Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Amares
Amares
Amares
Libro electrónico336 páginas3 horas

Amares

Calificación: 4 de 5 estrellas

4/5

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

"El mundo es eso. Un montón de gente, un mar de fueguitos. Cada persona brilla con luz propia entre todos los demás. Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos. Ellos son dos por error que la noche corrige. Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada… Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata." "Escribo intentando que seamos más fuertes que el miedo al error o al castigo, a la hora de elegir en el eterno combate entre los indignos y los indignados." Frases como estas –que integran esta antología de los mejores textos de Eduardo Galeano, que él mismo seleccionó– se subrayan, se regalan en señal de complicidad, se comparten, sostienen una mirada crítica sobre el mundo pero también la posibilidad de una utopía. Los lectores de Galeano las llevan en la memoria.

Las páginas de Amares revelan los temas que lo preocuparon e inspiraron: los avatares agridulces del amor, la amistad entrañable y los momentos de maravilla que regala la vida cotidiana, pero también las injusticias, la reivindicación de los olvidados de la historia y la condena a los peores rostros del mundo contemporáneo. Galeano habla en este libro del amor en sus múltiples formas: una pareja que perdura o se pierde, los hijos, el país que cobija o que expulsa, los compañeros de ruta, la escritura, los dioses que conceden y niegan, los que viven en los márgenes.

"Hemos sido hechos de luz, además de carbono y oxígeno y mierda y muerte y otras cosas, y al fin y al cabo estamos aquí desde que la belleza del universo necesitó que alguien la viera", escribe Galeano. Las historias de Amares –tiernas, reveladoras, personales y universales a la vez– hacen justicia a la belleza que Galeano se empeñaba en encontrar en el mundo.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento4 dic 2019
ISBN9789876298889
Amares
Autor

Eduardo Galeano

Eduardo Galeano (1940–2015) was one of Latin America’s most distinguished writers. He was the author of the trilogy Memory of Fire, Open Veins of Latin America, Soccer in Sun and Shadow, Days and Nights of Love and War, The Book of Embraces, Walking Words, Voices of Time, Upside Down, Mirrors: Stories of Almost Everyone, and Children of the Days: A Calendar of Human History. Born in Montevideo, he lived in exile in Argentina and Spain for years before returning to Uruguay. His work has inspired popular and classical composers and playwrights from all over the world and has been translated into twenty-eight languages. He was the recipient of many international prizes, including the first Lannan Prize for Cultural Freedom, the American Book Award, the Casa de las Américas Prize, and the First Distinguished Citizen of the region by the countries of Mercosur.

Lee más de Eduardo Galeano

Relacionado con Amares

Títulos en esta serie (17)

Ver más

Libros electrónicos relacionados

Ficción general para usted

Ver más

Artículos relacionados

Comentarios para Amares

Calificación: 4 de 5 estrellas
4/5

3 clasificaciones1 comentario

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

  • Calificación: 5 de 5 estrellas
    5/5
    Encantadora antología, con escritos seleccionados por el propio Eduardo Galeano.

Vista previa del libro

Amares - Eduardo Galeano

Índice

Tapa

Índice

Portada

Copyright

Nota del editor

Amar a mares

Los amantes

El amor

La noche/1

El miedo

La noche/2

Mujer que dice chau

Las hormigas

Amares

Marzo de 1976, Buenos Aires: Las negruras y los soles

Hombre que bebe solo

1564, Bogotá: Desventuras de la vida conyugal

El viaje

Cenizas

Sucedidos

Lo demás es mentira

La pequeña muerte

Adiós

Crónica de la ciudad de La Habana

Palabras perdidas

7 de febrero: El octavo rayo

Líos de familia

Castigos

Historia del otro

Ventana sobre una mujer

Ventana sobre el arte

Bésame mucho

Celebración de las contradicciones

Ventana sobre la historia universal

Los dioses y los diablos

La creación

El lenguaje

Teología/1

Teología/2

Teología/3

Exú

Maria Padilha

Ceremonia

1542, río Iguazú: A plena luz

1605, Lima: La noche del Juicio Final

La Pachamama

La tierra nos puede comer cuando quiera

1774, San Andrés Itzapan:Dominus vobiscum

1957, Sucre: Santo Lucío

Promesa de América

2 de noviembre: Día de los difuntos

29 de junio: El Más Acá

Repítame la orden, por favor

La huella y el pie

La desmemoria

Los colores

Ellos venían desde lejos

1523, Cuzco:Huaina Cápac

1524, Quetzaltenango: El poeta contará a los niños la historia de esta batalla

Si se te pierde el alma en un descuido

Los sombreros

1984, Río de Janeiro:Malandanzas de la memoria colectiva

1984, población Violeta Parra:El nombre robado

1984, Tepic:El nombre encontrado

1562, Maní: Se equivoca el fuego

1760, Bahía: Tu otra cabeza, tu memoria

5 de abril: Día de la luz

El viaje

Ventana sobre la memoria

Ayudando a mirar

El teatro de los sueños

La función del arte/1

La función del arte/2

La función del arte/3

1701, Valle de Salinas: La piel de Dios

La uva y el vino

La casa de las palabras

La función del lector

1655, San Miguel de Nepantla: Juana a los cuatro

1658, San Miguel de Nepantla: Juana a los siete

Un sueño de Juana

1667, Ciudad de México: Juana a los dieciséis

1914, Montevideo: Delmira

1916, Buenos Aires: Isadora

1968, Ciudad de México: Revueltas

1968, Ciudad de México: Rulfo

La tercera orilla del río

Carpentier

1969, Lima: Arguedas

Onetti

La última cerveza de Caldwell

Neruda

1984, París: Van los ecos en busca de la voz

1913, Campos de Chihuahua: Una de estas mañanas me asesiné,

Introducción a la historia del arte

1796, Ouro Preto: El Aleijadinho

Definición del arte

Los diablitos de Ocumicho

Sobre la propiedad privada del derecho de creación

Vargas

Niemeyer

6 de noviembre: El rey que no fue

19 de febrero: Quizás Horacio Quiroga hubiera contado así propia muerte

4 de mayo: Mientras dure la noche

El silencio

Paradojas

Puntos de vista

Humanitos

Por qué escribo

Ventana sobre la cara

El poder

La Creación según John D. Rockefeller

La autoridad

El sistema

El sistema/2

El sistema/3

El sistema/4

Himnos

La burocracia

30 de octubre: ¡Se vienen los marcianos!

Amnesias

El nombre más tocado

7 de septiembre: El visitante

Asaltado asaltante

14 de octubre: Una derrota de la Civilización

15 de mayo: Que mañana no sea otro nombre de hoy

Magos

Somos andando

Latinoamericanos

Adivinanza

Diccionario del Nuevo Orden Mundial (imprescindible en la cartera de la dama y en el bolsillo del caballero)

Los alzados

Celebración de la voz humana

1525, Tuxkahá: Cuauhtémoc

1663, orillas del río Paraíba: La libertad

1711, Paramaribo: Ellas llevan la vida en el pelo

1739, New Nanny Town: Nanny

1820, Paso del Boquerón: Artigas

Usted

1824, Montevideo: Crónicas de la ciudad desde el sillón del barbero

1830, río Magdalena: Baja la barca hacia la mar

1851, Latacunga: El loco

1853, Paita: Los tres

1865, Washington: Lincoln

1870, Cerro Corá: Solano López

1870, Cerro Corá: Elisa Lynch

1934, Managua: Cine de terror/Guión para dos actores y algunos extras

Celebración de las bodas de la palabra y el acto

1967, Houston: Alí

La máquina

1979, Granada: Las comandantes

Celebración del coraje/1

Peregrinación en Jamaica

Lo que el río me contó

19 de diciembre: Otra exiliada

Samuel Ruiz nació dos veces

Esa nuca

Nombres

17 de diciembre: La llamita

El exilio

Un resplandor que se demora entre los párpados

La muchacha del tajo en el mentón

1974, Yoro: Lluvia

Junio de 1977, Calella de la Costa: Para inventar el mundo cada día

Julio de 1977, Calella de la Costa: El mercado

El pasaporte

Resurrecciones

El regreso

Los adioses

Revelaciones

Primera luz

El arte para los niños

Celebración de la fantasía

El pequeño rey zaparrastroso

Los hijos

Noel

El cielo y el infierno

1976, cárcel de libertad: Pájaros prohibidos

El monstruo amigo mío

El parto

1983, Lima: Tamara vuela dos veces

El consejo

21 de abril: El indignado

Angelito de Dios

Con el sol a la espalda

El viento en la cara del peregrino

Esa vieja es un país

Otra abuela

El abuelo

Paisaje tropical

1853, La Cruz: El tesoro de los jesuitas

1961, La Habana: María de la Cruz

Los nadies

Los nadies

Andares de Ganapán

Los gamines

1493, Isla de Santa Cruz: Una experiencia de Miquele de Cuneo, natural de Savona

1778, Filadelfia: Si él hubiera nacido mujer

1908, Caracas: Muñecas

Alguien

29 de agosto: Hombre de color

Si el Larousse lo dice…

Peligro en el camino

La alienación

11 de julio: La fabricación de lágrimas

Otros abrazos

1701, San Salvador de Bahía: Palabra de América

El mundo

1945, Princeton: Los ojos más tristes

Para entender el infierno

Celebración de la amistad

1911, Campos de Chihuahua: Pancho Villa

Noticias

1950, Río de Janeiro: Obdulio

Las huellas digitales

Yo, mutilado capilar

La fiesta

El aire y el viento

Ventana sobre la herencia

Celebración del coraje/2

Las edades de Ana

15 de junio: Una mujer cuenta

9 de junio: Sacrílegas

10 de junio: Y un siglo después

Inventario general del mundo

Autobiografía completísima

Yo confieso

Extranjero

Viaje al Infierno

Mi cara, tu cara

El derecho al delirio

Créditos de los textos

Eduardo Galeano

Amares

Galeano, Eduardo

Amares / Eduardo Galeano. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Siglo XXI Editores Argentina, 2018.

Libro digital, EPUB - (Biblioteca Eduardo Galeano)

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-629-888-9

1. Narrativa Uruguaya. I. Título.

CDD U863

© Fideicomiso Eduardo Galeano

© 2018, Siglo Veintiuno Editores Argentina S.A.

Diseño de colección: Tholön Kunst

Diseño de portada: Eugenia Lardiés

Ilustraciones de cubierta y portada: Tute

Digitalización: Departamento de Producción Editorial de Siglo XXI Editores Argentina

Primera edición en formato digital: diciembre de 2018

Hecho el depósito que marca la ley 11.723

ISBN edición digital (ePub): 978-987-629-888-9

Nota del editor

A lo largo de 1993, Eduardo Galeano seleccionó una serie de historias que formaban parte de sus libros publicados hasta ese momento. El resultado fue Amares, una antología personal editada por Alianza en España, que se convertiría en un pequeño gran clásico. Contenía relatos que abarcaban desde Vagamundo, una obra de 1973, hasta El libro de los abrazos, de 1989. Para preparar esta nueva edición, nos permitimos tomar un puñado de las mejores historias de cada uno de sus libros posteriores, comenzando por Las palabras andantes, de 1993, para terminar con su libro póstumo, El cazador de historias, de modo de presentar a lectores y lectoras una versión actualizada, que es a la vez una suerte de grandes éxitos de la prosa de Galeano.

El recorrido que los relatos arman en estas páginas deja ver la persistencia de los temas que preocupaban e inspiraban a Galeano: las injusticias, los avatares dolorosos y mágicos del amor, la condena al imperialismo y las diferentes formas del colonialismo contemporáneo, las revoluciones y formas culturales de resistencia, la amistad como refugio, los olvidados de la historia, las pequeñas maravillas que se esconden en la vida cotidiana. También muestra el modo en que Galeano fue perfeccionando con el tiempo su obsesión por despojar sus textos y condensar la experiencia, y la manera en que su trayectoria vital fue abriendo nuevas preguntas y nuevas escenas a su mundo narrativo.

La mayoría de los libros de Galeano están ilustrados con viñetas hermosas que él mismo hacía o con obras de otros. La edición original de Amares no incluía imágenes, y de inmediato pensamos en Juan Matías Loiseau, mejor conocido como Tute, para remediarlo. Nos parece que su obra y su sensibilidad tienen muchos puntos de contacto con Eduardo. Aceptó al instante, con enorme generosidad, así que el lector encontrará doce bellas viñetas que ilustran este libro.

Agradecemos al doctor Eduardo De Freitas, responsable de administrar la obra de Galeano, por todas las gestiones para que este libro sea una realidad y por la confianza de siempre. A Helena Villagra, eterna compañera de Eduardo, y a Daniel Weinberg, hombre sabio además de amigo de Eduardo, porque siempre nos ayudan a pensar, aportan ideas y nos acompañan con entusiasmo a la hora de trabajar y de cuidar toda la obra de Eduardo.

Dijo Galeano en una entrevista que imaginaba un libro suyo como una casa con muchas ventanas, con ventanas muy grandes y con muchas puertas para que el lector pueda entrar y salir por donde quiera todas las veces que desee. Un libro que no sea una jaula, sino un espacio de libertad. Confiamos en haber sido fieles a esa aspiración en esta nueva edición de Amares que aquí presentamos.

Los amantes

Ellos son dos por error que la noche corrige.

El amor

En la selva amazónica, la primera mujer y el primer hombre se miraron con curiosidad. Era raro lo que tenían entre las piernas.

—¿Te han cortado? —preguntó el hombre.

—No —dijo ella—. Siempre he sido así.

Él la examinó de cerca. Se rascó la cabeza. Allí había una llaga abierta. Dijo:

—No comas yuca, ni guanábanas, ni ninguna fruta que se raje al madurar. Yo te curaré. Échate en la hamaca y descansa.

Ella obedeció. Con paciencia tragó los menjunjes de hierbas y se dejó aplicar las pomadas y los ungüentos. Tenía que apretar los dientes para no reírse, cuando él le decía:

—No te preocupes.

El juego le gustaba, aunque ya empezaba a cansarse de vivir en ayunas y tendida en una hamaca. La memoria de las frutas le hacía agua la boca.

Una tarde, el hombre llegó corriendo a través de la floresta. Daba saltos de euforia y gritaba:

—¡Lo encontré! ¡Lo encontré!

Acababa de ver al mono curando a la mona en la copa de un árbol.

—Es así —dijo el hombre, aproximándose a la mujer.

Cuando terminó el largo abrazo, un aroma espeso, de flores y frutas, invadió el aire. De los cuerpos, que yacían juntos, se desprendían vapores y fulgores jamás vistos, y era tanta su hermosura que se morían de vergüenza los soles y los dioses.

La noche/1

Arránqueme, señora, las ropas y las dudas. Desnúdeme, desdúdeme.

El miedo

Esos cuerpos nunca vistos los llamaban, pero los hombres nivakle no se atrevían a entrar. Habían visto comer a las mujeres: ellas tragaban la carne de los peces con la boca de arriba, pero antes la mascaban con la boca de abajo. Entre las piernas, tenían dientes.

Entonces los hombres encendieron hogueras, llamaron a la música y cantaron y danzaron para las mujeres.

Ellas se sentaron alrededor, con las piernas cruzadas.

Los hombres bailaron durante toda la noche. Ondularon, giraron y volaron como el humo y los pájaros.

Cuando llegó el amanecer, cayeron desvanecidos. Las mujeres los alzaron suavemente y les dieron agua de beber.

Donde ellas habían estado sentadas, quedó la tierra toda regada de dientes.

La noche/2

Me desprendo del abrazo, salgo a la calle.

En el cielo, ya clareando, se dibuja, finita, la luna.

La luna tiene dos noches de edad.

Yo, una.

Mujer que dice chau

Me llevo un paquete vacío y arrugado de cigarrillos Republicana y una revista vieja que dejaste aquí. Me llevo los dos boletos últimos del ferrocarril. Me llevo una servilleta de papel con una cara mía que habías dibujado, de mi boca sale un globito con palabras, las palabras dicen cosas cómicas. También me llevo una hoja de acacia recogida en la calle, la otra noche, cuando caminábamos separados por la gente. Y otra hoja, petrificada, blanca, que tiene un agujerito como una ventana, y la ventana estaba velada por el agua y yo soplé y te vi y ése fue el día en que empezó la suerte.

Me llevo el gusto del vino en la boca. (Por todas las cosas buenas, decíamos, todas las cosas cada vez mejores que nos van a pasar.)

No me llevo ni una sola gota de veneno. Me llevo los besos cuando te ibas (no estaba nunca dormida, nunca). Y un asombro por todo esto que ninguna carta, ninguna explicación, pueden decir a nadie lo que ha sido.

Las hormigas

Tracey Hill era niña en un pueblo de Connecticut, y practicaba entretenimientos propios de su edad, como cualquier otro tierno angelito de Dios en el estado de Connecticut o en cualquier otro lugar de este planeta.

Un día, junto a sus compañeritos de la escuela, Tracey se puso a echar fósforos encendidos en un hormiguero. Todos disfrutaron mucho de este sano esparcimiento infantil; pero a Tracey la impresionó algo que los demás no vieron, o hicieron como que no veían, pero que a ella la paralizó y le dejó, para siempre, una señal en la memoria: ante el fuego, ante el peligro, las hormigas se separaban en parejas, y de a dos, bien juntas, bien pegaditas, esperaban la muerte.

Amares

Nos amábamos rodando por el espacio y éramos una bolita de carne sabrosa y salsosa, una sola bolita caliente que resplandecía y echaba jugosos aromas y vapores mientras daba vueltas y vueltas por el sueño de Helena y por el espacio infinito y rodando caía, suavemente caía, hasta que iba a parar al fondo de una gran ensalada. Allí se quedaba, aquella bolita que éramos ella y yo, y desde el fondo de la ensalada vislumbrábamos el cielo. Nos asomábamos a duras penas a través del tupido follaje de las lechugas, los ramajes del apio y el bosque del perejil, y alcanzábamos a ver algunas estrellas que andaban navegando en lo más lejos de la noche.

Marzo de 1976, Buenos Aires: Las negruras y los soles

Una mujer y un hombre celebran, en Buenos Aires, treinta años de matrimonio. Invitan a otras parejas de aquellos tiempos, gente que no ven desde hace añares, y sobre el amarillento mantel bordado para la boda todos comen, ríen, brindan, beben. Vacían unas cuantas botellas, cuentan chistes verdes, se atragantan de tanto comer y reírse y palmearse las espaldas. En algún momento, pasada la medianoche, llega el silencio. El silencio entra, se instala; vence. No hay frase que llegue a la mitad ni carcajada que no suene fuera de lugar. Nadie se atreve a irse. Entonces, no se sabe cómo, empieza el juego. Los invitados juegan a quién lleva más años de muerto. Se preguntan entre sí cuántos años hace que estás muerto: no, no, se dicen, veinte años no: te estás quitando la edad. Vos llevás veinticinco años de muerto. Y así.

Alguien me contó, en la revista, esta historia de vejeces y venganzas ocurrida en su casa la noche anterior. Yo terminaba de escucharla cuando sonó el teléfono. Era una compañera uruguaya que conocía poco. De vez en cuando me veía para pasarme información política o para ver qué se podía hacer por otros exiliados sin techo ni trabajo. Pero ahora no me llamaba para eso. Esta vez me llamaba para contarme que estaba enamorada. Me dijo que por fin había encontrado lo que había estado buscando sin saber qué buscaba y que necesitaba decírselo a alguien y que disculpara la molestia y que ella había descubierto que se podían compartir las cosas de más adentro y quería contártelo porque es una buena noticia, ¿no?, y no tengo a quién decírsela y pensé…

Me contó que habían ido juntos al hipódromo por primera vez en la vida y los había deslumbrado el brillo de los caballos y las blusas de seda. Tenían unos pocos pesos y se los habían jugado muy seguros de que ganarían porque era la primera vez, y habían apostado a los caballos más simpáticos y a los que tenían los nombres más cómicos. Habían perdido todo y se habían vuelto a pie y absolutamente felices por la hermosura de los animales y la emoción

¿Disfrutas la vista previa?
Página 1 de 1