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Le comento en un minuto: Anécdotas y vivencias reales de un vendedor a domicilio
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Le comento en un minuto: Anécdotas y vivencias reales de un vendedor a domicilio
Libro electrónico153 páginas1 hora

Le comento en un minuto: Anécdotas y vivencias reales de un vendedor a domicilio

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¡El libro que Jordan Belfort NO querría venderte!

Estas son vivencias y sucesos reales ocurridos tanto al propio autor como a sus compañeros de trabajo, durante su recorrido profesional como vendedores puerta a puerta de productos y servicios. Sucesos donde se mezclan la casualidad y el oportunismo; lo desternillante y lo inaudito, en un coctel de experiencias destinado a humanizar a esos hombres y mujeres de elegante traje y amplia sonrisa.

IdiomaEspañol
EditorialCaligrama
Fecha de lanzamiento16 nov 2017
ISBN9788417164331
Le comento en un minuto: Anécdotas y vivencias reales de un vendedor a domicilio
Autor

Javier Padín

Javier Padín nace en Galicia en 1992. Se licencia en Bellas Artes en la facultad de Pontevedra. Durante toda su vida combina su carrera con la escritura de relatos y el dibujo de cómics. Publica sus personajes Peper y Volc en el fanzine OjodePez 2.0, colabora en el homenaje a Mortadelo y Filemón Agencia de Suplantación e ilustra el Libro de las fiestas de Iria Flavia. Actualmente escribe los guiones de Un hombre especial y Pelota de trapo, novelas gráficas que dibujará el artista Josuha Acuña.

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    Le comento en un minuto - Javier Padín

    Le-comento-en-un-minutocubierta-v22.pdf_1400.jpgcaligrama

    Le comento en un minuto:

    Anécdotas y vivencias reales de un vendedor a domicilio

    Primera edición: noviembre 2017

    ISBN: 9788417120528

    ISBN eBook: 9788417164331

    © del texto

    Javier Padín

    © de esta edición

    , 2017

    www.caligramaeditorial.com

    info@caligramaeditorial.com

    Impreso en España – Printed in Spain

    Quedan prohibidos, dentro de los límites establecidos en la ley y bajo los apercibimientos legalmente previstos, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, ya sea electrónico o mecánico, el tratamiento informático, el alquiler o cualquier otra forma de cesión de la obra sin la autorización previa y por escrito de los titulares del copyright. Diríjase a info@caligramaeditorial.com si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

    «Dedicado a los luchadores, los entusiastas, gente con ideas y demás locos del mundo».

    Prefacio

    Para la gente que vive en ciudad o una zona urbanizada medianamente grande, esta situación que le voy a relatar seguramente le resultará muy familiar (en los pueblos y regiones rurales también se dan casos, aunque con mucha menos frecuencia):

    Usted está tranquilamente en su domicilio haciendo las cosas de casa sin molestar absolutamente a nadie cuando de repente suena el timbre. No espera visitas para esa hora ni conoce ningún motivo por el que el timbre debiera estar sonando en ese momento. Se acerca a la puerta y observa por la mirilla. La imagen que ve es la de un hombre o una mujer que nunca antes había visto en su vida elegantemente trajeados, con una amplia sonrisa de oreja a oreja y una carpeta bajo el brazo. Es entonces cuando en una centésima de segundo una conclusión rápida y rotunda se planta en su mente: es un vendedor.

    A partir de este punto de los acontecimientos, dos situaciones suelen suceder. La primera es una avalancha de preguntas en la mente de la persona visitada: ¿Qué es lo que quiere? ¿Qué viene a traer? ¿Quién le envía? ¿Qué quiere de mí? ¿De dónde es? ¿De qué se alimenta? ¿Cómo se reproduce?...

    Todas estas dudas se disiparían si la persona decidiese abrir la puerta y preguntárselas directamente al amigo del otro lado, cosa que un porcentaje amplio de la gente decide no hacer, quedándose con todas esas dudas existenciales en su mente para el resto de su vida.

    La segunda posibilidad es una breve conversación entre las dos partes que en ocasiones termina rápidamente con una sentencia sin derecho a réplica tal como «Ahora no tengo tiempo de atenderte», «Me pillas muy ocupado», «No soy la persona que lleva estos temas aquí»...

    En ambas ocasiones, la gente siempre olvida algo muy importante: ese señor o esa señora que están tan bien vestidos en su puerta son también seres humanos con inquietudes, opiniones y emociones. Incluso puede que ambos individuos sean del mismo equipo o que opinen que la última película del actor de moda es un bodrio descomunal. Es una pena que todas estas relaciones, vínculos y casualidades no lleguen a producirse por el miedo de alguna gente a lo desconocido y la pereza para enfrentarlo.

    Todo lo que acabo de relatar está escrito desde la experiencia. La mía, concretamente, en todo mi largo tiempo como distribuidor personal de productos y servicios.

    La gente suele llamar a esta profesión de muchas maneras: vendedor, comercial, agente, representante, distribuidor, viajante, chico/a de (inserte nombre de compañía o empresa)... De aquí en adelante, vamos a quedarnos con el término vendedor, que si bien no es un nombre que sea de mi completo agrado, sí lo considero un término lo suficiente amplio y genérico como para que toda la gente pueda comprender la magnitud del oficio.

    Esa es la idea de este libro: humanizar la figura de todas y cada una de esas personas que se pasan el día subiendo y bajando escaleras, recorriendo calles y avenidas, haga sol o llueva, con tal de llegar a tanta gente como les sea posible. Que la gente deje de ver en ellos una retahíla interminable de palabras, un incordio sin aviso previo o simplemente el logotipo de una empresa, para ver simple y llanamente a una persona, en ocasiones más similar a nosotros de lo que pensamos.

    Si después de haber leído este compendio de situaciones, las cuales aseguro que son 100% reales, un porcentaje de los lectores, aunque sea mínimo, decide tratar más humana y cariñosamente a este sector del mundo laboral, si deciden darles la oportunidad de explicar qué hacen allí, de hacer saber qué están llevando hasta su puerta en agradecimiento por las risas obtenidas con sus anécdotas y en compresión y empatía por las mismas, este libro habrá cumplido con creces su cometido.

    Solo queda por añadir mi sincero deseo de que disfruten de las vivencias de esa gente que mientras el resto del mundo nacía con un pan debajo del brazo, ellos nacían con una promoción fantástica del 50% de descuento.

    Aviso de privacidad

    Todas las historias aquí narradas corresponden a vivencias auténticas y completamente reales del autor o compañeros de trabajo del mismo. Por motivos de privacidad, se han omitido datos demasiado personales de las personas participantes, así como los nombres de las compañías, empresas o productos implicados.

    Mis comienzos

    Creo conveniente antes de comenzar a relatar las anécdotas de este mundo profesional, explicar mis comienzos en el mismo.

    Empecé enviando mi currículo a un portal de internet de ofertas de trabajo. Era verano y buscaba empleo. No es que viese nada especial en el anuncio, pero en una situación de búsqueda de trabajo, uno se inscribe en tantas ofertas como le sea posible. Es la ley de probabilidades.

    A los pocos días me llamaron para una entrevista de trabajo donde el gerente me explicó la clase de gente que buscaba: dinámica, positiva, enérgica, activa... Yo me veía realmente con posibilidades, siempre me ha motivado y entusiasmado la actividad constante y las situaciones novedosas como aquella.

    Esa misma tarde me llamaron para que al día siguiente acudiera a mi día de prueba. ¡No me lo podía creer! Me había costado que me llamasen para una entrevista, pero cuando lo conseguí realmente me decidí a no dejar pasar la oportunidad.

    A la mañana siguiente acudí con ropa formal pero también cómoda. Llegué un poco tarde a la oficina, pues no estaba acostumbrado al tráfico en hora punta y moverme por esa parte de la ciudad se me hizo un poco más difícil de lo planeado.

    Cuando llegué, el mismo gerente que me hizo la entrevista me presentó a mis compañeros. En especial a Marcos, el vendedor de cuya mano iba a conocer y aprender el oficio.

    Era un hombre de treinta y pocos años, con bastante confianza en sí mismo al que se le veía bastante cómodo y resuelto con lo que hacía. Eso me transmitió plena confianza. Me explicó con mucha brevedad las cosas básicas que tenía que saber y nos dirigimos a la zona que nos asignaron.

    Más allá de la gente con la que nos tocó hablar, de la zona donde nos

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