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Edvard Munch
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Libro electrónico128 páginas47 minutos

Edvard Munch

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Edvard Munch, nacido en 1863, fue el artista más popular de Noruega. Sus pinturas de aspecto meditabundo y angustioso están basadas en su propia pena y obsesiones, y fueron piezas clave en el desarrollo del expresionismo. Durante su niñez, la muerte de su madre, su hermano y hermana, así como la enfermedad mental de otra de sus hermanas, tuvieron una fuerte influencia sobre su arte convulso y tortuoso. En sus obras, Munch rondaba con insistencia el recuerdo de la enfermedad, la muerte y la desdicha. Durante su carrera, Munch cambió de estilo varias veces. Al principio, por influencia del impresionismo y post-impresionismo, produjo un estilo y contenido muy personal, cada vez más preocupado con imágenes de enfermedad y muerte. En los años cercanos a 1892, su estilo derivó hacia el sintetismo, como puede apreciarse en El grito (1893), obra que se considera como un icono y el retrato de la angustia existencial y espiritual de la humanidad moderna. De este cuadro pintó diferentes versiones. Durante la década de 1890, Munch favoreció un espacio pictórico ligero y lo empleó en sus retratos, que con frecuencia eran de frente. Sus obras solían incluir representaciones simbolistas de temas como la miseria, la enfermedad y la muerte. Las poses de sus modelos en muchos de los retratos captaban el estado de ánimo y la condición psicológica. Todo esto da también una cualidad monumental y estática a sus pinturas. En 1892, el Sindicato de Artistas de Berlín lo invitó a que exhibiera en su exposición de noviembre. Sus pinturas causaron amarga controversia y después de apenas una semana, la exposición cerró. En las décadas de 1930 y 1940, los nazis etiquetaron su obra como “arte degenerado” y retiraron sus pinturas de los museos alemanes. Esto hirió profundamente a Munch, que era antifascista y que había llegado a considerar Alemania como su patria adoptiva. En 1908 Munch sufrió un ataque de ansiedad aguda y fue hospitalizado. Volvió a Noruega en 1909 y murió en Oslo en 1944.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento15 jul 2019
ISBN9781644617441
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    Edvard Munch - Patrick Bade

    BIOGRAFÍA

    En la mayor parte de la gente, el nombre de Edvard Munch evoca una imagen imposible de olvidar: El grito, un alarido de terror que brota de las profundidades del alma, emitido por una silueta de rostro alargado, parecido a una calavera, delineado contra un atardecer de intenso rojo sangre. Esta imagen icónica se ha convertido en la representación misma de la angustia en el expresionismo de finales del siglo XIX. Sin embargo, el artista, poseedor de un alma sensible, dado a la introspección y al auto-análisis, alcanzó los ochenta años de edad y fue testigo de la aceptación de los críticos en todo el mundo del movimiento expresionista de cuyos inicios formó parte integral. Podría pensarse que el creador de una imagen tan gráfica del terror sería demasiado frágil y etéreo para sobrevivir a las violentas sacudidas de principios del siglo XX, pero, aunque sufrió terribles depresiones y ansiedad, la mayor parte de su vida, Munch fue capaz de encontrar una manera de vivir que le permitió producir una gran cantidad de hermosas obras de arte, psicológicamente penetrantes a la vez que perturbadoras. Nació en 1863, hijo de Laura Bjølstad, una madre joven y frágil, y del doctor Christian Munch, un hombre mayor. El año siguiente, la familia se mudó a Kristiania, la ciudad que hoy se llama Oslo. La familia tuvo en total cinco hijos, de los que Edvard fue el segundo y el hijo mayor. Desde el principio, Munch supo que tenía que luchar contra una doble herencia: la amenaza física de la tuberculosis, que se llevó primero a su madre y después a su hermana mayor, así como una leve, pero muy clara posibilidad de inestabilidad mental. Laura Munch murió a la edad de treinta años, poco después de haber dado a luz a su quinto hijo. No es difícil imaginar el efecto que esto tuvo en la familia. El padre sufrió mucho, mientras que los hijos más jóvenes conservaron apenas un vago recuerdo de su madre. Sin embargo, la conciencia de su pérdida jamás los abandonó.

    La religiosidad del padre se incrementó tras la muerte de Laura, hasta el punto de provocar en los hijos una gran ansiedad por no infringir los principios cristianos, que los llenó de un temor palpable a la condenación eterna. La tristeza de esta temprana experiencia con la muerte se hizo aún más amarga por el impredecible comportamiento del padre de Munch. Los niños Munch nunca estaban seguros de cómo se manifestaría la fanática piedad de su padre, pero con lo que sí podían contar era con que los haría sentirse ineptos, ya fuera como buenos cristianos o como hijos obedientes. En ocasiones, la naturaleza amable del Dr, Munch, enterrada casi por completo por la tristeza de la muerte de su joven esposa, resurgía brevemente y le permitía jugar con sus hijos como cualquier padre normal. Empero, cuando la oscuridad volvía a abrumarlo, se volvía un hombre físicamente violento. De hecho, años más tarde Munch escribiría que su padre sufría lapsos en los que casi perdía la razón. Aquello debió haber sido aterrador para un niño de corta edad, sensible y callado, que tendía a enfermar con frecuencia. La muerte de su hermana Sophie, la hija mayor, cuando Edvard tenía apenas trece años, le provocó un sufrimiento aún más profundo que la pérdida de su madre a la edad de cinco años. Observaba con ansiedad cómo oraba su padre frente a la niña, impotente para aliviarla. Para él y para Sophie, las promesas del Dr. Munch sobre la existencia de la gloria eterna no significaban nada en comparación con el vehemente deseo de vivir de la niña.

    1. Paisaje, Maridalen, cerca de Oslo, 1881, Óleo sobre madera, 22 x 27.5 cm, Museo de Munch,

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