Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

El profesor Zíper y la fabulosa guitarra eléctrica
El profesor Zíper y la fabulosa guitarra eléctrica
El profesor Zíper y la fabulosa guitarra eléctrica
Libro electrónico114 páginas1 hora

El profesor Zíper y la fabulosa guitarra eléctrica

Calificación: 5 de 5 estrellas

5/5

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

Cremallerus, el más científico entre los malvados y el más malvado entre los científicos, detesta todo y a todos, pero a nadie como al profesor Zíper, después de que lo venciera en una competencia de científicos con su audaz invento: una cuerda mágica que da el "sol" más puro del planeta y brilla en la oscuridad. La furia y la envidia de Cremallerus lo llevan a idear un plan invencible que pone en peligro la vida de Ricky Coyote, guitarrista y líder de Nube Líquida. Durante semanas los mejores guitarristas del mundo audicionan para remplazar a Ricky, pero ni el más audaz es capaz de imitarlo. Ahora el futuro de la banda está en peligro, la única forma de salvarla es conseguir otra cuerda de sol. Para ello, Pablo Coyote tendrá que encontrar al profesor Dignísimus Zíper, pero no será fácil localizarlo. Además, el famoso científico está demasiado ocupado con su nuevo invento: la pastilla para ver películas. ¿El ingenio de Zíper será suficiente para derrotar a su archienemigo, creador de los más espantosos experimentos?
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento4 abr 2019
ISBN9786071642233
El profesor Zíper y la fabulosa guitarra eléctrica
Autor

Juan Villoro

Juan Villoro nació en México DF en 1956. Ha sido agregado cultural en la Embajada de México en la entonces República Democrática Alemana, colaborador en revistas y numerosos periódicos. Fue también jefe de redacción de Pauta y director de La Jornada Semanal, suplemento cultural del diario La Jornada, de 1995 a 1998. Actualmente es profesor de literatura en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) e invitado en las de Princeton, Yale, Boston y Pompeu i Fabra de Barcelona. Colabora regularmente en los periódicos La Jornada (México), El País (España) y El Periódico (España), y en publicaciones como Letras Libres, Proceso, Nexos, Reforma y la italiana Internazionale. Premiado en sus múltiples facetas de narrador, ensayista, autor de libros infantiles y traductor de importantes obras en alemán y en inglés, Juan Villoro es cada vez más reconocido como uno de los principales escritores latinoamericanos contemporáneos.

Lee más de Juan Villoro

Relacionado con El profesor Zíper y la fabulosa guitarra eléctrica

Libros electrónicos relacionados

Tecnología para niños para usted

Ver más

Artículos relacionados

Comentarios para El profesor Zíper y la fabulosa guitarra eléctrica

Calificación: 5 de 5 estrellas
5/5

1 clasificación0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    El profesor Zíper y la fabulosa guitarra eléctrica - Juan Villoro

    ¿Hay algo más temible

    que la Mortadela salvaje?

    El profesor Cremallerus se acostaba a las ocho de la noche, después de cenar sus galletas de animalitos. Despertaba a las cinco de la mañana y se cepillaba los dientes seis veces y la lengua cuatro (creía que los virus le tenían un odio personal).

    Luego se dedicaba a sus espantosos experimentos. Cremallerus usaba toda su ciencia para perjudicar al prójimo.

    Ser tan pero tan malo cuesta mucho trabajo, y Cremallerus se cuidaba como un atleta para que todas sus energías se concentraran en fastidiar. Bebía la leche supervitaminada que inventó un científico de la competencia. Bueno, para él todos los científicos eran de la competencia. En especial uno.

    Sí, Cremallerus odiaba a la humanidad, pero sobre todo al profesor Zíper. Había que ver con qué furia mordía sus sapos y ranas de galleta cuando alguien mencionaba a su rival:

    —¡Zíper es una mortadela!

    Hay que decir que Cremallerus era maligno, pero no dominaba el arte de los insultos. Creía que mortadela era la máxima ofensa.

    Odiaba a Zíper por tantas razones que muchas ya se le habían olvidado.

    La furia nació cuando Zíper lo derrotó en una competencia de científicos. Cremallerus había inventado un remedio para la gripe, que presentó en un frasco negro, un poco feo, que sin embargo entusiasmó al público: ¡Al fin un invierno sin catarro!, gritaron muchos. La noticia parecía buena, sal-vo para los vendedores de bufandas. La felicidad de Cremallerus fue inmensa hasta que Zíper descubrió que el jarabe tenía tres defectos:

    1. Sabía a chorizo (Zíper era muy aficionado al chorizo, pero no en jarabe).

    2. Producía un terrible estreñimiento (Susanita Vega, la primera mujer en curarse para siempre de la gripe, pasó 40 días sin echar nada de nada). Y…

    3. Con el remedio se perdía el gusto de estornudar.

    Este último argumento fue el que más convenció a los científicos: ¡Un mundo sin estornudos sería aburridísimo!, gritaron.

    De nada sirvió que Cremallerus acusara a Zíper de ser agente de los vendedores de bufandas.

    Después de su derrota, Cremallerus tiró al río el tanque de jarabe que había preparado (nadie sabe si los peces se curaron de gripe y dejaron de ir al baño).

    A pesar de su avanzada edad, Zíper conservaba una larga cabellera. Y Cremallerus era calvo. Calvo como una rodilla.

    Por si fuera poco, Zíper se había vuelto famoso de Australia a Tampico por inventar una cuerda para guitarra eléctrica. Y Cremallerus detestaba el rock.

    Zíper había creado una cuerda especial que vibraba en la fabulosa guitarra eléctrica de Nube Líquida, el conjunto que llevaba vendidos 673 951 billones de discos.

    Las revistas de rock solían publicar fotos del genial profesor. Cremallerus miraba con envidia esa cabellera larga y blanca, típica de los científicos que ganan el Premio Nobel.

    La verdad es que Zíper no había ganado el Nobel, ni falta que le hacía. Estaba demasiado ocupado con su nuevo invento: la pastilla para ver películas. Zíper era famoso pero modesto, rara combinación. No le interesaban los reconocimientos y vivía en un lugar muy apartado: Michigan, Michoacán, rodeado de sus estupendas colecciones de discos y películas. Cada miércoles subía a la red alguno de sus descubrimientos y no se molestaba en cobrar.

    En casa de Cremallerus, los tubos de ensaye burbujeaban sin parar; los estantes estaban atiborrados de frascos con eti-quetas, como Cápsulas de rencor, Furia en polvo, Hojuelas vengativas y, su favorita, Mortadela salvaje. Cada vez que Zíper tenía un éxito, Cremallerus se ponía peluca para jalarse los pelos de desesperación:

    —¡Algún día tragarás mi Mortadela salvaje! —gritaba.

    Así lo encontró su ama de llaves, que cada tercer día barría las migajas de galleta que el profesor dejaba en su laboratorio.

    —¿Qué le pasa, profesor?

    Consumatum est —dijo el profesor, que en latín significa más o menos este arroz ya se coció. Cremallerus le hablaba en griego o en latín para que ella no le entendiera. La buena mujer sólo conocía una palabra en griego (taxi) y una en latín (súper), de manera que lo único que podía decir en lenguas clásicas era:

    —¿Voy en taxi al súper?

    Vale —respondía el profesor, que en latín quiere decir okey.

    Luego seguía con sus furiosos experimentos, enojado minuto a minuto.

    Cremallerus detestaba todo, pero ciertas cosas le merecían un odio más refinado, de gran conocedor.

    Entre ellas, el rock.

    Cremallerus dormía abrazado a una bolsa de galletas por si una pesadilla le abría el apetito. Las paredes de su cuarto estaban cubiertas de corcho y sus oídos tenían tapones de al-godón. ¡Y aun así se colaban los ruidos! ¿O se trataba de pura fantasía? El rock lo obsesionaba tanto que se sabía de memoria todas las canciones de Nube Líquida. Bajo sus cobijas, con dos almohadas en la cabeza, creía distinguir el zumbido de Labios de chocolate, el último éxito del grupo.

    "¡Qué estupidez llamarse Nube Líquida! ¿Qué les costaba ponerse Lluvia?", pensaba el profesor. Luego recordaba la cuerda mágica que había confeccionado Zíper, veía la brillante guitarra eléctrica y gritaba:

    —¡Es por culpa de él, de esa mortadela con patas!

    Todas las noches planeaba su venganza.

    Una mañana despertó con la mente más despejada de lo normal, pues había olvidado cenar sus galletas de animalitos.

    —¡Ya lo tengo! —gritó eufórico.

    El mejor grupo de rock estaba en peligro.

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1