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El Juego de la Vida: Ensayos de una Economía del Bienestar
El Juego de la Vida: Ensayos de una Economía del Bienestar
El Juego de la Vida: Ensayos de una Economía del Bienestar
Libro electrónico160 páginas2 horas

El Juego de la Vida: Ensayos de una Economía del Bienestar

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La Economía, en tiempos de crisis, puede dar respuestas más allá de los negocios y los indicadores macro o micro económicos. En El Juego de la Vida, su autor, el empresario y profesor universitario Jaime Soto, incursiona en la Moral y la Filosofía para "redescubrir" una verdad incuestionable: la naturaleza social de todos los intercambios entre las personas. El anhelado bienestar sería posible cuando es común, y con esto da por superado el individualismo imperante en estos días. Es una suerte de «Postneoliberalismo», ya que no propone rupturas radicales, sino una transformación íntima de cada individuo y de la sociedad que habitamos. El recurso literario de la Utopía le ayuda a aclarar sus ideas: el texto habla de un tiempo ideal, en que ya se vive plenamente el prodigio de la Economía del Bienestar, cuando toda h gente realice sus aptitudes sin atropellar al resto. ¿Será profético su ingenio? Para Jaime Soto, habría señales positivas.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento3 nov 2017
ISBN9789569385124
El Juego de la Vida: Ensayos de una Economía del Bienestar

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    El Juego de la Vida - Jaime Soto

    La Economía, en tiempos de crisis, puede dar respuestas más allá de los negocios y los indicadores macro o micro económicos. En El Juego de la Vida, su autor, el empresario y profesor universitario Jaime Soto, incursiona en la Moral y la Filosofía para redescubrir una verdad incuestionable: la naturaleza social de todos los intercambios entre las personas. El anhelado bienestar sería posible cuando es común, y con esto da por superado el individualismo imperante en estos días. Es una suerte de «Postneoliberalismo», ya que no propone rupturas radicales, sino una transformación íntima de cada individuo y de la sociedad que habitamos. El recurso literario de la Utopía le ayuda a aclarar sus ideas: el texto habla de un tiempo ideal, en que ya se vive plenamente el prodigio de la Economía del Bienestar, cuando toda h gente realice sus aptitudes sin atropellar al resto. ¿Será profético su ingenio? Para Jaime Soto, habría señales positivas.

    Iván Quezada

    Escritor

    Indice

    Prólogo

    El Juego de la Vida

    Bienestar en Común

    Capítulo I En el comienzo fue el futuro

    Capítulo II La sumatoria del talento

    Capítulo III Fortalezas múltiples

    Capítulo IV Crear para vivir

    Capítulo V El valor de trascender

    Ideas de Segundo Nivel

    I

    II

    III

    Para mi esposa e hijo, quienes me han

    apoyado para hacer esta trilogía.

    Prólogo

    Este libro se basa en ideas del mundo de los negocios. También surge delas experiencias y aprendizajes adquiridos por el autor y sus cercanos al preguntarse cómo integrar exitosamente los principios de la gestión a una vida profesional, familiar y empresarial en diferentes culturas y contextos sociales. Después de todo, ¿existe algún negocio más importanteque la vida?

    Hoy percibimos cómo la exposición al cambio y a la incertidumbre, que caracteriza a las sociedades en crecimiento, trae consigo desafíos inéditos, los cuales requieren darle a la vida un valor fundamental: la confianza en nosotros, en la sociedad y en el futuro.

    La confianza es uno de los principales recursos que posee el hombre. Sin ella se carece de visión y la existencia se reduce a un continuo de pequeños espacios y tiempos, desconectados del pasado y el futuro, y en los cuales casi no se profundiza. Confiar en sí mismo y dar confianza a los demás es el principio de la vida del hombre en sociedad, constituye su principal fuerza de desarrollo y permite personas, familias, empresas y naciones poderosas. Su ausencia, en cambio, reduce el pasado, el presente y el futuro a su mínima expresión, limitando el valor de la vida en sociedad.

    La confianza es el resultado de cuatro acciones en permanente interacción: la visión, la fortaleza, la creación y el valor. Conceptos simples entendidos separadamente, pero de gran complejidad cuando se les combina para comprender la realidad, tarea para la cual la mayoría no está preparada: ni para hacerlo en el presente, ni en el futuro.

    Es una percepción global del tiempo y el espacio. La visión permite al individuo comprender el álgebra que integra el presente, el pasado y el futuro de su vida como una trayectoria con sentido social y que provee un contexto dinámico, en el que planificar la economía personal, familiar y empresarial.

    La expectativa de crear un futuro mejor implica que las acciones deben guiarse por la visión. Ella faculta ir al pasado tantas veces como sea necesario, para buscar una guía adecuada. Y hace del hombre un líder del cambio; pero su ausencia lo transforma en un mero seguidor.

    Con la fortaleza representamos la realidad positiva de la vida, es el impulso cotidiano de la sociedad; sirve para transformar, competir y hacer productivo el trabajo de los hombres. Está presente en la persona cultivada, en la familia en armonía, en la empresa emprendedora, en la sociedad organizada y en el orden natural que nos rodea. Es la célula de la excelencia y por la importancia de saber distinguirla, conocerla, comprenderla y utilizarla. Quién no conoce sus ortalezas, es débil por su ignorancia.

    La creación es un acto continuo de cambio, a través del cual la persona avanza hacia la visión, valiéndose de sus fortalezas e integrándolas a grupos de gente comprometida con el desarrollo de una idea. La creación impulsa proyectos ambiciosos, que conducen a metas más altas, anticipándose a los hechos para potenciar su prosperidad. Pero, también, decide los cambios necesarios para mantener el ascenso. Se origina en la confianza, es guiada por la visión e impulsada por la fortaleza.

    El valor es el gran motivo que mueve a la acción y la medida de la calidad y productividad del cambio. El valor —generado o agregado— es una síntesis de la visión, las fortalezas utilizadas y la creación. Resuelve la ecuación de la vida; el valor es el resultado de una economía ordenada, sana, anticipada e integral, que posibilita el crecimiento y las utilidades. Vigoriza, en suma, la buena imagen, el bienestar y la satisfacción de las personas, las familias, las empresas y la nación. Constituye el principal indicador de los sueños realizados, de las acciones en armonía y de los logros, todo lo cual nos alienta a celebrar el don divino de la vida.

    Este es el contenido del libro: visión, fortaleza, creación y valor. Queremos que motive, a quienes lo lean, a reflexionar sobre lo que somos y queremos ser. Tenemos la responsabilidad de participar con nuestros pensamientos, acciones y resultados en un futuro mejor para la sociedad en que vivimos, para sentirnos orgullosos de nuestra identidad como pueblo. Es un compromiso con los demás. También representa un lazo entrañable con nuestros antecesores, para lograr que su vida trascienda en la nuestra y más allá; para conseguir que sus esfuerzos y los nuestros multipliquen su valor. Nosotros, además de ser la herencia viva del pasado, somos los antecesores de las futuras personas. Ya estamos pensando y actuando para crear su bienestar, porque nos sentimos responsables. En una fórmula: somos «Confianza Viva».

    El autor, finalmente, necesita expresar su reconocimiento a quien fue el pilar de este libro: el profesor universitario en el área económica, don Jorge Cubillos Osorio (1934-2011). En numerosas múltiples conversaciones y trabajos en conjunto se originó el concepto de Economía social aquí expuesto. Asimismo, le debe gratitud a sus profesores de la carrera de Ingeniería Civil Industrial, del programa de Sistémica y Cibernética Organizacional de la Universidad de Santiago de Chile (USACH) y del Doctorado en Ciencias Empresariales de la Universidad Autónoma de Madrid.

    También agradece el apoyo de sus estudiantes de los ramos en que ha sido profesor en los últimos años, en especial, de la cátedra de Dirección de Empresas en la USACH.

    Y, sobre todo, rinde tributo a los numerosos emprendedores, innovadores y amigos, instituciones gubernamentales y privadas que me abrieron sus puertas para tener una experiencia viva de lo que ellos esperan. El autor aguarda, de alguna manera, haberlos interpretado en este libro.

    Como su propósito fue probar las ideas en la práctica, requiere agradecer también la ayuda de clientes, proveedores e inversionistas, con quienes realizó asesorías, trabajos en común y analisis de proyectos en los años recientes: gracias a ellos estudió en terreno el «espíritu emprendedor», aún con los altibajos de la economía actual.

    El Juego de la Vida

    Bienestar en Común

    Capítulo I

    En el comienzo fue el futuro

    1. Imaginar el Pasado

    Cuando se mira hacia el pasado se tiene la certidumbre de los hechos y es posible aprender de la experiencia: la razón y la emoción se conjugan para evaluar la realidad. Cuando se mira hacia el futuro, en cambio, la mente se vuelca a un mundo especulativo, idealista, donde las experiencias aún no suceden. ¿Habrá un mecanismo que combine el valor de los hechos y las experiencias con las posibilidades infinitas de un mundo inexistente? La respuesta es la Imaginación, esa cualidad inédita del hombre, nexo entre lo imposible y lo posible, lo irrealizable y lo realizable.

    Utilizaremos la imaginación para tender un puente entre el pasado y las expectativas del futuro. Desde este último intentaremos construir un camino hacia nuestra época, usando la razón y la emoción, con el propósito de concebir una guía para la sociedad, amplia y segura, que ojalá la conduzca al logro de sus ideales.

    Manos a la obra, entonces: digamos que el mundo, en el futuro, fue capaz de cambiar. Tiempos difíciles quedaron atrás y se vive una realidad social inimaginable para los predecesores. El «presente» emergió del conflicto y la pobreza, de los accidentes y frustraciones que colmaron los días de muchas décadas. Sin embargo, siempre hubo esperanza, esa luz que sólo se apaga con el término de la vida y suele brillar más en las dificultades.

    Si la sociedad siguiese igual, el debate giraría en torno a los problemas diarios y la frustración generalizada y silenciosa, que caracterizan a los países en crisis permanentes. Pero, felizmente, no es el caso. Muchos años después de iniciarse el cambio en procura del Gran Logro, vivimos en el bienestar y la armonía social, sintiéndonos orgullosos de participar en una nueva cultura, en que prevalece la herencia de los antepasados por sobre lo material, es decir, mudó radicalmente el interés de las personas. La verdad, la codicia nunca fue un eslabón de auténtico progreso entre las generaciones.

    Nuestra visión actual ha crecido, nutriéndose de la experiencia. No sólo la conocemos más, sino también comprendemos mejor la historia y tenemos la capacidad para vivir en el presente y, a la vez, visualizar el futuro con realismo. Como condición necesaria para el progreso, abandonamos la incertidumbre y el fracaso; las posiciones antagónicas; las luchas sin destino, y la costumbre de atribuirle nuestras incapacidades e irresponsabilidades al costo social.

    El Gran Cambio demoró un tiempo largo y laborioso, pero fructífero. Se originó en un proceso de mejoras continuas, que le permitió al hombre transformar el progreso en un evento cotidiano, concibiendo el futuro con seguridad y confianza en sí mismo. Dejó, en suma, de verlo como un hecho fortuito, la dádiva de una deidad o la consecuencia de una iluminación de un líder carismático.

    Hoy nos damos cuenta de que la inseguridad fue un reflejo del conflicto personal de cada uno para valorarse a sí mismo y organizar su futuro y el de la sociedad.

    La transformación requirió de mentes honestas y valerosas. Fue necesario ser decididos para abandonar arraigados prejuicios que retardaban, limitaban o impedían el progreso de las personas. Uno de ellos fue el concepto de triunfo, que buscaba destruir al oponente en vez de la superación propia: la idea era conseguir el reconocimiento de los demás y no la autosatisfacción, a menudo utilizando armas ilícitas, con el dogma de que el fin justifica los medios.

    Se llegó a creer que el bien particular era la condición y origen del bien común, en lugar de verlo como una consecuencia natural del bien social. Este enfoque hizo proliferar el egoísmo y el ansia de la riqueza material.

    El hombre confundió la libertad con la independencia y la posesión con la felicidad. Su individualismo le alejó de sus responsabilidades sociales, destruyendo la armonía en sus relaciones humanas. Simplemente ignoró el poder de la colaboración y dejó de lado el enriquecimiento de su espíritu.

    Sin embargo, supo cambiar a partir del conocimiento y de

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