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Resurrección
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Libro electrónico193 páginas3 horas

Resurrección

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PRESENTACIÓN
Tal y como lo indica el título, estos apuntes tratan sobre la Resurrección y el uso de la “Llama de la Resurrección y la Vida” partiendo de vivencias y reflexiones personales. El libro fue escrito principalmente en la ciudad de Viena, aunque también contiene capítulos realizados en Bruselas, Aachen –en Alemania– y Milán, que se refieren a lugares de estas ciudades relacionados con la temática de la obra. Estos apuntes fueron redactados día a día y en su totalidad durante el otoño del año 2011.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento22 jul 2020
ISBN9789878390147
Resurrección

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    Resurrección - Rubén Cedeño

    Catañy

    PRESENTACIÓN

    Tal y como lo indica el título, estos apuntes tratan sobre la Resurrección y el uso de la Llama de la Resurrección y la Vida partiendo de vivencias y reflexiones personales. El libro fue escrito principalmente en la ciudad de Viena, aunque también contiene capítulos realizados en Bruselas, Aachen –en Alemania– y Milán, que se refieren a lugares de estas ciudades relacionados con la temática de la obra. Estos apuntes fueron redactados día a día y en su totalidad durante el otoño del año 2011.

    1

    RAZÓN DEL LIBRO RESURRECCIÓN

    APLICANDO LA METAFÍSICA

    Aplicando los conocimientos metafísicos que aprendí desde los diecisiete años, he podido superar gran parte de las situaciones inarmónicas de salud, en el trato con los demás y otras circunstancias de mi vida. La Metafísica no es una escuela para acumular conocimientos sino para vivenciar la espiritualidad resolviendo situaciones.

    NIÑO ÍNDIGO

    Tanto mi carta zodiacal como las características de mi niñez afirmaron que fui un niño índigo; esto nunca lo dije ni lo usé como prerrogativa para que me aceptaran. Lo digo ahora porque soy un adulto y ya no tiene ningún valor.

    Decir que se es niño índigo no sirve para nada. Cuando alguien lo dice, lo hace para sentirse superior a los demás. Hay que estudiar, trabajar y demostrarlo, no fungiendo como maestro espiritual o alguien especial, sino laborando como cualquier humano; eso sí, prestando más servicio, no de palabras, sino de acciones. Eso he tenido que hacer toda mi vida. Hay que trabajar siempre elevando la condición humana.

    Ser niño índigo me facilitó el conocer idiomas y desempeñarme en asuntos profesionales sin haberlos estudiado. Pero vine a la encarnación cansado, débil, enfermizo y con ciertas apariencias, como una hipertensión crónica producto de cinco coágulos en el corazón, los pies planos, una pierna un poquito más pequeña que la otra, una apertura inguinal que degeneró en hernia, una dentadura frágil que no duró mucho y los ojos dignos de gafas. Las debilidades que tenemos existen para que desenvolvamos fortalezas en eso mismo que adolecemos. En este sentido, de nada me valió ser niño índigo. Ser niño índigo no es tener conocimientos espirituales o poseer alguna iniciación. He tenido que estudiar y aplicar con mucho ahínco, como un estudiante lego, un humano no índigo, la Enseñanza Espiritual, y esto me ha permitido sobrevivir a todas las dificultades que he atravesado a lo largo de los sesenta años que he vivido. La Fe en el Poder de la Divina Presencia de Dios y los decretos permiten sobrellevar las dificultades de la mejor manera. He tratado de vivir de la mejor manera; tanto así, que considero el total de mi vida completamente feliz, no por ser índigo, sino por trabajar.

    Sea uno índigo, iniciado o no, hay momentos esporádicos o a partir de determinada edad, cuando recrudecen algunas de las carencias con que se viene a la encarnación o se incorporan algunas de ellas inesperadamente; entonces, se necesita de más Fe en el Poder de Dios y más aplicación de la Enseñanza Espiritual que antes. Mientras más dificultades, más aplicación de la Ley de Dios. En ese momento, podemos comenzar a hacer participar activamente en nuestras vidas la Llama de la Resurrección y la Vida, y ella puede darnos sus más grandes beneficios. Mientras más se aplican los Principios Divinos, más se acerca uno a Dios. A esto se refieren estas líneas.

    CRUCIFIJOS EN MI VIDA

    Además de la Metafísica, nací trayendo dentro de mí fuertes convicciones cristianas; por supuesto, los crucifijos han sido para mí libros vivos, y meditar en ellos me ha ayudado muchísimo a superar infinidad de situaciones inarmónicas personales y otras que la vida me ha traído de afuera. Debido a esto, le he dedicado algunas páginas de las obras que Dios me ha permitido escribir, a explicar las razones espirituales y el mensaje que dan los crucifijos. Ver el sufrimiento de Jesús en la cruz y su perdón, me obligan siempre a perdonar. Pero pasó algo que alteró esto, y como es el origen de este texto, lo quiero narrar.

    EL CRISTO ROTO

    Camino a los Alpes, al norte de Italia, hay poblaciones que tallan en madera los crucifijos más bellos que uno se pueda imaginar, y le encargué uno a los artesanos de allí, que bajan de la montaña y ponen sus ventas en el Duomo de Milán. Como no me lo pudieron entregar a tiempo, alguien conocido asumió llevármelo a Las Vegas, adonde tuve que irme. A pesar de todos los cuidados y de llevarlo en la mano, se le rompieron los brazos y quedó desprendido de la cruz. Se lo llevaron de nuevo a este lejano pueblo y lo repararon con tal perfección que parecía nuevo y más hermoso, estaba para enamorarse de Él. Al regresar a Milán me apoderé de Él y lo puse en el piso al lado de donde duermo, que es también en el suelo. Del suelo no se ha caído el primero; si te mantienes allí, es muy difícil que te caigas. No habían pasado muchos días cuando, de repente, se desprendió uno de los cajones de un mueble, que, al precipitarse, dio con el crucifijo, destrozándolo, y se le volvieron a romper sus lindos bracitos. ¡Ay! ¡Dios mío! Esta vez sí que me dio toda la pena del mundo. Todo tiene un porqué; que no lo sepas no quiere decir que no lo tenga. No existe la casualidad sino la causalidad. Uno puede leer en lo que le sucede en la vida cómo va y qué requiere su mundo interior. Al rompimiento de los brazos del crucifijo le apliqué el Principio de Correspondencia de como es arriba es abajo. Esto sucedía por algo, me estaba dando un mensaje. Cada suceso de nuestra vida tiene lectura. Hay que aprender en el libro de la Vida. Conny Méndez me enseñó que, cuando las cosas suceden dos veces, es así sin lugar a dudas. Y le agregó: Hay que ponerles mucha atención.

    APLICANDO LA LEY

    Por lógica, me di cuenta, sin titubeos, que para este momento de mi vida ya no debía usar como simiente de mis meditaciones y consuelos a un Jesús clavado en una cruz, sino a uno que estuviera desclavado. Por dos veces se me había desclavado uno. Aunque aclaro, no estoy de acuerdo con esa teoría de que Jesús no quiere que lo vean clavado en una cruz, porque es mucha la humildad y el perdón que enseñan los crucifijos, y con todo lo que me falta aprender, a mí me han enseñado bastante. Esto lo digo porque más de uno, cuando lea este relato, me dirá con su mente: ¡No se deben usar crucifijos!. No hay que llevarse por las palabras sino por los hechos. Para dejar de usar crucifijos responsablemente uno debe tener realizado el perdón a toda prueba. Pero bueno, hay que estar presto al cambio si se desea evolucionar. No hay más que hacer. Agua que se estanca, se pudre. En medio de los acontecimientos me acordé de esos crucifijos, que ya no son tan crucifijos, porque llevan a Jesús en la cruz pero resucitado, con los brazos desclavados y abiertos. Me dije: Me voy a comprar uno de esos. Los objetos espirituales de los que nos prendemos emiten las vibraciones que nos hacen falta en ese momento. Me vestí y me fui a conseguir un

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