Ser Familia: Rafael Fernández de Andraca

Por Rafael Fernández de Andraca

Este fascículo está centrado en el cultivo de la relación de los esposos entre sí. Presenta caminos concretos y prácticos, para mantienen vivo el amor mutuo en vista del bien propio y de los hijos.

Editorial Patris nació en 1982, hace 25 años. A lo largo de este tiempo ha publicado más de dos centenares de libros. Su línea editorial contempla todo lo relacionado con el desarrollo integral de la persona y la plasmación de una cultura marcada por la dignidad del hombre y los valores del Evangelio.

Gran parte de sus publicaciones proceden del P. José Kentenich, fundador del Movimiento de Schoenstatt o de autores inspirados en su pensamiento. Por cierto, también cuenta con publicaciones de otros autores que han encontrado acogida en esta Editorial.

De esta forma Editorial Patris no sólo ha querido poner a disposición de los miembros de la Obra de Schoenstatt un valioso aporte, sino que, al mismo tiempo, ha querido entregar a la Iglesia y a todos aquellos que buscan la verdad, una orientación válida en medio del cambio de época que vive la sociedad actual.

• Idioma: Español
• Editorial: Nueva Patris
• Fecha de lanzamiento: 31 ago 2011
• ISBN: 9789562465533

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Tema de fondo

El don de la familia

P. RAFAEL FERNÁNDEZ DE A.

Primera parte

La búsqueda de la felicidad

1. Nacimos para ser felices

Cuando nos casamos éramos felices y queríamos serlo para toda la vida. Si hubiésemos pensado que nuestro matrimonio no sería un camino de felicidad, no nos habríamos casado.

Nacimos para ser felices. Ninguno de nosotros piensa que nacimos para la infelicidad, la desgracia, la tristeza o la desolación.

Han pasado años desde el momento en que nos casamos. ¿Cuál es hoy nuestra realidad matrimonial? La gran duda que surge en muchos, después de años de matrimonio, es ésta: ¿Es posible ser verdaderamente felices? ¿Es posible tener una vida feliz como esposos y familia?

Si observamos a nuestro alrededor, vemos tantos matrimonios que no se ven felices. Lo que se inició con muchos anhelos, con mucha esperanza, a menudo terminó en un inmenso desengaño, en un fracaso o en una dolorosa ruptura. Muchos matrimonios han perdido la esperanza de llegar a ser un matrimonio feliz. La vida matrimonial se ha transformado en una rutina, en una convivencia donde, en lugar de la felicidad, reina la indiferencia o, desgraciadamente no pocas veces, los conflictos, los gritos y los insultos; uno se siente prisionero del otro y lo único que quisiera es escapar, pero no sabe cómo hacerlo.

Sin embargo, nos casamos porque creíamos que seríamos felices y plenos.

¿Fue eso sólo un sueño? ¿Por qué ese sueño no pudo o no puede ser realidad?

Muchos matrimonios pierden la esperanza y terminan conformándose con una vida matrimonial sin brillo, opaca y obscura. Sin embargo, normalmente a la larga, esto no se resiste. Buscamos, entonces, otras alternativas; otros escapes o compensaciones que aminoren o echen tierra a nuestra infelicidad. Nos entregamos al alcohol, buscamos la felicidad en otras entretenciones, iniciamos vidas paralelas; hacemos del deporte o de actividades alejadas del hogar, nuestra pasión; tratamos de aislarnos y distraernos en la televisión o navegando en Internet. Otros optan por la separación, creyendo que con otra persona podrán ser felices ya que, probablemente, le echan la culpa al otro de su infelicidad. Pero, ¿lo serán realmente?

Esta realidad, hoy tan cotidiana, nos golpea fuertemente. Tenemos derecho a buscar la felicidad y a ser felices. Más aún, nuestros hijos necesitan ver a sus padres unidos y contentos. En cambio, las discusiones, los conflictos no resueltos, el ver que constantemente los esposos están echándose la culpa uno a otro, regañando y hasta denigrando a su papá o a su mamá, les hace mal. Ése no es precisamente el clima en el cual ellos pueden desarrollarse sanos. No se trata de que los padres no tengan problemas (¡quién no los tiene!), pero los hijos precisan ver que sus padres los enfrentan y los sufren juntos; necesitan ver cómo la carga compartida se hace más liviana y, lo más importante, que lo que verdaderamente hace felices, es el amor que reina entre sus padres.

2. Claves de un matrimonio feliz

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