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Del Chumbeque a la Zofri: Los aromas de nuestra identidad cultural
Del Chumbeque a la Zofri: Los aromas de nuestra identidad cultural
Del Chumbeque a la Zofri: Los aromas de nuestra identidad cultural
Libro electrónico345 páginas4 horas

Del Chumbeque a la Zofri: Los aromas de nuestra identidad cultural

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El Iquique de hoy también nos pertenece, reapropiarnos de él es la tarea. Llenar el mall con nuestros olores y formas de caminar, con nuestra jerga –que siempre fue mestiza: guachimanes, chalequinas, paltós y lonches- e iquiqueñizar las nuevas palabras. El desafío en entender algo de Perogrullo: la identidad no se pierde se transforma. El iquiqueño del próximo siglo arrastrará la historia que nos dio identidad, pero también construirá con ella la nueva fisonomía, la del siglo que nos golpea fuertemente la puerta.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento1 ene 2019
ISBN9789567628421
Del Chumbeque a la Zofri: Los aromas de nuestra identidad cultural

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    Del Chumbeque a la Zofri - Bernardo Guerrero

    Del Chumbeque a la Zofri

    Los aromas de nuestra identidad cultural

    Tomo III

    Bernardo Guerrero Jiménez

    Centro de Investigación de la Realidad del Norte-CREAR

    Dirección de Extensión Académica y Cultural

    Universidad Arturo Prat

    Iquique

    Del Chumbeque a la Zofri

    Los aromas de nuestra identidad cultural

    Tomo III

    Registro de Propiedad Intelectual Nº 110925

    ISBN Edición impresa 956-7628-05-X

    ISBN Edición digital 978-956-7628-42-1

    Iquique, primavera de 1999.

    Primera Edición 1999.

    Diseño:

    Por Ediciones Campvs

    Universidad Arturo Prat:

    Miriam Salinas Pozo.

    Diseño Portada:

    Miriam Salinas Pozo

    Portada:

    Don Hipólito Vera, fotógrafo iquiqueño

    Fotografía de Hernán Pereira Palomo

    Editorial:

    El Jote Errante

    www.crear.cl

    Diagramación digital:

    ebooks Patagonia

    wwww.ebookspatagonia.com

    info@ebookspatagonia.com

    Correspondencia:

    Casilla 823. Iquique. Chile.

    Obispo Labbé 1235. Iquique. Chile.

    Bernardo.Guerrero@gmail.com

    Obra creada con el aporte del Consejo Nacional del Libro y la Lectura, 1999.

    Indice

    Agradecimientos

    Presentación: Iquique y el Chumbeque 2.300 años después de Cristo

    Pueblo Mío: A modo de introducción

    Capítulo Uno

    De la Cenicienta del Norte al Puerto-Mall

    La Identidad moderna de Iquique. Iquique, la cenicienta del norte

    Iquique tierra de campeones

    Iquique, es puerto las demás son caletas

    Si supimos vencer el olvido

    El olor de nuestra identidad. Olor a Perú

    Olor a Jazmín

    Olor a harina de pescado

    Iquique, una ciudad para querer

    Olor a Zofri

    Olor a pasta base

    Olor a Kentucky

    Otros olores

    A modo de conclusiones

    Excurso. Lugar de dormidero: posadero de aves y lobos de mar: la siesta

    Piratas en Iquique

    Piratas en Iquique en 1681

    Capítulo Dos

    Iquique era una villa grande y hermosa

    La mirada desde la literatura

    Iquique es el mar

    Iquique es una villa grande

    Iquique cosmopolita

    Iquique: Puerto mayor del Trabajo

    La crisis que se ve venir

    Iquique en los diccionarios de fines de siglo pasado

    Iquique. Estación de indios pescadores

    Las casas de Iquique

    Conclusiones

    Capítulo Tres

    El hombre festivo

    Ha llegado carta

    La máscara: la identidad oculta

    Conclusiones

    Excurso. Un poema a la Reina de la Primavera del año 1930

    Capítulo Cuatro

    La ciudad tatuada

    La retórica de la infancia

    La retórica de los sesenta

    La retórica de los setenta

    La retórica los ochenta

    La retórica los noventa

    Conclusión

    Capítulo Cinco

    Iquiqueñísimos

    Un iquiqueño en Santiago

    Cronista de estados de ánimo: Don Hipólito Vera

    La ardillita del básquetbol iquiqueño: Marcelino Herrera

    Pongamos que hablo de Jaime Torres

    Por las polvorientas canchas: Raúl Duarte

    Entre el Matadero y la Plaza Arica: Freddy Rivera

    El Tani: Valga la redundancia

    Un poema al Tani por Julio Miralles

    El guapo de Caleta Buena: Arturo Godoy

    Las corbatas de Arturo Godoy

    Un poema para Arturo Godoy por Guillermo Ross-Murray

    Nacido para campeón: Don Arie

    ¡Se declara vencedor...!: Bernardo León

    Un Dragón de Oro: Checho Gónzalez

    La Primera Dama de la Tierra de Campeones: La Bella Amanda

    Las Minas del Rey Salomón: Don Germán Carrera

    Cuando el corazón es doblemente celeste: Jorge Iturra

    Lo que la Virgen le adeuda a Severín Castillo

    Don Willie: for ever young

    Condori, Víctor: esos muertos que duelen

    El Niño Maravilla nació en Iquique

    Blanca y Radiante: Joaquín Prieto

    Están reventando las rosas: Félix Morales Cortés

    La Zunilda; cantándole al oído a los dragones

    El hombre que amó a dos puertos: Víctor Acosta

    Amigo Portuario: Carlos Sentimiento Avalos

    Con una zampoña en vez de pulmón: Eduardo Carrión

    Que Iquique quiere a Soria, porque Soria es el que más da

    No se fíe de sus apellidos: el poeta Ross-Murray

    El sonido de los pies descalzos: Patecuete

    Mi amigo Cayo-Cayo

    La identidad disputada: Chiricaco versus Chiricaco

    No agarro: Agüita

    El Casanova iquiqueño: Che Carlos

    El clon de los famosos: Chicote

    El jazz con cacho de toro: El Familia

    Mujer y borracha: La tonta Juana

    La que murió de amor: La Loca de los Gatos

    Marraqueta: el día en que asesinaron a John F. Kennedy

    Manolito: El baila solo

    Copito de Nieve

    Tito Crespo

    Chin-Chin: Buenas Noches, América

    Huidobro: Puteando a los fantasmas

    Capítulo Seis

    Historia Universal del Fútbol... iquiqueño

    El fútbol es sagrado

    El Uno: En el arco fui feliz

    El Tres: Majestuoso se le pegaba a la espalda

    El Once: Carreño fue más que once

    El Nueve: Pasión y muerte

    El Diez: Pensar con el cuerpo

    El Doce: Pelluco Campuzano

    La Foto: En el grabado se puede apreciar

    La Pelota: Redonda como la luna y esquiva como la felicidad

    El Arbitro: Con el pito del Longino

    La importancia de llamarse Roberto

    El banquero: Y... ?

    Dragones Celestes: Con el peso de la historia

    Capítulo Siete

    Aroma de Infancia

    El Llanero Solitario

    El Siglo

    El Reader y yo

    Red Ryder

    La Escuela Pagada

    Leo Dan

    Quiero gritar que te quiero

    Sandro en Iquique: La noche se perdió en tu pelo

    Capítulo Ocho

    La ciudad y los placeres

    Una fiesta desaparecida: la de los Caribes

    El Palacio de Cristal

    Thompson: la calle del pecado

    Mujeres famosas

    Los otros

    Breve guía de pecadores de los años 50 al 70.

    Los placeres permitidos.

    El Ludimar

    El Múrex

    Nan King

    Kam Lim

    El Chung Sang.

    El Oriental

    El Splendid

    El Ragú

    El Café Derby

    El Don Sata

    El triángulo de las Bermudas

    El Erika

    Del prostíbulo tradicional al Domino’s

    El Wagón

    Del Ventanal al Tibiri-Tabara

    Los clubes sociales de principios de siglo

    La Sociedad Protectora de Empleados

    Los que supieron vencer el olvido

    Mario Flores

    El Genovés

    El Democrático

    El Dándalo

    El Córner Bar

    Conclusiones

    Capítulo Nueve

    La ciudad y sus olvidos

    La mala memoria de los cronistas deportivos

    Los dos padres del boxeo chilenos

    La Reina Isabel celebra el gol de un iquiqueño

    A Mollita la cadena de su vida dejó de darle vueltas

    El Sol Naciente: Ir al peluquero

    Elogio del Chumbeque

    Iquique, flor de pasión

    El Príncipe Shutto conversa con el respetable: El cine en Iquique

    Un festival de himnos y dulces: La Escuela Centenario Nº 6

    Del Colorado a la Plaza Arica: La Cruz

    Cuando calienta el sol: la Playa

    Los taxistas de entonces usaban gomina: Locomoción Colectiva

    Hergatur: Primera sintonía callejera

    Réquiem para Telenorte

    Un quiltro llamado Quinientas Lucas

    Entre el gris y el verde nilo: Ferrocarriles de Estado

    La vida que vive en los cementerios

    Adiós Diana

    Cuando el pueblo no es extra: TV Iquiquevisión

    El Silbido

    A modo de conclusión

    Iquique es puerto mall

    La fórmula secreta del Chumbeque

    Bibliografía

    Agradecimientos

    Son muchos y muchas los/las que escribieron este libro. Esas muchas y esos muchos tienen rostros, nombres y apellidos. Son mis amigos y amigas de los que me alimento a diario. A algunos los veo cotidianamente, a otros nunca. Muchos de ellos ni siquiera conocí, pero los quiero como si nos hubiésemos paseado por la Plaza Prat en las noches del domingo. Son los muertos con las cuales hablo cuando leo sus libros. Se llaman Juanito Zola, Mario Bahamonde, Fray K. Brito, Francisco J. Ovalle, Luis Díaz Salinas, Andrés Sabella, Salvador Reyes y un largo y extenso etcétera. Otros amigos los veo en video o en una vieja revista Estadio: el Tani Loayza y Arturo Godoy, Jorge Robledo y su hermano Ted, Bernardo León y de nuevo un largo y extenso etcétera.

    A mis amigos de todos los días les debo todo o casi todo. He aquí la lista de los que hicieron posible este libro y sus respectivos aportes: Alejandro Ricardo Pérez (por las correcciones); Pedro Bravo Elizondo (por su generosidad puntillana); Lautaro Núñez (por los años de Bongó y Wagón); Miriam Salinas (siempre dice que sí); Ibor Ostojic (casi siempre dice que sí); Luis Espinoza (por el Yungay); Jorge Carmona Fistonic (lleva a Iquique en el corazón); Griselda Pérez (por lo mismo); Romy Morales (por su voluntad de oro); Andrés Daniels Morales (por la radio Esmeralda); Carolina Ponce (por digitar el himno de La Cruz); Raúl Arancibia -el juez- y Raúl Arancibia, el Rulo (a ambos tienen a Iquique como segunda piel); Alfredo Loayza Bustos (por su amor a Pica); Patricio Advis ( sabe caleta de Iquique); Julio Miralles (por el poema del Tani); Arturo Olavarría (por lo de siempre); Sergio Chávez (por la Banda de Sonido); Germana Fernández (por los álbumes y la foto de Mario Bahamonde que aún no le devuelvo); Karim Duk (aprendió a querer al Tani); Víctor Guerrero (estudió en la escuela Nº 4); Jaime Castro (estudió en la escuela Nº 6); Patricia Riquelme (encuentra tesoros iquiqueños); Carlos Campos, LuisVillalobos y Arturo Morales (por las fotos de Manolito, Pelluco y la Cindy); Gonzalo Moya (por la foto de mollita"); Juan López (por las fotos de Cavancha); Alvaro Gómez (por los datos del mall); Militza García (por los pubs); Pilar Montes y Guillermo Malagarriga (por esas fotos de la fiesta de la primavera); Eliana (por el pan con queso); Ana Cecilia (por el género); Tania (por ser casi Tani); Irina Rossi (por las fotos del Diana); Lissette (por lo del Sandro); y en lo fundamental a Patricia y Joaquina por ese apoyo de todos los días.

    Presentación

    Fue como el crujido de una gigantesca viga seca cuando la calle Baquedano se quebró en dos, saltando sus casas de muñecas a los cielos embravecidos entre nubes de tablas recién pintadas. Todo fue un gran brinco al vacío hundiéndose Iquique súbitamente hacia los fondos marinos, como la Esmeralda, cortado en pedazos de calles, plazas, autos y gentes desprendidas desde un trapecio infernal. La falla geológica anunciada todo lo precipitó al interior del abismo marino a través de una fractura que rebanó el borde de la terraza donde se apegaban en puntillas los puertos del norte.

    El mar ya en calma volvió a arreglar su playa a la altura esta vez de la primera línea del ferrocarril, al comienzo del pie de la cordillera costera, descollando por el horizonte una que otra torre de departamentos inclinada como espantapájaro marino. Después de un largo tiempo el mar retrocedió cuando el clima dio cuenta de otra catástrofe, porque las lluvias selváticas alcanzaron tanto al oeste que transformaron a la pampa salitrera en un gran lavatorio de agua y barro ardiente, escurriendo hacia la quebrada de Huantaca, arriba del Hospital, vaciándose por varios años sobre las ruinas humanas como el chocolate sobre las tortas de cumpleaños.

    El viento queriéndose oportuno se hizo presente con su más humilde numerito elevando al cerro Dragón por los aires, para dejarlo caer a la altura de Vivar con Orella hasta la Vieja Aduana, cubriendo de arenas limpias y claras aquel depósito de aluviones ennegrecidos por el fango y tantos iquiqueños muertos. Algo así como la fresa de una torta rellena de casas, calles, esquinas, iglesias, bares y huesos envueltos en un caramelo geológico destinado a transformarse en estratos de fósiles inverosímiles.

    El mismo 12 de septiembre de 1999, un día después de la mega catástrofe, se iniciaron los vuelos de exploración por si ahí sobrevivía algún escalador de cerros, tal vez uno de los hombres pájaros que planeaban entre la pampa y las playas. Desde los aeropuertos, aquellos que viajaron al partido de la Celeste se plegaron al duelo mundial por interworld, enviando breves descripciones: Iquique entero falleció ayer... Fue enterrado el mismo día... Se lanzó una corona igual que el 21 de mayo... Fue entonces que se recibió una respuesta muy extraña través de un e-mail desde París firmado por un señor de apellido Checura, que de mano en mano circuló por más de un año para traducirlo a cabalidad. Así decía: "Hemos conocido la magnitud de la catástrofe, pero ningún iquiqueño quiso entender a su debido tiempo la profecía de mi pariente Strati, quien en el bar Genovés solía castigar a sus enemigos imaginarios con lluvias de granizos. Aplastó a varios parroquianos con temblores de tierra y gracias a ruegos muy personales sólo ahogó a una familia de malandrines que vivían en una chata cerca del muelle del Colorado, mandándoles un maremoto preciso casi particular. Es que cada vez que colocaba su enorme cabeza en la barra fluían de su inmensa humanidad los castigos más insostenibles que lo llevaron a la búsqueda de reposo en su zapatería del Morro. Un buen día atribulado por sus poderes se martilló un clavo en el corazón y tras su voz gruesa de güergüero fumador medio carbonero mandó a Iquique a la mierda, porque según su sabiduría de antiguo anarquista ya se habían superado los pecados de Sodoma y Gomorra y tras su palabra ocurrió lo que debía ocurrir, desencadenándose ese pequeño Fin del Mundo. Fue como si de pronto Strati Checura hubiera dominado las artes del alcantarillado, es decir, la conducción a voluntad de todos los materiales más abominables inventados por la naturaleza y la humanidad en una fina y esforzada combinación para el aniquilamiento de quienes se atrevían a dudar de que Iquique era y es la tierra de Campeones... A Revoir mon ami, cet la vie, Vive la France e Vive Iquique"... (Fin del e-mail).

    Con el tiempo el desastre se fue secando mientras que los pájaros volvieron a descubrir nuevas y estrechísimas caletas, descolgándose por el año 2.300 los primeros aventureros y buscadores de tesoros, porque corrió el rumor que a lo largo de la superficie de la extensa pampa que terminaba en una playa brava a unos 10 kms. al oeste donde estaba antes la isla Serrano, solían aflorar entre restos de roperos, autos, palmeras y televisores, ciertos objetos de colección que animaban las discusiones más acaloradas. Los miembros del CAI (Centro de Amigos de Iquique), una agrupación de ancianos descendientes, buscaban reliquias por razones más bien emocionales de dudoso valor romántico, mientras que los del IIAI (Instituto de Investigaciones Arqueológicas Iquiqueñas), como su nombre lo indica, estaban apegados al más estricto método científico. Mientras que el Presidente del CAI se jactaba de haber descubierto restos de la cuna donde durmió Arturito Godoy en las profundidades del aluvión que cubrió Caleta Buena por el año 1940, el director del IIAI exhibía en una vitrina con control climático nada menos que el primer burro de la carreta de Chiricaco asociado a sus pantalones originales. Pero aún no habían pistas de otros suculentos hallazgos como el cráneo del "Cabeza de Buque" o el pie del "Pata de Cuete", que disputaban el imaginario y la metodología de las instituciones referidas, compuestas por antiguos linajes iquiqueños que aspiraban a reconstituir el memorial de éstos, los otros desaparecidos, enterrados sin ninguna identificación por causas distintas a las aclaradas al fin del II milenio. Se murmuraba sottovoce de la búsqueda de un anaquel con 101 libros, los mejores del mundo, del poeta chino Lay Kim, acusado como promotor de la catástrofe al no cumplir su cábala de no más de 100 ejemplares (la nacionalidad de Guillermo no estaba obviamente esclarecida). Se buscaba el saxofón del Negro Carmelo al cual se le atribuían poderes mágico-sexuales o a lo menos una máscara de la Diablada de Iquique. Los más ardientes se afanaron en ubicar los restos del mejor auto convertible Studebaker, donde al galán Madariaga graduó de mujeres a las mejores iquiqueñas, mientras que los menos llegaron a la conclusión que el hallazgo del calcetín rayado y multicolor con que Mr. Rolling cubrió sus vergüenzas en una acalorada amanecida de un carnaval de la calle Baquedano, sería un icono paradigmático para el mejor calato del siglo XX, razón por la cual esta vez no pudo exigir su flor tradicional en la solapa.

    Por todos estos ajetreos medios diletantes y para terminar con el negocio ilícito de ventas de souvenir de chalequinas destrozadas, restos de pinturas del Casino Español, las lágrimas de cristal del Municipal e innumerables pedazos de lucarnas y barrotes torneados de las balaustradas, las autoridades federales del año 2.300 aprobaron un proyecto científico orientado a la Recuperación Cultural de Iquique. Un equipo nacional con asociados extranjeros, pero todos obviamente de ancestros iquiqueños, iniciaron la exploración arqueológica con un programa satelital y apoyo de autópteros (fusión de auto y helicóptero) incluyendo geo-radares de última generación, habilitados para detectar y dibujar ruinas a más de 500 mts. de profundidad sin necesidad de grandes excavaciones previas. De la misma manera como los médicos del pasado miraban las radiografías a contra luz, la pampa que cubría Iquique fue observada acuciosamente para fijar aquellos sectores con ruinas ocultas en buen estado de conservación. Se procedió a continuación a introducir la sonda JAUSA - 2.300 del consorcio niponorteamericano capaz de succionar con lavado-secado y separado los registros por ítemes de acuerdo a los tipos de materias primas, incluyendo el monitoreo en pantalla a escala 1:1 para la definición tridimensional de los hallazgos arqueológicos realizados.

    Desde el sector norte las brocas registraron testigos de trozos de loza china, cristales alemanes, cuero sintético coreano, partículas de relojes suizos y en mal estado de conservación fragmentos de calzones o trajes de baños franceses a juzgar por su asociación a botellas de perfumes. El equipo de especialistas no logró correlacionar estas evidencias con restos de la cultura Iquiqueña. En algún momento se postuló la tesis de que fuera la Zofri, pero la ausencia de chumbeques no permitió un juicio más asertivo, lo cual puso en duda la calidad del muestreo y de los niveles de interpretación de la investigación, porque era notorio que los chumbeques eran cronológicamente anteriores aún al Puerto Libre de Arica... y no necesariamente debían coexistir con productos importados toda vez que este dulce iquiqueño, como Ariel Standen, era un producto único e irrepetible.

    Sin perder el ánimo empírico a continuación se perforó la pampa estéril en otro sector alterno, puesto que las tradiciones orales daban al Barrio El Morro una data antigua y propicia para ubicar testimonios culturales auténticos. Una vez observados los trozos recuperados en microscopios de amplio espectro, se descubrieron abundantes restos de botellas de vinos, maderas impregnadas de pintura nacional roja, trocitos de bordes de balaustradas y fragmentos de fotos cuya iconografía fue identificada con un 70% de acierto en relación a actividades salitreras. La mayor atención se fijó en una huincha de material no identificado que sometido a una prueba paleomusical dio cuenta de un vals peruano con un 95% de certeza. No obstante, en el laboratorio reinaba una franca consternación por decir lo menos. Si bien es cierto que el equipo logró demostrar un acercamiento contextual mayor a un sitio nacional de muy antigua data, tal como se desprende del informe, nada apuntaba a favor de quienes eran, como vivían y que hacían los iquiqueños contemporáneos al momento del desastre. Al respecto, se manejaron dos hipótesis alternativas: habían sondeado un sector del Museo Regional o un extraño Restaurante que bajo un nombre inglés (Wagon?) mantenía reliquias salitreras en un lugar que no lo era y que por un largo tiempo confundió a los investigadores, toda vez que en la época del hundimiento ya no se usaban las vitrolas.

    Tal complejo cultural, con distintos componentes anacrónicos, produjo desazón y bajó el perfil de los investigadores del programa en cuestión con peligro inminente de disminución de los fondos comprometidos. La instalación debió ser trasladada a otro sector que no presentara estas tendencias erráticas en términos de definir por fin el verdadero contexto cultural de Iquique.

    La perforación hizo lo suyo en el sector sur donde se calculaba que podían estar las ruinas con estructuras más resistentes. Los registros succionados esta vez informaron de arenas de playa asociadas a pétalos de flores junto al borde proximal de un preservativo arcaico. Nada más. Este hallazgo llenó de alegría a los científicos, toda vez que por primera vez recogían una evidencia del reino de las emociones desatadas, tal como se vivía en el año 2.300. De inmediato se ampliaron las observaciones detectándose un gran tubo metálico, que terminó en un impresionante depósito de mierda humana y desechos tóxicos de las pesqueras, cuando el negocio irracional casi dejó sin vida el océano iquiqueño en un extraño encuentro entre el Bien y el Mal diseminado en las playas hacia fines del II Milenio.

    Se intentó una última perforación, algo más atrás de la antigua playa referida, entrando la broca esta vez por una gruesa pared de concreto. Un relato oral decía que por allí pasaba una avenida que unía Cavancha con las Primeras Piedras, mientras que un observador indicaba que si la broca estaba ya en la cota de los 70 mts. era porque estaba ingresando al techo de un edificio sellado. Después de tanto esfuerzo, la succión solo permitió clasificar el ítem papel, de distintos grosores, colores y estilos de escrituras claras, en español y algo en inglés, aunque en pequeñísimos fragmentos. Otra vez el debate debió manejar distintas alternativas explicativas. Algunos afirmaron que se trataba del depósito de un diario, otro más divertido habló de una fábrica de chaya, tal vez una editorial, pero siempre

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