Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

África: nuevos horizontes de la etnografía Mexicana
África: nuevos horizontes de la etnografía Mexicana
África: nuevos horizontes de la etnografía Mexicana
Libro electrónico245 páginas3 horas

África: nuevos horizontes de la etnografía Mexicana

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

Este libro comparte una serie de diálogos necesarios entre la antropología mexicana y las manifestaciones culturales de las poblaciones africanas. Los estudios etnográficos que aquí se ofrecen nacen desde las miradas de africanistas con raíces en México y abordan una amplia
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento5 may 2022
ISBN9786075643557
África: nuevos horizontes de la etnografía Mexicana

Relacionado con África

Libros electrónicos relacionados

Historia africana para usted

Ver más

Artículos relacionados

Categorías relacionadas

Comentarios para África

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    África - Aaron Rosenberg

    TURISTA, DISCÍPULO Y ETNOMUSICÓLOGO

    Investigando las culturas urbanas del oeste africano a través del aprendizaje musical y el dispositivo audiovisual

    A

    LFONSO

    C

    ASTELLANOS

    *

    INTRODUCCIÓN

    Las relaciones que forjamos con nuestros huéspedes e informantes se ven permanentemente moldeadas en función de criterios y etiquetas dispares, quedando el estatuto de etnógrafo relegado u opacado por otras representaciones mucho más accesibles para estos últimos. En mi trabajo de investigación en diferentes países de África Occidental, las experiencias de turista, de músico y de camarógrafo siempre me han acompañado como efecto de una aproximación a mis interlocutores, basada particularmente en el aprendizaje musical y en el dispositivo audiovisual. ¿Cuáles son las ventajas que estos métodos me han procurado y cuáles las contradicciones y los desajustes que surgen en los centros urbanos, en donde el mercado turístico y la ambición de establecer vínculos profesionales con los extranjeros conllevan una reformulación estratégica y una negociación constante a través de las cuales el antropólogo y sus colaboradores se redefinen en los diálogos que construyen?

    BAMAKO, MALÍ, 2010

    Era la primera vez que me presentaba en la casa de Benogo.¹ Una semana antes había obtenido su número gracias a Sékou Diabaté —percusionista de Oumou Sangaré con el que había colaborado en México en el marco del festival Diego Rivera en 2005—, a quien le había comentado que estaba buscando un nuevo maestro de kamalengoni² que pudiera enseñarme algo diferente de lo que venía aprendiendo durante los últimos tres meses con Adama, el músico burkinés que había comenzado a formarme. Inmediatamente lo llamé y me puse de acuerdo con él para comenzar un curso, a lo que accedió sin rodeos.

    Tomé un taxi al barrio de Kalaban Koura, dándole las indicaciones que había recibido. Un tanto desorientado, pregunté al primer transeúnte si sabía en dónde vivía Benogo, quien me señaló prontamente su ubicación. Atravesé el portón rojo oxidado que separaba la calle del patio de la casa, dando con un grupo de mujeres que preparaban el almuerzo. La más pequeña, una niña de 10 años, me condujo a la habitación principal, en donde un hombre serio y alto se encontraba en compañía de otro más joven sentado a su lado. Después de los saludos habituales y de un té de bienvenida, mi huésped me pidió que le mostrara mi instrumento. Abrí la funda y, sin haber siquiera terminado de sacarlo, Benogo exclamó precipitadamente: "¡Pero esa es una kora!". Un poco nervioso le expliqué que, efectivamente, mi instrumento tenía más cuerdas que las acostumbradas,³ pero que estaba afinado como un kamalengoni. Mi bambara era muy limitado, de igual manera que su francés, lo cual nos obligaba a mantenernos en un intercambio bastante aproximativo. Me pidió que tocara algo. Habiendo tomado la precaución de anticipar este escenario había escogido la pieza Bamanaya,⁴ pues sabía que, contrariamente a otras piezas que me había enseñado Adama —en su mayor parte procedentes del suroeste de Burkina Faso—, ésta no supondría problema alguno para Benogo. Me decidí entonces a tocar, descubriendo con satisfacción el primer atisbo de una sonrisa que dejaba asomar un diente largo y torcido a través de las comisuras bronceadas de sus labios. Benogo tomó su kamalengoni de seis cuerdas volteándose hacia el hombre sentado enfrente de mí, quien hasta ahora se mantenía soberanamente impasible. Benogo decidió entonces acompañarme y comenzó a susurrar la canción, haciendo comprender con este gesto que no estaba decepcionado de mi elección, pero también que no era propiamente un cantante. Súbitamente el hombre joven, Dao Sangaré, transformó su mirada de escrutinio y se puso a cantar con entusiasmo, haciendo vibrar las cuatro paredes que acotaban la diminuta estancia. A partir de este momento quedó claro que podríamos entendernos.

    Durante el último mes de esa primera visita a Malí pude profundizar un poco más en el repertorio maliense del kamalengoni y constatar que el instrumento y la música que había conocido con Adama se ubicaban definitivamente en un registro diferente de la versión maliense. Esta diferencia, germen de una reflexión que desde entonces me ha acompañado, no tardaría en definir el rumbo de mi vida en la próxima década. Ella implicó la inmersión en un proyecto de investigación enfocado en estudiar el proceso histórico del kamalengoni en Malí, así como de la música wassoulou, de la cual es el vehículo principal. Imposible de realizarse en México, este proyecto me impulsó a trasladarme a Francia para abrirme camino dentro de nuevos circuitos de investigación con todas las pruebas que ello supone: la adaptación a un nuevo medio geográfico y cultural, las constantes adversidades vinculadas al dominio de la expresión científica en una lengua extranjera y la necesidad de fomentar relaciones profesionales en un ambiente competitivo y sobresaturado; pero también con todas las ventajas de formarme en una ciudad como París, en donde los seminarios, las exposiciones y los conciertos que tienen por objeto las expresiones africanas son prácticamente inagotables.

    Otra ventaja, igualmente importante, fue el hecho de haber podido tener acceso a cursos de excelente calidad de lengua bambara, los cuales me proporcionaron una herramienta fundamental para mi inmersión en la cultura mandinga.⁵ Muchos antropólogos sabemos qué tan afanosa puede resultar la tarea de aprender una lengua completamente diferente a la nuestra sin ningún tipo de pedagogía. El proceso es tedioso, poco eficaz, y, sobre todo, extremadamente largo, logrando cristalizarse en un empleo exitoso solamente después de un sinnúmero de ensayos y errores. En cambio, el proceso de aprendizaje fundado en un método pedagógico sólido permite la aprehensión de las reglas, las estructuras y las funciones de la lengua de manera eficiente, lo que facilita una autonomía incomparable en el campo que da la posibilidad de aplicar libremente estos conocimientos en lugar de restringirse a un empleo mimético de la lengua sustentado en la pura memorización de vocabulario y de formulaciones bien

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1