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Movilización de enfermos
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Libro electrónico522 páginas5 horas

Movilización de enfermos

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Aplicar las técnicas de movilización, traslado y deambulación del usuario adquiriendo las destrezas necesarias en el manejo de ayudas técnicas para la movilización de enfermos.
UD1. LA INMOVILIZACIÓN:
1.1. Beneficios de la movilización.
1.2. Epidemiología.
1.3. Etiología.
1.4. Consecuencias del inmovilismo.
1.5. Valoración de los niveles de movilidad.
UD2. ENFERMEDADES FÍSICAS RELACIONADAS CON LA INMOVILIZACIÓN:
2.1. Enfermedades relacionadas con la inmovilidad que afectan al Sistema Músculo- Esquelético.
2.2. Úlceras por decúbito o por presión.
2.3. Osteoporosis y Osteomalacía.
2.4. Atrofia muscular.
2.5. Retracciones articulares y musculares.
2.6. Parálisis.
2.7. Enfermedades relacionadas con la inmovilidad que afectan al sistema cardiovascular.
2.8. Hipotensión ortostática.
2.9. Tromboembolismo.
2.10. Enfermedades relacionadas con la inmovilidad que afectan al sistema nervioso.
2.11. Enfermedades relacionadas con la inmovilidad que afectan al sistema respiratorio.
2.12. Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC).
2.13. Enfermedades relacionadas con la inmovilidad que afectan al sistema digestivo.
2.14. Enfermedades relacionadas con la inmovilidad que afectan al sistema genito-urinario.
2.15. Otras alteraciones relacionadas con la inmovilidad.
UD3. TÉCNICAS DE MOVILIZACIÓN E INMOVILIZACIÓN:
3.1. Principios anatomo- fisiológicos de sostén y movimiento del cuerpo humano.
3.2. Posiciones anatómicas.
3.3. Técnicas de movilización, traslado y deambulación.
3.4. Preparación para el traslado.
3.5. Movilización de personas dependientes.
3.6. Acompañamiento en la deambulación.
3.7. Prevención de caídas y accidentes.
3.8. Ayudas técnicas para la deambulación, traslado y movilización en personas dependientes.
UD4. RIESGOS Y COMPLICACIONES DE UNA INADECUADA MANIPULACIÓN:
4.1. Riesgos asociados con el residente.
4.2. Riesgos asociados al personal que realiza las movilizaciones.
4.3. Prevención de riesgos asociados al personal que realiza las movilizaciones.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento3 may 2019
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    Movilización de enfermos - María Isabel Fernández Vázquez

    Objetivo general

    Al finalizar esta unidad formativa, el alumnado adquirirá los conocimientos necesarios para identificar y manejar el Síndrome de Inmovilización

    Objetivos Específicos

    –Comprender los beneficios de la movilización

    –Describir la epidemiología y etiología de la inmovilización.

    –Conocer las consecuencias provocadas por el inmovilismo

    –Aprender a valorar los niveles de movilidad.

    1.1.Beneficios de la movilización

    Al hablar de movilidad nos referimos a la capacidad de las personas para moverse en todo el rango posible; desde el más básico, como el cambio de posición en la cama o levantarse del sillón, a deambular, subir escaleras o utilizar los medios de transporte.

    A. Fierro, P. Solari y A. Pérez en su libro Síndrome de inmovilidad. Un diagnóstico muchas veces ignorado hacen la siguiente afirmación: Cuando por alguna circunstancia se deteriora o se pierde la movilidad, se disminuye la capacidad de realizar actividades de la vida diaria, hecho que empeora la calidad de vida, predispone a la aparición de complicaciones y aumenta la mortalidad.

    En la NANDA, (2) siglas de North American Nursing Diagnosis Association; sociedad científica mundial compuesta por enfermeras con el cometido de redactar y estandarizar los juicios clínicos o diagnósticos de enfermería, se define el Deterioro de la movilidad física como la limitación del movimiento independiente, intencionado, que padece la persona en el conjunto de su cuerpo o de una o más extremidades.

    En ella determinan que el deterioro de la movilidad puede estar relacionado con:

    –Intolerancia a la actividad

    –Dolor y molestia

    –Trastorno perceptual o cognoscitivo

    –Trastorno neuromuscular

    –Trastorno musculoesquelético

    –Depresión, ansiedad grave

    –Alteración del metabolismo celular

    –Mala forma física

    –Disminución de la resistencia

    –Creencias culturales respecto a la actividad adecuada para la edad

    –Disminución de la masa corporal

    –Disminución de la fuerza física

    –Retraso en el desarrollo

    –Rigidez articular

    –Desuso

    –Limitación de la fuerza cardiovascular

    –Medicamentos

    –Sedentarismo

    Características del deterioro de la movilidad: (Listado de diagnósticos NANDA. Temas de enfermería actual).

    –Incapacidad para moverse intencionadamente dentro de un ambiente físico

    –Reacio a intentar el movimiento

    –Rango de movimiento limitado

    –Disminución de la fuerza, el control y/o masa muscular

    –Restricciones impuestas por el movimiento

    –Trastorno de coordinación

    –Limitación de la habilidad para las habilidades motoras groseras

    –Limitación de la capacidad para las habilidades motoras finas

    –Limitación de la amplitud de movimientos

    –Temblor inducido por el movimiento

    María Teresa Luis Rodrigo, en su libro Los Diagnósticos de Enfermería, sugiere una clasificación del Deterioro de la Movilidad Física según el nivel funcional en:

    Por otro lado, el deterioro de la movilidad la podemos clasificar atendiendo a su forma de presentación en súbita o gradual.

    Pero también se puede clasificar según su intensidad, según la Organización Panamericana de la Salud. La oficina regional de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en su Guía de Diagnóstico y manejo, expone:

    1.Leve. Dificultad para deambular distancias largas o subir y bajar escaleras.

    2.Moderado. Dificultad para realizar en forma independiente la movilización dentro del hogar.

    3.Severo. Abarca desde la dificultad para realizar una movilización independiente de la cama y/o el sillón, para realizar las actividades básicas de la vida diaria, hasta la inmovilidad total.

    La movilización es el acto de aportar a una persona la ayuda que necesita para la realización de actividades que haría por sí misma si tuviera la fuerza suficiente, los conocimientos o la voluntad necesaria.

    Teniendo en cuenta el marco conceptual de Virginia Henderson, quien ha formulado el modelo de cuidados más utilizado en la actualidad en el entorno de le enfermería, la acción del profesional sanitario se centra en reforzar, aumentar, completar o sustituir la fuerza, el conocimiento y/o la voluntad de la persona y su familia, con el objetivo de que alcance lo antes posible la máxima independencia. Esto viene recogido en el libro Deterioro de la movilidad física y continuidad de cuidados. Guías de actuación en grupos vulnerables, desarrollado por la Comisión para el Desarrollo de la Atención Enfermera en el Servicio Andaluz de Salud, escrito por Manuela Lacida.

    En aquellos casos en que la movilidad está deteriorada de forma irreversible, la enfermera (o el profesional sanitario) centrará sus intervenciones en disponer agentes de autonomía asistida que suplan la cobertura de necesidades y en la prevención de las consecuencias de la falta de movilidad y respuestas humanas asociadas.

    La mayoría de las personas que acuden o se encuentran internadas en centros sanitarios a causa de una enfermedad, pueden presentar una disminución de sus capacidades físicas o psíquicas. Esto deriva en que no puedan movilizarse con normalidad por si mismos, de ahí que requieran la ayuda por parte del personal sanitario para la realización de movimientos imprescindibles.

    Estos movimientos se deben efectuar siguiendo unas premisas básicas establecidas para tal fin, con el objeto de disminuir los riesgos y favorecer la mayor comodidad tanto para los pacientes como para el personal sanitario.

    La movilización de enfermos abarca un campo muy amplio que comprende, desde las técnicas para colocar y mover a los pacientes correctamente en una cama, como aquellos movimientos que se realizan en una habitación o el transporte del enfermo a otros lugares, a través de sillas de ruedas, camillas, etc.

    Existe una numerosa evidencia que viene a demostrar que el ejercicio funciona como herramienta protectora de la fisiología, siendo capaz de revertir en muchos casos, los procesos fisiopatológicos que amenazan a las personas.

    Además, está demostrado que el ejercicio puede enlentecer los procesos de envejecimiento, hasta el punto de conseguir:

    –Modificar los factores de riesgo asociados a la discapacidad

    –Modificar tanto la presentación como las consecuencias de enfermedades que ya están presentes

    –Indirectamente, modificar el funcionamiento psicológico y social de la persona.

    Jara, R. Sección Geriatría, Depto. Medicina, HCUCH. en su obra Efectos del ejercicio en adultos mayores, presenta la siguiente tabla, en la que se recoge el efecto negativo que presenta la inmovilidad frente al beneficio que aporta el ejercicio y la movilidad en los diversos sistemas fisiológicos.

    En los casos en los que el paciente no pueda o no deba realizar por sí mismo el ejercicio, es el profesional sanitario quien deberá suplir totalmente o en parte esta necesidad.

    Para que una movilización sea adecuada, el paciente siempre debe estar informado de lo que se le va a realizar, debiendo participar (siempre que fuera posible) activamente en la misma, dependiendo de sus propias posibilidades.

    Una movilización correcta aportará al paciente el mismo beneficio que si tuviera la capacidad de mover correctamente sus articulaciones, ya sea flexionando,extendiendo, deslizando o girando según fuese necesario.

    Mediante la movilización se ayuda a orientar al enfermo y sobre todo, evitamos que el paciente se sienta más enfermo de lo que realmente está, ayudándole a sentir y a experimentar los movimientos de su propio cuerpo, explotando la capacidad que aún posea de moverse activamente y de participar en cada actividad que se realice con él.

    Podemos diferenciar dos tipos de movilización:

    1.Movilización pasiva. Es la maniobra donde el paciente es inactivo, no colabora o participa por estar incapacitado para ello (coma, anestesia, parálisis, etc.) por lo que no aporta ninguna ayuda.

    2.Movilización activa o asistida. Es aquella donde existe la participación relativa del paciente aunque su esfuerzo es insuficiente, coordinado o contraindicado, por lo que habrá que controlar y canalizar su participación, necesitando ayuda en menor o mayor grado del personal sanitario.

    Es de suma importancia preservar la integridad del paciente, evitando posibles caídas u otros daños a la hora de realizar cualquier técnica de movilización. Para ello, es de suma importancia seguir con escrupulosidad las indicaciones y principios básicos establecidos en los distintos protocolos; tanto en lo referente al número de personas que deben intervenir en las movilizaciones como en el procedimiento para realizar las mismas.

    Existen unos principios o reglas básicas para los profesionales sanitarios (Enfermería, TCAE, Celadores, etc.) que deben conocer y aplicar,tanto al realizar las movilizaciones como al practicar los cambios posturales (MMP: Movilización Manual de Pacientes) y transporte de enfermos.

    Técnicas de MMP: Movilización Manual de Pacientes

    Las técnicas de MMP se basan en el estudio lógico de las reacciones del cuerpo humano al realizar una movilización, de manera que permiten entender qué se está produciendo y qué se pretende producir, por lo que son de gran ayuda, tanto para quien las recibe como para la persona que las aplica.

    Antes de realizar la movilización de un paciente, hay que tener en cuenta dos tipos de premisas: de organización y posturales.

    Premisas de organización

    –Antes de mover a un enfermo es necesario conocer la enfermedad o lesión que padece, así como valorar el espacio y los útiles disponibles.

    –Utilizar una vestimenta adecuada, no llevar objetos punzantes en los bolsillos ni adornos.

    –Explicar al enfermo los movimientos que vamos a realizar y pedir su colaboración.

    –Dar una orden única, clara y precisa para el movimiento.

    Premisas posturales

    1.Proporcionar una amplia base de apoyo: Pies separados y uno ligeramente delante del otro.

    2.Colocar correctamente el pie en dirección delantero hacia donde debe hacerse el giro para no hacerlo con la columna.

    3.Espalda: recta y ligeramente inclinada hacia delante.

    4.Piernas: flexionadas.

    5.Caderas basculantes.

    6.Contraer músculos abdominales y glúteos, para estabilizar pelvis.

    7.Siempre que se pueda trabajar a una altura adecuada.

    8.Carga cerca del cuerpo: aprovechar el peso del cuerpo, sosteniendo los objetos cerca del centro de gravedad.

    9.Utilizar el contrapeso del propio cuerpo, para aumentar la fuerza aplicada al movimiento y la inercia del cuerpo del enfermo.

    10.Empujar mejor que tirar, reduciendo al mínimo el roce entre el cuerpo del enfermo y la superficie donde se mueve.

    11.Aprovechar la gravedad y no trabajar contra ella.

    12.Ayudarse con puntos de apoyo exteriores (mesas, camillas, sillas, etc.).

    13.Siempre que sea posible se deben utilizar ayudas mecánicas o la ayuda de un compañero/a.

    14.Cuando es demasiado pesado para una persona, se deben coordinar entre varios sanitarios contando uno, dos, tres ¡arriba!.

    15.Cuando el paciente no colabora o es muy voluminoso se recomienda usar ayudas mecánicas.

    Toda movilización debe ser planificada correctamente, de manera que se sepa la técnica más adecuada a aplicar en cada momento. La lógica debe indicar el momento en que es mejor utilizar una ayuda mecánica o bien solicitar ayuda de los compañeros.

    A continuación, desglosamos los principios básicos de la Movilización Manual de Pacientes (MMP).

    Principios básicos de la Movilización Manual de Pacientes (MMP)

    1.Adaptar el medio

    Este aspecto de la movilización es muy importante. Sería inútil intentar movilizar a una persona que se encuentra en una cama que está a 20 centímetros del suelo, o intentar desplazarle hacia un borde de la cama si por ese lado está pegada a la pared.

    En estas situaciones, por muchos conocimientos y formación que tenga el cuidador sobre la movilización de pacientes, la única posibilidad para hacerlo es empleando más fuerza, renunciando a la capacidad de reacción ante cualquier situación imprevista que le obligue a corregir su posición, adoptando posturas que le van a provocar problemas físicos en un tiempo más o menos cercano, y haciendo daño al enfermo, por la fuerza que tiene que usar para moverle.

    Por otro lado, el paciente tendrá una dificultad mucho mayor para moverse y desplazarse dentro de sus posibilidades. En este ejemplo de la cama baja, para el enfermo sería muy complicado, y le supondría un esfuerzo considerable levantarse de la cama para ponerse de pie.

    2.Orientar al paciente

    La desorientación constituye una de las complicaciones asociadas con mayor frecuencia a la inmovilidad. Se suele observar con relativa frecuencia en centros sanitarios y residenciales, sobre todo, en personas ingresadas que permanecen encamadas. Las causas de la desorientación pueden ser muy variadas y de etiologías muy diversas, pero una parte de las causas que la motivan puede ser evitada mediante tres medidas muy sencillas relacionadas con la movilización:

    1.Al comenzar cualquier manejo del enfermo se le debe pedir que mire o se le debe girar la cabeza en la dirección en la que se le va a girar o a desplazar.

    Con esto se pretende un objetivo bien sencillo, siempre que nos movemos, la cabeza nos indica la dirección en la que lo hacemos, acompañando al resto de cuerpo y guiándole cuando se cambia el sentido, la dirección, o el plano en el que tiene lugar el movimiento.

    Un claro ejemplo es aquella persona que deambula por una calle y pretende girar hacia la izquierda, primero gira la cabeza en esa dirección, y a continuación, a este giro le sigue el resto del cuerpo, nunca al revés.

    Si un paciente se encuentra tumbado en la cama en decúbito supino, y le giramos la cabeza hacia la izquierda, al resto del cuerpo le llega la información de que si va a haber una movilización esta será hacia ese lado, por lo que le predispone a ese movimiento, le ayuda a orientarse y facilita la movilización.

    2.Se deben utilizar expresiones concretas y comunes a ambas personas, y no usar palabras más abstractas como derecha, izquierda, arriba, abajo, delante, o detrás.

    Las referencias concretas más adecuadas son aquellas que se encuentran en la habitación o en el entorno del enfermo, por ejemplo, sería correcto indicarle al enfermo: gire hacia la puerta, mire a la ventana, muévase hacia la cabecera de la cama, o hacia sus pies.

    3.Es conveniente movilizar al paciente de forma que se desplace sobre una superficie de apoyo.

    Los movimientos encarrilados ayudan a la orientación espacial del enfermo, mientras que los balísticos o aéreos no aportan ninguna información sensorial y, por tanto, no realizan ninguna contribución positiva en ese aspecto.

    Sería el caso del enfermo que se encuentra en decúbito supino, con el brazo extendido a lo largo del cuerpo. Si para separárselo se le desplaza por el colchón, el contacto con esta superficie es una información muy valiosa para el cerebro, que a nivel subconsciente analiza esos datos para saber dónde se encuentra el cuerpo, cuáles son los límites del colchón, cómo está orientado el cuerpo, etc.

    En cambio, si el movimiento del brazo se hace por el aire, se le estará privando al cerebro de esa información táctil-cinestésica y no se le aporta ninguna ayuda para que se oriente.

    3.Emplear un único sanitario para movilizar al paciente (siempre que sea factible)

    Mediante la movilización se consigue interactuar dos cuerpos que se transmiten información sobre el movimiento. Existen una serie de ventajas a la hora de realizar una movilización de un paciente con un sanitario:

    1.Permite realizar la actividad cuando solo hay disponible un sanitario. Es sabido que no siempre se cuentan con dos o más sanitarios para realizar las distintas movilizaciones.

    2.La información que el paciente recibe tras el contacto con el sanitario será más clara cuando procede de una única persona. Cuando el enfermo percibe la manipulación de muchas manos a la vez responde de otra manera. Es más, el paciente participa menos al resultarle más difícil concentrarse y al perder parte de su capacidad orientativa.

    3.Por otro lado, cuando existen varios sanitarios van a existir más dificultades a la hora de concentrarse en el paciente, dirigirse a él, para informarle o para pedirle colaboración.

    Normalmente, los cuidadores hablan entre ellos, en el mejor de los casos, para ponerse de acuerdo en torno a la actividad a realizar y, en el peor de los casos, conversan sobre cosas que nada tienen que ver con la actividad que se encuentran realizando. De modo general, este tipo de conversaciones influyen de manera negativa en el paciente, de ahí que se deberían de evitar en lo posible.

    4.Fundamentar la movilización en el contacto

    Al contactar las manos del sanitario con el enfermo se le transmite una información a este. A mayor superficie de contacto entre las manos y el paciente, mayor y más nítida será la información y además, la tracción será menos dolorosa para el paciente.

    Cuando la tracción parte de la cara interna de los muslos con las yemas de los dedos resulta bastante dolorosa y desagradable, llegando incluso a provocar hematomas. Si en cambio, la tracción se realiza con toda la palma de la mano o con el reverso de esta, es mucho más agradable y al paciente le resultará menos lesiva.

    5.Hablar poco

    Es muy importante que la información de forma hablada que se le dispense al paciente sea lo más escueta, breve, y sobre todo, paralela, y simultánea a la ejecución de la movilización; lo realmente primordial es la información de carácter táctil.

    Lo ideal es que mientras se moviliza el paciente, el sanitario indique en todo momento lo que se le está haciendo además de pedirle una participación lo más activa posible, independientemente de si puede o no hacerlo.

    Cuando tienen capacidad de movimiento colaborarán activamente; en caso contrario, es el cuidador quien tiene que realizarlo, pero intentando que en ambos casos el paciente tenga la impresión de que está colaborando en el movimiento y no de que le están moviendo.

    Pongamos un ejemplo: información hablada para pasar al enfermo del decúbito supino al decúbito lateral en la cama. Actuaríamos de esta forma:

    Mire hacia mí (al mismo tiempo se le ayuda a girar la cabeza en nuestra dirección); muy bien. Ahora doble esta pierna (mientras se le ayuda a flexionar la pierna que está más alejada del sanitario); perfecto. Ahora deme esa mano, (mientras se le coge la mano y el brazo más alejado y se acerca hacia la dirección del sanitario); bien, y ahora gírese hacia mí (al tiempo que con la mano que le queda libre al sanitario tirará de su tronco o de su cadera en su dirección).

    6.Moverse simultáneamente y en dirección al desplazamiento

    Es imprescindible que el sanitario no permanezca estático. Deberá moverse armónicamente junto al enfermo. De esta forma se va a aprovechar la energía cinética por lo que emplearemos menos fuerza para realizar un movimiento determinado. Por otra parte, también se aprovechará una propiedad del cuerpo humano como es que dos cuerpos que se mueven en contacto y de forma simultánea se transmiten la sensación de movimiento y la información entre ambos.

    7.La postura del sanitario

    Para cumplir el principio precedente es necesario que el sanitario adopte una postura para conservar la movilidad y mantener un contacto con el cuerpo del enfermo que le permita interactuar con él. La postura del sanitario es uno de los principios básicos de la movilización de pacientes. Se pueden recalcar varias cosas:

    ∙El sanitario debe situarse en el lado hacia donde se va a mover al enfermo: Es necesario recordar que el movimiento nunca debe de alejarse del sanitario sino venir hacia él.

    ∙Proporcionar una base amplia de apoyo: Para ello, los pies se deben mantener separados y relativamente cerca el uno del otro; uno ligeramente delante del otro en posición de dar un paso.

    De esta forma, el sanitario se mueve con pasos cortos, estables, y si es preciso rápidos. Los pies paralelos y firmemente apoyados sobre el suelo, conforman una postura con la que clásicamente se han movilizado a los pacientes. Esta es totalmente inapropiada porque coarta la movilidad del sanitario, dejándolo sin capacidad de rectificación ante una situación problemática o inesperada, ya que no le permite moverse en contacto de forma simultánea al enfermo.

    Se sabe que la estabilidad de un objeto es mayor cuando se tiene una buena base de sustentación y un centro de gravedad bajo. El centro de gravedad en el ser humano en bipedestación se establece aproximadamente a nivel de la 3ª vértebra lumbar (L3). Este centro de gravedad es el que controla el equilibrio del cuerpo.

    Estabilidad quiere decir seguridad y base de apoyo quiere decir poder. Con una postura estable moveremos sin problemas al paciente, y con una buena base de apoyo seremos capaces de evitar lesiones porque aprovecharemos el impulso mecánico producido en la movilización del paciente.

    La postura estable no implica que sea estática; yo puedo estar moviéndome ayudando a un paciente y estar en una postura estable que me permita controlar un posible desequilibro gracias al mantenimiento de una correcta base de apoyo.

    ∙Hacer el máximo uso de su centro de gravedad sosteniendo los objetos cerca del cuerpo.

    La fuerza requerida para mantener el equilibrio del cuerpo aumenta conforme la línea de gravedad se aleja del punto de apoyo. Si los brazos están extendidos se pierde mucha de su fuerza.

    Manteniendo al paciente cerca reducimos la fuerza que hay que aplicar para movilizarle adecuadamente, reduciendo con ello la tensión producida en las estructuras que ejecutan la fuerza y en las que actúan de soporte.

    ∙Proteger la espalda. Mantener la espalda recta. No doblarla de manera incorrecta.

    El mantenimiento de la espalda recta permite que las cargas que actúen sobre la espalda lo hagan de manera vertical, de manera que se permite que entren en juego los mecanismos amortiguadores del disco intervertebral evitándose el deterioro del anillo fibroso y por ello reduciéndose el riesgo de padecer hernia discal.

    Además, al mantener la espalda recta se impide que se produzcan contracturas musculares, debido a que la musculatura para vertebral, tanto profunda como superficial, solo actúa como estabilizadora, sin tener que hacer ningún esfuerzo excesivo para mantener las vértebras alineadas.

    Si se inclina o rota la espalda, se pierde la verticalidad y los músculos se tienen que poner a trabajar en unas condiciones de sobrecarga para mantener la cohesión vertebral y que se mantenga la movilidad. Esto es un factor de riesgo para la musculatura muy grande.

    ∙Las rodillas se deben mantener ligeramente flexionadas. Se aumentará la flexión o la extensión según se necesite ganar o perder altura.

    Manteniendo las rodillas flexionadas se consigue una mayor base de sustentación y por ello mejor equilibrio, además de permitir que sea la musculatura fuerte de las piernas la que cargue del peso.

    El mantener las rodillas flexionadas permite trabajar como principal motor del movimiento al cuádriceps femoral, el potente extensor de la rodilla, y a los músculos glúteos, como retroversores del muslo. Aunque en realidad participan muchísimos músculos más: psoas ilíaco, gemelos, soleo, obturadores, piramidal de la pelvis, etc.

    ∙La altura a la que se va a trabajar es aquella que permita al cuidador mantener continuamente las diferentes partes de su cuerpo aproximadamente a la misma altura que las del paciente, es decir, la cabeza del paciente junto a la del cuidador,su tronco a nivel del tronco del otro, y así sucesivamente. Trabajar, si es posible, a una altura adecuada. Trabajar demasiado alto provoca hipertensión lumbar. Por el contrario, trabajar demasiado bajo provoca espalda doblada.

    ∙Cuello y cabeza deben seguir la alineación de la espalda. Dedos y manos han de extenderse sobre el objeto para ser levantados con la palma. Los dedos solos tienen poca potencia.

    ∙Contraer los músculos abdominales y glúteos. De este modo se estabiliza la pelvis antes de movilizar la carga. Esto protege los ligamentos y articulaciones contra la tensión y las lesiones. Espirar en el momento de la fuerza.

    8.Movilizar imitando el movimiento del cuerpo humano

    Contemplar atentamente de qué forma se mueve nuestro cuerpo nos puede ayudar para después trasladar estos movimientos al paciente: cómo se mueve para girarse en la cama, o cómo se levanta o se sienta en una silla, el modo de caminar, etc.

    Ejemplo: repasar el movimiento corporal para sentarse en una silla.

    La persona se acerca hasta ella y se sitúa de espaldas al asiento, pone sus manos sobre los apoyabrazos, inclina la cabeza y el tronco hacia delante, en dirección a los pies hasta que quedan por delante de estos, y desplaza los glúteos hacia el respaldo de la silla.

    Para sentar al enfermo el sanitario deberá repetir esta secuencia dando a su cuerpo la información que precise para realizar estos movimientos: camina junto al paciente hasta que está junto a la silla y le coloca de espaldas a este.

    Con una mano en la espalda del paciente, a la altura del tórax, le desplaza el tronco hacia delante, es decir, alejándolo de la silla. Simultáneamente, con la otra mano presiona en la parte delantera de la pelvis, en dirección al respaldo de la silla.

    Con estos dos contactos el cuidador le está informando al cuerpo del enfermo lo que tiene que hacer (desplazar la cabeza y tronco hacia delante, y la pelvis hacia atrás).

    9.No mover todo el cuerpo a la vez

    Lo ideal es que la movilización se realice empleando el menor esfuerzo posible. En la mayoría de los casos, el peso del paciente no tiene por qué ser determinante para poderlo movilizar con mayor o menor facilidad. Nunca

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