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La transición en México: Historia documental, 1910-2010
La transición en México: Historia documental, 1910-2010
La transición en México: Historia documental, 1910-2010
Libro electrónico1022 páginas21 horas

La transición en México: Historia documental, 1910-2010

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Una ambiciosa colección de documentos que ensamblan un relato coherente sobre el centenario intento mexicano de transitar hacia la democracia, uno de cuyos hilos conductores es la obsesión nacional por tener elecciones equitativas, limpias y confiables. Hay mucho más que eso en este volumen. El libro se complementa con un DVD con más de 15 000 cuartillas con la versión íntegra de los documentos incluidos en estas páginas, entre otros, una excepcional recopilación de documentos de la guerrilla de las décadas de 1960 y 1970.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento27 may 2011
ISBN9786071606648
La transición en México: Historia documental, 1910-2010

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    La transición en México - Sergio Aguayo Quezada

    saguayo@colmex.mx

    Primera Parte

    Un largo y tortuoso recorrido

    1910-1963

    Introducción

    La transición se entiende como el proceso por el cual hemos ido desmontando el régimen autoritario y construyendo uno más democrático. Considero que la fecha de inicio es 1963 porque ese año hubo una reforma electoral importante. Cuando termino esta obra, en 2010, el proceso aún no concluye. Uno de los primeros dilemas para los inconformes fue optar entre la vía armada y la pacífica. Poco a poco la mayoría se decantó contra la violencia, y la lucha se libró en torno a la limpieza y confiabilidad de las elecciones.

    Para entender la transición hay que retroceder a 1910. Después de todo, la Revolución Mexicana se inició para combatir el fraude cometido en la primera elección moderna (ya después se le añadirían al movimiento armado reivindicaciones sociales y económicas, que luego minimizaron el atractivo del voto).

    Debe enfatizarse que la violencia era parte integral de la política. Tanto así que hasta el intelectual José Vasconcelos primero denunció el fraude en su contra y luego dejó el país anunciando que regresaría, cuando hubiera un grupo de hombres armados que hicieran valer su victoria. No fue el único opositor que intentó obtener a balazos lo que las urnas y/o el fraude le negaban.

    Al mismo tiempo, hubo un intento de paciente construcción de leyes e instituciones que lentamente fueron valorizando el sufragio. Es una historia en la cual los extranjeros tuvieron un papel que aquí se recupera porque es indispensable para entender lo que ha pasado.

    [NOTA: La versión íntegra de los documentos está en www.sergioaguayo.org]

    I. La elección de 1910 y la Revolución

    Los prolegómenos

    Porfirio Díaz estuvo en el poder varias décadas y entre los opositores que iban surgiendo aparecía, una y otra vez, el sueño de lograr que México fuera una república democrática en la que se respetarían las libertades y se disputaría el poder por medios democráticos.

    REGENERACIÓN

    Tenemos que demostrar a la tiranía que los atentados y los atropellos de que somos objeto no nos convencen de su bondad, que, por el contrario, mientras más se haga mofa de nosotros, mientras más se nos veje, más y más arraigará en nosotros la convicción de que necesitamos una República y no una monarquía que oculta su absolutismo bajo el ropaje de las democracias, porque tiene el pudor de los leprosos: disimula su inmundicia con la hipocresía de las vendas […]

    Los buenos liberales debemos unirnos y fortalecernos para educar al pueblo, ya que el presidente Díaz sólo se ha preocupado por permanecer en la presidencia. Eduquemos al pueblo, formemos ciudadanos. Tengamos valor para ello […]

    Editorial. Regeneración, Regeneración, núm. 49, 7 de agosto de 1901, en Armando Bartra (comp.), Regeneración 1900-1918, México, Hadise, 1972, pp. 167-170, citado en Javier Garciadiego, La Revolución Mexicana, crónicas, documentos, planes y testimonios, México, UNAM, 2003, pp. 43-44 y 49.

    PROGRAMA DEL PARTIDO LIBERAL

    Julio 01 de 1906

    Los puntos de este Programa no son ni pueden ser otra cosa que bases generales para la implantación de un sistema de gobierno verdaderamente democrático.

    Reformas constitucionales

    1. Reducción del periodo presidencial a cuatro años.

    2. Supresión de la reelección para el presidente y los gobernadores de los estados. Estos funcionarios sólo podrán ser nuevamente electos hasta después de dos periodos del que desempeñaron.

    5. Reformar y reglamentar los artículos 6 y 7 constitucionales suprimiendo las restricciones que la vida privada y la paz pública imponen a las libertades de palabra y de prensa, y declarando que sólo se castigarán en este sentido la falta de verdad que entrañe dolo, el chantaje, y las violaciones de la ley en lo relativo a la moral.

    Programa del Partido Liberal, en Lilia Díaz López (comp.), Planes políticos y otros documentos, México, FCE, 1954, pp. 3-29, cit. en Javier Garciadiego, La Revolución Mexicana, crónicas, documentos, planes y testimonios, México, UNAM, 2003, pp. 57-58, 60-61.

    [Completo en www.sergioaguayo.org]

    En 1908 James Creelman publicó un largo texto sobre México. Es una mezcla curiosa de reportaje, proclama y entrevista a Porfirio Díaz. El periodista no le hacía preguntas difíciles al gobernante, quien pudo lanzar el mensaje que quiso. Incluyo algunas ideas del reportero para ilustrar su parcialidad.

    Para el estadunidense, la mano de hierro [de Porfirio Díaz] ha convertido las masas guerreras, ignorantes, supersticiosas y empobrecidas de México, oprimidas por siglos de crueldad y avaricia española, en una fuerte, pacífica y equilibrada nación que paga sus deudas y progresa. Ha gobernado la República por 27 años con tal energía que las elecciones se han convertido en meras formalidades.

    A continuación presento aquellos comentarios de Porfirio Díaz que reflejan la alta opinión que tenía de su papel en la historia.

    […] Es un error suponer que el futuro de la democracia en México ha sido puesto en peligro por la prolongada permanencia en el poder de un solo presidente —dijo en voz baja—. Puedo con toda sinceridad decir que el servicio no ha corrompido mis ideales políticos y creo que la democracia es el único justo principio del gobierno, aun cuando llevarla al terreno de la práctica sea posible sólo en pueblos altamente desarrollados.

    […] Es un sentimiento natural en los pueblos democráticos el que sus dirigentes deban ser cambiados. Estoy de acuerdo con ese sentimiento.

    […] Recibí este gobierno de manos de un ejército victorioso, en un momento en que el país estaba dividido y el pueblo impreparado para ejercer los supremos principios del gobierno democrático. Arrojar de repente a las masas la responsabilidad total del gobierno, habría producido resultados que podían haber desacreditado totalmente la causa del gobierno libre.

    Sin embargo, a pesar de que yo obtuve el poder principalmente por el ejército, tuvo lugar una elección tan pronto que fue posible y ya entonces mi autoridad emanó del pueblo. He tratado de dejar la presidencia en muchas y muy diversas ocasiones, pero pesa demasiado y he tenido que permanecer en ella por la propia salud del pueblo que ha confiado en mí. El hecho de que los valores mexicanos bajaran bruscamente once puntos durante los días que la enfermedad me obligó a recluirme en Cuernavaca, indica la clase de evidencia que me indujo a sobreponerme a mi inclinación personal de retirarme a la vida privada.

    […]

    He esperado pacientemente porque llegue el día en que el pueblo de la República Mexicana esté preparado para escoger y cambiar sus gobernantes en cada elección, sin peligro de revoluciones armadas, sin lesionar el crédito nacional y sin interferir con el progreso del país. Creo que, finalmente, ese día ha llegado. [Las cursivas son del autor.]

    […]

    Los indios, que son más de la mitad de nuestra población, se ocupan poco de la política. Están acostumbrados a guiarse por aquellos que poseen autoridad, en vez de pensar por sí mismos. Es esta una tendencia que heredaron de los españoles, quienes les enseñaron a abstenerse de intervenir en los asuntos públicos y a confiar ciegamente en que el gobierno los guíe. Sin embargo, yo creo firmemente que los principios de la democracia han crecido y seguirán creciendo en México.

    […]

    No importa lo que al respecto digan mis amigos y partidarios, me retiraré cuando termine el presente periodo y no volveré a gobernar otra vez. Para entonces, tendré ya ochenta años.

    El país ha confiado en mí, como ya dije, y ha sido generoso conmigo. Mis amigos han alabado mis méritos y pasado por alto mis defectos. Pero podría ser que no traten tan generosamente a mi sucesor y que éste llegara a necesitar mi consejo y mi apoyo; es por esto que deseo estar todavía vivo cuando él asuma el cargo y poder así ayudarlo.

    […]

    Doy la bienvenida a cualquier partido oposicionista en la República Mexicana —dijo—. Si aparece, lo consideraré como una bendición, no como un mal. Y si llega a hacerse fuerte, no para explotar sino para gobernar, lo sostendré y aconsejaré, y me olvidaré de mí mismo en la victoriosa inauguración de un gobierno completamente democrático en mi país.

    […]

    Juan Ma. Luján (pról.), Entrevista Díaz-Creelman, México, UNAM, 1963, pp. 11-13 y 16-17, Cuadernos del Instituto de Historia, serie documental núm. 2.

    El largo texto de Creelman terminaba con unas palabras del secretario de Estado Elihu Root. Sus grandilocuentes y desproporcionados elogios son un reflejo de lo que pensaban los estadunidenses de Porfirio Díaz. Las implicaciones concretas las apreciará el lector cuando vea una selección de documentos oficiales estadunidenses acerca de la elección presidencial de 1929.

    Me ha parecido a mí, que de todos los hombres que hoy viven, el que más vale la pena ver es el general Porfirio Díaz, de México. Porque aun considerando los rasgos aventureros, atrevidos e hidalgos de su carrera, cuando se considera el vasto programa de gobierno que su valor y sabiduría aunados a su carácter imperioso, ha cumplido; cuando se considera su atrayente personalidad única, no hay ser viviente hoy día a quien quisiera yo ver con más interés que al presidente Díaz. Si fuera poeta, escribiría su elogio. Si músico, marchas triunfales. Si mexicano, sentiría que una devota fidelidad de toda la vida no pagaría todo lo que él ha hecho por el que sería mi país. Pero como no soy ni poeta, ni músico, ni mexicano, sino solamente un norteamericano que ama la justicia y la libertad y que espera ver su reino entre la humanidad progresar y fortalecerse, veo a Porfirio Díaz, presidente de México, como uno de los grandes hombres que debe ser considerado modelo de heroísmo por el género humano.

    Juan Ma. Luján (pról.), Entrevista Díaz-Creelman, México, UNAM, 1963, p. 51, Cuadernos del Instituto de Historia, serie documental núm. 2.

    La campaña y el fraude

    Francisco I. Madero le tomó la palabra a Díaz. Rescato unos párrafos escritos por Josefina MacGregor sobre las elecciones de 1910, que enmarcan muy bien el significado de aquella campaña.

    Resulta incuestionable que fue Madero el primer candidato presidencial que realizó una campaña electoral de tintes modernos. Mucho se ha insistido que, influido por los sistemas políticos vigentes en Estados Unidos y en Francia, observados durante su estancia en esos países, Madero quería algo semejante para su país. De allí que, poco después de regresar a México, en 1904, participara en las elecciones municipales, y al año siguiente, en la organización del Club Democrático Benito Juárez y la publicación de dos periódicos, uno de ellos El Demócrata, para intervenir en las elecciones gubernamentales de Coahuila.

    Los resultados negativos de esta campaña no lo desanimaron, por el contrario, lo llevaron al convencimiento de que la imposición oficial sólo podría combatirse en las elecciones federales que se realizarían en 1910, a través de la participación de un gran contingente ciudadano nacional. Así, la respuesta fue la preparación detallada y concienzuda para las elecciones presidenciales que debían celebrarse en esta fecha.

    Las medidas de Madero fueron diversas: establecer contactos y relaciones con los críticos y opositores del régimen, primordialmente epistolar; elaborar y sentar las bases para crear un partido político de carácter nacional (en los procedimientos fue pionero); encabezar campañas políticas; publicar periódicos y escribir artículos y un libro: La sucesión presidencial en 1910. El Partido Democrático.[1] Todo ello desembocó en una campaña electoral sin precedentes en México que, debido a la imposición oficialista también terminó en fracaso, pero que lo condujo al liderazgo de la revolución.

    Josefina MacGregor, Intentos democratizadores: las campañas presidenciales de 1910 y 1911, en Georgette Emilia José Valenzuela (coord.), Candidatos, campañas y elecciones presidenciales en México. De la República restaurada al México de la alternancia: 1867-2006, tomo I, México, Instituto de Investigaciones Sociales-UNAM, en prensa.

    Entre las muchas irregularidades cometidas por el régimen en aquella elección estuvo la detención del principal candidato opositor. La protesta del Partido Nacional Anti-reeleccionista detalla el hecho y una carta de Madero a Porfirio Díaz capta sus opiniones sobre la calidad de la elección.

    ENCONTRÁNDOSE ya este Comité en conocimiento de los antecedentes, móviles y circunstancias que rodearon la aprehensión en Monterrey del C. Francisco I. Madero candidato a la Presidencia de la República, no puede menos que hacer constar su solemne y energética protesta, ante la Nación Mexicana y ante todo el mundo civilizado, contra el atropello de que es víctima aquel esforzado ciudadano que no ha hecho más que llamar al pueblo al cumplimiento de sus deberes cívicos dentro del orden y de la ley.

    Pero este Comité no quiso formular su solemne protesta antes de estar en posesión de todos los datos referentes a la aprehensión de nuestro candidato. Hoy que esos detalles son del dominio público; hoy que se conocen las irregularidades flagrantes cometidas por las autoridades promovedoras y ejecutado las de la aprehensión; hoy que se sabe que la policía, sin orden para ello, hizo una irrupción domiciliaria en la morada del candidato, allanando el sagrado de su hogar y atropellando brutalmente a las damas de su familia; hoy que se sabe que un jefe de policía detuvo con amagos un convoy ferrocarrilero, para dar tiempo a que un juez fuese buscado y se fraguase una orden de aprehensión que hasta aquellos momentos no existía; hoy, decimos, ante todos esos desafueros que promueven un vivo y justificado bochorno en nuestro sentimiento de dignidad y de civilizaciones nacionales, hemos oír nuestra serena, pero enérgica y solemne protesta:

    El Comité Ejecutivo Electoral, por sí y en nombre de todos los miembros de los partidos Nacional Anti-reeleccionista y Nacionalista Democrático, ante la faz de la nación Mexicana, ante su gobierno y ante todo el mundo civilizado, protesta enérgicamente contra el atropello de que es víctima el ciudadano Francisco I. Madero, y expresa su esperanza de que para satisfacer la indignación nacional y para comprobación del progreso que nuestra República ha alcanzado, la augusta Justicia emita en breve sus voces de necesaria reparación y, a la par que reconozca la legitimidad de los derechos que ha ejercido el ciudadano Madero, señale a quienes los han conculcado para que sean castigados, sean quienes fueren.

    Comité Ejecutivo Electoral de la Convención Nacional Independiente. Solemne protesta ante la nación y el mundo civilizado, 10 de junio de 1910, en Federico González Garza, Revolución Mexicana: mi contribución político-literaria, México, INEHRM, 1985, pp. 123-124.

    DOCUMENTO No 4.

    Publicada por el Monitor Democrático,

    en su alcance al No 15

    CARTA ABIERTA AL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA

    Penitenciaría del Estado, Monterrey, N. L.

    15 de junio de 1910

    Sr. Gral. Porfirio Díaz.

    México, D. F.

    Muy señor mío:

    En su carta del 27 de abril próximo pasado, me decía Ud: En la ley encontrarán tanto las Autoridades como los ciudadanos, el camino seguro para ejercitar sus derechos y que la Constitución no lo autorizaba a Ud. para ingerirse en los asuntos que pertenecen a la soberanía de las Entidades Federativas.

    A pesar de ello, la ley, aunque observada por mis partidarios, ha sido frecuentemente violada por los de Ud. que ocupan puestos públicos, y aunque se desprendía de su carta que la Federación no podía intervenir en los Estados para que se respetaran las garantías individuales, en cambio sí ha intervenido para apoyar los atropellos cometidos por las autoridades locales, como pasó aquí en Monterrey, en donde, para disolver una pacífica y ordenada manifestación en mi honor, prestaron ayuda fuerzas federales del regimiento de rurales.

    Eso está en la conciencia de todos y Ud. mismo lo dio a entender en su entrevista con Creelman, así es que no puede negarse; pero aunque no fuera así, el hecho innegable es que en toda la República los partidarios de Ud. que ocupan puestos públicos, están cometiendo toda clase de atentados contra mis partidarios y hasta contra mí mismo, acusándome de injurias a usted, basándose para ello en el testimonio del Sr. Lic. Juan R. Orcí, que confeccionó un discurso a su gusto y me lo atribuyó como pronunciado en San Luis Potosí. ¡Así es que una calumnia de uno de sus partidarios y la complacencia de los jueces y demás autoridades, me han privado de mi libertad!

    De lo expuesto se desprende, claramente, que Ud. y sus partidarios rehuyen la lucha en el campo democrático, porque comprenden que perderían la partida y están empleando las fuerzas que la Nación ha puesto en sus manos para que garanticen el orden y las instituciones, no para este fin, sino como arma de partido para imponer sus candidaturas, en las próximas elecciones.

    Pero no tienen Uds. en cuenta que la Nación está cansada del continuismo, que desea un cambio de gobierno, pues desea estar gobernada constitucionalmente y no paternalmente: La Nación no quiere ya que Ud. la gobierne paternalmente, ni mucho menos que la gobierne el Sr. Corral.

    Pero si Ud. y el Sr. Corral se empeñan en reelegirse a pesar de la voluntad nacional, y continuando los atropellos cometidos recurren a los medios puestos en práctica hasta ahora para hacer triunfar las candidaturas oficiales, y pretenden emplear una vez más el fraude para hacerlas triunfar en los próximos comicios, entonces, señor General Díaz, si desgraciadamente por ese motivo se trastorna la paz, será usted el único responsable ante la Nación, ante el mundo civilizado y ante la Historia.

    Soy su atento servidor.

    FRANCISCO I. MADERO.— Rúbrica.

    Francisco I. Madero, Carta Abierta al Presidente de la República, 15 de junio de 1910, en Federico González Garza, Revolución Mexicana: mi contribución político-literaria, México, INEHRM, 1985, pp. 433-436.

    Los comicios se realizaron en junio y julio de 1910. El Partido Anti-reeleccionista presentó a la Cámara de Diputados un informe de más de 600 páginas documentando las irregularidades. Ponían en tela de juicio la legitimidad de quienes gobernaban y pedían la anulación de los comicios. La selección que a continuación presento es algo larga porque los métodos denunciados volverían a presentarse, con mayor o menor intensidad, durante el siguiente siglo.

    CIUDADANOS QUE INTEGRAN LA MESA DE LA PRIMERA JUNTA PREPARATORIA DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS. CORRESPONDIENTE AL XXV CONGRESO DE LA UNIÓN:

    Los infrascritos, ciudadanos mexicanos en el pleno ejercicio de nuestros derechos políticos, ante esa Honorable junta respetuosamente exponemos:

    Desde que los anti-reeleccionistas comenzaron sus pacíficos trabajos, desatáronse en su contra vergonzosas e inicuas persecuciones; sucedieron las deportaciones; las nefandas puertas de las cárceles abriéronse para castigar su altivez; un silencio de muerte se dió en las redacciones de los periódicos al jubiloso estrépito que proceden de esos divinos instrumentos generadores del verbo libre, mientras la prensa semifocal acumulaba infamia tras infamia sobre maculadas reputaciones; la brutal amenaza y el ruin amago de cacique, espantosa gangrena social, se esgrimió de día y de noche para ahuyentar al ciudadano del club, de la asamblea, de la manifestación, de todos aquellos lugares en donde siempre ofició el Derecho y de donde habrá de brotar tarde o temprano la salud verdadera de la Patria.

    No había que vacilar; se recurrió al viejo expediente de la violencia y el fraude; las persecuciones continuaron, recrudeciéndose pocos días antes de que se verificaran las elecciones; las mesas directivas de los clubes fueron encarceladas en masa, privando con esto a los ciudadanos de sus guías naturales y restando fuerzas a la oposición; en todo el país, con excepción de la capital de la República y alguna que otra ciudad, fue negado en lo absoluto el derecho de reunión encargándose la policía de disolver sistemáticamente las juntas y asambleas, impidiendo así que el pueblo se instruyese en sus obligaciones y prerrogativas y prepararse sus trabajos electorales.

    No se repartieron boletas a numerosos ciudadanos, ni se les entregaron cuando se presentaron a reclamarlas; las mesas aparecieron instaladas antes de la hora fijada por la ley; las autoridades convertidas en dóciles instrumentos de los corralistas, designaron de antemano a sus más seguros agentes para integrar las mesas, con la consigna de ganarlas, cualesquiera que fueran los medios reprobados e ilícitos que tuvieran que emplear: los instaladores, que como comisionados del Gobierno, deberían retirarse una vez llamada su comisión, jamás lo hicieron, antes bien obraron de tal modo que siempre resultaron presidentes de las mesas, firmando al fin a favor de ellos mismos las credenciales de electores.

    El fraude fue en todas partes descarado; las mesas estuvieron en continua comunicación con las autoridades políticas y con los jefes de policía; si los anti-reeleccionistas estaban por ganar una elección rápida y disimuladamente se sacaba del cajón de la mesa un fajo de boletas falsificadas y por arte de prestidigitación todas las cosas cambiaban, y cuando no se tenían ocultas esas boletas, salía violentamente de la casilla cualquier secretario o escrutador a dar parte a dichas autoridades, y en el acto llegaba un gendarme con el rollo de falsas boletas y las ponía en manos del presidente, diciéndole, unas veces con infinito descaro y otras con absoluta inconciencia, que se las enviaba el jefe político, el presidente municipal, el comisario de policía, o el leader corralista que en automóvil recorría las casillas para atender en el acto cualquiera emergencia de esa naturaleza. Si a pesar de tanto manejo ilícito y ostensiblemente fraudulento, los anti-reeleccionistas llegaban a ganar alguna elección esto tenía sin cuidado a los corralistas; el caso estaba previsto: se rehacía el expediente y se suplantaba toda la elección, haciéndola recaer en la persona que la consigna mandaba; al fin y al cabo allá se las compondrían en los Colegios Electorales.

    En cuanto a amenazas y violencias, éstas se cometieron en la misma escala que el fraude. La policía se apostó fuera y dentro de las casillas; la fuerza armada estuvo no sólo amenazadora, sino que por las vías de hecho impidió en la mayoría de los casos que los ciudadanos sufragaran; las consignaciones a la autoridad fueron numerosas, lográndose con tan eficaz procedimiento que muchas casillas estuvieran desiertas.

    En la lectura de la parte que sigue debe recordarse que la elección de 1910 fue indirecta, es decir, los ciudadanos nombraban a un representante que emitiría su voto después de ser aprobado por los Colegios Electorales.

    En estas desgraciadas condiciones, repetimos, los anti-reeleccionistas, los defensores de la Ley, los respetuosos de la Constitución, siguieron su calvario hasta los Colegios Electorales en donde fueron a clamar justicia, a elevar sus protestas. Pero si en las elecciones primarias habían sido atropellados en todos sus derechos, en las secundarias fueron vejados y escarnecidos en sus sentimientos y en su dignidad de hombres.

    […] ¿Quién no recuerda con indignación que hubo autoridades políticas que cuando los electores anti-reeleccionistas se presentaron a registrar sus credenciales, en vez de llenar ese requisito en cumplimento de una ley terminante, ordenaron que los electores fueran encarcelados? ¿A qué ciudadano digno no se le subleva el ánimo recordando que hubo otros caciques que no sólo no registraron ni devolvieron las credenciales, sino que con el mayor desprecio las hicieron pedazos a la vista de aquellos ciudadanos que con espantosa resignación se limitaban a contemplar el atroz ultraje?

    […] Con semejantes procedimientos fueron diezmadas las falanges de nuestros electores, y así maltrechos por la iniquidad, llegaron a los Colegios Electorales a librar nueva y desigual batalla.

    Desde luego, encontraron que la mayoría de los electores gobiernistas carecían de los requisitos legales para serlo; pues el que no tenía mando político, tenía jurisdicción y el que carecía de ésta, no estaba domiciliado en la Sección.

    Desde esos momentos todo camina a medida del deseo; no se da lectura a las actas; no se hacen contar las protestas; las juntas se reúnen o no en los días que marca la ley; qué más da; todos son agentes de alguien que está arriba y que hay que obedecer; automáticamente aquellos pobres seres van depositando unos papeles que les han puesto en las manos, y caminan como hipnotizados, con una impersonalidad que aterra o con un cinismo que espanta.

    […] Los gobiernistas, con su posición ventajosísima de tener al frente de la Secretaría de Gobernación a su candidato a la Vicepresidencia, pudieron impunemente recorrer toda la obscura gama del fraude, usando los procedimientos más reprobados, echando mano de recursos los más ilícitos y de expedientes los más descarados para falsear por completo el sufragio popular. Puede decirse que toda su labor consistió en ir contraviniendo una por una las disposiciones que contienen las leyes, tanto secundarias como constitucionales, en materia de elecciones.

    De ahí que en el fondo de todos los espíritus, de ahí que en la conciencia nacional y hasta en el propio fuero interno de los infractores; lo mismo en el hogar como en las avenidas; en los talleres como en las escuelas; en las fábricas como en los campos, existe un íntimo, sincero y profundo convencimiento de que las elecciones verificadas en los meses de junio y julio de este glorioso año de Centenario, fueron en su inmensa mayoría, completamente nulas por haber sido violadas las leyes tutelares del procedimiento electoral.

    […]

    A los HH. Miembros de la Mesa de la Primera Junta Preparatoria de la XXV Legislatura de la Unión, se sirvan:

    I.- Tener por presentado en tiempo y forma el presente Memorial con los documentos y expedientes que se acompañan, según especificación hecha en el inventario adjunto, reclamando la nulidad de las elecciones federales verificadas en la República Mexicana en los meses de Junio a Julio del corriente año, especialmente en los casos concretos a que se refieren los expresados documentos.

    México, 1º de Septiembre de 1910

    SUFRAGIO EFECTIVO. NO REELECCIÓN

    El 2º Vocal en funciones de Presidente, Federico González Garza. — primer Vocal suplente, Lucio Cabrera. — 3er. Vocal, Octavio Bertrand. — 4º Vocal, Munguía Santoyo. — 5º Vocal, Manuel Urquidi. — 6º Vocal, Filomeno Mata. — 7º Vocal suplente, Arnulfo Serrano Ortiz. — 8º Vocal, Rafael Martínez. — 2º Secretario, Fortino B. Serrano Ortiz. — 3er. Secretario, Rafael D. Beltrán. — 4º Secretario, Vicente Aldama.

    Memorial, en Federico González Garza, Revolución Mexicana: mi contribución político-literaria, México, INEHRM, 1985, pp. 155-164 y 186-187.

    El Legislativo se tomó nueve días para responderles que su petición se turnaba a Comisiones.

    En la Junta preparatoria celebrada hoy, se aprobó el Dictamen presentado por la primera Comisión Escrutadora para Diputados que consulta el acuerdo siguiente:

    Dígase a los CC. Federico González Garza y demás signatarios del memorial de primero de septiembre de mil novecientos diez, que no ha lugar a lo que solicitan. En atención a que en dicho memorial se objeta la validez de las elecciones de Presidente y Vice-Presidente de la República, Magistrados de la Corte Suprema de Justicia, y Senadores por el Distrito Federal, resérvese dicho memorial con sus anexos para que pase el estudio de las Comisiones que correspondan.

    Lo que participamos a ustedes para su conocimiento.

    México, septiembre 10 de 1910

    SECRETARIO, GENARO GARCÍA. — SECRETARIO, F. M. DE OLAGUÍBEL.

    Oficio de la Cámara de Diputados declarando no haber lugar a la anulación de las elecciones federales de 1910, 10 de septiembre de 1910, en Federico González Garza, Revolución Mexicana: mi contribución político- literaria, México, INEHRM, 1985, p. 191.

    Y a finales de septiembre llegó el No ha lugar definitivo.

    La Cámara de Diputados del Congreso General, erigida en Colegio Electoral, en la sesión de hoy, se sirvió aprobar el dictamen emitido por su Gran Comisión, que concluye con el punto resolutivo siguiente:

    Dígase a los signatarios de los memoriales de 1, 8 y 23 de este mes, que no ha lugar a declarar la nulidad de las elecciones verificadas en los meses de junio y julio de este año para la renovación total del Poder Ejecutivo y parcial del Poder Judicial, ambos de la Federación.

    Lo que participamos a ustedes para los efectos correspondientes. — México, septiembre 27 de 1910. — Vicente Villada Cardoso. — A. De la Peña y Reyes, A los CC. Federico González Garza, etc.- Calle del 5 de Mayo No 32. — Departamento 304. — Presentes".

    Respuesta a la solicitud de nulidad, 27 de septiembre de 1910, en Federico González Garza, Revolución Mexicana: mi contribución político-literaria, México, INEHRM, 1985, p. 151.

    Revolución y posrevolución

    Agotadas las vías legales los derrotados por el fraude convocaron al levantamiento armado que desencadenó una revolución que tuvo como bandera la consigna acuñada por José Vasconcelos: Sufragio efectivo, no reelección.

    PLAN DE SAN LUIS POTOSÍ

    Los pueblos, en su esfuerzo constante porque triunfen los ideales de libertad y justicia, se ven precisados en determinados momentos históricos a realizar los mayores sacrificios.

    Nuestra querida patria ha llegado a uno de esos momentos: una tiranía que los mexicanos no estábamos acostumbrados a sufrir, desde que conquistamos nuestra independencia, nos oprime de tal manera, que ha llegado a hacerse intolerable. En cambio de esta tiranía se nos ofrece la paz, pero es una paz vergonzosa para el pueblo mexicano, porque no tiene por base el derecho, sino la fuerza […]

    Hace muchos años se siente en toda la República profundo malestar, debido a tal régimen de gobierno; pero el general Díaz, con gran astucia y perseverancia, había logrado aniquilar todos los elementos independientes, de manera que no era posible organizar ninguna clase de movimiento para quitarle el poder de que tan mal uso hacía […] El mal se agravaba constantemente, y el decidido empeño del general Díaz de imponer a la nación un sucesor, y siendo éste el señor Ramón Corral, llevó ese mal a su colmo y determinó que muchos mexicanos, aunque carentes de reconocida personalidad política, puesto que había sido imposible labrársela durante 36 años de dictadura, nos lanzáramos a la lucha, intentando reconquistar la soberanía del pueblo y sus derechos en el terreno netamente democrático.

    Entre otros partidos que tendían al mismo fin, se organizó el Partido Nacional Antirreeleccionista proclamando los principios de SUFRAGIO EFECTIVO Y NO REELECCIÓN, como únicos capaces de salvar a la República del inminente peligro con que la amenazaba la prolongación de una dictadura cada día más onerosa, más despótica y más inmoral […]

    Aunque nuestra situación era sumamente desventajosa porque nuestros adversarios contaban con todo el elemento oficial, en el que se apoyaban sin escrúpulos, mis giras fueron verdaderas marchas triunfales, llegó un momento en que el general Díaz se dio cuenta de la verdadera situación de la República y comprendió que no podía luchar ventajosamente conmigo en el campo de la democracia, y me mandó reducir a prisión antes de las elecciones, las que se llevaron a cabo excluyendo al pueblo de los comicios por medio de la violencia, llenando las prisiones de ciudadanos independientes y cometiendo los fraudes más desvergonzados.

    Por este motivo el pueblo mexicano ha protestado contra la ilegalidad de las últimas elecciones; y queriendo emplear sucesivamente todos los recursos que ofrecen las leyes de la República en la debida forma, pidió la nulidad de las elecciones ante la Cámara de Diputados.

    Además, la actitud del pueblo antes y durante las elecciones, así como después de ellas, demuestra claramente que rechaza con energía al gobierno del general Díaz, y que, si se hubieran respetado esos derechos electorales, hubiese sido yo electo para la presidencia de la República.

    En tal virtud, y haciéndome eco de la voluntad nacional, declaro ilegales las pasadas elecciones, y quedando por tal motivo la República sin gobernantes legítimos, asumo provisionalmente la presidencia de la República, mientras el pueblo designa conforme a la ley sus gobernantes. Para lograr este objeto es preciso arrojar del poder a los audaces usurpadores que por título de legalidad ostentan un fraude escandaloso e inmoral […] [Las cursivas son del autor.]

    Plan

    1º Se declaran nulas las elecciones para presidente y vicepresidente de la República, magistrados a la Suprema Corte de la nación y diputados y senadores, celebradas en junio y julio del corriente año.

    2º Se desconoce al actual gobierno del general Díaz, así como a todas las autoridades cuyo poder debe dimanar del voto popular, por no haber sido electas por el pueblo […]

    4º Además de la Constitución y leyes vigentes, se declara Ley Suprema de la República el principio de NO REELECCIÓN del presidente y vicepresidente de la República, de los gobernadores de los estados y de los presidentes municipales, mientras se hagan las reformas constitucionales respectivas.

    5º Asumo el carácter de presidente provisional de los Estados Unidos Mexicanos con las facultades necesarias para hacer la guerra al gobierno usurpador del general Díaz.

    Plan de San Luis Potosí, 5 de octubre de 1910, en Lilia Díaz López (comp.), Planes políticos y otros documentos, México, FCE, 1954, pp. 33-41, cit. en Javier Garciadiego, La Revolución Mexicana, crónicas, documentos, planes y testimonios, México, UNAM, 2003, pp. 95-102.

    [Completo en www.sergioaguayo.org]

    En los años siguientes casi todos los planes, proclamas y discursos incluirían referencias al tema electoral y a la no reelección. Algunos expresaban convicciones auténticas, pero otros utilizaban los principios para encubrir ambiciones individuales o de grupo.

    PLAN FELICISTA

    Félix Díaz, sobrino de Porfirio, fue su líder. Nótese la forma como se arropa en los valores democráticos.

    Para tan noble fin es para lo que voy a jugar mi vida y la de los valientes que se han agrupado a mi derredor; si morimos será con la satisfacción de haber intentado el bien de la Patria; si el triunfo nos favorece, el Gobierno Provisional que instituiremos lo integrarán personas de reconocida probidad, inteligencia y prestigio, sin distinción por motivo de filiación política o creencias; y ese Gobierno trabajará sin descanso por realizar el ideal inscrito en la bandera de rebelión que ahora enarbolo: Imponer la paz por medio de la justicia.

    Vuelto al país el orden, se convocará a elecciones y será respetado y sostenido el mandato popular sobre la base por todos ambicionada y ahora vilmente escarnecida, de libre sufragio y no reelección, prometiendo solemnemente que no se repetirá la burla cruel de una falsa elección como la fraudulenta, y de ningún valor legal por consiguiente, que cubrió la vacante vicepresidencial.

    Plan Felicista, 16 de octubre de 1912, en Luis Liceaga, Félix Díaz, México, Jus, 1958, pp. 65-66, cit. en Javier Garciadiego, La Revolución Mexicana, crónicas, documentos, planes y testimonios, México, UNAM, 2003, pp. 142-143.

    En muy poco tiempo empezaron los conflictos entre los líderes; por ejemplo, Emiliano Zapata se lanzó contra Madero.

    PLAN DE AYALA

    1º Teniendo en consideración que el pueblo mexicano acaudillado por don Francisco I. Madero fue a derramar su sangre para reconquistar sus libertades y reivindicar sus derechos conculcados y no para que un hombre se adueñara del poder violando los sagrados principios que juró defender bajo el lema de SUFRAGIO EFECTIVO, NO REELECCIÓN […]

    Teniendo en consideración que, el presidente de la República señor don Francisco I. Madero ha hecho del sufragio efectivo una sangrienta burla al pueblo, ya imponiendo contra la voluntad del mismo pueblo en la vicepresidencia de la República al licenciado José María Pino Suárez, y a los gobernadores de los estados designados por él, como el llamado general Ambrosio Figueroa, verdugo y tirano del pueblo de Morelos […]

    5º. La Junta Revolucionaria del Estado de Morelos no admitirá transacciones ni componendas políticas hasta no conseguir el derrumbamiento de los elementos dictatoriales de Porfirio Díaz y Don Francisco I. Madero.

    12º Una vez triunfante la Revolución, una junta de los principales jefes revolucionarios de los distintos estados nombrará o designará un presidente interino de la República, quien convocará a elecciones para la nueva formación del Congreso de la Unión, y éste, a su vez, convocará a elecciones para la organización de los demás poderes federales […]

    Emiliano Zapata et al., Plan de Ayala, 28 de noviembre de 1911, en Gildardo Magaña, Emiliano Zapata y el agrarismo en México, tomo II, México, Secretaría de Educación Pública, 1946, pp. 126-131, cit. en Javier Gaciadiego, La Revolución Mexicana, crónicas, documentos, planes y testimonios, México, UNAM, 2003, pp. 145-149.

    [Completo en www.sergioaguayo.org]

    El Plan de la Empacadora fue la bandera de Pascual Orozco, un revolucionario que también buscaba el derrocamiento de Madero.

    PLAN DE LA EMPACADORA

    6. Francisco I. Madero impuso por la fuerza de las armas a gobernadores interinos e hizo elegir por medio del fraude de los propietarios, violando la soberanía de los estados.

    9. Por los delitos y crímenes anteriores se declara a Francisco I. Madero y a sus cómplices traidores a la patria y se les deja fuera de la ley.

    10. Habiendo mediado fraude y fuerza armada en las elecciones de octubre de 1911 se declaran nulas las de presidente y vicepresidente y se desconoce por tanto el carácter de Francisco I. Madero como presidente y de José María Pino Suárez como vicepresidente (…)

    19. La Revolución considera como ilegales las elecciones de diputados y senadores que se hagan durante la administración del gobierno usurpador.

    20. Los elementos armados de la revolución, al triunfar ésta continuarán en pie de guerra al mando de sus mismos jefes y dentro del perímetro donde hayan operado.

    Plan de la Empacadora, 25 de marzo de 1912, en Francisco Naranjo, Diccionario biográfico revolucionario, México, Cosmos, 1935, pp. 276-282, cit. en Javier Garciadiego, La Revolución Mexicana, crónicas, documentos, planes y testimonios, México, UNAM, 2003, pp. 153-154.

    La Constitución de 1917 recogió lo esencial de esos planes y lo plasmó en una serie de artículos que han seguido evolucionando. A manera de ejemplo presento los requisitos exigidos a los aspirantes a la presidencia.

    CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS, QUE REFORMA LA DE 5 DE FEBRERO DE 1857

    Art. 82.- Para ser Presidente se requiere:

    I.- Ser ciudadano mexicano por nacimiento, en pleno goce de sus derechos, e hijo de padres mexicanos por nacimiento.

    II.- Tener 35 años cumplidos al tiempo de la elección.

    III.- Haber residido en el país durante todo el año anterior al día de la elección.

    IV.- No pertenecer al estado eclesiástico ni ser ministro de algún culto.

    V.- No estar en servicio activo, en caso de pertenecer al Ejército, noventa días antes del día de la elección.

    VI.- No ser Secretario o Subsecretario de Estado, a menos que se separe de su puesto noventa días antes de la elección.

    VII.- No haber figurado, directa o indirectamente en alguna asonada, motín o cuartelazo.

    Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, que Reforma la de 5 de febrero de 1857, Diario Oficial de la Federación, 5 de febrero de 1917.

    II. La elección de 1929

    José Vasconcelos compitió por la presidencia contra el candidato oficial, Pascual Ortiz Rubio. Vasconcelos denunció el fraude y dejó el país haciendo un llamado a la rebelión. Regresó años después para terminar integrándose al sistema que había combatido. Esta parte me sirve también para mostrar el papel desempeñado por Estados Unidos.

    A continuación incluyo algunos fragmentos que muestran la información que recogían los cónsules de Estados Unidos sobre los métodos empleados por el gobierno mexicano para asegurarse la colaboración de los extranjeros a favor del candidato oficial.

    Tengo el honor de reportar que ciertas compañías estadounidenses situadas en Mérida han sido contactadas por representantes del Partido Socialista del Sureste solicitando contribuciones con el fin de ofrecer una recepción al Ing. Pascual Ortiz Rubio […]

    Oficio de Rufus Lane, cónsul estadunidense en Progreso, al secretario de Estado, 8 de julio de 1929, U.S. National Archives, Records of the Department of State Relating Internal Affairs of Mexico, 1910-1929, Presidential Campaigns 1929, 812.00/64.

    […] cada una de estas compañías aparentemente han contribuido por lo menos con una parte de la suma solicitada […]

    La primera compañía en contribuir fue la Compañía de Electricidad de Mérida, cuyo administrador local Mr. Payne, un ciudadano Británico, pagó por completo, se reporta que llegó a un acuerdo con las autoridades en el cual ciertas cuentas vencidas de la compañía serían pagadas por la ciudad […]

    Un pequeño número de comerciantes (en su mayoría sirios) se negaron a contribuir, y cada uno de ellos recibió un citatorio para presentarse ante la jefatura de policía. Cuando llegaron se les aseguró que no se habían levantado cargos en su contra, pero que eran buscados en relación con otros casos y que deberían esperar. Ellos se presentaron a las ocho de la mañana, y cuando las oficinas cerraron a las once, se les dijo que se podían ir pero que debían regresar en la tarde cuando las oficinas estuvieran nuevamente abiertas. Aparentemente esto continuaría indefinidamente y para el final del primer día se reportó que todos habían pagado.

    Oficio de Rufus Lane, cónsul estadunidense en Progreso, al secretario de Estado, 21 de julio de 1929, U.S. National Archives, Records of the Department of State Relating Internal Affairs of Mexico, 1910-1929, Presidential Campaigns 1929, 812.00/66.

    Esta oficina es informada de manera confidencial por el Presidente local de la Cámara de Comercio Mexicana que el Gobernador Castellanos del Estado de Tamaulipas, ahora en Tampico, mandó por él ayer y le comunicó lo siguiente:

    Que había recibido instrucciones del Presidente Portes Gil ordenándole que tomara las medidas necesarias para asegurar una mayoría de votos para Ortiz Rubio en esta ciudad el día de la elección;

    Que sus órdenes eran categóricas y no permitían ninguna alternativa;

    Que para cumplir con estas órdenes sería necesario traer de Victoria a varios miles de hombres para votar como fueran instruidos;

    Que el Estado de Tamaulipas no estaba preparado para cubrir todos los gastos relacionados con el transporte, alojamiento, etcétera, de estos hombres;

    Que ciertos miembros de la Cámara de Comercio, entre ellos un prominente comerciante estadunidense de esta ciudad, colaboraría con el gobierno para obtener los fondos necesarios;

    Que en vista de las concesiones, reducción de impuestos, etcétera, ahora pendientes, otorgadas en el pasado y esperadas el año próximo, se esperaría que las industrias locales contribuyan ampliamente;

    Que la compañía de Petróleo el Águila, una empresa Británica, ya había contribuido 5 000 pesos, pero que el Gobernador, sabiendo que la Compañía de Petróleo la Huasteca es altamente pro Vasconcelista, dudó en contactar a la organización;

    Que se espera que la Cámara de Comercio, y en especial sus miembros estadunidenses, que son conocidos por su relación con los administradores de las compañías petroleras estadunidenses, los contacten para obtener sus contribuciones;

    […]

    Que, aunque nadie estaba obligado a contribuir, las órdenes de Portes Gil fueron de tal índole que no dejaron ninguna duda en la mente del Gobernador de que se tomarían represalias en contra de todas aquellas compañías que se negaran a contribuir.

    […]

    Reporte de Robert Harnden, cónsul estadunidense en Tampico, sobre los métodos para asegurar votos en Tampico, 30 de octubre de 1929, U.S. National Archives, Records of the Department of State Relating Internal Affairs of Mexico, 1910-1929, Presidential Campaigns 1929, 812.00/82.

    También presionaban a los empleados de gobierno.

    […] En los días previos a las elecciones, el Consulado fue informado de que el Presidente Municipal amenazó a todos los trabajadores del municipio de ser despedidos si alguno no votaba por el Candidato Ortiz Rubio. El recolector de impuestos de Guaymas dio órdenes verbales de la misma índole a trabajadores del Estado. Dado que esta información proviene de un oficial responsable se cree que es correcta.

    […]

    Oficio de Herbert S. Bursley, cónsul estadunidense en Guaymas, al secretario de Estado, 18 de noviembre de 1929, U.S. National Archives, Records of the Department of State Relating Internal Affairs of Mexico, 1910-1929, Presidential Campaigns 1929, 812.00/118.

    La campaña

    La violencia empleada por el gobierno para combatir a los vasconcelistas es detallada por Gonzalo N. Santos en sus memorias.

    Santos les comenta a sus allegados militares. Es una chingadera, que en la tierra del presidente de la República, Portes Gil, se hayan descuidado tanto sus partidarios y dejado crecer al enemigo. Para atacar de raíz la omisión, Santos fue a entrevistarse con el candidato a la presidencia. Con permiso de usted —dije dirigiéndome a Ortiz Rubio— vamos a poner remedio a esta situación, pues no podemos seguir adelante la campaña sin antes extirpar este tumor y don Pascual me dijo: Chínguelos, compañero […]

    La labor de asesinar al activista vasconcelista Alfredo Celis le fue encomendada a Graciano Sánchez, el militar que había arremetido contra sus simpatizantes en la plaza central de Tampico. No tengas cuidado, le respondió Sánchez a Santos.

    […] Efectivamente, a las tres semanas de los sucesos en Tampico, recibí telegrama de Graciano Sánchez en México, informando que los nuestros habían tenido un choque con los vasconcelistas en el que murió uno de los nuestros y pereció Alfredo Celis. Aquello terminó con el agresivo foco vasconcelista y de esas muertes fue responsable el que anduvo incitando a la violencia, pero que a la hora de la hora no estuvo con los suyos: me refiero a Vasconcelos […]

    Gonzalo N. Santos, Memorias, México, Grijalbo, 1984, pp. 405-407.

    Es indispensable recordar que los opositores también recurrían a la violencia, que era parte integral de la cultura política. Esto se aprecia en la siguiente crónica periodística.

    […] Los vasconcelistas emprendieron la marcha a lo largo de la Avenida Juárez rumbo a Madero, haciendo el primer alto frente a la Suprema Corte de Justicia, donde un estudiante pronunció un discurso, atacando a los enemigos políticos del vasconcelismo.

    Después de que el orador terminó los manifestantes continuaron su camino pasando sin ningún incidente, las primeras filas por frente a la Confederación de Partidos Revolucionarios de la República, adherida al Nacional Revolucionario, pero cuando el grueso de la columna se encontraba frente a las oficinas del citado partido varias personas que estaban en los balcones comenzaron a aplaudir, por lo que los vasconcelistas lanzaron vivas a su candidato y entonces los de los balcones, sacando un retrato del ingeniero Ortiz Rubio, gritaron que a quien aplaudían era al que postula el Partido Nacional Revolucionario.

    […]

    En esos momentos un muchacho que se encontraba en la balconería de las oficinas de la Confederación de Partidos Revolucionarios de la República, que miraba hacia el callejón de Coajomulco, arrojó unas piedras sobre los manifestantes, quienes le contestaron, iniciándose un combate que duró cerca de un minuto a pedrada limpia, viéndose los ocupantes de los balcones que dan a la Avenida Juárez en la necesidad de retirarse al interior de sus oficinas; pero segundos después reaparecieron con pistola en mano, notándose que también las azoteas se encontraban coronadas de ortizrubistas, uno de los cuales, que pudo ser reconocido como el ingeniero Durón González, ex diputado y ex regidor laborista comenzó a disparar sobre la muchedumbre.

    En esos momentos se inició en las filas de los manifestantes un movimiento de retroceso hacia la Alameda, desde donde contestaron al fuego parapetándose tras de los árboles de este paseo, disparándose por ambas partes más de doscientos tiros, y quedando como saldo de este encuentro, veinte heridos, diez de los cuales fueron recogidos por la Cruz Verde y Roja, que activamente se presentaron en el lugar de los hechos, logrando rehuir los servicios de esas cruces, cosa de diez heridos más, entre los cuales se cuentan dos señoritas y un niño, aparte de varios obreros que recibieron lesiones leves.

    Los manifestantes no se amedrentaron y continuando su manifestación siguieron por la Avenida Madero en donde hicieron un alto para que varios oradores dirigieran la palabra […]

    Un verdadero combate se trabó ayer entre ortizrubistas y vasconcelistas, La Prensa, 11 de noviembre de 1929, cit. en UNAM, La campaña de Vasconcelos, 1928-1929, México, UNAM, 1984, p. 46.

    El lector podrá entender mejor el ambiente de las elecciones con estos párrafos escritos por el candidato ganador, Pascual Ortiz Rubio.

    Aunque el triunfo estaba asegurado de antemano, puesto que el pandero estaba en manos del grupo dominante en el gobierno, era natural que se hiciera la campaña política, tanto por dar al país la impresión de pugna democrática, cuanto por darme a conocer entre las masas populares, pues dada mi obscura carrera política en comparación con la de los caudillos y mi alejamiento del país por más de ocho años, mi nombre era conocido sólo de los políticos militantes; además, Vasconcelos, con su prestigio de viejo maderista y de convencionista, así como por el derroche de dinero que hizo en su gestión de Secretario de Educación Pública, no dejaba de ser un peligro para la oligarquía reinante.

    […]

    Por supuesto que las multitudes, que los gobernadores, presidentes municipales, diputados, senadores, etc., que movían a mi paso, aunque enormes y al parecer entusiastas, me hacían la impresión de gente movida por el interés momentáneo de la diversión, unos, del posible botín en tierras [de]otros, y muchos tal vez amedrentados por los caciques, azote, hoy más que nunca de nuestro pobre país.

    Jira (sic) de Propaganda, en Pascual Ortiz Rubio, Memorias, México, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 1981, pp. 171-174.

    La elección

    Los cónsules de Estados Unidos informaron con todo detalle lo que sucedió durante la jornada electoral. No hay duda de que el gobierno cometió fraude electoral en algunas partes de la república.

    Las elecciones que se llevaron a cabo el día de ayer para elegir Presidente de la República fueron una farsa resultando en un voto a favor de José Vasconcelos y 6 000 para Ortiz Rubio. Esto sucedió en Tampico, donde el resultado se dio a conocer como oficial…

    […]

    No cabe duda de que si las elecciones en Tampico hubieran sido legales y justas, Vasconcelos hubiera conseguido alrededor de una estimación conservadora de 10,000 votos, mientras que los votos de Rubio no hubieran alcanzado los 3,500. Esta no es sólo la opinión del que escribe sino también de una persona muy bien informada en Tampico.

    […]

    Reporte de Robert Harnden, cónsul estadunidense en Tampico, sobre las elecciones en Tampico, 18 de noviembre de 1929, U.S. National Archives, Records of the Department of State Relating Internal Affairs of Mexico, 1910-1929, Presidential Campaigns 1929, 812.00/113.

    Las casillas abrieron esta mañana con los Ortiz-Rubistas a cargo. Hombres montados y armados patrullan las casillas electorales. La gran mayoría de los votos son para Vasconcelos pero a consecuencia de la intimidación sus seguidores permanecen alejados de las urnas. Anoche, hubo un intento fallido por asesinar al líder local de los Ortiz-Rubistas. Dieciséis de los más prominentes colaboradores de Vasconcelos fueron encarcelados ayer.

    […]

    Carta de Maurice W. Altaffer, cónsul estadunidense en Nogales, al secretario de Estado, 17 de noviembre de 1929, U.S. National Archives, Records of the Department of State Relating Internal Affairs of Mexico, 1910-1929, Presidential Campaigns 1929, 812.00/99.

    […] El domingo anterior a la elección hubo una manifestación muy entusiasta a favor de Vasconcelos de la que aproximadamente 2 000 hombres formaron parte; sin embargo, el día de la elección sólo los más valientes y prominentes de sus seguidores se atrevieron a ir a las casillas oficiales a votar. Las casillas habían sido tomadas muy temprano en la mañana, tiempo antes de la hora señalada por la ley, por trabajadores de Ortiz Rubio, la mayoría funcionarios federales o estatales. Estaban armados y las calles y todas las casillas eran patrulladas por hombres armados que daban una apariencia bastante siniestra al lugar de los hechos.

    […]

    Aquellos que deseaban votar por Vasconcelos, y a quienes se evitaba depositar libremente sus votos, establecieron su propia casilla extraoficial en la zona que se conoce como la sección del Cañón de Buenos Aires de Nogales, la zona más pobre y poblada de la ciudad […] Los votos contados en la casilla extraoficial son los siguientes:

    Oficio de Maurice W. Altaffer, cónsul estadunidense en Nogales, al Secretario de Estado, 20 de noviembre de 1929, National Archives, Records of the Department of State Relating Internal Affairs of Mexico, 1910-1929, Presidential Campaigns 1929, 812.00/116.

    Tengo el honor de informarle que durante mi estadía en Ciudad Obregón, Sonora, el 17 de noviembre de 1929, tuve la oportunidad de observar la manera en que se llevó a cabo la elección Presidencial en esta ciudad.

    Las urnas en las dos casillas para votar fueron montadas a las 4:00 a. m. después de haber sido previamente llenadas con votos a favor de Ortiz Rubio. La ley estipula que las casillas deberían haber abierto a las 9:00 a. m. pero los jueces electorales de la bancada de Ortiz Rubio adelantaron sus relojes cinco horas, así fue que cuando los Vasconcelistas llegaron a votar, se les informó que no había urnas para ellos y en muy pocos casos se les permitió hacerlo.

    […]

    Las casillas fueron vigiladas por la policía local, soldados armados y una reserva de soldados que estuvo durante todo el día a una cuadra dentro de un hotel esperando alguna emergencia. Todos los jueces electorales se encontraban armados y algunos partidarios de Ortiz Rubio declararon que uno de los jueces electorales estuvo agujerando planillas en las urnas con el cañón de su pistola.

    [También me dijeron] que habían votado de seis a ocho veces en cada una de las dos casillas electorales. Por la manera en la que contaban las repetidas veces que habían votado, parecían verlo como una broma para los Vasconcelistas. Uno de ellos comentó que sólo habían dejado votar a suficientes Vasconcelistas para que a la hora de contar los votos pareciera que no había nada irregular en la forma en la que las elecciones habían sido conducidas.

    Temprano por la mañana algunos de los Vasconcelistas manejaban por las calles luciendo colores del partido en sus automóviles y gritaban Viva Vasconcelos. No pasó mucho tiempo antes de que los arrestaran y los mandaran a la cárcel, lugar donde seguían en la mañana del 19 de noviembre.

    […]

    Oficio de E. W. Eaton, cónsul adjunto, a H. S. Bursley, cónsul estadunidense en Guaymas, 20 de noviembre de 1929, U.S. National Archives, Records of the Department of State Relating Internal Affairs of Mexico, 1910-1929, Presidential Campaigns 1929, 812.00/120.

    Pese a los informes de los cónsules, el embajador Dwight Morrow consideró legítimas las elecciones.

    […] De acuerdo con los siguientes reportes recibidos de diferentes fuentes, la elección se llevó a cabo relativamente libre de desorden, si uno juzga el estándar que ha prevalecido en las elecciones mexicanas anteriores. Por supuesto que ha habido acusaciones de parte de los Vasconcelistas declarando que fue injusto; se reportó que el mismo Vasconcelos declaró que él es el Presidente electo y legítimo de México, basándose en que tenía el apoyo de la gran mayoría del pueblo mexicano, a quien no se le permitió expresar su preferencia por él. [Las cursivas son del autor.]

    […]

    Lo que a mí me parece considerablemente más importante es el hecho de que la elección fue acompañada de un nivel muy bajo de violencia o derramamiento de sangre y que las medidas, previamente reportadas, tomadas por el Ejército y la Policía para mantener el orden fueron generalmente efectivas. Según informe de los cónsules, en la campaña de 1929 hubo al menos 27 muertos y 47 heridos

    […]

    Oficio de Dwight Morrow, embajador estadunidense en México, al secretario de Estado, 22 de noviembre de 1929, U.S. National Archives, Records of the Department of State Relating Internal Affairs of Mexico, 1910-1929, Presidential Campaigns 1929, 812.00/122.

    Veamos ahora algunas de las formas que utilizó Washington para justificar y racionalizar el fraude. Además de la negación de la realidad aparece el racismo cultural al asegurar que los mexicanos no estaban listos para la democracia.

    […] Aunque pueda ser el sincero propósito del Presidente de llevar a cabo elecciones libres, se tiene que entender que en un país como México sería un propósito difícil de llevar a cabo.

    […]

    Oficio de Dwight Morrow, embajador estadunidense en México, al secretario de Estado, 25 de octubre de 1929, U.S. National Archives, Records of the Department of State Relating Internal Affairs of Mexico, 1910-1929, Presidential Campaigns 1929, 812.00/80.

    Pese a que Estados Unidos apoyaba al régimen, los opositores seguían cortejando a la potencia, que respondía recomendando resignación. En este telegrama para el embajador en México, un funcionario de Washington detalla cómo recomendaban sumisión y paciencia a los vasconcelistas.

    Para su información: la persona con el mensaje del partido de Vasconcelos […] me vio ayer reportándome que el partido de Vasconcelos ve la derrota inminente, que están perdiendo la paciencia, y que aparentemente están hablando de algún tipo de medida de fuerza, pero que primero tienen previsto mandar a un representante a Washington. Después de explicar que mi posición no era oficial yo le dije a la persona que el único y real gobierno democrático vendría tan sólo cuando los candidatos derrotados aceptaran pacíficamente los resultados de la elección aun cuando fueran víctimas de métodos indignos o incluso de fraude. [Las cursivas son del autor.]

    […]

    JOHNSON.

    Oficio de Herschel V. Johnson, encargado de negocios, al secretario de Estado, 4 de octubre de 1929, U.S. National Archives, Records of the Department of State Relating Internal Affairs of Mexico, 1910-1929, Presidential Campaigns 1929, 812.00/29473.

    Las secuelas

    Después de las elecciones, José Vasconcelos difundió en Guaymas un comunicado informando que se iba al exilio hasta que triunfara la rebelión.

    […] Desde el 10 de noviembre pudo verse que, en caso de ser respetado el voto por quienes no tenían otra justificación para estar en el Poder que respetarlo, la mayoría abrumadora de los sufragios iba a convertir en un hecho nuestro triunfo. No habían bastado para enderezar una candidatura rival de la nuestra ni las enormes sumas gastadas por el gobierno en propaganda y dádivas, ni la palabrería de agraristas que son hacendados y de bolcheviques que poseen millones hurtados directamente de las arcas nacionales. El pueblo entero rechazaba y rechaza a Ortiz Rubio, creación de Calles, y como la elección la tenían perdida los gobiernistas, y como no habían bastado los numerosos asesinatos cometidos por gentes del gobierno en las personas de prominentes partidarios nuestros para debilitar nuestro movimiento, sino que, al contrario, cada crimen le ha ido dando más fuerza, convencidos entonces los gobiernistas de que no tenían otro recurso que el mismo que les ha conservado el poder en los últimos años: el crimen, se decidieron a usar en forma organizada y cínica todas las fuerzas armadas del país, el ejército y la policía, para estorbar la acción de los antirreeleccionistas en las casillas electorales.

    […] Es entonces por esta causa por lo que he tomado la amarga resolución de pasar al extranjero mientras el pueblo puede hacerme respetar como su candidato triunfante y Presidente electo […] Como excusa de esta necesaria resolución, debe citarse, sin embargo, el precedente glorioso de Don Francisco I. Madero que también tuvo que refugiarse en el extranjero mientras se organizaba el apoyo que había de prestarle su propia patria, y el antecedente del C. Álvaro Obregón, que no obstante contar con la complicidad del ejército, tuvo que refugiarse en el Estado de Guerrero mientras sus partidarios organizaban el movimiento en el Norte.

    Considerando, entonces, que es necesario exigir al pueblo que lleve adelante el esfuerzo que va implícito en el voto, me dirijo a todos mis conciudadanos, pidiéndoles adhesión decidida, para las resoluciones siguientes: 1.- Se declara que no hay en la República más autoridad legítima, por el momento, que el señor licenciado José Vasconcelos, electo por el pueblo en los comicios del 17 de noviembre de 1929, para la Presidencia de la República.

    […]

    El presidente electo se dirige al extranjero, pero volverá al país a hacerse cargo directo del mando tan pronto como haya un grupo de hombres libres armados que estén en condiciones de hacerse respetar. —Dado en Guaymas, Estado de Sonora, el 1º. de diciembre de 1929.— JOSÉ VASCONCELOS.

    José Vasconcelos, Discurso de Guaymas, Son., en José Vasconcelos, Discursos 1920-1950, México, Botas, 1950, pp. 145-147.

    [Completo en www.sergioaguayo.org]

    Al igual que Madero, el partido de Vasconcelos postuló y pidió la anulación de los comicios.

    El Presidente del Partido Antirreeleccionista, ingeniero Victorio Góngora nos informó el día de ayer que [había] enviado un memorial a la Cámara de Diputados haciendo dos peticiones, una relacionada con lo que juzga incapacidad del ingeniero Ortiz Rubio para ser electo Presidente de la República y otra pidiendo la nulidad de las elecciones […]

    Fue pedida la nulidad de las elecciones, La Prensa, 27 de noviembre de 1929 en UNAM, La Campaña de Vasconcelos, 1928-1929, México, UNAM, 1984, p. 51.

    En 2009 entrevisté a Héctor Vasconcelos sobre la evolución que tuvo su padre después de la elección. En los siguientes párrafos se apreciará el impacto que tuvo el hecho en su personalidad y en su entorno familiar.

    Mi papá dejó a una generación de jóvenes desperdigados, algunos fueron perseguidos y encarcelados, otros se incorporaron a los gobiernos revolucionarios. Los muchachos de la generación del

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