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La vejez ya no es lo que era
La vejez ya no es lo que era
La vejez ya no es lo que era
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La vejez ya no es lo que era

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La vejez ya no es lo que era, porque así como el mundo cambió, la vejez y el envejecimiento también cambiaron, y quienes somos ya viejos debemos saberlo para disfrutar plenamente de nuestra vejez, y quienes aún no llegan a la vejez, pueden aprender desde ahora lo que hay que hacer para que su vejez sea saludable, satisfactoria y feliz.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento13 mar 2020
La vejez ya no es lo que era
Autor

Rafael Alvarez Cordero

Este libro está dedicado a todos los viejos queridos, hombres y mujeres que dedicaron su vida a cuidar y atender a sus familias y ahora contemplan la vida desde el atardecer; en estas páginas encontrarán información que puede ser importante para sus vidas; pero también está dedicado a los jóvenes, para que sepan prever lo que ocurrirá en unos años y prevenir los males que podrían sufrir al llegar a la anhelada vejez.

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    La vejez ya no es lo que era - Rafael Alvarez Cordero

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    ÍNDICE

    PRÓLOGO

    SÓLO TREINTA AÑOS DE VIDA

    DI POR QUÉ, DIME ABUELITA

    ¿CUÁNDO COMENZAMOS A ENVEJECER

    ¡NO ME GUSTA QUE ME DIGAN VIEJO!

    LOS VIEJOS EN LA HISTORIA

    ME ESTOY VOLVIENDO VIEJO

    ¿VIVIR ETERNAMENTE?

    EL PROCESO DE ENVEJECER

    ¿QUÉ PASA EN NUESTRA VIDA AL ENVEJECER?

    ¿QUÉ PASA EN NUESTRA MENTE AL ENVEJECER?

    EN TIEMPOS DE DON PORFIRIO…

    ESTE NO ES UN TEXTO DE MEDICINA, PERO…

    SOMOS LO QUE COMEMOS

    ¡A MOVER EL ESQUELETO!

    PIENSO, LUEGO EXISTO

    DE MEDICINAS, REMEDIOS Y BREBAJES

    ENVEJECIMIENTO SALUDABLE, ENVEJECIMIENTO SATISFACTORIO

    ¿JUBILACIÓN JUBILOSA?

    ¿…Y LA FAMILIA DEL VIEJO?

    EL FINAL SE ACERCA YA…

    EL INAPAM

    MORIR JOVEN, TAN TARDE COMO SEA POSIBLE

    ALGUNOS REFRANES SOBRE LA VEJEZ

    PARA SABER MÁS

    PRÓLOGO

    Estamos en el principio del siglo XXI, y es una verdad de Perogrullo afirmar que el mundo ha cambiado como nunca antes desde el principio de la historia, y cambia constantemente, casi día con día.

    Hace apenas un siglo la mayor parte del mundo se alumbraba con velas, la energía eléctrica era una novedad, y la llegada de la luz (la primera planta estuvo en León, Guanajuato) era celebrada tanto dentro de las casas como en las calles y avenidas de muchas ciudades; durante el régimen de Porfirio Díaz se colocaron las primeras 40 lámparas de arco en la Plaza de la Constitución, cien más en la Alameda Central y comenzó la iluminación de la entonces calle de Reforma y de algunas otras vías de la Ciudad de México.

    Hace apenas un siglo los automóviles eran una rareza y los automovilistas tenían que usar lentes para protegerse del viento, porque ya alcanzaban la tremenda velocidad de 40 kilómetros por hora; en 1900, la producción masiva de automóviles había ya empezado en Francia con los autos Panhard et Levassor y Peugeot; al principio del siglo XX ya circulaban automóviles en México, con modelos de nombres raros, como Hupmobile, Oakland, Stutz, Graham, Reo, Oldsmobile y Ford T.

    Hace apenas un siglo, el 17 de diciembre de 1903, Orville Wright se convirtió en la primera persona en volar sobre una aeronave más pesada que el aire, propulsada por medios propios, el vuelo se hizo en una nave llamada Kitty Hawk; Orville y su hermano Willburg utilizaron rieles para mantener el aparato en su trayecto, y una catapulta para impulsarlo; el avión ganó altitud hasta una altura máxima de 37 metros y una velocidad media de 48 km/h durante los 12 segundos que duró el vuelo; en México se construyeron desde 1912 aviones y motores, siendo el primero un avión de una sola plaza, llamado Latinoamérica, basado en un modelo Deperdussin.

    Hace apenas un siglo en la Nochebuena de 1906, Reginald Aubrey Fessenden, inventor y músico, transmitió por primera vez en radio un programa desde la estación Brant Rock en Massachussets, con pasajes de Hendel y un solo de violín que él mismo interpretó, emisión que se captó a muchos kilómetros a la redonda. En México, la radiodifusión se había iniciado en Monterrey, pero el primer programa de radio fue transmitido en el Teatro Ideal de la ciudad de México en septiembre de 1921; y en 1930 nació la XEW, La voz de la América Latina desde México.

    Y podemos seguir revisando la historia y oyendo los relatos de nuestros abuelos sobre los cambios que transformaron al mundo en el siglo pasado: edificios cada vez más altos e imponentes, carreteras amplias y seguras, vehículos cada vez más veloces y seguros, aparatos eléctricos que cambiaron la cocina, estufas, refrigeradores, hornos de microondas, y cien artículos más; la radiodifusión y telegrafía dio paso a la televisión y a la comunicación instantánea, y los avances electrónicos de los últimos decenios transformaron para siempre nuestras vidas, de modo que hoy es prácticamente imposible vivir sin equipos electrónicos como i-phones, i-pads, lap-tops, etc., y cada año aparecen nuevos modelos que ofrecen nuevos y sorprendentes programas de comunicación, aprendizaje y diversión.

    ¿Por qué digo esto?, porque junto con todos estos avances y transformaciones en nuestras vidas, hay algo que aparentemente no ha cambiado: la vejez y la forma como la entendemos.

    Hoy, cuando decimos viejo, en la mente de muchos de nosotros surge la imagen de un individuo delgado o incluso flaco, macilento, tal vez con anteojos y sin dientes, encorvado y sosteniendo un bastón; esa imagen no ha cambiado desde los magníficos dibujos y retratos de Leonardo da Vinci, Durero, Goya y demás.

    Pero usted y yo sabemos que eso ya no es cierto, que la vejez, concebida como decrepitud, debilidad, limitaciones, achaques, etc., no es hoy lo que fue durante miles de años; la vejez ya no es lo que era, porque así como el mundo cambió, la vejez y el envejecimiento también cambiaron, y quienes somos ya viejos debemos saberlo para disfrutar plenamente de nuestra vejez, y quienes aún no llegan a la vejez, pueden aprender desde ahora lo que hay que hacer para que su vejez sea saludable, satisfactoria y feliz.

    Este no es un libro que ofrezca recetas para rejuvenecer o fórmulas mágicas para prolongar la juventud eternamente, tampoco es un libro de medicina de la vejez, aunque hablaré un poco de medicina en algún momento; este libro es un grito de optimismo, que surge espontáneamente cuando nos damos cuenta que la vejez ya no es lo que era, y que vivimos una época en que esta maravillosa parte de nuestra existencia puede ser mucho más saludable, más vivible y más feliz de lo que imaginábamos.

    Un viejo amigo me dijo un día: si cuidáramos nuestro cuerpo como cuidamos nuestro auto o nuestro teléfono celular, la vida sería muy distinta, y tiene razón; por eso en los primeros capítulos revisaremos cómo es nuestro cuerpo y qué le ocurre al paso del tiempo, para poder cuidarlo adecuadamente.

    Al mismo tiempo, conociendo los avances de las ciencias de la salud, hablaremos de lo que pueden ofrecer para mantenernos sanos, descubrir a tiempo males o enfermedades que nos pueden dañar o recuperar la salud en caso de enfermedad.

    Otro viejo amigo me dijo: si quieres saber cómo controlar la obesidad, no le preguntes a un individuo gordo, sino a uno delgado, y tiene razón, por eso en otros capítulos aprenderemos de los viejos exitosos, trabajadores, profesionistas, maestros, artistas, intelectuales, amas de casa, etc., qué han hecho para tener una vejez satisfactoria y saludable.

    Y un amable taxista que conocí en Cartagena de Indias, allá en Colombia, me compartió una sabia sentencia que él escuchó de su abuela cuando era niño: "el pasado es historia, el futuro es misterio, el presente es regalo, ¡vive el presente!", por eso hablaremos de cómo vivir cada día esas 24 horas que la vida nos regala, sin deprimirnos por el pasado ni angustiarnos por el futuro.

    La vejez ya no es lo que era, el mundo es distinto y nosotros estamos aquí, y por eso he querido escribir este libro; la vejez ya no es lo que era y podemos dar gracias a la vida por vivir en este principio del siglo XXI.

    Hace algunos años, cuando escribí un libro sobre la vejez, hice una minuciosa investigación y pude plasmar en él datos y consideraciones que aún son vigentes y no cambian, por lo que las incluyo en éste nuevo libro; los nuevos conocimientos, los avances que me permiten afirmar que la vejez no es lo que era, le dan un nuevo sentido a lo que ahora conocemos sobre el envejecimiento saludable y exitoso, que es lo que deseo para ti, estimado lector.

    SÓLO TREINTA AÑOS DE VIDA

    Se sabe que, por muchos siglos, el promedio de vida de los seres humanos fue de poco más de 30 años; desde que el mundo es mundo, el hambre, la enfermedad, los accidentes, la insalubridad, las plagas, etc., hacían que la vida de los hombres fuera breve; por siglos, las parejas tenían muchos, muchos hijos, pero la mortalidad infantil era muy grande y sólo sobrevivían algunos en cada familia.

    En medio de este panorama, desde siempre sobresalieron individuos que vivieron muchos años, y hay historias, anécdotas y aún fantasías acerca de hombres y mujeres longevos.

    Así en la Biblia se habla de personajes longevos, y se dice que Adán vivió 930 año, Seth 918, Enoch 905, Quenan 910, Mahalael 895, Yered 962, Matusalén, el más conocido, 969 años, Lamek 777, Noé 950, y después del diluvio universal, Sem vivió 600 años, Arpakashad 431, Selah 433, Eber 469, Peleg 239, Reu 239, Serug 230, Nahor 148, Terá 204, Abraham 175k Isaac 180 y Jacob 147; evidentemente no sabemos si estas cifras eran de años como los nuestros, pero así está documentado, en una época en el que el promedio de vida era sólo 30 años.

    Hay más historias y leyendas: se dice que Atila murió a los 121 años, poco después de su enésimo matrimonio con una de princesa de uno de los pueblos que había conquistado. Henry Jenkins aristocrático personaje inglés del siglo XV, vivió aparentemente 169 años, el legendario Thomas Parr, (el Old Parr) vivió 152 años (1483-1635), y en ese mismo siglo la condesa de Desmond disfrutó 140 primaveras; en 1791 murió Jonathan Hertop, con 138 años; por cierto él se casó cinco veces –una de ellas con la hija de Oliverio Cromwell-, y tuvo siete hijos, 27 nietos, 74 bisnietos y 10 tataranietos.

    Y así podemos seguir revisando historias y leyendas, pero la realidad es que en esas épocas, el promedio de vida era muy bajo, menos de 35 años y los casos como los que arriba señalé son excepciones que confirman la regla.

    La historia más reciente tiene ya documentación más precisa, y así se sabe que Geert Adriaans Boomgaard, de Holanda, vivió 110 años ( 1788-1899) Margaret Ann Neve, de Inglaterra, 110 años (1792-1903), Ann Pouder, también inglesa, 110 años (18071917), Jeanne Calment, francés, 122 años (1875-1997) Sarah Knauss, norteamericana, 119 años (1880-1999); y la lista sigue: Kamato Hongo, de Japón, 116 años (1887-2003), el español Joan Riudavets Moll 114 años (1889–2004), la ecuatoriana María Capovilla, 116 años (1889-2006) Emiliano Mercado del Toro, de Puerto Rico, 115 años (1891-2007), y otro japonés, Tomoji Tanabe 113 años, (1895-2009).Besse Cooper, 1896-2012 (116 año Estados Unidos Dina Manfredini, 1897-2012 (115 años) Estados Unidos Mamie Rearden, 1898-2013 (115 años) Estados Unidos, Koto Okubo, 1897-2013 (115 años) Japón, así como Jiroemón Kimura ( 19 de abril de 1897) japonés de 116 años y 46 días y la japonesa Misao Okawa (5 de marzo de 1898), de 115 años

    En nuestro México el promedio de vida en el siglo pasado era como señalé de 30-34 años, y poco a poco fue mejorando, gracias al desarrollo normal del país, mejores condiciones sanitarias y de salud, y actualmente la cifra rebasa los 74 años, y sí, hay cada día más longevos, y de acuerdo con el informe del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática INEGI, en el 2017 había más de 12 millones de individuos de más de 60 años, y que en el país viven más de 20 mil personas que han cumplido cien años o más de edad, la proyección es muy interesante, porque para el año 2050, se supone que ¡uno de cada cuatro habitantes de México será viejo!.

    ¿Por qué ahora vivimos más?, porque la vejez ya no es lo que era, porque el mundo cambió y todos hemos cambiado, y me pregunto nuevamente, ¿hemos cambiado nuestro concepto de lo

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