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Del olvido a la memoria
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Del olvido a la memoria

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Homenaje al Cementerio de Reina- Monumento Nacional-, y en general a Cienfuegos, ciudad de un gran realce cultural y cuna natural o por adopción de ilustres hijos. Resulta singular a escala nacional; precisamente por la conformación de su patio principal, que es el único del país circunscrito por tres hileras de nichos verticales. Por esta necrópol
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento13 mar 2020
Del olvido a la memoria
Autor

Rafael Lago Sarichev

RAFAEL LAGO SARICHEV (La Habana, 1967). Diseñador de profesión, es graduado del habanero Instituto Superior de Diseño Industrial en 1991. Del olvido a la memoria, es su primera obra de carácter artístico e investigativo sobre el cementerio de Reina de la ciudad de Cienfuegos. Tiene en preparación otros títulos relacionados con el arte y la simbología funeraria, obras sustentadas gráficamente con sus propias fotografías, así como libros infantiles ilustrados. También ha incursionado en la edición, gracias a sus casi 20 años dedicados al diseño del libro. Ha recibido numerosos premios y distinciones, destacándose el Premio Nacional del Diseño del Libro del año 2000.

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    Del olvido a la memoria - Rafael Lago Sarichev

    Edición: Nancy Maestigue Prieto

    Corrección: Susana García Amorós

    Diseño de cubierta y realización: Rafael Lago Sarichev

    Conversión e-book, ajuste de imágenes y revisión: Rafael Lago Sarichev

    Los epitafios que aparecen en la obra son de la autoría de Randolfo García Morales

    © Rafael Lago Sarichev, 2018

    © Ediciones Cubanas, Artex, 2018

    ISBN 978-959-7245-92-6

    Sin la autorización de la editorial Ediciones Cubanas queda

    prohibido todo tipo de reproducción o distribución del contenido.

    Ediciones Cubanas Artex

    5ta Ave. esq. a 94, Miramar, Playa, Cuba.

    E-mail: editorialec@edicuba.artex.cu

    Telefs.: (53) 7204-5492, 7204-3585, 7204-4132

    ÍNDICE

    SINÓPSIS

    SOBRE EL AUTOR

    PRESENTACIÓN

    INTERESANTE RECOMENDACIÓN

    BREVE HISTORIA DE CIENFUEGOS

    EL CEMENTERIO DE REINA

    PATIO 1

    Sección A

    Sección B

    Sección C

    Sección D

    Capilla

    Nichos

    PATIO 2

    EL ARTE FUNERARIO

    LEGADO

    NOTAS BIOGRÁFICAS

    MAPA DE ORIENTACIÓN

    PLANOS DEL PATIO I

    CÓMO LLEGAR

    BIBLIOGRAFÍA

    SINÓPSIS [índice]

    Del olvido a la memoria es un libro de fotos del cementerio Municipal de Cienfuegos, joya del arte funerario, más conocido como cementerio de Reina. Posee, además, información apoyada con imágenes sobre Cienfuegos del siglo xix, el propio cementerio y los personajes enterrados y relacionados con su historia. Incluye notas biográficas y planos. El cuerpo de fotos resulta una guía con comentarios sobre elementos de la simbología mortuoria.

    SOBRE EL AUTOR [índice]

    Rafael Lago Sarichev (La Habana, 1967). Diseñador de profesión, es graduado del habanero Instituto Superior de Diseño Industrial en 1991. Del olvido a la memoria, es su primera obra de carácter artístico e investigativo sobre el cementerio de Reina de la ciudad de Cienfuegos. Tiene finalizadas otras obras no publicadas; Un jardín en el sur, sobre el cementerio jardín Tomás Acea de Cienfuegos y Los animales de mi patio, primer libro didáctico infantil ilustrado de la colección Adivinanzas y colores. En estos momentos trabaja en otros títulos relacionados con el arte y la simbología funeraria, obras sustentadas gráficamente con sus propias fotografías, así como libros infantiles ilustrados. Diseñó y editó la obra El archipiélago cubano en la cartografía del siglo XVI, publicada con carácter privado. Ha recibido numerosos premios y distinciones, destacándose el Premio Nacional del Diseño del Libro del año 2000.

    Agradezco a la licenciada Carmen Rosa Pérez Ortiz, especialista en gestión del patrimonio documental de la Oficina del Conservador de Cienfuegos acompañarme en las largas y extenuantes sesiones de fotos y facilitarme gentilmente información.

    A mi compadre Luis Alfredo, por las atinadas consideraciones.

    Además le doy gracias al máster en ciencias Irán Millán Cuétara (director de la Oficina del Conservador de la ciudad de Cienfuegos); a la licenciada Hilda María Mola Trujillo (jefa del dpto. Grupo Cementerios); al ingeniero Carlos Bauta (jefe del Grupo de Museología y Gestión del Patrimonio de la Necrópolis Cristóbal Colón); al máster en ciencias Luis J. Martín (especialista principal del Grupo de Historia y Museología NCC); a Odalys Maceiras Díaz y a la administración del cementerio de Reina; al Archivo Histórico Provincial de Cienfuegos, su biblioteca provincial y a Jorge (jefe de la mapoteca del Archivo Nacional).

    A Randolfo, por permitirme utilizar sus originales epigramas.

    A Lilo, por su increíble empatía y ayuda.

    A mi mentor Andy, gran amigo y guía.

    ...la muerte no tendrá dominio mientras haya seres que lo recuerden a uno aunque sea un instante.

    Antonio José de Sucre

    Sueños y guerras de Gabriel Jiménez Emán.

    PRESENTACIÓN [índice]

    Del olvido a la memoria es un libro de fotos. Recoge una esmerada selección de obras de arte funerario que atesora el cementerio general de Reina de la ciudad de Cienfuegos. Surge de fortuita experiencia de carácter familiar. Su autor luego de visitar esta bella necrópolis, patrimonio nacional, sintiéndose profundamente impresionado con la riqueza de la prodigiosa colección allí existente, se propuso poner al alcance del lector y visitante una guía interactiva que le permitiese realizar un recorrido instructivo, y al propio tiempo apreciar los imponentes monumentos que el mismo contiene.

    Inaugurado a fines de la década de los treinta del siglo xix el cementerio de Reina, como se le llama popularmente, vivió un período de esplendor y opulencia de poco más de una centuria. En 1926, con la entrada en servicio del camposanto Tomás Acea, este comenzó a transitar un progresivo declinar hasta verse sumido, finalmente, en uso exclusivo de las familias poseedoras de añejos panteones —algunos actualmente en no muy buenas condiciones— e impresionante olvido. Los años y el abandono, entonces, se dejaron sentir con todo rigor, pero les resultó imposible opacar la impactante belleza artística de los monumentos mortuorios del lugar, casi todos construidos con mármol de Carrara. También posee exquisita herrería, elaborada por las expertas manos de artesanos locales y de la capital.

    Diseñador de profesión, el autor se recrea de manera artística por medio de la fotografía en los diferentes elementos del cementerio, las lápidas, esculturas y sus detalles. Esta, en algunos casos, es tratada digitalmente con la finalidad de realzar algunos elementos del objeto captado por la cámara.

    La obra contiene un breve paseo por los antecedentes del surgimiento de la colonia Fernandina de Jagua, devenida con el tiempo en la majestuosa ciudad de Cienfuegos y su transitar por el siglo xix, época de mayor esplendor del cementerio cienfueguero de Reina, ofreciendo una descripción y datos importantes del mismo.

    El autor hace breves explicaciones de la simbología en el arte funerario cuando estos elementos aparecen en las instantáneas. Eso que quiere decir cada elemento de la escultura o el sentido de las frases llevadas a la lápida sepulcral. La foto es un medio utilizado para mostrar cómo se quiso perpetuar la memoria del difunto o de una familia mediante símbolos o inscripciones. Además, contiene una somera revisión de nociones acerca del arte funerario, su historia y del surgimiento de los cementerios y su clasificación.

    En resumen, aprovechando el advenimiento del bicentenario de Cienfuegos en 2019, se trata de un tributo a los que reposan y sus familiares y amigos, esos que contribuyeron a la historia de una ciudad y de un país. A los artistas que hicieron realidad que los recuerdos perduren en el tiempo, que no sean olvidados y que se conviertan en memoria.

    Esta obra se concibió para un formato de libro interactivo. La diferente coloración de los capítulos facilita su navegabilidad y el Mapa de Orientación permite localizar todos los monumentos fotografiados. Este libro ha sido concebido como una herramienta capaz de proporcionarle al visitante un atractivo y fructífero recorrido por el cementerio general de Reina sirviéndose exclusivamente de él en cualquier medio digital.

    INTERESANTE RECOMENDACIÓN [índice]

    No fue hasta la adultez que me topé con la muerte. Primero mis abuelos y pocos años más tarde la inesperada muerte de mi padre. Con anterioridad a estos sucesos me preguntaba qué se sentiría ante el deceso de un familiar o un amigo y qué protocolo o antiguas costumbres envolverían este amargo acontecimiento. Pero con la impensada pérdida de mi padre sentí un inmenso e impotente dolor, que no lo pudieron minimizar sentidas frases de familiares y amigos. Sus restos descansan en el famoso y majestuoso cementerio Cristóbal Colón de la capital cubana.

    Mi madre, rusa y de costumbres propias de su cultura, me adentró en el mundo de recordación y veneración. Todas las religiones y creencias tienen su modo peculiar de encarar la muerte, pero el objetivo común, tanto con las exequias como con el posterior acompañamiento espiritual, es procurarle el descanso eterno al fallecido.

    Desde que comencé a visitar el panteón donde reposan las cenizas de mi padre, me llamó poderosamente la atención el tesoro artístico que posee la necrópolis habanera, por lo que en cada ocasión llevo la cámara. Así descubrí el gran potencial, en cuanto a fotografía se refiere, que tiene este bello lugar. Desde las primeras fotos, me di cuenta que enseñaban detalles que a simple vista no se distinguen. Lo que más me atrajo fue el refinado arte de los escultores y sobre todo por la capacidad de trasmitir diversos sentimientos, sea por el rostro, las manos, las poses o los numerosos símbolos.

    Así las cosas, un día estando en Cienfuegos, donde vive mi madre y sabiendo ella mi nuevo interés artístico por el arte funerario, me hizo una interesante recomendación:

    —¿Por qué no vas al cementerio de Reina? Allí hay cosas realmente hermosas, sobre todo una bella escultura conocida por La Bella Durmiente. Se dice que es copia de una que está en un cementerio italiano.

    Animado por la sugerencia de mi madre, a la mañana siguiente me encaminé hacia ese lugar sin saber en realidad lo que me iba a encontrar. Llegue con cierto temor y un poco cansado por la caminata pues el sol del mediodía era implacable. Por fortuna me recibió Carmen Rosa, la especialista del lugar, conocedora, muy afable y muy empática, lo que me puso de buen humor. Después de exponerle mi interés de visitar y fotografiar el camposanto y obtenido el permiso de la administración, me adentre en el primer patio de este maravilloso lugar. El espectáculo que se abrió ante mí, aun desde la entrada principal, me hizo olvidar el cansancio. A pesar del deterioro por el paso del tiempo y otras razones, la vista era sobrecogedora. Inmediatamente pensé: «¿Qué hace tanta maravilla en un lugar aparentemente distante, olvidado, y cómo hay tanta belleza en un sitio tan pequeño, porque lo es si lo comparamos con otros cementerios?».

    Mi primera frase fue: «¡Pero si es un ‘minicolón’!». Sin dilación comencé a tomar fotos como si alguien me fuera a expulsar o le fueran a quitar el caramelo a un niño. Era mediodía y según las buenas normas de la fotografía, no es la hora ideal del día para hacerlo. La disposición geográfica este-oeste del patio y la orientación de la mayoría de sus esculturas y otros elementos, hacían difícil tomar las fotos; sin embargo, las sombras generadas por el sol resultaban interesantes, aun cuando en ocasiones quedaban en penumbra detalles tales como el rostro.

    Finalmente, al contemplar la Bella durmiente le di todo el crédito a mi madre. Es la joya del lugar, e increíble el grado de perfección logrado en la textura, las líneas corporales, los detalles anatómicos y la pose de la figura que, junto al sentimiento que trasmite el rostro, la hace una obra maestra. No son pocos los maestros del mármol que dejaron su huella en los monumentos de este cementerio y la pregunta que surge es: «¿Cómo lo hicieron y cómo llegaron a tal grado de perfección en el oficio?». Yo, al menos, con envidia, me quito el sombrero.

    Desde el primer momento me surgió la quijotesca idea de realizar un libro con las fotos del cementerio general o municipal de la ciudad de Cienfuegos en el reparto Reina, aunque a partir de ahora lo llamaré como se le conoce popularmente: cementerio de Reina. Ya cuando me retiraba de la primera de las múltiples visitas que realizaría, compartí la idea con Carmen Rosa. Si bien la idea la entusiasmó, no ocultó un poco de recelo, pues las ideas también se las lleva el tiempo. Más mi suerte ya estaba echada. Me propuse firmemente hacer realidad el proyecto y luego de otras sesiones fotográficas y con bastante material, propuse mi idea a familiares, amigos y funcionarios del medio editorial en el que me desenvuelvo. Para mi sorpresa, fue bien acogida pues no es un lugar tan desconocido como pensaba.

    Al comenzar a trabajar las fotos, me topé con una laguna, un gran desconocimiento de mi parte sobre el significado de los símbolos funerarios; los diferentes tipos de ángeles, las poses, las plantas, los animales, etcétera. Lo que yo pensé que iba a ser un libro solamente de fotos, ya no lo iba a ser.

    Me complacería que el lector experimente las mismas emociones que yo, descubra y aprecie el gran mundo de símbolos y alegorías que envuelve el arte funerario. La mayoría de los monumentos representan la cristiandad que los artistas plasmaron en sus diseños, tomando en consideración los hechos y descripciones que les proporcionaba la Biblia, las culturas clásicas y los documentos apócrifos. Ahora bien, cada uno tenía su propia lectura y visión de las cosas por lo que encontramos tanta variedad de estatuas y, digámoslo así, modelos. Con el tiempo la producción artística se fue estandarizando y debido a ello existen tantos monumentos parecidos con solo pequeñas variaciones. Muchas veces los que contrataban los servicios de las casas marmoleras pedían copias que vieron en otro lugar. Era cuestión de gusto.

    Al conversar con varias personas sobre la obra que pensaba realizar descubrí, para mi placer, que el cementerio de Reina era un lugar de obligada visita. Ha sido muy fotografiado, pero hasta el presente su riqueza visual e histórica no se ha recogido en una obra. Para algunos es un proyecto tardío, pero bien lo dice un dicho, «Más vale tarde que nunca». Es un pecado no contar con una memoria de un lugar tan divino.

    Del olvido a la memoria es un regalo a Cienfuegos, que pronto cumplirá 200 años de fructífera vida; jubileo que no debe pasarse por alto. El primer capítulo es un breve resumen de la historia cienfueguera del siglo xix, con datos relevantes acerca de los aborígenes que poblaron la zona de Jagua, la fundación y el posterior desarrollo de la colonia Fernandina de Jagua, convertida luego en villa y ciudad.

    Debo aclarar que no soy historiador ni pretendo serlo, pues respeto mucho a esos profesionales que tanto deben investigar y cotejar, con llevar una gran responsabilidad sobre sus hombros. Solo tomé información de fuentes asequibles para cualquiera, como lo fueron las bibliotecas Nacional y Provincial de Cienfuegos, datos que aportaron buenos cienfuegueros reyoyos como el amigo Lilo, además de la valiosa colaboración de la especialista de la Oficina del Conservador de Cienfuegos, Carmen Rosa. Asimismo, con el debido cuidado, hice una amplia búsqueda sobre todos los temas en Internet. Diferentes fuentes entraron en contradicción respecto a un hecho o fecha, las confronté y a veces me tomé el atrevimiento de exponer mi punto de vista, pero como conjetura, nada más.

    Con este libro rindo homenaje a esos artistas olvidados que tal vez nunca fueron reconocidos o tan siquiera conocidos. Desde el punto de vista geológico, el mármol tarda millones de años en formarse, y pienso que los artesanos le hicieron honor a la Madre Naturaleza. También es un tributo a las personalidades y patriotas que en él reposan.

    Es salubable que las actuales y futuras generaciones conozcan su historia. Quizás algunos desconocen el tesoro que posee su ciudad en el cementerio de Reina. Es un legado patrimonial que no se debe descuidar y me alegro mucho de que ya se haya tomado conciencia y comenzaran a darse los primeros pasos, bajo la supervisión de la Oficina del Conservador de la Ciudad. A los seres queridos de tantas personas que DESCANSEN EN PAZ Y NO EN EL OLVIDO, AMÉN.

    Rafael Lago Sarichev

    La Habana, 12 de mayo de 2014

    BREVE HISTORIA DE CIENFUEGOS [índice]

    Es imposible resumir en pocas páginas casi dos siglos de la historia de Cienfuegos, forjada con el trabajo, ingenio, errores y aciertos de sus hombres y mujeres. Este recorrido abordará su fundación y su consolidación como ciudad en el siglo xix. Levantar de la nada un poblado en condiciones duras y luego en pocos años convertirla en una de las ciudades más prósperas de Cuba es algo que no se debe olvidar. Vivió diferentes épocas con distintos sistemas políticos y económicos, cada uno con sus propias características. Si le damos una ojeada notaremos que conserva mucho de su arquitectura original, mezclada con construcciones de la primera mitad del siglo pasado y las modernas. Además, hay algo que no cambia: el sentimiento de ser cienfueguero, que a pesar de la distancia no desaparece.

    Para comenzar a hablar sobre la perla sureña es imprescindible referirse a sus habitantes originarios.1 Se sabe que ya en el siglo xvi la mayoría de los habitantes de los alrededores de la bahía de Jagua abandonaron la zona para trasladarse a la ciénaga de Zapata debido a la conquista, pues, como es sabido, se negaban a trabajar para los españoles. En sus Crónicas de Santiago de Cuba, Emilio Bacardí dice que ya en 1515 «comienzan a suicidarse los indios para huir del trabajo y sufrimientos de los conquistadores, quedando, en poco tiempo, casi aniquilada la raza».2 Entre los asentamientos que se mantuvieron por un tiempo más destacaba el cacicato de Jagua en la zona de Caunao (Caonao), de varios cientos de individuos, así como los asentados en sitios como Yaguaramas, Cumanayaguas y las Auras. Existían también otras aldeas a las orillas de los diversos ríos que desembocaban en la bahía de Jagua, y se dedicban a la pesca como actividad principal, aunque también cazaban ingeniosamente y eran buenos navegantes en sus canoas y piraguas. Cultivaban el maíz y la yuca, tarea casi toda que recaía sobre las mujeres (Fig. 1.), situación que no ha cambiado en algunos lugares de nuestro mundo. Ellas también eran hábiles en otras manufacturas como la elaboración de redes, hamacas y taparrabos. Por esta y otras razones eran codiciadas por sus vecinos de las islas del sur que las secuestraban.

    Fig. 1. Elaboración del casabe a partir de la yuca.

    Muchas publicaciones sobre Cienfuegos hablan de los ciboneyes como los poblabores de la zona de Jagua, pero según las investigaciones realizadas, esta aseveración no parece del todo acertada. Pero antes de analizar el tema mejor conozcamos a los tres grupos poblacionales que habitaban la Isla. Los guanajatabeyes, considerados los primeros habitantes de Cuba, eran pacíficos y vivían sobre todo en cavernas, tenían como actividades principales la caza, la pesca y la recolección. Se localizaban en el extremo occidental cubano como refería Colón en su segundo viaje. Lamentablemente, por su rápida extinción,3 no fue posible documentar su lengua. De ellos Diego Velázquez en una carta al rey de 1514: «…de los guanahatabibes, que son los postreros indios della, y la vivienda destos guanahatabibes es a manera de Masalvajes, porque no tienen casas, ni asientos, ni pueblos, ni labranzas, ni comen otra cosa sino las carnes que toman por los montes y tortugas y pescados». Los ciboneyes arribaron a las grandes Antillas desde Sudamérica, a través de las Antillas menores procedentes de las Guayanas y Venezuela. En estas zonas se han encontrado residuarios idénticos a los cubanos. Vivían en casi toda la Isla pero luego de la llegada de los taínos fueron desplazados y ocuparon otras zonas, sobre todo las costeras. Utilizaban implementos de piedra tallada con los que fabricaban diferentes artefactos para su vida cotidiana. No se sabe a ciencia cierta cómo eran sus casas, y hablaban una lengua

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