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Andorra: Helena Brandywine, #5
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Libro electrónico214 páginas3 horas

Andorra: Helena Brandywine, #5

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Vuela por la libertad.

Helena siempre pensó en Europa como el continente romántico, lleno de historia y misterio aguardando a ser explorado. Lo que encuentra le rompe el corazón, lo deforesta y la asfixio en humo.

Los rusos acechan cada movimiento del Leyenda. ¿Alguna vez escapará de su influencia?

Las viejas naciones se están armando con  nuevas y mortíferas armas accionadas a vapor. ¿Sobrevivirán los humanos para ver el siglo veinte?

¿Deseará Helena vivir el nuevo siglo si es que este llega?

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento29 dic 2020
ISBN9781071581971
Andorra: Helena Brandywine, #5

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    Andorra - Greg Alldredge

    CAPÍTULO 1

    Nunca atraparás al Leyenda si vas a Bermuda, se habrán ido hace mucho. Tu mejor apuesta es buscar un bote rápido a Francia una vez que llegues a Nueva York. Quizás Calais o incluso París. Te enviaré un mensaje a la Estación Gran Central si recibo noticias. Ánimo, mantente impasible. Mantén la fe de que tu prometida está viva, y Helena podrá ser capaz de ayudarte a encontrarla. Sigmund se apoyó en su bastón, dando el mismo consejo que le había dado desde que se tomó la decisión. Su suave acento británico siempre hacía que las malas noticias sonaran mejor.

    Doyle encontró difícil concentrarse. La criatura que le había ayudado en el teatro no había dejado su lado. Hablaba poco, prefiriendo dormir abrazado al cuerpo o el bolso de Doyle.

    Al menos Sigmund había sido lo suficientemente amable de comprar un boleto de primera clase para él y prestarle un puñado de dólares. Era lo último que la finca Brandywine podía hacer, dado que fue Helena la que trajo al demonio que poseyó a Tsang Mei desde el otro lado. Doyle confiaba que Helena lo llevaría ahí para encontrar y rescatar a su prometida.

    Carl se acercó y le dio un abrazo a Doyle. Había estado hablando todo el tiempo, pero Doyle encontraba difícil concentrarse. Envolviéndole en un abrazo de oso, Carl susurró, Solo se cuidadoso y vuelve a salvo a casa. La ciudad necesita hombres como tú.. Al romper el abrazo, Carl extendió su mano, la cual Doyle tomó y estrechó con firmeza. Carl se aclaró la garganta y dijo con una voz más profunda, Mantente lejos de los problemas

    Gracias por todo. Doyle no tenía otras palabras para sus amigos. Se inclinó y agarró su pequeño maletín marrón. Para este viaje, viajaría excesivamente ligero: un par de mudas de ropa, su boina favorita, y la pistola a gas, un regalo de Míster Wizard. Con un rápido saludo, agito su mano antes de abordar el tren expreso y encontrar su cabina.

    En la cabina, una suave voz habló Nunca había estado en un tren

    Doyle casi se salió de su piel ante el sonido. Casi dejo caer su maletín en el asiento de enfrente. La criatura hormiga se movió en un instante para estar en la parte más cómoda y elevada. Descansando en la bolsa, cruzó sus brazos y reposó su tupida barbilla.

    Doyle miró a la criatura, esperando a que hablara. El impulso de tomar su pistola era casi insoportable, pero se controló. ¿Quién eres y qué es lo que quieres?

    La criatura hormiga inclinó su cabeza, como si no hubiera entendido la pregunta. Silencioso en sus pensamientos, pasó un tiempo antes que levantara su pequeño dedo derecho y hablara. ¿Quiénes somos cualquiera de nosotros en realidad? ¿Por qué estamos aquí? ¿Qué es lo que en realidad deseamos en verdad? Esas son las preguntas que los grandes filósofos se hacen, ¿Eres tú un gran filósofo?

    Doyle estaba atónito. No pensó que sus preguntas iniciarían un debate existencialista. Soy un policía. Tiendo a ceñirme a preguntas simples. ¿Cuál es tu nombre? Doyle no tenía más opción que jugar con su demencia o su alucinación. Si la criatura era real, salvó su vida y tenía que estarle agradecido.

    Ah, ahí está, una pregunta tan sencilla como se puede hacer. Ahora me gustaría decirte mi verdadero nombre, pero, viendo que los nombres reales pueden desatar magias impresionantes, te diré el nombre por el cual me hago llamar. ¿Estás de acuerdo?

    Doyle pronto descubrió, una vez que la criatura empezó a hablar, poco lo podría detener. Muy bien, dime el nombre por el cual te gustaría que te llamen

    De acuerdo. La mayoría de la gente me llama Tío Jack, pero dado que seremos amigos por largo tiempo, sugiero que dejemos las formalidades. Tú puedes llamarme Jack. Un momento, me cambiaré por algo un poco más cómodo. Dicho esto, la criatura hormiga se deslizó fuera del maletín, fuera de la vista.

    ¿Qué quieres decir con que estaremos juntos un largo rato? ¿Es acaso algún tipo de deuda de vida? Doyle le preguntó a la criatura invisible. El tren se puso en marcha. Doyle miró por la ventana y ahí estaban Carl y Sigmund despidiéndose.

    ¿Qué? No, por supuesto que no. Así es esto, estaba cansado de corretear por las alcantarillas, y quería salir. Fuiste la primera persona interesante con la que me encontré así que tomé un aventón. Jack salió de detrás del maletín, ahora con forma de un pequeño humano, de doce pulgadas de alto, vistiendo jeans, una camisa blanca y tirantes rojos. Si vivieras en las alcantarillas por algunos años, tú mismo tomarías a la primera persona normal como tu forma de escapar

    ¿Eres real? Doyle se acercó para picar el estómago del pequeño hombrecito.

    Jack apartó el dedo de una palmada Esta puerta no se abre de esa manera, mantén tus manos quietas

    ¿Qué eres tú? Doyle se olvidó de sus amigos fuera del vagón, su atención constante en la diminuta criatura humana.

    Estas llenó de preguntas Jack saltó del maletín y se dirigió a la parte trasera de la cabina donde había un asiento. Poniéndose tan cómodo como pudo en el sillón demasiado enorme para su diminuto cuerpo, dijo, He sido llamado de demasiadas formas, la mayoría no muy halagadoras. Yo prefiero Tío Jack, pero un nombre más común es Knocker o Tommyknocker. ¿Has oído alguna vez de los de mi especie?

    Fascinado Doyle sacudió la cabeza.

    No, no lo creo. Los humanos siempre saben de otros espíritus de la tierra, pero nunca usan a pobres mineros. Los de mi especie viven normalmente en el suelo, en túneles de minas. Yo busco expandir un poco mis horizontes. Ver el mundo, como dicen. Solo tuve suerte contigo.

    No puedo ser la primera persona que te encontraras en las minas... murmuró Doyle.

    Al contrario, he conocido a mucha gente maravillosa. Sin embargo, ninguna de ellas tenía el aura apropiada para apegarme a ella. Ninguna era el tipo especial de loco con el cual prefiero juntarme.

    El tipo especial de loco...

    Puedo decir que tú has visto cosas. Contestaste a mis golpes. La mayoría de la gente jamás lo hubiera hecho. Ellos hubieran ignorado el sonido o se hubieran persignado y corrido. Tú no lo hiciste. Ya fuera por valentía o por estupidez, atravesaste el muro. No cualquiera hubiera hecho eso.

    La palabra que buscas es desesperación

    Puedo trabajar con desesperación, cualquier emoción fuerte en realidad. Me arriesgué a decir que tú creerías cualquier cosa para alcanzar tu objetivo. La mayoría de la gente no es así

    Gracias, supongo. Necesito preguntar ¿estoy loco?

    Si lo dices porque puedes verme y nadie más puede, la respuesta es no. Tiendo a inclinarme hacia los más imaginativos, pero eso no significa que estén locos.

    Doyle se inclinó hacia atrás, aún inseguro si esto era real o un producto de su vivida imaginación. Si vives en las minas, ¿cómo acabaste en las alcantarillas?

    Dije normalmente. Debes aprender a escuchar o esto se convertirá en una relación muy tediosa. La última vez me uní a un marinero. Billy era un buen hombre, aunque no muy brillante. Fue despedido del último barco en que estuvo por contrabandear ron a abordo y estar ahogado de borracho la mayor parte del tiempo. Después de su despido, le pico el bicho del teatro. Empezó a trabaja en los rieles del teatro encima de donde me encontraste. Debió haber dejado de beber antes de subir...Se cayó y se quebró el cuello en ese escenario, frente a una casa llena. La gente le dio una ovación de pie hasta que los dueños se dieron cuenta que no era parte de la obra. El teatro cerró poco después. Yo me mude a las alcantarillas. Hasta que tú llegaste y por poco te matas aporreando tu cabeza contra la mampostería.

    Amm... Doyle tenía más preguntas pero no quería sonar estúpido con si ingenuidad.

    ¿Quieres saber cómo un espíritu de la tierra terminó atado a un marinero? Es una larga historia. Soy un hombre viejo, incluso para un Knocker. Si te contara toda mi vida, tomaría una considerable cantidad de tiempo. Jack sacó una pequeña pipa y la llenó con tabaco. Lo que necesitas recordar ahora mismo es como mantenerme feliz y sin malicia: dame pastel...o cualquier tipo de postre, en realidad. Tengo una debilidad por las cosas dulces

    Veré que puedo hacer Doyle se sentó de nuevo, listo para el viaje de cuatro días a la ciudad de Nueva York y las historias que iba a aprender de su acompañante inesperado. Jack. Que nombre tan ordinario para una criatura legendaria.

    <=OO=>

    Sigmund miró el tren partir. Carl se paró calladamente junto a él. Estoico, Sigmund no podía descifrar los pensamientos de Carl.

    Necesito enviar un telegrama a mi hermana. Faith se asegurará de conseguir un buen barco para él. Carl se giró hacia la oficina de telégrafos.

    El bastón de Sigmund hizo click en la plataforma de la estación, su yeso lo hizo cojear detrás de Carl. No sabía que tenías familia en Nueva York.

    Al norte de la ciudad, pero lo suficientemente cerca para ayudar. Carl se detuvo y espero a Sigmund. ¿Podrías ayudar con los gastos? El dinero podría estar ajustado par mi familia

    Le he dicho a Doyle que la finca Brandywine financiará su búsqueda. Todo lo que necesita hacer es enviar un telegrama y podré transferirle fondos. Tiene mil dólares para empezar. Rebasó a Carl cojeando rápidamente. "Una vez que contactemos a Doyle y al Leyenda, coordinaremos el encuentro de la pareja."

    Carl miró hacía donde estuvo el tren. ¿Crees que algún día volveremos a verlos?

    Unos pasos más adelante, Sigmund se detuvo y espero al reportero. Solo puedo hablar por mí. Tengo toda la intención de volver a ver a Helena. Espero que cuando ese momento llegue, Doyle y todos nuestros amigos la estarán acompañando. Sin embargo, soy realista. Entiendo que lo que están por hacer está plagado de peligros. Incluso el más mundano viaje al extranjero tiene algo de riesgo. Solo podemos esperar que sean lo suficientemente fuertes para superar las adversidades.

    Eso no es muy tranquilizador.

    No esperaba que lo fuera. Ahora, ¿podemos contactar a tu familia? Aún deseo tener un tête-a-tête con tu jefe.

    Sabes que no puedo confrontar al Señor Beast directamente. Perdería mi trabajo. Carl avanzó los pasos que faltaban para estar al lado de Sigmund.

    Entiendo eso, pero creo que estoy lo suficientemente bien ahora como para discutir su ataque a nuestra propiedad, y de ser necesario, sacarle la verdad a golpes. Sigmund golpeó con fuerza su bastón contra la plataforma.

    No estoy seguro que una confrontación directa sea lo más efectivo. Lo que Beast entiende mejor es el dinero

    Estoy muy consciente de cómo operan los ricos. Estoy trabajando en un pretexto más sutil pero necesito mantener su atención en el ataque directo.

    ¿Serías tan amable de compartir tu conocimiento conmigo?

    Aprendí hace mucho, que un secreto sigue siendo un secreto en tanto solo uno posea la información. Y me temo que este tendrá que ser el caso hasta que todo esté listo. Una vez que la trampa este en posición, tendré un enorme placer en lanzarla sobre ese arrogante hombre llamado Beast.

    Recuerda que él cree que está por encima de la ley, su dinero lo protegerá de cualquier delito. Carl le abrió la puerta a Sigmund una vez llegaron a la oficina de telégrafos.

    Sigmund inclinó su sombrero en agradecimiento. Entiendo el poder que el rico percibe que le da el dinero. También entiendo el arte de usar una ventaja percibida y convertirla en desventaja. Dame tiempo de preparar la trampa. Por ahora necesitamos que él se enfoque donde lo necesitamos. En mí.

    Eso podría ser peligroso, incluso fatal para ti. Carl observó al anciano.

    Podría ser, pero ¿qué es la vida si no se usa con sabiduría? Ahora estoy enojado. Habrá que hacer algo para dañar al hombre que echó a Helena fuera de la ciudad. Haré lo que pueda para conseguir mi objetivo.

    Sigmund detectó la expresión de preocupación escrita en las arrugas de la frente de Carl, pero ahora no era el momento para sentarse tranquilamente y mirar. ¡Su cuerpo al fin estaba lo suficientemente sano para la acción!

    CAPÍTULO 2

    Una vez que el barco dejó Saint Augustine, Helena se encerró en su camarote. Estudió detenidamente el diario de su padre buscando cualquier indicio de su última búsqueda. Desafortunadamente había pocas pistas acerca de la naturaleza de su destino.

    El diario contenía los planes e ideas para una gigantesca máquina impulsada con éter. El solo pensar en tal dispositivo le hacía helar la sangre. Tiempo...

    Necesitaba un descanso, el confinamiento entre las paredes de su cabina le trajeron una sensación de tristeza en su estado de ánimo que ya no podía tolerar. El aire fresco hizo maravillas para aliviar su melancolía, ahora era el momento de dar un paseo por las cubiertas superiores del Leyenda.

    En la cubierta rápidamente encontró a Rosa encaramada en el cabestrante. Cuchillo en mano, rebanaba grandes trozos de una manzana y se los metía a la boca.

    La vista le trajo recuerdos de su conductor fallecido Lane, y su hábito de comer fruta de la misma manera. Su vida se había convertido en un campo minado de recuerdos esperando a asaltarla sin previo aviso.

    Muchas cosas acerca de Rosa le recordaban a Lane, pero ahora mismo necesitaba compañía, no recuerdos, así que apartó los pensamientos de su mente y se acercó a saludar a Rosa. Buenos días, gritó mientras se acercaba.

    Rosa respondió en su lento acento tejano, buenos días. Le ofreció un trozo de manzana roja a Helena.

    Ella lo aceptó, incapaz de recordar la última vez que había comido, la manzana le supo más dulce de lo que esperaba.

    Rosa continuó. ¿Encontraste algo en tu búsqueda?

    Helena apenas pudo ocultar su sorpresa. ¿Cómo sabía Rosa lo que habías estado haciendo? El shock en su rostro debió delatar su asombro.

    Rosa rio entre dientes antes de continuar. No te preocupes, no soy un espía. Phoebe me dijo que te encerrarías por horas leyendo libros y buscando ideas y todo eso. Cortó otro trozo de manzana.

    Tratando desesperadamente de mejorar el ambiente, Helena levantó su mano pidiendo otro pedazo. Leía un libro, el libro de mi padre, tratando de descubrir a donde deberíamos dirigirnos a continuación. Pero no tuve éxito. Siento que lo estoy decepcionando, como si estuviera como si estuviera decepcionando a mis padres al encontrarlos. Helena se metió el trozo de manzana a la boca.

    Rosa la miró y Helena podía sentir como elegía cuidadosamente sus siguientes palabras. Te conozco apenas hace algunos días, pero he llegado a una conclusión. Pones mucha culpa sobre tus hombros. Culpa que podría no estar justificada.

    Helena sintió su espalda tensarse ante sus palabras. Jamás nadie había hecho una observación tan aguda sobre ella. ¿A qué te refieres? dijo tratando de sonar mesurada.

    Aprendí hace mucho que puedes controlar poco en la vida excepto a ti mismo. Entiendo que necesites encontrar que sucedió con tus padres, pero no eres responsable de las acciones de ellos. Rosa metió otro trozo de manzana a su boca.

    No me había dado cuenta que lo hacía... dijo Helena interrumpiéndola.

    "Lo sé. Fui en búsqueda de mi hermano, y tú me ayudaste a encontrarlo, y por eso te estoy agradecida. No quería dejarlo atrás con los Grunches, pero esa fue su

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