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Desbordes del Grupo Amplio
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Libro electrónico253 páginas2 horas

Desbordes del Grupo Amplio

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Pensar el grupo amplio es el objetivo de este texto. Allí se plasman diversos enfoques psicoanalíticos sobre el mismo, tanto como un abanico de técnicas para su abordaje. Dispositivos que pueden ser puestos a funcionar según las condiciones de la intervención y de sus objetivos. Se parte de que el Grupo Amplio adquiere, a través de diversas investigaciones, características propias que lo diferencian de lo que ocurre en el ámbito del grupo pequeño. Hay mecanismos particulares que han sido señalados y que han de tomarse en cuenta en su implementación. Un grupo amplio que siempre escapa a toda sistematización incluso para los coordinadores que intentan entender lo que ocurre en su interior. Mas allá, también se presentan intervenciones que muestran un operar en el espinoso terreno de la salud mental ocupacional y del burn-out. Así, la clínica (comunidades terapéuticas, modelo de Rattner, atención primaria), lo educacional (grupo operativo y conferencia de Leicester) y el trabajo (grupo de esclarecimiento), aparecen como campos donde el grupo amplio pareciera encontrar algunos de sus destinos.
Desde la perspectiva técnica se desarrollan dispositivos como el de la experiencia acumulativa de aprendizaje, la asamblea general, el grupo operativo amplio, un modelo de psicoanálisis en grupo, un modelo de intervención multigrupal, dispositivo para trabajar las relaciones entre grupos y el grupo amplio en espiral. Completa el texto una entrevista a una pionera en el trabajo psicoanalítico con grupos en America del Sur, la Dra. Janine Puget. El Prólogo de Eduardo Acuña es de ayuda para identificar algunos contenidos originales del texto.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento28 oct 2019
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    Desbordes del Grupo Amplio - Horacio Foladori

    AUTOR

    Horacio C. Foladori. Ph.D.

    Magister en Psicologia Clínica, Licenciado en psicologia. Psicoanalista, grupalista e institucionalista. Profesor Asociado a la Universidad de Chile. Académico del Magister en Psicología Educacional, Psicología Clínica de Adultos y Gestión de Personas. Miembro honorario y docente de la Sociedad Chilena de Psicoanálisis. Sus últimos libros publicados: El grupo operativo de-formación(2000), Grupalidad. Teoría e intervención (2005), Intervención grupal en el ámbito comunitario (Comp)(2006), La intervención institucional (2008), Hacia el análisis vocacional grupal (2009), Salud mental y contrainstitiución (comp.) (2010). Fundador de la Escuela de Psicología Grupal y Análisis Institucional E.Pichon-Rivière.

    Investiga sobre las vicisitudes de la intervención institucional y organizacional con dispositivos psicoanalíticos grupales (Bion, Pichon-Rivière, etc.) como con aquellos producidos por el análisis institucional francés (Lourau, Mendel, Castoriadis, etc.)

    PRÓLOGO

    Celebro la publicación de este nuevo libro de Horacio Foladori cuyo título refiere a Desbordes del Grupo Ampliado. Mi celebración en parte tiene que ver con el mérito de producir y dar a conocer una nueva obra que es resultado del prolífico trabajo académico-profesional del autor, sino que también, porque el libro es una valiosa contribución para el entendimiento de fenómenos grupales, organizacionales y cambio social en las sociedades contemporáneas. Destaco también cómo en esta publicación se aprecia la continuidad que Foladori ha tenido en sus trabajos, investigaciones y escritos con una marcada identidad hacia lo social, lo político y el bienestar de los individuos.

    Desbordes del Grupo Ampliado delimita el abordaje del intrincado fenómeno de las relaciones sociales, dinámicas psíquicas inconscientes y comportamientos que ocurren en grupos de gran tamaño, donde inadvertidamente, se emula la participación en masas y muchedumbres, todo dentro del marco de organizaciones. Ese abordaje tiene la particularidad de ser hecho desde el conocimiento del psicoanálisis según aplicaciones actualizadas al mundo de las instituciones y de la sociedad. El libro entra de lleno en el terreno del grupo ampliado y de las relaciones entre grupos trayendo conocimiento que permite hacer inteligible el sustrato de emociones, que bajo la superficie, moviliza y desestabiliza los encuentros colectivos, haciendo complejo, y a veces imposible, vertebrar colaboración. Ese conocimiento pone de relieve cómo en el grupo ampliado se desatan poderosas ansiedades que amenazan la identidad de los individuos lo que lleva a que en ellos surja la pasividad, el ensimismamiento, la docilidad, la apatía, la agresión, y por sobre todo, ocurra parálisis en la capacidad de pensamiento que impide la conciencia moral. Estos son, en líneas gruesas, los gravosos desbordes que se producen por lo común en la participación en grupos ampliados y que en el libro se entra en la presentación de enfoques, perspectivas teóricas y análisis de casos que arrojan luces para el entendimiento de los desvaríos del comportamiento colectivo.

    La obra tiene la enorme valía de mostrar que las vicisitudes de la vida en grupos amplios pueden ser contenidas dando curso a acciones que fluyan hacia el efectivo trabajo en colaboración y preservando el bienestar y salud mental de la gente, miembros de las colectividades, beneficiarios y comunidad. Se sostiene la tesis que en los grupos amplios es posible poner límites a los desbordes de irracionalidad y descomposición humana en la medida que se instalan en las instituciones condiciones que permiten el sostenimiento de ansiedades y el pensamiento. El pensar, en la esfera del individuo y en la esfera del grupo grande, permite aprendizaje, contar con lucidez para no perder el sentido de realidad que lleva a formular, entender y solucionar problemas. Dentro de eso es central el acogimiento de las vulnerabilidades paralizantes del no saber, no entender, desde lo cual se vuelve posible el discernimiento y la creatividad. En esta materia el texto es generoso cuando expone métodos para trabajar con grupos grandes, todas las cuales tienen como denominador común el encuadre psicoanalítico. Los métodos para el desarrollo de la capacidad de pensamiento en colectividades tienen carácter subversivo y emancipador porque anima a que el grueso de la gente piense por si misma lo cual pone en entredicho los convencionalismos sobre el papel imprescindible de las autoridades. La Investigación-Acción, el Aprendizaje a partir de la Experiencia, el Aprendizaje en la Acción, como se hace ver en el texto, son metodologías propicias para la creación de pensamiento, para producir conocimientos que permiten transformaciones y mejoras en organizaciones.

    El texto hace empalmes entre formulaciones teóricas, metodológicas con el tratamiento de casos y situaciones problemáticas donde es indispensable abordar los rebasamientos de caos y locura en grupos grandes que tanto daño ocasionan a la efectividad de tareas y a la salud mental de la gente. Varios capítulos del libro tienen por propósito el estudio de esas materias, corresponden al trabajo en equipos de salud, comunidades terapéuticas, atención primaria y trabajo en educación. Particularmente interesante es la propuesta que se hace de intervenciones grupales para trabajar con comunidades que han sido afectadas por desastres, como es el caso del terremoto reciente en Chile. Distinción aparte son las contribuciones que el libro dedica a la metodología de Conferencias de Leicester, originadas en el Instituto Tavistock, Londres, las que en Chile han derivado en aplicaciones autóctonas para la educación en Management en programas de pre y post grado de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile.

    En suma considero que este libro es valioso de leer porque ofrece perspectivas no convencionales para el entendimiento y el cambio en grupos y organizaciones. Apunta a apalancar el pensamiento de las personas para elevar productividad y mejorar calidad de vida dentro y fuera del trabajo. Busca remecer los cimientos creativos del individuo para poner barandillas a los desvaríos de irracionalidad y sufrimiento que tan frecuentemente ocurren en instituciones públicas y privadas Chilenas. La propuesta para el afrontamiento de esos desafíos no corresponde a un recetario de acciones, muy por el contrario, apuntan a catapultar la creatividad de las personas a través del pensamiento en grupo y considerando las experiencias inmediatas. En ese sentido el libro entrega metodologías y casos que informan del proceder a seguir.

    Profesor titular Eduardo Acuña Aguirre

    Director Magíster en Gestión de Personas y Dinámica Organizacional

    Facultad de Economía y Negocios, Universidad de Chile

    PRESENTACIÓN

    Los trabajos que aquí se presentan giran todos ellos de un modo u otro alrededor del tema del grupo amplio. Estas reflexiones se sitúan tanto en el registro teórico como clínico, por cuanto lo que acontece en el grupo es siempre una propuesta para ser pensada en el aquí y ahora. Luego, se trata de darle consistencia conceptual analizando los alcances y repercusiones del proceso grupal concreto.

    A su vez el espacio del grupo amplio no puede deslindarse de un cierto cruce con lo institucional que por un lado lo contiene y limita como que también forma parte de la constitución del grupo mismo, a partir de su legislación externa e interna que lo rige. Más que en el campo de la salud, el devenir del grupo amplio se desborda en lo educacional y sobre todo en lo político. En el primer caso está ausente aún una honda reflexión acerca del dispositivo del aula entendido este en el eje de la grupalidad y paralelamente en el de la institucionalidad que lo norma. En el segundo caso, sus movimientos en expansión y amplitud recuperan un hacer que proyecta muchas veces ilusiones – cuando se trata más de afiliarse a una utopía externa - o a esperanzas – en el caso de resultar de una confluencia autogestiva.

    No está clara desde la coordinación la diferencia entre el trabajo del grupo o el trabajar en grupo por cuanto el grupo amplio tiene una potencia que disuelve a todos sus miembros, incluso a los equipos profesionales que operan como coordinadores o consultores. Es raro que en el grupo amplio algo de claridad pueda tener lugar, mas bien se constata el fenómeno de splitting que abarca a la totalidad de sus participantes incluidos los equipos técnicos. En tal sentido hay una sistemática pérdida de identidad que hay que soportar en dicho torbellino: lo que ocurre es suficientemente regresivo como para que las palabras no alcancen a poner nombre a su movimiento. De ahí en más que lo mejor que se rescata es el uso de metáforas, herramienta que el propio grupo pone en juego para lograr tanto algo de cohesión como de esbozar líneas de fuga del pensamiento que se dispara. Porque el grupo amplio, por regla general, es productor de angustias intensas que socavan la institución de los compromisos, desmovilizan porque paralizan y hasta confrontan identidades en una suerte de tsunami que arrasa con todo a su paso. Y todo ello a pesar de ciertas sensaciones de bienestar, de protección, incluso de productividad que también pueden tener lugar en su interior.

    Como se podrá apreciar los trabajos se ubican en un abanico teórico, clínico, técnico y hasta sanitario proveyendo tanto reflexiones como experiencias realizadas a partir de demandas coyunturales. Tal vez el factor que enlaza a unos y otros tenga que ver con la dominancia de una escucha psicoanalítica que, apoyada en una teoría de la lectura de discursos propia, es capaz de inaugurar decididamente un proyecto de investigación-acción. Porque de lo que se trata es de transformar-transformarse en ese movimiento del lenguaje que lejos está de poder atrapar sentidos fijos y congelar entonces una interpretación definitiva. El dispositivo es rico en la producción de agenciamientos colectivos donde se patentizan deslices por un territorio siempre en construcción, siempre con modalidad de extrañamiento de lo que se muestra en su lenguaje.

    El asunto de los dispositivos merece toda la atención. En este caso, varios han de ser propuestos: el circo romano, la espiral, el multigrupo, experiencia acumulativa, el laboratorio de relaciones humanas, la asamblea general, etc., forman parte tanto de investigaciones como de usos clínicos particulares. Y en todos los casos el dispositivo se sitúa claramente en un mas allá del pequeño grupo tradicional. Estos dispositivos muestran una y otra vez sus límites, en muchos casos resultan superados por el propio movimiento grupal, que se derrama, y cuyos efectos han también de ser pesquisados. Tal vez el grupo amplio se acerque a lo que pudieran ser requerimientos sociales de intervención en situaciones de salud mental pública. Momentos espinosos como el caso de los desastres naturales ante el que nunca hay personal entrenado para hacerse cargo de las demandas de escucha o el manido asunto de las comunidades terapéuticas en las que la participación (política) es la razón de la cura.

    Estos grupos amplios cumplen con oficiar como espacio de contención del sufrimiento, individual y colectivo que se sucede una y otra vez producto de una estructura social en la que la preocupación por la subjetividad personal pareciera ser cosa del pasado. La carga de trabajo in crescendo en todos los ámbitos de la vida social, la afectación directa a la salud mental y la estabilidad psíquica de las personas son productoras de una sintomatología uniforme aunque con variadas derivaciones. El burn-out es un claro ejemplo de cómo la organización estatal afecta de manera pareja a una amplísima capa social de trabajadores. Es como la enfermedad de moda, por lo actual, donde confluyen las características de personalidad más disímiles. Y hasta sus defensas como el trabajolismo muestran una cierta dependencia de los modos de organización del trabajo que por vía de la globalización ya no resultan particulares de cada realidad social. El grupo amplio entonces, también se abre a pensar en estas circunstancias en las que solamente por medio de la vía colectiva es posible ponerle coto al efecto enfermante, en tanto el grupo puede recuperar, como trabajo realizado entre todos, su capacidad de pensar.

    Queda planteado así la derivación a la problemática del aprendizaje grupal y social. Ya no está en duda su existencia, tan solo sus condiciones de posibilidad. Parte por ser una pregunta para la técnica porque es en el fondo un problema de ética.

    Así el grupo amplio puede incorporarse al instrumental profesional gozando de condiciones que – aunque producto de sus variados encuadres – resulten útiles para el acercamiento a la exploración de una multiplicidad de fenómenos socio-político-sanitarios, aunque aquí solo se esbocen algunos .

    H.F.

    Julio 2012

    EL GRUPO AMPLIO OPERATIVO

    1

    El grupo operativo, tal como lo diseñara E. Pichon-Rivière (1971) es un instrumento formidable para intervenir en un sinnúmero de situaciones. No es necesario abundar sobre ello ya que existe al presente, una extensa bibliografía que lo avala. La gran ventaja que el diseño pichoniano presenta frente a otros modelos de intervención grupal analítica tiene que ver con algunas características esenciales que determinan su aplicabilidad. Entre ellas, debe destacarse la concepción de tarea que transforma al grupo en un espacio de trabajo y al mismo tiempo evita regresiones inútiles. Al tratarse de un grupo de trabajo puede centrarse en casi cualquier tipo de tarea que se fije como razón de la existencia del grupo. Todo esto es muy conocido por aquellos que lo utilizan para trabajar sobre la grupalidad y en la grupalidad.

    A su vez su modalidad de funcionamiento lo hace apto para convertirse en herramienta en espacios de esclarecimiento, reflexión, enseñar a trabajar en grupo, etc., siempre y cuando el número de participantes no exceda de 15 personas. De no ser así, habría que contar con coordinación adicional para hacer dos, tres o más grupos paralelos.

    Pero hay situaciones en las cuales ello no es posible, no se puede disponer de técnicos adicionales o no se desea subdividir al grupo ya que ello podría traer aparejado ciertas dificultades ulteriores entre los participantes de uno u otro grupo. Por ejemplo, en los espacios universitarios los cursos suelen ser bastante más numerosos que 15 personas, por lo que claramente no es posible realizar un grupo operativo en esas condiciones. Lo mismo puede suceder en dispensarios de salud, con equipos deportivos o con espacios comunitarios. Se está entonces frente a una situación complicada ya que una técnica tan rica y compleja ha de ser dejada de lado por ciertas características de su dispositivo.

    Cierto estudio realizado sobre diversos modelos del grupo amplio , la mayoría derivados del enfoque foulkiano (Kreeger 1975, de Maré 1983) no se ajustan a ser implementados desde la propuesta operativo.

    Otro trabajos (Burke 1981, Lear 1981) aportan aspectos por demás interesantes para aprender acerca de ciertos fenómenos en grupos amplios pero no ofrecen dispositivos especiales para operar.

    La corriente francesa en los primeros tiempos no produjo respuestas a la inquietud, la bibliografía consultada en general no incluía el trabajo con grupos amplios.

    Los mexicanos se vieron en la necesidad de iniciar investigaciones con grupos amplios a partir del terremoto del 85 (Döring, González y Margolis 1987, 1990) como una manera de entrenar un gran contingente de personas en las tareas de reconstrucción psíquica de los afectados y en condiciones de poder instalar dispositivos analizadores de lo ocurrido. Si bien personalmente llegué a utilizar en alguna ocasión el Grupo Mamut, tampoco se avenía en mi opinión, a una implementación operativa.

    Danzinger (1983) realiza aportaciones singulares desde el punto de vista de los procesos de agregación, propuestas centrales para pensar una teoría de la grupalidad. Sin embargo, no hay nada allí sobre el dispositivo de intervención, el encuadre, el contrato y los roles.

    En una comunicación previa (Foladori 1989) reflexionaba sobre la carencia de instrumentos para el trabajo con grupos amplios en la educación y encontraba en ciertos dispositivos de intervención institucional alguna respuesta primaria (Lourau 1970, Lapassade 1977) aunque no satisfactoria ya que no posibilitaba operar con lo inconsciente. De igual modo, el modelo lewiniano del Grupo T (Gibb y otros 1975, Benne y otros 1975) o no se ajustaban por el tamaño o tampoco incluía la posibilidad de acceder a lo inconsciente grupal e interpretarlo.

    Finalmente, un trabajo de Anzieu (1982) relativamente tardío resultó esclarecedor. Proponía un dispositivo: Se trataba de adoptar el modelo del circo romano, elipses concéntricas donde se podrían ubicar los participantes de un grupo amplio.2 De hecho, varias elipses dan cabida fácilmente de 30 a 40 personas.

    Anzieu se da cuenta trabajando psicodramáticamente, que las elipses cumplen diversas funciones psíquicas y que por lo tanto, los que hablan desde esos lugares lo hacen también en nombre de estas funciones. La riqueza de este trabajo de Anzieu es emblemática ya que él utiliza el dispositivo incluso para realizar intervenciones y análisis institucional. Se me ocurrió entonces comenzar a probar con un dispositivo similar pero adecuándolo a los requerimientos operativos. Luego de varias experiencias en las que se fue afinando el modelo arribé finalmente a este diseño que se comenta más adelante.

    Los aportes de Didier Anzieu

    Antes de pasar al diseño del dispositivo para un grupo amplio operativo, es conveniente discutir algunos de los aportes de Anzieu en el artículo citado3.

    1. Para Anzieu los espacios son tres: el espacio central en el que se dramatiza, las propiedades del pequeño círculo central y las propiedades del gran círculo exterior que para él debe estar silencioso en todo momento.

    Es decir, el espacio interior es un espacio lleno de fantasías hasta que los que serán actores lo ocupen y comience a producirse una escena bajo la conducción del director de psicodrama.

    2. Las propiedades de cada uno de estos espacios es efecto de como se instituye el funcionamiento dramático, en cuanto a los roles, en cuanto a las distancias, en cuanto a las normativas que los determinan. A su vez, cada uno de estos espacios sostiene funciones específicas en el proceso del interjuego de adjudicación y asunción de tareas del aparato psíquico.

    Brevemente, cada uno de los espacios tiene las siguientes características:

    2.1 La zona central presenta dos tipos de fenómeno: los catárticos que son efecto del propio proceso de dramatización y un trabajo de simbolización y de reelaboración en el transcurso de ciertas discusiones.

    Siendo la zona central el espacio para la dramatización, es el lugar de mediación entre el conflicto intrapsíquico y el conflicto intrainstitucional pero adopta la forma - se podría decir - de un conflicto interpersonal entre dos portavoces de orientaciones antagónicas subyacentes en la institución".

    Anzieu reconoce que la escena que se ofrece a dramatizar apunta a los conflictos internos de la institución, intrincados con los conflictos psíquicos internos de ciertas personas que ocupan un rol de líderes espontáneos en ciertos subgrupos.

    También el espacio de dramatización (zona central) es utilizado por el grupo para inventariar angustias frente a una situación compleja como una manera de

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