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Literatura mexicana del norte
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Libro electrónico433 páginas6 horas

Literatura mexicana del norte

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Desde las últimas décadas del siglo pasado y hasta la actualidad, la literatura mexicana del norte ocupa un lugar destacado en la oferta literaria de las principales casas editoriales. Esta obra se divide en ocho apartados generales que contemplan diversos acercamientos al estudio de las literaturas norteñas, ya sea a partir de algunas de sus princ
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento1 sept 2021
ISBN9786078666478
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    Literatura mexicana del norte - Nora Danira López Torres

    COLECCIÓN INVESTIGACIONES

    926549.jpg

    LITERATURA MEXICANA

    DEL NORTE

    NORA DANIRA LÓPEZ TORRES,

    MARLON MARTÍNEZ VELA

    Y JOSUÉ SÁNCHEZ HERNÁNDEZ

    (COORDINADORES)

    926553.jpg

    Primera edición en formato digital, 2019

    © Por la coordinación: Danira López Torres,  Marlon Martínez Vela

     y Josué Sánchez Hernández

     © Todos los textos son propiedad de sus autores

    © El Colegio de San Luis

    Parque de Macul 155

    Fracc. Colinas del Parque

    San Luis Potosí, S. L. P. 78294

    www.colsan.edu.mx

    E-ISBN: 978-607-8666-47-8

    Diseño de la portada: Natalia Rojas Nieto

    Conversión a ePub: Página Seis, S.A. de C.V.

    Hecho en México

    PRESENTACIÓN

    El presente libro se divide en ocho apartados generales que contemplan algunos de los principales acercamientos al estudio de las literaturas del norte de México, ya sea a partir de su diversidad temática, los diferentes géneros literarios, algunos elementos destacados de la espacialidad o la temporalidad, la presencia del desierto y sus inhóspitos caminos, rutas y territorios, a partir de algún autor importante y su obra, de las políticas culturales y del lugar que ocupa esta literatura en el canon. Precisamente el primer apartado, denominado Las narrativas del norte en las letras mexicanas, abre con el estudio titulado ¿Quién habla por México?: el lugar de las narrativas norteñas en el canon (y corpus) de las letras nacionales. En su trabajo, Juan Carlos Ramírez-Pimienta analiza cómo la crítica literaria extranjera, a diferencia de la mexicana, se ha encargado de reconocer las obras de autores norteños que tratan el tema del narcotráfico. El investigador pone énfasis en la labor de las críticas estadounidense, australiana y europea, y confronta sus juicios con algunos de los argumentos del ya conocido texto de Lemus Balas de salva.

    El académico señala la manera en la que ha cambiado la construcción discursiva de México, cuando se enunciaba sólo desde su capital, hasta el día de hoy, cuando se enuncia también desde otras latitudes, en especial la del norte: La imaginación de México pasa definitivamente por las coordenadas culturales del norte y su banda sonora ya no es el mariachi ni la cumbia sonidera, sino la música norteña y de banda, o un híbrido de estos sonidos. Sugiere algunos de los tratamientos del narcotráfico que han quedado pendientes en la literatura mexicana, como el que relega a segundo plano la violencia de los cárteles. Asimismo, deja ver que el referente latinoamericano en el tratamiento de las narrativas del narcotráfico se puede observar en obras como Delirio (Santillana, 2004), de Laura Restrepo; la película Sumas y restas (2005), de Víctor Gaviria; o la novela Cartas cruzadas (Alfaguara, 2005), de Darío Jaramillo.

    En el siguiente trabajo, denominado Literatura del norte: de la política cultural a la propuesta estética, Josué Sánchez Hernández lleva a cabo una revisión crítica de la concepción que se ha tenido de la denominada literatura del norte. En la primera sección, el autor analiza cómo el Programa Cultural de las Fronteras de 1985 se fundó sobre un discurso de origen político que devino en un proyecto editorial: la colección Letras de la República que, a su vez, prefiguró lo que conocemos hoy como literatura del norte. Su hipótesis parte de algunas ideas que la investigadora María Socorro Tabuenca incluyó en su trabajo Aproximaciones críticas de las literaturas de las fronteras.

    En la segunda sección de su texto, el autor rastrea cómo, a partir de la década de los noventa, el periodismo cultural pregunta ¿qué es la literatura del norte? a los autores que han sido agrupados bajo esta etiqueta. En esta sección aparecen, entre otros, los comentarios de los escritores Élmer Mendoza, Eduardo Antonio Parra, Julián Herbert y Mayra Luna. Asimismo, el autor incluye los comentarios que los críticos literarios han hecho sobre esta literatura, en especial los de Diana Palaversich, Rafael Lemus, Víctor Barrera, Miguel G. Rodríguez Lozano y Osvaldo Zavala. Se contrastan varios de los enfoques bajo los que se estudia la literatura norteña y se sugiere, con base en algunos de los argumentos de Diana Palaversich, que la identificación de un regionalismo crítico subyacente al ejercicio literario de los autores del norte del país quizá sea la propuesta que mejor dé cuenta de la heterogeneidad estilística que los caracteriza.

    El segundo apartado del libro lleva por título Una variedad temática y formal e inicia con el estudio Cuentos del norte: multiplicidad temática y formal. Tres historias de seres malhadados. En éste, Elizabeth Sánchez Garay analiza un conjunto de cuentos de diferentes escritores considerados norteños por su lugar de nacimiento o residencia, lo que le permite mostrar la representación de un imaginario anclado en esta parte del territorio mexicano. El corpus lo componen los cuentos El miedo es una enfermedad contagiosa, de Alfonso Oregel Soria; En la orilla, de Eduardo Antonio Parra; y Opus 123, de Inés Arredondo.

    A partir de evidenciar las estrategias narrativas de cada uno de los relatos, la autora desvela un conjunto de recursos que la llevan de un cuento realista a uno fantástico. Expone tres casos que le permiten demostrar lo diferente que puede ser la literatura de una región tan vasta como es el norte de México. La autora logra identificar en estos textos el tratamiento del mal de forma diferenciada, así como la presencia de lo inasible, lo interno o lo perpetuado por la sociedad en su conjunto. Se subraya la pluralidad de propuestas literarias que existen en el norte, más allá de la polémica suscitada por el artículo de Rafael Lemus en Letras Libres. De igual forma, la autora destaca y contrapone acercamientos hacia algunos ejemplos de la literatura universal para mostrar que la proyección de los escritores analizados sobrepasa los límites regionales.

    En su investigación, ‘The Usual Suspects’. La novela negra norteña y sus autores, José Salvador Ruiz Méndez propone un análisis de la novela negra actual a partir de cuatro autores: Imanol Caneyada, César López Cuadras, Gabriel Trujillo y Vicente Alfonso. Según el autor, la novela negra se ha convertido en el subgénero predilecto de los escritores norteños desde la última década del siglo pasado. Desde Tijuana a Tampico, autores como Hilario Peña, Julio César Pérez Cruz, Daniel Salinas Basave, Gabriel Trujillo Muñoz, Imanol Caneyada, César Silva Márquez, entre otros, han experimentado con el género noir. Algunos, no todos, han representado la violencia en las zonas norteñas, consecuencia del narcotráfico que impera en nuestro país.

    En las novelas Espectáculo para avestruces (2012), Las paredes desnudas (2014) y Hotel de arraigo (2015), afirma el investigador, Caneyada busca iluminar zonas de nuestra realidad a las que no nos queremos asomar, con la intención de plantear preguntas y de establecer un diálogo con el lector para entender algo de lo que nos está pasando. López Cuadras, en cambio —señala el crítico—, presenta novelas alejadas de las grandes ciudades norteñas, en el espacio rural o las pequeñas poblaciones serranas y mediante una prosa con fuertes marcas de la oralidad del norte.

    Asimismo, se observa que en la novela negra las ciudades se convierten en protagonistas, como ocurre con Mexicali en las nueve historias de Gabriel Trujillo Muñoz, donde el personaje, Miguel Ángel Morgado, se dedica a investigar crímenes cometidos en esta ciudad fronteriza; se trata de novelas enigmáticas, detectivescas y con mucha acción. En el caso del coahuilense Vicente Alfonso, en sus novelas Huesos de San Lorenzo (2015) y Partitura de una mujer muerta (2008), el autor observa que Alfonso se acerca a la novela negra psicológica, viendo al escritor como si fuera mago, y a la novela policiaca como truco: El escritor es quien conoce la técnica que debe emplear para manipular ‘resortes y poleas’ que ofrezcan una realidad compleja, una realidad que permita múltiples interpretaciones. En este artículo, el estudioso muestra un amplio panorama de la novela negra actual a partir del cual puede afirmar que no sólo se escribe sobre el narco desde la perspectiva en que lo han vendido las editoriales, sino que, en la literatura mexicana, las variantes del genero noir son tan amplias como la misma frontera.

    En su trabajo "La Biblia Vaquera de Carlos Velázquez: anotaciones para un estudio paratextual, Daniel Zavala Medina analiza, a la luz de las teorías de Genette, los paratextos que aparecen en el libro de cuentos. De este modo, el investigador se enfoca en el análisis del título y el subtítulo, los dos epílogos, el mapa, el índice como espacio donde se concentran los intertítulos", los epígrafes, las dedicatorias y las cubiertas de las dos ediciones de La Biblia Vaquera. También, El autor observa las modificaciones de los paratextos del libro en su edición de 2011, la más reciente, y especula en torno a los motivos que llevaron al autor a introducir los cambios.

    Asimismo, se hace una lectura del libro de Velázquez desde el escepticismo. Esto quiere decir que en los recursos narrativos de La Biblia Vaquera se lee el cuestionamiento de la existencia de una esencia norteña. Esto lo lleva a rastrear las influencias de Velázquez, como Luis Humberto Crosthwaite, Rodrigo Fresán y Alberto Laiseca, y a explicar varias de las referencias que hay en el libro a la cultura popular. Ambos aspectos, influencias y referencias pop contribuyen a la construcción de un ciclo cuentístico, según las teorías de Forrest Ingram, donde Velázquez construye un norte casi exclusivamente literario. El autor apunta que, al ver cómo el escritor torreonense construye su discurso a partir de una combinación de paratextos y texto, convendría analizar la misma estrategia en el resto de su obra.

    En el artículo Enfermedad y muerte en la narrativa de Ricardo Elizondo Elizondo, Marlon Martínez Vela revisa algunos casos de enfermedad y muerte que afectan a personajes en diferentes textos narrativos del escritor regiomontano Ricardo Elizondo Elizondo. El corpus de este estudio lo conforman los relatos Concha, de Relatos de mar, desierto y muerte (1980), las novelas Setenta veces siete (1987) y Narcedalia Piedrotas (1993). En un intento por entender la conceptualización de la enfermedad que Elizondo elabora en sus textos, el autor presenta un recorrido histórico sucinto en el que retoma diversos enfoques del estudio de esta temática relacionada con la literatura, como son los planteados por Jochen Hörisch, Susan Sontag y Ruediger Dahlke.

    El autor afirma que los personajes en la narrativa de Elizondo se construyen con base en una idea del norte de México y de las condiciones que supone esta ubicación, a la vez que se insertan en una dinámica fronteriza, o al menos cercana a ella. El investigador señala que si bien puede apreciarse en esta literatura la vida en un paisaje agreste y la relación con habitantes de Estados Unidos que viajan al sur, también puede leerse que la propuesta del escritor regiomontano es, más bien, la de una apertura que hermana a sus personajes, Concha, Agustín, Colasa, Emilia, los médicos Javier o Natael con cualquiera, en cualquier parte del mundo.

    El tercer apartado del libro se denomina Fronteras y abre con el estudio titulado Frontera y necronarrativas en Ciudad Juárez. Su autora, Magali Velasco Vargas, define el término necronarrativas como

    el ejercicio discursivo periodístico, testimonial de memoria histórica y también el de ficción que aborda —alegórica, metafórica, retórica o literalmente— los eventos de miedo, dolor y muerte, sus paradigmas, su colateralidad en el dolor de los cuerpos, el duelo, los muertos, los desaparecidos, los desplazados y los que quedan vivos, así como sus repercusiones arquetípicas en la cultura.

    Es decir, el término se refiere a toda aquella literatura que aborda realidades traumáticas en un afán por darle sentido, aunque, en este caso, se centra en la literatura que trata el tema de la hiperviolencia en Ciudad Juárez.

    En este texto, la académica parte de la hipótesis de que hubo un cambio de registro en las escrituras de los autores juarenses a raíz de los enfrentamientos entre los grupos delictivos del narco y de los cuerpos militares en la llamada guerra contra el narco, que se inicia en 2006 con el gobierno de Felipe Calderón y que, curiosamente, dan pie al alza en delitos como asesinato, secuestro, robo de coche, extorsión y otros de los que incluso no había registro en años anteriores. Dicha premisa se argumenta a partir del análisis de cuatro escritores: Jorge Humberto Chávez, César Silva Márquez, Edgar Rincón Luna y Alejandro Paéz Varela; pues, según señala la autora, antes de ese año, los poetas juarenses llenaban sus vasos de nostalgias, romanticismo decadente de sus cantinas, arraigos identitarios en las comidas, la música, imaginarios sociales y de la cultura pop.

    En el apartado "Formación y transgresión de fronteras; Cristina Rivera Garza y La frontera más distante", Ramón Alvarado Ruiz hace una revisión de las principales discusiones teóricas en torno de la idea de frontera, y si bien observa que la crítica principalmente se ha referido a la relación política entre México y Estados Unidos —eterna tensión, a veces menor, a veces mayor, sin embargo, siempre evidenciado lo poroso de los límites—, afirma que es necesario verlo desde otras perspectivas, pues

    el cambio de época y la realidad que estamos viviendo nos obligan a repensar estas categorías, ya que inclusive el norte que adquiere la significación del imperialismo yanqui para la cultura latinoamericana, en general, ha ido dejando de tener esa connotación y no tenemos exclusividad sobre él.

    En este sentido, el autor da cuenta de que el término frontera, en Rivera Garza, no se limita al sentido convencional, sino que

    [sus]relatos distan totalmente de las referencias de frontera a la que estamos acostumbrados y que en ningún momento quedan anclados al concepto geográfico que tantas polémicas está generando en la actualidad y que sirve como referente de identidad.

    Rivera Garza parece querer señalar, afirma el estudioso, esa relación de reciprocidad que existe entre el individuo y el espacio de la frontera, donde uno y otro se determinan; la frontera es determinada por quienes la frecuentan y las personas son, a su vez, delimitadas por aquélla, al menos en cuanto a una identidad territorial, que a veces es la única que se tiene.

    En el apartado Caminos, territorios y espacios del desierto convergen tres estudios en los que, de una u otra manera, el espacio del desierto del norte del país adquiere una relevancia considerable en la configuración de las historias de los autores estudiados. En La literatura del desierto: la cartografía narrativa en Jesús Gardea, Mónica Torres Torija parte del término literatura del desierto como una categoría impuesta por la crítica que logra marcar más las diferencias entre los autores anclados espacialmente en el norte de México, pues el desierto les confiere una imagen en la cual se proyectan las tribulaciones humanas, problematizando su condición y las adversidades que enfrentan.

    La investigadora propone "un acercamiento a la relación entre geografía y literatura, la toponimia del paisaje en la ficción; luego algunas consideraciones en torno al espacio literario como una cartografía y, por último, una geopoética del locus gardeano a partir de Placeres". Así, mediante la revisión de las implicaciones que esta ciudad ficcional, Placeres —con un referente real muy obvio, Delicias, Chihuahua—, tiene para la obra de Gardea, la autora hace una propuesta de lo que implica como elemento resignificador de la idea de paisaje norteño.

    En el estudio "Andar la multiterritorialidad: Road to Ciudad Juárez (2014), Carlos Urani Montiel Contreras presenta un análisis comparativo de la construcción de la imagen citadina en dos crónicas. La primera se titula Un día en Ciudad Juárez, del escritor peruano César Silva-Santisteban, y la otra, Sucedió en un baldío", del autor chihuahuense Enrique Cortázar; ambas incluidas en el libro Road to Ciudad Juárez: crónicas y relatos de frontera, editado por Antonio Moreno. Esta publicación reúne escritores tanto de la ciudad fronteriza como de fuera. A partir de los recursos de la narratología y conceptos de la multiterritorialidad, el investigador plantea el estudio del espacio representado en los escritos, para lo cual observa una confluencia de distintos elementos que configuran la imagen citadina a partir de experiencias previas en los diversos lugares de procedencia y de los viajes a otras ciudades, la lectura de periódicos e información de noticiarios, mapas o de caminar por las calles. Observa, además, que si bien el proyecto de Antonio Moreno es ambicioso y necesario, debe leerse con cuidado, pues, al parecer, antes que generar una mirada plural sobre un epicentro convulso como fue Ciudad Juárez alrededor de 2010, los textos parecen provocar un choque polarizado entre visiones locales que muestran conflictos estructurales, y cualquier desvío, como el de ciertas miradas extranjeras, puede quedarse en lo superficial.

    En "El camino del diablo y La ruta de los caídos, Guillermo Munro: dos versiones de una novela", Marco Chavarín González hace una revisión de ambas novelas. Considera La ruta de los caídos (2012) como una nueva versión de El camino del diablo (1997) y examina aquellos elementos en los que Munro pareció hacer hincapié: el dialogismo, la tendencia a la síntesis y a la acumulación. Según el investigador, estas novelas están construidas como muchas de las películas de acción o de aventura hoy en día, con el fin de permitir una ágil asimilación de la trama por parte del receptor. Es decir, el autor busca la sencillez y por ello hace uso de estructuras novelescas que lo permiten, como la novela policiaca, la novela de aventuras, la novela histórica o la novela de la Revolución mexicana. En este sentido, una preocupación del investigador es localizar las diferencias entre la primera y la segunda versión a partir de algunos de los pasajes. Esto le permite dar cuenta de la importancia que cobra el discurso histórico, aspecto que paradójicamente genera una mejor integración del discurso ficticio-histórico.

    En el estudio El cuento en Sonora: 1921-2017, Josué Barrera Sarabia propone una historia del género cuento en la narrativa sonorense. La fuente principal de la investigación es el periódico. El investigador divide la cuentística sonorense en tres periodos: en el primero, denomina vasconcelista, revolucionaría la producción que abarcaría de 1930 a 1970; el segundo, llamado de la pérdida de identidad y el desarraigo, va de 1970 al 2000; y el tercero, que se refiere a la época actual, comprende de 2000 a 2016, un periodo donde los escritores dejan atrás el regionalismo para buscar una literatura cosmopolita. La propuesta de Barrera es una referencia casi obligada para los estudiosos de la literatura de este estado norteño.

    El quinto apartado del libro está dedicado especialmente al estudio de la narrativa de Daniel Sada, quien destaca entre los escritores de la literatura del norte principalmente por su uso original y juguetón del lenguaje al contar sus fascinantes historias. En el primer texto, "Sobre Casi nunca de Daniel Sada", Luis Felipe Pérez Sánchez elabora una propuesta de lectura de la novela Casi nunca (2008), Premio Herralde de Novela 2008, a partir de presupuestos que rebasan la propuesta formal del escritor mexicalense. Es decir, si bien hay un reconocimiento de la sintaxis y el lenguaje rebuscado vinculado a un espacio geográfico norteño, que empleó en novelas previas como Lampa vida (1980) o Ritmo Delta (2005), el autor hace hincapié en que hay una historia que se desarrolla en las periferias de México.

    Para entender mejor esta pieza de Sada, el investigador sugiere una lectura desde la tradición hispánica medieval, apoyada en la sabiduría del Medio Oriente y las prácticas católicas, pues señala que en el texto se invita a un diálogo con El libro del buen amor, del Arcipreste de Hita, así como del Collar de la paloma, de Ibn Hazm. Destaca de manera particular la presencia de elementos como la seducción, la demora, la circunspección en torno de la amada y el sexo. El autor refiere que la obra de Sada muestra a un ser humano tragicómico en su necedad. Expone el tedio que provoca la soledad y las formas sociales de la vida provinciana. No obstante, afirma que siempre está el humor que divierte, que desmonta discursos añejos muy arraigados y desnuda el comportamiento que tiene el hombre del siglo XXI, muy parecido al que ha tenido en los últimos mil años.

    En el estudio El recurso fantástico en ‘Un cúmulo de preocupaciones que se transforma’, de Daniel Sada, Gabriela Nájera Ramírez propone una lectura de ese cuento de Daniel Sada, para subrayar cómo el autor experimenta con las posibilidades del género a partir de la construcción de tres niveles en el relato. Nájera hace un breve repaso de algunas características de la literatura del norte, señala su conformación como una estética reconocible y su afán de descentralización respecto de la literatura que se produce en la capital de nuestro país. La autora expone un resumen de la historia del cuento de género fantástico en México y sitúa a Sada como uno de sus epígonos. En su estudio, la investigadora rastrea la primera publicación del cuento estudiado en el número de diciembre de 2008 de Letras Libres.

    En el análisis desarrollado, se revisan de manera minuciosa los recursos narrativos que utiliza Sada para sugerir cada nivel de lectura de su relato: la primera historia o historia realista, una segunda historia o historia fantástica y una posible tercera historia o historia psicológica. La autora presta especial atención a los diálogos y la interpretación de marcas textuales recurrentes, como el uso de adjetivos que configuran un campo semántico; de igual modo, recurre a la interpretación simbólica de algunos elementos del cuento, describe la configuración de su atmósfera y el desarrollo de la trama. La propuesta se cierra al aventurar una hipótesis de lectura sobre el uso de recursos propios del cuento de corte fantástico y su relación con el tema de la violencia que algunos críticos han insistido en ver en la literatura del norte de México.

    En el tercer trabajo que compone este apartado, titulado "La voz narrativa como ‘Dios que parodia’ en El lenguaje del juego, de Daniel Sada", Danira López Torres propone una lectura de esta última novela de Sada en diálogo con las teorías sociológicas del juego propuestas por Roger Caillois en su estudio Los juegos y los hombres. La máscara y el vértigo, de finales de la década de los sesenta. La autora afirma que Sada representa juegos de enmascaramiento (mimicry) y actitudes impetuosas (ilinx) —de turbación del juicio— en sus personajes, al grado de que éstos adoptan prácticamente otra identidad (la del narcotraficante, por ejemplo) que les permite abandonar sus roles tradicionales hasta entonces desempeñados en el seno familiar y ensayar otras posibilidades de vida, en un intento por perseguir sus tan anhelados sueños. Estas nuevas experiencias transforman a los personajes y los aproximan a su degradación o destrucción, dependiendo del deseo que mueve a cada uno.

    A partir del recurso de la aposiopesis —utilizada frecuentemente por Sada— y de las teorías sociológicas sobre el juego, la autora expone algunas de las estrategias utilizadas por la voz narrativa, que funcionan como un mecanismo sumamente eficaz para conseguir la conmoción de los lectores. Se detiene principalmente en una de las figuras, identificada por Caillois, mediante la que resurge la mimicry en el mundo moderno e introduce un tono particular en el relato, el de la parodia, pues se trata de lo que Caillois denomina Dioses-que-parodian. Ésta alude a una variedad del personaje del payaso, que refleja una preocupación bastante saludable del ser humano: La de acompañar toda mímica solemne por una contraparte grotesca ejecutada por un personaje ridículo (el payaso de circo Augusto, el bufón y, en la mitología, el héroe que mete la pata). A partir de esta serie de conceptuaciones teóricas, la autora plantea una propuesta de lectura con el fin de mostrar cómo funcionan esta serie de elementos antes señalados, tanto en la voz narrativa que da paso al relato como en la configuración de los personajes presentados por esta voz.

    El sexto apartado intitulado Los novelistas hablan sobre su proceso creativo lo conforman tres textos ensayísticos donde los escritores comentan acerca del proceso reflexivo, de investigación y creativo que llevaron a cabo al momento de la elaboración de sus novelas. En el ensayo "Sobre El asesinato de Paulina Lee", el novelista Hugo Valdés presenta una detallada relación de la variedad de pormenores histórico-contextuales que el autor consideró para la construcción de la novela. Se trata de una serie de elementos relativos a la época en que se ubica la historia narrada, —el año de 1922 en la ciudad de Monterrey—, algunos de carácter histórico, policiaco o de nota roja, folletinesco, estadísticos y situaciones que dan cuenta de la delincuencia e ideas sociales de la época, de los prejuicios, de los grupos de poder reinante, entre otros. A partir de estas referencias, el autor reconstruye el proceso de investigación que subyace al proceso creativo y que sirve de orientación a los lectores y estudiosos del texto, al identificar y explicitar con precisión las distintas pautas de lectura contempladas.

    En "La fiesta de los niños desnudos. Apuntes para la construcción de una novela", el escritor Imanol Caneyada presenta algunas de las causas y motivaciones que lo movieron a escribir esta novela publicada en 2017. El autor comenta que, a diferencia de sus novelas anteriores —Espectáculo para avestruces, Las paredes desnudas y Hotel de arraigo, que forman una trilogía con una temática muy específica y una geografía que las define y responden a ciertos preceptos clásicos del género negro—, esta otra atiende a motivaciones distintas. Nace específicamente de una imagen seductora e inquietante: un vagabundo estadounidense tocando el piano en el recibidor de un hospital particular. El título alude a la traducción de Gimnopedia, una serie de tres composiciones para piano. Las gimnopedias, explica el escritor, eran fiestas, juegos o danzas que los niños, en su paso a la pubertad, ejecutaban desnudos en la antigua Esparta, en honor a las divinidades Leto, Apolo y Artemisa. De estas gimnopedias, destaca la dualidad Apolo-Dionisio y refiere que, precisamente, el protagonista se debate entre estas dos fuerzas (deseos) que lo llevan a actuar. Al final de cuentas, afirma el autor, esta novela no es más que un recorrido por ese absurdo infierno llamado condición humana y sus históricas contradicciones.

    En "Notas sobre esta frontera, estos niños y esta escritura porque Todo Eso Es Yo", la escritora Sylvia Aguilar Zéleny presenta el proceso que siguió para la escritura de su novela Todo Eso Es Yo, que recibe el premio de novela Tamaulipas 2015. La autora relata la experiencia de vivir en la frontera de El Paso, Texas, y Ciudad Juárez, en México, con su hijo de once años de edad, observando a estos niños fronterizos en su cotidianidad, cruzando diariamente la línea para estudiar en Estados Unidos y padeciendo todo tipo de violencia, tanto en el país vecino como en el propio. Su protagonista, una niña de nombre Julia, escribe un diario mediante el cual es posible presentar y conocer ese otro mundo, el infantil, desde una mirada no desprovista de miedo, violencia, inocencia e inteligencia.

    La sección Ensayo literario compuesta por Durmientes para una literatura del noroeste, de José Manuel Di Bella, plantea varias interrogantes sobre el desarrollo de la literatura bajacaliforniana. El autor refiere que dicha historia aún se encuentra en formación, pues no existe claridad en la reflexión desarrollada al respecto, y analiza algunas de sus posibles causas. Una de éstas tiene que ver con el hecho de que Baja California, como la mayoría de los estados de provincia, carece de los apoyos necesarios para la formación de creadores y críticos de literatura. En este sentido, presenta algunas propuestas que podrían propiciar un cambio en la historia literaria del estado.

    El libro cierra con el apartado Entrevista a Jorge Humberto Chávez, que precisamente presenta Apostillas a una literatura del siglo XXI: los hijos de Donoso, poéticas y grupos literarios de las dos últimas décadas en México, una entrevista realizada por Josué Sánchez Hernández al poeta Jorge Humberto Chávez (Ciudad Juárez, 1959), en la que se habla sobre el panorama de la literatura mexicana en los estados de la república durante la década de los setenta. Asimismo, consigna el taller literario del escritor ecuatoriano Miguel Donoso Pareja (1931-2015) como un suceso que marcó esta década. A partir de aquí, Chávez hace un recuento de las características técnicas del taller, de los continuadores de esta misma dinámica en estados del norte, como David Ojeda (1950-2016) y José de Jesús Sampedro (1950), y de los autores cuya formación literaria está en deuda con Miguel Donoso. Por último, el poeta hace observaciones sobre las distintas poéticas, tanto de poesía como de narrativa, que se practican desde algunos grupos literarios de la Ciudad de México, Guadalajara y Ciudad Juárez.

    LAS NARRATIVAS NORTEÑAS

    EN LAS LETRAS NACIONALES

    ¿QUIÉN HABLA POR MÉXICO?: EL LUGAR

    DE LAS NARRATIVAS NORTEÑAS EN EL CANON

    (Y CORPUS) DE LAS LETRAS NACIONALES

    JUAN CARLOS RAMÍREZ-PIMIENTA

    Inicio este ensayo comentando dos proyectos editoriales de números especiales, o dossiers, de revistas culturales a las cuales fui invitado a participar en 2014 y 2015. La primera convocatoria tiene por tema el postboom de los estudios de lo fronterizo y se enfoca a hacer una revisión de los estudios de la cultura fronteriza a dos décadas de la publicación y difusión del concepto de hibridación de García Canclini. Este proyecto tiene su origen en la academia hispanista coreana, pero será publicado en la que quizá sea la más importante y reconocida revista literaria hispanista publicada desde la academia estadounidense. Me refiero a Revista Iberoamericana, el órgano editorial del Instituto Internacional de Literatura Latinoamericana que tiene su base de operación en el prestigiado Departamento de Lenguas y Literaturas Hispánicas de la Universidad de Pittsburg. De este proyecto me llamó la atención la aproximación post, el "después del boom" con que se acerca a los estudios fronterizos.

    Si bien no toda la literatura del norte es estrictamente literatura o narrativas de frontera, estas dos nociones (norte y frontera) se usan con cierta frecuencia como sinónimos, o en ocasiones como complementos de una idea o concepto. En lo personal, titulé uno de mis libros, precisamente, El norte y su frontera.¹ Por otra parte, algunos de los escritores de la región fronteriza forman parte importante de lo que conocemos como escritores del norte. Basten tan sólo dos o tres nombres de mi estado natal, Baja California: Luis Humberto Crosthwaite, Gabriel Trujillo, Heriberto Yépez. Lo que más me intrigó de la convocatoria para Revista Iberoamericana fue la posibilidad de que los estudios de la frontera, incluyendo de manera muy prominente la literatura —pues este proyecto es eminentemente literario—, sean vistos como algo que ya tuvo su cumbre, su cúspide y plenitud, y del que estaríamos viviendo el periodo post. Esto, debo confesar, me tomó un poco por sorpresa, pues vivo bajo la impresión de que la cultura y literatura del norte y la frontera y sus estudios, por el contrario, están a la alza, acaso viviendo un periodo de institucionalización académica, siendo parte de los proyectos de investigación y currículos en universidades mexicanas, pero sobre todo en universidades en el extranjero. Ahora bien, el volumen aún no ha sido publicado y por ende no lo he leído, pero en su anuncio indica que algunos de sus artículos presentan una discusión en torno al estado actual de los estudios fronterizos como superación de su etapa fundacional y en pos de una teorización renovada

    Del lado estadounidense, me parece que los estudios de frontera siguen tan vivos y vibrantes como hace una década, si no es que más. Soy consciente de que el concepto frontera/borderlands en la academia estadounidense abarca también lo chicano y un concepto del gran México forjado por el teórico y folclorista méxico-tejano Américo Paredes.³ Aun así, baste un solo dato para ilustrar la vitalidad y la apuesta al futuro del campo de lo fronterizo en la academia de Estados Unidos. En este ciclo de contrataciones del año 2016-2017, tan sólo el Departamento de Estudios Hispánicos de la Universidad de California en Riverside anunció la apertura de dos puestos docentes con énfasis en la región y en el concepto de lo fronterizo.⁴ Dos puestos en un departamento que actualmente cuenta con ocho profesores de planta de tiempo completo. En cuanto al ámbito mexicano, el origen del proyecto editorial en el que este ensayo participa es el Coloquio de Literatura Mexicana del Norte, organizado en octubre de 2016 por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí y El Colegio de San Luis, entre otras entidades convocantes.

    Es evidente, entonces, que, en este sentido, desde las últimas décadas del siglo pasado y hasta hoy mismo ha habido varias promociones de autores del norte/frontera que han captado el interés del público y crítica tanto dentro del país como en el extranjero. Es un hecho que este énfasis en la

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