El aire del círculo polar
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La pugna entre la infancia como territorio sagrado y la realidad de la vida van de la
mano del poemario El aire del círculo polar, que aborda, desde el amor que se refleja
en los ojos de un niño o en las ramas de un árbol vencido por el tiempo, los problemas
de la vida actual; la soledad y la inevitable pérdida. Con un lenguaje tenso y bello, de
enorme carga emocional, la autora nos habla de lo efímero de los grandes momentos
y de que, al menos, siempre nos quedará el amor y la esperanza como refugio.
Carmen Teresa Zapico Gil
Carmen Zapico Gil nace en León, donde estudia Magisterio. Ejerce en León, Ciudad Real y Madrid donde se especializa en Pedagogía Terapéutica y Autismo. Su paso por la enseñanza, la vida durante la postguerra y los problemas de la sociedad actual se reflejan ampliamente en su obra. Este libro es una pequeña muestra de su obra poética.
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El aire del círculo polar - Carmen Teresa Zapico Gil
I
De la vida real y otros poemas
Cada hombre debe inventar su camino
-Jean-Paul Sartre-
La palabra
Un buen día llegó en tu voz un reto,
era hijo, era río, era azul, era mañana.
Eran y son, las mil y una palabras
¡Que tú me diste, madre!
Y aquí están, para mezclarlas
para quererlas, para soñarlas
para cambiarlas
con otros hombres
con otras lenguas
con sus palabras.
Que todas son iguales y son distintas ¡madre!
son las palabras
Que el hombre nace sin conocerlas
y cuando suenan
llega su voz al corazón
y al alma.
Y si se siembran y se recogen,
dan una cosecha de esperanzas.
¡Gracias, madre, por darme la palabra!
Soledad
Inseparable amiga
del hombre compañera,
te he visto entre la gente
que camina deprisa
a su pasar atenta.
Escondida en la risa
del niño que se aferra
a un corazón cualquiera.
Te he visto en la mirada
del hombre que solea
sus huesos en la puerta.
Te he visto y al mirarte
sé que alguna vez, tú
estarás en mi mesa
y tendré que llamarte
también yo compañera.
El color de los espejos
Si tú me amas, me verás hermosa,
el cántico largo de las fuentes
el supremo mirar que, de repente,
hace de las arrugas bellas rosas.
Si me odias, yo seré una losa,
girarán los espejos de tu mente
y la ira empañará tu frente,
ya seré para ti miles de cosas.
Seré la pesadilla en un altar
y la voz que tanto te acongoja
en el vago lenguaje de no hablar.
Para dejar la pena en el callar
y en cualquier rincón poder llorar
con el tiempo a favor en su pasar.
Felicidad
Vive en la sonrisa del niño que escucha
la voz que le canta,
que mira perplejo desde la otra orilla
cuando llega al puerto del mundo al que llama.
Tiene los colores de las cuatro lunas de la primavera
que al hombre acompañan,
si la suerte esquiva no le sale al paso
con negros jinetes que juntos cabalgan.
Se para ante el viento impasible que pasa,
se oculta,