Historias confinadas. Cuando el aislamiento nos une
Por VV.AA
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Historias confinadas. Cuando el aislamiento nos une - VV.AA
© Editorial Universidad de Santiago de Chile, 2020
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I.S.B.N. edición impresa: 978-956-303-471-4
Diagramación: Andrea Meza Vergara
Diseño portada: Ian Campbell Camblor
Edición electrónica: Sergio Cruz
Primera edición, noviembre 2020
Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera alguna ni por ningún medio, ya sea eléctrico, químico o mecánico, óptico, de grabación o de fotocopia, sin permiso previo de la Editorial.
Impreso en Chile
Índice
HISTORIAS CONFINADAS: cuando el aislamiento nos une
Un texto
Locativo mono desconfiado
Parque de recuerdos
Mi primer día
Madriguera
Muda
Me preguntas
Barro
El tiempo detenido
Las mentiras que nos unen Siete tipos y las que el/la lector/a quiera agregar y/o intercambiar
Tiempo
Distancia social
Abúlica realidad sin zombis
El árbol
Corazón en cuarentena
Te abrazo
Clase media
Teleterapeuta
De brazos, tobillos y muñecas
Línea 3
24 de abril del 2020
Princesa
A Santiago, mi ciudad contrastada
Hormigas
Sufrimiento oculto
Partida, encierro y casa
Pantalla
Volveremos... a quemar el reino
Tus labios
Rutina
En cama
Odio la cuarentena
La gran batalla del muro 67
Historias del gato, el matapacos y la calavera
Turno
Ya vendrán
El sábado en la mañana
Querida madre
Igualmente distinto
Un día
Danza
No quiero que se vaya
Es hora
Tiempo de espera
Cortinas
Los días
Décimas de la pandemia
Testigo
VI
Cada noche
Sin molestar
Examen
Sacar la basura
Viva
Antes del Coronavirus
Soñar
El gato de Maite
Quizás una esperanza
Horneando una crisis
Amor en cuarentena
Ruido blanco
Rutinas del dolor
Amargo subconsciente
He aquí
Deshoras caninas
Trece días sin ti. La intersección vacía
No y que
Los primeros cinco minutos
Compañeras
Crónicas del encierro, día tres: Mientras
Tarjeta bip
Pensamiento
Viaje al inframundo
Turno veinticuatro tres
Carta de un perro en cuarentena
Luz
Domingo ocho de marzo
La libertad en calabozo
Dentro de mi guarida
Este es el mejor año
Doble encierro de origen mitocondrial
Cuerpos delimitados
Redescubrimirme(nos)
Crónica
El forastero
Cuarentena animal
No es lo mismo
No soy un robot
Salvaje juventud enmascarada
Recordar
En crisis
La Pincoya resiste
Micrófono silenciado
Hábitos
Uno más
La naturaleza del confinamiento
La lavadora
Tiempos de cuarentena
Renovación
HISTORIAS CONFINADAS:
cuando el aislamiento nos une
No cabe la menor duda de que este año 2020 vino a modificarlo todo, desde nuestra forma de convivir en la intimidad familiar hasta nuestra manera de trabajar. El cambio nos ha afectado a todas y todos, aunque hayamos sido confinados en nuestros domicilios como medida de prevención, la intensidad y las condiciones de esta experiencia han hecho que estemos más unidos que nunca. Las experiencias relatadas sobre los meses de confinamiento, reunidas en este libro, serán comprensibles para todo aquel que ha vivido las circunstancias de esta pandemia global. Se trata de una marca muy profunda que hemos recibido de manera colectiva y, por lo tanto, las lectoras y lectores de este libro serán capaces de sentirse cómplices de estos relatos.
En esta iniciativa conjunta del Sistema de Bibliotecas USACH y el Sello Editorial USACH, convocamos a participar de este relato colectivo a quienes quisieran compartir sus reflexiones, vivencias y sentimientos respecto a lo vivido en el aislamiento. El resultado es este libro, que esperamos acompañe a quienes lo lean y refleje, desde sus múltiples perspectivas, parte de lo que vivimos durante el aislamiento, a causa de la crisis sanitaria mundial provocada por el COVID-19.
Agradecemos a quienes compartieron sus historias en la convocatoria para expresar sus vivencias, pensamientos y emociones en estos tiempos tan convulsionados. Este libro será el testimonio de lo vivido para las futuras generaciones.
Karina Arias Yurisch
Vicerrectora Vinculación con el Medio
Universidad de Santiago de Chile
Un texto
Demasiado disperso para un relato
muy insípido para un poema
un poco cerrado para compartir sus pensamientos.
Pese a todo
agarra lápiz y papel,
a la antigua como dicen esos adultos
que sobrepasan los 60 y bordean los 70.
La primera hoja no le gusta
muy normal, muy cotidiano
él quiere destacar, por supuesto
quiere estar en el libro a toda costa.
Pasa a la segunda hoja,
pero a la mitad del trabajo se queda en blanco
vacío, sin ideas y sin motivación
a este pobre alumno le falta dedicación.
La tercera hoja ya la empieza de mala gana
sin ánimos, sin energías
escribe por escribir porque
ya estoy en esto, qué más da
.
Al llegar a la cuarta hoja
se toma un descanso y la mira detenidamente
"¿Qué escribo? Si yo no sé redactar
No sé palabrear, ni charlar y me cuesta conversar".
Entonces piensa y piensa
y se le va la hora, ¡el tiempo!
Ya van a ser las 12 y aún no envía su texto.
Se rinde, no quiere más.
Hay cosas más importantes que debe estudiar.
Y es ahí, cuando su ampolleta se alumbra.
Se ríe entre dientes y se agarra la cara.
Algo nació, algo descubrió.
De entre todos los rincones por fin lo encontró.
¿Será una frase? ¿Una palabra?
Tal vez sean esas ideas que tuvo
acostado toda la mañana.
No hay tiempo que perder
debe escribir sin parar.
La cuarentena te da tiempo,
pero en algún momento se va a acabar.
Alejandro Ignacio Fuentes Rodríguez
Locativo mono desconfiado
Las líneas que siguen no tratan de conspiración reptiliana o Illuminati. De basura televisiva en horario de trasnoche. Sólo representan lecturas de lecturas, duda metódica sobre el actuar de quienes toman las decisiones que más importan.
Divagaciones de patrañas con fundamento, supuestos encarnados en más supuestos de un alcance inimaginado. En otras palabras, falsedad imitando a la falsedad
, fantasías claustrofóbicas, luego de un par de meses de vida total
en la mazmorra cálida del domicilio. Meses de teletrabajo, de compras a la puerta y un sin fin de clases remotas. Todos los cuales representan locaciones para que mi primate y dispersa mente elucubre aterradores vaticinios, como si de un escalofriante capítulo de La dimensión desconocida
se tratase.
¿No será esta pandemia un simulacro de la vida futura que proyectan los poderosos para un bravo nuevo mundo
que se estaría gestando? ¿Una especie de experimento para rescatar información de nuestro comportamiento, nuestro rendimiento en condiciones de encierro? ¿Una estrategia global para acumular mayores sumas de dinero a base de un terrorismo sanitario? ¿Quizás un cruel destino de servidumbre virtual, sin posibilidad de retorno, de resistencia efectiva al son de la dispersión quirúrgicamente infligida? ¿Nos convertirán en mascotas de amos desconocidos —para nosotros— que juegan a comerse vivos
mientras se coluden con fiel precisión? ¿Sugestionados con la posibilidad del contagio, poseídos con la idea de ganar más para consumir más, nos venderán mayores y hechiceros productos, gestos, servicios de vida saludable? ¿En esta vuelta de tuerca
de Un mundo feliz de Aldous Huxley el Soma será la vida sana, el nuevo Soma será un aumento de nuestra esperanza de vida, la longitud de una existencia atrapada en el hogar?
Alex Patricio Zapata Romero
Parque de recuerdos
Solía ir al parque en mi niñez, también lo que he podido gastar de mi juventud. Es lo único transversal en mi vida, pues se ha quedado conmigo harto tiempo, aún en el encierro, sin poder ir a pasar mis tardes libres o pasear para aclarar ideas y descansar de la vida, entre esos lejanos edificios que todo lo rodean y monotonizan.
Ahora sólo me queda ver desde la ventana el árbol del mismo parque en que me sentaba a haraganear y disfrutar la brisa con amigos. Por eso el parque significa tanto, es la poca espontaneidad dentro de tanta monotonía urbana y su recuerdo es lo que me queda para resistir el encierro, esa esperanza de volver y ver si cambio lo que ni la sociedad misma ha podido cambiar.
Alonso Alejandro Palma Sotomayor
Mi primer día
Nunca fui muy feliz, solitario era mi descripción favorita, no tenía amigos, nunca fui bueno enganchando mujeres, la timidez siempre fue superior, me he alejado de mi familia, soy arisco en el trabajo, nunca tuve la necesidad de sociabilizar. Vivo solo, nunca quise tener mascota, ni siquiera plantas en mi casa, adoro mi rutina. Alarma, ducha, desayuno, trabajo, noche, TV, dormir. Día tras día, se repite. El fin de semana es algo distinto, no hay alarma, cocino, de las pocas cosas que me agradan.
Escuché por televisión el problema, no lo creí, una invención más de los grupos que controlan el mundo. Comenzaron a cerrar los negocios, mis vecinos usaban mascarillas, en el trabajo me miraban raro, era el único que vivía en Santiago, sentí que tenía tiña, peste o algo peor. Me pidieron que trabajara de mi casa, me encantó. Hice mi rutina dentro de la casa, conocí la felicidad en ese momento, sin saludos, sin caras, nada de sonrisas falsas, mi soledad y yo.
La televisión dice 100 días. Ya ni siquiera miro por la ventana. Compro por internet, algo llega a mi casa, nada urgente, bajo a la recepción en horarios donde sea poco probable ver gente. Ya no me afeito, nunca prendí la cámara en una reunión, mal internet leí por ahí, me