Adiós al Edén

Por Esteban Muñoz Aguilar

El paraíso… anhelas regresar a su cuerpo, negar el sorbo de olvido al final de la inocencia, lejos de la selva oscura. Lo peor es sentir el jardín en carne propia, su romance, amor y erotismo. Pero, a pesar de que el tiempo parece morir cuando sales —en los dos segundos más largos de nuestras existencias—, siempre hay una extraña sabiduría y experiencia que esperan recibirte más adelante.La incertidumbre es el aspecto más aterrador, pero en ese mismo pánico encuentras la voluntad para continuar, para ver qué cosas habrá en el presente (entre las decisiones y las dudas), lejos del Edén.

• Idioma: Español
• Editorial: Universo de Letras
• Fecha de lanzamiento: 14 jul 2020
• ISBN: 9788418235863

Esteban Muñoz Aguilar

¿Qué sabemos? Tenemos el nombre: Esteban Muñoz Aguilar. Luego está su edad: 30 años. Después, algunas características físicas: mide 174 centímetros, pesa 67.2 kilogramos (debería pesar 74) y padece alopecia. Escribe desde los 14 años, es dibujante amateur y guitarrista principiante. Publicó el cuento El último suspiro en la revista Folios, del IEPC de Jalisco. Ahora comparte Adiós al Edén, antología de prosa poética sobre la inocencia.

Vista previa del libro

Pintura en letras

Su hermoso cabello rojizo cae con ligeras ondulaciones hasta su espalda, y se detiene unos milímetros después de sus omóplatos.

Es claro que le queda bien suelto, trenzado o sujeto como una simple cola de caballo. Hasta si fuera más corto se vería divino.

No es flaca, tiene un cuerpo fuerte. Me golpea y se divierte con esa pequeña muestra de afecto. Su espalda es amplia, fina. Sus piernas y glúteos están bien torneados.

Sus hombros y su tronco también están ligeramente tonificados. Sus senos son proporcionales al cuerpo: ni muy grandes ni muy pequeños. Puedo envolverlos completamente entre mis manos.

Su rostro es suave, presume líneas muy tenues que no necesitan tanto maquillaje. Sus ojos son claros (quizá grisáceos o verdes) y pacíficos.

Conoce lo que le gusta y lo compartimos. Me incita a jugar y experimentar. Si ella cede ante algo, naturalmente espera que yo haga lo mismo.

Compartimos muchas cosas, confiamos y nos vulneramos. Siempre queremos hablar, o callar cuando no hay nada que decir. Reímos a carcajadas, somos serios y hasta lloramos sin restricciones.

Dormimos bien, nos cuidamos con mensajes o llamadas, pero no necesitamos estar juntos todo el tiempo. Cerca o lejos, encontramos los decimales de felicidad que nos faltan.

Esa es su pintura.

Uno, juntos

Si el sueño llega tarde, lo reemplaza el arcoíris danzante detrás de los