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Lo que todo líder debe saber de sus jóvenes
Lo que todo líder debe saber de sus jóvenes
Lo que todo líder debe saber de sus jóvenes
Libro electrónico161 páginas2 horas

Lo que todo líder debe saber de sus jóvenes

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En una cultura que cambia a una velocidad vertiginosa, es vital que los líderes de jóvenes conozcan a profundidad las necesidades, los desafíos, las formas de pensar y los interrogantes a los que se enfrentan las nuevas generaciones. Este libro es un recurso altamente necesario y útil para quienes aman a la juventud y desean ser efectivos al tratar de alcanzarla. Cuando lo hayas leído, habrán aumentado notablemente el impacto y la influencia de tu trabajo con la juventud.
IdiomaEspañol
EditorialZondervan
Fecha de lanzamiento8 may 2012
ISBN9780829762341
Lo que todo líder debe saber de sus jóvenes
Autor

Sergio Valerga

Sergio Valerga es graduado y ordenado de «Christ for the Nations Institute» en la ciudad de Dallas, donde se desempeña como Decano de estudiantes y maestro. Dirige junto a su esposa el ministerio «Generación Diferente». Su pasión y compromiso por la juventud lo han llevado a servir con éxito tanto en Argentina como en los Estados Unidos. Reside en Dallas, Texas, junto a su esposa Carina y sus dos hijos Sergio y Alan.

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    Lo que todo líder debe saber de sus jóvenes - Sergio Valerga

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    EL CAMBIO CULTURAL Y EL MUNDO EN EL QUE VIVEN LOS JÓVENES DE HOY

    "De los hijos de Isacar, doscientos principales, entendidos en los tiempos, y que sabían lo que Israel debía hacer, cuyo dicho seguían todos sus hermanos"

    I Crónicas 12:32. RVR - 1960 (énfasis añadido)

    Los adolescentes y jóvenes de hoy son los llamados nativos digitales, no conocieron la vida sin el Internet. Sin duda estamos ante un cambio de época y necesitamos adaptarnos sin perder de vista lo esencial de la vida cristiana, pues los principios de Dios se mantienen firmes pese a los cambios culturales. Como iglesia, tenemos el mandato inmodificable de forjar el futuro de acuerdo con los propósitos de Dios y para su gloria. Debemos equiparnos y prepararnos para aprovechar al máximo las oportunidades que esta era nos trae.

    La cultura juvenil es el conjunto de prácticas sociales que resultó de la mezcla de la etapa de la juventud con la modernidad. Por ende, incluye la tecnología y los medios proporcionados por el fenómeno de la globalización. Es decir, ahora la juventud ya se establece como una cultura inmersa dentro del espacio de la cultura general.

    La comprensión de la cultura juvenil es la base para poder interpretar la realidad que experimentan los jóvenes y las características que los identifican.

    Al tratarse de una subcultura, o sea una cultura dentro de otra cultura dominante (adultos), es un gran desafío su interpretación y comprensión, tanto para los padres (que pertenecen a otra generación) como para aquellos que deseamos ser una influencia positiva en la vida de los jóvenes. La cultura juvenil experimenta cambios profundos de manera frecuente y a una velocidad mayor que la cultura general.

    Las expresiones de la cultura, tales como las redes sociales, los grupos musicales, los video-juegos, las tendencias de moda, las nuevas tecnologías y demás, tienen la capacidad de expresar e interpretar lo que los jóvenes sienten, piensan y, además, forman parte de su interés personal. Obviamente, esto no significa que tengamos que estar de acuerdo con tales expresiones. Sin embargo, no podemos rechazarlas ni condenarlas, ya que tienen la capacidad de atraer y conquistar al público joven. Más bien, podemos utilizarlas como puntos de referencia o caminos que nos lleven a entender las necesidades que caracterizan a los jóvenes de nuestra generación.

    Ambigüedades

    Existen dos realidades paradójicas coexistiendo entre los jóvenes hispanoamericanos. Por un lado, la fuerte influencia cultural que unifica sus hábitos, criterios y que, de alguna manera, generaliza sus gustos y formas de interpretar la vida; y por otro lado vemos en ellos el despertar a una realidad de justicia social y de participación intencional en lugares y propuestas de cambio, algo a lo que la iglesia debe prestar atención.

    De alguna manera, muchos jóvenes que están experimentando el hastío de la insignificancia y el vacío de propósito, están buscando y persiguiendo algo que les dignifique y dé sentido a sus vidas.

    «Es la generación mejor formada de la historia, pero también la que enfrenta el mayor índice de desempleo. Es la generación con el mayor acceso a la salud en la historia y, sin embargo, la más afectada por causas de muerte externas: accidentes de tránsito, violencia, abuso de sustancias psicoactivas. Es la generación con la mirada más abierta, más global, y al mismo tiempo la más atravesada por las trayectorias inciertas de la migración. Así son los jóvenes de hoy: una serie de paradojas a las que hay que sumar las nuevas tecnologías, que rompen barreras, que quiebran una lógica intergeneracional». (Organización Iberoamericana de la Juventud).²

    Parte de la herencia cultural que reciben tiene que ver con esto:

    Conectividad que desconecta

    La primera generación de nativos digitales está a un clic de distancia de todo y espera respuestas rápidas: es la generación del lugar virtual y la velocidad. Ellos están inmersos en el mundo tecnológico, tienen recursos al alcance de su mano y son los más informados de la historia de la humanidad. Sin embargo, esa conexión lograda a través de la tecnología los aíslan de las conexiones uno a uno con personas significativas. Las nuevas tecnologías les permiten estar socialmente activos, pero son incapaces de generar relaciones reales en un mundo que es irreal o virtual. Muchos tienen cientos de amigos virtuales en sus redes sociales, pero tardarían bastante tiempo en mencionarte amigos reales, a quienes podrían contar con los dedos de su mano.

    Una sociedad de familias disfuncionales y no tradicionales

    Hoy la familia nuclear o tradicional comparte la escena con familias mono parentales, familias reorganizadas, familias reconstruidas, la cohabitación, uniones casuales, monogamias temporales, uniones de hecho, uniones homosexuales, etc. Por otro lado, las familias disfuncionales en donde la violencia, el conflicto y el abuso son recurrentes, son el lugar de donde proviene una parte de los jóvenes con los que trabajamos. Muchos padres se desentienden de la educación espiritual de sus hijos, delegándola cada vez más a la iglesia. Los padres dan por sentado que la comunidad, la escuela o la iglesia se encargarán de la transmisión de los valores y de la formación de sus hijos.

    Los abraza el relativismo y la pluralidad

    Estos son los valores dominantes que les han sido transmitidos por sus amigos, su sistema educativo y por los omnipresentes medios de comunicación dentro de la sociedad en la que ellos han nacido y de la que son hijos.

    Viven en una época extremadamente compleja y difícil, de presiones y ataques a su fe sin precedentes. Vivir la fe en estos contextos es mucho más duro y representa un desafío más exigente hoy que ayer.

    El joven es hijo de la cultura en la que le ha tocado en suerte vivir. Los valores, ética, prioridades y, en definitiva, el estilo de vida de nuestra sociedad, afectan al joven que, en mayor o menor medida, participa de ellos y tiene que asumirlos, reciclarlos o rechazarlos.

    Un contexto descaradamente sexualizado

    La sexualización de la cultura se define como «la imposición de la sexualidad adulta a los niños y jóvenes antes de que sean capaces de afrontarla mental, emocional y físicamente». ³ A una edad joven, todavía no se han desarrollado las capacidades cognitivas necesarias para hacer frente a imágenes persuasivas de los medios. Junto a esta falta de capacidad para afrontar tales imágenes, la capacidad de penetración de una cultura sexualizada da como resultado que los niños y jóvenes estén frecuentemente expuestos a material que no es apropiado para su edad. El mensaje predominante para los chicos es que deberían ser sexualmente dominantes y tratar el cuerpo femenino como un objeto y, por el lado de las chicas, la idea es que aprendan a enseñar el lado más sexy, donde los atributos físicos toman gran relevancia y cualquier cualidad o valor humano carecen de importancia.

    Materialismo y consumismo

    A continuación encontrarás algunos de los valores empobrecidos que los jóvenes incorporan de la cultura y algunas definiciones:

    Una vida tranquila: Que me dejen solo, no ser perturbado por los problemas de otras personas, vivir con un mínimo de posibilidad de ser incomodado. Desear que mis propios patrones de vida no sufran interferencia a lo largo de mi existencia.

    Vivir para consumir: El abrumador y siempre creciente deseo de tener más. Una vida hecha de cosas, cosas y más cosas. El éxito juzgado por un nivel siempre ascendente de abundancia material.

    Cristianismo a la medida: Es la búsqueda del Dios que queremos en lugar del Dios que es. Es la tendencia a ser superficial en nuestra comprensión de Dios. Es sentir la necesidad de Dios pero según nuestras propias condiciones. Es un Cristianismo impotente, que tiene poco o ningún impacto sobre los valores y creencias de nuestra sociedad.

    Conciencia Social

    Contrariamente a lo que opinan muchos adultos acerca de la participación, el compromiso y de la responsabilidad social de los jóvenes de hoy, esta generación es quizás, de entre las últimas, la que más se ha comprometido en política y en causas sociales. Tomemos como un ejemplo lo sucedido en los últimos meses en los países de Medio Oriente y de la influencia que han tenido los jóvenes en la caída de dictadores y políticos que estuvieron por años ejerciendo un poder desmedido y trayendo desigualdad social a sus países. Estos movimientos sociales han comenzado también en países altamente desarrollados, dando cuenta de que muchos de ellos no se sienten identificados con los liderazgos que los representan.

    También en los países Latinoamericanos es notorio el nivel al que se han involucrado en la militancia política. De hecho, en las últimas elecciones de algunos países ingresaron a muchas bancas del poder legislativo jóvenes en sus veintes, cosa que hacía mucho no sucedía y que, en algunos países, es la primera vez que acontece.

    En cuanto a la participación social, la gran mayoría de los movimientos sociales, organizaciones no gubernamentales y grupos que trabajan en acción social dentro de las iglesias, están compuestos, organizados y ejecutados por jóvenes.

    Un mundo violento

    Miles de jóvenes mueren en nuestros países a causa de actos violentos anualmente⁴. Como mencioné anteriormente, en su inquietud por modificar las condiciones político-sociales de sus países, cuando sienten que el sistema los discrimina o no les deja opción, muchos de ellos terminan envueltos en actos violentos o delinquiendo.

    Además, en ciertas etapas entre la adolescencia y la juventud se producen cambios de conducta e inestabilidad emocional: son jóvenes con mucha energía que deben aprender a controlar sus impulsos. Es una etapa en la que están formando su identidad, por lo que sus futuros comportamientos dependerán, en gran medida, de cómo superen todos estos cambios.

    Hay factores internos y externos que propician esta violencia. El primero tiene relación con la interacción en familias donde los jóvenes crecen siendo expuestos a todos tipos de agresiones, incluyendo la que sucede entre padres que se agreden física y verbalmente. El segundo se relaciona con la exclusión y se muestra a través de lo que parece ser una correlación entre la juventud y la violencia en la marginalidad urbana, la falta de canales de movilidad social y de consumo, la desafiliación institucional en jóvenes que no estudian ni trabajan, la socialización dentro y por medio de grupos agresivos y delictuales desde edades tempranas (en las familias y los vecindarios) y la frustración de expectativas cuando el tener mayor escolaridad no garantiza mejores opciones de empleo.

    Un mundo de desigualdades

    Si bien en la última década se destaca un gran crecimiento económico en nuestros países latinoamericanos con un alto porcentaje de familias saliendo de la pobreza extrema, somos conscientes que en la mayoría de nuestros países la brecha entre los que más tienen y los que menos tienen es todavía significativa.

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