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Libertad y psicología: Tensiones y perspectivas desde Iberoamérica
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Libro electrónico463 páginas7 horas

Libertad y psicología: Tensiones y perspectivas desde Iberoamérica

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Las tensiones que emergen entre la libertad y la psicología generan dinámicas y movimientos que permiten, genealógicamente, comprender diversas trayectorias y emergencias, procedencias y búsquedas cuya complejidad mantiene una permanente invitación a la investigación, a la reflexión y a la transformación. La práctica educativa, asumida como ejercicio de la libertad, al mejor estilo del formador brasilero Paulo Freire, parece ser la razón de fondo que tienen los autores de este libro, preocupados por comprender las relaciones entre la psicología y la libertad como un horizonte de significación, para reflexionar sobre estos temas.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento12 ago 2012
ISBN9789587167740
Libertad y psicología: Tensiones y perspectivas desde Iberoamérica
Autor

Varios autores

<p>Aleksandr Pávlovich Ivanov (1876-1940) fue asesor científico del Museo Ruso de San Petersburgo y profesor del Instituto Superior de Bellas Artes de la Universidad de esa misma ciudad. <em>El estereoscopio</em> (1909) es el único texto suyo que se conoce, pero es al mismo tiempo uno de los clásicos del género.</p> <p>Ignati Nikoláievich Potápenko (1856-1929) fue amigo de Chéjov y al parecer éste se inspiró en él y sus amores para el personaje de Trijorin de <em>La gaviota</em>. Fue un escritor muy prolífico, y ya muy famoso desde 1890, fecha de la publicación de su novela <em>El auténtico servicio</em>. <p>Aleksandr Aleksándrovich Bogdánov (1873-1928) fue médico y autor de dos novelas utópicas, <is>La estrella roja</is> (1910) y <is>El ingeniero Menni</is> (1912). Creía que por medio de sucesivas transfusiones de sangre el organismo podía rejuvenecerse gradualmente; tuvo ocasión de poner en práctica esta idea, con el visto bueno de Stalin, al frente del llamado Instituto de Supervivencia, fundado en Moscú en 1926.</p> <p>Vivian Azárievich Itin (1894-1938) fue, además de escritor, un decidido activista político de origen judío. Funcionario del gobierno revolucionario, fue finalmente fusilado por Stalin, acusado de espiar para los japoneses.</p> <p>Alekséi Matviéievich ( o Mijaíl Vasílievich) Vólkov (?-?): de él apenas se sabe que murió en el frente ruso, en la Segunda Guerra Mundial. Sus relatos se publicaron en revistas y recrean peripecias de ovnis y extraterrestres.</p>

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    Libertad y psicología - Varios autores

    Libertad y psicología:

    TENSIONES Y PERSPECTIVAS DESDE IBEROAMÉRICA

    EDITORES

    SERGIO TRUJILLO GARCÍA HERNÁN

    CAMILO PULIDO MARTÍNEZ

    Reservados todos los derechos

    © Pontificia Universidad Javeriana

    © Nubia Esperanza Torres Calderón

    Arthur Arruda Leal Ferreira

    Felipe da Silva Hautequest

    Fernando Mello Machado

    Karina Padilha

    Míriam Starosky

    Blanca Patricia Ballesteros de Valderrama

    Mónica María Novoa Gómez

    José Carlos Loredo Narciandi

    Adriana Kaulino

    Antonio Stecher

    Sergio Trujillo García

    Jaime Samudio Díaz

    Hernán Camilo Pulido Martínez

    Juan Pablo Aranguren Romero

    Johanna Burbano Valente

    Pablo García Arias

    Silvio Aristizábal Giraldo

    Pablo Fernández Christlieb

    Felisa Santos

    Primera edición: Bogotá, D. C., agosto de 2012

    ISBN: 978-958-716-774-0

    Número de ejemplares: 300

    Corrección de estilo:

    Francisco Díaz Granados

    Diseño y diagramación:

    Isabel Sandoval

    Montaje de cubierta:

    Isabel Sandoval

    Desarrollo ePub:

    Lápiz Blanco S.A.S

    Editorial Pontificia Universidad Javeriana

    Carrera 7a Núm. 37-25, oficina 1301

    Edificio Lutaima, Bogotá-Colombia

    Teléfono: 3208320 ext. 4752

    www.javeriana.edu.co/editorial

    Bogotá, D. C.

    Libertad y psicología : tensiones y perspectivas desde Iberoamérica / Nubia Esperanza Torres Calderón... [et al.]. -- 1a ed. -- Bogotá : Editorial Pontificia Universidad Javeriana, 2012.

    307 p. ; 24 cm.

    Incluye referencias bibliográficas.

    ISBN: 978-958-716-544-9

    1. AUTONOMÍA (PSICOLOGÍA). 2. CONDUCTA (PSICOLOGÍA). 3. LIBERTAD - ASPECTOS PSICOLÓGICOS. 4. PSICOLOGÍA POLÍTICA. 5. PSICOLOGÍA. 6. FILOSOFÍA CONTEMPORÁNEA. I. Torres Calderón, Nubia Esperanza. II. Leal Ferreira, Arthur Arruda. III. Ballesteros de Valderrama, Blanca Patricia. IV. Novoa Gómez, Mónica María. V. Loredo Narciandi, José Carlos. VI. Kaulino, Adriana. VII. Stecher, Antonio. VIII. Trujillo García, Sergio. IX. Samudio Díaz, Jaime. X. Pulido Martínez, Hernán Camilo. XI. Aranguren Romero, Juan Pablo. XII. Burbano Valente, Johanna. XIII. García Arias, Pablo. XIV. Aristizábal Giraldo, Silvio. XV. Fernández Christlieb, Pablo, 1954-. XVI. Santos, Felisa. XVII. Da Silva Hautequest, Felipe. XVIII. Mello Machado, Fernando. XIX. Padilha, Karina. XX. Starosky, Míriam. XXI. Pontificia Universidad Javeriana. Facultad de Psicología.

    CDD 159.1 ed. 16

    Catalogación en la publicación - Pontificia Universidad Javeriana. Biblioteca Alfonso Borrero Cabal, S.J.

    ech.      Mayo 15 / 2012

    Prohibida la reproducción total o parcial de este material, sin la autorización por escrito de la Pontificia Universidad Javeriana.

    PRESENTACIÓN

    P

    ara mí es muy satisfactorio presentar este libro, titulado Libertad y psicología: Tensiones y perspectivas desde Iberoamérica editado por los profesores Hernán Camilo Pulido Martínez y Sergio Trujillo García, motivados por los debates y las discusiones acerca del tema de la libertad, tanto en sus variadas acepciones como en su relación con otras nociones importantes en la psicología, como autonomía, liberación, emancipación, control, poder, gobierno y resistencia, entre otras. El libro se suma a nuestra colección Saber, Sujeto y Sociedad, pensada como proyecto editorial para socializar escritos de las personas vinculadas a nuestra comunidad académica, si bien incluye textos de otros autores con quienes hemos establecido relaciones de cooperación tanto en el país como en el exterior.

    En esta línea, el libro es consistente con el proyecto educativo de la Facultad, caracterizado por mantener una perspectiva a la vez multiparadigmática e interdisciplinar de la psicología, entendiendo la necesidad de ir más allá de una simple coexistencia pacífica y aceptando la dificultad de un diálogo que verdaderamente implique la escucha activa y la interlocución constructiva, que esperamos convocar con esta obra. Los lectores tendrán la oportunidad de disfrutar esta variedad de enfoques sobre la libertad así como de las distintas nociones vinculadas a esta, pues, como dicen los editores en su Introducción, la relación entre la psicología y la libertad se remonta a los orígenes de la disciplina misma y a todos nos compete la discusión de las implicaciones que los diversos tipos de conocimientos psicológicos tienen en la producción, promoción, constricción o negación de la libertad.

    Este origen de la psicología algunos podemos remontarlo a Aristóteles, si aceptamos, como dice Ribes-Iñesta, que en los tratados Acerca del alma se encuentra una psicología bien configurada que distingue lo específico de lo psicológico en cuanto nivel de organización funcional, definiendo el alma intelectiva como el tipo de interacciones entre formas, lo que para este autor se corresponde con lo lingüístico y lo simbólico de la actualidad:

    En Aristóteles, el alma, como predicado funcional de un cuerpo, no existía como entidad independiente [...] Aristóteles examinó las características funcionales de cada tipo de alma, en especial las del alma sensible, esbozando una estructura funcional continua entre las diversas formas de conocimiento (sensación, percepción, imaginación, memoria, intelección) como actos del organismo individual. (p. xvii)

    Como verá el lector, también varios de los autores de este libro referencian a Aristóteles en el tema de la libertad, aunque vale tener en cuenta las dos versiones existentes de este filósofo: como naturalista, no dualista (traducciones de los árabes), y como dualista, no solo ontológico, sino epistemológico.

    En la Introducción los editores presentan cada aporte y señalan que a partir del capítulo 8 la discusión pretende ir más allá de los límites autoimpuestos por la psicología como disciplina, dejando ver que los problemas psicológicos requieren tratamientos diferentes de los que circulan en la academia.

    Invito a una lectura que permitirá sacar algunas conclusiones sobre coincidencias en miradas que tradicionalmente se han interpretado como contrapuestas y, del mismo modo, a apreciar los dilemas en que se han movido los autores de las corrientes de la psicología al tratar los temas relaciones con la libertad, tales como el concepto freudiano de yo, el de self o sí mismo, la identidad o la subjetividad individual y colectiva, entre otros. Resulta interesante también la tensión entre las perspectivas naturalistas y aquellas que buscan desnaturalizar lo que consideran que convencionalmente se ha naturalizado, tensión que muestra la vigencia del debate sobre lo que se considera natural, debate cuya utilidad no se ha cuestionado, sobre todo cuando una salida ha sido definir lo natural como lo que necesariamente surge cuando confluyen una serie de eventos. Por ejemplo, ¿dadas las condiciones de los debates sobre la libertad en nuestras sociedades, la relación entre saber y poder surge de forma natural?

    No solamente en la noción de libertad se aprecia una importante variabilidad, sino también en los conceptos relacionados con ella citados anteriormente. En el caso del poder, vale la pena apreciar las distintas concepciones y valoraciones que de él se tienen: según las relaciones con el mundo sean asimétricas (que provocan resistencias y otras formas de contracontrol) o necesarias, al permitir su modificación o transformación. A propósito del concepto de poder y su relación con el saber, varios capítulos asumen la perspectiva de la teoría crítica, donde la psicología se ubica como disciplina que se ocupa del conjunto de las artes de gobierno, en cuanto juega un papel importante al aportar conocimiento sobre grupos e individuos, indispensable para el buen gobierno. Lo paradójico es que ese conocimiento es también indispensable para liberarse de los gobiernos o para establecer condiciones de vida distintas. La pregunta por la coerción o lo coercitivo en los sistemas sociales/sociedades parece converger en la consigna de no dejarse gobernar por otros. En esa dirección, muchos coinciden en ver la importancia de la dimensión política en lo que llamamos construcción del conocimiento, no solamente en la psicología.

    El debate sobre el positivismo en las ciencias sociales y en la psicología también se retoma en algunos capítulos, relacionado a su vez con la oposición entre ciencias naturales y ciencias sociales y entre regularidad y singularidad de los fenómenos. Resulta también interesante la utilización de las figuras del lenguaje metafórico y de otros juegos lingüísticos que mezclan perspectivas psicológicas, filosóficas y políticas, así como la oposición a los discursos en pro de la libertad desde perspectivas distintas. Se encuentra igualmente lo relacional en los extremos de múltiples relaciones indistinguibles y, en consecuencia, imposibles de pensar desde la lógica de los deterministas o de los compatibilistas, para quienes no es necesario romper con esta lógica, sino entender la variabilidad de estas y otras lógicas.

    Así, podría prolongar esta presentación con otras reflexiones interesantes que me han causado la lectura de todos y cada uno de los capítulos, pero prefiero dejar que cada lectura particular provoque las propias, que seguramente serán distintas, si el lector se anima a hacer más de una lectura en momentos diferentes.

    En mi nombre y en el de la Facultad de Psicología, agradezco a las personas que aceptaron la invitación de Sergio y Camilo a escribir para este libro, pues de esta manera se alimenta el debate sobre el tipo de sujeto (individual o grupal) que han contribuido a construir las distintas perspectivas, no solamente de la psicología. Tal vez desde el conócete a ti mismo de Occidente y las consignas alternativas, los grupos humanos organizados como comunidades, sin importar si se clasifican como pueblos indígenas, sociedades desarrolladas o en desarrollo, sectas religiosas, etc., han preferido el sujeto disciplinado, pero acá el llamado es a pensarlo no como sujeto dominado, sino como aquel que está en capacidad de crear condiciones de vida dignas.

    Para terminar, invito a responder una de las tantas preguntas que me surgen después de la lectura del libro: ¿en qué coinciden el cuidado de sí colectivo propuesto por Foucault, las cosmologías de los grupos indígenas y el tipo de gobierno llamado personocracia en la comunidad experimental Los Horcones?

    Blanca Patricia Ballesteros de Valderrama

    DECANA ACADÉMICA, FACULTAD DE PSICOLOGÍA

    REFERENCIA

    Ribes-Iñesta, E. (2006). Introducción. En: E. Ribes y J. Burgos (Coords.) Raíces históricas y filosóficas del conductismo. T. 1. Guadalajara: Universidad Veracruzana, pp. xvii-xxx.

    INTRODUCCIÓN

    L

    a relación que guardan la psicología moderna y la libertad es tan antigua como la disciplina misma. Desde muy distintas perspectivas, de múltiples maneras y, fundamentalmente, desde los lugares en donde se han producido los objetos psicológicos, la literatura muestra cómo los caminos que ha tomado la psicología han estado acompañados, muy estrechamente, de una discusión acerca de las implicaciones que los diversos tipos de conocimientos psicológicos tienen en la producción, promoción, constricción o negación de la libertad.

    En términos generales, los conceptos y técnicas psicológicas juegan un papel central en la construcción de las maneras de concebirnos y de relacionarnos (Ward, 2002; Rose, 1996; Dazinger, 1997). Por tanto, estos conceptos y técnicas también adquieren un rol central en el examen de los grados de libertad que son posibles en las sociedades contemporáneas. Independientemente de que se considere que la psicología descubre sus objetos o, por el contrario, los produce (Hill y Krall, 2003), las maneras de entender psicológicas constituyen propuestas de subjetividad, de intersubjetividad, así como componen formas de concebir las organizaciones e instituciones dentro de las cuales transcurren nuestras vidas. En la medida en que el saber psicológico contribuye a determinar lo que actualmente es aceptable o inadmisible, compone una relación directa con la libertad de la que disponemos.

    No hace falta repetir que la discusión ha sido muy amplia al respecto de la libertad en su relación con la psicología. Sin embargo, sí vale la pena resaltar que la psicología efectúa sus propuestas, como sugiere Foucault (1998), en el espacio que fue abierto por las contradicciones que inauguró en la práctica la modernidad -y ahora también diríamos la colonialidad concomitante-. Al involucrarse en la solución de los conflictos derivados de la práctica en los ámbitos institucionales típicamente modernos -y en los ámbitos coloniales, hasta hace poco ignorados en términos académicos-, las propuestas psicológicas entablan una relación con la libertad que, por ejemplo, puede considerar la producción y conservación del statu quo o conducir, por el contrario, en un movimiento de resistencia, a un cuestionamiento y posterior transformación de lo establecido.

    Al tener una epistemología institucional (Rose, 1996), la psicología habla de los ámbitos en los que actúa, y a su vez contribuye a crearlos. El mundo escolar, el del trabajo y de la salud son apenas muestras de la variedad de lugares donde la psicología ha llegado. La plasticidad que la psicología tiene para adaptarse a los diferentes ámbitos explica en parte su difusión. Esta difusión no es solamente cuestión del conocimiento desarrollado en la academia, la red constituida entre instituciones, profesionales, organizaciones, publicaciones y usuarios ha hecho posible una psicología tal como hoy se le conoce, como un campo múltiple, pluriparadigmático. Campo que, visto así, ha invitado a pensar su relación con la libertad.

    Sin embargo, la discusión sobre la psicología y la libertad en gran parte se ha circunscrito, como la producción del saber psicológico mismo, a las sociedades del Atlántico norte. Desde hace algunos años se han oído voces marginales dentro de la disciplina que claman por tomar una perspectiva que hable desde el Sur, que considere las geopolíticas del conocimiento, que examine nuestro lugar dentro del concierto mundial (p.ej. Molinari, 2004). Estas voces han sido dejadas de lado. En este sentido, este libro quiere llamar la atención sobre estos puntos. En el trabajo que se presenta, desde diversas partes de Iberoamérica, sienta posiciones, muestra problemáticas, genera preguntas y establece perspectivas creativas que indican diversas posiciones y respuestas con respecto a la pregunta por la relación entre la psicología y la libertad.

    Para las regiones que en este libro se consideran, hoy en día es importante reactivar la discusión sobre la relación entre la psicología y la libertad, al menos por las siguientes razones. Primero, por la preponderancia que siguen teniendo los marcos de corte positivista en el grueso de la producción del conocimiento psicológico académico. Segundo, por la crítica relativamente reciente que se les formula a las ciencias psi desde marcos posestructuralistas, donde se argumenta que estas ciencias constituyen uno de los vehículos privilegiados para el ejercicio de la racionalidad liberal de gobierno. Tercero, por el constante crecimiento de los procesos de psicologización de las sociedades, que en palabras de algunos investigadores ha llevado a que la psicología no sea más un conocimiento que se produce en los centros académicos y a que se conceptualice la cultura contemporánea como psicológica. Cuarto, por la situación particular de Iberoamérica en el contexto de las geopolíticas del conocimiento contemporáneo. Situación que lleva a considerar que es a través de la psicología como se exporta un régimen disciplinario del Norte hacia el Sur, pero que a su vez invita a pensar cómo se generan acá procesos de enriquecimiento, hibridación, recepción y resistencia. Finalmente, porque está lejos de concluir la discusión acerca de las imbricaciones que tienen en los procesos de constitución de la subjetividad las tensiones genealógicas (Foucault, 2004) entre la psicología y la libertad, y del lugar que en ellas ocupan el lenguaje, el discurso, la historia, las colectividades, la biología y la cultura.

    Así, en los diferentes capítulos que siguen a continuación, la relación psicología-libertad se presenta de manera extensa y, por supuesto, compleja. En el capítulo primero, Nubia Esperanza Torres Calderón hace una reflexión acerca del sentimiento de libertad desde su experiencia como psicoanalista. En esta reflexión se vale de una mezcla compuesta por los conceptos propios del psicoanálisis en conjunto con fragmentos de la literatura hispanoamericana, para señalar una tensión en el psiquismo que da como resultado un anhelo de la libertad. Su texto, esperanzador, hace un llamado a alcanzar la libertad a través de la recuperación de una vida plena donde las inevitables experiencias de dolor puedan transitar de otra manera. En el capítulo segundo, Arthur Arruda Leal Ferreira considera, desde una perspectiva posestructuralista y localizada en Latinoamérica, el clásico skinneriano de la psicología: Walden Dos, en referencia a la experiencia adelantada en Los Horcones, con el objetivo de ir más allá de las ya descritas relaciones entre las formas de gobierno liberal y las técnicas psicológicas que han dominado la discusión en las sociedades que se denominan a sí mismas como liberales avanzadas. Las resonancias de Utopía de Tomas Moro y del Walden de Henry David Toureau, con sus implicaciones en la comprensión del ejercicio personal y colectivo de la voluntad y, por tanto, de la libertad, atraviesan este escrito. En el capítulo tercero, Blanca Patricia Valderrama de Ballesteros y María Mónica Novoa Gómez parten de señalar los supuestos que comúnmente se comparten, desde visiones poco informadas o sesgadas, acerca de las propuestas que se formulan en el análisis de la conducta en su relación con la libertad. El determinismo, el control social y estatal, el autocontrol y la responsabilidad son conceptos que discurren a la luz del argumento que estas autoras desarrollan, para señalar una perspectiva humanista que permite pensar -precisamente porque se constituye en medio de una interrelación de factores compleja- las posibilidades que tiene la libertad. José Carlos Loredo Narciandi, en el capítulo cuarto, considera la relación entre psicología y política. La discusión aquí cuestiona supuestos corrientes que subyacen y permiten relaciones entre visiones de la política y de la psicología y, por tanto, resultan en consideraciones novedosas acerca de la libertad.

    Adriana Kaulino y Antonio Stecher ponen en diálogo, a través del concepto de autonomía, al biólogo chileno Francisco Varela con los filósofos europeos Jurgen Habermas y Corneluis Castoradis. El interés de estos autores los lleva a formular, en el capítulo quinto, una propuesta para desarrollar una psicología orientada normativamente por los principios que la modernidad formuló. De otra parte, a partir de la pregunta por quién puede llegar a ser sujeto, en el capítulo sexto, Sergio Trujillo García reflexiona sobre la viabilidad que tiene el sujeto en relación con las series de impedimentos, especialmente los epistemológicos, que lo amenazan contemporáneamente. Jaime Samudio Díaz propone en el capítulo séptimo un argumento a favor del estudio científico de la libertad, concebida como un fenómeno comportamental cuyo estudio, por tanto -sugiere el autor-, debe ser del interés de la psicología cuyo objeto de estudio es precisamente el comportamiento. En el capítulo octavo, Hernán Camilo Pulido Martínez considera la relación entre el trabajador libre y la psicología del trabajo, para examinar las propuestas psicológicas de libertad en el actual mundo laboral, particularmente en el colombiano.

    A partir del capítulo noveno, el examen de la relación entre la psicología y la libertad se desplaza hacia ámbitos distintos, mostrando de manera muy pertinente cómo la discusión también debe ir más allá de los límites que la disciplina se ha autoimpuesto. Los autores retoman entonces elementos de la teoría social contemporánea para establecer que en las sociedades actuales los problemas que pueden ser considerados psicológicos son muy amplios y quizá requieren de tratamientos distintos a los que circulan convencionalmente en el ámbito académico. Así, Juan Pablo Aranguren Romero hace una crítica fuerte a las miradas convencionales acerca de la violencia en América Latina, entre las cuales se encuentran, por supuesto, las perspectivas formuladas por las ciencias psi. A su vez, sugiere caminos por donde debe transitar el pensamiento sobre la narración para no volver a los marcos determinados por las lógicas modernocoloniales, donde, por el contrario, se potencia la palabra como acto liberador. En la misma línea de formular otro tipo de pensamiento, Johanna Burbano Valente y Pablo García Arias, en el capítulo décimo, se focalizan en la industria de subjetividades. Examinan estos autores verdades supuestas, como la misma admonición a la libertad que produce subjetividades de determinados tipos, acordes con -aunque parecieran en contraposición a- las propuestas económicas y de administración del mundo contemporáneo. Silvio Aristizábal Giraldo pone en diálogo, al respecto de la constitución de las subjetividades indígenas, a la antropología y a la psicología. Este capítulo undécimo examina las formas como han cambiado las maneras en que se produce el sujeto subordinado desde el siglo XIX y XX y también explora caminos de resistencia que emergen en el incesante y cambiante encuentro entre América y Europa.

    Para cerrar, los capítulos doce y trece, en términos del conocimiento, tratan de la libertad de distinta forma. Pablo Fernández Christlieb, sin mencionar la libertad, usa la metáfora de la cocina y del monasterio y discurre por las historias y formas de producir el conocimiento, al tiempo que se pregunta por su utilidad y por el lugar que tienen en relación con la felicidad y la construcción de una vida mejor. Allí también se somete a escrutinio la formación y la transformación de la universidad, incluidos, por supuesto, los que por ella pasamos en su cotidiano acaecer. Por su parte, Felisa Santos recorre los caminos de la filosofía occidental para explorar la pregunta por la libertad, dejando de lado la concepción de libertad en términos de autonomía, tan preciada, diríamos, para ciertas posturas conceptuales dentro de la psicología.

    Sin pretensión de exhaustividad, los capítulos que componen este libro son una muestra de la producción iberoamericana sobre la relación entre la psicología y la libertad. Al igual que otros textos contemporáneos en donde se discute desde el Sur (Gorbach, 2008; De Sousa Santos, 2009), no tuvimos la intención de construir una perspectiva común. La riqueza de las posiciones, como rezan los capítulos primero y último, hablan de y sobre la libertad en este convulsionado mundo, donde las ciencias psi ocupan un lugar y cumplen con unas operaciones que se deben examinar constante y críticamente.

    Hernán Camilo Pulido Martínez
    Sergio Trujillo García

    EDITORES

    REFERENCIAS

    De Sousa Santos, B. (2009). Una epistemología del Sur: La reinvención del conocimiento y la emancipación social. México: Clacso-Siglo XXI.

    Foucault, M. (1998). La psicología de 1850 a 1950. Archipiélago. Cuadernos de Crítica de la Cultura, 34-35, 163-173.

    ____(2004). Nietzsche, la genealogía, la historia. Valencia: Pre-Textos.

    Gorbach, F. (2008). Saberes locales. Ensayos sobre la ciencia en América Latina. México: El Colegio de Michoacán.

    Dazinger, K. (1997). Naming the Mind. How Psychology Found its Language. Londres: Sage.

    Hill, D. B. y Krall, M. J. (2003). About Psychology. Essays at the Crossroads of History, Theory and Philosophy. Nueva York: University of New York Press.

    Molinari, A. (2004). Hacia una nueva geopolítica de la psicología. Prospectiva, conceptos, tendencias. Acta Psiquiátrica y Psicológica de América Latina, 50(1), 25-33.

    Rose, N. (1996). Inventing Ourselves. Psychology, Power and Personhood. Londres: Sage.

    Ward, S. C. (2002). Modernizing the Mind. Psychological Knowledge and the Remaking of Society. Westport: Praeger.

    CAPÍTULO 1

    SOBRE LA LIBERTAD…

    Nubia Esperanza Torres Calderón

    ¹

    Siempre me he mantenido en la planta baja y en el sótano del edificio; usted afirma que si se cambia el punto de vista se ve también un piso superior donde moran huéspedes tan distinguidos como la religión, el arte y otros.

    No es usted el único en esto; la mayoría de los especímenes cultos del homo natura piensan así. Usted es en esto conservador, yo soy revolucionario.

    SLGMUND FREUD, EN CARTA A LUDWING BLNSWANGER

    E

    sta invitación a hablar de lo que podría decir una psicoanalista sobre la libertad me resulta una tarea muy inquietante, puesto que, en cuanto tal, mi experiencia se ubica más del lado del sufrimiento humano, en contacto con los enormes poderes que someten a los sujetos, los subyugan, produciendo formas de estar en el mundo y de sobrevivir en medio de afectos intensos de angustia, dolor o apagamiento. Los psicoanalistas nos acercamos a lo profundo que encadena el alma humana, a aquello que es inconfesable, aterrador o indecible; que limita, y lo abordamos desde el método de Freud, poniendo en escena un tipo particular de experiencia emocional que nos permite acceder al conocimiento de aquello que nos interesa, a la vez que se convierte en la vía de cura y alivio.

    Así que inicio este camino con muchas incertidumbres, acogiéndome a los postulados psicoanalíticos sobre los avasallamientos del yo y las fuerzas que hacen parte de este avasallamiento, para, luego de situarlas, pasar a considerar un punto de vista de lo que podría llamarse un cierto sentimiento o experiencia de libertad.

    Para empezar a ubicar el tipo de enfoque que tiene, en este caso, una psicoanalista, quiero subrayar algunos elementos de la manera corriente como se define la libertad, con el fin de usarlos propositivamente como elementos de contraste. Es claro que son escogidos con este propósito, reconociendo que dejo en este momento formulaciones que hacen énfasis en otros aspectos. Así, algunas de las acepciones corrientes de la libertad se relacionan con una facultad natural, con caos, ausencia de obstáculos, capacidad de decisiones mediadas por la razón, capacidad de obtener lo que se desea.

    Contrariando los anhelos humanos descritos en el párrafo anterior, el descubrimiento de lo inconsciente que Freud hace en el desarrollo de su trabajo cuestiona y se contrapone a una psicología centrada en los procesos conscientes y a una idea de un yo unitario. Que el yo no sea amo en su propia casa es, como el mismo Freud lo plantea (2001a), una herida narcisista que sigue despertando resistencias de toda índole, ya no de manera directa contra el psicoanálisis, pero sí en el predominio de una forma de cultura que privilegia su desconocimiento radical.

    La dimensión de las pasiones, de la imaginación, de los pensamientos o fantasías inconscientes, de los sueños, que no corresponden con el mundo que es posible controlar y aprehender, se desvanece. Asistimos a un tiempo en el que el mito de la época es la aritmética. Como dice Castoriadis, lo que no se puede contar no existe. En la sociedad conteporánea no existe, y no puede existir, una base racional para la cuantificación (2005, p. 20). Ello acompaña otros mitos, como los de la determinación y el control, donde todo se vale y todo es posible. El psicoanálisis, sin embargo, se distancia de los criterios de ciencia que hacen énfasis en la cuantificación, en la falsación, la verificación, encontrando un lugar en los terrenos discontinuos y en los movimientos oscilantes de la creación/destrucción del sentido, en los que la imaginación se considera la tarea propiamente humana que nos distingue como especie.

    ELEMENTOS QUE SE OPONEN A LA EXPERIENCIA O SENTIMIENTO DE LIBERTAD

    Para Freud (2001b), el yo está sometido a tres servidumbres que se contraponen entre sí, frente a las cuales tiene la tarea de mediar entre sus aspiraciones y el dolor mental que estas amenazas suponen. Se refiere a los peligros que provienen del mundo exterior, a las pulsiones y a la severidad del superyó. Al referirse al yo, Freud dice lo siguiente: Con su posición intermedia entre el ello y la realidad sucumbe con harta frecuencia a la tendencia de hacerse adulador, oportunista y mentiroso, como un estadista que, aun teniendo una mejor intelección de las cosas, quiere seguir contando empero con el favor de la opinión pública (p. 57).

    Freud describe el yo como una estructura que contiene una doble frontera: una que percibe los estímulos que provienen de adentro del organismo y otra especializada, modificada gracias al contacto con la percepción de los estímulos que provienen del afuera. Esta doble vecindad hace que el yo se rija tanto por el principio de placer en porción más inferior, como por el principio de realidad, en su capa superior, en contacto con los estímulos externos, haciéndolo, gracias a esto último, el representante de la razón, el juicio y la prudencia. Este nexo del yo con la conciencia no debe hacernos olvidar que es sobre todo en esencia cuerpo (p. 27), cuerpo que ofrece a las pulsiones una vía privilegiada de presencia y acceso a la conciencia.

    Cuando Freud (2001b) introduce el mecanismo de la identificación en su comprensión del funcionamiento anímico, replantea el papel del objeto, aquello hacia lo cual se dirige la pulsión en busca de satisfacción, reconociendo la historia y el destino de las relaciones objetales en la configuración del yo. En El Yo y el Ello hay un salto teórico fundamental, en el que se le ubica un papel central al mecanismo de la identificación: proceso psicológico mediante el cual un sujeto asimila un aspecto, una propiedad, un atributo de otro y se transforma total o parcialmente sobre el modelo de este (Laplanche y Pontalís, 1983, p. 184). El yo, entonces, es una sedimentación de las investiduras de objeto resignadas, [y] contiene las elecciones de objeto, de modo que el carácter de una persona adopta estos influjos provenientes de la historia de las elecciones de objeto o se defiende contra ellos (Freud, 2001b, p. 31).

    Con estos argumentos, entre otros, Freud centra la atención en el hecho de que el yo tiene sus raíces en el ello y una parte muy importante de su funcionamiento se orienta a lidiar con fuerzas de origen inconsciente. El yo está, entonces, sometido tanto por las demandas pulsionales propias avasalladoras como por la condición de presencia o ausencia de un otro cargado libidinalmente e indispensable para la supervivencia y para su devenir como sujeto. De esta manera, la respuesta del otro ante las urgencias y ansiedades que habitan el sí mismo, la calidad de lo que este puede ofrecerle y la relación creada entre los dos son los elementos centrales del proceso de estructuración del yo.

    Uno de los peligros mencionados anteriormente que enfrenta el yo es la arremetida de ciertos poderes ingobernables que Freud denominó las mociones pulsionales (2001c); por este camino, el psicoanálisis nos enseña que estamos sometidos a fuerzas internas desconocidas, de orden inconsciente, actuantes, poderosas, que apuntan en la dirección de la búsqueda de una satisfacción. La pulsión está entonces anclada en el cuerpo, cargada de afecto, cuyo significante es la carne misma (Green, 1994). La noción de fuerza que amenaza con irrumpir es fundamental, pues la pulsión es la energía psíquica que nutre toda la cadena erótica de significantes, de producción psíquica, que parte del cuerpo (en experiencias primitivas de placer/displacer) y alcanza el pensamiento (en expresiones simbólicas). La intensidad afectiva presente en ciertas circunstancias vitales lleva a que, frente a la fuerza pulsional, no se sea sujeto del afecto sino objeto del afecto. Es decir, la pulsión se padece, incluso la más idealizada; la pasión de amar se sufre, y esto nos contacta en un sentido con la locura del terror al abandono y al desamparo.

    En el sentido opuesto, el amor, la búsqueda de satisfacción que se dirige al otro, enfrenta también la amenaza del encuentro con ese otro, con la angustia de perderse, de diluirse o de ser invadido, agobiado, y nos ubica en el límite de la locura que nos deja sin salida. Amar conlleva entonces un doble peligro: su ausencia nos somete al desamparo, la soledad y el abandono, y su presencia nos amenaza con la fusión con el objeto, con su invasión.

    Octavio Paz (2009) ilustra la irrupción de la pasión erótica con las siguientes palabras:

    El encuentro erótico comienza con la visión del cuerpo deseado. Vestido o desnudo, el cuerpo es una presencia: una forma que, por un instante, es todas las formas del mundo. Apenas abrazamos esa forma, dejamos de percibirla como presencia y la asimos como una materia concreta, palpable, que cabe en nuestros brazos y que, no obstante, es ilimitada. Al abrazar a la presencia, dejamos de verla y ella misma deja de ser presencia. Dispersión del cuerpo deseado: vemos sólo unos ojos que nos miran, una garganta iluminada por la luz de una lámpara y pronto vuelta a la noche, el brillo de un muslo, la sombra que desciende del ombligo al sexo. Cada uno de estos fragmentos vive por sí solo pero alude a la totalidad del cuerpo. Ese cuerpo que, de pronto, se ha vuelto infinito. El cuerpo de mi pareja deja de ser una forma y se convierte en una substancia informe e inmensa en la que, al mismo tiempo, me pierdo y me recobro. Nos perdemos como personas y nos recobramos como sensaciones. A medida que la sensación se hace más intensa, el cuerpo que abrazamos se hace más y más inmenso. Sensación de infinitud: perdemos cuerpo en ese cuerpo. El abrazo carnal es el apogeo del cuerpo y la pérdida del cuerpo. También es la experiencia de pérdida de la identidad: dispersión de las formas de mis sensaciones y visiones, caída en una substancia oceánica, evaporación de la esencia. No hay forma ni presencia: hay la ola que nos mece, la cabalgata por las llanuras de la noche. Experiencia circular: se inicia por la abolición del cuerpo de la pareja, convertido en una substancia infinita que palpita, se expande, se contrae y nos encierra en las aguas primordiales, un instante después, la substancia se desvanece, el cuerpo vuelve a ser cuerpo y reaparece la presencia (204-205).

    En esta hermosa descripción del encuentro pasional, se muestra cómo en esos momentos se desvanece el yo y el tú, para dar paso a una confusión en la que los límites se pierden. Y esto ocurre en el terreno de un encuentro esperado, en lo que llamamos lo idílico, a pesar de lo cual el riesgo de la fusión y su transitoriedad no está del todo salvado. ¿Y si la recuperación, la vuelta al ser, a la conciencia no se produce? ¿Y si quedamos atrapados en la confusión, si los límites no se restablecen? ¿Y si luego de la separación de los cuerpos y la distancia que aparece necesariamente, el yo que no se ha reintegrado del todo, se siente amenazado y vulnerado por la ausencia o la separación? Entonces, el amor, el más sublime de los afectos, pone en cuestión eso que llamamos un sí mismo diferenciado y, por este camino, su libertad, pues la pasión erótica que se despierta somete, encadena y confunde.

    Los destinos de la pulsión amorosa hacen visible el tema de la distancia y la cercanía con el otro, que hacen que el sujeto esté amenazado de perder la cualidad de tal. La autonomía, que es un logro en el desarrollo, deja de ser una certeza y da paso a vulnerabilidades y dependencias de toda clase que no siempre están acompañadas de afectos placenteros, sino que, por el contrario, se padecen.

    Como se dijo en un párrafo anterior, el eros al que los psicoanalistas hacemos referencia establece una cadena (Green, 2006) construida a manera de eslabones de significado de menor o mayor capacidad representativa, en constante movimiento. Impregna toda la producción anímica del sujeto, produciendo diversas organizaciones o desorganizaciones que se materializan en uniones o desuniones con los objetos y los otros, a manera de puentes construidos, frágiles, firmes o rotos, en el marco de las relaciones objetales particulares, representadas en primera instancia por la íntima relación que un sujeto tiene con sus objetos primarios.

    Hasta ahora, entonces, he enfatizado en las urgencias pulsionales que habitan al ser humano, en la existencia de un yo sometido, en busca de formas de mediación con las demandas que enfrenta, y en los encuentros que se producen entre el yo, estas urgencias y la respuesta del otro indispensable. Esto es igual a decir que la fuerza, la intensidad de las urgencias pulsionales, entra en relación con la calidad y cualidad del objeto y sus

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