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Muchacho frente al mar
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Libro electrónico91 páginas54 minutos

Muchacho frente al mar

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Información de este libro electrónico

Isla, Hombre, Tiempo, sociedad golpeada, voluntad de dominar realidades, moral, sueños, lugares comunes derrotados, parecería que nada puede desvanecer la tristeza a lo largo y ancho de sí mismo y del libro y de la isla, penas del pasado, soledad del presente y un futuro que se pronuncia de la forma más difícil, el lenguaje como forma para saltar como un animal sobre sí mismo y sobre la totalidad del dolor.
No hay dudas, este libro está escrito sobre un terreno sagrado.
IdiomaEspañol
EditorialGuantanamera
Fecha de lanzamiento29 sept 2016
ISBN9781524304003
Muchacho frente al mar
Autor

Abilio Suárez

Abilio Suárez (Matanzas, 1986). Escritor, asesor y director teatral. Ha cursado Dramaturgia en la Universidad de las Artes en Cuba. Ha sido profesor de Francés y Dramaturgia en diferentes escuelas de arte. Ha participado en disímiles talleres de experimentación teatral y de creación literaria. Lleva una investigación sobre el poeta cubano exiliado Gastón Baquero, con el horizonte de una pieza teatral. Es un autor inédito. Y ahora deja de serlo.

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    Muchacho frente al mar - Abilio Suárez

    esté

    Levántate ave de hierro

    para Mila,

    que siempre tuvo miedo a volar

    Uno se sube a un avión y se olvida del mundo

    vuela con el corazón latiendo y los oídos aturdidos

    escapa, huye, se refugia en la partida

    sueña con volver la cabeza y pregunta si el destino está cerca

    Uno respira suave

    bajo los pies hay luces que simulan otro cielo, otras estrellas

    es la ciudad angustiada

    Atrás van quedando las nubes, las despedidas, el amor

    los versos de los conspiradores

    Uno se piensa libre y se miente

    porque el avión no es un ave

    porque las despedidas, el amor, las nubes se resisten

    porque nunca se abandonan los recuerdos

    Triste ver al ave de hierro levantarse

    Contra la gravedad

    ligero como un cisne

    apartando el deseo de habitar un mejor sitio

    Nos sabemos solos contra el mundo cuando despegamos

    la lejanía se adentra al cuerpo en el impulso de levantarnos de la tierra

    dejándonos con mucho miedo por las miradas de los que dicen adiós

    en la ciudad a ratos iluminada

    Se sueña con el no retorno,

    con la velocidad del ave de hierro

    con el ascenso para sostenerse ingrávido donde es posible la libertad

    late la esperanza

    la nostalgia se acerca y susurra muy dócil

    tanteando la indecente soledad con la que se evade el usado lugar, o calle, o ciudad, o provincia, o país, o isla, que es decir encierro

    aunque se retome la complicidad de estar vivos

    El avión es como los barcos, la incisiva luz del camino

    Un pájaro destinado a una finalidad, a un adiós inalterable,

    La familia, los amigos, el beso al amante quedan en una fotografía, una libreta de Notas, un objeto que se guarda para la soledad

    donde resistimos el canto del pájaro azul de Bukowsky

    también uno lo encierra, y lo hace callar

    Tierra, mar por medio, nubes temporales,

    ¡Levántate ave de hierro!

    Deja el vacío suspendido a los pies de los que parten

    Deja la soledad para el silencio agudo de las despedidas

    Indefensos,

    dejando que la vida vuele hasta el destino

    Impredecible, deseable, feroz.

    Muchachos frente al mar

    A otras tierras escapa una barca.

    La isla despide a mi generación a lejanas costas,

    aquí un estrecho muro nos separa del mar.

    El muro es solo una ilusión, una pausa que incita al descubrimiento.

    Sumergir el cuerpo para nadar, nadar sin volver la cabeza.

    Generación del caos,

    muchachos que harán a la tierra infértil o llena de frutos podridos.

    ¿Habrá suerte, habrá vida? ¿Cómo saberlo?

    Cuando paseo las calles y veo mi cuerpo como un cuerpo ajeno

    –uno que quizás no recuerde que ha sido amado-,

    imagino los torsos desnudos sobre las olas: ahogados o jugando.

    Uno sobre otros, dos, tres sobre uno.

    Cuerpos como mariposas se hacen eternos, inatrapables.

    Qué importa si los que van delante los maldicen.

    Volar, volar sin detenerse. Volar a cualquier otro sitio.

    Yo también soy un muchacho del caos.

    Uno más de los que avanzan sin comprender

    la distancia entre la Isla y el mundo.

    Uno más de los que quieren nadar, volar, morir.

    Quiero encontrar la vara que abre los mares

    y caminar entre sus paredes.

    Quiero también morir en Paris con aguacero

    y columpiarme en las ramas de un abedul.

    Visitar las tumbas de los poetas muertos bajo otros soles.

    Sentarme en el Central Park y gritar una frase vedada.

    Llegará el día en que abandonemos el vientre tan pobre, tan triste, tan solo.

    Otros una vez desearon lo mismo,

    es el tiempo el culpable de las derrotas y de las partidas.

    Los años huyen, como la presa que escapa del tigre,

    ese animal suprimido en estos años frente al mar.

    El príncipe del

    Bosque de Bohemia

    A las alturas del bosque de Bohemia

    en la oscuridad cubierta por hojas del rojo abedul

    respira un ciervo

    Se puede imaginar un silvestre paraje checo

    o más bien kafkiano

    donde los espíritus y transformaciones

    acechan a la intromisión humana

    El bosque guarda los secretos otoñales de venturosos cisnes

    Guarda el aliento de la manada de lobos

    y el olor del tigre siberiano

    El bosque de Šumava posee un príncipe

    alejado hoy a mis manos

    Lo oculta en los días que es permitida la matanza

    donde le cazador se enamora del trofeo y lleva

    la cabeza para el recordatorio- abominable morbosidad de caza

    A veces después del silencio que deja la luna

    se le ve llegar, tardo

    tocado por el don de la supervivencia

    previsto de leyendas mitológicas

    y pictóricas señales de su imagen

    Sea cual sea su origen es un príncipe

    coronado por Dios

    esculpido de la cera vegetal que dejaron los

    Dvergar

    Criado por raíces del único

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