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Ollinel
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Libro electrónico95 páginas1 hora

Ollinel

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Información de este libro electrónico

Nuestro corresponsal periodístico ha dado fe y pruebas de las atrocidades ejecutadas por decenas de agrupaciones delictivas que operan en nuestro país; dichos documentos se prepararon en dos compilados para su publicación.

 

La presente obra corresponde a los registros en audio, video y texto, concernientes al testimonio de los involucrados en el secuestro. Se ha realizado un gran esfuerzo por unificar e interpretar la información, generada de primera mano, en una historia comprensible para el público, respetando en lo posible lo emitido por cada víctima.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento24 oct 2020
ISBN9798201639037
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    Ollinel - Jesús Fuentes

    Ollinel

    Jesús Fuentes

    Axkan Editorial

    Ollinel.

    ©2020, Jesús Fuentes.

    www.jesuzfuentes.com

    Instagram y Facebook @jesuzfuentes

    Primera edición: Junio de 2020. México.

    ISBN: 9798550256039

    Independently published

    Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, ni registrada en o transmitida por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo, por escrito, del autor.

    Índice

    Contraportada

    Título

    Copyright

    Simbología

    1

    2

    3

    4

    5

    6

    7

    8

    9

    10

    11

    12

    13

    14

    Nota final

    El símbolo Ollinel

    Simbología

    — Guion largo: transcripción de lo expresado verbalmente.

    ( ) Paréntesis: transcripción de expresiones verbales anteriores al evento principal.

    [ ] Corchetes: transcripción de soliloquios de los involucrados, algunos fueron interpretados por la secuestrada o por nuestro corresponsal.

    1

    [La penumbra del lugar enfría tu piel, lo sé porque con el destello de luz que entra por la pequeña ventana del cuarto helado es que la veo erizarse. Ahí está él apuntándote la frente con el cañón de su nueve milímetros. La ropa alcanza a cubrir tu cuerpo, esos harapos sucios y manchados de tus dolores físicos e internos apenas pueden cubrir tus senos que discretos se asoman, te cubren tanto como tú apenas puedes sostener la frente en alto y él se hipnotiza por momentos al verte así y después se aprieta la boca y el mentón para despertar de esa ilusión de poder tocarte, lo veo en sus ojos, pues pareciera que en su vista sobrepone tu cuerpo desnudo que él mismo censura con su deseo reprimido de verte sonriente y altiva en aquel recuerdo que ahora le punza, ya que sus labios y expresión lo quieren traicionar en una sonrisa al tenerte frente a él, no en esta vista que tengo yo de ti abrasada por lo incandescente de su odio desesperado, sino en esa otra donde tu belleza podría calmar el impulso mordaz de un monstruo como se sabe él: la voz de Tona te mantiene seria a pesar de que te ofende, te grita, te amenaza.] (Hace no mucho estarías exaltada y llorando mientras respiras agitada y le suplicas que te deje en paz mientras recibías sus azotes y maltratos. Ni tus oraciones ni las mías han sido suficientes para apaciguar su coraje, su ira...) [su dolor; es dolor lo que tiene dentro y es lo que le hace decir y pensar lo que nos grita mientras nos mantiene confinados en este cuarto. El frío me tiene dormidos los pies, pero me mantiene despierto del titiritar de mis dientes que escuchaste alguna vez y que te provocó una risa que me contagiaste con tus ojos cubiertos con un trapo apestoso mientras te describía cómo era el lugar en el que estábamos presos donde imaginábamos tantos planes de escape que terminaban en un suspiro ahogado en nosotros mismos de saberlos irreales...] (Me recuerda el sonido del corno... largo... grave... me eriza la piel... tonada que se prolonga tanto como tus hermosos cabellos negros y tus suspiros constantes que admiro en el silencio de nuestro espacio que sólo es invadido por mis tarareos inermes de esa composición que amas tanto y que interpreto cada que puedo para tus oídos...)

    [El sonido de un disparo me despierta de nuevo de este sueño. Saltas de tu lugar, te mantienes estática. Me sorprenden tus heridas y verte así: cuello erguido, firme, con la frente en alto mientras la boquilla del cañón te quema la frente, casi escucho cómo se asa tu piel ante el metal candente. Tu gesto apenas se modifica, porque supongo aprietas tus párpados detrás de ese trapo sucio, ya que tus cejas se constriñen al centro de tu cara bonita y tus labios se aprietan entre ellos para aguantar el dolor, tus mandíbulas se estrujan de la misma forma cuando ibas a tu mente para encontrar tus recuerdos, dilucidar entre ellos, tomarlos y trasponerlos frente a tus párpados sumergidos en la oscuridad de su clausura, llevar lo intangible de tu persona a este ensueño que punza ahora como los ojos de aquel que te mira con furia que, aunque tú no lo creas, también te mira con compasión, casi podría decir con amor, aunque sus brazos digan lo contrario...] (¿Lo recuerdas aún?, ¿con sus músculos estrujados deformando su piel con el odio que le trasmitía a éstos?, ¿con su pesado respirar y su corazón dando tumbos como aquella composición que lo dejó absorto dentro de Las Antesalas del Sueño?, ¿ya lo olvidaste?... con su hombro decorado con ese tatuaje mexica que tanto presumió y que hoy es su sentencia... ¿Lo recuerdas?). [Una lágrima le escurre y se la enjuga de inmediato como si lo fuera a juzgar y me grita que por qué lo veo y me suelta un golpe en la cabeza que me marea...] … [Estás sentada... con las manos amarradas detrás del respaldo de la silla... Yo estoy igual...] (Corre el minuto dos con veinte segundos de la composición... la parte inicial, álgida, sensorial, estridente... la música se difumina entre mis suspiros ahogados y los tuyos...) [son las seis con cuarenta minutos de la tarde de un día que amenaza con terminar con alguno de nosotros, con mi existencia observadora o con tu voz e imaginación; tus recuerdos se enlistan en una ofrenda a tus lágrimas que has vertido sobre ese trapo sucio...] (escucho de nuevo en mis recuerdos mis tarareos de esa composición mientras los instrumentos preparan la última parte... No quiero que acabe esta pieza, tu pieza, tu favorita por años de la que tanto me hablaste entre visiones, sonrisas y actos que tuvimos juntos, de recrear tu memoria en mis sonrisas impregnadas de tu voz itinerante sobre tu risa que se desliza por los oboes y clarinetes y mis palabras que se deslizan por tu cuello para resonar en tu cabeza tras la vibración de los cornos y contrabajos inmiscuidos en el ir y venir de nuestras oraciones...)

    —¿Pasa algo?

    [Nos mira. Me grita si tengo algún problema... (No sé qué contestar) ... suelto una pequeña risa nerviosa y se acerca a mí... Te escucho gritarle que me deje, que no me toque, que por los viejos tiempos me perdone la vida... (como si vivir fuera un pecado para él...) y me acomodo en la silla para decirle que haga lo que tenga que hacer, que no lo piense tanto... Sí... te escucho decirme que cierre la boca y que me calle, pero sabes que tengo razón, sabes que lo más sensato es hablar y morir... (como arriero fusilado, de pie y sin vendajes, con lo último que nos queda de dignidad en nuestros cuerpos: nuestra memoria petrificada en la existencia del otro, alojada por los besos y las palabras que accionaron aquel mecanismo antiquísimo de la empatía a través de nuestra situación, por el amor efímero que ha surgido de nuestro encierro)... sabes que debo mantenerme así, pues será mejor que desquite su dolor conmigo y no contigo...]

    —Todo tiene un precio a pagar.

    [Ya lo hizo bastante... ya no más... no quiero ver morir a otra mujer, a otro hombre, a otra persona... ya no...

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