de Jerusalén, en tierra de Benjamín (1:1) (Willmington, Harold L. Auxiliar Bíblico Portavoz. EUA: Editorial Portavoz, s.a., p.223). En este pueblo, residían básicamente familias sacerdotales. De hecho, Jeremías era hijo de un sacerdote (Jeremías 1:1). Fue, quizá, en la esfera de espiritualidad familiar donde Jeremías reflexionó profundamente sobre la voluntad de Dios para su pueblo.

    Otro asunto importante a considerar es que el llamado ministerial es particular a cada persona; por lo que no se puede establecer un patrón uniforme de cómo sucede. Sin embargo, siempre interviene una comunicación de Dios; bien sea mediante su Palabra leída, predicada, por sueño, visión, o a través de otros medios. Quien es llamado puede reconocer inequívocamente cuando la voz de Dios viene a él haciéndole saber el encargo sagrado.

    En el caso de Jeremías, como en el del resto de los profetas de los siglos VIII y VII tuvo lugar, según parece, por medio de una alocución totalmente personal e inmediata de Dios, y esas palabras de Dios crearon una situación absolutamente nueva a los hombres afectados por ellas (Von Rad, Gerhard. Teología del Antiguo Testamento, vol. II. Teología de las tradiciones proféticas de Israel. España: Ediciones Sígueme, 2000, p.80). Una vez que recibimos el llamado de Dios, nuestra vida cambia totalmente; y nunca volvemos a ser la misma persona.

    B. El propósito del llamado (v.5)

    Cuando Dios llama a alguien al ministerio, tiene un propósito especial para él; y le dirige a servir en una realidad concreta. La propia palabra ministerio se traduce del griego diakonía que significa servicio (Recuperado de www.biblia.work/diccionarios/ministerio/, el 12 de febrero de 2022).

    En cuanto a Jeremías, su llamado estuvo en estrecha conexión, de modo muy significativo, con los acontecimientos que suceden en la vida política, con la calamidad que amenazaba a Palestina desde el norte (Jer 1, 13 s.) (Von Rad, Gerhard. Teología del Antiguo Testamento, vol. II. Teología de las tradiciones proféticas de Israel. España: Ediciones Sígueme, 2000, p.239).

    Cada llamado, además, tiene su propia asignación de parte de Dios. A algunos Dios los llama a predicar; a otros, a servir; a otros, a enseñar, etc. Jeremías fue llamado a ser profeta a las naciones (Jeremías 1:5). En cumplimiento de su ministerio, proclamó la Palabra durante el gobierno de varios reyes; y profetizó contra nueve naciones (Jeremías 46-51).

    También es posible que el entender el llamado, lo que Dios quiere que hagamos, no nos quede del todo claro al principio del llamado; sino hasta después de cierto tiempo. A Pablo, por ejemplo, Dios le habló poco tiempo después de su conversión por medio de un éxtasis en el templo; y luego, le confirmó pasados varios años (Hechos 13:1-3, 22:17-21).

    II. Excusas al llamado (Jeremías 1:6-7)

    En la Biblia, quienes fueron llamados por Dios eran personas que consideraron sus propias debilidades como una limitación para desarrollar la enorme tarea encomendada. Tal fue el caso de Jeremías.

    A. El peso abrumador del llamado (v.6)

    Vemos cómo el llamado de Dios a Jeremías fue para él causa de gran temor y congoja al considerar su inmensa responsabilidad. Se sintió abrumado ante la perspectiva de tener que proclamar el juicio de Dios sobre su pueblo apóstata.

    Esta reticencia inicial al llamado que se observa en Jeremías y otros personajes del Antiguo Testamento demuestra la valoración consciente que ellos hicieron del mismo.

    La renuncia que muestran frecuentemente los inspirados ministros de Dios (Éxodo 4:10; 6:12, 30; Jonás 1:3), al aceptar el llamamiento, demuestra que no asumen el ministerio bajo el impulso de un engañoso fanatismo, como frecuentemente hacían los falsos profetas (Jamieson, Fausset y Brown. Comentario exegético y explicativo de la Biblia. Tomo I: El Antiguo Testamento. EUA: Casa Bautista de Publicaciones, 2003, p.659).

    El llamado de Dios siempre nos confronta con nuestra insuficiencia humana. La persona que toma en serio el llamado y considera detenidamente sus implicaciones, lógicamente va a sentirse abrumada por el peso de su responsabilidad.

    El apóstol Pablo, un hombre sumamente preparado intelectualmente, preguntó: Y para estas cosas, ¿quién es suficiente? Obviamente, él mismo nos da la respuesta con su característica frase en Cristo (2 Corintios 5:16-17). La capacidad para el ministerio proviene únicamente de Dios.

    B. ¿Por qué Dios no acepta excusas? (v.7)

    Dios no se equivoca jamás. Su conocimiento y sabiduría perfectos nos deben proporcionar la mayor seguridad sobre el llamado ministerial. Como nuestro Creador, Él conoce a perfección nuestra vida, preparándola y ordenándola de antemano para su propósito, como lo hizo con Jeremías (Salmo 139:13; Jeremías 1:5).

    Por otra parte, como Señor y Redentor de nuestra vida, puede disponer de nosotros como bien le parezca (Romanos 14:7; 2 Corintios 5:15).

    Jeremías alegó su juventud como una excusa para rechazar el llamado; pero Dios le respondió prometiéndole su presencia y poder para ayudarle a superar sus debilidades.

    Aun a pesar de nuestras deficiencias y limitaciones humanas, podemos estar plenamente seguros del llamado ministerial; porque no se trata de nosotros mismos, sino del poder de Dios actuando en nuestras vidas (1 Corintios 1:26-31).

    III. El respaldo de Dios al que llama (Jeremías 1:8-19)

    Cuando Dios llama a alguien, también lo capacita. Juntamente con el llamado, concede los dones, talentos y recursos necesarios para cumplirlo.

    En esta parte de la lección, vamos a considerar cómo la gracia de Dios fluye sobre nuestras debilidades humanas otorgándonos la fuerza necesaria para obedecer a su encomienda. Para ello, estudiaremos algunos recursos importantes por medio de los cuales Dios manifestó su respaldo a Jeremías en la dura tarea encomendada, y los cuales ha prometido también a cada persona llamada al ministerio.

    A. Su presencia: contigo estoy para librarte (v.8)

    El ministerio es una tarea compartida entre Dios y nosotros. Él va acompañándonos a medida que transitamos el difícil trayecto de su misión. Esto es un gran aliento; porque el llamado no nos exime de circunstancias difíciles, sino al contrario, algunas veces nos conduce directamente a ellas. En el caso de Jeremías, la persecución por parte de aquel pueblo rebelde sería férrea y contumaz (Jeremías 11:19, 20:1-2, 37, 38). Sin embargo, Jeremías siempre tuvo testimonio de la presencia de Dios en medio de sus sufrimientos.

    En el Nuevo Testamento, vemos cómo Jesús les hizo saber a sus discípulos el alto costo personal que asumían al obedecer el llamado; pero, al mismo tiempo, les prometió su cuidado y protección (Mateo 10:16-42). Pablo, por su parte, dio cuenta de sus innumerables sufrimientos en el ministerio; sin embargo, se regocijó en gratitud a Dios, al reconocerse como parte del ejército triunfante en Cristo (2 Corintios 2:14, 4:7-18, 11:16-33).

    Siempre debemos tener esa seguridad de que, frente a las adversidades, somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó (Romanos 8:37).

    Jeremías, quien nos ha dejado las más impresionantes confesiones personales de toda la tradición bíblica (Keil, Carl Friedrich. Comentario al texto hebreo del Antiguo Testamento, Jeremías y Lamentaciones. España: Editorial CLIE, 2017, p.xi), es un testimonio fehaciente de que, a pesar de los muchos sufrimientos, Dios no abandona jamás a quien llamó a su santo ministerio.

    B. Su Palabra: he puesto mis palabras en tu boca (v.9)

    El llamado ministerial demanda entereza de carácter (significa carácter firme, completo) y plena disposición a la obediencia, en el entendido de que conlleva muchos desafíos. Uno de estos grandes desafíos es, sin duda, la proclamación de todo el consejo de Dios (Hechos 20:26-28).

    En los tiempos de Jeremías, los falsos profetas solamente decían lo que la gente y los reyes querían escuchar. El gran reto para Jeremías fue anunciar el juicio de Dios cuando los demás predicadores anunciaban prosperidad (Jeremías 23:9-40).

    Igual sucede en la actualidad cuando la gente quiere oír del predicador sólo cosas agradables; rechazando abiertamente el mensaje del arrepentimiento y perdón de pecados, y siendo atraídos por filosofías propias del pensamiento religioso posmoderno.

    En el versículo de Jeremías 1:9, puede observarse la capacitación de Dios a Jeremías para ser un fiel mensajero: Y extendió Jehová su mano y tocó mi boca, y me dijo Jehová: He aquí he puesto mis palabras en tu boca.

    Acto simbólico en una visión supernatural, el que da a entender que Dios le daría facilidad de expresión, no obstante, su inhabilidad para hablar (v.6). De la misma manera fueron tocados los labios de Isaías, con el carbón encendido (Isaías 6:7; véase con Ezequiel 2:8, 9, 10; Daniel 10:16) (Jamieson, Fausset y Brown. Comentario exegético y explicativo de la Biblia. Tomo I: El Antiguo Testamento. EUA: Casa Bautista de Publicaciones, 2003, p.659).

    Pero este versículo (Jeremías 1:9) también señala la naturaleza del mensaje que habría de comunicar el profeta. Se trataba no de su propia palabra; sino de la incorruptible y poderosa Palabra de Dios al ser humano.

    Es pertinente que, quien fue llamado por Dios, recuerde siempre el encargo solemne de Pablo a Timoteo: que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina (2 Timoteo 4:2).

    Deseamos que cada persona llamada al ministerio pueda decir como Pablo: Por tanto, yo os protesto en el día de hoy, que estoy limpio de la sangre de todos; porque no he rehuido anunciaros todo el consejo de Dios (Hechos 20:26-27).

    C. Su autoridad: te he puesto… sobre naciones (v.10)

    La obediencia al llamado ministerial implica también la recepción de autoridad espiritual delegada por Dios. El llamado es investido de autoridad por el Espíritu Santo. Pero la autoridad no siempre puede ser ejercida con gusto, más aún, cuando se trata de denunciar el pecado y proclamar el juicio de Dios.

    Nótese la difícil encomienda que le fue dada al profeta: Jeremías fue llamado a una tarea sublime y espantosa. Primero tenía que castigar, predecir la destrucción y la ruina; sólo después podía confortar, ofrecer esperanza, edificar y plantar (Heschel, Abraham J. Los Profetas, el hombre y su vocación. Argentina: Editorial Paidós, s.a., p.227). Obviamente, el profeta asumió esta labor con mucha valentía, dándonos un gran ejemplo.

    D. Su certeza: ¿Qué ves tú? (vv.11-16)

    El llamado ministerial proporciona además una profunda certeza sobre la voluntad de Dios. Esta seguridad proviene de la intimidad con Dios, donde nos es dada claridad sobre la misión.

    En esta parte, se observa cómo Dios le dio a Jeremías certeza del cumplimiento de su Palabra a través de dos visiones sobrenaturales (vv.11-15). Por medio de la primera, referida a una vara del almendro, un árbol que florece antes que los demás, le indicó el pronto cumplimiento de su Palabra. A través de la segunda, referida a una olla hirviente que se derrama desde el norte, figura de juicio inminente, le anunció la invasión babilónica.

    E. Su poder: te he puesto… como ciudad fortificada (vv.17-19)

    El llamado también incluye la promesa de gracia suficiente. Dios no le prometió a Jeremías eximirle del sufrimiento; sino fortalecerle frente a él.

    La expresión: ciñe tus lomos, levántate, y háblales todo cuanto te mande (v.17), indica la orden expresa de Dios al profeta de asumir con entereza su misión, la cual fue acompañada con la promesa de fortalecer su carácter frente a la oposición: como ciudad fortificada, como columna de hierro, y como muro de bronce (v.18).

    Jeremías, a lo largo de su ministerio, se sintió muchas veces desfallecer ante las adversidades; pero Dios siempre lo fortaleció (Jeremías 15:15-21, 20:7-18).

    La hermosa promesa con la cual concluye el pasaje: Y pelearán contra ti, pero no te vencerán; porque yo estoy contigo, dice Jehová, para librarte (Jeremías 1:19), es también para todo aquel que recibe el encargo sublime del ministerio cristiano (ver ejemplo en Hechos 26:16-17).

    Conclusión

    El llamado ministerial es uno de los encargos más sublimes que puede recibir una persona. Generalmente, quien lo recibe no lo tiene muy claro al principio; sino que el Espíritu Santo lo va guiando hasta descubrirlo.

    El llamado, además, tiene un alto costo personal que puede incluir el sufrimiento. Sin embargo, podemos tener plena seguridad de obedecerlo; pues Dios prometió respaldarnos siempre con su presencia y poder.

    Hoja de actividad

    Versículo para memorizar: Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones Jeremías 1:5.

    I. El llamado proviene de Dios (Jeremías 1:4-5)

    ¿Cuál es el lugar que ocupa la Palabra de Dios en el llamado ministerial?

    ¿Cómo direcciona Dios el llamado ministerial?

    II. Excusas al llamado (Jeremías 1:6-7)

    ¿A qué se debe el temor inicial para responder al llamado?

    ¿Por qué Dios no acepta excusas al llamado ministerial?

    III. El respaldo de Dios al que llama (Jeremías 1:8-19)

    ¿De dónde proviene la certeza de que se recibe el llamado por Dios?

    ¿Cómo respalda Dios a quien es llamado al ministerio?

    Conclusión

    El llamado ministerial es uno de los encargos más sublimes que puede recibir una persona. Generalmente, quien lo recibe no lo tiene muy claro al principio; sino que el Espíritu Santo lo va guiando hasta descubrirlo.

    El llamado, además, tiene un alto costo personal que puede incluir el sufrimiento. Sin embargo, podemos tener plena seguridad de obedecerlo; pues Dios ha prometido respaldarnos siempre con su presencia y poder.

    Lección 3

    Volvamos en pos de Jehová

    Marco Velasco (Costa Rica)

    Pasajes bíblicos de estudio: Jeremías 2:4-8,11-13,28

    Versículo para memorizar: ¿Acaso alguna nación ha cambiado sus dioses, aunque ellos no son dioses? Sin embargo, mi pueblo ha trocado su gloria por lo que no aprovecha Jeremías 2:11.

    Propósito de la lección: Reconocer

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1