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Irás y no volverás: El viaje en formas narrativas de la literatura tradicional de México
Irás y no volverás: El viaje en formas narrativas de la literatura tradicional de México
Irás y no volverás: El viaje en formas narrativas de la literatura tradicional de México
Libro electrónico580 páginas8 horas

Irás y no volverás: El viaje en formas narrativas de la literatura tradicional de México

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El lugar de los cuentos conocido como \"Irás y no volverás\" es un espacio maravilloso, mágico, imaginado, irreal que también puede convertirse en un espacio geográfico concreto y que sirve como pretexto para hablar del viaje, de todo tipo de viajes: recorridos a pie por caminos desconocidos con el fin de buscar aventuras o cumplir una misión y con
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento1 sept 2021
ISBN9786078666614
Irás y no volverás: El viaje en formas narrativas de la literatura tradicional de México

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    Vista previa del libro

    Irás y no volverás - Carranza Vera Claudia Verónica

    COLECCIÓN INVESTIGACIONES

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    IRÁS Y NO VOLVERÁS:

    EL VIAJE EN FORMAS

    NARRATIVAS DE LA LITERATURA TRADICIONAL DE MÉXICO

    CLAUDIA VERÓNICA CARRANZA VERA

    NORA DANIRA LÓPEZ TORRES

    MERCEDES ZAVALA GÓMEZ DEL CAMPO

    EDITORAS

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    Primera edición en formato digital, 2019

    © Por la coordinación: Claudia Carranza Vera, Danira López Torres 

    y Mercedes Zavala Gómez del Campo

    © Todos los textos son propiedad de sus autores

    © El Colegio de San Luis

    Parque de Macul 155

    Fracc. Colinas del Parque

    San Luis Potosí, S. L. P. 78294

    www.colsan.edu.mx

    E-ISBN: 978-607-8666-61-4

    Diseño de la portada: Natalia Rojas Nieto

    Conversión a ePub: Página Seis, S.A. de C.V.

    Hecho en México

    NOTA PRELIMINAR

    CLAUDIA VERÓNICA CARRANZA VERA

    NORA DANIRA LÓPEZ TORRES

    MERCEDES ZAVALA GÓMEZ DEL CAMPO

    El Colegio de San Luis

    El viaje —en cualquiera de sus acepciones— es uno de los temas más vastos de la literatura; desde relatos del mundo antiguo hasta el viaje interior moderno, el hombre —eterno viajero—se ha preocupado por dar cuenta de esos traslados reales o imaginados. En la literatura de transmisión oral, ya sea de tipo tradicional, conservada y modificada por el paso de los siglos y su adaptación a los espacios geográficos; o de tipo popular, impresa y divulgada a cientos y miles de oyentes por los medios electrónicos, encontramos infinidad de referencias al viaje. La presencia de este tema resulta amplia, variada y rica.

    El presente volumen reúne diecinueve acercamientos que se han organizado de acuerdo a puntos en común en torno al viaje, aceptando que algunos de los asuntos tratados podrían quedar en más de un grupo. Las secciones o grupos son los siguientes:

    ENCUENTROS Y DESENCUENTROS

    Si de viaje se trata, suponemos un traslado o recorrido en un espacio más o menos determinado, real o ficticio; los lugares concretos y espacios indeterminados forman lo que Aurelio González llama geografía romanceril a partir del análisis de este elemento en versiones de Las señas del esposo recogidas de la tradición oral mexicana. En su trabajo, el autor señala que la geografía se construye con tópicos, fórmulas y expresiones formulísticas que, aunque tienden a un grado de fijeza, siempre mantienen la apertura textual y la variación propias del género. Así, la tradición oral de nuestro país ha mantenido esa doble geografía: concreta con las referencias a ciudades reales de México, en ocasiones contextualizadas en periodos históricos de guerra, vinculando así el motivo de la ausencia del marido; y en otras referencias, si no ficticias del todo, sí ambiguas, o que se conservan como tópicos o fórmulas.

    Siguen las páginas de Mercedes Zavala Gómez del Campo, quien, a propósito del viaje en dos géneros tradicionales, el corrido y el cuento, señala que el primero se caracteriza por expresar un viaje cuya culminación es negativa: o bien termina con la muerte del protagonista, o bien el viaje se ve truncado por diversas razones. Tal es la reiteración que la autora señala como el posible valor indicial del viaje dentro de la construcción poética del corrido. Lo contrario sucede con el género en prosa, pues, de acuerdo con las versiones revisadas por la autora, el viaje emprendido por un personaje de cuento maravilloso o de costumbres suele ser el inicio de un proceso de triunfo y trascendencia, además de un sinfín de aventuras que forjan al personaje como héroe.

    VIAJES MARAVILLOSOS

    Cuatro trabajos dan cuenta de la dimensión que puede tener un viaje emprendido por personajes tanto de cuentos maravillosos como de leyendas, ya que en ambos casos los textos revisados se ubican en un mundo que oscila entre lo sobrenatural y lo maravilloso. ¿Cómo no resultaría una maravilla un viaje acontecido en esos mundos? Alejandra Camacho Ruán centra su estudio en nueve versiones —de España, Costa Rica y México— de un antiquísimo cuento sobre dos hermanos viajeros —en algunos casos, gemelos—. La autora revisa las posibles causas o motivaciones del viaje, las pruebas que superan los héroes, los objetos mágicos que los acompañan y la exigua posibilidad de retorno, pues, en varias versiones, los viajeros se dirigen a un lugar llamado Irás y No Volverás. Asimismo, da cuenta de la importancia del pacto de hermandad, motivo recurrente en las versiones, y de la importancia que este tiene en el desenlace de la narración. Su estudio incluye la versión completa recogida por ella en Nahuatzen, Michoacán.

    Emprender un viaje con el fin de encontrar novia es la tarea que suele imponer un padre o un rey a sus hijos para decidir a cuál de ellos heredar y así asegurar su descendencia. Lo medular del viaje será hallar a la novia ideal a los ojos del padre, y de ahí que no importe si, en el desenlace del cuento, la escogida como futura nuera sea rana, simio, gato o algún otro animal. De este peculiar viaje se ocupa Gabriela Samia Badillo Gámez en su capítulo "Los espacios del recorrido del héroe en algunas versiones de la novia encantada, cuento tipo 402 Animal Bride, recopilados en la tradición oral mexicana". La autora centra la atención en los espacios que recorre el héroe durante su viaje. Examina y compara las variantes entre cinco versiones recogidas por Stanley Robe en Los Altos de Jalisco, una recogida en una comunidad ejidal de la sierra de Nuevo León, y una más recogida por la autora en Molcaxac, Puebla.

    Una vez situados en el espacio maravilloso, resulta menos difícil comprender las narraciones con valor de verdad y que nos ubican entre lo real y lo sobrenatural; entre el cuento, la leyenda y la memorata. Es ahí donde es posible el encanto como transporte mágico propiciado por los duendes de la región veracruzana de Coatepec. Al respecto, Adriana Guillén Ortiz analiza el viaje que llevan a cabo ciertas personas encantadas por los duendes, especialmente los ubicados en los cafetales. Se trata de viajes descritos como laberínticos; no implican un largo traslado físico, parecerían más bien viajes en espiral hacia una suerte de espacio alterno, concluye la autora tras analizar ocho relatos sobre este tema.

    Adentrarse en la región de Milpa Alta es ya un viaje físico y temporal, pues se trata de una zona situada en la Ciudad de México que convive con los mayores adelantos tecnológicos de la gran urbe, pero que conserva un tiempo y un espacio casi mágicos donde tiene cabida un enorme acervo tradicional. Es en esa región donde Alejandra Sánchez recogió un buen número de leyendas y relatos relacionados con el nahual. La autora analiza los viajes nocturnos y vertiginosos que realizan estos seres; establece las distintas motivaciones de los trayectos y se detiene en el riesgo que algunos de estos viajes conllevan, ya sea para el propio nahual o para aquellas personas que por una u otra razón se encuentren con él.

    VIAJEROS

    La configuración de personajes viajeros que se aprecia en los diversos trabajos contemplados en el presente apartado resulta ser de lo más variado, pues abarca, por un lado, desde los clásicos aventureros y exploradores que emprenden su viaje movidos por la inquietud de vivir nuevas experiencias y conocer otros mundos, hasta contrabandistas o transgresores de la ley motivados por una ambición económica. Por otro lado, aparece en estos estudios otro tipo de viajeros que emprenden su camino movidos por una necesidad ya sea espiritual, como son los peregrinos; o bien laboral, como ocurre con los migrantes; o por simple ejercicio de un oficio, como ocurre con los conductores o transportistas de carreteras. Para cada uno de estos viajeros, se presentan situaciones de lo más variadas que configuran sus historias y dan paso a los estudios que aquí se presentan.

    En Los peligros del viaje: engaños y simulaciones en los viajes de la literatura, Luis Miguel Rodas Suárez muestra las diversas funciones que presenta el viaje simulado, fingido o con engaño en un variado corpus de romances y cuentos de la tradición mexicana, en su mayoría. Aunque el tema de estos textos no es necesariamente el viaje, este funciona como motivo, y a partir de este acercamiento es posible identificar algunos de los principales fines que persigue; como pueden ser el poner a prueba a alguien, someter o violentar al engañado, perderlo, o bien matar o deshacerse del viajero. En este sentido, los viajes que el autor analiza no siempre presentan un retorno.

    A partir de un conjunto de cinco leyendas históricas coloniales, Donají Cuéllar Escamilla se propone esbozar los perfiles de dos tipos de viajeros provenientes de dos extremos de la sociedad europea: los transgresores y los exploradores. El objetivo del trabajo Transgresores y exploradores: dos tipos de viajeros en la Nueva España es localizar los motivos recurrentes en este conjunto de leyendas en las que la acción narrada es contemporánea a la época de los viajes de exploración y descubrimiento de nuevas tierras, y donde es importante encontrar el camino de regreso. Los motivos comunes que la autora identifica en las leyendas de transgresores son la caída en desgracia y el procesamiento judicial, que en el nivel de las respectivas intrigas encuentra distintos desarrollos, donde el viaje es un pretexto para la fuga de los amantes, para la conquista amorosa o para recibir la sentencia de las autoridades eclesiásticas. Los motivos comunes en las leyendas de exploradores son el establecimiento en tierras americanas, los arduos trabajos que realizan y su decadencia final.

    Rodrigo Bazán Bonfil, autor de El último y nos quedamos: narcontrabando y viaje, motivos y tratamiento, centra su estudio en las diferentes facetas que toma el viaje en dos grupos de corridos: primero, corridos sobre caballos; y segundo, un corpus de corridos dedicados al contrabando —desde Los tequileros, corrido sobre el contrabando de alcohol de México a Estados Unidos a principios del siglo XX, hasta los corridos contemporáneos sobre narcotráfico—. El autor señala una compleja serie de aspectos que tomar en cuenta al analizar un corpus de corridos populares y comerciales —de autor y difundidos por medios electrónicos—. En su detallado análisis comparativo de versiones y corridos, que forman parte de una recopilación o antología subida a la red en la plataforma de Youtube, el autor expone los elementos de estructura poética que el corrido actual ha conservado, los motivos recurrentes, así como las variantes estructurales y estilísticas que presentan los corridos de esta —ya no tan nueva— vertiente.

    Por su parte, Agustín Rodríguez Hernández analiza un huapango arribeño, ubicado dentro del estilo popular, que presenta el viaje asociado a la migración a las grandes ciudades por motivo de búsqueda de trabajo. El análisis que despliega en El viaje forzado por la sequía: la migración a la ciudad en un huapango arribeño de Guillermo Velázquez muestra la forma en que se construye una pieza arribeña mediante el desarrollo de una historia que sirve como hilo conductor de los argumentos del trovador, el uso de figuras retóricas como el oxímoron y la aliteración. La división que se elabora en el análisis de la poesía y el decimal permite al autor dilucidar de mejor manera los diferentes recursos que se utilizan en la construcción de cada una de las secciones. En la primera, el desatino y la confusión son una constante para mostrar la situación del migrante que se enfrenta al reto de dejar su lugar de origen para buscar nuevas oportunidades de trabajo. En la segunda, el poeta realiza un viaje interior en el que reflexiona sobre la pertinencia de dejar a su familia y el impacto de la sequía en su vida cotidiana.

    En su estudio Viajes de devoción: Peregrinaciones, mandas y sucesos maravillosos en leyendas del Valle de San Francisco, S. L. P., México, Lilia Cristina Álvarez Ávalos analiza un conjunto de leyendas sobre peregrinaciones y mandas, seleccionadas de un corpus producto del trabajo de campo realizado en la mencionada región. En cuanto a la forma que adoptan la mayoría de los relatos que analiza, la autora aclara que estos guardan una estrecha relación con la memorata —categoría vinculada con experiencias personales—, pues las leyendas de peregrinaciones y mandas mantienen una interdependencia entre las vivencias de los fieles peregrinos y los relatos que elaboran al respecto. En estos viajes devocionales, la autora identifica la presencia de tres principales elementos en los que detiene su análisis: el traslado, las causas y consecuencias de este, así como la llegada y el regreso. Álvarez Ávalos destaca que el camino cumple la función de umbral entre lo terrenal y lo divino, y ofrece al peregrino la posibilidad de contacto con lo sagrado.

    Grissel Gómez Estrada muestra y analiza historias de aparecidos contadas por gente que viaja, en su mayoría camioneros, y en las que aparece como motivo común el fantasma o ánima de la carretera que solicita transporte. En su análisis, "Motivos del ánima que se aparece en carretera en relatos orales", la autora distingue entre el concepto de leyenda y relatos de experiencias que enmarcan una aparición, pues estos últimos carecen de un héroe o personaje legendario, por lo que conviene en llamarlos relatos tradicionales de aparecidos. El viaje en estos relatos, señala la autora, es realizado tanto por el conductor como por el ánima, y existe en ambos una meta común: regresar a su lugar de origen. Gómez Estrada destaca en todos estos relatos la pretensión de verdad, por parte del narrador, ante una experiencia inverosímil experimentada siempre durante la noche. Otro elemento que la autora señala es que, comúnmente, las ánimas o aparecidos desean comunicar algo, ya sea la existencia de un tesoro que hay que encontrar o un pendiente religioso que desean encomendar para que se cumpla. Estas historias de ánimas que se aparecen en carretera a los viajeros, refiere la autora, son muy comunes en toda Iberoamérica y es posible identificar una serie de motivos recurrentes que los identifican, como son: la mujer que pide transporte y trae desgracia al viajero que la auxilia, la que lo ayuda, así como ánimas que guían al camionero hasta su lugar de destino hasta que este se entera de que acaba de transportar a alguien muerto.

    AVISOS Y ADVERTENCIAS PARA EL CAMINO

    Un seguimiento desde la Edad Media hasta nuestros días nos podrá dar un atisbo de paralelismos entre relatos de diferentes épocas, pero que se sostienen por su valor narrativo y didáctico en los siglos siguientes. Así lo podemos observar en el capítulo "Una clasificación de motivos sobre el camino en exempla novohispanos del siglo XVII. A través del recuento de varios relatos provenientes de exemplarios y sermones novohispanos, Ramón Manuel Pérez destaca el valor sapiencial del motivo del camino, como espacio físico, moral o temporal, como lugar de aprendizaje; es decir, como bien dice el autor, es posible reconocer en todos los ejemplos el valor didáctico que los motivos asociados al camino pueden otorgar a los discursos": tanto para el viajero, el héroe, el santo, como para el pecador e incluso los matrimonios.

    En su estudio, De camino al infierno. La leyenda de Xtabay en la hoja volante: ‘¡¡Ejemplar acontecimiento!! Un espíritu maligno en figura de mujer bonita’ (1910), Danira López propone un análisis comparativo entre el conjunto de elementos que presenta la hoja volante referida en el encabezado y la historia del personaje de leyenda conocido como Xtabay, difundida en la tradición oral de diversos estados del sur del país y en América Latina. La historia compartida en estos dos registros literarios permite establecer una correlación entre Xtabay y el demonio, quien en la hoja volante logra engañar a un joven artesano mediante sus argucias —convertido en una mujer bonita— y lo dirige hacia la boca del infierno. Se detallan en este trabajo algunas de las principales características que presenta el viaje, siempre en diálogo con la conocida leyenda de Xtabay.

    El refrán Quien no se aventura, no ha ventura, recogido por Correas en el siglo XVII y que Nieves Rodríguez Valle incorpora en las primeras páginas del capítulo que versa sobre Viajeros y caminos en el refranero, pareciera contrastar con las anteriores aventuras. En realidad, es un ejemplo de la importancia del viaje en la literatura paremiológica. Rodríguez, de este modo, traza un camino: La partida, la travesía, el encuentro y el retorno, que se desarrolla a partir del itinerario del viajero a través de dichos y refranes que también han viajado en la tradición y en la boca de los viajeros. La enumeración de refranes, que parten desde las recolecciones hispánicas del XVII hasta las actuales en México, nos permite apreciar esquemas léxicos y semánticos riquísimos, que además tienen diferentes niveles de sentencia en torno a cada tema.

    CAMINOS AL MÁS ALLÁ

    La vida después de la muerte es uno de los temas universales que ha provocado mayor inquietud en el ser humano y, por lo mismo, se ha repetido durante siglos en la oralidad y en la escritura. El tema es recurrente también en la tradición oral de México, como puede apreciarse en los siguientes capítulos del último apartado de este libro.

    En México, el espacio entre la vida y la muerte parece tener una división muy poco clara. Si bien los destinos judeocristianos suelen mantenerse en la mayor parte de los relatos: el cielo, el infierno y el limbo, estos conviven con creencias en torno a la vuelta de los muertos y el viaje de los vivos al más allá. Es este el punto central del capítulo Tópicos y motivos en torno al viaje al más allá en relatos de la tradición oral de México, de Claudia Carranza, que se centra en el viaje al más allá de los que se mantienen con vida. Los relatos, en estos casos, muestran coincidencias en cuanto a la manera en la que se realizan los viajes: si se sube, se baja, se cae, se camina o se vuela al más allá; también es similar lo que se encuentra: puertas, escaleras y seres sobrenaturales. En muchos casos se repiten algunos sucesos: trabajo con el diablo, reconocimiento de los amigos, sufrimiento o bienestar, según sea el destino del protagonista de cada relato.

    El tema se puede apreciar aún más a partir de las recopilaciones presentadas por María Cruz La Chica Delgado, quien traduce varias versiones de un relato en el "Sombrerón y la mula: el viaje al otro mundo en un relato maya tojolabal. El cuento recogido, con diferentes finales, muestra el luto de un hombre que es transportado por el Sombrerón (el diablo, agrega la autora) al más allá para encontrarse con una esposa transformada en mula, que en vida había trabajado poco. La interpretación de María Cruz es interesante: La simbología de la infertilidad en este lugar se ve expresada mediante el personaje de la mula, animal infértil por antonomasia; mediante el llano, un lugar sin árboles, sin vida; y mediante los huesos, que explicitan que se está en el mundo de los muertos. La Chica Delgado señala que se trata de una inversión del mundo de los vivos, que también se puede ver en otras culturas, por ejemplo, para los tzeltales, este espacio se llama k’atinbak (literalmente ‘hueso calcinado’): ‘como allí no llega la luz del sol, hace frío y los ch’ulel se alumbran con los huesos, que son su leña, los cuales sustraen poco a poco por debajo de las fosas’". Los alimentos son similares, pero en la tierra de los vivos se transforman en sustancias putrefactas, excrementos, lombrices, etcétera; rasgo común de los viajes al otro mundo que se encontrará en muchos de los relatos que integran el presente apartado.

    Podemos hablar de la existencia de un personaje tipo en lo que concierne a los relatos que se elaboran en torno a algunos músicos tradicionales de México. Ellos, junto con los arrieros o los peregrinos, son viajeros de espacios riesgosos, incluido el del más allá, en los que entrevemos una gran parte de los peligros que se han citado en capítulos anteriores. El músico tradicional puede caer en tentaciones, puede ser seducido por el diablo, puede morir en el intento de llegar a la fiesta y puede vivir para asistir a una fiesta en el mundo de los muertos o hasta el mismo infierno. Todo ello es descrito por Raúl Eduardo González en el recuento que hace de la trayectoria: De la escoleta al mismo Infierno: el viaje en la vida de los músicos rurales de México. El relato del viaje de los músicos al infierno suele iniciarse como todos aquellos que derivan en el motivo del trabajo con el diablo: una blasfemia inoportuna: era capaz de tocarle a cualquiera, con tal de ver brillar entre sus manos algunas monedas de oro (apud Martínez Villaseñor). A la blasfemia se le suma la avaricia que termina por pagarse con la muerte y, en el mejor de los casos, con el susto que provoca la experiencia.

    El recuento que realiza Raúl Eduardo González respecto al peligro que corren los músicos para buscar medios de manutención en una economía limitada permite comprender también que muchos sucumban a las tentaciones de la bebida, la imprudencia o la blasfemia que ponen en peligro su vida y la de quienes los acompañan. Como también señala Rivelino García, en su estudio sobre El viaje en los cuentos maravillosos: un músico visita a los muertos, el músico es víctima del recelo de las poblaciones que suelen considerarlo como el que abre la puerta a las pasiones y desenfrenos: el baile, la ingesta de alcohol, la parranda, la fiesta. Su música puede, por tanto, invocar y exorcizar al diablo. García Baeza, en su estudio, recuerda también la blasfemia con la que suelen iniciarse los relatos de viajes al Infierno: Si el diablo me diera trabajo, con él me iría a tocar. Algunos motivos se repiten en los cuentos que se enumeran a continuación, entre otros, el transporte al Infierno por el Maligno; el reconocimiento de personas conocidas ya muertas; el pago que no puede ser cobrado en el mundo de los vivos; en la mayoría de las ocasiones por su transformación, el retorno y relato de los hechos y, en algunos casos, la enfermedad o la muerte del músico que vivió el suceso.

    El artículo de Rivelino García muestra, a través de diferentes corpus orales del Bajío, similitudes y diferencias entre los tópicos de estos relatos; pero, sobre todo, refrenda su vitalidad en las comunidades rurales. El autor, además, muestra que las referencias tradicionales nos remiten a otros viajes maravillosos que se pueden comparar con argumentos literarios varios —el Quijote entre ellos—. Todo ello confirma que el músico se muestra como una especie de psicopompo, un viajero absoluto, un héroe y un trickster que circula por todos los ámbitos, algunos de los cuales han sido enumerados en este libro.

    Como se ha podido advertir, la gama de aspectos relacionados con el viaje es amplísima; desde la mera idea de hacerlo y las razones para emprenderlo hasta el aprendizaje que de él se puede obtener. Invitamos al amable lector a que inicie un recorrido por estas páginas que, a buen seguro, se convertirá en un interesante viaje hacia los viajes y viajeros de la literatura tradicional y popular de nuestro país.

    Antes de finalizar, quisiéramos destacar que este libro parte del proyecto de estudio de las formas narrativas de la tradición oral de México. Asimismo, agradecer la colaboración de Juan José Rodríguez García y Adriana Guillén Ortiz en la revisión técnica de esta obra y la elaboración de la bibliografía reunida que, como hemos hecho en otras ocasiones, figura al final del volumen.

    ENCUENTROS Y DESENCUENTROS

    VARIACIÓN DE LA GEOGRAFÍA ROMANCERIL: LAS SEÑAS DEL ESPOSO EN MÉXICO

    AURELIO GONZÁLEZ

    El Colegio de México

    Los romances nos cuentan historias que perduran en el tiempo, pero, como es evidente, las acciones que hacen los personajes, sean estos caballeros de lejano origen o simples contemporáneos, necesitan de una ubicación espacial, en un lugar cerrado que es el castillo o la casa, o de un lugar abierto o general, un lugar que va más allá de una simple ubicación y que es un territorio que corresponde a una geografía romanceril. Este espacio puede ser descrito con más o menos minuciosidad o ser evocado por un término cargado de significado como Francia, como el lugar paradigmático, o el bosque como el lugar peligroso o el locus amoenus de un jardín.¹

    Como es lógico, la geografía de los romances tiene como referente el entorno de la comunidad que los conserva y transmite, amén de la existencia de una geografía ficticia que podíamos considerar como un recurso literario tópico del romancero. Por lo tanto, la geografía de esos romances que vienen de mucho tiempo atrás, de la Edad Media en España, al vivir en México o en América en general, se ha tenido que adaptar al nuevo espacio del transmisor. No hay que olvidar que, independientemente del continuo flujo de emigrantes españoles hacia América a lo largo de 500 años, la tradición americana en el siglo XX se enriqueció tanto con los textos y variantes traídos por la emigración española contemporánea —en especial de asturianos y gallegos— que salió de España, empujada por motivos económicos, hacia Cuba, México y Argentina, mayoritariamente durante las primeras décadas del siglo pasado, como por la aportación que hizo más tarde el exilio republicano español entre 1939 y 1941.

    Por otra parte, la ubicación de la acción del romance en un lugar determinado en muchas ocasiones —y de forma obligada en aquellas que implican un desplazamiento o un viaje— es también un punto de partida del viaje o de llegada y encuentro, con lo cual la geografía mencionada va a poder ser muy amplia por la adaptación al contexto local o regional.

    En un género como el romancero tradicional, que tiene como soporte la memoria colectiva, esta geografía se construye con tópicos, fórmulas y expresiones formulísticas que, aunque tienden a un grado de fijeza, siempre mantienen la apertura textual y la variación características de la literatura que definimos como tradicional.

    Por ejemplo, son muchos los romances —y de la temática más variada— que hacen referencia a una tópica ubicación en Francia, que así se convierte en el lugar de partida o de destino donde se encuentran las maravillas, la felicidad o el prestigio; lo que convierte a Francia en una geografía maravillosa que hoy nos suena extraña pero que no lo era tanto en el mundo medieval. Así nos lo dice la versión vieja del romance de El caballero burlado:

    De Francia partió la niña de Francia la bien guarnida;

    íbase para París, do padre y madre tenía.

    Errado lleva el camino, errada lleva la guía,

    arrimárase a un roble por esperar compañía;

    vio venir un caballero que a París lleva la guía.²

    También en una versión vieja del romance de La esposa fiel, temáticamente cercano, al menos en su primera parte, al de Las señas del esposo, la referencia geográfica inicial es Francia:

    Caballero, si a Francia ides, por mi señor preguntad;

    y porque le conozcáis con poca dificultad,

    daros he las señas dél sin ninguna falsedad.³

    En el caso que nos interesa ahora del romance de Las señas del esposo, la acción de la versión vieja (recogida originalmente en un pliego publicado en 1605 por Juan de Ribera)⁴ se inicia en un lugar indeterminado, y es la esposa que espera al marido ausente la que llama al personaje que se acerca:

    —Cavallero de lexas tierras, llegaos acá y veréis;

    hinquedes la lança en tierra, vuestro cavallo arrendeis.

    Este romance tiene una larga vida, ya que pervive hasta nuestros días y tiene una amplia dispersión geográfica en España, en América y en la tradición sefardí, habiéndose recogido un gran número de versiones (más de un centenar)⁶ en la tradición oral moderna. De la tradición mexicana se recogen 25 versiones en el Romancero tradicional de México,⁷ pero no las únicas; conocemos algunas más recogidas con posterioridad a la publicación de esta obra, las cuales revisaremos aquí en su conjunto para mostrar la variación textual y la carga significativa en la ubicación geográfica de la muerte del esposo.

    Mercedes Díaz Roig ha señalado acertadamente las posibilidades temáticas y las características estructurales de este romance que contiene temas folclóricos de amplia difusión: por un lado, la petición de nuevas del ausente, acompañadas de las señas de este, la noticia de su muerte y la desolación de su amada; por otro, la prueba de fidelidad a la mujer al regresar el ausente disfrazado (o cambiado por los años).⁸ La conservación en la tradición oral moderna del motivo de la muerte en el juego de cartas o de azar, muerte infamante para un guerrero, con la posible infidelidad del esposo, es más frecuente en la tradición americana y la propia estructura del romance permite dos vertientes en el desenlace con la caracterización de la mujer como honesta o deshonesta.

    El motivo del viaje, sin indicar la guerra o la causa del mismo, puede ser un inicio del romance, aunque sí se puede hacer explícita la actitud de la esposa que, por no saber cuándo regresará, pide la muerte:

    —Mi marido se fue a viaje, sabe Dios cuándo vendrá;

    por vida tuya, coyote, cómetelo por allá.

    (Rioverde, San Luis Potosí)

    Casi ninguna de las versiones mexicanas recoge la referencia explícita al regreso del marido ausente, cuya identidad se desconoce, como un soldado anónimo que viene de la guerra, como sí lo hace esta versión, originalmente publicada por Vicente T. Mendoza en 1930 y recogida en 1905:¹⁰

    —Hola, hola, soldadito ¿de dónde ha venido usted?

    —Yo, señora, de la guerra pues, ¿qué se le ofrece a usted?

    —¿Qué no ha visto a mi marido que hace tiempo que se fue?

    (I.1, Chavinda, Michoacán)¹¹

    En la versión anterior se dice que el marido se fue de viaje, pero no se dice de forma explícita ni por qué se marchó ni a dónde fue, lo cual es mayoritario en las versiones mexicanas; sin embargo, en algunas versiones sí se hace explícito el porqué:

    Yo soy la recién casada, a nadie le gustará,

    me abandonó mi marido por la mala libertad.

    (I.11, Lagos de Moreno, Jalisco)

    Esta explicación sobre la libertad, desde el interés de la mujer abandonada, se modifica en otras versiones para hacerlo más acorde con la condición del marido como guerrero y luchador comprometido con una causa:

    Yo soy la recién casada que no es eso de llorar,

    me abandonó mi marido por pelear la libertad.

    (I.13, México, Distrito Federal)

    En otras versiones que dan la misma razón para el viaje del marido, la esposa no se define como recién casada, sino como una pobre viuda (I.14 y 15, México, Distrito Federal), posiblemente adelantando la respuesta del desconocido que le dice que el marido ha muerto.

    La razón de la ausencia del marido en otras versiones mexicanas no se relaciona claramente con la guerra o el combate, sino con un ideal:

    Yo soy la viudita alegre que nadie me gozará,

    me abandonó mi marido por amar la libertad.

    (I.19, Tixtla, Guerrero)

    Estas versiones se identifican como el corrido de La viuda abandonada atribuido en algunas fuentes a Amalia Mendoza, que en realidad es una reelaboración de versos y motivos del romance de Las señas del esposo sin incluir el motivo de la prueba.¹²

    Otra variante más sobre la ausencia del marido, presente en las versiones mexicanas, simplemente relaciona esta con el viaje de manera general; esto es, con un desplazamiento espacial, sin decir las razones:

    —Detente, maquinista, no te lleves a mi amor,

    mira que si te lo llevas queda herido mi corazón.

    Mi marido se fue a viaje ¿no lo vido por allá?

    (I.20, Huixquilucan, Estado de México)

    El romance desarrolla a continuación el motivo de las señas del esposo ausente, las cuales son una enumeración de elementos sobre su apariencia, vestimenta y armas. Las variantes son muchas, pero en la tradición oral moderna local se mantienen elementos y esquemas de la versión vieja, que dice así:

    —Mi marido es blanco y moço, gentil hombre y bien cortés,

    muy gran jugador de tablas y aún también del axedrez.

    En el pomo de su espada armas trae de un marqués;

    y un ropón de brocado y de carmesí el envés;

    cabe el hierro de la lança trae un pendón portugués,

    que lo ganó a las tablas a un buen conde francés.

    (Juan de Ribera, 1605)¹³

    En las versiones recogidas en México de la tradición oral, se conserva la descripción básica del esposo: Mi marido es alto y rubio y tiene algo de cortés; las armas: y en el pomo de la espada trae un letrero francés; aunque hay variantes, pues la espada puede ser machete o daga, o incluso rifle, y él puede ser alto y güero, o delgadito, ni trigueño ni blanco y más extrañamente blanco y rojo. Lo que desaparece es la información de que es buen jugador y su muerte, por lo general, sucede explícita o implícitamente en actividades guerreras, como en esta versión que de forma amplia da las señas del esposo:

    —Soldadito, soldadito, ¿de la guerra viene usted?

    —Sí, señora, de allá vengo, ¿por qué lo pregunta, usted?

    —Por si ha visto a mi marido en la guerra, alguna vez.

    —Si lo he visto, no lo he visto, dígame las señas de él.

    —Mi marido es alto y rubio vestido de coronel

    y en la punta de la espada lleva un pañuelito inglés,

    que lo bordé cuando niña cuando niña en mi niñez.

    —Por las señas que me ha dado, su marido muerto es

    y en su testamento ha dicho que me case con usted.

    (Jerez, Zacatecas)¹⁴

    La ubicación de la muerte en Valencia, lugar que aparece en la versión vieja, se ha conservado, aunque el autor de la muerte se actualiza y refuncionaliza, para darle sentido en el contexto mexicano. Así, el esposo puede morir

    en la guerra de Valencia lo mató un cabo francés.

    (I.7, San Pedro Piedra Gorda, Zacatecas)

    Aunque la localización es en una guerra lejana y de ficción, el matador es una probable reminiscencia del francés como el soldado enemigo en el siglo XIX nacional. En otros casos, aunque se habla de una supuesta guerra de Valencia, se conserva para el matador el apelativo de traidor francés, frecuente también en las versiones que ubican la muerte del marido en la batalla de Puebla:

    en la guerra de Valencia, lo mató un traidor francés

    y me dejó por encargo que me case con usted.

    (I.9, Ixhuatlán, Oaxaca)

    En otras actualizaciones del romance que conservan la ubicación en Valencia, los enemigos son del Imperio Francés, nuevamente una referencia, pero mucho más explícita, a la Intervención Francesa en México en 1860; con lo cual, aunque la referencia a Valencia pertenece a una geografía novelística o ficticia, la referencia al enemigo es pertinente para el contexto histórico nacional:

    —Por las señas que usted me ha dado su marido es muerto ya,

    lo mataron allá en Valencia los del Imperio Francés.

    (I.16, Tuxtla Chico, Chiapas)

    Pero también la actualización puede proceder de manera ficcional y atribuir la muerte a un japonés, aunque pudiera ser posible que la refuncionalización del antagonista tenga un referente real y corresponda a un periodo histórico más próximo, los años cuarenta del siglo pasado, y se identifique el ámbito bélico con la segunda guerra mundial, en la cual el enemigo nacional, aunque lejano, era el japonés:¹⁵

    —A las señas que me ha dado su marido muerto es,

    en la guerra de Valencia le dio muerte un japonés

    (I.6, Coyuca de Catalán, Guerrero)

    El japonés se ha mantenido en la tradición, pues casi treinta años después también se encuentra en una versión recogida en Jalisco en 1979, por Sergio López, del señor Pepito, cantante ciego de 37 años:

    en la ciudad de Valencia lo ha matado un japonés

    (I.11, Lagos de Moreno, Jalisco)

    O en esta otra recogida en San Luis Potosí en 1987:

    —Yo soy la recién casada que naiden me gozará,

    me abandonó mi marido por la mala libertad.

    Oiga, señor, por fortuna, ¿qué no ha visto a mi marido?

    —Señora, no he visto nada, deme una seña y le digo.

    —Mi marido es esbelto y rubio, muy mal parecido no es

    y en la muñeca derecha tiene un letrero francés.

    —Por las señas que me da, su marido muerto es,

    en la ciudad de Valencia lo ha matado un japonés.

    (Tampate, Tamasopo, San Luis Potosí)¹⁶

    Desde luego, en México no se pierden las versiones que dicen que lo mataron en Valencia en casa de un genovés, tal como narra la versión vieja. Este detalle es muy frecuente en casi todas las regiones de la tradición americana, aunque en México solo aparece en dos versiones, ambas de Chavinda, Michoacán, recogidas una en 1905 y la otra en 1850.¹⁷

    —Por las señas que usté ha dado su marido muerto es,

    en Valencia lo mataron en casa de un genovés.

    (I.1, Chavinda, Michoacán)

    La geografía que recoge este romance es muy variada y el lugar a donde fue el marido a supuestamente encontrar la muerte puede tener sentidos muy distintos. Por ejemplo, son varias las versiones recogidas en Puebla, Guerrero y la Ciudad de México que nos dicen que murió en el sitio de Puebla:

    —Por las señas que usted da ya su marido ya es muerto,

    en ese sitio de Puebla lo mató un traidor francés,

    (I.15, México, Distrito Federal)

    En otras versiones, el sitio de Puebla se convierte en un genérico combate, pero el supuesto marido difunto encarga al mensajero el matrimonio con la viuda, prueba de fidelidad para la esposa que ha esperado la vuelta del marido:

    —Por las señas que me ha dado su marido muerto es,

    en el combate de Puebla lo mató un traidor francés

    y al morirse me encargó que me case con usted.

    (I.19, Tixtla, Guerrero)

    Tal vez la mención de un letrero o de un francés generó la relación con una batalla y un lugar reales y significativos en la historia de México, y creó ese traidor francés. Por otra parte, como es bien sabido, la batalla de Puebla está muy presente en el imaginario popular nacional, y recuerda entusiasta el combate que libraron el 5 de mayo de 1862, en realidad en las cercanías de la ciudad de Puebla, el ejército mexicano, al mando del general Ignacio Zaragoza; y las tropas francesas, comandadas por el general Latrille, conde de Lorencez, durante lo que se conoce como la Intervención Francesa. En esa batalla, la victoria fue para las tropas mexicanas, de ahí su arraigo en el imaginario nacional. La realidad histórica posterior fue que la victoria mexicana en Puebla no pudo impedir la invasión del país y el triunfo de Francia al año siguiente, y la instauración del Segundo Imperio Mexicano con Maximiliano de Austria. Henríquez Ureña, a propósito de este romance, consideraba ya la posibilidad de que existiera una relación con la guerra contra los ejércitos franceses intervencionistas, y decía que el romance ha sido adaptado por el pueblo de México a la historia mexicana y especialmente a la guerra contra la Intervención Francesa y el Imperio de Maximiliano.¹⁸

    En otras versiones cambian la geografía y la batalla, pero no el traidor francés. La variante de la batalla también está relacionada con la Intervención francesa, pero ahora la batalla señalará el triunfo final republicano que tendrá como consecuencia el posterior fusilamiento de Maximiliano en el Cerro de las Campanas:

    —Pues mi marido es blanco y rubio, tiene algo de cortés

    y en el puño de su espada trae un letrero francés,

    —Pues por las señas que usted me da su marido es muerto ya

    y en el sitio de Querétaro lo mató un traidor francés.

    (I.13, México, D. F.)

    El sitio de Querétaro tuvo lugar entre el 6 de marzo y el 15 de mayo de 1867, y enfrentó a los ejércitos Imperial y Republicano. El 15 de mayo de 1867, luego de sitiar la ciudad durante más de tres meses, el ejército republicano entró en Querétaro y capturó a Maximiliano y a Miramón y Mejía, sus generales más leales, con lo que se dio fin a su imperio y a la Intervención francesa.

    Llama la atención la permanencia del traidor francés como causante de la muerte del esposo; sin embargo, la geografía varía y las batallas también. Curiosamente, la mayoría de las batallas que se mencionan en las distintas versiones son aquellas que están muy presentes en el imaginario popular y son significativas históricamente tanto para el periodo de la Intervención francesa como para la guerra de independencia:

    —Mi marido es alto y güero, tiene oficio de costeño

    y en la punta del sombrero tiene un letrero francés.

    —Por las señas que usted me ha dado su marido ya es muerto,

    en el sitio de Cuautla, lo mató un traidor francés.

    (I.8, Teziutlán, Puebla)

    Históricamente, el sitio de Cuautla es muy importante para la guerra de independencia, y tuvo lugar entre el 19 de febrero y el 2 de mayo de 1812, cuando el ejército Insurgente, al mando de José María Morelos, fue sitiado en dicha ciudad por las tropas españolas, comandadas por Félix María Calleja, hasta que en la madrugada del 2 de mayo, Morelos y sus lugartenientes Hermenegildo Galeana y Mariano Matamoros lograron romper el cerco y

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