Teletransporte accidental

Por Antonio Pindo

Un español acomodado se dedicaba a la navegación oceánica y viajaba por el inmenso Pacífico.
Entonces, procedente de un planeta lejano, aparece un gigantesco crucero estelar en misión de exploración.
Por una serie de sucesos fortuitos y desafortunados, unos cazas, provenientes de un portaaviones estadounidense, enviados para interceptar al extraño objeto volador, malinterpretan su intento de comunicación y lo atacan. Con tan mala suerte que consiguen alcanzarlo con uno de sus misiles en su único punto débil, justo en el momento en el que los alienígenas teletransportan al velero a su bodega de carga.
La nave y sus atacantes resultan volatilizados como consecuencia de una tremenda explosión nuclear, pero el yate desaparece de la Tierra y aparece en el mar de otro planeta lejano.
Desconocedor de lo sucedido e inexplicablemente indemne, el español irá descubriendo que se encuentra en otro mundo. Allí hallará una civilización de humanos muy atrasada con respecto a la terrestre de principios del siglo XXI, y que es muy similar a la antigua civilización romana de la Tierra.
Aquí da comienzo una historia absorbente, en la que el terrícola se encontrará en medio de un planeta desconocido, en el que dos civilizaciones están en cruenta guerra, y él se encuentra en medio de ambos bandos.

• Idioma: Español
• Editorial: Antonio Pindo
• Fecha de lanzamiento: 17 feb 2020
• ISBN: 9781393111955

Antonio Pindo

Nací en Santiago de Compostela y soy lo que llaman 'un emigrante retornado'. He desempeñado diferentes trabajos, en países diversos, a lo largo de mi vida, y por ello no es fácil definirme ni catalogarme. No me sirve decir que he estudiado esto u aquello, puesto que mis pasados estudios y ocupaciones abarcan campos dispares y evidentemente incompatibles con una educación simplista. Para que sirva de ejemplo, puedo decir que he trabajado de radarista, marino, comercial, profesor, ingeniero técnico, barman, etc. A día de hoy puedo permitirme dedicar parte de mi tiempo a la escritura y, como tengo una imaginación feraz, pienso, sin ninguna duda, que mis escritos serán del agrado de un gran número de lectores. Ahora mismo, para definirme, ya que tengo que hacerlo, diré que me considero: APRENDIZ DE SABIO. Además, me siento impelido a escribir el resto de mi vida, con la complementaria idea de contribuir, de alguna manera, a la felicidad de mis congéneres, pero también para satisfacer mis anhelos más profundos.