Fellini 100
Federico Fellini llegó a México en busca de una película que jamás filmó: , una historia sobre un chelista que, tras morir en un accidente de avión, se halla en un mundo repleto de doctores, maestros, guardias que lo llevarán a un viaje cuyo destino es completamente desconocido. La idea la había leído, cuando tenía 18 años, en un texto de Dino Buzzati, (1938), sobre una vida en el Más Allá que remeda la higiene y la rigidez de la burocracia. A Buzzati, el mal llamado “Kafka italiano”, la idea de colaborar en el guion le pareció graciosa y le serviría para una historieta donde Orfeo y Eurídice se conocen en el Milán de los sesenta. Pero Fellini se obsesionó con un pasaje de Friedrich Hölderlin de la muerte de Empédocles que, a su vez,: “Y abiertamente entregué mi corazón a la tierra grave y dolorosa y, frecuentemente, en la noche sagrada, prometí amarla fielmente hasta la muerte, sin miedo, con su pesado fardo de fatalidad, y no despreciar ninguno de sus enigmas. Así me até a ella con un lazo mortal”.
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