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La grandeza en las cosas pequeñas
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Libro electrónico138 páginas1 hora

La grandeza en las cosas pequeñas

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La historia está llena de la abrumadora importancia de las pequeñas cosas. Son las bisagras sobre las que giran las puertas de la oportunidad y el destino. Los puntos de inflexión en la vida de los hombres y las naciones son, por lo general, los acontecimientos y las cosas cotidianas y comunes de la vida.

Fue una pequeña cosa la que detuvo al joven Lincoln un minuto en las calles de Nueva Orleans donde vio un mercado de esclavos. "Si alguna vez tengo la oportunidad de golpear esa cosa, la golpearé con fuerza", dijo, y hubo una gran guerra y cuatro millones de seres humanos fueron emancipados.

Fue un pequeño momento, aquel en el que Lutero se levantó de sus rodillas, después de subir penosamente la escalera sagrada en Roma, diciendo: "¡El justo vivirá por la fe!" Pero a partir de ese momento bajó a un pueblo con el alma esclavizada, y comenzó la Reforma.

Un pequeño niño nació y fue colocado en un pesebre, en un pequeño pueblo de Judea, y el mundo entero giró hacia la luz.

El plan de Dios es utilizar las cosas pequeñas en la creación de la grandeza.

Pequeñas cosas que hacen el destino

Pequeñas cosas que crean el carácter

Pequeñas cosas que hacen a la felicidad

Pequeñas cosas que hacen a la riqueza

Pequeñas cosas que contribuyen a la salud

Pequeñas cosas que hacen a la educación

Posibilidad de hacer el bien a partir de cosas aparentemente malas

Posibilidad de maldad en las cosas aparentemente buenas

Lecciones aprendidas demasiado tarde

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento1 jul 2022
ISBN9798201730109
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    La grandeza en las cosas pequeñas - CHARLES ROBERT MORRISON

    INTRODUCCIÓN

    Por L.R. Meyer

    La historia está llena de la abrumadora importancia de las pequeñas cosas. Son las bisagras sobre las que giran las puertas de la oportunidad y el destino. Los puntos de inflexión en la vida de los hombres y las naciones son, por lo general, los acontecimientos y las cosas cotidianas y comunes de la vida.

    Fue una pequeña cosa la que detuvo al joven Lincoln un minuto en las calles de Nueva Orleans donde vio un mercado de esclavos. Si alguna vez tengo la oportunidad de golpear esa cosa, la golpearé con fuerza, dijo, y hubo una gran guerra y cuatro millones de seres humanos fueron emancipados.

    Fue un pequeño momento, aquel en el que Lutero se levantó de sus rodillas, después de subir penosamente la escalera sagrada en Roma, diciendo: ¡El justo vivirá por la fe! Pero a partir de ese momento bajó a un pueblo con el alma esclavizada, y comenzó la Reforma.

    Un pequeño niño nació y fue colocado en un pesebre, en un pequeño pueblo de Judea, y el mundo entero giró hacia la luz.

    El plan de Dios es utilizar las cosas pequeñas en la creación de la grandeza.

    1. Pequeñas cosas que hacen el destino

    2. 2. Pequeñas cosas que crean el carácter

    3. Pequeñas cosas que hacen a la felicidad

    4. Pequeñas cosas que hacen a la riqueza

    5. Pequeñas cosas que contribuyen a la salud

    6. Pequeñas cosas que hacen a la educación

    7. Posibilidad de hacer el bien a partir de cosas aparentemente malas

    8. Posibilidad de maldad en las cosas aparentemente buenas

    9. Lecciones aprendidas demasiado tarde

    1. Las pequeñas cosas que hacen el DESTINO

    ¿Quién ha despreciado el día de las cosas pequeñas? Zacarías 4:10

    La cuestión de los valores comparativos es importante. Cómo estimar adecuadamente el valor o el servicio de un acontecimiento en comparación con otro, cómo formarse un juicio justo de la relación de una verdad o hecho con otro, no puede determinarse permanentemente.

    Los valores cambian con los cambios de tiempo y de circunstancias y condiciones. Lo que ayer estaba ajustado en la escala de la importancia relativa, mañana puede subir de valor o convertirse en algo de poco valor. De ahí que sea imprudente quien se empeñe en clasificar en orden todos los acontecimientos o fuerzas de la vida humana, despreciando los unos y exaltando los otros según su juicio, por finito y limitado que sea.

    Las posibilidades del bien o del mal en cualquier acto o persona no pueden ser constatadas por otro que no sea Dios mismo. La influencia de largo alcance de una palabra o de un acto está limitada por el horizonte de lo finito, mientras que las grandes expectativas han sido sometidas a una dolorosa decepción. Aquello que costó tiempo y pensamiento y tesoro, aquello que ocupó la atención de una nación y despertó su actividad -puede que pronto se haya calmado y asumido su lugar apropiado en la historia como sólo una onda en el plácido mar del interés humano.

    Pero, ¡cuántos acontecimientos trascendentales se han registrado cuyos inicios apenas pudieron ser rastreados, de tan insignificantes que fueron! La historia está llena de hechos que ilustran esta verdad.

    Los descubrimientos científicos se deben, en gran parte, a simples indicios, que para una mente no observadora nunca habrían sido atendidos. Cuando todo el reino de la naturaleza, de la actividad mental, pasa ante nosotros, ¡qué grandes parecen las pequeñas cosas!

    Si, entonces, estas pequeñas cosas con las que tenemos que lidiar esconden en su interior tales posibilidades, ¿no es prudente que reconsideremos de vez en cuando nuestra anterior estimación de sus valores, y consideremos, en efecto, que la perfección y las magnitudes han sido creadas a partir de las cosas minúsculas y sencillas de la naturaleza y de la vida, o que han surgido de ellas?

    Horace Bushnell dijo: Dios desciende a un detalle infinito, y construye un pequeño universo en las cosas más pequeñas. Lleva a cabo un proceso de crecimiento en cada árbol, flor y ser vivo. Es tan cuidadoso en terminar el insecto como el planeta, tanto porque sólo consiste en Su perfección para terminar todo, como porque la perfección de Sus más grandes estructuras es el resultado de la perfección en sus partes o partículas más pequeñas. En esta paciencia del detalle, descansa toda la gloria y el orden del universo creado.

    Si, pues, Dios no se anda con chiquitas, ¿cómo puede el hombre, su obra suprema en la tierra, considerar cualquier elemento o átomo de su creación, o cualquier ley o acontecimiento de su ordenamiento, como insignificante, y despreciar su día o su hecho?

    El valor del entorno.

    Las cosas materiales y las inmateriales son movidas, moldeadas, influenciadas por las pequeñas cosas que las rodean. Si, como se ha dicho, somos en gran parte criaturas de las circunstancias, ¿cómo podemos ser indiferentes a las cosas que nos perjudican, o negligentes con las que contribuyen a nuestro crecimiento y desarrollo?

    Una página de la gran obra de Herbert Spencer, Filosofía Sintética, contenía una imagen. Era una cosa simple, y sin embargo sugería una gran pregunta. Era una hoja imperfecta, enroscada y deformada, porque crecía demasiado cerca de una rama del árbol y se le negaba espacio, luz y movimiento. Sus compañeras eran grandes, bien desarrolladas y hermosas. No así esta desdichada. A partir de esta ilustración, el autor procede a mostrar que los objetos naturales y el hombre y las naciones son afectados, formados, moldeados por el entorno. El lugar donde vive un hombre puede determinar lo que es o lo que puede ser.

    Los habitantes de las montañas son más independientes e intrépidos que aquellos cuya visión de la vida está nublada por la densidad del bosque. Backwoodsman es un término descriptivo del entorno. Lleva a sus hijos a la amplia extensión de la pradera, deja que se inspiren en la altura de la montaña, o que sientan a través de la juventud y la madurez el aliento del incesante oleaje del viejo océano... y de ello resultará una clase diferente de seres humanos.

    Influencias del pasado.

    Lo que modifica, contrarresta e influye en las cosas más positivas y poderosas del presente, ya que nos rodean y nos hacen conocer su presencia por su contacto constante, son las pequeñas y grandes cosas del pasado.

    Nuestros nombres nos conectan con generaciones que han dejado de vivir y que, sin embargo, viven en nosotros mucho más de lo que estamos dispuestos a admitir. Nuestro discurso perpetúa un lenguaje repleto de pensamientos, opiniones, ideas, que no son nuestras en cuanto a su originalidad, sino sólo por herencia. Intentemos escapar de ello como podamos, la sombra o la luz del pasado está aquí con nosotros en la vida del presente.

    Debido al espíritu cosmopolita de nuestra época, no es raro que un estudiante de las Indias Orientales encuentre su camino en una civilización anglosajona; o que un japonés encuentre un hogar y un compañero en una Commonwealth americana. El efecto del estudio, del viaje, de la religión, de las costumbres sociales, puede armonizar los extremos de un origen mundial y de un pasado muy lejano, con la vida, el pensamiento y el sentimiento del presente. Sin embargo, la influencia del pasado, sea cual sea el entorno del presente, lo queramos o no, tiene su efecto decisivo en la vida de hoy; porque está en la sangre, en el cerebro, en el corazón. El cambio de vestimenta, el cambio de discurso, el cambio de religión incluso, la adopción de nuevos métodos de confort doméstico y de vida comercial, la preferencia por diferentes medios y medidas para la felicidad humana, no nos separarán completamente de la influencia de la larga línea de hechos, palabras y pensamientos, nacidos y alimentados en las épocas del pasado.

    Efectos de lo que vendrá.

    Pero la civilización del presente no es la suma total de las cosas de hoy, ni tampoco de las civilizaciones del pasado, poderosas y potentes, como lo son esas pequeñas cosas que entran en la vida y el carácter.

    Atrapamos la brisa de un día venidero. Si el ideal no se reajustara y ampliara con la llegada del día siguiente, pronto dejaríamos de planificar, de esforzarnos, y nos contentaríamos con la medida del trabajo diario realizado o intentado.

    La temporada que viene obliga a planificar. La reforma necesaria da esperanza al esfuerzo justo. Lo que sería la vida con esta mejora y con aquella, entra en nuestro pensamiento, en nuestra conversación, en nuestra elección de compañeros y colegas. La visión de un mejor estado y condición de los asuntos, impregna e influye universalmente en el presente.

    Pero ve más allá de los límites del futuro inmediato, y observa el efecto de la eternidad sobre las cosas del tiempo. Hay un poder que sostiene y bendice, que construye y fortalece esta vida presente que nos llega de la vida sin fin. Si mañana muriéramos y la muerte acabara con todo, ¡qué diferente sería toda la vida! Las bestias del campo, los pájaros del aire, los insectos

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