Almas Abrasadas: Elegida, #3
Por Jeff Altabef y Erynn Altabef
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Información de este libro electrónico
Sobrevivir no es suficiente. Se formarán alianzas, se probarán las lealtades y se tomará una decisión.
Mi nombre es Juliet Wildfire Stone, y me guste o no, el destino de la Tierra está en mis manos. Cuando finalmente me encontré con el Primer Elector, no era para nada como me esperaba. Se supone que era nuestro enemigo mortal, un monstruo al que tenía que destruir para cumplir mi destino, pero resultó que no era nada de eso.
Ahroa, los Elegidos estamos en medio de un conflicto entre dos antiguos enemigos, uno que amenaza con destrozar la Tierra. Como la Alfa Elegida, tengo que hacer lo que es correcto a toda costa. Más me vale... o toda la gente en la Tierra será esclavizada para siempre.
EVOLVED PUBLISHING PRESENTA el tercer y último emocinoante libro de la serie de fantasía y suspense juvenil ganadora de múltiples premios "Elegida". [Sin DRM]
LIBRO POR JEFF ALTABEF Y/O ERYNN ALTABEF:
- UN THRILLER DE NEPHILIMS - Libro 1: La Guarida del Diablo
- UN THRILLER DE NEPHILIMS - Libro 2: La Danza del Diablo
- UN THRILLER DE NEPHILIMS - Libro 3: El Trato del Diablo
- UN THRILLER DE NEPHILIMS - Libro 4: El Día del Diablo
- PUNTO THRILLER - Libro 1: Punto de Fractura
- PUNTO THRILLER - Libro 2: Punto de Ruptura
- MUERTE ROJA - Libro 1: Muerte Roja
- MUERTE ROJA - Libro 2: El Rey Fantasma
- MUERTE ROJA - Libro 3: Los Inmortales
- ELEGIDA - Libro 1: Atrapavientos (with Erynn Altabef)
- ELEGIDA - Libro 2: Borde del Amanecer (with Erynn Altabef)
- ELEGIDA - Libro 3: Almas Abrasadas (with Erynn Altabef)
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Almas Abrasadas - Jeff Altabef
Boletines de Evolved Publishing
(NOTA: Los boletines están escritos en inglés.)
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(ENGLISH VERSION)
SCORCHED SOULS
(Chosen – Book 3)
Copyright © 2016 Jeff Altabef and Erynn Altabef
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ALMAS ABRASADAS
(Saga Elegida – Libro 3)
Copyright © 2016 Jeff Altabef y Erynn Altabef
Traductora: Andrea Expósito Santana
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Editora: Whitney Smyth
Editor Jefe: Lane Diamond
Artista de la Portada: Orina Kafe
Diseño del Interior: Lane Diamond
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Notas de licencia de EBook:
No se puede usar, reproducir ni transmitir de ninguna manera ninguna parte de este libro sin un permiso expreso por escrito, excepto por breves citas utilizadas en críticas y reseñas, o de acuerdo con las leyes de uso justo de los EE.UU. Todos los derechos reservados.
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Declaración:
Esto es una obra de ficción. Los nombres, personajes, ubicaciones e incidentes son producto de la imaginación del autor o el autor los usó de una manera ficticia.
Libros de Jeff Altabef
(Libros en Ingles)
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A NEPHILIM THRILLER
Book 1: Devil’s Den
Book 2: Devil’s Dance
Book 3: Devil’s Deal
Book 4: Devil’s Day
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A POINT THRILLER
Book 1: Fracture Point
Book 2: Shatter Point
Enemies of the State - A Steven Cabbott Short Story
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CHOSEN
Book 1: Wind Catcher
Book 2: Brink of Dawn
Book 3: Scorched Souls
Second Chances - A Chosen
Short Story 2.5
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RED DEATH
Book 1: Red Death
Book 2: The Ghost King
Book 3: The Immortals [Late 2020 or Early 2021]
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www.JeffAltabef.com
Índice
Derechos de Autor
Libros de Jeff Altabef
Índice
Dedicatoria
ALMAS ABRASADAS
Prólogo - Barrett
Capítulo 1 - Juliet
Capítulo 2 - Juliet
Capítulo 3 - Juliet
Capítulo 4 - Juliet
Capítulo 5 - Juliet
Capítulo 6 - Juliet
Capítulo 7 - Juliet
Capítulo 8 - Connor
Capítulo 9 - Connor
Capítulo 10 - Connor
Capítulo 11 - Connor
Capítulo 12 - Juliet
Capítulo 13 - Juliet
Capítulo 14 - Connor
Capítulo 15 - Juliet
Capítulo 16 - Connor
Capítulo 17 - Connor
Capítulo 18 - Juliet
Capítulo 19 - Connor
Capítulo 20 - Juliet
Capítulo 21 - Connor
Capítulo 22 - Connor
Capítulo 23 - Juliet
Capítulo 24 - Connor
Capítulo 25 - Juliet
Capítulo 26 - Juliet
Capítulo 27 - Connor
Capítulo 28 - Connor
Capítulo 29 - Connor
Capítulo 30 - Juliet
Capítulo 31 - Juliet
Capítulo 32 - Juliet
Capítulo 33 - Connor
Capítulo 34 - Connor
Capítulo 35 - Juliet
Capítulo 36 - Juliet
Capítulo 37 - Connor
Capítulo 38 - Connor
Capítulo 39 - Juliet
Capítulo 40 - Juliet
Capítulo 41 - Barrett
Capítulo 42 - Juliet
Capítulo 43 - Connor
Capítulo 44 - Juliet
Capítulo 45 - Juliet
Capítulo 46 - Juliet
Capítulo 47 - Connor
Capítulo 48 - Connor
Capítulo 49 - Juliet
Capítulo 50 - Barrett
Capítulo 51 - Juliet
Capítulo 52 - Connor
Capítulo 53 - Juliet
Capítulo 54 - Juliet
Capítulo 55 - Juliet
Capítulo 56 - Connor
Capítulo 57 - Juliet
Capítulo 58 - Barrett
Capítulo 59 - Barrett
Capítulo 60 - Juliet
Capítulo 61 - Connor
Capítulo 62 - Juliet
Capítulo 63 - Connor
Capítulo 64 - Juliet
Capítulo 65 - Connor
Capítulo 66 - Juliet
Capítulo 67 - Connor
Capítulo 68 - Juliet
Capítulo 69 - Connor
Capítulo 70 - Juliet
Capítulo 71 - Juliet
Capítulo 72 - Connor
Capítulo 73 - Juliet
Capítulo 74 - Connor
Capítulo 75 - Connor
Agradecimientos
Sobre los Autores
Más de Evolved Publishing
Dedicatoria
Para mi increíble y talentosa co-autora e hija, Erynn. No podría estar más orgulloso de ti. Nunca disfrutaré de escribir otro libro tanto como lo he hecho escribiendo esta serie contigo. Como diría Juliet, Está bien.
- JA
~~~
Para mi increíble co-autor y padre. Me inspira y me llena de admiración cada día con la forma en que cuida de los demás.
- EA
Barrett
Invocado como una mascota. ¿Qué he hecho ahora?
Camino apesadumbrado hacia el santuario, me pesan las piernas. Preferiría estar en cualquier otro lugar. Un paseo al refugio privado de mi padre solo puede significar una cosa—malas noticias.
La última vez fue la peor. Mi padre estaba sentado en su silla, su cara tan inexpresiva como una máscara pétrea, cuando me informó de que mi madre había muerto en un accidente mientras viajaba. Actuó como si simplemente me estuviese poniendo al día, como si estuviese hablándome del tiempo. Antes de que pudiese procesar la noticia, me dijo adiós con la mano y volvió a lo que sea que fuese súper secreto, críticamente vital y que requería toda su atención en aquel momento.
Claro que mi madre estaba viajando. ¡Tenía que huir de él!
Me paro en el borde de un escarpado precipicio que rodea el santuario—como un foso. Creado de puro cristal alfiano, la estructura circular brilla en la sedosa oscuridad. Solía pensar que el santuario flotaba en el aire, pero por el día se puede ver cómo yace sobre una fina formación natural de roca que se eleva desde el núcleo de la tierra como un pedestal.
Me siento en el borde con los pies colgando y suspiro. Sabe que estoy aquí, pero quiere hacerme esperar. Siempre quiere hacerme esperar.
Para matar el tiempo, hago una larga lista de las formas en las que lo he decepcionado; todas desde no ser el primero de mi clase pre-escolar a mi desgana a aprobar todos los exámenes en el lapso de tiempo que él tenía en mente. Cuando estoy bastante seguro de que he incluido todo en la lista, me acuerdo de enderezar la espalda y tener la cabeza alta. Al menos puedo fingir seguridad. Al fin y al cabo, ya no soy un niño.
Un puente de energía rojiza aparece frente a mí y atraviesa el golfo hasta el santuario. Sólo mi padre puede conjurar energía suficientemente fuerte como para usarla como puente.
Por un momento considero darme la vuelta, pero eso sería cobarde.
Mi padre me espera en el centro de la cámara. Está de pie, rígido, con dos metros de altura, piel de marfil y ojos color cobalto que brillan con motas violetas. Una túnica blanca reluciente con una capucha y mangas negras cae holgadamente sobre su delgada figura hasta sus pies descalzos. Un simple colgante con un cristal carmesí cuelga de su cuello. Su cara, como siempre, es ilegible.
Mi padre siempre lleva una túnica hecha de tela blanca y negra, los colores de un lógico. El blanco y el negro simbolizan la verdad y la mentira—las dos únicas posibilidades que los lógicos aceptan. Aquellos que se rigen por las emociones visten túnicas de un negro sólido, y los pocos espiritualistas entre nosotros llevan diferentes tonalidades de gris, siendo que el gris representa las ambigüedades en el universo y en el reino espiritual.
Yo todavía soy menor de edad, por lo que visto la túnica escarlata de los no comprometidos.
Solía pensar que mi padre era un dios—un dios arrogante, sabelotodo, ostentoso e insensible, pero ciertamente algún tipo de divinidad. Parece así de perfecto. Ahora soy más consciente de la realidad.
Las paredes se tornan de un gris oscuro y un cristal brilla con un tono anaranjado antes de titilar como una antorcha en el centro de la sala. Me dirijo a él, dejando que mi padre tome asiento primero, y me dejo caer en la segunda silla junto al candente cristal.
Mi padre sólo se comunica telepáticamente, así que no tengo ni idea de cómo suena su voz, pero en mi mente sus pensamientos suenan profundos y oscuros, y retumban.
¿Cuándo vas a pasar la prueba?
proyecta en mi mente. Sólo te faltan tres meses para cumplir dieciocho.
Tenía la esperanza de que tuviese alguna otra razón para invocarme, pero eso habría sido pedir demasiado. El único tema del que siempre quiere hablar es sobre mi reticencia a examinarme de la prueba final. Es como si nuestras conversaciones fuesen un bucle infinito, repitiendo las mismas desgastadas palabras una y otra vez.
Los alfianos dividen nuestra sociedad en cuatro niveles oficiales dependiendo de nuestras habilidades. Para pasar de un nivel al siguiente, uno debe pasar una prueba, y la dificultad de las pruebas va aumentando paulatinamente. Sólo unos pocos alfianos se someten a la prueba para pasar al Nivel Uno, la categoría más alta.
Yo he pasado las otras pruebas, pero los alfianos hacen que la última sea extraordinariamente difícil, llevando al límite las capacidades mentales del candidato. Fallar significa una muerte segura—incapaz de soportar la presión, la mente simplemente explota. Naturalmente, siempre me he opuesto a la idea de presentarme a la prueba antes de estar seguro de que puedo superarla.
Pero él no parece poder entender eso.
De manera extraoficial, hay un quinto nivel llamado la élite. No hay prueba que determine que alguien es parte de la élite, pero los alfianos pueden reconocerlo por la fuerza de sus mentes. Sólo un puñado de alfianos extraordinariamente poderosos alcanza esa categoría, y mi padre es uno de ellos.
No hay límite de tiempo,
le respondo. Soy el segundo Nivel Dos más joven del planeta. La mayoría de gente que se presenta a la prueba final tienen veintimuchos.
Claro que él sabe todo esto, pero eso no lo hace cambiar de idea.
Los ojos de mi padre se mantienen neutrales, pero se frota la cúpula calva de su cabeza—la única señal inequívoca de que está enfadado. "Tú no eres parte de esa mayoría. Yo me enfrenté a la prueba final antes de mi decimoquinto cumpleaños. Si la retrasas más harás que la gente ponga en duda tu naturaleza única, y dará mala imagen a la familia. La compatibilidad genética entre tu madre y yo fue perfecta."
Miro a otro lado; la muerte de mi madre seguía siendo una herida abierta.
Debes someterte a la prueba antes que Cassandra,
me presiona. Es dos meses más joven que tú, y sería vergonzoso que complete las pruebas antes que tú.
Oh, sí, claro. Cassandra. La hija de su archienemigo.
Casi puedo ver a la comadreja calculando los votos y preguntándose si perderá el puesto de Líder si ella se convierte en una Nivel Uno antes que yo. Preferiría que me muera a que retrase más la prueba.
Intento alejar el sarcasmo de mis pensamientos pero fallo estrepitosamente. "Comprendo, padre. No querría avergonzarlo de esa forma." Consigo guardarme un al menos no más de lo que suelo hacer.
¿Qué diría si suspendiese la prueba?
Probablemente lo achacaría a los genes de mamá. Así la culpa no recaería en él, y su nombre no resultaría tan mancillado.
Bien, pero el motivo por el que estás aquí no es hablar de tu prueba. Tenemos otros asuntos que discutir. Se ha desarrollado en la Tierra una situación en nuestro conflicto con los deltitas.
Mis sentidos se agudizan, y entrecierro los ojos. ¿Una situación?
Él mira hacia arriba y se materializa un globo terráqueo tridimensional, flotando sobre nosotros. "Como ya sabrás, la Tierra es un objetivo de alto valor para los deltitas. Quieren conquistar el planeta y usar a los humanos en nuestra contra. Con los humanos de su lado, podrían volverse peligrosos. Mucha sangre alfiana sería derramada antes de que los venciésemos, y eso en caso de que los venciésemos."
Sí, he estudiado sobre el debate del Consejo en clase.
Lo miro. Establecimos los órdenes secretos de los cuatro Elegidos. Mezclando nuestro ADN con el ADN humano, los Elegidos deberían poder conservar algunas de nuestras habilidades y tener una oportunidad de vencer a los deltitas y de salvar su planeta.
Sí, esa es la versión oficial.
Cuando lo veo titubeante, me doy cuenta de que sólo he aprendido una parte de la verdad.
Se inclina hacia delante. Lideré el equipo que estableció las sociedades. El verdadero propósito detrás de los Elegidos es más complicado que la versión oficial. Claro que lo que te estoy diciendo es un secreto y debe seguir como algo confidencial entre nosotros.
Me mira a los ojos y asiento—mi habilidad telepática ajena a mí por momentos. Nunca antes había compartido un secreto conmigo, y estoy seguro de que no me gustará este.
Los Elegidos se enfrentarán a un deltita de la élite, y uno que será sustancialmente más poderoso que un simple Nivel Uno. En resumen, alguien que podría incluso ser rival para mí. Así que, ¿qué posibilidades tienen?
Muy escasas.
Encojo un hombro. "Pero la Tierra es su mundo. Merecen la oportunidad de defenderlo."
No seas estúpido. ¡No tienen ninguna posibilidad! Siendo consciente del lógico fin que resultará de su contienda, he ideado el verdadero plan.
El menor rastro posible de una sonrisa irónica tuerce sus labios. Está orgulloso de su plan. Una vez que los deltitas hayan tomado la Tierra, ¿qué será lo primero que hagan?
Me toma sólo un instante, la respuesta es más que obvia. Reunirán su propio consejo de líderes en el planeta. La Tierra se convertirá en su sede.
Las motas violetas en los ojos de mi padre brillan todavía más. Estamos sentados cara a cara, pero, de pronto, parece que la distancia entre nosotros se ha esfumado. Exacto, y si el planeta explotase mientras el consejo está reunido, todos los mandatorios morirían. Sin nadie de la élite para guiarlos, estarían vulnerables para atacar. Podríamos aniquilarlos fácilmente.
Me recuesto en mi silla; es como si me hubiese caído un balde de agua fría encima y el frío estuviese calándome los huesos. Así que los Elegidos están programados para fallar. Has plantado una bomba en el planeta para que explote cuando los deltitas se hagan con él.
Asiente, con una engreída sonrisa de autocomplacencia en su cara. Una Corazón de Piedra, para ser concreto. Era lo único lógico que podía hacer.
La bilis me arde en la garganta. Pero millones de humanos viven en el planeta... Morirán todos. Tienen almas.
Sus pensamientos resuenan en mi cabeza. ¡Pasas demasiado tiempo con los sacerdotes! ¡Son tontos! Sólo los alfianos tienen alma. Los humanos son un sacrificio necesario. Es la única forma segura de detener a los deltitas. Tenemos que usar a las especies inferiores para preservar nuestro modo de vida.
Cierro los ojos y lo echo de mi cabeza por un momento. El ADN humano es muy similar al alfiano. Tienen libre albedrío, un sistema moral y sus propias religiones. Cumplen todos los requisitos de los sacerdotes para ser considerados seres almados. No me extraña que este plan suyo sea un secreto. Los sacerdotes se opondrían y medio planeta se pondría de su lado. La sociedad alfiana se dividiría por la mitad.
A pesar de todo, la lógica de mi padre es innegable.
Cuando abro los ojos, proyecto en su mente, ¿Por qué?
Envié a un alfiano llamado Kent a la Tierra con su Ugly. Se suponía que él haría que los Elegidos lucharan simbólicamente antes de fracasar. De este modo los deltitas no sospecharían sobre la trampa.
¿Y?
Resulta que Kent empezó a simpatizar con los humanos.
Se encoge de hombros. Su mente era débil. Me preocupa que haya dejado algún mensaje para los Elegidos que revele nuestros planes antes de haber muerto. Me pidió que le dijese dónde se ubicaba la bomba para desactivarla.
¿Ha muerto?
Oh, sí. De forma inesperada.
Intento no mirar, pero la atracción es demasiado fuerte, y dirijo la vista hacia la estantería en la pared detrás de mi padre. Alberga al menos una centena de pequeños discos circulares, incluido el mío. Cada disco contiene las ondas cerebrales de un alfiano en concreto. Cuando mi padre se concentra en un disco, se conecta con el alfiano al que pertenece al instante, sin importar en qué lugar del universo se encuentre.
Eso es increíble, pero no es la razón por la que contemplo la estantería. Es posible matar a alguien usando esos discos. Un alfiano que posea el don podría inundar una mente más débil con el suficiente poder para hacer que dicha mente inferior explote. Es un crimen imperdonable, y sólo puede ser cometido por alguien con un inmenso poder. Un poder como el de mi padre.
Ha surgido otra complicación.
Dos diferentes rostros humanos se materializan sobre nosotros y se superponen a la imagen de la Tierra. Una mujer llamada Summer Stone. Es lo que los humanos llaman nativa americana, y es la madre de la Alfa de entre los Elegidos. El hombre no es de su tribu. Es lo que ellos llaman irlandés.
¿Y?
¿Por qué le preocupa?
Los cálculos de los Elegidos eran extremadamente avanzados y frágiles.
Un tercer rostro se une a los otros dos. El nombre de la Alfa es Juliet Wildfire Stone. Se presume que nació de la unión entre dos miembros de la misma tribu nativa americana. Esa combinación genética fue la única por medio de la cual los humanos pudieron dar lugar a un Elegido suficientemente fuerte para ser un Alfa y obtener poder de los otros tres. La orden secreta tenía reglas específicas respecto a este asunto, pero no las acataron. ¡Estúpidos! No puedo predecir cuál será el resultado de esta particular combinación.
Estudio las caras y me percato de que Juliet ha heredado gran parte de su aspecto físico de su madre: el lacio cabello largo de tonalidad azabache, los ojos color caramelo, su piel trigueña y sus pómulos marcados—todo excepto su nariz afilada, que se parece a la de su padre.
Sus ojos parecen resplandecer, pero sacudo la cabeza. Son sólo imágenes holográficas. No puedo leer mucho en ellos o dejar que mi imaginación nuble mi razón. "No entiendo el problema. Ya sea que es suficientemente poderosa para ser la Alfa o no. Quieres que fracasen, así que, ¿por qué te preocupa?
Mi padre me perfora con la mirada y una cuchilla helada se clava en mi pecho y se retuerce. Hay una tercera posibilidad.
Mi cuerpo se debilita. Por suerte estoy sentado. Es impensable, pero solo hay una cosa que podría inquietar a mi padre. "Temes que sea... una abominación."
No puedo descartarlo. Incluso si lo es, no será suficientemente fuerte como para derrotar a un miembro de la élite, pero no podemos correr el riesgo. Quiero que vayas a la Tierra. Asegúrate de que los Elegidos fracasan y nunca descubren nuestro plan. No podemos dejar que los deltitas sepan de la Corazón de Piedra que he colocado en el planeta. Si extraen el cristal, todo se echaría a perder, y podrían usar su poder en nuestra contra."
Yo.
Apunto a mi pecho. ¿Por qué yo? ¿Por qué no enviar a otro, alguien que ya haya probado-
"¡No confío en nadie más para este asunto! Lo harás bien y volverás a Alfa, y cuando regreses te someterás a la prueba final. De esta forma tendríamos una excusa para justificar tu... reticencia a presentarte a la prueba final."
Miro a mi padre a los ojos y trato de encontrar un ápice de amor en medio de la palpitante luz violeta. No detecto nada.
Dos pequeños discos vuelan hacia su mano, y me entrega uno. Éste está programado con mis ondas cerebrales. Lo usarás cuando hayas terminado tu misión. Me quedaré con el segundo aquí, así podré contactar contigo... de ser necesario.
Percibo la amenaza implícita en sus palabras e inclino la cabeza. "Sí, padre. Como usted ordene."
Si el diablo en su más puro estado existe, está sentado justo a mi lado, y yo soy el hijo de ese monstruo. ¿En qué me convierte eso?
Echo un vistazo a los hologramas de la Tierra sobre mí. Qué planeta tan bello.
Ha sentenciado a muerte a millones de humanos, pero ¿puedo yo llevar a cabo ese castigo?
Juliet
A mi padre le encantaba decirme refranes—tenía uno para casi cualquier ocasión—pero una vez que cumplí trece años, empecé a dejar de prestarles atención. No fue una decisión consciente, pero ocurrió de todas formas, y no puedo fingir que no lo hizo.
Debe haberse dado cuenta de la mirada vacía que se había instalado en mis ojos, por lo que recitó aquellos dichos una y otra y otra vez hasta que taladró mi cabeza con ellos.
Ahora están fundidos en mi conciencia como si fuera por ósmosis, y ocasionalmente saltan a la superficie de mis pensamientos.
Ojalá le hubiese prestado más atención cuando estaba vivo, ojalá haberle dicho que lo quería más a menudo, ojalá haberle sacado respuestas, haberlo obligado a decirme qué significaban cada uno de sus refranes. Ahora es demasiado tarde, pero quizá, de forma extraña, esto sea lo mejor. Ahora tengo que descubrir el significado por mí misma, lo cual probablemente fue lo que él quiso todo el tiempo.
Frecuentemente me decía que escuchas de verdad en el silencio, y ves en la oscuridad. Solía decirme esto en los momentos más extraños, como antes del primer día de clase en la secundaria, o antes de un importante partido de lacrosse, o antes de que fuésemos de escalada. Suena a locura o a sinsentido. ¿Cómo vas a oír algo si sólo hay silencio? Y la última vez que probé, la oscuridad es oscuridad—no hay nada que ver por naturaleza.
Recostada en un futón, respirando el aire mohoso del Subsuelo, la voz de mi abuelo y uno de estos raros dichos resuena en mi cabeza: escuchas de verdad en el silencio, y ves en la oscuridad.
Por primera vez empiezo a plantearme qué quería decir. A planteármelo de verdad, y quizá incluso a entender lo que él quería que yo entendiese. Las últimas semanas han sido tan caóticas, no he tenido tiempo de pensar las cosas con detenimiento. Es difícil hacer planes a largo plazo mientras se huye de un Buscador, o se intenta sobrevivir a los exámenes de Stuart, o mientras se planea matar al Primer Elector. Los instintos básicos de supervivencia se abren paso, lo cual excluye a todo lo demás.
Es difícil, pero acallo los pensamientos que recorren mi cabeza y que fuerzan visiones de Gagarin en mi mente. Me ha estado persiguiendo desde que lo matamos—con esa mirada de impotencia en sus ojos—y no puedo dejar de preguntarme si realmente teníamos que matarlo. Expulso esos pensamientos de mi mente y no pienso en nada, y cuando sólo quedan el silencio y la oscuridad, libero mi mente y la dejo vagar libremente.
El Primer Elector es real y vive en Inglaterra. Lo he visto en la tablet. También es muy talentoso, fuerte, y sorprendentemente joven. No podía ver todas esas cosas, pero las sentía y sé que son reales.
Quiere hacerse con el planeta, usar a los humanos para derrotar a los alfianos, y conquistar el universo. Eso está claro. Las cosas serían más fáciles si ese fuese el final del rompecabezas. Tendríamos un camino que seguir con una única misión. Pero—siempre parece haber un pero—lo demás es todavía más peligroso.
De acuerdo con la última Fusión que me tragué, los alfianos han cableado la Tierra para que explote si no derrotamos al Primer Elector. Están dispuestos a sacrificar a todo el mundo con tal de parar a los deltitas para que así no nos esclavicen, pero ahora la Tierra y todas las criaturas que viven en ella son también nuestra responsabilidad.
Mi responsabilidad.
¿Y si encontramos primero los explosivos de algún modo, desactivamos la bomba, y después nos preocupamos de los deltitas? Al menos no tendríamos esta espada cerniéndose sobre el planeta. Si la Fusión hubiese dado alguna pista sobre dónde escondieron la bomba o cómo podríamos desactivarla.
Dejo que el puzzle dé vueltas en mi cabeza. Por alguna razón, pienso en Sicheii y siento que sabe algo—algo importante. Se ha ido, así que ¿qué tan útil podría ser eso? De todas formas, pensar en Sicheii me lleva a pensar en Stuart, nuestro fallecido Anfitrión.
Abro los ojos y me enderezo; empiezo a formar un plan en mi cabeza mientras escaneo la abandonada posada. Troy duerme en un futón no muy lejos de mí. Blake dormita sobre la mesa porque le preocupan las ratas, aunque nadie haya visto ninguna. Además ronca, y suena como si alguien estuviese serrando madera.
Akari murmura en sueños cerca de la barra a poca distancia de Blake. Está mascullando en japonés, así que no tengo ni idea de lo que está diciendo, pero por su tono se percibe que probablemente esté insultando a alguien llamado Kiko. Connor descansa en su futón contra la pared junto a la puerta.
Miro mi teléfono. Son las 3:30 de la mañana, la hora perfecta para hacer algo estúpido y peligroso.
La única luz en la habitación viene del portátil de Blake, el cual dejó abierto con un salvapantallas que brilla en la oscuridad. Nadie se quejó cuando enchufó el ordenador y lo dejó encendido. Nadie quería oscuridad total.
Las auras de los otros también iluminan el Subsuelo, rodeándolas como nubes. Intento apagarlas, pero solo consigo atenuarlas. Si me concentro en la luz, se vuelve más brillante y otros colores aparte del blanco se arremolinan, pero eso me hace sentir que estoy invadiendo su privacidad—descubriendo un poco demasiado sobre cosas que realmente no quiero saber.
Las auras y el portátil brillan lo suficiente para que pueda explorar la habitación, así que agarro mi mochila de cordones en la que llevo mi espada, me la coloco en los hombros y recorro tranquilamente el camino a la puerta. Me paro cuando Troy se mueve; su brazo resbala por su cuerpo, pero sus ojos permanecen cerrados. Normalmente duerme como un tronco, así que mientras no le dé una patada por error, debería seguir durmiendo.
Cuando se queda quieto, me escabullo de la habitación con cuidado de no pisar muy fuerte ni hacer que cruja demasiado el suelo de madera. Ya en la puerta, inspecciono a los demás y sonrío. Son un grupo inusual, pero son mis amigos y daría la vida por protegerlos.
Justo cuando empiezo a girar el pomo de la puerta, una mano agarra mi hombro. Casi me da algo del susto. Tengo que emplear toda mi fuerza de voluntad para no chillar.
Connor me sonríe. ¿Vas a alguna parte?
Capturada a mitad de la escapada, mi mano libre empieza por reflejo a jugar con mi pelo, rizándolo. Pensé que estabas dormido.
Se encoge de hombros. Siempre he sido de sueño ligero.
Sus dedos recorren mi brazo y rodean mi mano.
Se me pone la piel de gallina no, de gallinísima, en cada centímetro de piel que rozan sus dedos, y una chispa de electricidad me recorre como si hubiese metido los dedos en un enchufe. El recuerdo de nuestro beso de hace tan sólo unos días me quema y el calor enrojece mi cara. Está cerca de mí. Demasiado cerca. Alejo mi mano de la suya.
¿Qué pasa?
me pregunta.
Miro por encima de su hombro para comprobar que todos siguen durmiendo, y le susurro, No quiero despertar a los demás. Quería que me diese un poco el aire.
"Ya, claro, y yo soy el Rey de Inglaterra." Toma su espada del futón, abre la puerta y me empuja afuera.
Cuando cierra la puerta, pregunta, Bueno, ahora la verdad. ¿Qué pasa?
Quiero irme sola, pero ahora que me ha pillado, no tengo otra opción que contarle mi plan. No va a irse así de simple. Me gustaría saber dónde está esa bomba. Estaba pensando que quizá Stuart tenía uno de esos ordenadores de cristal alfiano en la posada. De ser así, puede que todavía esté ahí y-
Y quizá tiene algunas pistas sobre dónde está la bomba?
Los ojos de Connor brillan. ¡Brillante! Odio tener esa bomba ahí, amenazándonos.
Exacto, así que pensé-
Que simplemente entrarías en la posada a comprobarlo.
Te juro que como me interrumpas sólo una ve-
Los deltitas saben de la posada. Podrían estar vigilándola.
Frunce el ceño. Será peligroso.
Ladeo un poco mi postura. Vale la pena asumir el riesgo. Puedo ir sola y volver luego a contarte lo que haya encontrado.
Sus ojos arden con mayor intensidad cuando cruza los brazos contra su pecho. "Tienes que parar de hacer esto de una maldita vez. No puedes dejarme fuera de estos planes. Somos un equipo. No tienes que protegerme. Sé cuidarme solo."
Tiene razón. Se merece algo mejor, así que le tiendo tímidamente mi mano. Lo siento. No volveré a hacerlo.
Se aparta la melena rubia arena de los ojos, me dedica una sonrisa ladeada, toma mi mano y se la lleva a los labios.
Son suaves, dulces, y cálidos. Mis piernas se tambalean un poco, y estoy segura de que mi cara parece un tomate de roja.
¿Qué voy a hacer con él?
Tener algo con él antes de que venzamos al Primer Elector es una locura. No sé si podría sobrellevarlo. Y también está Troy. Aunque siempre hemos sido sólo amigos, es raro estar con Connor cuando Troy está tan cerca.
Connor se inclina hacia mí. Está tan sólo a unos centímetros, y su mirada parece tan sincera.
No estoy segura de lo que pasa, pero lo próximo que sé es que nuestros labios están juntos y el calor chisporrotea entre nosotros. Me pega a él y me pierdo. Siento los latidos del corazón en la cabeza. No puedo pensar en nada que no sea su cuerpo y en atraerlo más hacia mí hasta que prácticamente nos hemos fusionado.
Empiezo a marearme, así que lo empujo hacia atrás y jadeo. Mis pies están entumecidos y el sudor recubre mi espalda. Tengo que enfriar la situación antes de que sea demasiado tarde.
Mi voz suena ronca y sin aliento. Escucha, tenemos que ir despacio. Hay demasiado en juego.
¿Como qué? ¿El destino de toda la humanidad, el planeta y el maldito universo? ¡Menudo juego de niños!
Sonríe. Pero puedo ir despacio. Horriblemente despacio. A paso de hormiguita. Como el movimiento de un glaciar. Lo más lento-
"Quizá no taaaan lento. Le golpeo el brazo.
¿Pero qué hay con lo de la posada?"
Alza su mirada hacia la escalera y se encoge de hombros. "Me apunto a una aventura nocturna. Cuando nos acerquemos a la posada, tú haces lo tuyo con las auras. Si percibes a algún deltita, nos largamos corriendo y se lo contamos a los demás, y así podemos volver