Amares
Por Eduardo Galeano
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Las páginas de Amares revelan los temas que lo preocuparon e inspiraron: los avatares agridulces del amor, la amistad entrañable y los momentos de maravilla que regala la vida cotidiana, pero también las injusticias, la reivindicación de los olvidados de la historia y la condena a los peores rostros del mundo contemporáneo. Galeano habla en este libro del amor en sus múltiples formas: una pareja que perdura o se pierde, los hijos, el país que cobija o que expulsa, los compañeros de ruta, la escritura, los dioses que conceden y niegan, los que viven en los márgenes.
"Hemos sido hechos de luz, además de carbono y oxígeno y mierda y muerte y otras cosas, y al fin y al cabo estamos aquí desde que la belleza del universo necesitó que alguien la viera", escribe Galeano. Las historias de Amares –tiernas, reveladoras, personales y universales a la vez– hacen justicia a la belleza que Galeano se empeñaba en encontrar en el mundo.
Eduardo Galeano
Eduardo Galeano (1940–2015) was one of Latin America’s most distinguished writers. He was the author of the trilogy Memory of Fire, Open Veins of Latin America, Soccer in Sun and Shadow, Days and Nights of Love and War, The Book of Embraces, Walking Words, Voices of Time, Upside Down, Mirrors: Stories of Almost Everyone, and Children of the Days: A Calendar of Human History. Born in Montevideo, he lived in exile in Argentina and Spain for years before returning to Uruguay. His work has inspired popular and classical composers and playwrights from all over the world and has been translated into twenty-eight languages. He was the recipient of many international prizes, including the first Lannan Prize for Cultural Freedom, the American Book Award, the Casa de las Américas Prize, and the First Distinguished Citizen of the region by the countries of Mercosur.
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- Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Encantadora antología, con escritos seleccionados por el propio Eduardo Galeano.
Vista previa del libro
Amares - Eduardo Galeano
Índice
Tapa
Índice
Portada
Copyright
Nota del editor
Amar a mares
Los amantes
El amor
La noche/1
El miedo
La noche/2
Mujer que dice chau
Las hormigas
Amares
Marzo de 1976, Buenos Aires: Las negruras y los soles
Hombre que bebe solo
1564, Bogotá: Desventuras de la vida conyugal
El viaje
Cenizas
Sucedidos
Lo demás es mentira
La pequeña muerte
Adiós
Crónica de la ciudad de La Habana
Palabras perdidas
7 de febrero: El octavo rayo
Líos de familia
Castigos
Historia del otro
Ventana sobre una mujer
Ventana sobre el arte
Bésame mucho
Celebración de las contradicciones
Ventana sobre la historia universal
Los dioses y los diablos
La creación
El lenguaje
Teología/1
Teología/2
Teología/3
Exú
Maria Padilha
Ceremonia
1542, río Iguazú: A plena luz
1605, Lima: La noche del Juicio Final
La Pachamama
La tierra nos puede comer cuando quiera
1774, San Andrés Itzapan:Dominus vobiscum
1957, Sucre: Santo Lucío
Promesa de América
2 de noviembre: Día de los difuntos
29 de junio: El Más Acá
Repítame la orden, por favor
La huella y el pie
La desmemoria
Los colores
Ellos venían desde lejos
1523, Cuzco:Huaina Cápac
1524, Quetzaltenango: El poeta contará a los niños la historia de esta batalla
Si se te pierde el alma en un descuido
Los sombreros
1984, Río de Janeiro:Malandanzas de la memoria colectiva
1984, población Violeta Parra:El nombre robado
1984, Tepic:El nombre encontrado
1562, Maní: Se equivoca el fuego
1760, Bahía: Tu otra cabeza, tu memoria
5 de abril: Día de la luz
El viaje
Ventana sobre la memoria
Ayudando a mirar
El teatro de los sueños
La función del arte/1
La función del arte/2
La función del arte/3
1701, Valle de Salinas: La piel de Dios
La uva y el vino
La casa de las palabras
La función del lector
1655, San Miguel de Nepantla: Juana a los cuatro
1658, San Miguel de Nepantla: Juana a los siete
Un sueño de Juana
1667, Ciudad de México: Juana a los dieciséis
1914, Montevideo: Delmira
1916, Buenos Aires: Isadora
1968, Ciudad de México: Revueltas
1968, Ciudad de México: Rulfo
La tercera orilla del río
Carpentier
1969, Lima: Arguedas
Onetti
La última cerveza de Caldwell
Neruda
1984, París: Van los ecos en busca de la voz
1913, Campos de Chihuahua: Una de estas mañanas me asesiné,
Introducción a la historia del arte
1796, Ouro Preto: El Aleijadinho
Definición del arte
Los diablitos de Ocumicho
Sobre la propiedad privada del derecho de creación
Vargas
Niemeyer
6 de noviembre: El rey que no fue
19 de febrero: Quizás Horacio Quiroga hubiera contado así propia muerte
4 de mayo: Mientras dure la noche
El silencio
Paradojas
Puntos de vista
Humanitos
Por qué escribo
Ventana sobre la cara
El poder
La Creación según John D. Rockefeller
La autoridad
El sistema
El sistema/2
El sistema/3
El sistema/4
Himnos
La burocracia
30 de octubre: ¡Se vienen los marcianos!
Amnesias
El nombre más tocado
7 de septiembre: El visitante
Asaltado asaltante
14 de octubre: Una derrota de la Civilización
15 de mayo: Que mañana no sea otro nombre de hoy
Magos
Somos andando
Latinoamericanos
Adivinanza
Diccionario del Nuevo Orden Mundial (imprescindible en la cartera de la dama y en el bolsillo del caballero)
Los alzados
Celebración de la voz humana
1525, Tuxkahá: Cuauhtémoc
1663, orillas del río Paraíba: La libertad
1711, Paramaribo: Ellas llevan la vida en el pelo
1739, New Nanny Town: Nanny
1820, Paso del Boquerón: Artigas
Usted
1824, Montevideo: Crónicas de la ciudad desde el sillón del barbero
1830, río Magdalena: Baja la barca hacia la mar
1851, Latacunga: El loco
1853, Paita: Los tres
1865, Washington: Lincoln
1870, Cerro Corá: Solano López
1870, Cerro Corá: Elisa Lynch
1934, Managua: Cine de terror/Guión para dos actores y algunos extras
Celebración de las bodas de la palabra y el acto
1967, Houston: Alí
La máquina
1979, Granada: Las comandantes
Celebración del coraje/1
Peregrinación en Jamaica
Lo que el río me contó
19 de diciembre: Otra exiliada
Samuel Ruiz nació dos veces
Esa nuca
Nombres
17 de diciembre: La llamita
El exilio
Un resplandor que se demora entre los párpados
La muchacha del tajo en el mentón
1974, Yoro: Lluvia
Junio de 1977, Calella de la Costa: Para inventar el mundo cada día
Julio de 1977, Calella de la Costa: El mercado
El pasaporte
Resurrecciones
El regreso
Los adioses
Revelaciones
Primera luz
El arte para los niños
Celebración de la fantasía
El pequeño rey zaparrastroso
Los hijos
Noel
El cielo y el infierno
1976, cárcel de libertad: Pájaros prohibidos
El monstruo amigo mío
El parto
1983, Lima: Tamara vuela dos veces
El consejo
21 de abril: El indignado
Angelito de Dios
Con el sol a la espalda
El viento en la cara del peregrino
Esa vieja es un país
Otra abuela
El abuelo
Paisaje tropical
1853, La Cruz: El tesoro de los jesuitas
1961, La Habana: María de la Cruz
Los nadies
Los nadies
Andares de Ganapán
Los gamines
1493, Isla de Santa Cruz: Una experiencia de Miquele de Cuneo, natural de Savona
1778, Filadelfia: Si él hubiera nacido mujer
1908, Caracas: Muñecas
Alguien
29 de agosto: Hombre de color
Si el Larousse lo dice…
Peligro en el camino
La alienación
11 de julio: La fabricación de lágrimas
Otros abrazos
1701, San Salvador de Bahía: Palabra de América
El mundo
1945, Princeton: Los ojos más tristes
Para entender el infierno
Celebración de la amistad
1911, Campos de Chihuahua: Pancho Villa
Noticias
1950, Río de Janeiro: Obdulio
Las huellas digitales
Yo, mutilado capilar
La fiesta
El aire y el viento
Ventana sobre la herencia
Celebración del coraje/2
Las edades de Ana
15 de junio: Una mujer cuenta
9 de junio: Sacrílegas
10 de junio: Y un siglo después
Inventario general del mundo
Autobiografía completísima
Yo confieso
Extranjero
Viaje al Infierno
Mi cara, tu cara
El derecho al delirio
Créditos de los textos
Eduardo Galeano
Amares
Galeano, Eduardo
Amares / Eduardo Galeano. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Siglo XXI Editores Argentina, 2018.
Libro digital, EPUB - (Biblioteca Eduardo Galeano)
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-987-629-888-9
1. Narrativa Uruguaya. I. Título.
CDD U863
© Fideicomiso Eduardo Galeano
© 2018, Siglo Veintiuno Editores Argentina S.A.
Diseño de colección: Tholön Kunst
Diseño de portada: Eugenia Lardiés
Ilustraciones de cubierta y portada: Tute
Digitalización: Departamento de Producción Editorial de Siglo XXI Editores Argentina
Primera edición en formato digital: diciembre de 2018
Hecho el depósito que marca la ley 11.723
ISBN edición digital (ePub): 978-987-629-888-9
Nota del editor
A lo largo de 1993, Eduardo Galeano seleccionó una serie de historias que formaban parte de sus libros publicados hasta ese momento. El resultado fue Amares, una antología personal editada por Alianza en España, que se convertiría en un pequeño gran clásico. Contenía relatos que abarcaban desde Vagamundo, una obra de 1973, hasta El libro de los abrazos, de 1989. Para preparar esta nueva edición, nos permitimos tomar un puñado de las mejores historias de cada uno de sus libros posteriores, comenzando por Las palabras andantes, de 1993, para terminar con su libro póstumo, El cazador de historias, de modo de presentar a lectores y lectoras una versión actualizada, que es a la vez una suerte de grandes éxitos
de la prosa de Galeano.
El recorrido que los relatos arman en estas páginas deja ver la persistencia de los temas que preocupaban e inspiraban a Galeano: las injusticias, los avatares dolorosos y mágicos del amor, la condena al imperialismo y las diferentes formas del colonialismo contemporáneo, las revoluciones y formas culturales de resistencia, la amistad como refugio, los olvidados de la historia, las pequeñas maravillas que se esconden en la vida cotidiana. También muestra el modo en que Galeano fue perfeccionando con el tiempo su obsesión por despojar sus textos y condensar la experiencia, y la manera en que su trayectoria vital fue abriendo nuevas preguntas y nuevas escenas a su mundo narrativo.
La mayoría de los libros de Galeano están ilustrados con viñetas hermosas que él mismo hacía o con obras de otros. La edición original de Amares no incluía imágenes, y de inmediato pensamos en Juan Matías Loiseau, mejor conocido como Tute, para remediarlo. Nos parece que su obra y su sensibilidad tienen muchos puntos de contacto con Eduardo. Aceptó al instante, con enorme generosidad, así que el lector encontrará doce bellas viñetas que ilustran este libro.
Agradecemos al doctor Eduardo De Freitas, responsable de administrar la obra de Galeano, por todas las gestiones para que este libro sea una realidad y por la confianza de siempre. A Helena Villagra, eterna compañera de Eduardo, y a Daniel Weinberg, hombre sabio además de amigo de Eduardo, porque siempre nos ayudan a pensar, aportan ideas y nos acompañan con entusiasmo a la hora de trabajar y de cuidar toda la obra de Eduardo.
Dijo Galeano en una entrevista que imaginaba un libro suyo como una casa con muchas ventanas, con ventanas muy grandes y con muchas puertas para que el lector pueda entrar y salir por donde quiera todas las veces que desee. Un libro que no sea una jaula, sino un espacio de libertad
. Confiamos en haber sido fieles a esa aspiración en esta nueva edición de Amares que aquí presentamos.
Los amantes
Ellos son dos por error que la noche corrige.
El amor
En la selva amazónica, la primera mujer y el primer hombre se miraron con curiosidad. Era raro lo que tenían entre las piernas.
—¿Te han cortado? —preguntó el hombre.
—No —dijo ella—. Siempre he sido así.
Él la examinó de cerca. Se rascó la cabeza. Allí había una llaga abierta. Dijo:
—No comas yuca, ni guanábanas, ni ninguna fruta que se raje al madurar. Yo te curaré. Échate en la hamaca y descansa.
Ella obedeció. Con paciencia tragó los menjunjes de hierbas y se dejó aplicar las pomadas y los ungüentos. Tenía que apretar los dientes para no reírse, cuando él le decía:
—No te preocupes.
El juego le gustaba, aunque ya empezaba a cansarse de vivir en ayunas y tendida en una hamaca. La memoria de las frutas le hacía agua la boca.
Una tarde, el hombre llegó corriendo a través de la floresta. Daba saltos de euforia y gritaba:
—¡Lo encontré! ¡Lo encontré!
Acababa de ver al mono curando a la mona en la copa de un árbol.
—Es así —dijo el hombre, aproximándose a la mujer.
Cuando terminó el largo abrazo, un aroma espeso, de flores y frutas, invadió el aire. De los cuerpos, que yacían juntos, se desprendían vapores y fulgores jamás vistos, y era tanta su hermosura que se morían de vergüenza los soles y los dioses.
La noche/1
Arránqueme, señora, las ropas y las dudas. Desnúdeme, desdúdeme.
El miedo
Esos cuerpos nunca vistos los llamaban, pero los hombres nivakle no se atrevían a entrar. Habían visto comer a las mujeres: ellas tragaban la carne de los peces con la boca de arriba, pero antes la mascaban con la boca de abajo. Entre las piernas, tenían dientes.
Entonces los hombres encendieron hogueras, llamaron a la música y cantaron y danzaron para las mujeres.
Ellas se sentaron alrededor, con las piernas cruzadas.
Los hombres bailaron durante toda la noche. Ondularon, giraron y volaron como el humo y los pájaros.
Cuando llegó el amanecer, cayeron desvanecidos. Las mujeres los alzaron suavemente y les dieron agua de beber.
Donde ellas habían estado sentadas, quedó la tierra toda regada de dientes.
La noche/2
Me desprendo del abrazo, salgo a la calle.
En el cielo, ya clareando, se dibuja, finita, la luna.
La luna tiene dos noches de edad.
Yo, una.
Mujer que dice chau
Me llevo un paquete vacío y arrugado de cigarrillos Republicana y una revista vieja que dejaste aquí. Me llevo los dos boletos últimos del ferrocarril. Me llevo una servilleta de papel con una cara mía que habías dibujado, de mi boca sale un globito con palabras, las palabras dicen cosas cómicas. También me llevo una hoja de acacia recogida en la calle, la otra noche, cuando caminábamos separados por la gente. Y otra hoja, petrificada, blanca, que tiene un agujerito como una ventana, y la ventana estaba velada por el agua y yo soplé y te vi y ése fue el día en que empezó la suerte.
Me llevo el gusto del vino en la boca. (Por todas las cosas buenas, decíamos, todas las cosas cada vez mejores que nos van a pasar.)
No me llevo ni una sola gota de veneno. Me llevo los besos cuando te ibas (no estaba nunca dormida, nunca). Y un asombro por todo esto que ninguna carta, ninguna explicación, pueden decir a nadie lo que ha sido.
Las hormigas
Tracey Hill era niña en un pueblo de Connecticut, y practicaba entretenimientos propios de su edad, como cualquier otro tierno angelito de Dios en el estado de Connecticut o en cualquier otro lugar de este planeta.
Un día, junto a sus compañeritos de la escuela, Tracey se puso a echar fósforos encendidos en un hormiguero. Todos disfrutaron mucho de este sano esparcimiento infantil; pero a Tracey la impresionó algo que los demás no vieron, o hicieron como que no veían, pero que a ella la paralizó y le dejó, para siempre, una señal en la memoria: ante el fuego, ante el peligro, las hormigas se separaban en parejas, y de a dos, bien juntas, bien pegaditas, esperaban la muerte.
Amares
Nos amábamos rodando por el espacio y éramos una bolita de carne sabrosa y salsosa, una sola bolita caliente que resplandecía y echaba jugosos aromas y vapores mientras daba vueltas y vueltas por el sueño de Helena y por el espacio infinito y rodando caía, suavemente caía, hasta que iba a parar al fondo de una gran ensalada. Allí se quedaba, aquella bolita que éramos ella y yo, y desde el fondo de la ensalada vislumbrábamos el cielo. Nos asomábamos a duras penas a través del tupido follaje de las lechugas, los ramajes del apio y el bosque del perejil, y alcanzábamos a ver algunas estrellas que andaban navegando en lo más lejos de la noche.
Marzo de 1976, Buenos Aires: Las negruras y los soles
Una mujer y un hombre celebran, en Buenos Aires, treinta años de matrimonio. Invitan a otras parejas de aquellos tiempos, gente que no ven desde hace añares, y sobre el amarillento mantel bordado para la boda todos comen, ríen, brindan, beben. Vacían unas cuantas botellas, cuentan chistes verdes, se atragantan de tanto comer y reírse y palmearse las espaldas. En algún momento, pasada la medianoche, llega el silencio. El silencio entra, se instala; vence. No hay frase que llegue a la mitad ni carcajada que no suene fuera de lugar. Nadie se atreve a irse. Entonces, no se sabe cómo, empieza el juego. Los invitados juegan a quién lleva más años de muerto. Se preguntan entre sí cuántos años hace que estás muerto: no, no, se dicen, veinte años no: te estás quitando la edad. Vos llevás veinticinco años de muerto. Y así.
Alguien me contó, en la revista, esta historia de vejeces y venganzas ocurrida en su casa la noche anterior. Yo terminaba de escucharla cuando sonó el teléfono. Era una compañera uruguaya que conocía poco. De vez en cuando me veía para pasarme información política o para ver qué se podía hacer por otros exiliados sin techo ni trabajo. Pero ahora no me llamaba para eso. Esta vez me llamaba para contarme que estaba enamorada. Me dijo que por fin había encontrado lo que había estado buscando sin saber qué buscaba y que necesitaba decírselo a alguien y que disculpara la molestia y que ella había descubierto que se podían compartir las cosas de más adentro y quería contártelo porque es una buena noticia, ¿no?, y no tengo a quién decírsela y pensé…
Me contó que habían ido juntos al hipódromo por primera vez en la vida y los había deslumbrado el brillo de los caballos y las blusas de seda. Tenían unos pocos pesos y se los habían jugado muy seguros de que ganarían porque era la primera vez, y habían apostado a los caballos más simpáticos y a los que tenían los nombres más cómicos. Habían perdido todo y se habían vuelto a pie y absolutamente felices por la hermosura de los animales y la emoción