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Repensar la antropología mexicana del siglo XXI: Viejos problemas, nuevos desafíos
Repensar la antropología mexicana del siglo XXI: Viejos problemas, nuevos desafíos
Repensar la antropología mexicana del siglo XXI: Viejos problemas, nuevos desafíos
Libro electrónico640 páginas7 horas

Repensar la antropología mexicana del siglo XXI: Viejos problemas, nuevos desafíos

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Repensar la antropología mexicana del siglo XXI. Viejos problemas, nuevos desafíos, reúne trece textos que abordan aspectos fundamentales de la antropología mexicana en el siglo XXI. Los textos se organizaron en tres secciones: en la primera titulada Prácticas de la antropología se revisa la ubicación del gremio, aspectos metodológicos del quehacer antropológico y la evolución institucio¬nal de la cultura. En la segunda sección, titulada Viejas temáticas, nuevos enfo¬ques, se analizan los problemas clásicos de la antropología, de una manera crítica y con nuevas herramientas teóricas y metodológicas. En la última sec¬ción: Nuevos retos y enfoques, se presentan las nuevas temáticas a las que la antropología se enfrenta desde hace ya algunas décadas, y las nuevas orienta-ciones que se requieren para abordar dichos temas.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento16 abr 2021
ISBN9786077115953
Repensar la antropología mexicana del siglo XXI: Viejos problemas, nuevos desafíos

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    Repensar la antropología mexicana del siglo XXI - María Ana Portal Ariosa

    Antropología.

    I. PRÁCTICAS DE LA ANTROPOLOGÍA

    ¿Quiénes son los nuevos antropólogos mexicanos?

    Luis Reygadas*

    ¿Qué sabemos de los nuevos antropólogos¹ mexicanos? ¿Qué características tienen las nuevas generaciones de profesionistas en este campo? ¿Cuántos son? ¿En qué trabajan? ¿Cuáles son sus condiciones laborales? Sabemos muy poco acerca de ellas y ellos. Tenemos más información sobre los antropólogos que se formaron hace más de medio siglo, porque eran muy pocos y algunos de ellos son muy conocidos. En los 18 años transcurridos entre 1950 y 1967 sólo se titularon en México 42 antropólogos, 29 de ellos de licenciatura y 13 de maestría, todos en la Ciudad de México.² Basta mencionar los nom bres de algunos para darse una idea de quiénes eran: Ángel Palerm, Ricardo Pozas Arciniega, Rodolfo Stavenhagen, Guillermo Bonfil, Margarita Nolasco, Mercedes Olivera, Andrés Medina, Salomón Nahmad, Enrique Valencia, Luz María Martínez Montiel y Roger Bartra. En contraste, una lista de los antropólogos graduados en México entre 2000 y 2017 tendría que incluir a alrededor de seis mil personas, formadas en más de 50 programas de licenciatura, maestría o doctorado que operan en 19 entidades federativas.³

    Indagar sobre las nuevas generaciones de antropólogos es una ventana para observar las transformaciones recientes de la antropología mexicana. Este capítulo intenta aportar al conocimiento de esos miles de nuevos antropólogos y antropólogas, mediante información referente a los programas en que estudiaron, el tipo de trabajo que realizan, las condiciones laborales que enfrentan y los ingresos que perciben. Para ello se apoya en datos provenientes del Catálogo histórico de tesis en antropología social realizadas en México (Red MIFA, 2018, de aquí en adelante el Catálogo) y de la Encuesta sobre la práctica profesional y las condiciones de trabajo de los antropólogos en México (CIEPA-CEAS, 2016, de aquí en adelante la Encuesta). Esa información sugiere que en la actualidad el gremio antropológico en México es numeroso y muy diverso, que las condiciones laborales y salariales de las nuevas generaciones están marcadas por la desigualdad y la precarización.

    La precariedad laboral y la inseguridad en el empleo no es algo exclusivo de la antropología, es un problema que afecta a la mayoría de los profesionistas jóvenes de México y de muchos otros países (Mora y De Oliveira, 2012 y 2014; De Oliveira, 2009). Es una situación que tiene que ver con cambios demográficos, con la masificación de la educación superior y con la devaluación de las credenciales educativas, así como con políticas neoliberales de flexibilización del mercado de tra bajo, lo mismo que con políticas públicas de educación, ciencia y tec nología que han implicado el estancamiento en la creación de puestos de trabajo estables con buenas condiciones de trabajo, además de la estratificación de los trabajadores académicos por la segmentación que generan el Sistema Nacional de Investigadores y los sistemas de estímulos vinculados con la productividad individual (Krotz, 2011). Además de estos aspectos generales, comunes a muchas profesiones, hay particularidades en el ejercicio de la profesión antropológica en México, en especial su consolidación y expansión en las últimas cinco décadas. Hace 50 años apenas había unas cuantas decenas de antropólogos en México. De ser una ocupación inusual, practicada por unas cuantas personas, muchas de ellas de clase media o alta, que estudia ban en dos o tres instituciones en la Ciudad de México, se convirtió en un gremio integrado por miles de profesionistas, con orígenes so ciales diversos, con decenas de programas de formación en diversas partes del país. La antropología en México experimenta una crisis de éxito: atrajo a miles de estudiantes, pero no se crearon suficientes pues tos de trabajo para las nuevas generaciones de egresados. A esto hay que agregar la tendencia hacia la academización de la formación antropológica (Sariego, 2007), que privilegia la enseñanza de aspectos conceptuales e históricos de la disciplina, que son útiles en la docencia y la investigación, en detrimento del aprendizaje de dimensiones prácticas y metodológicas que pueden ser valiosas para la resolución de problemas y la aplicación de la antropología en diversos campos laborales.

    AHORA SOMOS MILES: FORMACIÓN DE ANTROPÓLOGOS EN MÉXICO EN EL SIGLO XXI

    Lo primero que destaca de la antropología mexicana contemporánea es el tamaño que ha alcanzado el gremio. Si hace algunas décadas soló había unas cuantas decenas de antropólogos en el país, en la actualidad es una profesión practicada por miles de personas. En este siglo el crecimiento es impresionante.⁴ El cuadro 1 presenta información sobre los 5,827 antropólogos que se graduaron en México entre 2000 y 2017.

    CUADRO 1

    ANTROPÓLOGOS GRADUADOS EN MÉXICO ENTRE 2000 Y 2017 POR NIVEL E INSTITUCIÓN

    NOTA: Los números entre paréntesis indican el periodo en el que se tienen registrados graduados en el Catálogo histórico de tesis en antropología social realizadas en México (Red MIFA, 2018).

    FUENTE: elaboración propia a partir del Catálogo histórico de tesis en antropología social realizadas en México (Red MIFA, 2018).

    Si en la década de los años cincuenta sólo se titulaban uno o dos antropólogos al año, en la actualidad cada año se gradúan más de 300. De acuerdo con la información registrada en el Catálogo, entre 2000 y 2017 se graduaron en promedio 324 antropólogos cada año (185 en licenciatura, 86 en maestría y 53 en doctorado). El año en que se tienen registrados más graduados fue 2012, con un total de 434. El ligero descenso en el número de graduados a partir de 2013 se debe a que para los últimos años el Catálogo no registra los graduados de todas las instituciones, no a que haya disminuido la cantidad de graduados por año.

    Para el periodo 2000-2017 se tienen contabilizados 3,319 graduados de licenciatura en Antropología, egresados de 22 diferentes programas. Las licenciaturas en Antropología en el país son 25, porque hay dos programas de reciente creación que todavía no tienen graduados (la licenciatura en Antropología Social de la Universidad Autónoma de Sinaloa y la licenciatura en Antropología de la UNAM), además de que no se tiene el dato de graduados de la licenciatura en Antropología de la Universidad Humanista de las Américas, ubicada en Nuevo León. Las licenciaturas que más titulados tuvieron en el periodo fueron la de la UAM (545), la de Antropología Social de la ENAH (449), la de la Universidad Autónoma del Estado de México (439), la de Etnohistoria de la ENAH (366), la de Etnología de la ENAH (320), la de la Universidad Autónoma de Yucatán (227), la de la Universidad Veracruzana (149) y la de la Universidad Autónoma de Chiapas (142). Cabe señalar que en el Catálogo sólo hay datos hasta 2012 de las licenciaturas de Antropología Social y de Etnología de la ENAH; si se agregaran los graduados de estas dos licenciaturas entre 2013 y 2017, el número total de licenciados en Antropología graduados en México del año 2000 al 2017 rebasaría los 3,500.

    La Ciudad de México sigue siendo el principal espacio de formación de antropólogos, pero en la actualidad operan licenciaturas en Antropología en 18 entidades federativas: Chiapas, Chihuahua, Ciudad de México, Estado de México, Guanajuato, Guerrero, Hidalgo, Jalisco, Morelos, Nuevo León, Oaxaca, Puebla, Querétaro, Quintana Roo, San Luis Potosí, Sinaloa, Veracruz y Yucatán. Del total de graduados de licenciatura 1,731 fueron de la Ciudad de México y 1,588 de otras entidades, lo que significa que un poco más de la mitad (52.2%) correspondieron a la capital del país.

    También son numerosos los graduados de maestría en Antropología. Entre 2000 y 2017 se tienen registrados 1,555 nuevos maestros en Antropología, en 22 programas ubicados en 14 entidades federativas: Chiapas, Chihuahua, Ciudad de México, Estado de México, Jalisco, Michoacán, Nuevo León, Oaxaca, Puebla, Querétaro, Quintana Roo, San Luis Potosí, Veracruz y Yucatán. Las cinco maestrías con más egresados están ubicadas en la Ciudad de México: la de la UNAM (264), la del CIESAS Ciudad de México (212), la de Antropología Social de la ENAH (209) la de la UAM (190) y la de la Universidad Iberoamericana (138). Esas cinco maestrías concentraron casi dos terceras partes (65.1%) de los graduados de maestría. En los diferentes programas del CIESAS se graduaron 457 maestros en Antropología, que representan 29.4% del total.

    Operan en México ocho doctorados en Antropología, de los que entre 2000 y 2017 se graduaron 953 personas. La concentración geográfica es notoria: sólo hay doctorados en Antropología en cuatro entidades federativas (Ciudad de México, Jalisco, Michoacán y San Luis Potosí) y 758 de quienes obtuvieron un doctorado entre 2000 y 2017 se graduaron en cinco programas ubicados en la Ciudad de México, lo que representa 79.5% del total. La concentración institucional también es fuerte, porque 912 de los nuevos doctores (95.7% del total) se graduaron en sólo cinco instituciones: 281 en el CIESAS (154 en Occidente y 127 en la Ciudad de México), 188 en la ENAH, 181 en la UNAM, 179 en la UAM y 83 en la Universidad Iberoamericana. Las otras dos instituciones que graduaron doctores fueron el Colegio de Michoacán (32) y la Universidad de Guadalajara (9).

    Los temas que han abordado las tesis de antropología en el presente siglo presentan una diversidad enorme, lo cual es lógico, porque estamos hablando de 5,760 tesis. El Catálogo histórico de tesis en antropología social realizadas en México es un instrumento muy confiable para saber cuántas tesis de antropología se han presentado en cada año, en cada nivel y en cada institución, ya que se basa en la información proporcionada por cada uno de los programas de formación. Sin embargo, es más complejo cuantificar con exactitud los temas tratados en las tesis, porque la única información disponible es el título de la tesis. A partir del título se llenaron tres campos de la base de datos (tema, subtema y campo temático), pero esta labor de clasificación y captura la realizaron diferentes personas, en diversas etapas de la construcción del Catálogo.⁵ A pesar de ello, pueden destacarse algunos temas que aparecen de manera explícita en gran número de tesis, por ejemplo, religión (188), migración (177), identidades (155), género (152), espacio y territorio (135), educación (125), poder y política (122), trabajo y cultura laboral (109), medio ambiente y ecología (95), movimientos sociales (65), arte y artesanías (60), cuestiones agrícolas y agrarias (60), familia y parentesco (52). También tienen muchas menciones temas como cultura (representaciones, imaginarios, interculturalidad, rituales, mitos, patrimonio), desigualdad (pobreza, exclusión, racismo, discriminación), cuerpo, sexualidad, afectividades y emociones, antropología jurídica, violencia, agua, alimentación, salud y antropología médica, nuevas tecnologías, colonialismo, desarrollo, consumo, globalización, espacios públicos, desastres, drogas, autonomías, antropología aplicada, antropología de la antropología y un largo etcétera. Esta lista no exhaustiva muestra la pluralidad de intereses y preocupaciones de los nuevos antropólogos mexicanos.

    Los ámbitos y sectores en que se han realizado las tesis van más allá de las tradicionales comunidades indígenas y campesinas y los barrios populares urbanos. Se estudian también la industria, los museos, los servicios, las empresas, las redes sociales, las ciudades, el sector salud, el educativo, el turismo, la agricultura y ganadería, la minería, la economía informal, el deporte, las fronteras, los centros comer ciales, los medios de comunicación, las comunidades transnacio nales, las redes digitales y el ciberespacio. También son muy diversas las perspectivas teóricas que se vislumbran en los títulos de las tesis. Los sujetos de estudio son numerosos: aficionados, afrodescendientes, ancianos, antropólogos, campesinos, clase obrera, comerciantes, consumidores, discapacitados, empleadas domésticas, empresarios, estudiantes, indígenas, jóvenes, migrantes, niños, públicos, trabajadores informales, trabajadores sexuales, homosexuales, personas transgénero, entre muchos otros.

    Este periodo se caracteriza por la masificación de la profesión antropológica, no sólo en las licenciaturas, sino también en los posgrados. La antropología es una de las profesiones que tiene una mayor proporción de personas que estudian posgrados. De los 5,827 antropólogos graduados entre 2000 y 2017 más de 40% (43%) fueron de posgrado (26.7% de maestría y 16.3% de doctorado). Esta expansión notable de los graduados de maestría y doctorado, sumada al hecho de que siguen aumentado los graduados de licenciatura, es síntoma de una crisis de éxito de la antropología mexicana. La cantidad de antropólogos en el país ha crecido de manera exponencial, existen programas de formación en antropología en 19 de las 32 entidades federativas y se han consolidado numerosos programas de maestría y doctorado. Pero las agencias gubernamentales contratan pocos antropólogos, el empleo en el sector académico se ha estancado y pocos jóvenes egresados consiguen empleos que les permitan ganarse la vida de manera digna.

    UNA GENERACIÓN HETEROGÉNEA

    Existe una fuente muy valiosa para estudiar las características sociodemográficas y las condiciones laborales de los antropólogos mexicanos. Se trata de la Encuesta sobre la práctica profesional y las condiciones de trabajo de los antropólogos en México, diseñada y llevada a cabo por una comisión creada por el Colegio de Etnólogos y Antropólogos Sociales, A.C. (CEAS), llamada Comisión Intergeneracional para el Estudio de la Práctica de la Antropología (CIEPA).⁶ Esta encuesta fue respondida por vía electrónica por 615 personas del 16 de enero al 31 de marzo de 2016. No se trató de una muestra representativa, las personas que respondieron la Encuesta lo hicieron por autoselección. Por tanto, no pueden hacerse inferencias estadísticas para el conjunto de los profesionales de la antropología en México, sino sólo para el sector que respondió el cuestionario. Es razonable suponer que el mecanismo de autoselección y las vías por las que se difundió la Encuesta produjeron diversos sesgos que pueden haber provocado la sobrerrepresentación de algunos sectores del gremio y la subrepresentación de otros. Quizás estén sobrerrepresentados los colegas que son socios del CEAS o cercanos a ellos. Es probable que estén sobrerrepresentados quienes trabajan en instituciones académicas o se encuentran cercanos a las redes de las mismas, mientras que es probable que estén subrepresentados quienes trabajan en otros sectores (privado, público, organizaciones de la sociedad civil, trabajadores independientes) y los que viven en entidades federativas en las que hay pocos antropólogos. Pese a esas limitaciones, la Encuesta contiene información muy rica sobre las trayectorias escolares y laborales de los antropólogos en México, así como sobre las condiciones en las que ejercen su trabajo. En otro texto analicé con cierto detalle los resultados de la Encuesta (Reygadas, 2019a), aquí sólo haré énfasis en la situación de los antropólogos más jóvenes, los que nacieron de 1977 en adelante, tenían menos de 40 años al momento de aplicarse el cuestionario y se graduaron de licenciatura a partir del año 2000, es decir, los antropólogos graduados en el presente milenio. Para una com para ción con la situación laboral de los antropólogos en otros países pueden consultarse estudios sobre Argentina (CGARA, 2016; Perelman, 2016), Brasil (Fonseca, 2016; Grossi, 2004; Lins Ribeiro y Traja no Filho, 2004) y España (CPA, 2008; Valdés, 2012).

    PRESENCIA FEMENINA MAYORITARIA

    Es sabido que la antropología en México es una profesión con presencia femenina mayoritaria, lo cual fue confirmado por la Encuesta, ya que fue respondida por 365 mujeres (59.3% del total de respuestas) y 250 hombres (40.7%). Esta preponderancia femenina es todavía mayor en las generaciones más jóvenes: respondieron el cuestionario 352 personas menores de 40 años, de las cuales 224 son mujeres y 128 hombres, es decir, que las mujeres representaron casi dos terceras partes del total (63.6 por ciento).

    ORÍGENES SOCIALES MUY HETEROGÉNEOS

    Hasta hace pocas décadas la mayoría de los antropólogos provenían de familias de clase media o alta. En cambio, los nuevos antropólogos mexicanos tienen orígenes sociales muy diversos. La comparación de la escolaridad de los padres entre las diferentes generaciones de antropólogos aporta resultados muy interesantes y, hasta cierto punto, contraintuitivos. Dado que en los últimos 50 años se produjo una acelerada expansión de la educación superior en México, cabría esperar que los padres de las generaciones más jóvenes tuvieran una escolaridad mucho más alta que la de los padres de generaciones de mayor edad. Sin embargo, eso no ocurre así, tuvieron más años de estudios los padres de las generaciones mayores que los de las más jóvenes, como se muestra en el cuadro 2.

    CUADRO 2

    ESCOLARIDAD DEL PADRE POR GRUPOS DE EDAD DE LA PERSONA QUE RESPONDIÓ LA ENCUESTA (PORCENTAJES)

    FUENTE: elaboración propia a partir de la Encuesta sobre la práctica profesional y las condiciones de trabajo de los antropólogos en México (CIEPA-CEAS, 2016).

    De manera sorprendente, el grupo de antropólogos mayores de 60 años son hijos de padres con una escolaridad mayor que los de generaciones más jóvenes: 63.9% de los padres de los antropólogos de 60 años y más estudiaron licenciatura y/o posgrado, mientras que sólo estudiaron esos niveles 41.5% de los padres de los antropólogos que tienen entre 40 y 59 años y 56.3% de los padres de los antropólogos menores de 39 años. Los padres de los antropólogos mayores de 60 años, es decir, personas que en la actualidad tendrían 80 años o mucho más, nacidos antes de 1940, tuvieron en promedio más años de escolaridad que los padres de los antropólogos de generaciones más jóvenes, quienes nacieron en décadas posteriores, en algunos casos hasta 30 o 40 años después, cuando había crecido mucho la educación superior en México. ¿Cómo explicar esta aparente contradicción? La hipótesis más probable es que antes, quienes estudiaban antropología eran, en la mayoría de los casos, estudiantes de clase media y alta, hijos de padres que también habían accedido a la educación superior; en cambio, en décadas recientes ingresaron estudiantes de muy diversos sectores sociales, incluidos muchos de origen social más popular.

    LA ANTROPOLOGÍA ES UNA DISCIPLINA CUYOS MIEMBROS TIENEN UNA HABILITACIÓN ACADÉMICA MUY ALTA

    En el Catálogo de 1945 a 2017, los tesistas registrados de licenciatura fueron 60.6%, 25.8% de maestría y 13.6% de doctorado, lo que refleja que es una profesión con una alta proporción de personas que estudiaron posgrado. Esa tendencia es más marcada si se comparan los antropólogos titulados en el siglo XX con los graduados en lo que va del siglo XXI: entre 1945 y 1999 los de licenciatura representaron 70.2% del total, los de maestría 23.4% y los de doctorado 6.4%, mientras que de 2000 a 2017 de licenciatura fueron 57%, de maestría 26.7% y de doctorado 16.3%. El peso específico de quienes tienen doctorado ha crecido mucho: en todo el siglo XX sólo se graduaron 143 doctores en antropología en México, mientras que en los 18 años comprendidos entre 2000 y 2017 se han graduado 953 doctores. De las personas que respondieron la Encuesta, 31.7% sólo estudiaron licenciatura, 27.3% tuvieron maestría como máximo nivel de estudios y 41% también estudiaron doctorado. La significativa cantidad de personas que estudiaron maestría y doctorado en antropología no corresponde con las proporciones que hay en la población total del país que ha realizado estudios superiores. En 2015, de cada 100 personas con estudios superiores en México sólo 14 habían estudiado hasta maestría y menos de dos (1.5) habían ingresado a un doctorado, mientras que de cada 100 personas que participaron en la Encuesta, 27 habían estudiado hasta maestría y 41 habían ingresado a un doctorado. La antropología es una de las disciplinas con mayor proporción de graduados de maestría y doctorado en el país.

    Los antropólogos que tienen entre 30 y 39 años poseen ya una alta habilitación académica, a pesar de que muchos aún siguen estudiando: de acuerdo con la Encuesta, 30.5% tienen sólo licenciatura, 36.2% maestría y 33.3% doctorado. Cuando concluyan su periodo formativo probablemente estaremos hablando de la cohorte de antropólogos con mayores niveles de escolaridad en la historia.

    La gran proporción de maestros y doctores es un fuerte indicio de que la antropología es una profesión cuyo campo de trabajo está muy orientado hacia las labores académicas. Es sabido que las instituciones de educación superior y los centros de investigación exigen cada vez más cursar maestrías y doctorados a quienes quieren trabajar como docentes y/o investigadores. El simple dato de que 41% de quienes respondieron el cuestionario han ingresado a un doctorado dice mucho sobre las características del trabajo antropológico en México: se trata de una profesión con una altísima habilitación, pero con pocas opciones de trabajo bien remunerado fuera del campo académico, lo que impulsa a muchos egresados a estudiar posgrados.

    PRECARIEDAD Y DIVERSIDAD: LA SITUACIÓN LABORAL DE LOS NUEVOS ANTROPÓLOGOS

    La mayoría ya no trabaja en la academia. Durante mucho tiempo la gran mayoría de los antropólogos mexicanos trabajaba en el sector académico. La situación ha cambiado para las nuevas generaciones de antropólogos, que laboran en sectores muy diversos. El cuadro 3 muestra cómo disminuye la proporción que trabaja en el sector académico y aumentan el empleo en el sector privado, en organizaciones de la sociedad civil, el trabajo free lance y en negocios propios.

    CUADRO 3

    DISTRIBUCIÓN SECTORIAL DEL EMPLEO DE LOS ANTROPÓLOGOS POR GRUPO DE EDAD (PORCENTAJES)

    chpt_fig_001

    FUENTE: elaboración propia a partir de la Encuesta sobre la práctica profesional y las condiciones de trabajo de los antropólogos en México (ciepa-ceas, 2016).

    El empleo en el sector académico predomina con claridad entre los antropólogos mayores de 40 años: 100% de los de 70 años y más están en el sector académico y alrededor del 60% de quienes tienen entre 40 y 69 años. En contraste, la mayoría de los menores de 40 años no trabajan en la academia: 40.6% de quienes tienen entre 30 y 39 años y sólo 26.1% de los menores de 30 años. Los antropólogos más jóvenes batallan para obtener trabajos relacionados con sus estudios: únicamente 51.1% realiza actividades vinculadas con la antropología.

    La diversidad ocupacional de los antropólogos menores de 30 años se aprecia en la gráfica 1.

    Sólo alrededor de una cuarta parte de los antropólogos menores de 30 años trabaja en el sector académico y 22.8% en el sector público, el resto se desenvuelve en ámbitos muy diversos, en los que en la mayoría de los casos tienen que realizar actividades para los que la escuela no los preparó. Llama la atención que más de la mitad (51.1%) se emplea en ámbitos muy diversos a los del trabajo antropológico clásico: 25% en el sector privado, 9.8% en trabajo independiente tipo free lance, 8.7% en organizaciones de la sociedad civil y 7.6% en negocios propios. Hasta hace unos 20 años eran excepcionales los antropólogos que trabajaban de manera independiente, como free lance. Desde finales del siglo XX este tipo de trabajo se ha expandido. La encuesta reportó que 45 personas (7.9% de quienes trabajan) realizan trabajo independiente tipo freelance. Dos terceras partes de ellos son menores de 40 años. Predominan quienes realizan encuestas y entrevistas (28.9%), edición y corrección de estilo (15.6%), traducción (13.3%) y transcripciones (8.9 por ciento).

    GRÁFIC A 1

    DISTRIBUCIÓN DE LOS ANTROPÓLOGOS DE 23 A 29 AÑOS POR SECTOR DE ACTIVIDAD

    chpt_fig_002

    FUENTE: elaboración propia a partir de la Encuesta sobre la práctica profesional y las condiciones de trabajo de los antropólogos en México (CIEPA-CEAS, 2016).

    El sector académico no sólo es el más acorde con la preparación que se ofrece a los antropólogos en México, también es el que cuenta con salarios más altos y mejores condiciones de trabajo.⁷ Muchos antropólogos jóvenes enfrentan una doble adversidad: no encuentran em pleos relacionados con lo que aprendieron y tienen que ubicarse en trabajos precarios. Diversidad, ingresos bajos, precariedad e incertidumbre en el trabajo son los rasgos que marcan la situación laboral de la mayoría de los antropólogos más jóvenes en México.

    Inestabilidad e incertidumbre en el empleo. La mayoría de los antropólogos en el país no cuentan con un empleo estable. Un dato de la mayor relevancia es que de quienes están trabajando sólo 46.2% tienen un empleo por tiempo indefinido, mientras que más de la mitad (53.8%) no tienen un empleo seguro, sino que están sujetos a la renovación de un contrato temporal, a obtener otro contrato, a conseguir un nuevo proyecto o a impartir docencia en el siguiente ciclo escolar. Hay una tendencia muy clara al incremento de la inseguridad laboral para los graduados en las últimas décadas, que es parte de una tendencia más generalizada hacia la incertidumbre en el empleo en el país (Mancini, 2017).

    La totalidad de los antropólogos que se titularon entre 1965 y 1969 tiene empleo por tiempo indefinido, proporción que ha ido descendiendo de manera constante, hasta llegar a sólo 32.3% de quienes se titularon entre 2005 y 2009 y 35.9% de quienes se titularon entre 2010 y 2014. La posibilidad de tener un contrato permanente era común para antropólogos que se graduaron entre los años cuarenta y la primera mitad de los años ochenta; esta posibilidad disminuyó en los últimos años del siglo XX y se ha vuelto claramente minoritaria para los antropólogos que se han graduado en este siglo. Como es de esperar, son muy pocos los antropólogos menores de 40 años que cuentan con empleo permanente: sólo 29.7% tienen contratos definitivos, frente a 60.4% de quienes tienen entre 40 y 59 años y 86.4% de los antropólogos de 60 años y más.

    GRÁFICA 2

    PORCENTAJE DE ANTROPÓLOGOS CON CONTRATO POR TIEMPO INDEFINIDO SEGÚN LA ÉPOCA EN QUE SE TITULARON

    chpt_fig_003

    FUENTE: elaboración propia a partir de la Encuesta sobre la práctica profesional y las condiciones de trabajo de los antropólogos en México (CIEPA-CEAS, 2016).

    La mayoría no tiene prestaciones laborales. La precariedad en el trabajo de los antropólogos jóvenes en México se expresa también en que muchos de ellos carecen de prestaciones laborales, incluso de las más básicas, como se aprecia en el cuadro 4.

    CUADRO 4

    PROPORCIÓN DE ANTROPÓLOGOS QUE NO TIENE PRESTACIONES EN EL EMPLEO ACTUAL, POR GRUPOS DE EDAD (PORCENTAJES)

    FUENTE: elaboración propia a partir de la Encuesta sobre la práctica profesional y las condiciones de trabajo de los antropólogos en México (CIEPA-CEAS, 2016).

    La mayoría de los antropólogos menores de 40 años que trabajan lo hace sin las prestaciones más elementales: 54.1% no tiene servicio médico asociado al empleo, 57.9% no tiene vacaciones y 58.9% no recibe aguinaldo. La situación es peor en lo que se refiere a otras prestaciones menos difundidas: 74.4% no tiene prima vacacional, 78.5% no tiene fondo de vivienda, 84.2% no tiene fondo de pensiones para la jubilación y 85.4% no cuenta con seguro de gastos médicos mayores.

    La precariedad en las condiciones de trabajo se encuentra relacionada con la edad, porque la mayoría de los antropólogos mayores de 40 años cuenta con prestaciones laborales. Por ejemplo, en el grupo de 40 a 59 años sólo 22.8% carecen de servicio médico, 25.4% no tienen vacaciones y 25.9% no perciben aguinaldo. La situación de los de 60 años y más es mejor todavía, porque la gran mayoría cuenta con las prestaciones básicas e incluso más de dos terceras partes tiene prima vacacional, fondo de vivienda, fondo de pensiones y seguro de gastos médicos mayores.

    La tendencia es hacia una mayor precarización del trabajo antropológico: los menores de 30 años tienen una situación aún peor que la de los demás grupos de edad: 71.7% no tienen servicio médico, 71.7% no tiene vacaciones y 68.5% no recibe aguinaldo. Un 63% de ellos reporta que no tiene ninguna prestación laboral.

    Los datos sobre prestaciones laborales sugieren que el gremio antropológico se encuentra segmentado, que hay un sector que cuenta con todas las prestaciones laborales, otro segmento intermedio que sólo tiene las prestaciones básicas y por último hay una franja que ni siquiera tiene las prestaciones más elementales. Esta segmentación se encuentra muy relacionada con la edad, como lo confirman los datos sobre los ingresos de los antropólogos.

    El gremio antropológico se encuentra segmentado en lo que se refiere a sus ingresos. A partir de la Encuesta se calculó que en 2016 el ingreso promedio mensual de los antropólogos en México era de $17,944. Con datos de ese año el Instituto Mexicano de la Competitividad (IMCO) hizo una lista de 66 profesiones de acuerdo con sus ingresos promedio. En dicha lista la antropología no aparece sola, sino junto con sociología, ambas profesiones ocupan el lugar 25 de 66 con un ingreso promedio de $12,158 mensuales. El promedio de ingresos de las 66 profesiones fue de $10,855 al mes. El hecho de que la Encuesta registre un ingreso promedio de los antropólogos superior al que reporta el IMCO puede deberse a la enorme proporción de perso nas con posgrado entre quienes respondieron la Encuesta. De acuerdo al mismo IMCO, antropología y sociología ocupan el lugar 11 de 66 entre las profesiones con mayor proporción de personas con posgrado, con 23.3%. Pero entre las personas que respondieron la Encuesta de la CIEPA 68.3% estudiaron posgrado, que es un porcentaje muy alto, que equivaldría al tercer lugar en la lista del IMCO. Si los antropólogos que respondieron la Encuesta tienen salarios más altos que la media de las profesiones se debe a que muchos de ellos tienen posgrados, en particular a que 41% estudiaron doctorado.

    Ahora bien, una cosa es que el ingreso promedio de los antropólogos fuera de $17,944 mensuales y otra cosa es cuánto gana cada persona en concreto. La segmentación del gremio, que es una expresión de la desigualdad interna que lo afecta, se observa en los datos sobre los ingresos de los antropólogos, que se resumen en el cuadro 5.

    CUADRO 5

    INGRESOS MENSUALES DE LOS ANTROPÓLOGOS EN MÉXICO EN 2016

    FUENTE: elaboración propia a partir de la Encuesta sobre la práctica profesional y las condiciones de trabajo de los antropólogos en México (CIEPA-CEAS, 2016).

    De acuerdo con esta información, en lo que respecta a los ingresos pueden distinguirse tres grandes segmentos. Un primer grupo, que representa 28.3% de los antropólogos que trabajan, gana tres salarios mínimos o menos, es decir, su ingreso no supera los $6,600 mensuales, que equivalían, al momento de realizar la encuesta, a 364 dó lares de Estados Unidos.⁸ El segundo grupo, que incluye al 44.4%, gana entre tres y diez salarios mínimos, es decir entre $6,601 y $22,000, que equivalían a un rango entre 365 y 1,214 dólares de Estados Unidos. Por último, el tercer grupo, que comprende a 27.3% de los antropólogos que trabajan, tiene ingresos superiores a diez salarios mínimos, es decir mayores a $22,000 o 1,214 dólares de Estados Unidos. El primer grupo constituye un sector con ingresos muy reducidos, más bajos de los que perciben muchos trabajadores manuales o administrativos en el país. En México en 2016 los ingresos promedio de quienes tenían educación media superior eran de $6,208 y los salarios promedio de quienes tenían estudios de licenciatura eran de $10,855,⁹ por lo que aquí estamos hablando de un sector importante de antropólogos que recibe ingresos similares a los que reci ben quienes sólo tienen educación media superior. El segundo grupo tiene ingresos que son similares a la media de quienes tienen una li cenciatura en México y al ingreso promedio que tienen sociólogos y antropólogos en el país. Por último, están quienes ganan más de diez salarios mínimos (equivalentes a 22,000 pesos mexicanos o 1,214 dóla res de Estados Unidos). Este último grupo tiene ingresos superiores no sólo a la media de quienes tienen una licenciatura en México, sino incluso superiores a quienes tienen un posgrado. Incluso hay una fran ja, que representa un 6.3% de los antropólogos que se encuentran trabajando, que tiene ingresos mensuales superiores a $44,000 mensuales (2,428 dólares de Estados Unidos).

    Buena parte de quienes tienen los ingresos más altos corresponde a antropólogos que trabajan en el sector académico y pertenecen al Sistema Nacional de Investigadores (SNI). Cuando se hizo la Encuesta los estímulos que otorgaba el SNI iban de tres a 15 salarios mínimos mensuales, que sumados al salario de un académico de planta implican un ingreso mensual superior a los diez salarios mínimos.

    CUADRO 6

    INGRESO PROMEDIO DE LOS ANTROPÓLOGOS POR SECTOR DE ACTIVIDAD

    FUENTE: elaboración propia a partir de la Encuesta sobre la práctica profesional y las condiciones de trabajo de los antropólogos en México (CIEPA-CEAS, 2016).

    Los ingresos de los antropólogos varían de manera considerable de un sector a otro. Como era de esperarse, los ingresos de quienes trabajan en el sector académico son muy superiores a los del resto: ganan en promedio $22,214 mensuales. Les siguen de lejos quienes trabajan en el sector público ($15,822), en el privado ($15,655) y en organizaciones de la sociedad civil ($13,518). Son bajísimos los ingre sos de quienes tienen un negocio propio ($10,935) y de quienes reali zan trabajo independiente ($8,238). Estos datos cuestionan los discursos que idealizan las supuestas ventajas del emprendeduris mo y de los trabajadores flexibles que no tienen patrón ni empleo fijo; al menos en el caso de la antropología tener un negocio propio o ser free lance refleja más una situación de incertidumbre, de precariedad y de ausencia de mejores oportunidades de trabajo. Quienes trabajan en estos sectores son quienes están en las peores condiciones. Hay algunos casos en que los antropólogos free lance o los que han creado negocios propios tienen buenos ingresos, pero esto parece ser más la excepción que la regla: de los 45 que trabajan como free lance ninguno ganaba más de 20 salarios mínimos mensuales y sólo tres ganaban entre 10 y 20 salarios mínimos; de los 20 que tenían negocios propios sólo uno tenía ingresos superiores a 20 salarios mínimos y dos ganaban entre 10 y 20 salarios

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