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Amores de Otro Mundo
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Libro electrónico62 páginas1 hora

Amores de Otro Mundo

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Este libro contiene grandes verdades espirituales y las claves para poder acceder a los mundos superiores sin tener que morir. Además, en este libro están relatados algunos de mis más elevados viajes fuera del cuerpo, viajes que describen muy bien los mundos espirituales.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento7 sept 2021
ISBN9798201696542
Amores de Otro Mundo
Autor

Joselito Montero

JOSELITO MONTERO OVIEDO Nació en el municipio de El Cercado, Republica Dominicana, el 15 de Enero de 1980. Es el número once de doce hermanos. Los primeros años de su vida los vivió en su tierra natal junto a sus padres y parte de sus hermanos. De niño se caracterizaba por ser alegre, bondadoso, muy travieso y extremadamente astuto. En 1991 se fue a vivir con una de sus hermanas a la ciudad de Santo Domingo, pero a los pocos días de estar en la ciudad entró en un estado depresivo y su hermana tuvo que llevarlo de vuelta a su tierra natal.  Después de terminar la educación básica en la escuela rural de Derrumbadero, lo enviaron al Municipio de San Juan de la Maguana, a casa de su abuela, para cursar allí sus estudios secundarios. Mientras vivió en San Juan de la Maguana usó su tiempo libre para escribir poemas y cuentos, escritos que se perdieron cuando el huracán George azotó aquel pueblo. Al terminar sus estudios secundarios se marchó para la ciudad de Santo Domingo a estudiar Ingeniería Industrial, ya que fue premiado con una beca estudiantil por sus altas calificaciones. En Santo Domingo se entera de que un empleado del gobierno se las habías ingeniado para transferirle su beca a uno de sus hijos. Aquella noticia lo entristeció mucho, pero se resignó e ingresó a una universidad económica: la Universidad O&M. Pero después de cursar el noveno cuatrimestre en aquella universidad abandonó los estudios para dedicarse por completo a la vida espiritual, al autoaprendizaje y a cuidar su granja.

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    Amores de Otro Mundo - Joselito Montero

    Hubo una época en la que todo me salía bien; una época en la que fui muy feliz, ya que logré conseguir lo que más deseaba en la vida: logré viajar a otros mundos sin tener que morir. En aquellos mundos una mujer de aspecto angelical me servía de maestra y guía. Además, aquel bello ser me amaba de una forma inexplicable.

    Creo que pocas personas han logrado alcanzar tanta dicha y tanta felicidad como la que yo logré alcanzar. Sin lugar a duda, fui  bendecido por Dios de  una forma muy especial.

    Pero un día mi suerte me abandonó, ya que de una forma inexplicable el viento dejó de soplar a mi favor. Mi  desdicha fue tan grande que llegué a creer que todos los fenómenos de la naturaleza se habían combinado para atormentarme.

    El universo es exageradamente grande, sin embargo, no existe lugar en él para escondernos de las desgracias cuando estas ponen sus ojos sobre nosotros.

    Al parecer, una forma de energía consciente de este mundo sintió envidia de mi felicidad y comenzó su venganza contra mí, ya que no entiendo cómo un ser humano puede alcanzar tanta desdicha sin algo que se la esté provocando.

    En aquellos días la carga de la vida se me había hecho  muy pesada. Había noches que sólo podía dormir tres horas o quizá menos. El estrés y la preocupación se apoderaron de  mí  como espíritus tormentosos. Las mujeres de vidas dudosas se aprovechaban de mi docilidad, los estafadores me asechaban así como los depredadores asechan a sus presas para devorarlas y las personas solían insultarme a cada instante sin causa justificada.

    Aquellos amargos momentos me obligaron a catalogar a las personas como fieras salvajes, y a catalogarme a mí mismo como un cordero: manso e indefenso. Uno de mis hermanos siempre me decía que mi mansedumbre y mi cara  de sonso eran mis peores enemigos, y creo que tenía razón, ya que he podido observar que este mundo no es un buen lugar para débiles en ningunos de los sentidos.

    En aquella época la paz se alejó de mí; me abandonó así como las mujeres insensibles abandonan a sus maridos cuando son despedidos de sus empleos. Además, perdí totalmente mis poderes.

    Llegué a sentir un fuerte odio por muchas personas, principalmente por los militares, por los avaros y por los acaparadores.

    Estuve a punto de irme a vivir a la montaña y abandonar la ciudad, como hicieron los mayas en época precolombina; y si no me fui fue por no ver a mi madre triste, ya que la pobre se puso a llorar cuando le dije lo que yo planeaba. Pero como mi madre ya no está en este mundo, pues de todas formas un día me iré.

    Los trabajos aumentaban, sin embargo, mis ingresos se reducían. Pero aun así me las ingenié para tomarme un día de descanso a la semana, para tratar de sacar mi pobre alma  de  esta prisión llamada cuerpo físico. Sin embargo, cuando lograba sacar mi alma de mi cuerpo físico, sólo conseguía llegar a mundos oscuros y tenebrosos.

    Todas mis virtudes me habían abandonado. Sólo me quedaba una multitud de amigos hipócritas, que se hicieron mis amigos porque muchos de ellos me habían escuchado decir que mi dinero era para repartírselo a los pobres. Pero lo que esos tontos no sabían era que yo no tenía ni un centavo para repartir; ellos no sabían que era un sano deseo que yo guardaba en mi corazón. Y gracias a Dios que nunca llegué a necesitar que alguien me prestara dinero para sobrevivir, ya que un día probé tomar dinero prestado y nadie tuvo para prestarme. Hasta mi propio hermano, que tenía dinero de sobra, se me negó.

    Yo sentía menos soledad encerrado en mi habitación que estar rodeados de amigos hipócritas como los que yo tenía.

    Extrañaba mucho a mi ángel guía, y sé que de una u otra forma ella también me extrañaba.

    Siempre pensaba en los mundos superiores; pensaba que en aquellos mundos no nos abandonan como lo hacen en este mundo cruel llamado tierra.

    Mi intuición me decía que si yo quería volver a ver  a mi ángel nuevamente, tenía que eliminar de mí las impurezas; sobre todo la depresión, esa horrible depresión que me había quitado hasta las ganas de vivir y de luchar y que me impedía ver que a pesar de todo el mundo tenía muchas cosas  buenas.

    Yo tenía que eliminar también mi odio por los acaparadores, los avaros y los narcotraficantes, principalmente. Sabía que ellos eran los culpables de que muchas personas busquen alimentos en los contenedores de basura, semejante a los perros y a las ratas.  Yo no era Dios para juzgar a esas personas, pues todos somos víctima del sistema que se ha implementado en el mundo, pero aun así los odiaba.

    Pensé irme de vacaciones a mi tierra natal, pero supe que no me iba a servir de nada viajar allá, ya que si dejaba mi pequeño negocio a cargo de

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