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Rebeldes Pospolíticos: Chavos de la calle: Los homeless: Jóvenes aficionados al futbol: Aficionados transnacionales: Varones homosexuales: Jóvenes con sida: Nahuas de la sierra
Rebeldes Pospolíticos: Chavos de la calle: Los homeless: Jóvenes aficionados al futbol: Aficionados transnacionales: Varones homosexuales: Jóvenes con sida: Nahuas de la sierra
Rebeldes Pospolíticos: Chavos de la calle: Los homeless: Jóvenes aficionados al futbol: Aficionados transnacionales: Varones homosexuales: Jóvenes con sida: Nahuas de la sierra
Libro electrónico267 páginas3 horas

Rebeldes Pospolíticos: Chavos de la calle: Los homeless: Jóvenes aficionados al futbol: Aficionados transnacionales: Varones homosexuales: Jóvenes con sida: Nahuas de la sierra

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La obra propone extender la distinción que realizó Eric Hobsbawm en Rebeldes Primitivos (1959), donde describe una serie de respuestas, que define como “prepolíticas”, a las emergentes formas de maltrato y opresión en Europa (siglos XIX y XX).
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento17 jun 2022
ISBN9786074178838
Rebeldes Pospolíticos: Chavos de la calle: Los homeless: Jóvenes aficionados al futbol: Aficionados transnacionales: Varones homosexuales: Jóvenes con sida: Nahuas de la sierra
Autor

Roger Magazine

Roger Magazine es doctor en Antropología Social, profesor de Antropología Social y director del Departamento de Ciencias Sociales y Políticas de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México. Es autor de los libros Azul y oro como mi corazón: Masculinidad, juventud y poder en una porra de los Pumas de la UNAM (Universidad Iberoamericana, 2008) y El pueblo es como una rueda: Hacia un replanteamiento de los cargos, la familia y la etnicidad en el altiplano de México (Universidad Iberoamericana, 2015). Ricardo Duarte Bajaña obtuvo el grado de doctor en Antropología por la Universidad Iberoamericana Ciudad de México. Es profesor de la Universidad Autónoma del Estado de México y asistente de investigación en la Universidad Iberoamericana Ciudad de México. Ha escrito varios capítulos de libros y artículos dentro de los que se encuentran Disregarding Youth Proposals: Intangible Heritage, Securitization and Soccer Fan Groups in México (Routledge, 2020), Organización Social, Desmadre y Libertad: Críticas al Neoliberalismo y propuestas juveniles en una barra de fútbol mexicana (CINDE, 2019), Transforming soccer to achieve solidarity: ‘Golombiao’ in Colombia (Routledge, 2020). Sus áreas de interés están relacionadas con la Antropología urbana, juventudes y clientelismo.

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    Rebeldes Pospolíticos - Roger Magazine

    Imagen de portada

    Rebeldes Pospolíticos

    Rebeldes Pospolíticos

    Chavos de la calle

    Los homeless

    Jóvenes aficionados al futbol

    Aficionados transnacionales

    Varones homosexuales

    Jóvenes con sida

    Nahuas de la sierra

    Coordinadores

    Roger Magazine

    Ricardo Duarte Bajaña

    Universidad Iberoamericana

    UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA CIUDAD DE MÉXICO.

    BIBLIOTECA FRANCISCO XAVIER CLAVIGERO

    D.R. © 2022 Universidad Iberoamericana, A.C.

    Prol. Paseo de la Reforma 880

    Col. Lomas de Santa Fe

    Ciudad de México

    01219

    publica@ibero.mx

    Versión electrónica: junio 2022

    ISBN: 978-607-417-883-8

    Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio sin la autorización escrita del titular de los derechos patrimoniales.

    Hecho en México.

    Digitalización: Proyecto451

    Contenido

    Introducción. Roger Magazine y Ricardo Duarte Bajaña

    La rebeldía de los chavos de la calle en contra de la familia, el trabajo y la propiedad privada. Roger Magazine

    Valores Rebeldes: Artistas y Homeless en Venice Beach, California. Jorge Juan Moyano

    Rebeldía juvenil y propuestas pospolíticas en una barra de fútbol en México. Ricardo Duarte Bajaña

    Afición al futbol extranjero como rebeldía en un contexto glocal. Adiram Salmerón

    Varones homosexuales de la Ciudad de México: Palabras, símbolos, lugares y anhelos de la rebeldía. Rodrigo Laguarda

    Vivir la vida por cuenta propia: creación de otros VIH/sida en las prácticas cotidianas de adultos jóvenes infectados. Víctor Fernando Anguiano Alvarado

    Somos macehuales, somos dignos. Rebeldía e identidad entre los nahuas de la Sierra Norte de Puebla. Yuribia Velázquez Galindo

    Breve semblanza de los autores

    Introducción

    Roger Magazine

    Ricardo Duarte Bajaña

    I’ll tip my hat to the new constitution

    Take a bow for the new revolution

    Smile and grin at the change all around

    Pick up my guitar and play

    Just like yesterday

    Then I’ll get on my knees and pray

    We don’t get fooled again (1)

    The Who, Won’t Get Fooled Again

    Linyera soy

    Corro el mundo y no sé a dónde voy

    Linyera soy

    Lo que gano lo gasto, lo doy

    No sé llorar

    Ni en la vida deseo triunfar

    No tengo norte

    No tengo guía

    Para mí todo es igual.

    Ivo Pelay y Antonio Lozzi, La Canción Del Linyera

    Este libro tiene su origen en el esfuerzo, de parte de un conjunto de antropólogos sociales, de entender a la gente con la cual hacemos investigación en sus propios términos. Como muchos antropólogos, estudiamos gente que es, por lo general, percibida como marginada o excluida por su situación económica, su edad, orientación sexual o por su lugar de origen. De forma habitual, esta gente ha sido representada en las ciencias sociales como víctimas sufridas o, en los casos más optimistas, como luchadores y sobrevivientes. Con frecuencia, la forma en que son nombradas estas personas tiene una carga de marginalidad y sufrimiento: niños de la calle o víctimas de sida.

    Sin embargo, nuestras miradas rastrearon algo distinto: gente creativa que ha generado sus propias formas de vivir y de entender la vida. Nuestro propósito no es negar que tienen sus momentos de dificultad y sufrimiento y, a veces, tienen que luchar para sobrevivir. Pero estas cosas no son las que ellos utilizan para definir sus vidas; por tanto, hemos intentado no reducir a estas personas a las representaciones de lo que no son. Tampoco es nuestra intención decir que el ejercicio de su creatividad sea fácil. En ningún caso lo es, precisamente porque contrasta con las formas dominantes y normativas de vivir. Por eso los hemos denominado rebeldes.

    Aquí hay que ser claros, esta categorización es nuestra. Aunque en determinados momentos algunas de las personas que estudiamos se autodenominan rebeldes; por ejemplo, los aficionados jóvenes al futbol, la mayoría no se describen con esta denominación. No obstante, la etiqueta rebelde llama la atención y queremos aprovecharla para destacar un aspecto, con frecuencia silenciado, de las vidas de la gente que estudiamos.

    Últimamente las ciencias sociales han mirado hacia los movimientos sociales para encontrar posibles vías de transformación del mundo contemporáneo con sus desigualdades e injusticias cada vez más extremas. No queremos criticar esta mirada sino expandirla, para incluir a grupos de gente que logran el cambio, pero sin proponer una lucha frontal al poder; más bien, yendo directamente al cambio, al poner en práctica lo que quieren vivir. A manera de ejemplo, en torno a estas dos posibilidades, podemos citar un caso muy conocido: la diferencia entre la lucha del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional por lograr el reconocimiento de la autonomía de sus comunidades, por un lado y, por el otro, su decisión posterior de abandonar las fútiles y frustrantes negociaciones con el gobierno y de hacerse a un lado para permitir que las mismas comunidades enfocaran su energía en crear y poner en práctica sus formas de vivir (Pleyers, 2009). Una estrategia menos llamativa –ya que no requería marchas a la capital ni discursos del carismático subcomandante Marcos— pero más efectiva en ciertos sentidos. Así, categorizar a la gente que tratamos en este libro como rebeldes, en vez de marginados, y aunque sus acciones no se ubiquen dentro de la categoría de movimiento social, es nuestra manera de señalar y celebrar su creatividad frente a la sociedad dominante y de hacer visible la importancia de lo que están haciendo para quienes estamos buscando y esperando transformaciones sociales.

    Nuestro uso del término rebeldes tanto como el título de este volumen fueron inspirados por uno de los primeros libros del renombrado historiador británico Eric Hobsbawm: Rebeldes primitivos (1983). En esta obra, publicada originalmente en 1959, el autor describe una serie de respuestas a las emergentes formas de maltrato y opresión en la Europa de los siglos XIX y XX a cuyos protagonistas considera rebeldes pre-políticos en el sentido de que todavía no toman la forma de partidos políticos, sindicatos laborales o movimientos sociales definidos como tal. Estos incluyen, para dar unos ejemplos, los bandidos, la turba urbana y el milenarismo. Hobsbawm argumenta que gran parte de la población mundial en el siglo XIX e incluso a principios del siglo XX reaccionó a los cambios impuestos por el capitalismo con estas formas pre-políticas de resistencia. La innovación de Hobsbawm fue cuestionar el tratamiento de estos grupos y sus prácticas como curiosidades, vestigios del pasado pre-moderno, pero sin relevancia para nuestro entendimiento del capitalismo del siglo XIX y sin incidencia en el futuro. Este enfoque ha de haber sido un acto de rebeldía de parte del joven historiador, al incluir a esta gente como agentes en la historia del mundo moderno. En este sentido, tomamos la posición de Hobsbawm como modelo a seguir. La gente considerada en este libro también es, por lo general, tratada en las ciencias sociales como curiosidades exóticas a quienes se les explora su exclusión de la modernidad y su sufrimiento. En cambio, destacando su rebeldía, queremos señalar su agencia innovadora en el mundo contemporáneo.

    Rebeldes prepolíticos y pospolíticos

    El reconocimiento de Hobsbawm de sus objetos de estudio y su incidencia histórica tienen su límite, el cual se ve en su elección del adjetivo primitivos. Con este término se refería más precisamente a su estado prepolítico que implica que todavía no han dado, o no acaban de dar, con un lenguaje específico en el que expresar sus aspiraciones tocantes al mundo (Hobsbawm, 1983, p. 11). En otras palabras, su rebeldía refleja, según el historiador, la falta de un entendimiento claro de lo que les está pasando bajo el emergente sistema económico capitalista, y no saben, a ciencia cierta, como corregirlo.

    A Hobsbawm le interesaron sus objetos de estudio como poblaciones en transición, descontentas con el nuevo sistema, innovadoras, pero no plenamente desarrolladas. A través de un proceso de adaptación, aprendizaje y maduración darían paso a los movimientos políticos verdaderos, revolucionarios. Nos parece que con esta categorización de prepolítico, Hobsbawm cayó en las suposiciones de un evolucionismo tipo marxista (aunque no ortodoxamente marxista). Su propio pensamiento, aunque fuera rebelde, no le permitía ver más allá del ambiente intelectual del momento (un momento, a mediados del siglo XX, de aparente éxito, o al menos potencial, de parte de la oposición política al capitalismo en forma de sindicatos laborales y revoluciones socialistas).

    Quisiéramos sugerir la posibilidad de que la gente que estudió Hobsbawm no careció de entendimiento de su mundo, ni de sus propias aspiraciones, sino que poseían entendimientos distintos a los del mundo intelectual, académico y político. En este sentido, no hemos adoptado la segunda palabra del título de Hobsbawm. No estamos de acuerdo con la idea de que la gente que estudiamos aquí y sus prácticas sean inmaduras o que no siguen las vías de la política moderna y formal por ignorancia. Tampoco consideramos que el problema radique en que todavía no tienen un lenguaje para expresar sus entendimientos y sus aspiraciones. Más bien, tomamos la posición de que sus lenguajes no son limitados a los conceptos y categorías de la política y el pensamiento moderno. Somos nosotros, quienes abordamos académicamente sus casos, quienes no poseemos un lenguaje para entender todo lo que está pasando en el mundo. Además, consideramos que la gente que estudiamos ha avanzado más allá de estos movimientos modernos ya que han aprendido o han heredado la lección, a través de experiencias de frustración y desilusión que les permiten comprender que, en muchos casos, terminan cayendo en una trampa, en estrategias para incorporarlos a las estructuras del Estado que buscan institucionalizarlos y controlarlos más que lograr cambios verdaderos. Este es uno de los sentidos de lo que acá hemos denominado pospolíticos: ellos han superado una creencia ciega en los movimientos sociales modernos. En este sentido, nuestro uso de este descriptivo temporal es una crítica directa a la categorización de primitivos de Hobsbawm.

    Nuestro empleo de la categoría pospolítico también tiene otro cariz: nos referimos a un momento histórico que por lo general supera los grupos que tratamos aquí. Es un momento en el cual las formas de oposición política, aquellas que para Hobsbawm y el marxismo en general constituían el camino hacia el futuro, ya no generan la misma esperanza. Por ejemplo, la desintegración de sindicatos laborales frente a los ataques basados en estrategias neoliberales reveló su fragilidad ante los intereses del capitalismo. Al mismo tiempo, la caída del muro de Berlín explicitó, si no la superioridad inmanente del capitalismo, sí los límites y peligros del socialismo estatal como alternativa. Asimismo, se ha producido una desilusión frente a la democracia en el marco de un modelo capitalista y neoliberal en donde las leyes del mercado arrinconan los ideales de la igualdad, la justicia y la participación ciudadana. Como parte de esta transformación de la democracia, las elecciones asumidas como uno de los procesos relevantes del ideal político y democrático han evidenciado su inoperancia y vulnerabilidad. La corrupción, en sus formas ilegales y legales, no permite que las decisiones de la mayoría sean tomadas en cuenta; en cambio, los intereses personales y particulares son los preponderantes. La política, entendida como el ejercicio del poder para abordar asuntos de interés común, ha sido reemplazada por una tecnocracia interesada en la opinión pública que genera ratings mediáticos, votos y ganancias económicas privadas (Žižek, 2009). Pero además, las opciones reales de representatividad social han evidenciado que no alcanzan a cubrir las necesidades y propuestas de la gente (Murillo Ruin, 1995). El distanciamiento de los colectivos sociales respecto a la política, convencionalmente asociada con una serie de estrategias electorales (Somuano Ventura, 2007), se evidencia en la desilusión durante los procesos electorales (Vidal, 2018). Esta desilusión –que también ha tenido que ver con lo que la gente ha percibido como flagrantes robos electorales– conduce a que algunas personas afirmen cosas como yo voto por el mejor de los malos.

    Ahora bien, cuando decimos que estos grupos y personas rebeldes son pospolíticos, no implica que sean apolíticos. En realidad, veremos algunos proyectos y manifestaciones creativas propuestas por estas agrupaciones que buscan transformar su realidad, al ejercer el poder para abordar asuntos de interés común para su colectividad y al asumir posturas críticas frente a la realidad política convencional. Sin embargo, sus acciones son pospolíticas porque, con frecuencia, tienen líneas de fuga respecto de la forma estructurada, estatal y oficial que plantea la política convencional.

    Podemos denominar momento pospolítico contemporáneo a este distanciamiento de diversos grupos sociales frente a la política oficial, que se ha expandido en décadas recientes por la ausencia de políticas oficiales fomentada por el neoliberalismo (o por los rezagos del neoliberalismo) y su afán por reducir el tamaño del Estado, por disminuir su injerencia en asuntos sociales y por privilegiar al individuo, en el cual se delegan gran parte de las responsabilidades que respondían al fuero estatal durante el modelo de sustitución de importaciones. El distanciamiento que señalamos también se orienta al neoliberalismo que promueve una moral productiva que homogeneiza comportamientos y formas válidas de sociabilidad. Sin embargo, en este momento pospolítico las prácticas de diferentes actores sociales recrean y construyen realidades diferentes a las que fomenta aquel modelo económico neoliberal.

    Es preciso aclarar que nuestro planteamiento de un momento pospolítico tiene el propósito de señalar cierta desilusión con, y debilitamiento de, la política formal, pero sin la intención de proponer una periodización absoluta. Primero, no quisiéramos exagerar el éxito de la oposición política formal antes de la instauración del neoliberalismo. Como ahora sabemos, el aparente éxito sindical tenía más que ver con la conveniencia del mismo sistema dominante y su interés de fomentar consumo a través de sueldos relativamente altos y estables (Harvey, 1998). O, en el caso de México, donde el Estado se apropió en forma abierta de la política revolucionaria, la fortaleza sindical reflejó un intercambio clientelar de empleo, recursos o protección por lealtad y docilidad, más que una victoria de la clase obrera (Adler-Lomnitz, 1994). Segundo, nuestra intención no es declarar la desaparición completa de la esperanza en la política formal. La amplia participación en las elecciones mexicanas de 2018 tanto como la votación a favor del partido Morena, con sus propuestas de restaurar elementos del Estado de bienestar (supuestamente sin la corrupción y clientelismo de los regímenes anteriores), sugieren la posibilidad de que esta esperanza siga activa, al menos en segmentos amplios de la población. En este punto, vale la pena acotar que las investigaciones que conforman este libro fueron realizadas antes del 2018. Este hecho conduce a otro tipo de cuestionamientos relacionados, por ejemplo, con la posibilidad de que los cambios en la orientación política de México generen una especie de rebeldía dentro de un marco más institucional. Al mismo tiempo, habrá que ver si el nuevo gobierno tiene el interés y la capacidad de satisfacer las necesidades y deseos de los tipos de grupos de personas tratados en este libro, si sus esperanzas tendrán que ser realizadas por el camino de la rebeldía, o si ocurrirá alguna combinación de estas dos posibilidades. Sin embargo, estos interrogantes deberán solucionarse con nuevas investigaciones.

    Una vez aclarado lo anterior, nos interesa resaltar algunos casos que han sido seguidos durante rigurosos trabajos de campo etnográfico, y que se acercan más a un remolino permanente de ideas y acciones colectivas que surgen de la crítica social frente a los postulados o ausencias gubernamentales, que a rigurosas y linealmente ordenadas propuestas asociadas a las políticas públicas. Este remolino incluye la creación y utilización de diversas formas de auto-denominación, auto-organización y de auto-gobierno.

    El abordaje de la categoría pospolítico es un tema que desde diferentes aristas ha sido conceptualizado por diversos investigadores, dentro de los que podemos referenciar, sin la intención de realizar un estado del arte exhaustivo frente al tema, a autores como Jacques Ranciere (1996), Slavoj Zizek (2012), Chantal Mouffe (2007), entre otros. Por ejemplo, Žižek (2009) entiende lo post-político en un sentido diferente a como lo queremos plantear en este libro. Para este autor, lo político es un tipo de relaciones que se ubicarían después de la post-política, entendida como unos procesos signados por la tecnocracia y la corrupción. En síntesis, para Žižek (2009) existen tres conceptos relevantes: pre-política, post-política y política. Žižek (2009, p. 27) denomina pre-políticas a las sociedades en donde las decisiones se toman mediante el siguiente proceso: reunión de todo el pueblo, deliberación, discusión y voto colectivo; pero sin la posibilidad de que los subordinados sustituyan la universalidad, esto es, sin la posibilidad de que la gente se haga cargo del poder. Según Žižek (2009, p. 32), la post-política surge de una desesperanza frente al sistema político convencional que excluye a los subordinados, quienes no pueden postularse –en términos de Žižek– para sustituir la universalidad. En cambio, se nombra a algunos tecnócratas expertos en deliberar en función de las exigencias y necesidades de la gente. El prefijo post no significa que la política se ha acabado, sino que ya no es una opción o solución para los marginados o dominados. Por su parte, la política se entiende como la exigencia que hacen los excluidos para formar parte de la esfera pública (Žižek, 2009, p. 25). Lo que este autor denomina como politización hace referencia a la exigencia que hacen los subordinados, quienes se postulan como sustitutos inmediatos de la universalidad, es decir, de la esfera que se ha definido como la encargada de tomar decisiones públicas.

    Concordamos con Žižek (2009) en la asociación entre pospolítica y desesperanza con un sistema político convencional. Pero, nos distanciamos de su argumento en el sentido de que vemos que algunas salidas a este dilema la gente no las ubica en el nombramiento de tecnócratas, ni en la politización que busque transformaciones universales. En realidad, los protagonistas de algunos casos expuestos en este libro llegarían a cuestionar esta idealización de la política de Žižek. En este volumen comprendemos lo pospolítico como un periodo que sigue después de experimentar una desilusión, al menos parcial, con lo político para luego rechazarlo como estrategia principal para alcanzar algún tipo de objetivo social. En este sentido, lo pospolítico no es una pérdida sino un despertar. Los rebeldes pospolíticos llegan a asumir la política (al menos en su forma estatal) como un engaño del cual no quisieran formar parte y, por tanto, no estarían interesados en postularse como sustitutos de la universalidad como lo señala Žižek (2009). No obstante, estas organizaciones colectivas pueden tener diversos acercamientos con estructuras y actores políticos convencionales. Estos acercamientos varían en intensidad y duración. Siendo así, las relaciones pospolíticas no implican, de forma necesaria, una ruptura con el statu quo político y tecnocrático.

    De hecho, es justo un aspecto particular de la estrategia neoliberal de gobernar la que ha incentivado y facilitado el surgimiento de las rebeldías que analizamos aquí: la reducción del Estado y del poder político bajo el neoliberalismo ha abierto más espacios a formas alternativas de vivir. Sin embargo, reconocemos que estas reducciones no son el resultado de una verdadera auto-crítica del Estado moderno o de su desaparición sino un cambio de estrategia (Trouillot, 2011, p. 149-174) que, entre otras cosas, en vez de enfrentar la oposición directamente, la abandona y la deja desgastarse con el tiempo. Esto es resultado de lo que Gavin Smith (2011) ha llamado hegemonía selectiva en la cual los Estados ya no aspiran a un control o a una incorporación de toda la población. Existen poblaciones enteras que no son de interés del Estado y de la economía y que quedan como residuo ("surplus") (Smith, 2011, p.14). Sin embargo, aunque entendemos el abandono de ciertos segmentos de la población como una estrategia que no debe confundirse con la ausencia absoluta del Estado, esto no significa que el Estado pueda controlar todos los resultados de sus estrategias. Uno de ellos es, justo, la apertura de espacios que permiten no sólo el desgaste

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