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Prometeo encadenado
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Prometeo encadenado

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Prometeo encadenado es una tragedia de la antigua Grecia, tradicionalmente atribuida a Esquilo, pero en el siglo XXI es considerada por muchos eruditos como resultado del trabajo de otro escritor, quizás llevado a cabo durante el siglo IV a. C. Sin embargo, todavía hoy se suele incluir esta tragedia en las ediciones de la obra de Esquilo. La tragedia se basa en el mito de Prometeo, un Titán que desafía a los dioses y da fuego a la humanidad, actos por los que es sometido a un castigo perpetuo. Hay pruebas de que era la primera parte de una trilogía, pero de las otras dos partes, Prometeo liberado y Prometeo portador del fuego, tan solo quedan fragmentos.

Esquilo (Eleusis, ca. 526-525 a. C.-Gela, ca. 456-455 a. C.) fue un dramaturgo griego. Predecesor de Sófocles y Eurípides, es considerado como el primer gran representante de la tragedia griega. Nació en Eleusis (Ática), lugar en el que se celebraban los misterios eleusinos. Pertenecía a una noble y rica familia de terratenientes. En su juventud fue testigo del fin de la tiranía de los Pisistrátidas en Atenas.

Traducción de D. Fernando Segundo Brieva Salvatierra.
IdiomaEspañol
EditorialPasserino
Fecha de lanzamiento16 sept 2021
ISBN9791220846387
Prometeo encadenado

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    Prometeo encadenado - Esquilo

    PROMETHEO ENCADENADO

    Aparecen CRATOS y BÍA, HEFESTOS y PROMETHEO

    CRATOS

    Letra Y

    A estamos en el postrer confín de la tierra, en la región escytha, en un yermo inaccesible. Impórtate, pues, Hefestos, cuidar de las órdenes que te dió padre; amarrar a este alborotador del pueblo al alto precipicio de esas rocas con invencibles trabas de diamantinos lazos. Pues hurtó tu atributo, el fulgurante fuego, universal artífice, y lo entregó a los mortales, por que así aprenda a llevar de buen grado la dominación de Zeus, y dejarse de aficiones philantrópicas.

    HEFESTOS

    Cratos y Bía, cumplido está por vuestra parte el decreto de Zeus, y nada os embaraza ya. Cobarde ando yo para encadenar en este precipicio que azotan las tormentas, a un dios de mi propia sangre; puesto que fuerza me es tal osadía; que es grave cosa acudir con tibieza a los mandatos de padre. Mal que a los dos pese, Prometheo, hijo magnánimo de la consejera Themis, te ataré con broncíneos e indisolubles nudos a este risco apartado de toda humana huella; donde jamás llegará a ti figura ni voz de mortal alguno, sino que tostado de los lucientes rayos del sol, mudarás las rosas de la tez. Vendrá la noche, ansiada de ti, y te ocultará la luz con su estrellado manto; de nuevo enjugará el sol el rocío de la mañana; pero el dolor del presente mal te abrumará sin tregua, que aún no ha nacido tu libertador. He ahí lo que te has granjeado con tu philanthrópica solicitud! Dios como eres, sin temer la cólera de los dioses, a los mortales honraste más de lo debido, y en pago guardarás esta desapacible roca, en pie derecho, sin dormir, sin tomar descanso; y vano será que lances muchos lamentos y gemidos, que son recias de mover las entrañas de Zeus, y tirano nuevo siempre duro.

    CRATOS

    ¡Eh, basta! ¿A qué es vacilar y lamentarse en balde? ¿Cómo no abominas al dios más aborrecido de los dioses, a quien entregó tu atributo a los mortales?

    HEFESTOS

    ¡Son tan poderosos la sangre y el trato!

    CRATOS

    Concedo. Mas ¿cómo te será dado desobedecer los mandatos de padre? ¿No temes más esto?

    HEFESTOS

    Siempre fuiste sin misericordia y lleno de ferocidad.

    CRATOS

    No es remedio lamentarle. No te canses, pues, necio, en lo que nada aprovecha.

    HEFESTOS

    ¡Oh maniobra aborrecidísima!

    CRATOS

    ¿Por qué la detestas? que cierto es que tu arte no tiene culpa de los males presentes.

    HEFESTOS

    Con todo ello, así a otro cualquiera le hubiese tocado en suerte, que no a mí.

    CRATOS

    Todo es dado a los dioses menos el imperio; sólo Zeus es libre.

    HEFESTOS

    Lo

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