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Libro electrónico697 páginas8 horas

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Información de este libro electrónico

Un grupo de seres venidos de muy muy lejos buscan a MIss Mshika, quien reinar en la nueva gran Tenochtitlan del futuro. Pero primero tienen que viajar en el Metro y vivir en carne propia cmo somos los mexicanos.

Una divertida, atrevida y experimentalosa novela sobre la obsesin por las fronteras, y nuestro escondido deseo de emigrar muy lejos hacia alguna otra regin de nosotros mismos. Muy til para los connacionales y tambin para quienes nos visitan de remotas tierras.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento5 ago 2014
ISBN9781490731568
Ultraterrein
Autor

Gabriel Garibay

Gabriel Garibay’s literary universe includes novel, poetry, essay, theater, and even film screenwriting. He defines himself as a writer with no past, no tradition, which allows him to project his visions about Mexico (“my magical, mysterious, beautiful, and sad country”) with no prejudice and total freedom. Garibay’s work tries to honor his literature standards, such as Yukio Mishima or Somerset Maugham among others.

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    Ultraterrein - Gabriel Garibay

    Copyright 2014 Gabriel Garibay.

    All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrieval system, or transmitted, in any form or by any means, electronic, mechanical, photocopying, recording, or otherwise, without the written prior permission of the author.

    This is a work of fiction. All of the characters, names, incidents, organizations, and dialogue in this novel are either the products of the author’s imagination or are used fictitiously.

    ISBN: 978-1-4907-3155-1 (sc)

    ISBN: 978-1-4907-3156-8 (e)

    Because of the dynamic nature of the Internet, any web addresses or links contained in this book may have changed since publication and may no longer be valid. The views expressed in this work are solely those of the author and do not necessarily reflect the views of the publisher, and the publisher hereby disclaims any responsibility for them.

    Any people depicted in stock imagery provided by Thinkstock are models,

    and such images are being used for illustrative purposes only.

    Certain stock imagery © Thinkstock.

    Trafford rev. 08/04/2014

    33164.png www.trafford.com

    North America & international

    toll-free: 1 888 232 4444 (USA & Canada)

    fax: 812 355 4082

    Contents

    Parte O

    Instrucciones para viajar en Metro

    Instrucciones para viajar en el Metro

    Cuando no cabe ni un alma

    Mi nombre es Metrónomo

    Banging Heads

    Conversación entre dos señores durante trayecto de Metro La Raza a Tlatelolco

    Los tiempos del tiempo, escrito por Borgues

    Ejercicio 1 de relajación en el Metro (Durante horas pico)

    Trashumar Trashumanar

    A qué venimos

    Descifre los cabeceos de los cabeceadores del Metro

    El sicalíptico misterio del último vagón

    Atorados en mitad del túnel

    No me quiero, ergo me siento en el suelo

    La muchedumbre que espera el tren con su soledad

    Mano negra

    Arriba las manos

    El señor que se acuesta sobre cristales

    El paradisíaco horno del amor

    Por su seguridad y la del material rodante, verifique si es permisivo su avance

    Maussan en el Metro Observatorio

    Mujer de otro planeta con móvil

    La razón de los apagones en el Metro

    La Metronomie Del Amour Feu

    La Metronomie del amour feu

    La voz del Metro

    En la vida siempre hay incompatibilidad: o son los rieles o los trenes

    (((((=))))) Sangre inocente

    §Miss Méshika y la paz mundial (¡Ja!)

    Aterriza

    Viajados III

    Viajados II

    Viajados I

    Viajados 0

    Viajados (((≤)))

    Diagrama de vuelo y pendientes

    Los Pléiados emplayados

    Abandonarse en Venus

    Viajara

    Decretos que sí funcionan

    Las enseñanzas de Panoche Libidinoshe

    Radiografía de la languidez zurda

    Viajados ((((†))))

    Divago para centrarme

    Estamos avanzando

    Algunas máquinas de tortura (según el círculo que le toque)

    Las cenizas viajan al más allá

    Comentario en respuesta a una sabia sentencia

    Tips para verte muy ciudadano de derechas

    Guía vocacional para comprobar que usted tendrá éxito como político

    Nuevo mensaje (igual a los anteriores) del Maestro Galáctico-Inter (pasivo-profundo) Sheran Ashton Kursho Om De su programa de radio.

    Vagara

    Deambular de Benjamín

    Ecléctika

    Xq mueres x la comida japo K A M I K A Z E

    Instructivo para activar El Galeano, nuevo rebelde-holograma de acción (incluye máscara activadora).

    McDonalds o La hamburguesa no tiene la culpa

    Los académicos no vaticinan pero les encanta

    Paisaje con diálogo de fondo

    Ze Malabala Skara Musha

    Religión y Fe de erRatas

    Nubes ardientes

    Ojos bien abiertos de cerrados

    Miss Méshika presenta:

    Prólogo

    La verdad es que…

    Meses antes en el despacho del presidente de los Estados Unidos de Norteamérica

    La verdad verdadera

    Testimonio

    Testimonio

    Testimonio

    Testimonio

    Testimonio

    Encabezados de los principales diarios de México durante la contingencia

    Periodista

    Testimonio

    Oda al Presidente mexicano que salvó a la Humanidad

    Periodistas en conferencia de prensa con los funcionarios de salud de México.

    Funcionario de Salud del Gobierno Federal

    Algunos datos

    Resumen de noticias.

    Testimonio

    Declaración de experto en Salud, funcionario del Gobierno.

    El misterio del virus de la influencia & el tapabocas.

    Conclusiones metafísicas la influencia mexicana

    Testimonio

    Miss Méshika y sus amantes de malos celosos

    OPERA LIBRETTO La Mensajero

    Parte Uno

    Scene 3 Encendiendo el fuego

    Escena 4

    Parte DOS

    Escena 6

    Escena Siete

    Escena Ocho

    Escena nueve

    µ Miss Méshika Y nuestras galaxias perdidas

    Místika y sus objetos alquimia

    Cristus

    Imágenes, el corcel que cabalgas

    La guerra del fútbol

    Fuera de ondas

    El extraño caso de la Wala y sus hijos finados reaparecidos

    Aquí lo busca el señor Mononoko

    Muertes suspendidas

    Samuel Barlott Y la tirada del sistema (fig. humana politishku)

    Dr. Rubens Rúbin Rúbin Y bata de Babilonia (fig. humana médicus pseudo omnipotenke)

    Joan Xavier Siqueiro Plint Artista (imitación. Técnica rollos de objetos ya utilizados y pose sangrona Sobre acrílico o productos de consumo

    Mairiolis Mostradora de piel (Fig. humana no bailarina, no actriz, no conductora)

    Tirso Marte (keske actor, productor, promotor cultural, activista, modelo, nada) (Fig. humana falsher)

    Heliodoro Gonzaga Licenciado (Fig. humana trakala, falsher, lititis)

    Constantino Benito VI (Fig. Humana. Sacerdots impius depravai)

    Trazos para lograr el éxito

    Letras incendiarias

    Mi amigo Estrello y su cauda de encuentros consigo mismo

    Donde ya no hay Amor/ Todo se repite

    La extraordinaria vida de auto tortura de Arisco Amargo

    Están vivas

    El monigote como psicopompo Altaia, Goldi & Yurak

    El señor Shaman Smith, te hace el trabajo

    Miss Méshika Translación/dislocación

    Dónde estás

    Clara/Videncia: Emily y el poder femenina

    Ostyak Samoyed y su tiendita de sueños

    Kleist entrevista con el monigote Eme Cioranska

    El amor imposible hacia Barbara Brabant

    El monigote Pynchon McCarthy insultaba a Candy la hija de Vergens

    La penetración de la cueva

    Tentativa de acabar con París de una vez por todas

    Lo que no hay que escribir cuando ya se escribió todo

    El revistero

    La casucha que brilla en tu profunda noche

    Doll city

    Por qué creemos en lo que no

    |≤ Miss Méshika Y los inertes animados

    Mueblecito azul

    La vida es una imagen animada repetitiva

    La vida es una repetición. Sucursal Madres.

    Ya no lo volveré a hacer. Reina KakaO

    DEMOKRATIKS

    MedúllaZ

    Translava

    VEGANA

    ATAQ MASIV

    La última noche con mis cabezas

    Él sigue vivo

    (L)A suplantación de las horas

    El pan de pomuch

    De reyes y bufoncitos

    ¿Por qué nos traicionaste?

    ¿Cómo quieres irte de aquí?

    ΩMiss Méshika y su bosque de laos trashumanaos o TIEMPOS REMOTOS

    ((((&))))

    ULTRATERREIN

    GRSSS!

    Luna Nueva

    A Rox

    Por expandir los horizontes más azules y cósmicos

    Por el reencuentro justo en el punto medio

    De los tiempos remotos.

    ¿A quíen va a creer usted, a mí, o a sus propios ojos?

    -Groucho Marx.

    Lo que más odio es que me pidan perdón antes de pisarme.

    -Woody Allen

    El poeta goza el incomparable privilegio de poder ser él mismo

    U otro.

    Como esos espíritus vagabundos que buscan un cuerpo, él entra,

    Cuando le place, dentro de la persona de cualquier ser.

    -Charles Baudelaire, Multitudes

    Parte O

    Miss Méshika y su fila de pre-tensos de dudosa confianza

    presenta:

    El MetrónomA

    Instrucciones para viajar en Metro

    M uy estimadísimo lector-usuario o viajero, ¿está listo para tomar el Metro? Listo, lo que se dice listo, quién sabe. Listos y no tan listos abordan el Metro todos los días, a toda hora. No sabemos que tanto fragua en la cabeza uno y que tanto desea olvidar otro. Lo cierto es que nuestro Metro, lo escribo con mayúscula porque es un nombre propio, muy propio de todos los mexicanos, nos conduce tanto al fastidio cotidiano como a la ansiada anticipación de la aventura. Viajero: tanto para usted como para mí, esta palabra significa tener el derecho a recorrer cuántas veces deseemos las líneas del sistema de transporte colectivo, siempre y cuando no salgamos de sus instalaciones. Tiene un tono que no evade el sarcasmo. Para ellos , los que nunca se han subido al Metro, viajero echa a andar en sus cabezas imágenes que incluyen a la Torre Eiffel en París, el Coliseo de Roma, las pirámides de Egipto y un sinfín de lugares que usted, amable lector, y yo tan sólo conoceremos mediante la National Geographic o gracias a esos divertidos concursos en los programas televisivos en donde, por el módico precio de veinticinco pesitos más i.v.a., multiplicado por millones de incautos que mandan su mensaje vía celular, se convierte en cantidades estratosféricas que van a llenar las arcas de señores que ya con lo que tienen no podrían gastárselas en toda su vida…y mire que no es nada difícil gastarse el dinero (según ellos). Ellos presumen en las redes sus fotos frente a las pirámidas, pira mides, pira maniacas y Usted pues el metro (aquí en minúscula pa que no se queje), usted (también aquí en minus) participa con ilusión, y la probabilidad de ganar es una en noventa millones. Concursos en donde usted y millones de incautos ya pagaron el premio del ganador y de los dueños de los canales, ¡la casa nunca pierde! Oh, pasajeros pasajero, todos somos pasajeros. Y ¡vivimos de vibras! Vibras aquí, vibras allá, y pos sí existen tampoco nos funcionan mucho porque a la hora de la hora perdemos como siempre, ganamos como nunca y la culpa la tiene la tele o alguien allá afuera pero no Usted, Tú, Yo que no queremos disciplinarnos. Que nos vale sombrilla porque pus asíeselmejicanou. Qué fácil, ¿no? Bueno, en fin, no me voy (no nos vamos, porque yo soy muchos y venimos de muy muy lejos, sí, sí, de esas galaxias muy muy lejanas, ejanas, janas, anas, as, ssss…Bueno, decía (decíamos, le iremos cambalachando): Sí, esos millonarios de gran corazón que se cuentan con los dedos de una mano (un puñado son orgullosamente mexicanos, ¡viva, viva! Ahí siempre en un ahí, allá, acullá, más allá, depositamos no nuestro dinerito sino nuestros anhelos de triunfo, transferimos el esfuerzo de lograr algo en otros, y luego los criticamos, y los…corregimos, ustedes, ustedes luego los critican y resulta que obtuvieron lo que obtuvieron porque son ratas o gays o tienen palancas, de plano qué onda…bueno, ya, decía que cuentan con, pongamos que las dos manos los ¿qué decíamos?, o sea que nos ofrecen todas aquellas dichas que soñamos tener o que por lo menos nos alcanza para tener (con abonos chiquitos para pagar poquito, claro está), nuestros sueños. Ya me perdí, es que como el viaje es largo, se marea uno. Pero ah, y qué buenas personas, aquellas ricas de corazón y de cuerpo y de alma, que visten tan bonito, que nunca han pisado la Metro, sí, la Metro, el Metra: que nunca se han aventado un viaje pero con sus empresas tan preocupadas en ustedes sólo piensan en su bien ofreciéndoles golosinas fabricadas con azúcar y un poco de azúcar, polvos blancos, los más terribles, los más enganchadores, mezcla de azúcar y un toque de azúcar aspirinosa para darle sabor y kilos a nuestras bien redondeadas masas corpóreas; refrescos con azúcar que además (oh, Cristo, gracias, nos ofrecen con poca azúcar, con low sugar, o endulcorantes que son como mini polvitos cloncitos cloncetes de la azúcar, que sabe feíto pero hacen igual de daño) nos obsequian fabulosos regalos con sólo veríficar la parte posterior de la tapa o corcholata (seguido de un rosario de requisitos, llenado de formas en internet, llamadas telefónicas que nos dan derecho a participar en un concurso muy sencillo consistente en una tonta pregunta que si no respondes te quedas sin el premio y sin tu honra. Pero esto claro, si resulta que el númerito de la corcholata era el correcto y la llamada entró en el tiempo justo que la diosa Fortuna otorgó y tienes mucha suerte y rezas todos los días y no eres mala persona, en fin…ustedes bien lo saben.) ¿En qué estaba?

    Ah, sí…que las compañías que nos venden cosas piensan sólo en nosotros. Esto es una verdad, porque ¿a quién si no dirigen tanta publicidad? ¿Quién va a comprarles tanta cosa que incluso hemos aceptado en llamar comida chatarra sin que se nos atore en la garganta? Y si lo dice la tele y está publicado tiene que ser verdad, ni modo que no. Además, se preocupan por nuestra salud porque, no obstante que nos ofrecen deliciosos bocadillos fabricados con harinas engordativas y ¿olvidé mencionar que le ponen azúcar a todo, azúcar o adiczúcar y que la azúcar te pone bien arriba pero también cual globo de cantoya, y que también podemos elegir azúcar no azúcar, azúcar chafa, apariencia de azúcar pero que igual nos pasa a fastidiar, que la vas a buscar con ansia de veras loca? Bueno, se preocupan tanto por nuestra salud que en cada empaque, en cada bolsita (busque bien, querido lector-viajero, es casi seguro que ahorita se echó un Gansito, un Bocadín, una rebanada de pizza Dominos, porque la cachu cachep catsup tiene harta sugar también eh y el ron o su brandy ese con o sin refresco de cola…) si no al rato que compre alguna golosina o, como le dicen ahora tan elegante o gringamente, snack; comprobará que cada bolsita de las que hablamos (también la botella de plástico de la Coca o de la Pepsi trae la leyenda), ostenta un loguito, un dibujito muy bien hechecito con gran diseño que nos recomienda: Haz ejercicio, Come bien., Come frutas y verduras, Corre 15 minutos. Come sanamente también, todo con medida. O sea que si tú te zampas todo sin parar pues es tu libre albedrío, felicidades, o sea tú decides, o sea no es nuestro su de ellos su nuestro cuete cohete sino el tuyo por no tener jjjuerza de voluntá, ¿pero quién carajas cree que lo mexicanoa la mexicanao tiene fuerza de voluntá? Ni siquiera tienen ustedes voluntad a secas, mucho menos disciplina, ¿ya dije, ya dijimos, ya dijiste? El método dilatorio de lavado de manos (no de dinero, bueno, también), manitas levantadas, como diciendo, no es mi prob. No es que la sugar sea adictiva, pero es adictiva, no es que sea una droga, no, no, no, las drogas son esas por las que te descabezan, estas no son drogas (que sí son), droga no es que compres zapatos hasta el infinito con la rara obsesión de ganarle a la filipina, que no puedas parar, ¿era filipina la ñora con muchisísímos papos? O sea, ¿no son unos santos? Droga no es que por adquirir esas drogas de drogues y te endrogues por los siglos de los sicolos, sicolos y siglos eimén, jey men, amén…Cuidan de nuestra salud. La cosa es que la diabetes, dicen, dicen que viene ya contenida en el programa genómico del mexicano, no se nos ofendan por favor, nosotros qué, así es, así dicen sus doctores, y que nadie se atreva a contradecir a un doctor hasta que otro doctor más doctor se aparezca (con más barbitas blancas o menos pelito). Cada vez que engullo algún exquisito Pingüino (que por cierto, ya casi no tiene delicioso relleno cremosito sino un puntito de crema y están más chiquitos que antes…o tal vez yo crecí bastante, o ya estoy viejo y no distingo ni sabores ni tamaños), bueno, (((estoy convenciiiido, como dicen los politiloquitos (convencido ¿por qué hay una lana de por medio? ¿por qué siempre dicen que están convencidos? Los convencieron más bien, má$ mejor$, bueno, digo en este paréntesis parentezco que hago dentro y dentro y dentro de un paréntesis antitesis, tessa, tessy, tesis, que los pasteles de Sanborns tienen Algo, tienen algo además de exquisitos porque no podemos parar, hemos estado comícomí uno pastelo de Moka, así, moka a secas, que si estuviese envenenado (que seguro lo está) lo seguiremos comiendo hasta el fin de los tiempos si nos da tiempo))) pues cada vez que me zampo un pastelillo cremosito, unos choco choco roles pastelitos/ choco choco roles enrolladitos/ con rica mermelada/muy sabrosa /y relleno cremoso que se antoja…uno de esos, agradezco infinitamente a Dios por vivir en este país, bajo la sombra de todos esos grandes ejecutivos que se quiebran la cabeza buscando nuevas maneras de hacerme sentir feliz, bien conmigo mismo. Hay frases en sus anuncios, ellos les llaman eslóganes que rezan: Sé feliz, que nos exhortan al ánimo: Siéntete bien¿o era siéntate bien? Porque ya que estamos hablando del Metro. No sé, quién sabe. El punto es que gozo de la maravilla de ser mexicano. Podemos tragar todo el día como un perro y aún así esmerarnos en continuar (ahora sí) la dieta que nos dejará con cinturita de avispa de Thalía (tan bella ella) (que nunca logramos obtener porque las presiones, porque no tenemos tiempo para ejercitarnos, porque nuestro metabolismo no se qué, que por culpa del chamaco que nos hizo el desgraciado, que por tragonas, que por holgazanas insanas, que porque la azúcar es un vicio, es el dulce vicio, mucho trabajo, nulo trabajo, etc). Y para poder tener una dieta suculenta en lugar de desabrida, qué mejor que los productos que tienen un letrerito que dice: light. Busqué en un diccionario, pues aunque ingenioso como cualquier mexicano que se precie de serlo, no domino mucho el inglis (y con todo y que mis hermanos, tíos y diversas suegras y suegros se han ido al otro lado), bueno lo digo/lo decimos como un supón porque nosotros no somos ni de aquí ni de allá, más bien de muy allá, pero eso luego se aclarará, dicen que light significa luz, pero también ligero. Aclaro: con el otro lado me refiero a la frontera colindante con el país de los gringous. Con el otro lado no me refiero a que mis familiares, en un arranque de locura o por exceso de azúcares, hayan cambiado sus preferencias sexuales, que qué tiene, que pues cada quién. Tampoco quiero decir ese otro lado del cual nadie de nosotros ha retornado, a excepción de esos individuos elegidos que entrevista el famoso Carlos Trejo.¡Qué miedo! (y no me refiero a los emigrantes porque esos sustos que les pegan están peores), gritaría santiguándose mi tía Eufrasia, sin pegar el ojo ni apartar la vista de la tele. A mí también me encanta ver fantasmas. Hasta ahora sólo ha sido mediante la televisión y los interesantes hallazgos del señor Trejo y los de archisúperdúperextraparanormal, con la señora que, por cierto, se ve que le encanta enguillir cuánta chuche chunche golo sina (sina ¿de pecada, de pecadora?) llegue a su boca, otros dicen que es porque se especializa en devorar espíritus chocarreros y que hay quen entender que por eso está mega obesa obsea (que ella va a moler a presencias a domicilio y luego anda por ahí gritando del espanto peor que la llorona y que luego ya mejor se quiere regresar a su casa, uuuuh, coyona (de coyota) y collona y colona que nos salió la amplia señora), que invoca primero, que aianda invocando e inBocando "¿estás ahí? Mani mani man y fiesta teeeeee, manifiéstate, ah, ¿quieres que nos vayamos?, te devuelvo a la luz, Aaaaay, nonono, vámonos, aaaay, no que miedo, ave maría purísima, llena eres de gracia, qué gracia y qué risa da, y el señor está con ella y con su espíritu y se pegan el susto entre todos, ellos solitos se van dando manija y es tan chistoso, y sin embargo se mueve y pero qué tal la Prisila Presley que sale, todo lo contrario de la gorda, una escuincla buenísima que bueno, hasta los malditos fantasmitas babean porque carga con todo la jija del máis, de Sonoras o Sinaloas o algún lugar divino del Norte de su México que qué bárbara várvarah, dios mía, diosa mío, pero bueno, estábamos con la medium demasiado completum de la gorda pisiloca, pisisikika, pisikokota, bueno que a ella le ha de gustar mucho comérselos, y luego quesque lalma o el lama o el alma pesa cien gramos de tortugas de choco de Sanborns. Ah, qué no, qué son 21, no ma, cómo saben, cómo saben, a ver, cómo inventan ustedes los meXXXicanous conecciones (si con cc porque ya nos chocó su X de México), unos dicen, para su información que más bien son 21 gramos de mierda los que se salen del corpúsculo humano cuando te petateyas y ya. Algún día los veré (digo a los fantasmas, no a ustedes, bueno…si quieren, pero qué tal si se ponen bien funky con la azúcar que viene en las bebidas destiladas o se meten cosas piores (((¿y por qué a ustedes les encanta, pero les ennncannnta andar mirando la parte de atrás de las chicas, no pueden evitarlo, es de veras pasmosa, enferma la manera en que se le quedan viendo, la otra vez yo, que cuando quiero soy una hermosa y deliciosa hembra, yo, que vengo de otra galaxia, yo que puedo ser el viento, el árbol, la montaña, me apené, me ruboricé por la manera en que contemplaban mi pequeño trasero, ¿y por qué en Estar Dos Uni Dos están obsesionados con tener un pequeño trasero si también un gran trasero, bonito no en feo, es muy bonito? Locos humanos)) Divago en mi espacio interior, me disculpo, decía que…¿qué?): tengo un tío que tiene una casa viejita. Bueno, no es vieja, lo que pasa es que su familia lleva años peleando la propiedad. Murió su abuelo, todos querían al abuelo y sus cosas. Muriose intestado (de niño creía que era sinónimo de infestado y me daba un terror), entonces ya sabrán el zafarrancho. A los fantasmas les llama la atención las casas botadas u oscuras. Si hay madera mejor, puesto que el efecto sonoro ayuda a sus negras intensiones y de paso ridículas, que lo acepten los fantasmas, a poco no, se inclinan por el melodrama y los efectos especiales. Porque me pongo a pensar, aquí en el Metro, yendo de Indios Verdes a C.U. (¡Goya! ¡Goya): a ver, me digo a mí mismo, Mi mismo, ¿por qué a los fantasmas les gusta espantar? ¿Por qué andan despacito como no queriendo molestar y al mismo tiempo hacen ruidos que nunca en vida hubieran dejado salir de los más profundo de su traviesa almita? ¿Qué no jugaron de niños? Uy, y si son niños fantasmitas peor. O sea, ¿cuál es su problema? Ya están muertos, ya qué. ¿Qué va ser uno? ¿Qué va a hacer uno? Ni modo que uno se ponga a interceder por ellos frente al mismísimo como el mismísimo Wilde describió en su fantasmita de Canterville. ¿Y cómo le haríamos? ¿No están ellos ya más cerca del Creador que uno? ¿No dicen los especialistas (oh, Señor, ahora tenemos especialistas pa todo y de todos colores, especialista se me hace sinónimo de asesor, de esos o que no saben bien de lo que saben, o que están tan clavados en su especialidad que se olvidan del big picture, o que son desempleados, trabajan por su cuenta y les pagan ai cuando dios quiere y se ponen pss que son especialistas o asesores…que viéndolo bien son cosas distintas pero bueno, qué flojera dan los especialistas y yora y ora y ahora todos son especialistas pero pareciera que saben menos en vez de más porque namás saben de su especialidad, está cañón)…A veces pienso, soy muy pensador yo, hasta pongo mi manita, mi puñito cerrado como base de mi mentón pensador, y mientras observo las olas de personas que quieren entrar en contra de las que quieren salir de los vagones de Hidalgo o de Balderas, el calorón, los gritos, los empujones, una que otra risa…pienso: a ver, ¿esa conducta no será exclusiva de los fantasmitas mexicanos? O sea, porque en serio…(ya parezco Cantinflas), no, de veras, osea, veamos: ¿lo hacen namás por fregar? Porque, a ver: Ok, estoy en mi casa viendo una peli en la noche, de pronto la tele se apaga. Me pongo de pie y la enciendo de nuevo porque extrañamente el control remoto no funciona, me siento de nuevo y luego de unos minutos se vuelve a apagar. Todos en la casa cooperamos para pagar el recibo de la luz, tenemos de reserva el indispensable diablito…¿Qué onda? ¿Qué? ¿Con eso ya hizo su labor de la noche el ocioso fantasmita? Luego…que mueven las camas, que te jalan las patas…osea, ¿qué caso? Luego pienso: híjole, se ha de sentir chistoso estar conciente de que cuando le hago el amor a mi novia (o a mi novio o novios o novioas, según decida aparecer ante ustedes, pero me refiero a ustedes humanos, que están en su casa y pasa algo así) y los fantasmitas ahí al lado de la cama ahí viendo, curiosos que son. Pero no es cierto, los fantasmas no son curiosos. Curiosos los marcianos. Morbosos. Ya no hay moral. Ya ni los fantasmi. Pero no estamos hablando de Maussan. Ah, qué bien me cae el señor Jaime Maussan. Podrán decir lo que quieran de él, pero si existe un hombre en el planeta (y posiblemente en otros) con tal convencimiento e inalterable convicción en el trabajo que desempeña, ese hombre es él.

    En fin, estaba hablando del Metro pero ustedes me empujaron a lo de los fantasmas. ¿Ven? No podemos evitar empujarnos hasta en estas páginas dedicadas a nuestro diario andar en el Metro. Como esas señoras tractorcitas con corte de hombre o sea sin cabello largo ni maquillaje que traen al chamaco y al otro chamaco y te pasan encima porque son Madres y ¡madres! Tienes que fletarte porque si no ay de ti por no respetar a una mujer que se respete y no te respeta, ay de ti, a la hoguera eh, cómo le reclamas si es una madrecita. Me encargaron ilustrarlos con las puntuales instrucciones para viajar en el Metro…Está interesante además ¿a poco no? ¿A qué mexicanoa¹ no le interesan los fregados fantasmas? Al que no, pregúntenle si tiene familia en España, lo más seguro es que, con una mirada como de indulgencia, le dirá que sí, querido viajero, que cómo supo. Otra pista: tienen la tez clara. Digo, no todos. No todos tienen ese desplante y no todos son blancos, blancos. Tal vez no hallemos muchos especímenes de estos en la línea 1 o la 2, pero si quiere probar suerte, intente la que va de el Rosario a Barranca del muerto, y eso sólo en el tramo de Polanco a Auditorio Nacional. Son blanquitos blanquitos (los mexicanos estos que reniegan de los fantasmas y de su estirpe indígena -la mitad que todos tenemos porque bien sabe el lector-viajero que los mexicanos somos parte española y parte de acá, nuestras raíces entrelazan las que vinieron de España y las que logramos salvar de México. Sí, no se sorprenda ni se persigne. Entonces los que presumen de tener familia en España pues no tienen mucho de qué distinguirse de nosotros, que somos mayormente morenos. Bueno, más exactamente ustedes porque quien les escribe es pálído como la luna y no tiene familia en España. Estos blanquitos y su palidez pretende ser superior a la morenía, ¡qué ridiculez! No los marcianos eh, porque además, aunque hay marcianos blanquitos, la mayoría son verdecitos –se dice que por la clorofila- y otros grises, tal vez en su otra vida fueron políticos de algún partido de derecha). En fin, que aún no puedo decirles de donde vengo (pero es lejos, muy, muy lejos) y poco importa a estas alturas del cuento, porque he estado divagando, pero habrán de perdonar que así es mi manera de comunicar…es que, ¿saben? Como que traigo tres, cuatro, cinco ideas rodando en mi gran cabeza al mismo tiempo y como nosotros manejamos distintos planos de realidad…bueno, sé que tengo que hablarles sobre cómo viajar en su Metro…Sí, sí… y la cosa es que los fantasmas parecen mexicanos. Si aún no tiene que bajar del Metro, quédese con nosotros (cómo dicen en la tele), pero aquí no hay comerciales. Híjole, creo que sí, ya les eché un rollo acerca de las golosinas que se venden en el Metro y en cualquier rincón de la galaxia. Sigamos: Instrucciones para viajar en el Metro…ah, no, los fantasmas mexicanos. ¿Por qué afirmamos categórica y quasi científicamente que los fantasmas son netamente mexicanos? Revisemos algunas de sus conductas, que además nos ayudan a delinear un perfil de personalidad específico y miren que los fantasmas, querámoslo o no, tienen su personalidad y estilo los jijos del máis: Si pasan por la cocina, ni creas que van a levantar el tiradero, no van a trapear ni a fregar los trastos. Los fantasmas friegan, pero nada más friegan. Hasta ahí. Punto. No van a hacer las camas ni a checar los frijoles en tu ausencia.

    Hubo una señora que tenía una muñeca de porcelana, la dejaba sentadita en un sillón de la sala. Cuando regresaba a casa, los frijoles charros estaban listos, las tortillas ya estaban despegadas, volteadas y envueltas en una servilleta de tela, la mesa puesta y el agüita de limón lista para beber. Hecho jurado y perjurado por la señora Diógenes Guadalupe Pérez, por décadas residente de la clínica San Rafael, ignoramos si antes o durante su estancia en dicha clínica. ¿Por qué no habríamos de creerle? Los cazafantasmas tienen cajas y cajas de evidencia (o sea de videos) que presentan a una muñeca inerte que, de pronto, gira la cabeza hacia la izquierda. El relato de la señora fue desechado categóricamente debido a que su celda no cuenta con cocina ni mucho menos sala. Y porque podría ser alguna triquiñuela ideológica rumbo a las siempre próximas elecciones.

    Que dicen que los fantasmas se aparecen porque tienen la intensión (por no decir, el pendiente o la puntada) de informar acerca de unos dineros que dejaron enterrados. Y uno no puede evitar reflexionar sobre esto: Si sabía el ahora difuntito que se necesitaba la lana, ¿para qué carambas la enterró? ¿Pues qué estaba loco o qué? Y si se levantó de la tumba para avisar/espantar ¿por qué no se trajo consigo las alforjas? Se pasan. El difunto que en vida se la pasó refunfuñando, uno pensaba que debido a la misma razón por la que todos los mexicanos refunfuñamos (lo digo en nosotros porque nosotros nos sentimos, a veces, muy mexicanos): no tenemos dinero. Todas nuestras valiosas pertenencias están empeñadas. (Aparte, ustedes luego luego caen de rodillas cuando algún extranjero en mal español dice que ya se siente muy mexicano, por eso usamos la mágica frase). Recordemos las fechas cruciales: volviendo de las fiestas navideñas, comenzando enero y cuando regresamos de vacaciones de semana santa o de verano, el día del niño, de la madre, del padre…¿Para qué escondió el dinero el difunto? Todo lo que la familia tuvo que hacer (refunfuñando) para comprarle que la caja, que los cirios, que el sermón del padre, que el café para las lloronas de la novena, para que saliera con su vatea de que tenía dinero y que ahora, muerto, no le entendemos dónde lo dejó, o no sabe decirnos dónde o ya ni se acuerda y quiere que le ayudemos para que al final todavía tenga la desfachatez de enojarse porque se lo quiere llevar al otro mundo y eso no es posible. ¿No que en el más allá no importa el dinero? Ah, a lo mejor (y esto es una primicia mundial, un descubrimiento que hará dar brincos de coraje al buen amigo Carlos Trejo que, dicho sea de paso, también nos cae bien), a lo mejor sí hay que pagar cierta cantidad para entrar al cielo. ¿Por qué si no se queda vagando en la nada tanto difuntito? Muertitos que no le hicieron nada a nadie: niños atropellados o que murieron debido a algúna negligencia médica pero que, gracias a que nos hacen firmar –listos que son los doctores- que ellos no se hacen responsables si nos quedamos en la plancha de operaciones ¡cómo si a uno le diesen el bisturí!; mujeres golpeadas que un buen día no aguantan más y pierden el aliento para siempre, padres de familia sorprendidos por un malviviente, estos muertos que en vida no dañaron un alma, que no pasaron de los normales gritos y riñas, estos muertitos que no le debían nada a nadie, de no ser algunos centavos, estos son los muertos que divagan en la nada, en la obnubilez total, yendo de un lado a otro, recorriendo los rincones infames de las cuatro paredes que cobijaron su existencia. Los fantasmas no regresan a la tierra víctimas de los remordimientos, regresan por lana. O digame usted, versado lector y viajero del Metro, ¿cuándo se ha hablado de que Salinas de Gortari se le aparezca a sus vivos en México o en su castillo de Irlanda? Porque no se ha muerto me dirá usted. Mmmm, tiene razón. Pero, ya veremos cuando muera. No es que queramos que se muera el astuto orenjocillo. Bueno, a lo mejor alguno de ustedes quiere eso, pero nosotro no queremos. Hizo cosas por ustedes y su país pero no entienden. Me meto en camisa de once varas (nunca he comprendido esta frase). Bueno, en fin. Aquí no se le desea morir a nadie. Además, qué caso, él sí tiene con qué pagar una súper mansión en el Paraíso. Nosotros, sin embargo, qué. Más bien Ustedes (Nosotros, ya van entendiendo: somos corteses). Nada, que siempre se aparecen los fantasmas de quienes en vida fueron campesinos, obreros, burócratas, ah, no. Creo que burócratas no se aparecen. Mucho papeleo. La cuestión es que, claro, nos pueden tratar de convencer sobre apariciones de fantasmas de sangre azul, de personajes de alcurnia. Pero en México, no se ha visto. Así que, esta se nos aparece no como fantasma pero sí como una buena oportunidad para recomendarle a usted, estimado lector y viajero del Metro, que ponga en órden sus cachivaches. No vaya ser que saliendo de la estación que le corresponda, Dios no lo quiera, algún fulano se lo apañe de por vida. Porque, fíjese bien el respetable lector, pero el Metro no es un lugar donde pueble el vandalismo desatado. Cierto es que se presentan doradas oportunidades a los amantes de lo ajeno (nos referimos a ladrones y no a los amantes que, de hecho, están amando lo ajeno sin que el marido o esposa en cuestión se percaten de ello…durante un tiempo, porque habrá de saber usted que siempre se sabe la verdad. La verdad siempre sale a relucir y los huidizos amantes son descubiertos para así, dar punto final a un matrimonio maltrecho o culminar en una imagen impresa en el Alarma ostentando la noticia de otro fatal asesinato producto de los celos, de una traición. No es por alarmarlo (¿capta el giro de la palabrita?) pero mejor pórtese bien, querido lector, no se ande por las ramas porque la caída es dolorosa y en no pocas ocasiones definitiva. Fíjese bien, y pese a todo, pese a los millones, sí, millones de personas que abordan los vagones, que van y vienen, que cantan o que venden, que dan o que quitan, que muestran su personalidad oculta, la doble o la auténtica, todos ellos, todos juntos, todos nosotros, seamos sinceros y nos daremos cuenta de que el Metro es un lugar (además de ser un transporte) en donde prevalece un estado de calma. Haciendo a un lado a los señores invidentes o no, que llevan a cuestas una bocina que vomita decíbeles que a la forzada audiencia no le arrebata la vista pero sí el oído, o los jóvenes clones de Bob Marley región 4, golpeando, con lo que uno pensaría es un odio inextricable por su existencia sin sentido, pero que resulta que para ellos es simple inspiración, sus tambores inefables; el Metro es bastante tranquilo. La gente va de pie o va sentadita, pasada la batalla por el asiento, va tranquila, cabeceando, con los ojos cerrados, otros conversando, otros oyendo su iPod o su música en su celular, todos vamos juntos en silencio. Dije que hay gente conversando, sí. Pero domina el silencio de la gente, no el vociferío que nos recuerda los restaurantes, bares y fondas. Ahí se oye la ruidera de las voces humanas. En el Metro, salvo una pareja o un grupo esporádico, el silencio impera. El de la gente, porque el rugir de los vagones mientras se transladan no. El sonar del Metro es como su voz, su ruido al moverse es como alguien que imita el sonido del viento, como si pudiese volar. Como si el Metro (me lo imagino con ojitos y una sonrisita al frente: el Metro es amigable, netamente amigable) estuviese haciendo ese sonido con sus labios imaginarios.

    Decíamos de los fantasmas…Por ejemplo, no se tienen registros que hablen sobre alguna aparición sobrenatural en ninguna de las estaciones o vagones del Metro, si quitamos a los travestidos y demás personajes raros que no parecen pertenecer a este planeta mas que deben entender ustedes que sí pertenecen a este planeta y que es muy suyo también. Aunque el planeta, en realidad, no le pertenece a nadie. Versiones doctas establecen que hay tal cantidad de personas dentro de los vagones durante las horas pico que resulta imposible, aún para un fantasma, hacer alguna terrorífica aparición. En simples palabras: no cabe. Demasiada gente. Y los fantasmas gustan de los espacios dejados al abandono, no este imán de multitudes llamado Metro. No es imán, no tiene de otra más bien, y para eso lo hicieron, pero es que ustedes no dejan de fornicar y tener clones y clones de ustedes, ¡qué afán!

    Las madrugadas tampoco son ideales para las apariciones ultraterrenas debido a que estas horas son apremiantes y decisivas para mantener en buenas condiciones al Metro, lo cual significa ejércitos de ingenieros, obreros, electricistas trabajando hasta el amanecer. De hecho tienen el tiempo medido, laboran contra reloj, pues antes de que abran sus puertas nuevamente, todo tiene que estar listo para una nueva jornada.

    Se ha hablado de algún marciano visto por un trasnochado viajero, pero no existen pruebas que lo confirmen. Únicamente la palabra del viajero en contra de la del marciano. Fuentes no oficiales notifican que el marciano desmintió al viajero, negando rotundamente venir de Marte.

    Toda una vida transcurre en el Metro, vidas enteras, millones de vidas, cada persona que entra a un vagón y se instala en una esquina, toma asiento o se sostiene de un pasamanos, formará parte de un tiempo exclusivo al Metro, un tiempo en el que sus pensamientos pueden divagar, sus sueños pueden tomar forma o irse desvaneciendo. Durante un viaje en Metro vemos a cientos de seres distintos a nosotros, distantes, y sin embargo cercanos, codo a codo, viviendo las mismas disposiciones que el gobierno ponga en marcha, gozando o sufriendo el desempeño del equipo de fútbol (o futból o futbol o cómo) al que se es fiel hasta la muerte. Católicos-romanos-apostólicos-santeros-futboleros-guadalupanos, ateos, escépticos, ignorantes e intelectuales, rebeldes con o sin causa, estudiantes que estudian y los que no, policías y ladrones, policías ladrones, putos y putas, machos y machas, madres naturalizadas y desnaturalizadas, empleados y desempleados, todos van juntos, unidos, en el Metro.

    Muchos viajan transcurriendo sus días en la ambigüedad sexual, duplicidad sexual o alternativa sexual. En el Metro salen a flote o se ocultan. Parejas de novios, parejas de amantes, amigos, enemigos, indiferentes, todos vamos en el Metro. Y sin embargo no todo México se encuentra aquí. Sólo la mayoría, la inmensa mayoría que incluye a las inmensas minorías, todos juntos viajando. Vidas variopintas, ilusiones personales, un colectivo de corazones latiendo, yendo de un polo a otro de nuestra ciudad. El Metro es limpio, a reserva de ciertas excepciones producto de actos de ocio vandálico: los cristales rayados, las pintas; podemos decir que nuestro Metro es el medio de transporte que en verdad pertenece a todos. El Metro se esmera en verse bonito para todos. Aunque tenga piezas francesas o tal vez chinas (todos tenemos algo chino encima, osea, algo barato, algo que parece es auténtico pero no lo es), el Metro, al final, es conservado por técnicos mexicanos, remodelado, restaurado con magia mexicana, con ese ingenio que nos hace sacar agua de las piedras cuando nos lo proponemos o nos obligan a hacerlo. Bien sabemos que los mexicanos no actuamos con iniciativa sino bajo presión o amenaza: hazlo o te quedas sin chamba, hazlo o no te pago. Argumento que no carece de lógica naturalmente humana: la mayoría de las personas tiene trabajos asquerosos, trabajos que no les satisfacen plenamente. La gente consigue un trabajo porque necesita la lana. Curiosamente, aunque el Metro nos junte, no nos une. No tiene porqué y qué bueno. En el Metro nos introducimos a un subterráneo protegido de la verborrea que nos insiste en que nos mantengamos unidos, en que los mexicanos somos solidarios, en que gracias a nosotros los millonarios lo son más. ¡Somos grandiosos los mexicanos! Nos pisamos entre nosotros, nos damos patadas por debajo de la mesa, puñaladas traperas (recuerde, querido lector viajero, el último chisme en el trabajo) y a los extranjeros les permitimos todo, hasta que ocupen los cargos más altos en nuestras empresas. Los mexicanos amamos ser mexicanos pero presumimos casacas de la Argentina, de Alemania, Italia, Brasil o, más recientemente, de Barcelona. Que porque un mexicano juega allí. En fin, sea como sea, jamás he visto a un brasileiro con una playera del tricolor mexicano, mucho menos a un argentino. Somos muy hospitalarios. Pues sí, el Metro no discrimina y nos lleva a todos gustoso, sin prejuicios, sin hacerse ni hacernos preguntas. Y esto no significa que no nos caigan bien las hordas extranjeras que se han apoderado…o han habitado la colonia Roma, la Condesa o la Zona Rosa, esto ha significado un alimento que indudablemente nutre la cultura de una ciudad contemporánea…además que están bonitos los condenadoas.

    En el Metro andamos al lado del payaso ya maquillado de payaso, el gay de clóset y el que ya salió, ladrones en descanso y en activo, asesinos anónimos, sacerdotes y pederastas, sacerdotes pederastas, enfermeras difíciles/fáciles, médicos soberbios y médicos soberbios negligentes, vendedores de seguros, profesores universitarios y desempleados metidos de profes sin el oficio ni el beneficio, prostitutas en horario de trabajo y en descanso, solteros y divorciados, solteros aún casados, divorciados aún casados, herejes y fervorosos, extranjeros maravillados por nuestra cultura, rubiecitos con guaraches oaxaqueños, estudiantes del poli, de la UNAM, artistas, pordioceros, faquires no por vocación sino por hambre, mujeres hermosas de escotes detonadores de fantasías malsanas, chicas preparatorianas que con cualquier trapo se ven hermosas, adolescentes de secundaria con sus faldas hiper ajustadas, darketos, góticos, punks, rockeros, hippies, yuppies, yakis, tarahumare, poblanos, oaxaqueños, norteños, oficinistas, amas de casa y de caza, sirvientas, marías, niñas de doce que quieren aparentar dieciocho, señoras de cincuenta que quieren aparentar treinta. Todos somos otros en el Metro o tal vez simplemente somos nosotros mismos. En standby, en pausa, nos apagamos un rato mientras llegamos a donde tenemos que llegar. Y en nuestras soledades, en nuestras existencias tan pasajeras ¿hacemos lo mismo? ¿Vamos hacia donde deseamos ir?

    Muchas veces el Metro se ha convertido para mí en el lugar ideal para meditar, para repensar mis actos, para saber si realmente estoy enamorado, si haría lo que fuera por ella, si estoy estudiando lo que yo quiero o lo que mis padres soñaron ser, si en verdad me quiero matrimoniar o nada más estoy buscando una excusa para huir de casa para, una vez casado, volver para vivir bajo el tiránico techo de los padres de los que pretendía escapar, pero que cuidan al chamaco los sábados…El Metro me acerca a lugares distantes, en pocos minutos puedo cruzar la ciudad más grande del mundo. El Palacio de Bellas Artes tiene una estación del Metro justo debajo. Increíble: puedo ir de mi casa al Palacio de Bellas Artes en poco tiempo. Como un túnel del tiempo, sí. Viajar en Metro puede ser incluso un ejercicio placentero. Decidirse un día recorrer la línea rosa, nada más porque sí. Sin incluso bajarte a ver los alrededores. Sentir el placer único y turístico de viajar desde Cuatro Caminos hasta Taxqueña, nada más por subirte a un Metro que tiene murales adornando su exterior, y que puedes caminar de vagón en vagón hasta llegar a una u otra punta. El Metro, la medida de nuestro tiempo. El tiempo que hacemos de un punto a otro y todo lo que pasa por nuestras cabezas durante el trayecto. Durante el viaje. La vida es un viaje, nuestra vida es un viaje.

    En medio del tumulto, intentando salir en Balderas para poder transbordar en la línea que me conduce hasta la estación Insurgentes, justo en la Zona Rosa para caminar sus calles hasta topar con la avenida Reforma; mientras me dejo llevar como un pez en una ola de gente, trato de encontrarle el lado amable, divertido, filosófico a este medio de transporte que, diligente y sin falta, me lleva siempre a dónde quiero o debo llegar.

    Hubo un tiempo en que unos pósters muy bonitos engalanaban los vagones del Metro. Se presentaban pensamientos de escritores que han dejado su impronta y firma en la historia. Unas semanas veíamos

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