La red de los espejos: Una historia del diario Excélsior, 1916-1976
Por Arno Burkholder
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La red de los espejos - Arno Burkholder
ARNO BURKHOLDER DE LA ROSA es doctor en historia por el Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, con posdoctorado por la Escuela de Graduados en Administración Pública y Política Pública del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey. Su línea de investigación es la historia de México durante el siglo XX y se ha especializado en la evolución de la prensa mexicana durante ese periodo. Ha impartido cursos en la Facultad de Estudios Superiores Acatlán, de la Universidad Nacional Autónoma de México, en la EGAP del Tec de Monterrey, en el el Instituto Mora y en el Instituto Matías Romero de la SRE. Ha publicado en las revistas Historia Mexicana (El Colegio de México), Secuencia (Instituto Mora), 20/10 Memoria de las Revoluciones en México, Boletín (Fideicomiso Archivos Plutarco Elías Calles y Fernando Torreblanca), entre otras. Es autor del blog Clionáutica
.
LA RED DE LOS ESPEJOS
Una historia del diario Excélsior,
1916-1976
COLECCIÓN COMUNICACIÓN
ARNO BURKHOLDER
La red de los espejos
UNA HISTORIA DEL DIARIO EXCÉLSIOR,
1916-1976
Primera edición, 2016
Primera edición electrónica, 2016
Diseño de la colección: María Luisa Passarge
D. R. © 2016, Fondo de Cultura Económica
Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14738 Ciudad de México
Comentarios:
editorial@fondodeculturaeconomica.com
Tel. (55) 5227-4672
Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, sea cual fuere el medio. Todos los contenidos que se incluyen tales como características tipográficas y de diagramación, textos, gráficos, logotipos, iconos, imágenes, etc. son propiedad exclusiva del Fondo de Cultura Económica y están protegidos por las leyes mexicana e internacionales del copyright o derecho de autor.
ISBN 978-607-16-4245-5 (ePub)
Hecho en México - Made in Mexico
Para Érika Ruiz
A la memoria de Arno Burkholder Catzin
ÍNDICE
Introducción. Políticos, periodistas y una sociedad ausente
1. El periódico que llegó a la vida nacional (1916-1932)
El proyecto del señor Alducin
Los cambios en la prensa mexicana de finales del siglo XIX y principios del XX
Excélsior y el nuevo Estado: una relación difícil
El segundo Excélsior y sus problemas, 1928-1932
2. Los años de la familia feliz
(1932-1963)
La alternativa cooperativista
La búsqueda de una nueva empresa
Los problemas de la Cooperativa Excélsior
El Estado mexicano, la prensa y Excélsior: relaciones institucionalizadas (1934-1964)
Excélsior y su cooperativa: la estructura de la empresa
Los dueños
de la empresa: derechos y deberes de los socios
Caciques periodísticos y sombras en la familia
3. Problemas en el paraíso (1962-1968)
El mundo de la posguerra: entre el crecimiento económico y el riesgo de la destrucción
Élites periodísticas: los dos grupos frente a frente
Muertes en la familia y la pelea por la herencia
Dos versiones de una asamblea
Una semana decisiva
El golpe de timón
4. El Olimpo fracturado (1968-1976)
El creciente descontento del gobierno ante la línea editorial de Excélsior
Panfletos y terrenos invadidos
La agresión llegó de afuera
(8 de julio de 1976)
5. La memoria, el olvido y el futuro
Bibliografía
Introducción
POLÍTICOS, PERIODISTAS
Y UNA SOCIEDAD AUSENTE
Los periodistas hablan tanto del poder y están tan en contacto con el poder que llegan a creer que lo tienen. Lo interesante de este espejismo es que sus efectos no se limitan a los que lo padecen sino que afectan también a sus contrincantes.
JORGE IBARGÜENGOITIA, 1979
Autopsias rápidas (sel. de Guillermo
Sheridan, Vuelta, México, 1988)
Este libro trata sobre la historia de uno de los periódicos más importantes de México durante el siglo XX: Excélsior, diario que nació el 18 de marzo de 1917 y desde entonces ha sido un referente para entender la vida del país. En las páginas de Excélsior aparecieron los grandes personajes de la historia nacional y las grandes historias de ese México que transitó desde la promulgación de la constitución de Querétaro hasta los problemas que vive actualmente.
En casi un siglo de existencia han sido muchos los temas que ha tocado Excélsior. Sin embargo, de su historia se sabe relativamente poco. Y lo que se sabe se ha concentrado en un incidente ocurrido en la segunda mitad de la década de 1970.
El 8 de julio de 1976, luego de una violenta asamblea de socios de la Cooperativa Excélsior, su director Julio Scherer García fue expulsado, acusado de malversación, del periódico al que había ingresado en 1947. Era la primera vez en la historia de ese diario que su máximo funcionario era despedido de esa manera. Las fotografías que muestran a un Scherer atribulado alejándose del edificio de Excélsior junto a Abel Quezada, Gastón García Cantú y otros colaboradores suyos forman parte ya de la historia del periodismo mexicano y de la historia política de nuestro país durante el siglo XX.
Entre 1968 y 1976 Excélsior se había convertido en un diario crítico del gobierno mexicano debido a circunstancias internas y externas. El periódico sufrió diversos cambios mientras el país vivía el movimiento estudiantil de 1968, con su trágico final en Tlatelolco. La combinación de esas circunstancias permitió la llegada de nuevos editorialistas a Excélsior, quienes señalaron constantemente los errores que estaba cometiendo el gobierno de Luis Echeverría. Con el paso del tiempo esa crítica molestó al presidente y dañó su relación con Julio Scherer, lo que provocó el incidente de 1976.
Durante la última década del siglo XX lo ocurrido el 8 de julio de 1976 alcanzó niveles legendarios. El "Excélsior de Scherer" se convirtió en un referente para muchos periodistas de esa época: había que ser independientes del poder, críticos de sus acciones y veraces para ganarse la confianza de la sociedad, como lo había sido ese diario antes de perder a su director. También había que alejarse de lo que quedó en Excélsior luego de 1976: un periodismo viejo, aliado incondicional del gobierno y que aburría a sus lectores.
Aunque tenía su parte de verdad, esa imagen heroica del "Excélsior de Scherer" dejaba de lado un elemento muy importante: su historia anterior, formada por todo lo que había pasado antes de 1968, cuando Scherer se convirtió en el director del periódico. El pasado de Excélsior se remonta a los años de Venustiano Carranza y Álvaro Obregón, cuando surgieron un nuevo Estado mexicano y una nueva prensa, y los dos tuvieron que negociar un modus vivendi.
Eso no fue nada sencillo. Las críticas de Excélsior a los revolucionarios estuvieron a punto de desaparecerlo. En la década de 1930, con la consolidación del Estado mexicano, Excélsior pudo encontrar la forma de convivir con el poder político, satisfacer los gustos del sector clasemediero
citadino que formaba su público, ejercer cierta crítica que lo presentara como independiente pero no lo metiera en muchos problemas y, lo más importante, convertirse en una de las empresas periodísticas más destacadas de México y América Latina.
Este libro rescata esa gran historia: el surgimiento de Excélsior, sus conflictos con el Estado, la consolidación del periódico y la gestación de muchos problemas que provocaron el estallido de 1976.
Es una historia de poder, tanto entre Excélsior y los gobiernos de la Revolución, como en el interior del diario: una pequeña empresa privada que tuvo un fuerte apoyo por parte del gobierno carrancista, pasó por un gran bache a finales de la década de 1920 y luego se convirtió en una cooperativa con muchos recursos económicos, aunque nunca pudo solucionar el problema fundamental que sí resolvió el Estado mexicano: cómo repartirse el poder sin que eso la fracturara.
Excélsior es un reflejo del México que le tocó vivir: por fuera era una cooperativa donde todos los trabajadores opinaban sobre los asuntos de la empresa, una democracia empresarial por así decirlo. Pero por dentro, lo que opinaran los socios no importaba. Las decisiones finales eran tomadas por sólo dos personas: el director del diario entre los años 1930 y 1960, Rodrigo de Llano, y el gerente general Gilberto Figueroa. Ellos contaron con el respaldo del gobierno y se mantuvieron al frente del periódico durante tres décadas. Sólo la muerte pudo quitarles Excélsior. Pero cuando eso ocurrió empezó una gran crisis entre quienes querían dirigirlo. Un periodo con una inestabilidad que duró 14 años, hasta que llegó otro director que pudo controlar la empresa por 25 años más, aunque ese cuarto de siglo tuviera el estigma de ser el periodo de Regino Díaz Redondo.
Este libro es una historia del periódico Excélsior entre 1916 y 1976, pero enfocada en su funcionamiento. El lector encontrará aquí a personajes fundamentales para el periodismo mexicano del siglo XX, como Rafael Alducin, José de Jesús Núñez y Domínguez, Rodrigo de Llano, Gilberto Figueroa, Manuel Becerra Acosta (padre e hijo), Julio Scherer y Regino Díaz Redondo. También sabrá cómo surgió esa pequeña empresa periodística en 1917, cómo fue su asombrosa expansión y cómo estuvo a punto de desaparecer luego de que la acusaron de defender a los asesinos de Álvaro Obregón en 1928.
Después de varios años de decadencia y problemas económicos, Excélsior pudo resurgir gracias al apoyo de Plutarco Elías Calles, quien ayudó a que se convirtiera en una cooperativa a cambio de orientar sus críticas a la consolidación del Estado mexicano. Excélsior aceptó, y entre 1932 y 1962 vivió una etapa autoritaria pero también de muchos éxitos. La estabilidad desapareció en 1963 y se recuperó en 1976; una etapa de enormes cambios que marcaron a México: desde el desarrollo estabilizador hasta la crisis económica al final del gobierno de Luis Echeverría, pasando por los conflictos estudiantiles, la guerrilla y las fracturas entre el Estado y la iniciativa privada.
Aunque la línea editorial y los periodistas son parte fundamental de este libro, el objetivo está en entender a los que yo considero los tres personajes más importantes: la empresa Excélsior (privada y después cooperativa); el periódico Excélsior (y otros que también editaba), y el Estado. Entre la empresa y el periódico siempre hubo un gran conflicto, ya que no fue sencillo decidir a qué darle más importancia: el beneficio de los trabajadores o el de los lectores. De Llano y Figueroa pudieron equilibrar esos dos poderes, pero a Manuel Becerra Acosta padre y a Julio Scherer les fue casi imposible.
Para entender lo que pasó en Excélsior el 8 de julio de 1976 es necesario revisar su pasado. Así lo intuí cuando hice mi licenciatura en periodismo, pero sólo cuando ingresé a la maestría y al doctorado en el Instituto Mora tuve la oportunidad de mirar a Excélsior desde su historia, que es la del siglo XX mexicano: con un partido hegemónico fuerte, paternalista, autoritario y corrupto, pero que le dio estabilidad y crecimiento al país durante décadas, hasta que el modelo no pudo resistir más y estalló.
En el Instituto Mora aprendí también que en México ya se hacían estudios sobre la historia del periodismo, fundamentalmente del siglo XIX. Un grupo de brillantes historiadores en el Mora y en otras instituciones estaban realizando hallazgos sorprendentes sobre la forma de hacer periódicos, sus tirajes, su relación con la literatura, las imágenes, los lectores y, fundamentalmente, sobre los primeros reporteros.
Es gracias a esos historiadores que pude entender cómo Excélsior es producto de una forma de hacer periodismo en México que surgió durante el siglo XIX (concretamente en el diario porfirista El Imparcial); también aprendí a mirar a un periódico con ojos de historiador, fijándome en esos detalles en los que está marcado el paso del tiempo. Mi primer agradecimiento es para el Instituto Mora, por cinco años fundamentales en mi vida y por todo lo que me enseñó.
Realizar esta investigación me presentó varios problemas. El primero fue hacer historia y no un reportaje. Como ya dije, el Instituto Mora me enseñó a pensar como historiador y me dio las herramientas metodológicas para mirar historiográficamente
a Excélsior.
Comencé esta investigación leyendo los textos esenciales sobre Excélsior: Los periodistas, de Vicente Leñero, y Los presidentes, de Julio Scherer; luego encontré otros libros no tan famosos pero sí muy importantes, como Los cooperativistas, de Héctor Minués, y La gran mentira. Ocurrió en Excélsior, de Regino Díaz Redondo. También recurrí a varias tesis de licenciatura y maestría que tratan distintos aspectos sobre Excélsior; algunas son sobre historia, otras sobre administración, y aun sobre el diseño del periódico. Estas tesis están incluidas en la bibliografía y agradezco mucho a sus autores por todo lo que aprendí con su consulta.
Después tuve que buscar diversas fuentes y allí me encontré con un gran problema: el diario Excélsior no guardó sus documentos originales, así que su historia parecía perdida y este libro, sin posibilidades de nacer. Pero Clío, la musa de la historia, acudió en mi ayuda y por azar averigüé que todavía existía el archivo de la Cooperativa Excélsior, resguardado en el Archivo General de la Nación (AGN). No es un archivo abierto normalmente a los investigadores, por lo que tuve que pedir permiso al AGN y a la Secretaría de Economía para poder consultarlo.¹ Agradezco también su ayuda para realizar esta investigación.
El archivo de la Cooperativa Excélsior contiene documentación que me ayudó a recrear la situación que ésta vivió entre 1932 y 1976. El archivo está formado por las actas de las asambleas realizadas en la cooperativa desde la década de 1940 hasta 1990, algunos balances contables, informes a las asambleas generales, listas de miembros, registro de los títulos de propiedad que tenía cada miembro, expedientes de juicios entablados contra la cooperativa, panfletos contra las direcciones del periódico, bases constitutivas de la cooperativa de diversos años, solicitudes para adquirir terrenos ejidales, mapas del ejido La Candelaria, oficios a la Secretaría de Industria y Comercio, autorizaciones, minutas, y actas sobre visitas de inspección realizadas por miembros de esa secretaría.
El archivo de la Dirección Federal de Seguridad (ubicado también en el AGN) me permitió detectar los momentos en los que el servicio secreto del gobierno mexicano se interesó en los problemas de la Cooperativa Excélsior, especialmente a partir de 1962. Tampoco fue sencillo tener acceso a él, pero valió la pena el esfuerzo.
El Fideicomiso Archivos Plutarco Elías Calles y Fernando Torreblanca (uno de los mejores del país) me ayudó a integrar la historia del diario durante los años de las décadas de 1920 y 1930, especialmente los conflictos con Álvaro Obregón, la ayuda que les dio Plutarco Elías Calles y sus primeros años como cooperativa. Agradezco a su directora Norma Mereles de Ogarrio y a todo el personal del archivo por su ayuda.
El Diario de Debates de la Cámara de Diputados me sirvió para entender la imagen que la clase política tenía del diario entre los gobiernos de Venustiano Carranza y Manuel Ávila Camacho. Recurrí también a un conjunto de documentos provenientes del Fideicomiso Fondo Nacional de Fomento Ejidal (Fifonafe) relativos al ejido La Candelaria, uno de los problemas más grandes que enfrentó Excélsior a principios de los años setenta.
La revisión hemerográfica fue muy importante. Además del periódico Excélsior de 1917 a 1976, acudí a Revista de Revistas, El Universal, Ovaciones, El Sol de México, Siempre! y Proceso para encontrar información relativa a la administración de la cooperativa y a la política editorial del diario.
Una parte fundamental de esta investigación fueron las entrevistas con quienes conocían esta historia. No siempre fue sencillo: muchos cooperativistas me dijeron que preferían no meterse en problemas al revivir una etapa que al final les causó mucho daño. Afortunadamente otros estuvieron dispuestos a compartir sus recuerdos conmigo, lo que les agradezco. También pude entrevistar a periodistas, políticos y académicos que me ayudaron a construir esta obra. Muchas gracias a Jeannette Becerra Acosta, Octavio Colmenares, Regino Díaz Redondo, Felipe Durán, Ylich Escamilla, Iván Espinosa, Ariadna García, Miguel Ángel Granados Chapa, Miguel Hernández, Víctor Hinojosa, Luis Jáuregui, Arturo López, Manuel Mejido, Alejandro Monsiváis, Luis Gerardo Morales Moreno, Humberto Musacchio, José Ortiz Monasterio, Othón Nava, Agustín Pasapera Aussenac, Ariel Rodríguez Kuri, Jacinto Rodríguez Murguía, César Rodríguez Neumann, Antonio Saborit, Juan Carlos Sánchez, Bibiana Santiago, Rodolfo Sarsfield, Pilar Schiaffini, Ana María Serna, Jorge Velasco Félix y Fausto Zapata, por sus opiniones, sus recuerdos y su estímulo a realizar esta investigación.
En 1979, cuando se publicó la primera edición de Los periodistas, Jorge Ibargüengoitia (otro personaje de esta historia) escribió una reseña que después fue rescatada por Guillermo Sheridan. De allí proviene el epígrafe con que comienza este libro. Siempre me llamó mucho la atención la forma en que Ibargüengoitia explica la relación entre la prensa y el poder político. Parece como si ambos vivieran dentro de una enorme red hecha de espejos, donde las imágenes son más importantes que la realidad y donde además la sociedad es permanentemente desairada.
Salir de esa red de espejos, mirar de frente los problemas de la nación y proponer ideas para solucionarlos son algunos de los compromisos de una prensa democrática. Para alguna vez tener un periodismo mexicano que sea mejor que el de ahora, necesitamos primero revisar su pasado con el fin de entender cómo surgieron los problemas y encontrar la forma de resolverlos.
1
EL PERIÓDICO QUE LLEGÓ
A LA VIDA NACIONAL (1916-1932)
Nunca en la historia política de la república se ha presentado una obra tan difícil a la vez que trascendental como la que tiene ante sí en estos momentos la prensa mexicana.
Excélsior, Al comenzar
,
18 de marzo de 1917
PARA entender el funcionamiento de la Cooperativa Excélsior entre los años treinta y setenta, las redes de poder en su interior y su participación en el conflicto que sufrió el diario en 1976 es necesario dar primero un salto hacia atrás, a la época en que Excélsior era una empresa privada. Excélsior nació cobijado por la victoria constitucionalista en 1916 y mantuvo una posición favorable a Venustiano Carranza, convencido de que con su triunfo el movimiento armado había terminado y el país debía dedicar todos sus esfuerzos para reconstruirse material y espiritualmente.
Excélsior, entonces, fue producto de la conjunción de dos factores en un instante fundamental para la historia de México en el siglo XX: el primero fue la llegada al poder de un grupo que logró acabar con las rebeliones campesinas del norte y sur del país y con los restos del ala más dura del Porfiriato y tuvo la capacidad de asentar las bases de lo que sería el nuevo Estado mexicano. El segundo factor fue la supervivencia del periodismo industrial surgido a finales del siglo XIX, pero no mediante sus grandes diarios, sino por la experiencia laboral que en ellos obtuvo una generación de periodistas, quienes aplicaron sus conocimientos y contactos políticos para desarrollar los nuevos periódicos mexicanos del nuevo siglo.
Excélsior tuvo, además, una complicada relación con los gobiernos de Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles, debido principalmente a su posición editorial (la cual criticaba las medidas aplicadas durante los gobiernos de los dos caudillos) y también a que el Estado mexicano pasaba por un proceso de institucionalización en el cual todavía se estaban enfrentando los diversos grupos que apoyaron a Venustiano Carranza en su lucha contra Huerta, Villa y Zapata.
Esa difícil relación con los sonorenses tuvo un dramático final en 1928, cuando la empresa fue vendida a un grupo empresarial proveniente de Nuevo León que